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ECCE LIGNVM CRVCIS... - Editorial..............................................3 - Nuestra Historia ..................................... 4 - Noticias ...................................................17 - Cultos .........................................................21 - Reflexiones.......................................24 - Arte Cofrade............................................31 - Soleras Bibliográficas.........................38
Revista informativa de la Cofradía de la Santa Vera Cruz (MONTILLA) Número 9 - Año VIII COLABORACIÓN: 2 euros
Editorial Llegó la Cuaresma, y de su mano la primavera. Un año más, un lento reloj de incienso y pabilo empieza a consumirse en el tiempo restante que agotará la espera con las primeras luces del Domingo de Ramos. Cuarenta días de cultos y actividades que impregnan de aromas cofrades hasta los más recónditos rincones de la sociedad montillana. Como cada año, nuestra Cofradía hace su aportación al esplendor de la cuaresma local, con el único fin de honrar a nuestros Sagrados Titulares, ahondar en el verdadero espíritu de la fe y la caridad y compartir en hermandad la palabra, el cuerpo y la sangre del Hijo de Dios. Todo ello lo compartimos con la celebración anual del Solemne Quinario, que principia el Miércoles de Ceniza para concluir el Domingo primero de Cuaresma con la Función Principal de Regla. Unos días después, ofrecemos al pueblo una nueva visión e interpretación de los últimos momentos de la vida y martirio de Jesucristo, a través de la Exaltación de las Siete Palabras, donde Antonio Bellido Navarro, médico cordobés afincado en Sevilla, ha glosado sobre los terminantes alegatos evangélicos del Crucificado antes de entregar a la humanidad sus finales latidos vitales en el Calvario. El –ya cercano– Viernes de Dolores estarán expuestos en devoto besapiés y besamanos nuestros venerados Titulares. A partir de las 8 de la tarde, quienes lo deseen podrán meditar y orar ante el túmulo de nuestro redentor de la Vera Cruz y Señor de Zacatecas, que bajo la atenta mirada de su Santa Madre y Señora del Socorro, aparecerá descubierto en un ambiente íntimo, henchido por las aromáticas tinieblas del incienso y los parpadeantes cirios de luz cofrade. Dos horas después, los hermanos costaleros entronizarán al centenario Crucificado, en la última estación del Vía Crucis claustral que consumará la cuaresma de nuestra hermandad como preludio al Martes Santo, día en que cargaremos y alumbraremos a la Vera Cruz por las calles de nuestra ciudad. Entre tanto, habrán pasado estos cuarenta días donde cada año el ruido periférico de la fe continúa superando y desvirtuando a las nueces, entiéndase por el fruto del nogal el alimento espiritual que las Sagradas Escrituras ofrecen a la humanidad, como núcleo vital de los pasos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. EDITA Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz, Hermandad del Santo Cristo de Zacatecas y Santa María del Socorro Madre de Dios y Señora Nuestra Parroquia de Santiago Apóstol - C/ Iglesia, 7 - 14550 Montilla (Córdoba) - ESPAÑA Correo-e: veracruzdemontilla@gmail.com http://veracruzdemontilla.blogspot.com - Dirección, redacción y maquetación: Juan Antonio Prieto Velasco - Coordinación: Antonio Luis Jiménez - Consejo Asesor: Miguel Varona - Francisco Arce - Antonio Galán - Rafael Portero - Miguel Navarro - Fotografía: Rafael Salido - JAIME - Antonio Luis Jiménez - González Imprime: GAVE comunicación gráfica - 14550 Montilla (Córdoba)
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nuestra historia
Antonio Luis Jiménez Barranco Hermano Mayor
Nuevas noticias históricas sobre la veneración a Nuestra Señora del Socorro en el s. XVII Hace algo más de cinco años, exactamente el domingo 11 de diciembre de 2005, era bendecida la nueva imagen de Ntra. Sra. del Socorro. Puso nuevo rostro a tan antigua advocación el artista cordobés Antonio Bernal y la nueva efigie dolorosa fue ungida para el culto público por el Ilmo. Sr. Fernando Cruz-Conde y Suárez de Tangil bajo el padrinazgo de los Condes de Prado Castellano. Para aquella ocasión, en esta misma revista, recopilamos las referencias históricas que hallamos sobre este centenario título de la Madre de Dios en nuestra ciudad, ensayamos sobre sus probables orígenes italianos y su llegada hasta tierras españolas de manos de las huestes del Gran Capitán. En nuestra incesante búsqueda del pasado montillano, hemos localizado nuevas reseñas que delatan la fervorosa veneración que la Mater Dolorosa de la Vera Cruz tuvo en la segunda mitad del siglo XVII. Entre 1665 y 1675 hubo en Montilla una intensa renovación de las cofradías penitenciales. En estos años se sumaron a las procesiones de Semana Santa las imágenes del Cristo de la Humildad y Paciencia, en el cortejo de la Concepción Dolorosa el Miércoles Santo; la Santa Cena, el Cristo de las Prisiones y la Magdalena, en la Vera Cruz el Jueves; el Cristo Amarrado a la Columna, que acompañará desde entonces a las Angustias tras la escisión de la Soledad, que ya por la noche del Viernes Santo la naciente cofradía saldrá con las nuevas efigies, realizadas en Granada, del Santo Entierro y la Virgen. Todas estas incorporaciones completarán el acervo cofrade local que permanecerá invariable hasta bien entrado el siglo XIX.
La actual efigie de la Madre de Dios del Socorro conserva en su interior las reliquias de la anterior imagen.
Por estos años también aparece en el panorama cofrade un nuevo concepto orgánico sobre de la tutela de las imágenes sagradas que recibían culto. Nacen hermandades autónomas de la cofradía matriz, y por tanto, sujetas a sus Reglas aprobadas por la Autoridad Diocesana, que tienen una misión específica dentro del organigrama de dicha cofradía, y un cupo limitado de componentes. Ello conlleva a las hermandades la recopilación de unos reglamentos propios, ceñidos al compromiso que se fijan. Estos reglamentos son aprobados por el hermano mayor y consiliario de la cofradía pertinente, y elevados a escritura oficial ante escribano público.
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Entre otras modalidades, se crean hermandades de luz, de portadores de andas, o de palios de respeto, donde un número determinado de personas se comprometen a alumbrar, portar o cubrir a la imagen de su devoción en las procesiones que realice públicamente. Tal es el caso de Lorenzo Ximénez Hidalgo, Melchor Alcaide, Juan de Luque Crespo, Juan de Toro y Francisco de Cea, todos cofrades de la Vera Cruz y devotos de la Virgen del Socorro, que se ofrecieron al hermano mayor, Cristóbal Ramírez de Aguilar, el 3 de mayo de 1668, festividad de la Invención de la Santa Cruz, y ante notario acordaron “sacar el palio de la Madre de Dios en la procesión de la Santa Vera Cruz1”. Del mismo modo, se comprometieron de forma vitalicia en “dar trece hachas y buscar personas que
La antigua imagen de la Virgen del Socorro fue procesionada el Martes Santo durante algunos años en la década de los setenta del siglo XX.
las saquen en dichas procesiones” y así ampliar el tramo de hermanos de cirio que alumbrasen el camino de la Virgen. En contraprestación, el hermano mayor se comprometía a conseguir el mismo número de hermanos para que alumbrasen con otros tantos cirios. Estos cinco cofrades, se implicaron asimismo en demandar donativos para la cofradía durante el mes de mayo de cada año, y sufragar así los gastos que causaran el paso y palio de la Señora del Socorro. Pero el fervor mariano en la ermita de la Vera Cruz se propaga avivadamente, y unos meses más tarde, el 18 de febrero de 1670, casi medio centenar de hermanos de la cofradía, entre los que se encontraban
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ofrecieren y tuvieren necesidad de ello dicho palio y así mismo de sacar en dichas procesiones quince hachas de cera que vayan alumbrando a su divina majestad en dicho paso3” . Al igual que el acuerdo rubricado dos años antes, los firmantes correrían con los gastos de los cultos y procesiones de la Virgen del Socorro, y daban potestad al hermano mayor de la cofradía para reemplazar sus cargos y sitios dentro del cortejo procesional, en caso de incumplir el reglamento prometido.
