PlayCross 08

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Una creaciรณn de Martha Saffo

El regreso de Marcela a su pasiรณn de sentirse mujer

Nยบ 8

Marzo 2020


DINOSAURIA Fue un pequeño sacudón, pero lo suficientemente poderoso como para que la comunidad crossdresser de Buenos Aires se indignara. Una mujer bio, que hace unos años lucra con un espacio de transformación en el centro porteño, dejó ver su lado más homofóbico y discriminatorio luego de que se dieran a conocer unos chats de su autoría contra una de nuestras chicas. Esta le pedía amablemente dar de baja unas fotos con su imagen que esta señora utilizaba como promoción. Durante ese intercambio virtual, siempre con un tono agresivo, la mujer se autodenominó "dama real", ninguneando y desvalorizando la condición cross, además de aceptar el pedido a regañadientes. El desagradable episodio trajo como enseñanza lo peligroso que es incluir dentro de nuestro grupo a personas que retrasan décadas y nos devuelven a épocas de libertades cercenadas, en las que el crossdressing se vivía con vergüenza y deshonra. Hoy, más allá de los nuevos tiempos que corren, la gran mayoría de las chicas cross de la Argentina siguen siendo de closet, condicionadas por el miedo y limitaciones máximas para no ser pescadas in fraganti. Para cualquier novata que se inicia en esta actividad de sentirse mujer, encontrarse con este tipo de personajes no puede ser más que nocivo para su desarrollo y autopercepción. Escuchar diatribas de boca de una persona que supuestamente llegó para embellecernos es toda una contradicción, pero sobre todo un golpe a la autoestima para las más vulnerables, aquellas que están viviendo sus primeras experiencias. Sigamos avanzando hacia el disfrute público de asumir el rol de una chica, impidiendo que alguna dinosauria aplaste todo a su paso y espante a la comunidad.

El staff Dirección, edición y diseño: Valeria Campbell. Colaboraron en este número: Vanina Lo, Gabriela Ivy, Alexia Montes, Paula Fetisch, Gabriela Binder, Mistress Roxy y Paula Villanueva. Arte de tapa: Ale Fernández // PLAYCROSS MARZO DE 2020 HTTPS://ISSUU.COM/VALERIACAMPBELL2


S Crossdressing U R I V A N O en tiempos de COR

por Valeria Campbell El coronavirus dio vuelta nuestras vidas por completo. El drama y la desesperación por los muertos e infectados dejaron al mundo mucho más vulnerable de lo que se suponía, paradójicamente en la era de la globalización e hiperconectividad. Cualquier actividad se ve alterada y se refleja hasta en el crossdressing, que apenas representa un estilo de vida en medio de la consternación mundial. ¿Qué cambió ya para nosotras? El mes de marzo fijó nuevas reglas de circulación en nuestro país, y una de ellas es el cierre de boliches, teatros y cines. Muchas de las chicas despuntan su gusto de ser mujeres a partir de este tipo de salidas, fundamentalmente a locales bailables, pubs, swingers, ferias y otros eventos. A ellas, la exposición pública y la interacción ciudadana les trae la oxigenación femenina necesaria cada fin de semana o en algún día específico para seguir adelante. En sus casos, no salir implica casi la desaparición de su “rol”, ya que la principal motivación es taconear por la calle y eludir quedarse adentro. “Salgo y luego existo”, si jugamos con la frase filosófica de René Descartes. Frente a este escenario, con tantas recomendaciones de mantener "distancia social", las posibilidades hacia el exterior se reducen al mínimo. O en el mejor de los casos, alienta para organizar alguna reunión más pequeña, aunque siempre es más difícil de combinar. Atinadamente, también la Noche Cross suspendió su reunión de marzo, pero sin ella disminuyó la oferta de salidas.

Quizás, para las que suelen optar por encuentros sexuales en sus casas no hay mayores modificaciones, aunque… pequeño detalle: ¿conviene revolcarse en las sábanas con gente muchas veces desconocida? Lógicamente, queda a criterio de cada una el asumir ese tipo de riesgos. Quienes están de parabienes son las clásicas de closet –la gran mayoría- aquellas que siempre encuentran algún justificativo para no dar su primer paso puertas afuera. De esta forma, el coronavirus es la excusa ideal para perpetuar su aislamiento hasta quién sabe cuándo en sus vidas. Pero como en todo, también hay un lado positivo de este confinamiento obligado. Por lo pronto, es la chance ideal para hacer lo que postergamos durante mucho tiempo en relación con el crossdressing. Una de esas cosas es dedicarles algunas noches a nuevos tipos de maquillaje, ya sea a partir de tutoriales de youtube o por lo aprendido de maquilladoras profesionales. Sobrará el tiempo para sentarse frente al espejo y hacer pruebas con el delineador, las bases, las sombras y las pestañas postizas. También es la oportunidad para ordenar un closet atestado de ropa o muy desordenado, seleccionando las prendas. Y por qué no, probándose varias de ellas, con la idea de prolongar su vida útil o decidir venderlas si es que ya no nos gustan o nos calzan diferente. Si es por administrar el tiempo de otra manera, ¿Por qué no salir de compras (todavía se puede en algunos lugares) y testear en nuestras casas tanto los vestidos y pantalones como los nuevos calzados? Es, quizás, la ocasión justa para “frenar en boxes” y reacomodarnos en todo aspecto. Si Dios quiere, el coronavirus nos dará tregua algún día y podremos lucir como reinas en plena calle… con una versión mejorada.


