2 minute read

BIBLIA Y MISIÓN

Por: P. Enrique SÁNCHEZ, mccj Francisco, el Papa misionero Francisco, el Papa misionero

Advertisement

39 39

Cuando se

piensa en la naturaleza como algo distinto a nosotros, como una realidad puesta a nuestra disposición, es un muy fácil verla como objeto que puede tratarse sin ningún miramiento o compasión. Nos olvidamos que toda ella, de la que somos parte, surge de un proyecto de amor. Todo salió del corazón de Dios, quien hizo todo con ternura e ilusión. Él es feliz con todo lo que hizo con sus manos. Todo lo considera bueno y extraordinario, destinado a existir en armonía y paz. Cada día se alegra con la casa que nos ha regalado y que la Biblia llama «paraíso terrenal». Siempre existió el espacio y ambiente necesario para que todas las creaturas pudieran vivir en el reconocimiento y respeto mutuos.

Dios hizo cuanto existe por amor, pero, al parecer, muy pronto quienes habitamos este planeta nos olvidamos de ese principio y dejamos aforar un espíritu que destaca por su necesidad de destruir y de abusar, de explotar y maltratar. Nos convertimos, movidos por la ambición y la búsqueda de poder, en depredadores irrespetuosos de la Tierra que hoy grita pidiéndonos piedad. La creación, siempre generosa y paciente, guardó silencio, aguantando nuestras exageraciones e indiferencias. Una y mil veces intenta rehacerse y nos otorga lo que necesitamos para vivir con dignidad. Eso merece un mínimo de gratitud y respeto.

Tomemos conciencia y hagamos algo por nuestra casa común, antes de que sea demasiado tarde. Aún es tiempo de ser custodios de todo lo

Aún es tiempo

que nos rodea y se nos ha confado. La humanidad tiene capacidad de colaborar en la construcción de dicha casa, dice el papa Francisco; en muchas personas de buena voluntad aún queda la cordura para hacer del planeta un mundo bello.

Cuidemos la creación como garantía de calidad para la propia vida. Demos oportunidad a la tierra para que siga siendo el paraíso en donde vivimos. Nos toca contribuir, aunque sea con pequeñas acciones que nos hagan tomar conciencia y promover mayor respeto hacia la naturaleza, donde la vida brota como bendición para quienes caminamos en este mundo.

«El Creador no nos abandona, nunca se echa para atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar en la construcción de nuestra Casa Común» (Laudato si’ 13).

COMBONI PRESS

This article is from: