BOGOTA REGION - TEORIAS DE PLANEAMIENTO VS PRACTICAS URBANAS

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BOGOTÁ

REGION

Teorías de planeamiento vs. Prácticas urbanas

Arq. Ana Maria Alvarez Gómez PRÁCTICAS URBANAS EN BOGOTÁ avo 40 Congreso ISoCaRP 2004 Ginebra - Suiza

Colombia se esfuerza por ponerse al día en cuanto a prácticas urbanísticas se refiere; en los últimos siete años profesionales y políticos le han dado inicio a un cambio en la manera de enfrentar el desarrollo de las ciudades, intentando encontrar un modelo y una guía para el propio proceso. Ha sido un largo recorrido y todavía hay mucho por explorar, por lo que éste es el momento para nuevas ideas que descubran los métodos y conceptos para el presente y el futuro. Para entender los retos a los que urbanistas y políticos colombianos han hecho frente en la búsqueda de una solución a los problemas urbanos, sobretodo la desigualdad social, es necesario darle una mirada al desarrollo de Bogotá en los últimos años del siglo XX. Para llevar a cabo esta idea, este trabajo se estructura en dos partes; en la primera se explica el crecimiento de Bogotá hasta su forma actual, analizando los cambios económicos y sociales que condujeron la transformación urbana de la ciudad. La segunda parte se trata del plan para el desarrollo de Bogotá del año 2003; aquí se analiza el plan desde su estructura socioeconómica y espacial para comprender el modelo regional propuesto y así remarcar las contradicciones encontradas entre lo planeado y la realidad urbana descrita en el primer apartado.

Bogotá es la capital administrativa y económica de Colombia, situada casi en el centro geográfico del país sobre una planicie en medio de los Andes, con una población que alcanza los 8 millones de habitantes y una extensión que se igualaría al territorio de Israel. Bogotá es una ciudad grande, densa, nueva y poco planificada; es una ciudad de múltiples caras, donde lo formal y lo informal se mezclan, una ciudad moderna, pobre, compleja, difícil de entender y de administrar.

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A partir de los años 1960’s, la concentración de población en Bogotá empieza a ser mayor que en otras capitales del país; este fenómeno, que conduce a la primacía de Bogotá sobre otras ciudades importantes como Medellín, Cali y Barranquilla, se hace más evidente en los últimos años. Los factores que llevan a que en Bogotá se produzca esta mayor congregación de habitantes son principalmente económicos y sociales, como una mayor participación en el comercio exterior colombiano, un fortalecimiento del gobierno central que se localiza aquí, la ampliación del mercado local y una lenta pero constante mejoría en los servicios públicos. El hecho de la primacía de Bogotá – tanto como manera de afirmación de su función de capital, como su creciente papel en la industria nacional y de servicios –, se encuentra profundamente estudiado por Vicent Gouëset. En su libro, Gouëset expone que los procesos de industrialización y terciarización en Colombia se han producido casi al mismo tiempo, coincidiendo con la urbanización acelerada y la concentración urbana en Bogotá.

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Partiendo de la supremacía bogotana sobre el resto del territorio nacional, se explican los fenómenos de su crecimiento acelerado, formal e informal, legal e ilegal, planificado y espontáneo.

La ocupación territorial: En los primeros 30 años del siglo XX, la población de Bogotá se triplicó mientras que la extensión urbanizada aumentó 8 veces. A partir de los años 40 del mismo siglo esta situación se ha invertido; la población se ha multiplicado por 20 mientras que el área urbanizada solamente ha aumentado 12 veces su tamaño. Desde finales de 1940, gentes buscando oportunidades de trabajo, educación y vivienda se lanzaron a la conquista de Bogotá. A mitad de los 50 del mismo siglo las migraciones por violencia e inseguridad en los campos y en las demás provincias aumentaron los pobladores de la ciudad. Bogotá no estaba preparada para semejante avalancha humana, ni ofrecía oportunidades para todos los que quisieron buscarlas. Esto generó los primeros cinturones de pobreza, asentamientos en zonas periféricas que desarrollaron estos nuevos bogotanos intentando tomar partido de lo que la ciudad les ofrecía pero que en realidad no alcanzaba para todos. Por esta misma época surgieron las primeras urbanizaciones piratas, creadas por aquellos que quisieron sacar provecho de los nuevo-venidos, vendiendo terrenos a precios que no podían competir con los valores reales del mercado, sin servicios de ningún tipo ni calles que los comunicaran con el resto del mundo. Así empezó la expansión de Bogotá por el territorio, un crecimiento que no ha encontrado límites físicos, un desarrollo que ha sido denominado de explosión urbana en el estudio hecho por el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes – CEDE. Este crecimiento ha sido en mancha de aceite, las actividades económicas y las zonas residenciales han ocupado territorio fuera de los límites administrativos de la ciudad, dejando grandes vacíos al interior de la ciudad construida. Con este desarrollo se han alcanzado poblaciones vecinas que ahora forman parte de la ciudad. La explosión urbana ha dado lugar a diferentes maneras de ocupación del territorio según el tipo de función que se localiza, formando áreas distintas en lo que hoy es la ciudad consolidada. Este crecimiento no ha sido continuo, las piezas creadas han tomado la identidad ya existente en la zona y no se relacionan directamente entre sí; existen algunos fragmentos donde solamente se localizaron actividades económicas y otros que son urbanizaciones residenciales. Hacia el sur de la ciudad se localizaron principalmente grandes áreas residenciales de ingresos bajos, al norte zonas residenciales y de ocio de mayores ingresos; al occidente se situaron actividades diversas, sobretodo industrias de bajo impacto y urbanizaciones de vivienda de clase media. Se destaca la importancia que ha tenido siempre el centro tradicional como lugar favorecido para la implantación de las actividades económicas y donde se concentran las oficinas públicas y privadas.

El planeamiento urbano: El crecimiento explosivo de Bogotá coincidió con los primeros planes urbanos; al mismo tiempo que urbanistas y gobierno intentaban ordenar la ciudad existente y plantear opciones de futuro, los inmigrantes empezaron a desarrollar grandes asentamientos espontáneos. También es cierto que los primeros planes propiciaron la fragmentación física de la ciudad, ya que se limitaron a diseñar pequeñas porciones urbanas que no se conectaban con lo existente, que no eran coherentes con el todo. Alberto Saldarriaga divide la historia del planeamiento bogotano

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en 4 estadios: ➊ planes de ensanche, entre 1923 y 1944, donde principalmente se prolonga la trama urbana existente, se delimitan paquetes de crecimientos con el diseño arquitectónico específico en el trazado y las actividades, y se plantean nuevos espacios libres. ➋ planes reguladores modernos, como el Plan Piloto presentado por Le Corbusier en 1951, que principalmente se basaron en la zonificación y regulación de la red viaria en la ciudad consolidada y en los nuevos crecimientos que se plantearon; la mayoría de estos planes fueron poco populares y nunca se adoptaron en su totalidad. planes de soporte a la acción financiera e inmobiliaria, en los últimos 30 años del siglo XX; estos planes favorecieron a particulares y al libre mercado para dirigir el desarrollo de la ciudad. Se trataba básicamente de ordenanzas edificatorias, de estudios arquitectónicos sin un concepto general de ciudad. ➍ la ley de ordenamiento territorial de 1997 que propone una nueva planeación para todo el país y punto de partida para la nueva teoría urbanística desarrollada en Bogotá. En cada plan urbano para Bogotá se ha ensayado algo distinto; esta inestabilidad y la poca vigencia, han convertido los planes en instrumentos débiles. Como lo explica Saldarriaga, los cortos períodos de gobierno de los alcaldes y el deseo de cada uno de imponer sus propuestas anulando las anteriores, han hecho que la credibilidad ciudadana en estas herramientas sea cada vez menor.