La Cross de Hierro Por Paula Fetisch Ulrich von Liechtenstein (1200 -1278) fue un caballero alemán de justas y duelos a caballo con lanza. En su autobigrafía, Frauendienst (Servicio a la Dama) menciona que llegaba a la justa vestido como la diosa Venus. Aunque a veces se vestía como los personajes de la Mesa Redonda. Un loco lindo. Un caso tragicómico fue el del general Dietrich Graf von Hülsen-Haeseler: en 1908, durante una velada y en presencia del Kaiser Wilhelm II llegó ataviado como una bailarina de ballet. Realizó un show que fue festejado por los asistentes y al saludar al público al finalizar el acto falleció de un ataque al corazón. Bajo la República Weimar (1919-1933) pulularon los bares de travestis, como El Dorado, en Lutherstrasse 29; Mikado Bar, en Puttkamerstrasse 15; MonocleBar, en Budapester Strasse 14 y Silhouette, en Geisbergstrasse 24. ¿Y bajo el Tercer Reich? En 1933 se estrenó el film Víktor und Viktoria, en la que una mujer interpreta a un hombre que se viste de mujer. Si bien la cinta trata sobre una mujer que se viste de varón alude indirectamente al uso de ropa femenina en el varón. La película fue un éxito y tuvo críticas favorables incluso de la prensa nazi. Detalle a tener en cuenta: en la Alemania de Hitler no se estrenaba una película si no era revisada antes por las autoridades. En 1942 se filma Die Grosse Liebe (El gran amor), protagonizada por Zarah Leander. Ella era muy alta y tenía que

hacer una escena donde cantaba junto a un coro de chicas vestidas de ángeles. El problema es que no encontraban muchachas tan altas y se recurrió a soldados, quienes sirvieron como coristas. Lo llamativo es que no eran soldados cualquiera: eran miembros de la Leibstandarte, una unidad de la SS muy adoctrinada políticamente. O sea que estos soldados vestidos de mujer eran nazis convencidos. Parece que no era raro ni provocaba sanciones disciplinarias que un soldado se travistiera con un sentido festivo. En 2018 se publicó el libro “Soldier Studies: Cross-Dressing in the Wehrmacht”, de Martin Damman, con abundancia de fotografías de soldados de Hitler vestidos de mujer. Con frecuencia los soldados están con sus novias, ellos con ropa de mujer y ellas con los uniformes de sus novios. En “Salon Kitty” (1976) un ficticio general está con una prostituta y al bajarse los pantalones lleva lencería y pide que lo llamen “Greta”. En la película “The Man Who Lived at the Ritz” (1988) se muestra a Hermann Göring con un deshabillé. El jerarca nazi se excusa diciendo que le resulta muy cómodo. Si alguna de las chicas de la Banda del Golden Cross puede viajar en el tiempo y apersonarse en El Dorado, Mikado Bar o Silhouette, hable con el encargado para hacer una Noche Cross en los años veinte del siglo XX...


Arte Sissy

Femdom Artists es una página encantadora que consta de una fascinante colección de cartoons, dibujos y arte que recrea la dominación femenina en todas sus aristas: el fetichismo, la flagelación, la adoración y por supuesto, la sissificación. En su blog, Mistress Roxy recopiló varias tapas de revistas de un artista anónimo con estética vintage y referidas a la sissificación y a la feminización forzada, al estilo de los antiguos cartoons norteamericanos.


UN RECORRIDO POR LA NOCHE LGTB PORTEÑA

a s o m a v e d n ¿A dó bailar? Por Vanina Lo @vani.lo.ok

En estos años se multiplicaron las opciones de fiestas LGTB de la noche de Buenos Aires. Más allá del momento particular que nos toca, vale la pena un repaso. Si les parece, les cuento mi experiencia en varias de ellas y después nos decidimos… Les empiezo contando sobre Whip, una de las fiestas pioneras y de más larga trayectoria del ambiente. Arrancó los viernes en el primer piso de Amerika, en donde se lo veía al querido Mati Madala en su rol de fotógrafx drag. Con un contenido musical netamente pop, fue de las primeras fiestas hosteadas por drags como Lady Nada, Rita La Salvaje y Shampein, todas fuegas indiscutidas que hicieron sus primeras armas en este evento. En 2017, Whip se trasladó a The Sub, un clásico que cobija a una gran cantidad de fiestas. En este período, junto con Trabestia organizaron un evento compartido, llegando a uno de los momentos de mayor éxito de la fiesta. A principios de 2019, el Instagram oficial publicó que Whip había llegado a su fin, pero el tiempo lo desmintió: aunque en forma más espaciada y con cambios en el día de realización para

moverse hacia los sábados, en el boliche Vox se reeditó la fiesta, siempre con la acostumbrada buena hospitalidad. Al igual que en otras fiestas LGTB, las cross somos muy bien recibidas; de hecho, por la cantidad de chicxs montadas que concurren hasta pasamos inadvertidas. Durante las típicas charlas de baño con otras chicas, también es muy común que surja algún acercamiento más íntimo, en el que una simple frase, “me encanta tu maquillaje”, puede terminar en una sesión de fugaces besos apasionados, lo que transforma el objetivo de ir a bailar en una noche de levante. Vanina con Luchi, siempre presente en la movida


