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Educar niñas sin miedo
Educar niñas sin miedo
José Manuel Encarnación
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[pedagogía-sociología-estudios culturales]
–José H. Figueira, Uruguay, Adelante, 1940
El ascenso social de la mujer es inevitable. El paradigma del mundo diseñado y construido por hombres para hombres desde la perspectiva social de los hombres, agoniza. Esa realidad es señal irrefutable del auge de una auténtica revolución social que reta teorías, creencias y políticas androcéntricas, las mismas que han dejado de lado a la figura femenina en asuntos de derechos humanos, ciudadanos, laborales, en fin, en un estado de aparente ausencia en la historia.
Al aproximarnos al primer cuarto del siglo XXI, las estructuras masculinas, excluyentes y discriminatorias, que se han servido del conocimiento como herramienta de manipulación para afianzar su dominio, continúan resquebrajándose moral y legalmente frente a los enormes logros de la mujer. Además, la sociología femenina ha extendido sus horizontes desvelando perspectivas que provocan un llamado a la responsabilidad social global, una nueva actitud hacia el fenómeno de la participación y contribución de las mujeres en la sociedad. Emerge una comprensión diferente de la vida social a la que la educación está convocada como factor influyente hacia el levantamiento definitivo de la mujer frente a las amenazas de una estructura anquilosada que aún se resiste a reconocer sus derechos naturales, sus talentos, capacidades y virtudes, resiste su dignidad.
Por eso es pertinente considerar aquí el pensamiento hostosiano, un iluminado legado decimonónico de agudo repunte en este tema. Eugenio María de Hostos es y será siempre un referente importante sobre mujer, sociedad y educación por lógico, por justo y por adelantado. En su reclamo por la educación de la mujer, descubrimos que más allá de las amenazas que el sistema presenta a la mujer en su lucha por la movilidad social, debemos reflexionar también sobre las amenazas que la mujer le puede representar a los promotores y beneficiarios del orden social. Observó oportunamente el Ciudadano de América:
[...] no es extraordinario que cuando concebimos en la rehabilitación total de la mujer la esperanza de un nuevo orden social, la esperanza de la armonía moral e intelectual, nos espantemos: entregar la dirección del porvenir a un ser a quien no hemos sabido todavía entregar la dirección de su propia vida, es un peligro pavoroso […] ese peligro es obra nuestra, es creación nuestra; es obra de nuestros errores, es creación de nuestras debilidades; y nosotros los hombres, los que monopoliza- mos la fuerza de que casi nunca sabemos hacer justo empleo; los que monopolizamos el poder social, que casi siempre manejamos con mano femenina; los que hacemos las leyes para nosotros, para el sexo masculino, para el sexo fuerte, a nuestro gusto, prescindiendo temerariamente de la mitad del género humano […] (1873)
En ese sentido hostosiano es que se plantea aquí que hay que Educar niñas sin miedo. El análisis, no pretende redescubrir fines educativos, ni ideas frescas, tampoco agotar la totalidad de las vertientes interpretativas sobre un asunto tan complejo. Sólo se acentúa mínimamente en dos perspectivas básicas ante la desigualdad, marginalidad y el prejuicio que emana de la circunstancia actual de la mujer: la ético-política y la docente. Primero, se afirma que para dar sostenibilidad a una iniciativa del alcance humano que tiene la lucha por los derechos de la mujer, hay que crear las condiciones ético-políticas que permitan un proceso educativo que, además de propiciar competencia cívica y responsabilidad social en torno a los derechos de la mujer, aspire definitivamente a la equidad y al desarrollo de cada niña al máximo de su potencial. Subrayamos aquí, que las experiencias de aprendizaje a las que se exponga a las niñas, trasciendan la quietud, el silencio y la absurda obediencia a la que ciertos contextos culturales la han relegado y la mantienen.