Las transformaciones internas: Desde 1985, el conflicto armado que sufre el país ha desplazado la población de otras ciudades colombianas hacia la capital del país, aumentando el número de habitantes que sobrevive a la fuerza. La estructura interna de la ciudad se ha transformado debido a que la expansión urbana se ha detenido y ha dado paso a la ocupación de los vacíos dejados por la explosión precedente; este fenómeno se debe a diversas causas, entre ellas el gran tamaño alcanzado por la ciudad, la ausencia de una red viaria adecuada y un sistema de transporte colectivo eficiente, el aumento en los precios del suelo, y las normas edificatorias que favorecen la densificación. Este proceso, todavía en curso, se ha llamado de implosión urbana por el CEDE. El aumento de la población se concentra principalmente en la periferia de la ciudad y al mismo tiempo se evidencia un proceso de densificación, particularmente del tejido residencial, en zonas centrales de la ciudad. La transformación interna de Bogotá ha significado también un cambio en la centralidad constante del centro tradicional como área de localización de las fuentes de empleo y de las principales actividades económicas realizadas en la ciudad; actualmente se trata de un centro expandido que ha tomado las vías principales como ejes de localización de oficinas públicas y privadas, actividades culturales y comercios, uniendo el centro tradicional con los núcleos de las que antes eran poblaciones aledañas a la ciudad y ahora forman parte de su estructura. Paralelamente, se ha cambiado la vivienda unifamiliar en baja densidad por la multifamiliar en media densidad; esta transición se ha producido remplazando edificaciones de 1 y 2 plantas por edificios en altura, y por el cambio del uso de vivienda a comercio y oficinas. La sustitución de estructuras y usos no ha producido la ampliación de las infraestructuras viarias y de servicios, provocando una clara y considerable deficiencia en la calidad del espacio construido; las nuevas dotaciones y ampliaciones de redes no fueron determinadas por las ordenanzas edificatorias que favorecían la densificación, llevando a la desvalorización de sectores de la ciudad y a la congestión exagerada de la mayoría de los fragmentos que la forman.

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La urbanización informal: Existen en Bogotá dos modos diferentes de hacer ciudad, una manera espontánea y otra planificada que se diferencian formal y funcionalmente; una ciudad se ajusta a los ámbitos económicos, sociales y normativos representativos del país, mientras la otra no. El producto de la planeación se conoce como la ciudad formal; lo que no se ciñe a estos parámetros es la ciudad popular, espontánea, la ciudad informal. Casi el 50% del tejido urbano de Bogotá es de desarrollo informal. Los asentamientos clandestinos se caracterizan por la ocupación ilegal de terrenos y la duración indefinida de la construcción de las viviendas, diferenciándose fuertemente con las formas de hacer ciudad “formal”; también se encuentran los urbanizadores piratas, que venden terrenos a precios bajos en zonas donde las infraestructuras aun no han llegado. El crecimiento de estos barrios tiene relación directa con el aumento rápido de población, sobre todo de inmigrantes campesinos. El aumento en las zonas residenciales se debe también a la valoración popular de la vivienda propia, siendo más importante asegurar el futuro de la familia con un techo cualquiera, en un suelo invadido o adquirido ilegalmente, antes que la comodidad que pueda ofrecer la casa o los servicios que ofrezca el barrio. Esta comodidad se adquiere después de muchos años, incluso generaciones, de esfuerzo y de inversiones por parte de los nuevos habitantes de la ciudad. Los barrios ilegales carecen de calidades mínimas de vida, con viviendas precarias y ningún tipo de servicio (básicos, equipamientos o vías). Constituyen la forma más dinámica de expansión de la ciudad, aunque algunas zonas se transforman rápidamente y se convierten en barrios consolidados. Además estos desarrollos ocupan las áreas de riesgo (inundación o deslizamiento de tierras) y cada vez se alejan más de las zonas centrales donde se localizan el trabajo y las actividades comerciales principales. La política del gobierno se ha preocupado por convertir estos barrios informales en áreas formales de la ciudad mediante la legalización del suelo, antes que mejorar las relaciones internas de las zonas y completar las redes de servicios necesarias para poder vivir cómodamente.

Estructura y forma actuales: El territorio no se ha urbanizado a medida que se ha ocupado, la ciudad ha crecido y se ha esparcido por el medio conformando una geografía urbana de discontinuidades, donde se confunden grandes espacios construidos y grandes espacios vacíos, zonas saturadas por actividades y edificaciones, y otras obsoletas o abandonadas. Esta ocupación del suelo ha producido una forma urbana fragmentada, una ciudad de heterogeneidad morfológica entre piezas urbanas, una ciudad que desborda los límites municipales, una ciudad densa y compacta.