Javi Santamaría, host de Trabestia

Trabestia es la fiesta drag por excelencia. Creada por Mati Madala y Javi Santamaría a mediados de 2016, siempre secundadas por mostras de primer nivel como Sosuna Amorosa, Asia Argenta, Lest Skeleton y Sonica Satana, todas se encargan de recibirte con el esmero de hacerte sentir parte importante del evento. Cada fiesta es un derroche de glam y creatividad que parte de la organización y se retroalimenta gracias a su fiel público, formado en su mayoría por drags -tanto hombres como mujeres-, trans, cross y lxs curiosxs que terminan deslumbrándose por el ambiente de libertad incondicional e inclusión propuesto por lxs creadorxs del evento. Sitges fue la casa inaugural de Trabestia, y en aquella primera etapa dominó el estilo musical pop. Luego de un paso fugaz por Palermo Club y Morocco, la fiesta se asentó hasta la actualidad en Beatflow, migrando a un estilo más tecno/electrónico. Al margen de estas mudanzas, Trabestia siempre mantuvo la mística de la cultura drag de vanguardia porteña y es un evento que no se puede dejar de conocer. Sobre todo debido a la cantidad de participantes montadxs que dicen presente, las cross pasamos más inadvertidas que en Whip. Las charlas y selfies en los baños y en lugares más tranquilos del boliche están a la orden del día, aunque Trabestia no es un lugar decididamente de levante, sino más

bien para relacionarse en el cara a cara, mostrarse y conocer gente copada, lo que no quita que de esa interacción puedan surgir situaciones románticas. Warhol, una de mis fiestas favoritas, también tuvo su peregrinaje por diferentes espacios. Empezó en 2014 en La Capilla y luego pasó por The Sub y Meet, para desembarcar actualmente en Club 947, donde llegó a su máximo suceso. Es más:

Las chicas y el baño, punto de encuentro inevitable

muchas noches de 2019 tuve que cambiar de planes por no llegar temprano y con la capacidad del lugar colapsada. Siempre hosteadas por drags con toda la onda, imposible no mencionar a Matt Pellegrini, drag muy reconocida en el medio, que si


bien ya no forma parte del evento -generó su propia fiesta Glitter en Sitges y luego en Amerika- fue de gran importancia en el crecimiento de Warhol en los primeros años. Convoca en su mayoría a un público muy juvenil, una concurrencia de 18 a 22 años, pero este rango no quita que lxs que superamos esa edad por poco o mucho también seamos bien recibidxs. La música por excelencia es pop, pero durante la noche nos podemos encontrar con opciones muy variadas: chamamés, clásicos de bandas de rock históricas o temas de series exitosas del tipo Rebelde Way, Chiquititas o Casi Ángeles, muy coreadas por el juvenil público. Ese buen recibimiento del que somos objeto las cross, en fiestas como Warhol se eleva al tope de la escala. Es raro caminar unos metros sin que un chico gay te pare a elogiarte el lookeo o una chica te clave una mirada, ya sea porque le encanta tu outfit o tal vez por despertarle algún deseo que va más allá del simple halago, lo que puede desembocar en un momento íntimo. En definitiva: al entrar a Warhol te hacen creer que sos una diva. Y a las cross que empezamos a ir a eventos en los inicios de 2000, esta reacción nos resulta llamativa, pero ya nos estamos acostumbrando.

Reinas en Bowsette

Jolie es la clásica fiesta LGTB de media semana. Actualmente se realiza en Input los miércoles y es de entrada gratuita. La apertura es a las 22, y si llegás temprano – lo que nunca pude lograr-, podés disfrutar de pizza free y realizar una previa en el mismo boliche. Con la ventaja de que los tragos son muy económicos y la asistencia es de lo más empática, es un evento para no perderse, a menos que el jueves no puedas poner una excusa para llegar tarde a tu trabajo.

Con Nazaretha Gugliotto, en la Jolie

El lugar cuenta con dos pistas, la principal en planta baja, donde la música que suena es pop y una pista en el primer piso donde el estilo preferido es el cachengue, no muy recomendada en los días más calurosos de verano si tu maquillaje no es a prueba de temperaturas extremas. A pesar de tener una concurrencia mayoritariamente LGTB, Jolie es una fiesta donde no solo las chicas pueden interesarse en chicas cross; me ha pasado en varias ocasiones terminar a los besos con algún chico. Los baños, como la mayoría de los boliches, son el punto de socialización y las selfies seguidas de chapes con chicas con toda la onda describen una situación de lo más común. Nix es una fiesta muy estilo Warhol por la música y el tipo de público. Empezó en el primer piso de Amerika, para luego desplazarse a Meet y actualmente asentarse en The Sub, lo que favoreció para volver a explotar como en sus mejores épocas, llegando a sumar en ocasiones los sábados al tradicional viernes, que fue su día original de realización. Siempre hosteada por un grupo de drags de lo más divinas y empáticas, además acompañan las espectaculares coreos de Marion y Agus, que cuando concluyen sus performances arengan para que el escenario se llene de chicxs bailando hasta el final de la noche.


Los baños y el corralito de la entrada para los fumadores son los típicos lugares para socializar y en esos sitios obviamente los chapes ocasionales -o no- son de lo más común. Namunkurá es un clásico de la movida electrónica, creada por Sebas Namunkurá, siempre amable y atento para hacerte pasar una noche agradable. El evento está muy asentado en el mítico boliche Réquiem, a metros de la 9 de Julio. Namunkurá fue donde muchas chicas cross vinculadas a los encuentros de La Noche Cross hicieron sus primeros pasos en fiestas nocturnas. El mítico baño de Réquiem siempre es testigo de infinitas charlas, consejos, confesiones, chapes y todo lo que se imaginen que no debería suceder en un toilette. En general, cualquier fiesta realizada en Réquiem ofrece a un público masculino revoloteando e intentando algún levante... y las cross no quedamos fuera de sus deseos. Las dos pistas para bailar de Réquiem presentan la ventaja de que si no te gusta la música electrónica, podés rápidamente pasarte a la segunda opción que propone el boliche, donde generalmente te encontrás con las típicas fiestas de los ´80 y ´90, especiales de The Cure, Depeche Mode, David Bowie entre otros dependiendo de la noche. Esta interacción entre las dos pistas también permite socializar con la concurrencia más habitué de Réquiem, en general chicos y chicas del ambiente dark, lxs que me hicieron conocer fiestas como la Feur Night Fest y la Acid Burn Party, ambas organizados en el mismo subsuelo de Av. de Mayo, donde te encontrás con estilos musicales como industrial dance, nu-metal y metal alternativo, entre otros.

