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Bajo el lente Gestalt: La casa de la forma de Joserramón Meléndez

Bajo el lente Gestalt: La casa de la forma de Joserramón Meléndez

Zoé Jiménez Corretjer

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[literatura-psicología-crítica literaria]

Más allá de una semiótica de la forma, el libro de Joserramón Meléndez, dibuja una línea fronteriza entre la visión totalizante de una realidad y la suma de sus partes. Su libro es más bien una casa, una configuración que se percibe a partir de la construcción poética. En ella, los principales fundamentos de la percepción fecundan la simbiosis de un espacio que se convierte en la nación de la palabra y del pensamiento. En esta investigación me propongo discutir algunos aspectos de La casa de la forma desde el lente del modelo alemán Gestalt que nos ilumina la visión del poeta y nos ayuda a sumergirnos en la complicidad de su sistema poetológico. Veremos cómo algunos de los principios de la psicología Gestalt pueden servirnos para establecer parámetros de análisis en el marco de la creación conceptual de la poesía de Joserramón Meléndez. Esto es así porque tanto en el modelo Gestalt como en las teorías de cognición poéticas, encontramos vertientes que enfocan los procesos creativos, la formulación de las imágenes, los procesos lúdico-poéticos, y el uso del lenguaje como órgano mental, entre otros.

No debemos descartar la aplicación lingüística a la que nos remite Meléndez en su libro y que desde un punto de partida cognitivo, refuerza la teoría de los procesos de pensamiento que ocurren en la mente del autor. Por “poética cognitiva” nos vamos a referir al concepto acuñado por Reuven Tsur en los años 80’ para describir una fenomenología conceptual entre la impresión lingüística de los textos literarios y los procesos metacognitivos del escritor. En su libro Toward a Theory of Cognitive Poetics, Tsur describe estos procesos sistemáticos en las estructuras de los textos y sus efectos de percepción. En ellos alude también a la construcción gestáltica del espectro psicológico que se incluye en los textos que analizó. La relación entre el lector y el texto va a determinar bastante el efecto literario y su composición. Esta visión interdisciplinaria de la concepción artística, desemboca en un afluente de perspectivas que inducen a una integración de análisis psicolingüístico y científico, entre otros, porque explora ese intento de búsqueda entre el lenguaje y la forma inherente en los procesos de información humana que nos explica Tsur.

Partiendo de este concepto, la mirada hacia La casa de la forma toma matiz semejante en el que no podemos dejar fuera estos procesos metacognitivos que se producen desde una óptica consciente en el poeta y que desembocan en el objeto creado, en su totalidad, en la obra de arte compuesta y parafraseada, fundamentada e intertextualizada, cimentada y bien pensada por Meléndez. De aquí, que el basamento teórico de Tsur, nos sirve para constatar que esas cualidades percibidas, forman parte del concepto de totalidad y de una estructura fija y concreta creada con intención.

La poesía que encontramos en La casa de la forma puede ser estudiada si entendemos que cada una de sus partes, también constituyen una totalidad consciente. Pero esta perspectiva no se queda únicamente en la visión poética cognitiva, sino que elabora, de manera consecuente, aquellos patrones gestálticos que se producen a partir de los procesos lingüístico-poéticos en Meléndez y que constituyen el fenómeno de la cercanía, la contigüidad, la similaridad, la proximidad y el cierre de sus formas. Serán estos principios los que podremos detectar en este texto y podremos identificar de diversas maneras. Para muchos teóricos, los patrones sistemáticos de repetición, la creación iconográfica de la imagen, la palabra y su evocación, forman parte de la estructura de fondo y forma que componen el uso básico de la psicología perceptual gestáltica. En Meléndez tanto el fondo como la forma aparecen entrelazados como esencia de su poética.

El material que recogemos en La casa de la forma, no es estéticamente indiferente al significado ni a la intención de creación de un discurso uniformemente creado, pensado y compuesto por el poeta para definir aquello que habita entre la palabra, sus estilos, su deseo, su intención y su forma. La casa de la forma es el resultado mismo del pensamiento del poeta. Y tanto su producción como el proceso de su pensamiento, también son estéticamente medibles.

No obstante, como señala Laurent Dubreuil: “Poetry is thinking. Thus, it is not pre-verbal, pre-rational, pre-logical. Percepts and emotions are there, though not as adversaries, or rivals, to the res cogitans” (68). Podemos hablar de La casa de la forma, como un texto que permite la interpretación poético cognitiva y el constructo del pensamiento psicológico gestáltico. Es evidente que la proyección del poeta por la estructura va más allá que la simple referencia. Por eso, la insistencia del soneto, de la doble conciencia, del aparente exceso de citas, de aquello que retoma y reutiliza sin rehusar su forma ni su referencia textual. De aquí que las primeras páginas, conscientemente construidas con sus manos (porque es un libro artesanal y en sí mismo una obra de arte), sean las referencias que apuntan como agujas sincrónicas hacia los modelos que Meléndez destroza y recompone con conciencia racional, al modo postmoderno. De la misma manera, Meléndez se apropia del mundo ejerciendo esta función; porque las partes insertadas son los ingredientes de su globo textual.

Meléndez destaca la forma desde el inicio y la entrada; no niega su preferencia, lo recalca, lo reafirma y lo inscribe en la página, lo subraya en su título, en el canto, en la voz, en los elementos, en las citas, en los intertextos, en los espejismos que crea al glosar sobre sí mismo y sobre su reflejo una variante mitopoética de su realidad. Como expresa Laurent Dubreuil: “Poiēsis is a name I retain to speak of creative mental responses to the uncomputable, especially as they pertain to intellection with language” (68). En el caso de Meléndez, su conciencia poética, es parte de la reconstrucción mitopoética inherente a su propio lenguaje. Su poesía es metáfora, signo y símbolo a la misma vez, envueltos en una consciencia creativa del signo lingüístico y de sus propios instrumentos.

En su “Casa”, habitan los elementos en partes que componen su estructura. El andamiaje laboral y florido con el que alude y remienda los textos de Baudelaire, de Rilke, de Borges, de todos aquellos que él y la tradición literaria, consideran grandes y que se han grabado en la historia de la palabra sagrada para componer el perímetro de su espacio creativo. En su “Casa” la amada que convive con el poeta es la poesía misma. Meléndez adora sus curvaturas, su sensualidad, el eco de las voces que reverberan en ella, lo que sale de su boca como origen mismo de la poesía hispana. El filo que desgrana esa sangre con la que comulga como si fuera un sacrificio. Poesía con la que el poeta viola y nace, con la que el poeta purga y prodigia.

La siguiente estrofa resume los elementos de la concepción poética de Meléndez. Vemos cómo se funden la música y el color, la sinestesia del verbo, el juego conceptual gestáltico de las partes y el todo, los espejismos, la conciencia propia, el eje lingüístico y el dolor existencial.

Y el monotono cubre el monocolor

para hacerse un entero monotodo

–al unísono,

en todas partes (¿partes?) el color enfermizo

no parece mirarse sino como un dolor… (La casa de la forma, 34)

Desde el umbral teórico de la poética cognitiva, el análisis de la forma y el fondo es compatible con el modelo gestáltico y el principio de la percepción. En Meléndez, el manejo de la palabra retuerce las imágenes tradicionales y las plasma creando una poesía visual postlingüística, porque va más allá, se sale de sus manos, queda viva y existe, cohabita por sí misma una vez es creada cada imagen; como si tuviera vida propia. Es como si el poeta al morir, dejara su casa para que la habitasen los espejos, los curiosos que entren y salgan por las puertas de su verbo. Es la metáfora misma de la creación envuelta en una formación de la conciencia humana, de los procesos de construcción cognitivos y referenciales. En La casa de la forma podemos experimentar con la percepción y por la percepción; podemos configurar el mundo con significados totales en donde el poeta, recompone su palabra bajo una óptica estética y filosófica, lingüística y psicológica, que va a repercutir en movimientos distintos, en ejes circulares, que el receptor va a percibir. De aquí que este movimiento se convierta en un juego, en la acción del “phi” que definió Max Wertheimer cuando habló del movimiento aparente en la perspectiva Gestalt. Toda su poesía es movimiento, emerge en relación de elementos, palabras, conceptos, metáforas; y ese movimiento es el meridiano mental que orbita en la poesía de Meléndez.

La casa de la forma, cumple con el principio de organización, la llamada “Prägnanz” o Ley de la buena forma Gestalt. Meléndez juega con las ambigüedades adoptando “la mejor forma” que para él es el soneto con el que poetiza y recobra el balance sistémico de sus procesos cognitivos. En este libro, en cada poema, en cada verso y palabra, cohabitan la forma y el fondo; así también el espejismo de esas formas, los juegos referenciales que transitan por cada una de sus paredes, de sus líneas y de la proximidad de los elementos que juntos y combinados proyectan el sentido totalizante, la idea meticulosa de su proceso creativo. Como un juego de cajas interpuestas, Meléndez fija la relación de los elementos, reduce a nuevas metáforas las distorsiones creativas, buscando un resultado simple, compuesto, pero consistentemente metafórico y existencial. Por eso su casa es perfecta como su estructura, porque en el soneto encuentra su “buena forma”.