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Esta forma urbana es también fruto de la dualidad de Bogotá: una ciudad formal y una ciudad informal; una parte moderna capaz de competir con las grandes metrópolis del mundo, y una parte informal que no comparte la organización del espacio ni el mercado laboral. A lo largo y ancho de esta capital existen combinaciones y gradaciones de estas ciudades, de estos dos extremos, configurando el paisaje dividido que urbanistas, políticos y ciudadanos perciben según sus propias contextos, experiencias y realidades. Los cambios en las formas edificatorias y en los usos urbanos sin una mejoría en las infraestructuras viales y de servicios (básicos y equipamientos), han desarrollado una ciudad desequilibrada, con un tejido residencial potente pero sin actividades complementarias, con zonas donde la oferta laboral es escasa y con otras donde es excesiva. La falta de relación entre las piezas urbanas, entre los usos existentes en la ciudad, hacen que la movilidad interna sobrepase los límites de su oferta, las vías y el transporte público no suplen las necesidades de los pobladores. Un habitante de la zona sur de Bogotá que deba desplazarse a su trabajo en el norte, tarda entre una hora y media y dos horas en llegar de un extremo al otro, tanto por la extensión de la ciudad como por las redes de conexión. La ciudad construida se ha reformado una y otra vez para resolver realidades imprevistas. Hasta los últimos años del siglo XX, la planificación urbana se ha ocupado de “incorporar al progreso grupos al margen de las normativas del estado” (Tovar, 2000, 30); esto es, que al compás de las migraciones y las ocupaciones ilegales del territorio, el gobierno ha integrado estas nuevas zonas de población informal a la ciudad formal mediante la prolongación de las vías y la construcción de servicios públicos. Mientras tanto, la ciudad formal se ha conformado con las normativas edificatorias, creciendo gracias a la libertad inmobiliaria que permite el desarrollo de construcciones “propiedad por propiedad”, sin una idea general de conjunto, sin unas directrices claras de crecimiento, sin una complementación entre las partes. Lo verdaderamente importante en este tipo de desarrollo era el enriquecimiento de constructores y dueños de tierras con la excusa de la necesidad de vivienda que urgía a los millones de habitantes de Bogotá. Esta resultante geografía urbana tiene unos nuevos centros que se han desarrollado por las causas antes explicadas: explosión, implosión e informalidad urbanas. Diversas actividades comerciales, institucionales y terciarias se han localizado en nuevos lugares, como en los antiguos centros de las poblaciones limítrofes (que ahora hacen parte de una sola ciudad) o en otros que no tenían esta cualidad pero que han surgido por la acumulación de factores (ubicación de universidades, nuevas industrias...). El centro tradicional se ha especializado en actividades educativas y de comercio popular, acabando con la multifuncionalidad que solía existir; las nuevas centralidades se localizan al norte y occidente de la ciudad. Estas centralidades subrayan la fragmentación de Bogotá, aunque las relaciones de trabajo y vivienda sigan sobrepasando estos límites poco claros.

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Los desafíos actuales: El crecimiento de Bogotá y su configuración urbana actual como una ciudad múltiple, diversa y heterogénea, exige que las políticas y prácticas urbanísticas respondan a esta realidad. La planeación actual de la ciudad se ha enfrentado a retos existentes desde siempre en Bogotá. Entre las preocupaciones, además de las relatadas anteriormente como la situación y estructura urbana de la ciudad, se encuentran: La protección del medio físico; la ordenación en la ocupación del suelo; la estructuración de un sistema de transporte colectivo; el desarrollo de un sistema de equipamientos; completar los servicios públicos básicos; la consolidación de las nuevas centralidades y creación de nuevas; soluciones de vivienda de interés social. En el año 2000 se aprobó el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá y en el año 2003 se modificó el planteamiento central, el modelo de ciudad, con el fin de ajustarlo a la realidad de la ciudad. El POT busca acabar con la “tramitología” del sector público mediante un plan y una normativa claros; busca la ejecución de los planes más allá de los períodos de gobierno (3 años sin reelección); busca aclarar el significado de la planificación urbanística en el país; busca un modelo de ciudad: la Bogotá región. Esta estructura de “región” no obedece a la planificación previa ni a concertaciones entre municipios, es el resultado espontáneo del crecimiento y desarrollo urbano que ha tenido Bogotá; los núcleos urbanos que forman la ciudad se sitúan físicamente continuos y las relaciones de movilidad por estudio y trabajo son muy intensas. Se asume la región como un todo, con un suelo urbano consolidado y otro suelo en expansión, que se relaciona con la provincia, el país y el mundo, y se marcan las pautas y estrategias que fortalecerán estas conexiones. Durante muchos años el planeamiento de Bogotá se dedicó a la organización de las edificaciones existentes y futuras, dejando a un lado la adopción de un modelo de ciudad que integrara una forma de crecimiento y de consolidación, tanto de la forma física como económica y social. Con el POT se pretende llenar este vacío estableciendo una manera de hacer ciudad, determinando un sistema regional – una red de ciudades – a partir de las relaciones ya existentes. Con base en la estructura urbana actual de la ciudad, mediante el Plan se pretende: !