Al margen de que personalmente prefiera optar esas noches por frecuentar la pista alternativa, lo que sí me atrae de estas fiestas es la gente del palo dark habitué, que es super abierta y con la que genero muchos vínculos de amistad y algo más.

"Bowsette es mi fiesta favorita: predominan lxs que tienen entre 20 y 30, pero la edad no es un limitante" Para cerrar este recorrido dejé Bowsette, mi fiesta favorita. Es organizada por Nahu y Wolfi, una pareja con toda la onda que hace lo imposible por hacerte sentir una diosa. La concurrencia varía en cuanto a edad, aunque predominan lxs que tienen entre 20 y 30 años, sin que sea una limitante para divertirse e interactuar más allá de superar ese rango. La música que se impone es el pop y, si vas disfrazada o hacés cosplay, tenés descuento en el precio de la entrada. Ir montadas de chicas, en nuestro caso, no vale para las promociones, pues nos consideran mujeres, un mimo para nuestra autoestima. Promediando la noche de Bowsette, la euforia de la gente deriva en la pista con los clásicos pogos y ahí es donde prefiero refugiarme en los lugares más tranquilos, zona de entrada, barras o hacer la clásica putivuelta con recorrido final en el baño, donde siempre habrá algún grupito de chicas para charlar o lo que dé…

Towa señala: es la DJ de Namunkurá, en Réquiem


L a

p r i m e r a

r e v o l u c i ó n

t r a n s

Por

Alexia

Montes

En aquel tiempo, en Barcelona ya existía el Barrio Chino, hoy llamado El Raval, y no era un

La historia nos dice que el primer acto de rebelión del colectivo LGTB contra la homofobia y el accionar de las fuerzas policiales se produjo el 28 de junio de 1969 en el local Stonewall, en el Greenwich Village, vecindario de Manhattan, Nueva York. Aquel suceso tuvo tanta trascendencia que a partir de allí se instauró esa fecha como la del Orgullo Gay y que continuó a través de los años en las incontables Marchas en todas partes del mundo, o al menos en donde son toleradas. Pero lo que se ignora es que bastante tiempo más atrás, y cuando digo bastante me refiero a una época donde era impensada una rebelión de estas características, se produjo un hecho que revolucionó una ciudad en una difícil época en que el caldero de la política estaba por hervir y quemar a mucha gente. La ciudad era Barcelona. La época, el lejano año de 1933 que, como es notorio, estaba a las puertas de una tremenda guerra civil que sumiría al país en el caos y la destrucción total y luego una dictadura que lo asolaría durante cuarenta años.

sitio fácil para vivir. Conocido por su vida nocturna, era el lugar ideal para una mezcla de anarquistas, pistoleros, espías de diferentes países, burgueses curiosos, literatos, el hampa, marineros, contrabandistas, prostitutas, políticos y una gran comunidad de travestis. Casi todos se encontraban en un mítico local llamado

"La

criolla".

Pero

no

faltaban

los

homofóbicos, puritanos azuzados por la Iglesia o anarquista y conservadores que acechaban. Por ello, el pie que originó la gran manifestación de travestis fue una sucesión de explosiones por bombas colocadas en las “vespasianas” que eran unos urinarios públicos que se encontraban en plena calle, formados por un circulo de chapas de hierro del alto, suficiente para no ver a las personas. Es decir, baños sin techo. En estos sitios, las travestis que se dedicaban a la prostitución tenían encuentros con sus clientes y se convertían en blanco predilecto de los violentos. Ya desde 1900 las vespasianas eran objeto de atentados, pero la gota que derramó el vaso fue en 1933, cuando voló en pedazos la que se ubicaba en


la Rambla de las Flores. La respuesta fue la inmediata salida a las calles de la ciudad y en pleno día de un notorio grupo de travestis conocido como Las Carolinas. La manifestación fue notable y numerosa. Recorrió todos aquellos sitios en donde casi se desconocía su existencia y fue, sin lugar a dudas, la primera manifestación LGTB de la historia. Junto a Las Carolinas estaba Jean Genet, el último poeta maldito francés, escritor de día y prostituta de noche. En su libro “Diario de un ladrón” se puede leer: “Estaba cerca del puerto y del cuartel y la cálida orina de millares de soldados había corroído su chapa de metal. Al constatar su muerte definitiva, las Carolinas con chales, mantillas, trajes de seda y chaquetillas ajustadas acudieron a ella en solemne delegación para depositar un ramo de flores rojas anudado con un crespón de gasa. El cortejo partió del Paralelo, torció por la calle San Pablo, bajó por la Rambla hasta la estatua de Colón. Eran las ocho,

el sol iluminaba la escena. Las vi pasar y las acompañé de lejos. Sabía que mi puesto estaba en la comitiva, sus voces heridas, sus gritos de dolor, sus gestos exagerados, se proponían atravesar el espeso desprecio del mundo. Las Carolinas eran grandiosas, las hijas de la vergüenza. Llegadas al puerto, torcieron a la derecha en dirección al cuartel y sobre la chapa herrumbrosa y hedionda del meadero público, sobre su chatarra muerta, depositaron las flores”. La

manifestación

notable

aquellos

y

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numerosa.

sitios

desconocía

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Carolinas

Recorrió

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todos

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existencia

Un año después, se celebró en La Criolla un certamen para elegir a Miss Barrio Chino. Y se dice que la ganadora logró luego filtrarse en el concurso de Miss España, pero puede ser solo una leyenda, y no hay más datos...