El poder de educar
Corresponde a la educación y a quien educa, la encomienda de institucionalizar definitivamente el reposicionamiento femenino. El cambio tiene que empezar en las aulas, con líderes educativos creativos que persigan que las niñas tengan las herramientas cognitivas y socio emocionales para librarse de los estereotipos curriculares, que vivan felices y sin miedo a jugar, sin miedo a relacionarse con otras personas, sin miedo a apropiarse de su propio proceso de desarrollo, sin miedo a aprender a ser mujer, a pensar y sentir diferente, sin miedo a defender la integridad de su ser; a aprender, a preguntar, a dudar y a investigar; sin miedo a emprender para construir una sociedad más justa, sin miedo a reclamar sus derechos y hacerlos valer, sin miedo a luchar contra la histórica marginalidad, contra el prejuicio, contra la inanición y enajenación que su género ha padecido; sin miedo, sin miedo a enfrentar la embestida de las fuerzas del capitalismo salvaje que la devalúa en capacidad, le remunera menos por su trabajo y le obstruye su progreso académico y profesional.
A ese deber no puede ser indiferente la educación, no puede rehuir a desarrollar mujeres sin miedo a expresar su pensamiento y su sentimiento a través de las artes, de las ciencias, del deporte, dispuestas a estudiar y enfrentar los problemas del mundo; sin miedo a la libertad. Por tal razón, es imprescindible desarrollar en las niñas conciencia ciudadana, de organización, interconexión e interdependencia, para influenciar en otras mujeres y también en los hombres, con pensamiento inclusivo y con gestión cívica de equidad y solidaridad durante el transcurso de sus vidas. Un ejemplo de que esta aspiración se logró materializar es la participación de la niña canadiense Severn Suzuki, en La cumbre de la Tierra, 1992. Allí, frente a sobre un centenar de jefes de Estado, Suzuki denunció el severo impacto ambiental de las decisiones o inacciones políticas estaban provocando a nivel global y cómo las mismas se distanciaban de compromisos públicos contraídos por ellos, dejando en incertidumbre al futuro de su generación:
Hola, soy una niña de 12 años, hablando en nombre de ECO, una Organización de niñas de 12 y 13 años, a favor del medio ambiente, que intentamos marcar una diferencia. Hemos reunido todo el dinero para venir aquí nosotras mismas, recorriendo 5 mil millas, para decirles a los adultos que deben cambiar. Viniendo aquí hoy, no voy a ocultar mi objetivo: Estoy luchando por mi futuro… Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él… Aunque estoy llena de rabia, no estoy ciega, y, aunque tengo miedo, no me asusta decirle al mundo cómo me siento… Mi padre siempre dice: Eres lo que haces, no lo que dices. Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Los desafío: por favor, que sus acciones reflejen sus palabras. (1992)
Una niña desafió a los jefes de Estado porque sus experiencias de aprendizaje le empoderaron y su motivación floreció en acciones ciudadanas. Suzuki tenía el poder de su conciencia y de las competencias cívicas para encauzar su iniciativa. Fue la educación. En esta etapa de la historia es importante que los países asuman la autocrítica sobre sus sistemas educativos y evalúen sistemáticamente el alcance de sus resultados sociales respecto de la circunstancia de la mujer. En la medida que sus recursos lo permitan, cada nación debe se asegurase de afinar o reconceptualizar sus sistemas escolares filosófica y curricularmente a partir de una visión de mundo en el que las niñas, además de estar en igualdad de oportunidad de desarrollo y seguridad respecto de los niños, no teman dar continuidad progresiva a la revolución de género que avanza. Las niñas tienen derecho al liderato, a fluir libremente en disposición a asumir de manera informada y responsable, una toma de decisiones estratégica que adelante su éxito en la vida y del mismo modo la justicia social. Las palabras de la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai, recogen la esencia del punto anterior:
El sabio dijo: La pluma es más poderosa que la espada. Es cierto. Los extremistas tienen miedo a los libros y bolígrafos. El poder de la educación les da miedo. Tienen miedo de las mujeres. El poder de la voz de las mujeres les da miedo… (2014).
La educación es la mayor y más poderosa ofensiva contra el miedo. Claro, una educación no doctrinaria. Por tal razón es determinante procurar una docencia competente, efectiva y socialmente eficiente. Esa precisamente es la segunda perspectiva en este análisis: quién educa y cuál es su deber. Para el Maestro Hostos, el deber primario de todo docente es educar la conciencia individual. En este caso, todo educador o educadora debe asumir el imperativo ético de ser un ente proactivo a favor de una conciencia de equidad, un recurso dinámico que reconozca y valore la dignidad de la mujer y su derecho a tener una existencia de libertad. Por tanto, tampoco se puede tener miedo a educar en dirección al cambio, hacia la revolución inevitable de la equidad.