Instantánea tomada por el fotógrafo González a mediados del siglo XX, donde se aprecia la capilla y altar del Señor de Zacatecas y Ntra. Sra. del Socorro antes de las reformas postconciliares llevadas a cabo en la Parroquia de Santiago.
los citados arriba, se reúnen para crear una hermandad que diera cobertura a los fines votivos y cargas económicas del paso y palio de la Dolorosa que cerraba la procesión matriz de los disciplinantes. El oficio notarial recoge más de cuarenta nombres de montillanos, que declararon ser “hermanos de la Santa Vera Cruz y de Nuestra Señora que sale en la procesión que se hace los Jueves Santos por la tarde de la ermita de la Santa Vera Cruz desta ciudad en la cual sale la Reina de los Ángeles Madre de Dios Señora Nuestra2”. Los comparecientes implicaron sus vidas y sus bienes, y al unísono expresaron en favor de la Dolorosa del Socorro su devoción y compromiso. Para ello, rubricaron su vínculo anual “de sacar en dicha procesión de los Jueves Santos por la tarde todos los días y años de su vida a su divina majestad y su palio en la cual han de sacar de todo lo necesario a su costa todas las veces que se
Este grupo de hermanos no sólo atendió a su compromiso con la cofradía matriz, también acordaron entre ellos sufragar y celebrar una misa cada vez que falleciera un componente de la hermandad, como también acompañar al difunto con “cuatro hachas para alumbrar en su dicho entierro”. Igualmente, podían elegir un tesorero, denominado “censuario”, que administrara los donativos y cuotas de los hermanos, como también gozaban de autonomía para que “cada vez que muera cualquiera de dichos hermanos de poder nombrar otra persona que entre en lugar de dicho difunto para que cumpla por ello contenido en esta escritura4”. No fueron estas las únicas ocasiones en que se crearon hermandades en torno a las imágenes veneradas en la ermita de la Vera Cruz. Tenemos constancia documental de la existencia de varias hermandades más instauradas para rendir culto al Cristo de las Prisiones, al Ecce Homo, al Amarrado a la Columna, a la Magdalena y, cómo no, al Santo Cristo de Zacatecas, titular de la cofradía. Con el paso del tiempo, estas corporaciones surgidas al amparo de la Cofradía matriz de la Vera Cruz, serán la única alternativa a las constantes censuras que sufre la antigua cofradía penitencial a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en que son prohibidas en España las procesiones de sangre y suprimidas las cofradías de f lagelantes. A causa de estas
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circunstancias históricas se convirtieron en las herederas de la matriz y, por ende, las consecutivas del mantenimiento y culto de estas centenarias imágenes, para que así no se apagara la llama viva de la fe y la tradición que encierra cada una de las efigies de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, que durante siglos evangelizaron a todas esas generaciones de montillanos que nos legaron la identidad y personalidad de nuestra Semana Santa. Como colofón a este breve trabajo histórico sobre la veneración que siglos atrás tuvo la bendita Madre de Dios del Socorro –como ya era denominada–, es nuestro deseo cerrar con un extracto de las líneas manuscritas de uno de los historiadores locales más rigurosos que ha tenido nuestra ciudad, Francisco de Borja Ruiz-Lorenzo Muñoz, que así describía en 1779 a la cofradía de la Santa Vera Cruz: “Su fundación y origen no consta, pero si hay sólidas enunciativas y tradición de ser casi del mismo tiempo de la Parroquia y conquista. Se ve en ella radicada una muy antigua cofradía que nombran de la Vera Cruz, cuyo entablamento tampoco consta, solo si hay corriente noticia que la Sagrada Imagen de Nuestra
Señora, que ahora titulan Soledad, se decía y le llaman del Socorro, y es antiquísima y origen de ello. […] Tomó la Cofradía por su instituto el culto al Señor y su bendita Madre, como lo dan con todo esmero. Sacan al año dos procesiones, la una Jueves Santo en la tarde, es de penitencia y sacan en remembranza de la Sagrada Pasión. Primer paso de Jesús cenando con sus discípulos; segundo, a Jesús en sus prisiones; tercero, a Jesús amarrado a la columna; cuarto, cuando se vio en el pretorio de Pilatos; quinto, cuando le crucificaron y último que va su amantísima Madre traspasada de dolor de verle, pero tan hermosa y misericordiosa que da todo consuelo5”. Notas 1. Archivo de Protocolos Notariales de Montilla (APSM). Leg. 1039, f. 201. 2. APSM. Leg. 848. f. 73. 3. Ibídem. 4. Ibíd. 5. LORENZO MUÑOZ, Francisco de Borja: Historia de Montilla. MS., 1779.
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nuestra historia
Inmaculada de Castro Peña Archivera municipal
Algunas noticias sobre la Ermita y Cofradía de la Vera Cruz en el archivo municipal de Montilla Aun cuando la documentación municipal no contiene información suficiente para abordar un estudio exhaustivo de la cofradía y ermita de la Vera Cruz, sí podemos obtener de ella algunas referencias interesantes. La primera es del 26 de agosto de 1573, tres años antes de que el Cristo de Zacatecas fuera donado a la cofradía por Andrés de Mesa. Puede ser que a raíz de la donación de dicha imagen y la implantación de su culto la cofradía empezara a denominarse del Cristo de Zacatecas, ya porque así lo acordaran en sus estatutos o porque así comenzó a llamarse popularmente, pues con esta denominación la encontramos en documentación de fecha posterior. En el cabildo de aquel día se vio la petición de la cofradía para que se le diese un poco de sitio junto a la ermita, en la parte donde estaba el altar de la Virgen. Se acordó ver el sitio para saber si era concejil o propiedad del marqués, y así poder proveer1. Para llegar al Llano de la Vera Cruz, donde se encontraba la Ermita había un importante desnivel que propiciaba continuamente el desprendimiento del terreno. En cabildo de 12 de febrero de 15842 se dijo que antes se había acordado hacer un parapeto para contener el barranco y ahora se había pensado abrir una entrada junto a la puerta de Juan García Moreno, para que por ella pudieran salir las procesiones de la Cena, el Señor Preso a la Columna y otros pasos, que según Jurado Aguilar salían de dicha ermita en Semana Santa3. La siguiente noticia la encontramos en el cabildo celebrado el 7 de marzo de 16154 en el que se vio la petición de Alonso de la Cueva, hermano mayor en
Vista de la Parroquia de Santiago desde el cementerio de la Vera Cruz.
esos momentos, sobre que el concejo les ayudase a reparar 5 candiles grandes de cobre, propiedad de la cofradía, que habían prestado a aquél y se habían deteriorado. Acordaron que Juan Colín los hiciese reparar. En cabildo de 3 de marzo de 16315 se volvió a pedir que el concejo reparase los candiles, que en esta ocasión se habían estropeado en las celebraciones realizadas con motivo de la profesión de monja de D.ª Inés, hija del marqués. Se encargó el reparo al alguacil mayor. De las cofradías de nuestra ciudad, la de la Vera Cruz o Cofradía del Santísimo Cristo de Zacatecas –como aparece denominada en el Catastro de Ensenada- no
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tenía bienes rústicos ni urbanos6 y se reducían a 2 memorias y 2 censos, mientras que las cargas que soportaban eran 60 reales anuales que se pagaban al sacristán para cuidar de la ermita, 6 arrobas de aceite que se gastaban en la lámpara del Cristo, 180 reales que se pagaban al año para la cera de los viernes y domingos de Cuaresma, Jueves Santo, Pascua de Resurrección y para la Parroquia y 330 reales que gastaban en derechos parroquiales y música de la procesión del Jueves Santo por la tarde. En relación con las procesiones en algunas ocasiones se producían alborotos en ellas al ir los cofrades con los rostros cubiertos y tener lugar el recorrido en parte de la noche, lo que dio lugar a distintas disposiciones y reglamentos que habían de guardarse. En 1768 el obispo de Córdoba decretó que las procesiones habían de estar guardadas en sus templos antes del anochecer y se mandó notificar a los hermanos mayores y mayordomos de las cofradías, que fueron citados ante el corregidor el 29 de marzo de ese año. Este año era hermano mayor de la Cofradía del Cristo de Zacatecas Don Diego Alvear y Escalera.
Dibujo del Archivo Ducal de Medinaceli. Parte exterior occidental del castillo (1722), en cuyas inmediaciones se encontraba la Ermita de la Vera Cruz.
El problema se planteaba especialmente con la procesión del Santo Entierro, por lo que acordaron no hacerla ese año. Lo mismo se acordó en cuanto a las demás procesiones7 . Creemos que entre 1768 y 1798 esta cofradía tendría un lánguido devenir pues cuando por el Real Decreto de Desamortización de 19 de Septiembre de 1798 se manda a los mayordomos y administradores de cofradías dar una relación de sus bienes, la Cofradía de la Vera Cruz no aparece. Sabemos que a partir de 1810 ya no había culto en la ermita pero la cofradía podría haberse mantenido en la Parroquia de Santiago, a donde habían sido trasladadas las imágenes, podría haber seguido conservando sus escasos bienes. Cuando en 1818 se hace un nuevo catastro con el objeto de imponer la Contribución General del Reino la cofradía no aparece, ni en las relaciones de bienes que da el clero secular en 18418. Entre los años 1800 y 1806 se produjeron una serie de epidemias que trajeron consigo una alta mortalidad, lo que dio lugar a que los enterramientos en el interior de las iglesias se llenaran y produjeran
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varas y 22 de latitud. La Junta de 17 de abril de ese año mandó reconocer la parte de la Ermita de la Vera Cruz cuyo tejado estaba comenzando a arruinarse, divida con tabiques de la que estaba servible, donde se veneraban las imágenes de dicho templo. Acordaron destechar la parte ruinosa de la ermita para dejar el lugar con la ventilación necesaria y allí enterrar los cadáveres mientras se ampliaba el cementerio provisional. El 18 de abril de 1806 la Junta de Sanidad acordó hacer saber a D. Nicolás de Pineda, hermano mayor o mayordomo de la cofradía que en el término de 3 días destechase la parte que estaba ruinosa, a cargo de la hermandad, y si no, lo haría el alarife público Antonio Benítez10. Plano de la ciudad (1850) en el que aparece el cementerio (o panteón) construido en 1819 junto al Castillo, ubicación de la Ermita de la Vera Cruz.
tal hedor que no se pudiera estar dentro, con el consiguiente peligro para la salud pública. Se vio la necesidad de construir un cementerio permanente en despoblado, como estaba mandado por Real Cédula de Carlos III de 3 de abril de 1787. Mientras se construía los cadáveres se enterrarían en las proximidades de la ermita de la Vera Cruz. En la sesión de 2 de octubre de 1800 de la Junta de Sanidad se acordó reconocer el sitio que mediaba entre la ermita y la cerca del castillo para hacer un cementerio provisional. El 7 de octubre de ese año el Vicario y D. Francisco Venegas Saavedra informaban sobre la construcción del cementerio a la espalda de la capilla mayor de la Ermita de la Vera Cruz por la conveniencia de que ésta sirva de capilla para decir el oficio de sepultura y tener el cuerpo presente9. En 1806 el maestro albañil Antonio Benítez eligió para cementerio un cuadrado desde la esquina derecha de la puerta de la ermita hasta la esquina del rincón de la cerca del castillo, con longitud de 47
El estado de abandono de esta ermita se aceleró cuando fue ocupada por las tropas de José Bonaparte. Los franceses estuvieron en nuestra ciudad en dos ocasiones, la primera durante unos días del mes de junio de 1808, la segunda desde enero de 1810 hasta septiembre de 1812. Será en este periodo cuando las tropas se establezcan en la ermita como señala Enrique Garramiola11. Los franceses arruinaron la ermita y de ello tenemos constancia documental en el Archivo. Cuando en 1816 se retoma otra vez el asunto del cementerio permanente, en un informe que presenta al Ayuntamiento el Síndico Personero se refiere a la ruina de aquélla en dos ocasiones. La primera cuando señala que se habían enterrado algunas personas en un cercado o corral de la ermita arruinada de la Vera Cruz. La segunda cuando considera que el lugar más apropiado para la construcción del cementerio era el baldío y campo que nombraban de la Vera Cruz donde se tendría menos gasto para la capilla porque podría aprovecharse la ermita casi arruinada de la Vera Cruz12. El 23 de abril de 1819 el interventor encargado de la obra de construcción del cementerio, Francisco Anastasio Panadero, informaba de que para dar
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mayor extensión al cementerio y aumentar las sepulturas había sido necesario desescombrar diferentes sitios y señaladamente sacar las ruinas de la Ermita y las de sus cimientos con la de las paredes13. Si analizamos los distintos documentos a que hemos hecho referencia nos damos cuenta de que el Archivo Municipal nos da noticias de la cofradía y ermita casi desde el principio de ellas en nuestra ciudad (1573) hasta el final de la ermita (1819). La historia de la cofradía desde entonces, con las imágenes de su culto en la Parroquia de Santiago, no es ya objeto nuestro y además ha sido estudiada y publicada por Antonio Luis Jiménez Barranco, actual hermano mayor de la Cofradía heredera de aquella.
Notas 1. Archivo Municipal de Montilla, Actas Capitulares, Libro nº 6, fol. 364 r. – 364 v. 2. Ibíd, Libro nº 8, fol. 221 v. 3. JURADO AGUILAR, A., Ulía ilustrada y fundación de Montilla, Montilla, 1776. 4. A.M.M., Actas capitulares, Libro nº 10, fol. 517 r. 5. Ibíd, Libro nº 12, fol. 40 r. 6. ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL, Cofradías, Montilla, 2000, pág. 40-41. 7. A.M.M., Iglesia, Legajo 1143 B, expediente 1 8. Ibíd Legajo 1079 A, expediente 5 9. Ibíd, Actas de la Junta de Sanidad, Legajo 54 A, expediente 2 10. Ibíd, Legajo 1181 B, expediente 4 11. GARRAMIOLA PRIETO, E. “Los días napoleónicos en Montilla”, en 3 temas montillanos, Montilla 1978. 12. A.M.M., expediente para la construcción del cementerio, Leg. 913 B , expediente 1 13. Ibídem
Papeleta de sitio y alquiler de hábitos Se ruega a todos los hermanos que pretendan participar en el piadoso ejercicio de la Estación de Penitencia del próximo Martes Santo, retiren su papeleta de sitio entre los días 11 y 16 de abril, de 20,00h a 22,00h en la Parroquia de Santiago. Asimismo, los hermanos y devotos que lo deseen podrán alquilar el hábito nazareno en el mismo horario.
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Juan Antonio Prieto Velasco Doctor en Traducción e Interpretación
nuestra historia
"NON VERBUM E VERBO, SED SENSUM EXPRIMERE DE SENSU" (San Jerónimo)
Breve historia de la traducción bíblica La Biblia es un libro de libros, no solo desde el punto de vista teológico, sino también desde el punto de vista etimológico; no en vano “ta biblia” es el plural para el griego “ton biblion” (libro). De hecho, es una amplia colección de 73 libros originalmente escritos en hebreo, arameo y griego y que se distribuyen en dos grandes bloques, el Antiguo Testamento, que incluye 46 de esos libros, y el Nuevo Testamento que incluye los 27 restantes. La grandeza de este Libro con mayúsculas no está es su extensión, más bien reside en el hecho de que su escritura fuera inspirada por el Espíritu Santo y que su contenido es la Palabra de Dios, el reflejo escrito de la voluntad del Padre y el mensaje de redención legado por su Hijo, nuestro Señor. La lectura de la Biblia, siempre enriquecedora para los seguidores de Cristo, puede hacerse de múltiples formas: desde el punto de vista sencillamente cristiano, de la justicia, la salvación, la liberación, el amor, la Iglesia o la oración. Estos mismos modos de lectura debieron realizar los que abordaron en un primer tiempo la difícil, aunque seguramente apasionante, tarea de traducir la Biblia. Las primeras traducciones de las Escrituras La diáspora judía que siguió al aplastamiento de diversas revueltas populares por parte de Roma a partir del año 70 d. C. (cuando se destruyo el Segundo Templo) hizo que muchos judíos en el exilio olvidasen prácticamente su lengua. Esto generó la necesidad de traducir los textos bíblicos a lenguas como el latín y el griego, lenguas usadas por la mayoría de la población del imperio, tanto como lengua materna como lingua franca. De esta época, los primeros siglos de nuestra era, datan versiones traducidas de la Biblia como la Vetus Latina o la
San Jerónimo traduciendo las Escrituras. Obra de José de Ribera (1629).
versión alejandrina de las Escrituras. La primera de ellas agrupa un conjunto de textos bíblicos traducidos en el siglo II d. C. dirigidos a los cristianos latinoparlantes; supone el primer intento de traducción del griego y el hebreo al latín. La segunda versión que mencionábamos anteriormente es más conocida como Biblia de los LXX o Septuaginta. En el siglo III a. C., Ptolomeo II encargó la traducción del hebreo al griego a 72 sabios que dominaban estas lenguas, de ahí el nombre de Septuaginta que recibió esta Biblia israelita griega. De la Septuaginta a la Vulgata Versiones traducidas como la Vetus Latina o la Septuaginta contribuyeron sin duda al conocimiento de las Escrituras y a su difusión. No obstante, hay
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siete idiomas, hablaba latín y llegó a dominar el griego. Sin embargo, cuando recibió el encargo papal, sus conocimientos de hebreo no eran suficientes, por lo que se trasladó a Belén para mejorar el idioma y emprender su tarea traductora. La ausencia de medios mecánicos para reproducir la obra dio lugar a numerosos errores de copia, lo que provocó que los distintos documentos manuscritos que tomaban como punto de partida la Vulgata fueran lo suficientemente desiguales como para inducir a confusión. Este tipo de errores no eran tolerables teológicamente, dado que se trata de un texto inspirado por el Espíritu Santo y que contiene la Palabra de Dios. Vulgata de San Jerónimo (año 1590).
que tener en cuenta que, aunque contribuyeron a fijar las enseñanzas de Cristo, la trasmisión oral seguía siendo el principal canal a través del cual se difundía la Palabra de Dios, pues el pueblo era mayoritariamente iletrado y los textos solo eran de utilidad para sacerdotes, escribanos y unos pocos miembros de la clase social ilustrada. Asimismo, otro problema que planteaban estas versiones pre-jeronímicas es que eran compilaciones parciales de las Escrituras y no daban buena cuenta del mensaje divino desde una perspectiva holística. Sin embargo, consciente de ello, el papa Dámaso I encargó a un sacerdote de Estridón en el 382 d.C. una traducción completa del Antiguo y Nuevo Testamento. Esta magna obra del que posteriormente sería Padre y Doctor de la Iglesia, San Jerónimo, fue terminada en el año 405 d.C. dando origen a un texto que sería oficial para la Iglesia Católica de Roma desde su reconocimiento en el Concilio de Trento hasta la publicación en 1979 de la Neovulgata. La repercusión de esta versión tiene que ver con la aproximación al estudio que San Jerónimo hizo sobre los textos bíblicos, tratando de acercar la Palabra al pueblo. San Jerónimo, del que se dice que conocía
Benedicto XVI, al comentar la Vulgata en una Audiencia General, habló de los criterios que San Jerónimo siguió en su traducción. Se refirió a la literalidad de "respetar incluso el orden de las palabras en las Sagradas Escrituras", porque tal orden, "es un misterio", es decir, "una revelación" en sí mismo. Esta afirmación es discutible desde el punto de vista traductológico, pues toda traducción debe perseguir la inteligibilidad del destinatario. Hay que recordar que los textos inspirados por el Espíritu Santo son los originales; ni siquiera la Vulgata goza de ese privilegio, de ahí que el propio San Jerónimo afirmara: “Non verbum e verbo, sed sensum exprimere de sensu”, es decir, no hay que traducir palabra por palabra sino transmitir el sentido. Las Escrituras a lo largo de la Edad Media El latín, lengua oficial del Imperio Romano y de la Iglesia Católica, comenzó su declive con la caída del Imperio en 476, año en que el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo, es depuesto por la invasión de los pueblos bárbaros. Precisamente este término era el empleado por los griegos para referirse a los pueblos que no hablaban griego. No tiene ello que ver con la pérdida de hegemonía del latín. No existió en realidad una decadencia en lo lingüístico, sí en lo político (pues
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fueron tiempos de agitación); al contrario, el latín vulgar hablado por la población romanizada comenzó a desmembrarse en una serie de dialectos romances que tras un proceso de evolución y unificación (política, legal y cultural), dieron lugar a lenguas como el español, el francés, el italiano, el portugués, etc. La Biblia y la traducción de las Escrituras no fueron ajenas a estos cambios. Lo que comenzó como una serie de anotaciones a los márgenes que los monjes realizaban en lengua romance a los textos sagrados en latín, acabó por dar lugar a textos completamente redactados en aquella lengua. En el caso del español, estas anotaciones tienen su máximo exponente en las glosas silenses y emilianenses que se conservan en los Monasterios de Santo Domingo de Silos y San Millán de la Cogolla, auténticas cunas del castellano. En un nuevo intento de llegar a lo más profundo de las creencias del pueblo, la traducción fue de nuevo una tarea necesaria para transmitir la Palabra a un pueblo que había dejado de usar y comprender una lengua que ya no era tal: el latín había dejado de existir como lengua natural. En este orden de cosas comenzaron a surgir traducciones parciales al castellano, así como a otras lenguas vernáculas, como las de algunos libros bíblicos realizadas a lo largo del siglo XIII, destacando en este período prealfonsino, la Biblia Medieval Romanceada o la Fazienda de Ultramar. Sin embargo, la primera Biblia íntegramente en castellano fue una traducción de la Vulgata latina de San Jerónimo, la Biblia Alfonsina castellana (1280), recogida en la Grande e general estoria de Alfonso X El Sabio. A pesar de lo que se pudiera pensar, la afamada Escuela de Traductores de Toledo tuvo poco que hacer en cuanto a la traducción de los textos bíblicos. En su primera etapa (s. XII) se tradujeron fundamentalmente textos filosófico-religiosos del árabes y el griego hacia el latín, sobre todo debido a la prohibición manifiesta de Roma de traducir la
Portada de la Biblia del Oso de Reina-Valera (1569).
Biblia una lengua otra del latín. En su segunda etapa, bajo el mecenazgo del Rey Sabio (s. XIII), abundaban las traducciones a la lengua romance de tratados de astronomía, física, alquimia y matemáticas. Entre los siglos XIII y XIV, también se desarrollan biblias en francés, como la de Guyart des Moulins (1297), y en inglés como la de J. Wycliff (1382). A pesar de que, como hemos visto, existen versiones en lengua vernácula previas a la imprenta, no fue hasta después de su invención en 1440 cuando empezaron a proliferar en Europa las primeras biblias en las lenguas nacionales de cada estado: la Biblia holandesa de Jacob van Liesvelt (1526); la Biblia francesa de Jacques Lefevre d’Étaples (conocida como Faber Stapulensis, 1528); la Biblia española de Casiodoro de Reina (conocida como Biblia del Oso o Reina-Valera, 1569); la Biblia checa o Biblia de Kralice, (1579–1593); la Biblia inglesa o Biblia del rey Jacobo (1611).
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Mención aparte merece la traducción de la Biblia al alemán realizada Martin Lutero en 1534. Tres son los elementos de su obra traducida que mayor repercusión tuvieron en la época a todos los niveles: 1. Su traducción contribuyó decisivamente a unificar las hablas germánicas en una sola lengua a modo de canon lingüístico. 2. Esta unificación lingüística influyó, a su vez, en una mayor unidad política de los distintos príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico, deseosos de eclipsar el poder imperial. 3. Con la inclusión de la palabra allein (solo) en su traducción, la Biblia afirmaba entonces que “solo por la fe se salva el hombre”, motivo de discrepancia teológica que dio lugar a la Reforma protestante de las iglesias luteranas y la Contrarreforma de la Iglesia Católica. Las ideas de Lutero pronto se extendieron por Europa y España no fue una excepción. En Montilla, hay que señalar, la figura de Juan Pérez de Pineda (Montilla, c. 1500-París, 1567), reformador calvinista del siglo XVI conocido en los círculos protestantes como Pierius y que destacó como encargado de negocios y agente diplomático del emperador Carlos I en Roma. Desde esa posición de poder, imprimió en 1556 en Suiza El Testamento nuevo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo Nueva y fielmente traducido del original griego en romance castellano, para el cual se ayudó de las traducciones que hicieran Francisco de Enzinas y Juan de Valdés. Las traducciones castellanas de las Sagradas Escrituras Tras la primera Biblia traducida a la lengua vulgar (Biblia Alfonsina de 1280), se suceden diversas traducciones a lo largo de los siglos XIV y XV. Una de las versiones más conocidas de las elaboradas por traductores judíos de la época es la llamada Biblia de Alba. Esta biblia fue traducida por Moshé Arragel bajo los auspicios del Maestre de la Orden de Calatrava, Luis González de Guzmán.
En 1502, el Cardenal Cisneros patrocina la traducción de la Biblia Políglota Complutense, una edición cuatrilingüe de la Vulgata que aspiraba a ser un texto bíblico de repercusión semejante al de Lutero en Alemania o al de la biblia del rey Jacobo en Inglaterra. Aunque finalizada en 1517, la publicación de la Complutense se retrasó hasta que el papa León X la sancionó en 1520. Dada la libertad de interpretación que se propugnaba desde los postulados luteranos, en 1553 se promocionó en España la traducción literal “palabra por palabra” de las Escrituras en la versión que vino en denominarse Biblia de Génova, traducida al castellano por traductores sefardíes residentes en Italia. Años más tarde, entre 1567 y 1569 y gracias al legado del montillano Pérez de Pineda, Casiodoro de Reina publicó en Basilea (Suiza) la Biblia del Oso, que sería conocida más tarde con Biblia Reina-Valera, tras la revisión efectuada por este último. En 1566, Felipe II encargó a su capellán y “rey de los exégetas españoles”, Benito Arias Montano, la ingente obra de la Biblia Políglota de Amberes, denominada Biblia Regia. Las innovaciones introducidas con respecto a la Biblia Políglota Complutense y, más aún, en relación con la Vulgata, levantaron los recelos de la Inquisición, y fue denunciada por León de Castro, si bien pudo ser finalmente editada en Amberes en 1572. Ya en el siglo XVIII, en 1780, el rey Carlos III encomendó a Felipe Scio la traducción de la Biblia completa al castellano junto a otro sacerdote escolapio, Benito Feliú de San Pedro. Esta biblia vio la luz entre 1791 y 1793, tras concederse la autorización del Inquisidor General Felipe Bertrán en 1782 la traducción de las Sagradas Escrituras a lengua vernácula. Esta traducción es demasiado literal, en un afán exacerbado de ajustarse a la letra de la Vulgata. Es un monumento de erudición por las notas a pie de
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página, que recogen también posibles variantes de la traducción al castellano y notas de tipo espiritual. Se alude a los textos hebreos y griegos para ciertos libros del Antiguo Testamento; todo evidencia un vasto conocimiento de las Escrituras; la edición se acompaña de índices de nombres y lugares muy completos, una cronología, genealogías, introducciones a los diversos libros y otros elementos auxiliares. En definitiva, es una buena traducción. Entre 1823 y 1825 se publicó la Biblia de Petisco y Torres Amat. Esta traducción no es más que una nueva versión de la Vulgata realizada por el canónigo catalán Félix Torres Amat, a partir de una versión previa e inédita del jesuita José Miguel Petisco. Las traducciones posteriores a la encíclica Divino Afflante Spiritu (Pío XII, 1943) La encíclica del Papa Pío XII Divino Afflante Spiritu (1943) supone un antes y un después en la historia de la traducción de las Escrituras. Pío Xll, a raíz de reconocer el Concilio Vaticano II el honor debido a Nuevo Testamento de la Biblia Políglota Complutense (año 1520).
la Vulgata, recomienda que se hagan traducciones directamente de los textos bíblicos originales y no exclusivamente de la Vulgata jeronimiana. Gracias a esta recomendación papal, se abandona por primera vez la Vulgata latina como base para las traducciones de las versiones católicas. Así, en España, se publicó en la Biblia Nácar-Colunga (1944), la primera traducción católica de la Biblia completa hecha de las lenguas originales. A esta versión le sigue la Biblia de Bover-Cantera (1947), versión traducida desde el arameo, hebreo y griego y con un criterio doctrinal con el que trata de la fidelidad y literalidad Entre 1944 y 1951, vio la luz la primera versión católica americana hecha sobre los textos primitivos, la Biblia Comentada de Straubinger, publicada en Argentina. Entre las versiones recientes de mayor repercusión está la Biblia de Jerusalén (1966), traducida al castellano en 1967 desde el francés y dirigida por J. A. Ubieta siguiendo los criterios interpretativos de la versión francesa. Asimismo, encontramos la Nueva Biblia española (1976), elaborada bajo la dirección de Luis Alonso Schöckel y Juan Mateos. Esta traducción responde a los criterios de la lingüística moderna y la nueva estilística, dando lugar a un texto bello pero conservando la fidelidad al original. En última instancia, debemos reconocer los esfuerzos de la traducción ecuménica e interconfesional de numerosos exégetas católicos y protestantes que ya en 1972 publicaron su versión del Nuevo Testamento y en 1973 la del Antiguo Testamento. A partir de ahí, se emprendió una tarea que culminó en 1978 con la publicación de la Biblia Interconfesional (Nuevo testamento). Hoy en día pueden consultarse muchas de estas versiones a través de Internet. Para concluir podemos recordar las palabras de Benedicto XVI, quien entiende que Dios tiene un mensaje para cada uno de nosotros y que “debemos aprender a amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura porque ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”.
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noticias EL DOCTOR ANTONIO BELLIDO PRONUNCIA LA NOVENA EDICIÓN
Sentida Exaltación de las Siete Palabras El médico sevillano Antonio Bellido Navarro ha sido el encargado de pronunciar la Exaltación de las Siete Palabras del presente año 2011. Este acto, recuperado por nuestra Cofradía hace ocho años, saca de la liturgia del Viernes Santo aquellos sermones de las Siete Palabras celebrados antaño, convirtiéndolos en una exaltación que tiene lugar cada cuaresma. Por ello, este acto cultural no se limita a ser un pregón o una conferencia, sino que pretende profundizar en las últimas palabras de Cristo en la Cruz desde la llamada a la reflexión del exaltador. Vicente García Caviedes, exaltador del pasado año y autor de la presentación del actual, excuso su presencia en el acto, siendo ésta leída por el secretario de la cofradía. En ella destacó la gran calidad humana de Bellido frente a su amplísimo currículum profesional y cofrade, haciendo hincapié en su implicación en la lucha contra la leucemia. El propio exaltador pondría esto mismo de manifiesto más tarde, al emular los versos de Machado dando gracias a Dios por su profesión y diciendo que es “la escalera que Cristo le ha prestado para subir al madero a quitarle los clavos…” Poesía y prosa estuvieron presentes en la exaltación, en la que se detuvo a reflexionar desde el punto de vista más humano sobre cada una de las siete exclamaciones que Cristo pronunció clavado en la Cruz. Cabrían destacar las bellas palabras con las que se refirió a la mujer, partiendo de la frase testamentaria “Madre he ahí a tu hijo… he ahí a tu Madre”. Finalmente el exaltador, que desde que tuvimos los primeros contactos con él se mostró muy interesado por conocer la historia e inquietudes de nuestra
cofradía, ensalzó la recuperación de la Vera Cruz montillana, y en todo momento tuvo sentidas palabras hacia nuestros titulares. El acto, que se celebró el pasado 2 de abril en la Parroquia de Santiago, estuvo amenizado por la actuación del cuarteto de cuerda “Arbós”, entre cuyos miembros se encuentra el músico montillano Jesús Casas Polonio. El cuarteto interpretó un repertorio de marchas procesionales escogidas por el propio exaltador. Antonio Bellido en un momento de su singular Exaltación.
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noticias EL RECOGIMIENTO Y LA PENITENCIA INAUGURAN LA CUARESMA MONTILLANA
Celebración del Solemne Quinario y la Función de Regla El pasado día 9 de marzo, Miércoles de Ceniza, acudimos como viene siendo habitual a la Parroquia de Santiago para iniciar la celebración del Quinario en honor a nuestros Titulares. D. Miguel Varona, consiliario de la Cofradía predicó el primer día animándonos a vivir intensamente este tiempo litúrgico tan valioso que nos conduce hacia la Fiesta de la Resurrección. Este año hemos contado además con D. José Almedina Polonio y D. Carlos J. Gallardo Panadero, rectores del Santuario de San Juan de Ávila, que han participado predicando los siguientes días de celebración.
Bascón Berríos y D. José Almedina Polonio, en agradecimiento a su generosa labor y cooperación. El acompañamiento musical estuvo a cargo del Coro de Santiago que, sin duda, propició el ambiente de recogimiento y solemnidad que requiere tal ocasión. D. José Almedina en un momento de la Solemne Fiesta de Regla.
El domingo, quinto día del Quinario, concluyeron los cultos con la celebración de la Solemne Misa de Regla que estuvo presidida por D. José Almedina. Con su cercanía y especial sensibilidad supo transmitir el mensaje del Evangelio alentándonos a vivir con recogimiento estos días de Cuaresma en los que nuestro compromiso con Dios debe ser aún mayor. Durante la celebración se impusieron las medallas de honor de la Cofradía, como se acordó en Cabildo de oficiales, a D. Juan Rafael Portero Criado, D. Miguel García Córdoba, D. Rafael EL CALVARIO DE CLAVELES ROJOS ES SUSTITUIDO POR UNA COMPOSICIÓN MÁS DINÁMICA
Nueva ornamentación floral para el trono de nuestros Titulares El florista sevillano Eduardo Fernández Melero será el encargado de realizar el exorno floral del trono sobre el que nuestros Sagrados Titulares recorrerán las calles de nuestra ciudad el próximo Martes Santo. El empeño de la Junta de Gobierno por engrandecer el cortejo procesional le ha llevado hasta este reconocido f lorista, que ha trabajado para numerosas hermandades sevillanas como la de los Panaderos, Montesión, la Sed , el Señor de las Penas de Triana o el Cautivo de San Pablo. En la actualidad, Eduardo Fernández realiza la ornamentación floral de otras hermandades de Pasión, como el Santo Entierro de Écija, así como de varias hermandades de Gloria, como la del Rocío de San Pablo de Sevilla.
Para la próxima Estación de Penitencia, el tradicional Calvario de claveles rojos será sustituido por una composición floral que realce aún más la belleza del Señor de Zacatecas y su Santa Madre, la Virgen del Socorro, y en la que se combinen distintos tipos de flores con colores representativos del tiempo cuaresmal: el rojo de la Pasión y el morado de la Penitencia. Así, la combinación predominante la conformarán flores como los alhelíes, iris y jacintos morados entre los que se intercala un salpicado de rosas rojas. La crestería del trono la circunda un enramado de acacia en recuerdo de las espinas clavadas en la frente del Redentor. De esta manera se pretende realzar el simbolismo de la dramática escena de la Madre Dolorosa a los pies de su Hijo clavado en la Cruz.
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noticias LA FORMACIÓN MÚSICO-CULTURAL SORPRENDE CON SU PROYECTO DIDÁCTICO
Camerata Ipagro descubre los entresijos de la marcha procesional El acto se abrió con la proyección de unas imágenes de la Semana Santa de Sevilla captadas en 1896 y con la interpretación simultánea de la Marcha Fúnebre de Chopin. A partir de ahí José Galisteo fue trazando una semblanza a través de la historia de la marcha procesional, desde sus orígenes en el siglo XIX, hasta la actualidad. Por su parte la Camerata interpretó algunas de las piezas más representativas de este género, ilustrando de esta manera la narración. Caben destacar la marcha fúnebre de la ópera Ione, de Errico Petrella, y Amarguras, de Manuel Font de Anta, de las que Galisteo desarrollo un didáctico análisis musical, explicando cada una de sus partes. De esta manera se repasó a continuación la obra de los principales músicos de este género en el siglo XX. Así hasta llegar al panorama actual con el emblemático Abel Moreno o los recientes éxitos de los más mediáticos Manuel Marvizón y Paco Lola.
Cartel anunciador del proyecto didáctico-musical.
La marcha procesional: génesis, evolución y resplandor de un género musical, con este nombre se presentaba la conferencia-concierto que la Cofradía de la Santa Vera Cruz organizó el pasado domingo 27 de marzo en el Teatro Garnelo. El acto fue protagonizado por el grupo de plectro aguilarense Camerata Ipagro, que interpretó una serie de piezas musicales bajo la batuta del egabrense Antonio Moral Jurado, ilustrando así la ponencia del músico e historiador José Galisteo Martínez. Este proyecto didáctico-musical contó, además de con los instrumentos propios de pulso y pua, con intervenciones puntuales de saxo, clarinete y percusión, con intervenciones vocales de los mismos miembros de la Camerata, y con proyecciones de imágenes gráficos y video.
El acto se cerró con un homenaje por parte de la Camerata Ipagro al salesiano recientemente fallecido don Antonio Ferrete, auténtico maestro y entusiasta de los instrumentos de pulso y púa en nuestra localidad.
Componentes del grupo de plectro Camerata Ipagro de Aguilar de la Frontera.
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noticias SON OBRA DE LOS TALLISTAS CORDOBESES MANUEL JURADO Y MIGUEL ORTIZ
Nuevos faroles de guía para el Martes Santo Aunque cuando se escriben estas líneas aún no ha sido finalizada su ejecución, a día de hoy ya se puede decir que el principal estreno de nuestra Cofradía para el próximo Martes Santo serán los dos faroles que acompañan a la Cruz de Guía que abre el cortejo procesional de la Santa Vera Cruz. Después de cinco años procesionando con los faroles de guía que nos prestaba la Hermandad del Santo Entierro de Aguilar de la Frontera, esta Semana Santa se estrenarán las dos nuevas piezas, obra de los tallistas cordobeses Manuel Jurado y Miguel Ortiz. Para su diseño, siguiendo la misma línea que el trono, los tallistas se han basado en los retablos del primer tercio del siglo XVII existentes en la Parroquia de Santiago. Concretamente, en el caso de los faroles, se toma como referencia el sagrario del retablo obra del jesuita Díaz de Rivero que hoy en día preside la imagen de la Inmaculada Concepción. Este mismo diseño a mayor escala se podría tomar en un futuro para los cuatro faroles que rematarán las esquinas del paso, en sustitución de los actuales hachones de cera.
Boceto del farol de guía diseñado por los tallistas Manuel Jurado y Miguel Ortiz.
Detalle del sagrario del retablo de Díaz de Rivero en la Parroquia de Santiago.
Aunque este año los faroles saldrán completamente terminados de la fase de carpintería y talla, la Cofradía baraja asimismo la posibilidad de añadir posteriormente incrustaciones de orfebrería en plata, a juego con el diseño de terminación del paso, cuya talla acometerán estos mismos artistas y que ha sido concebido e inspirado en los mismos elementos y estilos arquitectónicos del templo parroquial de Santiago Apóstol, sede canónica de nuestra Cofradía. De momento quedamos a la espera de que llegue el Martes Santo para poder admirar estas piezas abriendo la Estación de Penitencia y haciendo las veces de digno marco a nuestra singular Cruz Guía.
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Cultos Parroquiales PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL SEMANA SANTA 2011 DOMINGO DE RAMOS 11.00h ........Misa de Bendición de Palmas JUEVES SANTO 18.00h ............Misa de la Cena del Señor 23.00h ...........Hora Santa comunitaria de toda la Parroquia Al acabar la Hora Santa, Turno de vela de la Adoración Nocturna VIERNES SANTO 18.00h .......Oficio de la Pasión del Señor SÁBADO SANTO 21.30h .......................Vigilia Pascual DOMINGO DE PASCUA 12.00h ......................Misa de Pascua
Teléfono Parroquia: 957 655 645
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La Cofradia Penitencial de La Santa Vera Cruz Devota Hermandad del Santo Cristo de Zacatecas y Santa Maria del Socorro Madre de Dios y Señora Nuestra Dedica a sus Amantísimos Titulares el próximo 15 de abril, Viernes de Dolores, a partir de las 20,30 horas, en su sede canónica y Parroquia Mayor de Santiago Apóstol,
Solemne Besapiés y Besamanos A las 22,30 horas,
Procesión Claustral de Traslado y Entronación del Señor Crucificado de Zacatecas
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La Cofradia Penitencial de La Santa Vera Cruz canónicamente establecida en la
Parroquia Mayor de Santiago Apóstol en cumplimiento del Artículo IV.1.b. de su Estatuo y Regla realizará el próximo día 19 de abril, Martes Santo
Estación de Penitencia acompañando a sus Sagrados Titulares
Santo Cristo de Zacatecas y Santa María del Socorro Madre de Dios y Señora Nuestra
Dará comienzo a las 20,30 horas y tomará el siguiente itinerario: Iglesia, Gran Capitán, Llano de Palacio, Paseo de Cervantes, Coto, Cuesta del Muladar, Juan Colín, Plaza de Munda, Ancha, Fuente Álamo, Médico Cabello. 23,45 h, Puerta de Aguilar, Corredera, Plaza de la Rosa, Arcipreste Fernández Casado e Iglesia concluyendo a las 01,00 horas en el templo parroquial de Santiago.
