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Misa de acción de gracias por los cien años del Hno. Arsenio Ferrari
Vivir la misión en la enfermedad
El pasado 18 de diciembre, el hermano Arsenio Ferrari cumplió 100 años. De origen italiano, es el único sobreviviente del primer grupo de combonianos que llegaron a México, concretamente a Baja California Sur, en 1948. Dedicó su vida a la evangelización de aquellas tierras, especialmente de niños y jóvenes, usando el deporte como principal medio de atracción. Hoy, postrado en su cama o sentado en su silla de ruedas, es totalmente dependiente. Hay que darle de comer, vestirlo y bañarlo. Ya no habla y, aunque parece que no oye ni ve, de alguna manera es consciente de lo que pasa a su alrededor; al menos eso percibimos los que le cantamos las mañanitas el día de su cumpleaños. Cuando oyó las voces y sintió las caricias en su espalda, esbozó una sonrisa y comenzó a mover los labios como queriendo añadirse a la festa. Como dijo el padre Enrique Sánchez, provincial de los combonianos de México, en la misa de acción de gracias por su centenaria vida, «el hermano Arsenio fue y sigue siendo una bendición para la misión y para el instituto de los combonianos. Su sola presencia en medio de nosotros es un motivo de agradecimiento y un testimonio por tantos años entregado a los demás». A pesar de su «invalidez», sigue siendo un testigo de la misión.
Mi visita al Oasis para asistir a la festa del hermano me permitió encontrar a los misioneros que residen ahí, algunos por motivos de salud, otros porque su avanzada