Planear el ordenamiento territorial de la región en un horizonte de largo plazo: teniendo en cuenta que se debe garantizar el desarrollo sostenible (ambiental, social y económicamente) según las leyes que definen las políticas territoriales en Colombia, es necesario por un lado determinar las operaciones a realizar en los próximos 9 años y por

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otro marcar las prioridades para cada Administración (los períodos de los alcaldes son de 3 años) en la ejecución de los proyectos estipulados en el Plan. Ordenar el territorio con base en un modelo abierto: reconocer el territorio como una red de ciudades que se articulan física y virtualmente entre ellas y con el medio nacional e internacional. Este modelo subraya la condición de planeación a largo plazo enunciada anteriormente. Controlar los procesos de expansión urbana: este control se hace con el fin de contener los procesos de conurbación. Mediante el Plan se propone usar el suelo eficientemente tanto en las zonas de crecimiento como en las zonas consolidadas de la ciudad, para atenuar las presiones urbanísticas en suelo rural y en la estructura ecológica que soporta Bogotá. Desarrollar un modelo de ciudad-región diversificado, con un centro especializado en servicios: es primordial garantizar una ciudad abierta y competitiva consolidando la oferta de bienes y servicios propios, aprovechando las ventajas de la aglomeración existente tanto en las condiciones económicas de todas las partes que conforman la región como en la localización estratégica de Bogotá en el contexto nacional y latinoamericano. Reconocer la interdependencia de las actividades urbanas y rurales en la región: con este objetivo se pretende promover actuaciones que integren el entorno natural con los asentamientos humanos, la estructura viaria y los servicios complementarios. Desarrollo de instrumentos de gestión: para fortalecer las instituciones y la descentralización en las competencias del gobierno. Promover el equilibrio y la igualdad social: adopta políticas que disminuyan la pobreza, la segregación espacial y la desigualdad de la población; fomenta la cohesión social, la inversión pública, el desarrollo de proyectos de vivienda social, la dotación de equipamientos... el mejoramiento general en las oportunidades para todos los habitantes de la región.

Para llevar a cabo los objetivos planteados, el POT define las zonas de expansión con la asignación de usos del suelo según las demandas de equipamiento y vivienda existentes y determinadas por los estudios previos al plan, la protección y recuperación ambiental de los cerros y ríos que integran la ciudad, y la consolidación de las zonas urbanas existentes en la región. El plan define la consolidación de las 3 estructuras que conforman la región como estrategia para desarrollar las políticas determinadas anteriormente. Las estructuras son: la ecológica (elementos naturales), la socio-económica y espacial (desarrollo físico de las actividades económicas y de servicios), y la funcional de servicios (viario, equipamientos, espacios públicos, servicios públicos). La estructura que nos ocupa en este caso es la socio-económica y espacial ya que trata de la organización del espacio urbano y su administración.

El espacio regional: Para determinar la ordenación física de la región, se adopta un modelo que articula física y virtualmente cada parte de la red, consolidando fortalezas y mejorando deficiencias. Existe una lógica que determina las funciones y sus localizaciones en la ciudad marcando zonas donde se producen nodos de actividad que dominan la ubicación de la población en la región. El plan ha hecho un estudio para identificar estos nodos, su distribución en el espacio, el papel que desempeñan en el sistema regional y su clasificación por nivel de centralidad. El nivel de centralidad se mide por: la dinámica del empleo, los precios del suelo, la concentración de activos, el destino de los desplazamientos de los ciudadanos, y la localización de los

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equipamientos colectivos. De esta manera, se señalan 19 centralidades con características diversas que son la base para la estructuración de los fragmentos que conforman la región y así establecer las necesidades de servicios, empleo y promover la cohesión social. Los proyectos que formula el plan se basan en la igualdad entre las centralidades que forman la ciudad, buscando alternativas que fortalezcan la ausencia de concentración económica y de servicios en aquellas áreas centrales donde haga falta según las características descritas anteriormente. Las zonas sin puntos nodales son 3, se localizan al sur – donde el desarrollo se ha dado básicamente por urbanización informal – y al occidente de la ciudad – crecimiento por explosión urbana – que ahora hacen parte de la Bogotá-región. Por cada centralidad se determinan directrices para su desarrollo buscando la consolidación de la zona y su función estratégica dentro del marco de la región, siempre desde el punto de vista de la función de integración tanto regional como nacional e internacional. En cada área se trazan operaciones que incluyen el sistema de movilidad, de equipamientos urbanos, de espacios públicos y de servicios básicos públicos; se contempla el mantenimiento, la renovación o construcción de los elementos que conforman estos sistemas. Además se indican las zonas de nueva expansión y de renovación de vivienda y comercio, para consolidar las centralidades propuestas. Es importante indicar que la idea de una ciudad múltiple es parte conceptual del plan para Bogotá. La diferencia y diversidad como componentes de la sociedad y del espacio urbanos son factores claves para el desarrollo planificado de la ciudad. Esta diversidad es producto del crecimiento acelerado que a su vez es producto de las fuertes inmigraciones. El modelo en el cual se justifica el POT, busca retornar a un orden homogéneo reduciendo esta diversidad – una cualidad fundamental de la Bogotá-región.

Teorías de planeamiento: Se debe insistir en que tenemos voluntad por aprender, que tenemos poca experiencia en poner el planeamiento urbanístico a producir lo que queremos para la ciudad, pero que estamos acercándonos al desafío: el buen desarrollo de nuestra ciudad. Desde el inicio del siglo XX, urbanistas en Bogotá han intentado encontrar un modelo en el que servicios e infraestructuras sean iguales y accesibles a todos en todos los rincones de la ciudad; el nuevo POT busca una igualdad social urbana en este sentido, pero todavía se trata de un concepto ya que en la práctica es muy diferente. Igualdad es el reconocimiento por “igual” de los derechos de los ciudadanos, quienes al mismo tiempo tienen diferentes necesidades, intereses y valores. Tratar a todos del mismo modo mantiene las desigualdades existentes. El POT considera replantear el desarrollo de la ciudad como un sistema complejo regional en red con el país y el mundo. Por otro lado, este sistema regional permitirá crear nuevas centralidades mediante la desconcentración de las oportunidades económicas y el mejoramiento de vida de los habitantes. Es así como se pretende conseguir una ciudad homogénea, donde cada pieza urbana tenga la misma importancia que la otra, no como parte de un todo. La idea del POT de Bogotá de crear las mismas oportunidades para todos los habitantes es un objetivo primordial del planeamiento urbanístico y de los programas políticos en cualquier ciudad del mundo. El problema surge al buscar la homogenización de los fragmentos de la

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ciudad en lugar de mejorar las relaciones entre ellos – entre las piezas urbanas – con el objetivo de una igualdad espacial: igualdad de oportunidades pero no igualdad formal, no la creación de nuevas centralidades idénticas, sino un equilibrio espacial. El nuevo plan pretende constituir ejes de centralidad según la necesidad de cada zona remediando el déficit o la baja presencia de áreas de actividad económica y de servicios. Este planteamiento rompería la estructura heterogénea ya existente en lugar de mejorar la situación actual. Una propuesta coherente sería conectar y relacionar física, formal y virtualmente estas piezas urbanas, consolidando la estructura mediante vínculos fortalecedores de actividad, mediante las infraestructuras, mediante las mismas relaciones sociales. La uniformidad formal y funcional propuesta romperá – como se ha dicho anteriormente – la estructura de Bogotá dejando islas urbanas sin ninguna conexión entre sí como piezas independientes que competirán entre ellas mismas. Esta independencia no es sostenible porque existirán porciones incomunicadas en la ciudad y el concepto inicial se truncará: la consolidación de un sistema. La visión de Bogotá como un sistema regional debe implementarse hacia el interior de las partes, articulando la región hacia fuera y hacia dentro, estructurando las unidades que conforman la red tanto a escala urbana como regional, nacional y mundial. Es importante relacionar la ciudad con el mundo, sin olvidar las piezas que constituyen su situación real y actual, su diversidad cultural, funcional y formal. Antes de empezar a reforzar las centralidades como las piezas organizadoras de la estructura para la Bogotá-región, la articulación de la estructura interna debe hacerse. Si las partes del sistema se fortalecen primero, el esqueleto de la ciudad se debilitará. De esta manera el carácter urbano actual de Bogotá – su constitución fragmentada/formal/informal – se cambiará; la forma física, funcional y cultural debe ser el punto de partida para el desarrollo de un modelo regional adecuado a la realidad y que al mismo tiempo pueda ser llevado a la práctica.

El estudio para las necesidades de cada centralidad no incluye la diversidad de la ciudad. Este estudio se centra en una parte de la sociedad, en las necesidades de una parte de la sociedad bogotana. Las políticas deben conciliar estructuras y prácticas, ir más allá del simple hecho de ayudar a los desaventajados.

Prácticas urbanas: Existe una tendencia a marginalizar los lados sociales y comunitarios en el proceso del planeamiento urbano, privilegiando las partes físicas y técnicas del mismo. En Colombia, las fronteras tradicionales entre disciplinas académicas no se han roto, como en otros países, y el

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urbanismo es un tema exclusivo de ingenieros, arquitectos y economistas; hay pocos sociólogos, filósofos y artistas interesados en la ciudad. Esta es la primera vez que políticos y profesionales unen esfuerzos para pensar la ciudad y su futuro, pero hay una peligrosa falta de canales de comunicación entre ciudadanos y urbanistas. El desarrollo del POT para Bogotá ha sido obstaculizado por la falta de conocimiento de los ciudadanos sobre el propio plan. El bajo nivel de participación de los ciudadanos en los estudios previos y en la composición final del plan, y la falta de una clara política institucional que difunda las leyes que lo regulan, explica el vacío conceptual en el modelo de ciudad. En otras palabras, los actores que deben ejecutar los programas diseñados por el POT no saben el verdadero significado del planeamiento urbano ni la manera de llevar a cabo los proyectos. La administración de la ciudad no está completa. La región urbana está limitada a un espacio continuo físicamente. El concepto de región no es suficiente para contener la realidad bogotana. Referentes bibliográficos: Centro de Estudios de Desarrollo Económico CEDE de la Universidad de los Andes (1998) Bogotá – Sabana ! un territorio posible. Bogota: Cámara de Comercio de Bogotá ! Gouëset, Vincent (1998) Bogotá: nacimiento de una metrópoli. Bogota: Tercer Mundo editores ! Qadeer, Mohammad (1997) “Pluralistic planning for multicultural cities: The Canadian practice”, Journal of the American Planning Association, No. 63 Saldarriaga Roa, Alberto (2000) Bogotá siglo XX urbanismo, arquitectura y vida urbana. Bogota: ! Departamento Administrativo de Planeación Distrital ! Thompson, Susan (2000) Diversity, Difference and the Multi-Layered City, in Freestone, Robert Urban Planning in a Changing World. London: E&F Spon Tovar Pinzón, Hermes (2000) De la esperanza a la incertidumbre en la historia de Colombia del siglo XX, in ! Gutiérrez, Jorge (ed.) Cien años de arquitectura en Colombia, XVII Bienal de Arquitectura 2000. Bogota: Sociedad Colombiana de Arquitectos

Fuentes: La mayoría de las fotos han sido tomadas por el arq. Carlos Alvarez Otras fotos: Bogotá, la ciudad (1997). Bogotá: ediciones Gamma Mapas para Desafíos actuales: Centro de Estudios de Desarrollo Económico CEDE de la Universidad de los Andes (1998) Bogotá – Sabana un territorio posible. Bogotá: Cámara de Comercio de Bogotá Mapas del POT: CD-Rom decreto 619 de 2000 del Departamento de Planeación Distrital

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