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Miguel Varona Villar Consiliario
Reflexiones Reflexiones
Si me olvido de ti, Jersulalén... (Sal 137, 5a) Mis queridos hermanos de la Vera Cruz: Escribo este saludo en vuestra revista a petición del Hermano Mayor, que atiendo con sumo gusto, a los pocos días de finalizar la Peregrinación diocesana a Tierra Santa. Quiere ser un testimonio de unos días intensos y fecundos, recorriendo los lugares físicos donde Jesucristo, nuestro Señor, nació, vivió entre los hombres, trabajó, pasó haciendo el bien, y sufrió muerte en Cruz, para resucitar glorioso de entre los muertos y, ascendido al cielo, seguir intercediendo por todos nosotros. Encabezados por nuestro Obispo, Mons. Demetrio Fernández González, 130 peregrinos y 9 sacerdotes hemos compartido oración y celebraciones, largos momentos de avión y autobús, madrugones y vueltas al alojamiento con gran cansancio… Todo esto se resume en que hemos compartido la fe, la presencia viva de Cristo Jesús, verdadero Dios pero también Huerto de Getsemaní, donde Nuestro Señor fue prendido tras la cena Pascual.
verdadero hombre como nosotros, cogidos también de la mano de su Madre, la Virgen María, y de tantos cristianos que en todos los tiempos han recorrido sus pasos, en estos lugares y en sus propias vidas. En verdad que es una tierra “santa”, porque los pies del Maestro la santificaron. Una tierra feraz y hermosa, muy parecida a nuestra querida Andalucía, de grandes contrastes entre las alturas del norte y la depresión del Mar Muerto, o entre el verdor que rodea al ‘Mar’ de Galilea y serpentea por el curso del Jordán frente a los desiertos que la circundan. Como los contrastes de nuestra vida, con sus gozos y sus sombras, con sus esperanzas y sus decepciones… Pero, cuando esta vida se llena de la presencia del Resucitado, se hace una vida “santa”, nueva y transformada. Como peregrino, viví intensamente el recorrido por el Huerto de los Olivos, con una intensa Hora Santa en que acompañamos al Señor en su agonía, en la llamada Iglesia de Todas las Naciones. ¡Qué hermoso fue pasear, a la luz de la luna, por entre los olivos milenarios que la rodean, tal y como hizo Jesús y sus discípulos antes de su arresto! Un reciente estudio ha comprobado que, al menos cuatro de ellos, proceden de la misma época de Jesús… O la Iglesia del Santo Sepulcro, que encierra, como un relicario, tres lugares especialísimos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo: el Gólgota, la Piedra de la Unción y el Sepulcro. Nuestro Obispo y los sacerdotes pudimos estar a solas en éste, durante varios minutos, en paz y silencio, en oración. Un lugar de penumbras, que una mañana de domingo se llenó de luz y vida cuando Cristo venció, a favor nuestro, las ataduras de la muerte eterna.
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Mucho más podría deciros, pero se acortan estas páginas y tengo que haceros partícipes de algo que hice en todos estos lugares. Algo que es propio de un sacerdote y que San Juan de Ávila ponía como labor diaria para nosotros: pedir, suplicar, interceder ante el Padre, por todos y cada uno de los fieles que nos han sido confiados. En algunos momentos puse nombres y apellidos en mis oraciones, es cierto, pero he intentando poneros a todos en mis oraciones y deseos en Tierra Santa.
Interior de la Iglesia del Santo Sepulcro.
Y Caná de Galilea, cuando realizó su primer milagro al cambiar el agua en vino para alegría de unos recién casados. Estar en medio del Mar-Lago donde ‘pescó’ a unos pescadores de peces para hacerlos “pescadores de hombres”. Belén y Nazaret, de la mano siempre materna y amorosa de María, agradeciendo su “Sí” confiado al Señor. Un monte donde se transfiguró ante sus tres discípulos predilectos, para darles fuerza y coraje ante el escándalo de su Pasión.
Esta peregrinación es un hecho que no se puede olvidar. Los judíos piadosos en el exilio de Babilonia así cantaban en el Salmo que pone título a estas líneas. Se deseaban lo peor, “que se me paralice la mano derecha… que se me pegue la lengua al paladar”, si olvidaban sus lugares santos, si daban la espalda al Dios de su salvación. Ante los días santos en que celebraremos los misterios centrales de nuestra fe cristiana, ¡que nunca nos olvidemos de la vida santa a que nos llama el Amor de los amores, la Vida que nos ha devuelto el perdón y la vida! Con mis mejores deseos y oraciones por todos vosotros, hermanos de la Vera Cruz, y por vuestras familias y seres queridos, vuestro sacerdote amigo y consiliario.
Iglesia de Caná de Galilea en recuerdo del primer milagro de la vida pública de Nuestro Señor.
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Reflexiones
Patricia Espinosa Blanco Universidad de Deusto
La mirada de Cristo Elegidos por su mirada (Lucas 19, 5-7) Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: “Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.” Se apresuró a bajar y le recibió con mucha alegría. Al verlo todos murmuraban diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Es Cristo el que nos busca. Es Él el que alza su mirada para encontrarnos. Muchas veces nosotros buscamos la Verdad en lugares equivocados. Zaqueo nos da una lección, sube a la higuera, el único lugar que le permitía ver a Jesús entre la muchedumbre… pero es Jesús el que alza la vista, el que mira a Zaqueo y le llama. Y le llama porque quiere ir a su casa. Su casa es el mismo corazón de Zaqueo. Y Cristo desea hospedarse allí, a pesar del asombro y la incredulidad de los discípulos y de todos aquellos que le seguían. ¿Por qué a casa de Zaqueo? Éste era un publicano, cobrador de impuestos, mal visto por los judíos… y además “era bajo de estatura”. Y sin embargo, Jesús le llama por su nombre. Y es así como nos llama a cada uno de nosotros, -por nuestro nombre-. Y nos dice: “quiero hospedarme en tu casa”. Ahora es el momento de dejarnos mirar por Él, el momento de decidir si queremos hacerle un hueco en nuestras vidas, en nuestro corazón, en nuestro día a día. Cristo ha alzado sus ojos, nos ha buscado, nos ha encontrado, ¿le abriremos nuestras puertas?... HEMOS SIDO ELEGIDOS POR SU MIRADA. Mirada de amor, de predilección (Mc 10, 17-22) Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer par tener en herencia vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: no mates, no comentas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.” Él, entonces, le
Stmo. Cristo de la Juventud presentado al Pueblo por Poncio Pilatos.
dijo: “Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.” Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: “Una cosa te falta. Anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.” Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Fijando en él su mirada, le amó. Ven y sígueme. Es lo único que nos pide, que dejemos nuestras riquezas, es decir, nuestras seguridades, nuestros mundos egoístas, que rompamos todas aquellas sogas que nos atan y no nos permiten ir y seguirle. El joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. ¿Pero hay mayor bien que el amor de Cristo? Esa mirada, ese amor que nos hace libres, que no nos anula, al contrario, nos colma de libertad, es lo que sentimos si nos dejamos mirar. Sí, mirar y amar. Cristo fija en cada aliento de nuestra vida su mirada en nosotros, y nos ama. Nos ama profundamente. Nos ama y nos entrega un tesoro en el cielo.