A modo de una ontología gestáltica, el poeta ha logrado cumplir con el principio de semejanza, sin convertirse en el otro. Ha rebasado los límites de la continuidad, sin derivar o convertirse en un infinito evocador como los que invoca. Meléndez agrupa, enumera, enfila conceptos y al mismo tiempo guía al lector por su complejo mundo de reverberaciones lingüísticas. Para Joserramón Meléndez el tiempo es espacio, es existencia, el tiempo existencial es un antitiempo, es un antiespacio, es una existencia espacial (34-5). Su poesía crea círculos, espirales, asíntotas, eternidades trasmutadas, escrituras abiertas y cerradas, conceptos que al convertirse en conjunto expelen una idea de constitución hipotáctica, porque corporaliza su visión de mundo en la palabra y la convierte en un símil de la forma, en un diseño visual y material vivo y conceptual.

En sus poemas leemos las líneas y entrelíneas. Cada verso es un dibujo de la forma en el que las relaciones semánticas constituyen el fondo de un discurso estético y político. Incluso cada letra y fonema comparten la misma intención. (No olvidemos su escritura fonética a modo juanrramoniano). Veamos:

(La carrera del lápis comiensa contra el mundo.

Arriba las estreyas palidesen de lejos.

No se nos cansa el asno de estar boqiperplejo.

Se empoya el sol. Mañana correrá nuebo el mundo… (42).

Aquí el lápiz, dibuja y crea el mundo, pero está contra el mundo en la carrera de la vida, antagonizando el flujo normal del tiempo, de las intenciones de los otros, de una realidad en la que se vive pero se transforma. El asno es el objeto de la inteligencia en oposición. Lo contrario subvierte y crea un opuesto que interpele y cuestiona. Al mismo tiempo, la metáfora de la luz, el conocimiento que empollado, calentado con el cuerpo animal hace nacer el mundo. Entonces visualizamos el huevo de luz evocado del inconsciente como un mito cosmogónico detrás, del conjuro mental del poeta.

“Perder es la palabra más cruel de los caminos” (43), dice el poeta. Pero en este libro el poeta, gana; porque todo lo que se escapa, se derrama en los posibles cierres conceptuales del Gestalt que abren las posibilidades de la visión metafórica. El poeta compone, crea. En La casa de la forma el poema y el poeta construyen y el lector completa los vacíos de las metáforas que habitan las sugerencias de esos determinados huecos, como si de una poesía cuántica se tratara.

El campo perceptual queda definido por sus atenuadas evocaciones, sus atinadas alusiones, sus influencias confesas, sus gritos pendientes, ese cinismo lúdico y voraz con el que expresa sus deseos, o su dolor locuaz. Su palabra juega con la conjunción y la queja, en ese soliloquio…

Solilocuás, monoparlante, sólido,

monocotiledón, ni dialogante

ni duplo ni borás ni altoparlante:

qe la soledá estaye como un bólido.

(Meléndez, 57)

La casa de la forma está compuesta y contenida por una escritura “cheforme”. Porque construye unas imágenes muy propias, llenas de una identidad particular, transformada ya en otra escritura. Su musicalidad puede estar parafraseada, intertextualizada, rehusada y recobrada. Tanto el tono, el juego verbal como su ritmo, pueden estar precedidos por la influencia de otros. Esta escritura es parte de una corporalización poética, un circuito integrado que refleja una naturaleza distinta para poetizar el mundo. Este lenguaje “cheforme”, forma parte del proceso perceptual y psicológico de la forma, puede adherirse al proceso metacognitivo y lingüístico de su construcción poética. No hay desequilibrio cognitivo, sino el resurgir de un sistema de composición lingüística que crea un sistema mental basado en un nuevo equilibrio conceptual que a la misma vez se fija en la experiencia. Todo esto se traspasa al lector. Porque la experiencia de la creación, se expone y se refleja, se retuerce y se multiplica en su propia función. Así es que el lector contribuye a la creación de esa totalidad como recipiente objetal. Arne Naess señala en su ensayo “Ecosophy and Gestalt Ontology” que:

The spontaneous experience constitutes a unity which can, more or less imperfectly, be described and expressed by referring to a comprehensive class of things (entia) (135).

Meléndez crea este efecto de experiencia espontánea en el que cada parte es una abstracción del todo. Para Naess en la experiencia espontánea existe una interrelación entre el contenido y la estructura. Señala:

Introducing a distinction; concrete content/abstract structure: the spontaneous experiences are the concrete contents and the abstract structures their interrelations (135).

Menciono esto porque el poeta está construyendo de manera totalizante un mundo nuevo a partir de su palabra. El poeta trabaja con la estructura y con el fondo en recreaciones abstractas que llegan más lejos que la palabra misma. Recrea la metáfora desde su concepción lingüística, desde sus jerarquías mentales, y su conceptualización de la realidad artística. Ya lo expresó Juan Duchesne Winter cuando dijo que “Meléndez es un autor que trabaja estas complicaciones y paradojas de la gramática de la creación” (47). Y como afirma Dubreuil, la poesía es un constructo lingüístico que opera en algo más que lenguaje(s) (72).

Esta pieza, La casa de la forma, constituye, entonces, un objeto percibido y valorado por el lector, revivido por el lector y habitado en concupiscencia con el autor y con todas sus referencias literarias. Se convierte en una obra de arte para contemplarla e identificarse, para visitarla y habitarla. Todas las funciones entran en juego de similitudes y se basan en planos de simetría intertextual. Para Dubreuil “The literary performance of the form is informed by its mental transform” (69). Meléndez nos expone con su obra a una poética del pensamiento.

El modelo Gestalt nos permite observar La casa de la forma desde un ángulo cognitivo y creativo en donde el autor recrea una retórica interactiva en la que se aprecian ritmos intertextuales, configuraciones, ideogramas, donde el poeta proyecta su campo perceptual y aparece en medio de un Yo intervenido por su ambiente lingüístico, cultural e histórico. Lo observamos en sus poemas “Aireagua”, en “Los sistemas”, “Sonsoneto”, o en sus elementos y formas materiales, su Ars operandi, o su misma estructura y manera de componer el libro. Hasta el propio índice es una guía del autor directamente implicado en el proceso de composición. El libro es un complejo universo de contenido existencial, histórico, y literario. Con su obra, Meléndez presenta una poética de la forma para representar, a partir de su signo y de sus símbolos, el paradigma de su identidad, la casa como su templo mismo, como nación, como estructura de poder en la que el andamiaje completo de su poesía se aplica a la praxis del pensamiento. La casa de la forma es un libro que merece estudios más profundos y formales, su complejidad debe ser estudiada y observada. Amerita mucho análisis riguroso y comparativo. Como las grandes obras, tendrá entretenidos a los críticos en los siglos por venir.

Joserramón Meléndez crea un arca intertextual, que a partir del verbo y del soneto, la parodia y el amor, navegan la totalidad constituyente de una existencia poética, pensada y formal. La casa de la forma renace y transmuta en sí misma, hereda tiempos. Hacia esa Casa migran las almas de todos los poetas, de toda Latinoamérica, del mundo y del mismo poeta que construye y se reconstruye desde adentro. En fin, La casa de la forma es la forma del reto intelectual, del destino colectivo que adviene, la construcción mental de un mundo poético complejo y divergente que se proyecta, un mundo recreado, descompuesto y compuesto por la metáfora y en la metáfora.

Obras citadas

Dubreuil, L. (2015). “On Poetry and Mind”. Diacritics 43.1, 64-80.

Duchesne Winter, J. (2011). “Noticias de un país que desaparece: ‘Raros’ puertorriqueños de hoy”. América Latina Hoy 58, 31-50.

Meléndez, Joserramón (1986). La casa de la forma. Libro de autor.

Naess, A. (1989). “Ecosophy and Gestalt Ontology”. Journal of Ecosophy 6.4 134-137.

Tsur, R. (1992). Toward a Theory of Cognitive Poetics. Sussex Academic Press.

Tsur, R., Glicksohn, J., & Goodblatt, C. (1991). “Gestalt qualities in poetry and the reader’s absorption style”. Journal of Pragmatics, 16 (5), 487-500.

Obras consultadas

Brône, G., and Vandaele J.. (2009). “Cognitive Poetics: Goals, Gains, and Gaps”. Applications of Cognitive Linguistics, New York.

Gavins, J., and Steen G. (2003). Cognitive Poetics in Practice. London and New York: Routledge.

Imágenes

Págs. 159, 161 y 162, portada, portadilla e interiores del libro La casa de la forma, de Joserramón Meléndez, suministradas por la autora de este trabajo.

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