Evidentemente quien educa es un vector de transformación social. Su misión esencial es canalizar hacia el alumnado todo el poder posible a través de experiencias de calidad que propendan al descubrimiento de nuevo conocimiento, al desarrollo de destrezas y habilidades que amplíen su autonomía, así como la adopción de actitudes pro-sociales. Quien educa construye su autoridad mientras educa para la solidaridad, para la equidad y lo modela. El ejemplo y la mentoría constituyen factores determinantes en la formación ciudadana y ético política de toda persona. Además, quien educa, posee la encomienda de democratizar legítimamente los espacios de aprendizaje, esos en los que las niñas deberían desarrollarse y concienciarse como agentes de cambio y quizás, en parte de las nuevas generaciones de educadoras que no tienen miedo de cambiar el sistema desde la práctica educativa en las aulas depositando poder en las niñas, en la gente “[…] es por eso que matan a las maestras. Es por eso que están destruyendo escuelas todos los días: porque tienen miedo al cambio y a la igualdad que llevaremos a nuestra sociedad.” (Yousafzai, 2014)
En ese sentido, se acoge la perspectiva del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien clarifica el miedo como “el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para combatirla” (2007). En la medida que la mujer se eduque en el entendimiento de su circunstancia para mitigar su ignorancia y la ignorancia del hombre, mitigar sus amenazas, impugnarlas y erradicarlas, se habrán logrado dos cosas: por un lado, una educación liberadora y equitativa en el contexto de las necesidades e intereses de la mujer; de otro, mujeres valientes, sin miedo gracias a quienes les educaron en conciencia y gestión ciudadana.
El cambio hay que forjarlo desde el interior del sistema educativo, usando, aplicando, adaptando los espacios, el tiempo y los recursos que ofrecen, a los intereses y necesidades de justicia social que en este caso de los derechos de la mujer es evidente. Y para ese cambio, la docencia es determinante. Por tanto, las instituciones que preparan docentes, profesionales de la educación en todos los países del mundo, también tienen el deber de proponer, y aportar al desarrollo de agendas comunes, consensos de trabajo global como el de impulsar programas de formación que penetren la complejidad social, cuestionen e impugnen las estructuras que no reflejen sensibilidad humana y eduquen para que las circunstancias evolucionen en favor de todos y de todas. La docencia es fundamental porque además de ser el contacto permanente en el desarrollo de las generaciones, es el medio más efectivo para contextualizar los contenidos y aprendizajes por su capacidad para ejercer y fomentar el libre pensamiento en las aulas.
El Informe de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer 1995, en muchos sentidos ilustra el planteamiento anterior. En el plano educativo, se estableció lo siguiente en cuanto a la educación de las niñas:
Las niñas suelen ser consideradas inferiores y se les enseña a ponerse siempre en último lugar, con lo que se les quita el sentido de su propia dignidad. La discriminación y el descuido de que son objeto en la infancia pueden ser el comienzo de una espiral descendente que durará toda la vida, en la que la mujer se verá sometida a privaciones y excluida de la vida social en general. Deben adoptarse iniciativas para preparar a la niña a participar, activa y eficazmente y en pie de igualdad con el niño, en todos los niveles de la dirección en las esferas social, económica, política y cultural… Los medios educativos viciados por prejuicios basados en el género, como los programas de estudios, materiales y prácticas, las actitudes de los profesores y las relaciones dentro del aula, refuerzan las desigualdades de género ya existentes. (ONU, 1995)
Al tomar una muestra de dos de los objetivos estratégicos con respecto a la condición de las niñas en el mundo, que entonces se trazó el liderato mundial desde la República Popular China, notamos que los mismos pudieran ser reescritos para emprenderlos a partir de hoy:
1. Eliminación de todas las formas de discriminación contra la niña.
2. Eliminar la discriminación contra las niñas en la educación y en la formación profesional.
El informe de Beiging ilustra el estado general de la mujer en el contexto de su ciclo vital: “en muchos países se discrimina contra la niña desde las primeras fases de la vida, durante toda su niñez y hasta la edad adulta.” Casi 25 años desde la publicación del citado informe, y en ocasión del Día Internacional de la Mujer, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU, advirtió que: “Las mujeres y las niñas deben tener oportunidades para contribuir al cambio real, así como a configurar las políticas, los servicios y la infraestructura que repercuten en sus vidas.” (2019)
Uno de los cambios importantes que el mundo experimenta ocurre en el contexto de la economía del conocimiento en la Era Informática. En la actualidad las profesiones relacionadas a las Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas continúan tomando un gran auge en universidades y en el mercado laboral por su nivel de influencia en el futuro y por bien remuneradas. Curiosamente en las estadísticas de participación educativa en el contexto de género, estas son dominadas por hombres.
Al observar el área de ciencias de cómputos, una de gran necesidad y auge a nivel mundial, la reducción de la presencia femenina es notable. La Revista WIRED, dedicada a temas tecnológicos, dio a conocer la tendencia descendente que desde inicios de la década de los 90, cuando el fenómeno alcanzó un 37% de participación, hasta el 2015 en que fue medido en 25%. Es decir, que por cada cuatro profesionales que se desempeñan en empleos de ciencias de cómputos sólo uno es mujer. Maria Klawe, la exitosa presidenta del Colegio Harvey Mudd en Claremont, California, donde la presencia de mujeres se ha elevado de 10% a 40%, lo interpreta como una cuestión de transformación social vinculada al futuro de las mujeres y otros grupos vulnerabes, “para que una amplia fracción de gente (mujeres) tenga oportunidades de trabajo productivo.” (2018)
En el 2017, la Organización de las Naciones Unidas ha advertido de forma contundente sobre la disparidad salarial entre mujeres y hombres. Según los datos de la entidad, la llamada brecha salarial alcanza un 23% a nivel global. Es decir que una mujer recibe honorarios de 77 centavos por cada dólar que obtiene un hombre como producto de su trabajo. Así es en los Estados Unidos de Norteamérica, aunque en Europa, específicamente en Suecia y Francia, ellas ganan un 31 % menos, y en Alemania hay registros de un 49% por debajo del salario masculino. En los países asiáticos como Turquía, el riesgo de sostenibilidad que enfrenta la mujer es dramático, hasta un 75% de brecha salarial respecto del hombre. (ONU, 2017)
Este escenario, nada alentador para la mujer, puede cambiar si ocurren los reclamos sociales, las iniciativas políticas y educativas necesarias para detener esta realidad. Tales acciones no solamente representan responsabilidades gubernamentales o institucionales, son también responsabilidades ciudadanas con la equidad, con la justicia para la mujer, con una sociedad inclusiva y democrática. Este es el espacio educativo al que los pueblos del mundo y sus sistemas educativos están indelegablemente llamados. El futuro de la mujer tiene que ser distinto. Por tanto, se debe comenzar con las niñas.
Hacia el 2030
En el año 2015, el Foro Mundial sobre Educación celebrado en la República de Corea, se divulgó la Declaración de Incheon. El informe titulado Educación 2030: Hacia una educación inclusiva y equitativa de calidad y un aprendizaje a lo largo de la vida para todos, extendió la visión del movimiento Educación para todos iniciado en Jomten, Tailandia en 1990 y reafirmado en Dakar, Senegal en el 2000. El fin del movimiento es “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. La relevancia del informe descansa precisamente sobre la clara agenda global inclusiva y equitativa que propone a las naciones del mundo:
La inclusión y la equidad en la educación y a través de ella son la piedra angular de una agenda de la educación transformadora, y por consiguiente nos comprometemos a hacer frente a todas las formas de exclusión y marginación, las disparidades y las desigualdades en el acceso, la participación y los resultados de aprendizaje. Ninguna meta educativa debería considerarse lograda a menos que se haya logrado para todos. Por lo tanto, nos comprometemos a realizar los cambios necesarios en las políticas de educación y a centrar nuestros esfuerzos en los más desfavorecidos, especialmente aquellos con discapacidad, para velar por que nadie se quede atrás. (1990)
Los principios del movimiento Educación para todos son un marco de referencia consensuado para fortalecer cultural y políticamente las sociedades a través del alineamiento con los sistemas educativos, sus metas, reformas, proyectos curriculares y demás iniciativas:
Reconocemos la importancia de la igualdad de género para lograr el derecho a la educación para todos. Por consiguiente, nos comprometemos a apoyar políticas, planes y contextos de aprendizaje en que se tengan en cuenta las cuestiones de género, así como a incorporar estas cuestiones en la formación de docentes, los planes y programas de estudios, y a eliminar la discriminación y la violencia por motivos de género en las escuelas. (1990)
El alcance de los compromisos globales de Jomten 1990, han permitido trazar una ruta educadora hasta el 2030, importante para el ascenso social de la mujer. El Marco de Acción del Informe Educación 2030, incluye una serie de objetivos en sintonía con el reposicionamiento de la mujer en la sociedad a partir de una educación que propenda a la equidad de género. El llamado, entre diversas relevancias, es a “velar por que todas las niñas y todos los niños terminen los ciclos de la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad… y que dispongan del acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y a una enseñanza preescolar de calidad…” En adición, la Declaración de Incheon aspira a que al 2030, “los países se aseguren del acceso en condiciones de igualdad para todos los hombres y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria.” (2015)
Phumzile Mlambo-Ngcuka Directora Ejecutiva de ONU Mujeres y Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas ha dejado claro la dirección del esfuerzo al que se ha convocado al mundo:
En la Declaración de Incheon asumimos el compromiso de promover una educación no discriminatoria que reconozca la importancia de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer para el desarrollo sostenible. Tenemos pues una oportunidad única de colaborar entre distintos sectores para hacer realidad el propósito de la Educación para Todos: lograr unas sociedades pacíficas, justas e igualitarias. Solo podremos construir un mundo donde haya igualdad entre las personas si la educación también transmite universalmente este mensaje. (2019)
La educación y sus reformas a lo largo y ancho del planeta han de constituir el medio principalísimo para dar continuidad a la construcción social de una nueva realidad humana en la que el género femenino consiga el lugar que le corresponde en la sociedad y en la historia. A pesar de las injusticias y de la indiferencia que aún nubla la esperanza de equidad entre mujeres y hombres, el reposicionamiento de la mujer en los diferentes espacios que conforman la perspectiva social se está expandiendo continua y aceleradamente. La mujer se desplaza progresivamente, ya no se queda quieta, ya no hace silencio para no molestar a nadie como leían las niñas uruguayas en primaria. Ahora se mueven de un plano de fragilidad e invisibilidad a uno de fortaleza y liderato honesto, digno, como hizo el eco que produjo la inquebrantable voz sin miedo de la entonces niña pakistaní (17 años de edad) Malala:
Hay que decir la verdad. La verdad acaba imponiéndose al miedo… Teníamos dos opciones, estar calladas y morir o hablar y morir, y decidimos hablar… Hoy me estoy centrando en los derechos de la mujer y la educación de las niñas, ya que ellas son las más afectadas. Hubo un tiempo en que las activistas pidieron a los hombres que lucharan por ellas. Pero esta vez vamos a hacerlo por nosotras mismas. No estoy diciendo que los hombres se aparten de hablar sobre los derechos de la mujer; me estoy enfocando en que las mujeres sean independientes y luchen por sí mismas. (2014)
Referencias
Bauman, Z. (2007). Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Paidos.
Conferencia Mundial sobre Educación para Todos: Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje. Jomtien, Tailandia. 1990. UNESCO. Recuperado de http://www.unesco.org/education/pdf/ JOMTIE_S.PDF
Declaración de Incheon y Marco de Acción para la realización del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: Educación 2030: Hacia una Educación Inclusiva y Equitativa de Calidad y un Aprendizaje a lo Largo de la Vida para Todos. 2015. UNESCO. Recuperado de https://unesdoc.unesco.org/ ark:/48223/pf0000233137_spa
Informe Final del Foro Mundial sobre la Educación. Dakar, Senegal. 2000. UNESCO. Recuperado de https://unesdoc. unesco.org/ark:/48223/pf0000121117_spa
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Informe de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer.1995. Nueva York: ONU. Recuperado de https:// www.acnur.org/fileadmin/Documentos/ BDL/2006/4654.pdf
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Mlambo-Ngcuka, P. (2019). Declaración del Día Internacional de la Mujer, “Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio”. Recuperado de https://lac.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/articulos/2019/3/statement-edphumzile-international-womens-day-2019
ONU Mujeres afirma que la brecha salarial del 23% entre hombres y mujeres es un robo. Noticias ONU.2017. Recuperado de https://news.un.org/es/story/2017
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Yousafzai, M. (2014) Discurso de Malala Yousafzai en la recepción del Premio Nobel de la Paz 2014. Recuperado de https://www.pediatriasocial.es/HtmlRes/Files/ DiscursoMalala.pdf