Por

Vicky Cross

Alexia

Montes



NOTA DE TAPA

Trax se

confiesa: "Marcela me curó" La historia completa de una cross tan querible como intrincada que volvió al ruedo con todo el entusiasmo

por Valeria Campbell ¿Cómo no querer a Marcela Trax, una cross que enamora con su dulzura y su aire inocente? Su larga trayectoria en el ambiente la ha puesto a prueba muchas veces con un sinnúmero de altibajos, a partir de una crianza difícil, fuertes experiencias y largos momentos desaparecida. Sin más preámbulos, las revelaciones de una rubia llena de matices... -Tu perfil de Facebook dice: “Cansado de ser el chico bueno… ahora soy la chica mala”. ¿Qué profundidad tiene esta frase para describir tus cambios internos y externos de cuerpo y mente? -Bueno, no es una frase original, pero resume mucho lo que significó para mí decidirme a ser Marcela. Crecí en el seno de una familia muy conservadora. Mi viejo era hijo de campesinos alemanes. Traía consigo todo eso de la disciplina, el orden, el apego incondicional al trabajo, austeridad, severidad. Además era autoritario, machista, violento. Le pegaba a mi vieja, nos pegaba a nosotros... Un tipo jodido. Se hacía siempre lo que él decía. Le teníamos miedo. Éramos cuatro hermanos, todos varones… bueno, uno desertó (risas). El esperaba mucho de nosotros, era muy exigente. En todo, a todo nivel. También en eso de ser “hombrecitos”. Se ponía a laburar en casa y teníamos que ayudarlo en lo que fuera: pintar, rasquetear, hacer pastones… claro, tenía cuatro peones. Si flaqueabas en el trabajo, eras un “maricón”. Los mandatos familiares los teníamos marcados en la piel, como una yerra. Así que fue muy difícil desarmar todo ese fardo. Incluso, cuando ya dejé de vivir en la casa familiar o cuando falleció mi viejo, todas esas leyes no escritas seguían estando ahí. Esto de vestirme

de mujer no encajaba para nada en todo eso. Era malo, nefasto. Por eso me costó mucho liberarme y decidir que iba a dejar atrás todos los temores, las culpas y vivir esto de ser Marcela sin barreras, ni límites. Fue un quiebre. Me cansé de tratar de ser la persona que esperaban que fuera. El buen chico. No, basta. No lo voy a ser más. Si esto que hago es “malo”, entonces que sea. A partir de ahora seré la chica mala. -Fiel a tu loca vida cross, la primera vez que te pusiste una prenda femenina, a los 8 años de edad, te pescaron infraganti. ¿Cómo fue aquella situación? ¿Te quedaron temores? -Ufff, ¡Qué momento! Mi mamá dejó la bombacha colgada en la manija de la ducha. Me resistí hasta que un día decidí probármela. Fue algo lleno de adrenalina; lo que estaba a punto de hacer era prohibido, pecaminoso, terrible… La prenda era enorme para mí, pero no me importaba. Justo cuando me calcé la segunda pierna y la bombacha estaba camino a la gloria, entró mi vieja como una tromba. "¿Qué estás haciendo con mi bombacha?", me dijo. Y así como entró, salió. Mi vieja y la bombacha. Ella no volvió a tocar el tema y durante mucho tiempo no supe si lo había tomado como un juego, una pavada intrascendente o algo más. O quizá lo había olvidado. Hace poco estuvo ordenando mi habitación de soltera, que todavía se conserva en su casa. Y sé que encontró un kit de ropa, peluca y maquillaje de Marcela que todavía tengo allí, además de esmalte para uñas. No me dijo nada. Pero lo sabe. Sé que lo sabe. No sé desde cuándo. Quizá desde aquellos tiernos 8 años en que me pescó justito con su enorme bombacha blanca.


-¿Qué te dice la fecha “21 de noviembre de 2008”? -Uhhh, por Dios, ¡qué día! Para mí es mi segunda fecha de nacimiento. Fue la primera vez que salí a la calle vestida de mujer. Es más, fue la primera vez que alguien me vio así, completamente producida. Antes de eso, estaba convencida de que moriría sin que alguien me viera alguna vez vestida de chica. Era un secreto que me llevaría a la tumba. Esto de montarme, desde chica lo sentí como algo ominoso, infame. Me cuestionaba mi sexualidad. ¿Qué es esto? ¿Qué me pasa? ¿Soy homosexual? Me gustaban las mujeres, no los hombres. Me preguntaba: "¿Entonces no soy gay? ¿Qué soy entonces?" Mis dudas sólo aumentaban. Crecí con una espina en mi interior. Creí que era el único al que le pasaba esto. Hasta que un día, buscando no sé qué por Internet, quizá respuestas, encontré la historia de alguien que pasaba por lo mismo que yo. Fue una revelación. Creo que lloré ese día. Y encontré más historias. -¿Como cuáles? -El blog de Alexia Montes me llenó de emoción y me vi reflejada en un espejo. Y di con una palabra que explicaba lo inexplicable: "Crossdressing". Al fin sabía lo que me pasaba. De allí en más fue vértigo hasta llegar a la reunión de Claudia Molina en Crossdressing Buenos Aires. Ahí encontré a mis pares. ¡Qué emoción! Pero cuando parecía que la cosa iba a terminar en una producción, compartir cosas, charla y chau pinela, apareció como una tromba quien iba a terminar siendo mi hada madrina: Mirna Ladyrouge, que me ofreció ir al encuentro de otras chicas en Uniclub. Cuando llegó el momento de salir a la calle, apenas se abrió la puerta y vi la vereda, me agarró pavor. ¡Pánico escénico total! Me pillaba encima… no sé cómo hice para salir. La compañía de Mirna y ver cómo se desenvolvía tranquilamente fue fundamental. Temblando subí a su auto. Me acuerdo como si fuera ayer. Y al entrar al boliche, en una de las fiestas que organiza Namunkurá, fue como pasar a través de un espejo a otro mundo. Desde esa noche supe lo que quería. Quería ser Marcela. Aunque sea por un rato, por una noche. No me bajaría más de los tacos altos. -Cuál es tu vibración interior dentro tu papel femenino mientras interactuás con otras, manejás, bailás, desayunás tras un boliche o vas a sacar plata a un cajero? -Cuando me monto creo que sale una versión distinta de mí. No siento lo mismo que estando de chongo. La vez pasada, en la calle, estaba rumbo hacia una disco. La calle estaba pelada. Había un tipo que me pareció que merodeaba y yo estaba en tacos altísimos con los que apenas podía caminar… correr ni loca. Tenía el corazón en la boca, estaba segura de que cruzaría de vereda y me afanaría. Sentí que si sucedía, me largaría a llorar ahí mismo, a pedirle por favor que me dejara, que le entregaba el celu y la guita pero me dejara la cartera. De chongo, estoy segura que todo esto no me pasaría.


-¿Qué otras cosas te suceden estando de nena? -Durante un tiempo pensé que mi forma de manejar el auto cambiaba ligeramente entre mis lados A y B… noté que para estacionar estaba como más “rubia” (risas). Pero creo que estaba relacionado más con manejar los pedales con tacos altos que con otra cosa. Lo que sí me pasa cuando estoy en un boliche como chica, es que la música me llega de otra manera. Por supuesto que estando de chongo hay temas que me encantan y me gusta bailarlos, pero no es lo mismo. Estando de Marcela, hay temas que al bailar me pasan cosas que no siento de tipo. Es una sensación especial de libertad, de liberación, muy muy intensa, que experimento sólo como chica. No se cómo explicarlo. No me pongas “Las chicas sólo quieren divertirse” de Cindy Lauper porque me pongo loca. -Estuviste largos períodos guardada. ¿A qué se debió y qué hacés para mitigar esa falta de salidas en las que seguramente te sentís “más” Marcela? -El frío me tira la crossdressina por el piso. Y cuando digo frío, digo cualquier temperatura menor a 19º. Eso quita muchos meses del calendario. Compré algo de ropa de invierno, que algún día espero estrenar. Veré si le pongo el pecho al frío. Hasta hace poco, fuera de esto del frío, estuve en obra en casa. Hubo que lidiar con plomeros, albañiles, pintores, techistas y discutir y putearme con algunos de ellos, todo muy de chongo;

además está el trabajo que reservé para mí, que resultó ser demasiado. Cuando estás transpirado, musculoso, lleno de polvo, entre fierros, amoladoras y rotomartillos no da ni ahí para ponerse una pollera. Pero como dicen, la procesión va por dentro. Cuando empecé a creer que quizá Marcela estaba desaparecida en acción, un día que debía buscar pegamentos para pisos por Internet cometí el error de poner “Minifaldas” en el cuadro de búsquedas. Para qué... Me agarró una fiebre de consumo que no podía parar. No podía ver una pollera que le hacía “clic” al botón “Comprar”. Y me agarró la fiebre de los zapatos. Y las carteras. Y los vestidos. Me la patiné toda. Todavía no sé cómo frené. -¿En qué medida tu lado femenino “invadió” tu parte masculina y la mejoró (o empeoró)? -Con respecto a empeorarla… La última novia que tuve como chico; nos conocimos en un chat, nos intercambiamos fotos. Resulta que la mina estaba más buena en la foto que en la realidad, como suele pasar. Pero el fantasma que me acosaba en esa relación era que las prendas sexy que le compraba a mi novia, para que se viera bien, me quedaban mejor a mí que a ella. Saber que vos vestida de chica estás más buena que tu novia es terrible, te come la cabeza. Encima ella era súper exigente. Quería que saliéramos dos o tres veces por semana y siempre rindiendo muy bien, en la cama


-¿Cómo te influyó? -De repente, alguien que no podía salir a la esquina sin ponerse a temblar había juntado el coraje para ir a boliches, a Plaza Serrano o Plaza Dorrego repletas, visitar un shopping o ir a Once un sábado a la mañana… ¡Toda vestida de mujer! Si me vieran mis psicólogos… seguro incluirían al crossdressing como terapia para la Fobia Social. “¡Mañana traete minifalda y tacos altos que salís a la calle vestida de mujer, vas a ver cómo te curás!”. En serio, esto de ser Marcela le ayudó muchísimo a mi lado A. Pude tener reuniones de trabajo. Tuve novia, amigos. Viajé al exterior, por trabajo y vacaciones. Y mucho más. Es tanto lo que le debo a ella… le tengo mucho cariño. Ella me curó.

quería un actor porno. Y yo salía con ella después de montarme. Llegaba cansad@, reventad@... ya había tenido sexo con Marcela. Cumplía con lo justo, calentándome con las imágenes que me había mostrado el espejo unas horas antes. Todo mal. Mi sexualidad de chongo empeoró con el crossdressing. -¿Y las mejoras? -Un montón. Por empezar, seguro a todas nos pasa, entendés mejor a las mujeres y su problemática metiéndote en sus zapatos. Pero en mi caso hay mucho más. Siempre fui muy tímida. Pero muy, ¿eh? A niveles extremos. Cualquier situación social era un tormento para mí. No sé cuándo empezó, pero empeoró durante la adolescencia y juventud. Estar con dos personas era difícil. Hablar ante cuatro o cinco era como agarrar el micrófono en la convención anual de Presidentes del mundo. Sudaba, temblaba mi cuerpo y la voz… era terrible. Y si había una chica era mucho peor. Esto duró décadas. Temblaba en la cola del banco o en el supermercado por la exposición social que implicaba. Me costaba decirle el destino al chofer del colectivo delante de los pasajeros. Mi caso no era de diván… ¡era de chaleco de fuerza! Cualquier situación social era una tortura medieval. -¿En qué derivó? Este problema hizo que no tuviera amigos ni novia… me perjudicó en los estudios, en el trabajo. Fui a varios psicólogos, pero no mejoré. Sufrí muchísimo. Hasta que un día vi una nota en Clarín Revista. Por fin sabía el nombre de lo que tenía. No estaba loca: tenía Fobia Social, o Trastorno de Ansiedad Social. En la nota había unas instituciones especializadas. Tomé coraje y fui. Me querían empastillar con psicofármacos. No agarré, por suerte. Hice terapias individuales, grupales y conductuales. No mejoré. Dejé esto con la crisis de 2002. Luego, no sé por qué, empecé a mejorar. Quizá fue un poco de todo. Había tocado fondo y estaba rebotando. Quizá las terapias funcionaban con retraso. Ahora no temblaba en el banco ni en la cola del supermercado. La relación con mis cuñadas me ayudó muchísimo a vincularme con las mujeres de una manera sana. Pero no estaba curada, ni por asomo. Y en eso entra en escena esto del crossdressing.

-Mantenés un extremo cuidado por tu cuerpo y has hecho distintos tratamientos. ¿Nunca perfilaste la chance de hormonarte? -Se me pasó por la cabeza, pero solo como una bella fantasía. A veces pienso cómo sería blanquear todo en mi trabajo, en mi familia… hormonarme, dejarme el pelo largo, hacerme las tetas… pero no. A mi lado masculino lo necesito todavía, me siento bien estando de chongo. Y además, en mi trabajo, blanquear sería perjudicial. Y en mi familia, que es muy tradicional y conservadora… No, no me traería nada bueno en ningún ámbito. Esto no quita que haya hecho un tratamiento irreversible, como la depilación definitiva. O me la pase cuidándome en las comidas, y pese entre 57 y 59 kilos, cosa que no le oculto a nadie. Es más, me encanta cuando me dicen “¡pesás como una mina!”. ¡Me mato de la risa! -¿Buscás un amor para Marcela? -El amor ha sido siempre tan esquivo para mí… en parte por los problemas que comenté. Ahora estoy un poco confundida sobre cómo deseo manejar mis relaciones, mi sexualidad, el amor. ¿Debería darle una oportunidad al chongo y engancharme una mina? ¿Marcela debería levantarse un novio o tener un marido? ¿O una chica cross, y dedicarme a hacer torta? No lo sé. Pero una cosa es segura: el amor no caerá a tocarme el timbre a la puerta de casa.


Tríos... y la difícil tarea de compartir el placer Por Gabriela Ivy Cuántas veces nos pasó que, luego de tener un encuentro ocasional con un hombre cis, nos haya dicho antes de irse o en un mensaje días posteriores al acto: "Tengo la fantasía de hacer un trío, ¿vos conoces otra cross?". A ese deseo le suman que su fantasía es permanecer tirado mientras las dos meninas en cuestión hacen todo el trabajo. Porque el trío no puede ser de dos hombres cis y una cross, ya que esa variante significaría cumplir la fantasía de la cross y no del hombre en cuestión. La idea, en este tipo de situación, es que el macho no mueva un solo dedo y que sus esclavas del placer no sólo se encarguen de hacerlo gozar, sino que además debamos movilizarnos para cumplirle sus fantasías, porque

ni siquiera hace el esfuerzo de contactar a las dos cross que le darán satisfacción, ya que su único esfuerzo simplemente es recibir placer. Y no sólo hay que estar atentas a esta tarea, sino que además recibiremos mensajes periódicos como si fueran nuestros jefes, preguntándonos si pudimos conseguir a la tercera cross. A mí personalmente es algo que me choca, pero no por el hecho de que los hombres tengan fantasías, ya que todxs las tenemos. Sino por todas las exigencias que vendrán a posteriori hasta que le concretemos la fantasía al macho procreador. En mi caso, como persona dominante y transfeminista, esta actitud puede provocar que pierda completamente la libido hacia

esa persona, por más que me encante y haya tenido un sexo espectacular. Porque desde el momento en que lanza la frase nefasta de "Si conocemos a otra cross", indefectiblemente voy a tener un impulso que me motive a ignorar a esa persona. De hecho, parecería que en el momento que hacen esa pregunta dejan de tener interés en una sola, a convertirme en una compañera sexual excluyente hasta que le consigamos a la tercera chica en la cama. Ésta es una situación que me ocurre bastante seguido y me llevó a escribir la nota. El hecho de que hace unas semanas me bloqueó un varón por decirle que no pienso avisar a que venga a acostarse con nosotrxs hasta que tenga-


mos sexo entre él y yo. Éste varón comenzó a escribirme por Instagram insinuando que yo le atraía, que había estado una sola vez con una cross que "le tiró la goma", y por eso quería repetir con otra cross/trans/drag. Me pareció interesante meterme en la mente de esa persona que escribía con muchísimas faltas de ortografía (algo que también me reduce la libido), para poder descular el entramado megamachista patriarcal que lo hacía expresarse con esa necesidad de que las cross/trans/drags existimos sólo para darle placer. Tal fue así que terminé pasándole mi número de whatsapp para que el vínculo fuera más dinámico, en el que hubo audios (siempre testean si tenemos "voz de mujer", porque si no la tenemos pierden totalmente el interés, como si nos pidieran que diéramos un discurso en una convención de femeneidades hegemónicas) y así seguimos intercambiando chats, en los que me vi obligada a poner frenos. Ya que si por él fuera, yo tendría que estar dispuesta a esperarlo producida por completo, con voz de Mujer (mujer con miembro masculino) y programada para hacer todo lo que me pidiera. Algo que me causa gracia es que ellos tienen un listado de requerimientos memorizados para recibir placer, a saber: que uses lencería hot (además te avisan que color les gusta que uses), que te coloques la peluca más extensa que tengas (como si eso fuera cómodo para tener relaciones, y fresco), que le hagas todo lo que ellos quieren (no te preguntan lo que a vos te gusta y además, cuando tenés relaciones con esta gente, aca-

ban, se visten y se van, como si una fuera una prostituta, y lo peor: no vimos un sólo peso. Porque además de esto te piden de todo y te advierten: "¡Mirá que no pago por sexo!" Es decir: exigen el ciento por ciento y ellos dan el 0 % (que si se tratase de grasa corporal sería genial para nuestro sistema linfático).

"No te preguntan lo que a vos te gusta y además, cuando tenés relaciones con esta gente, acaban, se visten y se van, como si una fuera una prostituta" Cuando reaccioné para decirle a esta persona que yo cumpliría mi parte de sus exigencias, tan sólo le pedí algo a cambio: que se afeitara sus partes íntimas, a lo que él me respondió que no porque es "antinatural". Esto me motivó a responderle que entonces lo recibiría sin depilarme porque también es un acto antinatural. Cualquier fundamento del macho es fácilmente refutable,

ya que ellos piensan en su placer y nada más. Este varón no podía justificarme que yo me debía depilar y él no. Pero así se dio este tire y afloje, hasta que no hubo manera de que me convenza de que nuestra primera vez sea un trío (quiero destacar que el chongo era muy atractivo físicamente para mí, pero soy sapiosexual, así que prefiero dejar ir un buen chongo y que aparezca una persona no hegemónica con un cerebro brillante). Así que mis queridas cross/trans/drags: si desean cumplirles las fantasías a éstos australopithecus las admiraré desde los más profundo de mi ser. Yo elijo personas que me respeten y que la búsqueda del placer sea mutua. Quiero aclarar que AMO los tríos, sobre todo porque tuve muy buenas experiencias. Lo que sucede es que a mí me gusta hacer tríos (sin importar la orientación o el género) con parejas. En el 95% de los casos tuve muy buena química y el sexo se repitió, hubo mucho respeto y amor. No el amor de relación, sino el amor de la comunión con lxs otrxs, así que mi querida gente, les deseo un goce pleno cumpliendo sus fantasías.


Frente al espejo

LA COLUMNA DE PAULA VILLANUEVA

¿PASTILLITAS DE LA FELICIDAD O DE LA DESGRACIA? Por mi profesión y mi alto nivel de crossdressina a nivel sérico, recibo cantidad de consultas y relatos acerca del empleo de hormonas feminizantes y de TRH (terapia de reemplazo hormonal). Hoy quiero echar un poco de realidad sobre este tema que hace soñar a muchas y termina siendo una pesadilla. Nuestro cuerpo XY viene dotado de testículos, que entre otras cosas generan la testosterona, hormona de la identificación masculina por excelencia. Esta sustancia química derivada del colesterol se encarga de una cantidad de procesos fisiológicos, y sobre todo marca sexuales secundarios: barba, voz gruesa, conformación corporal, pelos por todos lados y algunas cosillas más. Todas características que como cross básicamente no queremos ver

nuestros

caracteres

en ese momento tan especial para nosotras. Por otro lado, en los cuerpos XX es el estradiol el que se encarga, entre otras funciones, de expresar los caracteres sexuales secundarios como los senos, pezones grandes, caderas anchas y cintura angosta, voz aguda, piel suave y cabello abundante, una anatomía que como cross nos encantaría tener. Tantísimas veces escuche afirmaciones como: “Yo me tomo anticonceptivos como tres cajas por mes” o “me compré una crema con hormonas para que me crezcan los pechos”. Y también: “Vi en YouTube cómo hacer la TRH y me fui a la farmacia y me compré las pastillas”. Claro que meses después escuchas cosas del estilo: “Me quedé impotente” o “Tengo una intoxicación hepática”, “Zafé de un infarto por trombosis”, “Se me hicieron dos bolsas acuosas donde esperaba pechos”, etcétera. Tomar hormonas significa hacer una terapia de reemplazo hormonal que consta de suprimir la generación de testosterona y dar de forma artificial estrógenos. Pero es mucho más que un tratamiento cosmético, de hecho es mucho más que un implante de senos: es un cambio metabólico profundo que afecta muchísimas cosas más que los caracteres sexuales secundarios. Es un cambio de vida y el camino que eligen en general las personas transexuales. Lamentablemente, en Argentina los medicamentos bajo receta están accesibles a quien tenga el dinero para pagarlos, lo cual lleva a muchas de nosotras a tentarse a la ingesta de hormonas para lograr algún efecto cosmético, terminando con serios problemas de salud. Complicaciones que muchas veces son muy difíciles de arreglar si es que no llevan incluso a la muerte. Para aquellas que quieran iniciar este camino hacia la transexualidad definitiva, es una opción más que válida pero bajo estricta vigilancia médica. Los médicos que indican, controlan y tratan esto son los endocrinólogos. Y si sos cross, sé una cross genuina. Cambiá de género cuando te dé la gana con todas las hermosas chucherías que hay para nosotras, pero no te metas en un camino que no es el tuyo.


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