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Mirada compasiva y agradecida (Lc 7, 44-48) Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra”. Cristo una vez más se vuelve hacia nosotros. Y nos agradece ante todos, nuestros pequeños gestos de amor. La mujer le ha dado todo lo que tenía, sus lágrimas han enjugado sus pies, y como toalla ha utilizado sus propios cabellos. Ninguna riqueza sobre la mesa. Cristo mira los pequeños detalles. Algo tan íntimo, tan personal, tan único y tan nuestro: nuestras lágrimas y nuestro cabello. Quizá nosotros no tengamos otra cosa, pero Jesús es lo único que
Nuestro Padre Jesús Nazareno carga con la Cruz a cuestas.
desea. Nuestro propio ser para derramar en él su amor. Mirada de fe (Mc 5, 30-34) Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: “¿Quién me ha tocado los vestidos?” Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ¿Quién me ha tocado?” Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz y queda curada de tu enfermedad”. Entre la muchedumbre Jesús sabe cuándo nos acercamos a Él. Sabe que le buscamos, que queremos estar junto a Él. Y Cristo mira a su alrededor y nos sana. Sabe que hemos tocado sus ropas, que confiamos en su Palabra. Nos regala la fe. Una fe a veces temblorosa, dubitativa, una fe que se manifiesta en acciones tan pequeñas como tocar sus vestidos. Pero Cristo no nos pide más. Quiere que confiemos, que tengamos claro que Él puede curar nuestras enfermedades, nuestras heridas. No le importa que nos pongamos en su presencia como niños, temblorosos y atemorizados, porque sólo le importa nuestra fe. Dios mira a su alrededor y nos reconoce a cada uno de nosotros, sabe nuestro nombre, y nos acoge en su regazo. Es él quien nos sana, quien nos da la fuerza para descubrirle, para confiar en su fuerza y contarle la verdad de nuestras vidas… Es Cristo quien nos da su fuerza cuando creemos en su presencia. Mirada de perdón, regalo de su mirada (Lc 22, 5462) “Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos. Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: “Este también estaba con él.” Pero él lo
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la vida. Pero Pedro sí. Aunque lloró, porque le había negado, la mirada de Jesús le devolvió a la vida, le hizo recuperar fuerzas y ser su testigo valiente, su testigo por todo el mundo, la Piedra de la Iglesia, la cabeza visible de la Familia de Dios. Pedro acogió en su corazón la mirada serena del Señor, y comprendió que nadie como Él lo amaba tanto… y se dejó amar. Y entregó su vida por aquél que le eligió, por aquél que le llamó, por aquél que le perdonó su traición. No importa las veces que caigamos o las que neguemos al Maestro… Cristo nos mira, y nos da la oportunidad de volver a su regazo, de volver a amarle y dejarnos amar por Él. Mirada que nos hace hijos en el Hijo (Jn 19, 26-27) Jesús viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo.” Luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora la acogió en su casa. María Stma. de la Encarnación y San Juan Evangelista contemplando el dramatismo del Descendimiento de Nuestro Señor.
negó: “¡Mujer, no le conozco!” Poco después, otro, viéndole, dijo: “Tú también eres uno de ellos.” Pedro dijo: “¡Hombre, no lo soy!”. Pasada como una hora, otro aseguraba: “Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.” Le dijo Pedro: “¡Hombre, no sé de qué hablas!”. Y en aquél momento, estando aún hablando, cantó un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor cuando le dijo: “Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.” Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente. Y llega el momento de ser sus testigos… y como Pedro, ¡tantas veces le negamos!. Pero Cristo se vuelve a nosotros y nos mira, y lo hace con una mirada que nos conforta. Pedro después de sentirse mirado por Jesús, salió fuera y rompió a llorar amargamente. Esto es lo que le diferencia de Judas. Judas no se atrevió a dejarse mirar por el Maestro. Y esto le llevó a quitarse
Mujer, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu Madre. ¡Cómo serían las miradas que se cruzaban entre Madre e Hijo! Miradas de comprensión, de ternura, de generosidad. Mirada con la que nos hace hijos con Él. Nos regala a María, su Madre, como madre nuestra. Mirada sencilla, libre de pretensiones. Esta mirada que transforma la maternidad de María al pie de la cruz. Hasta este momento, María es Madre de Jesús, pero a partir de ahora, de esta mirada serena entre madre e hijo, María pasa a ser Madre de toda la humanidad. Al pie de la Cruz, María no gime, no llora, lo hace en silencio… sabe que es la Voluntad del Padre. Extiende sus brazos, enmudece su boca, fija sus ojos en el Hijo… y nos acoge a todos en Él. Juan se siente hijo, María sabe Madre, Madre de toda la humanidad. Madre mía, Madre tuya. Con los brazos abiertos María nos abraza en su Hijo, junto a su Hijo, nos hace hijos en el Hijo. Nos regalan su tesoro más preciado: la vida misma de Jesús, el amor tierno de una Madre que nunca nos dejará huérfanos.
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Vicente García Caviedes Exaltador de las Siete Palabras 2010
Reflexiones
La Cuaresma, tiempo para la reflexión En este breve suelto que los organizadores del Boletín me permiten utilizar y que me honra y agradezco muy sinceramente, lo único que se pretende es reflexionar no en voz alta, sino en letras pequeñas y mal redactadas, sobre el hecho trascendente de la Cuaresma; de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús y su repercusión en nuestras vidas. Todo ello, visto por un cofrade de a pie. Qué verdad es que existe un tiempo para cada cosa. Aunque tampoco es baladí afirmar que también se dan cosas en cada tiempo. Vivimos el periodo de la Cuaresma durante la que se evoca la etapa en la vida de Jesús en la que estuvo ayunando y en oración, antes de su vida pública. Pero muchos se preguntan ¿Qué significa, en realidad, aparte de ayuno, abstenerse de comer carne, u otro alimento según la Conferencia Episcopal, y la ceniza? En las grandes religiones el ayuno ocupa un puesto importante. En el Islam es el medio por excelencia de experimentar la trascendencia divina. En el judaísmo se observa un gran ayuno el día de la expiación (Hch 27, 9). Su práctica es condición de pertenencia al pueblo de Dios (Lv 23, 29). La cuaresma para los católicos es tiempo de conversión y de fortalecer en nosotros la fe, la esperanza y la caridad. Como dice el Papa actual: “Es un tiempo propicio en el que la Iglesia invita a los cristianos a tomar una conciencia más viva de la obra redentora de Cristo y a vivir con más profundidad el propio Bautismo”. Sin embargo, algunos cofrades nos tienen acostumbrados a todo lo contrario. A que la Cuaresma sea un periodo de discusión, de planteamientos de problemas en nuestras Hermandades. Cuestiones todas que tenían que estar resultas con anterioridad. Parece que esperamos este tiempo para resolver nimios problemas e insólitas
cuestiones, ancladas en subjetivismos absurdos, que parecen buscar más un protagonismo pagano, que una autentica reflexión de cofrades comprometidos con su fe y con su formación integral de católicos. El distraerse con esas cosas y no estar a lo fundamental, me perecen unas especies de tentaciones, que se sufren como las sufrió Jesús al final de sus cuarenta días de ayuno y oración, con la diferencia clara de que, entretenidos en esas niñerías de jugar a los pasitos, ni se ayuna, ni se reza y, consecuentemente, no se rechazan como hizo Él. La Cuaresma debe llevarnos, así mismo a reflexionar sobre la Pasión y Muerte de Cristo que nos invita a decir con la poesía de Max Jacob, el judío que se convirtió al catolicismo tras un encuentro místico con Jesús: “Vengo a albergar mis dolores en tu herido corazón; en las llagas de tus manos haré que vivan mis ansias y en las llagas de tus pies esconderé mis pecados”. Bien es cierto, y no nos cansaremos de escuchar de los que saben, que no podemos quedarnos solo con
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la muerte, sin embargo, como ésta se produjo y fue un hecho importante no está de más recapacitar sobre ella, aunque sea de una manera torpe e inhábil como aquí se hace. A Jesús también le ocurrió lo que nos pasará a nosotros en frase de Séneca: “ El día ese que tienes como el último de tu vida, es el de tu nacimiento a la eternidad ” La muerte de Cristo fue una prueba más de su fragilidad humana, pero su Espíritu, es decir su mensaje de Amor, compendio de su vida y de su Evangelio fue encomendado al Padre, momentáneamente, solo por tres días para después de Resucitado recuperarlo y poderlo enviar a sus discípulos en un Pentecostés constante y continuado. El Santísimo Cristo de Zacatecas es fiel reflejo de esa entrega total al Padre, porque al estar todo “cumplido” resplandece de forma magistral e incomparable la paz del crucificado, que se nos transmite con su contemplación. El Sacerdote Jesuita, P. Igartua, en su Libro “La Resurrección de Jesús y su Cuerpo”. (Ed. Mensajero), apunta que Jesús de Nazaret, murió el día 7 de Abril del año 30 de nuestra era, o el día 14 del mes judío de Nisán. El hecho ocurrió como nos lo escriben los cuatro Evangelistas, aunque no coinciden exactamente en toda su narración si lo hacen de forma similar, en un altozano, o elevación, llamada en latín calvaria, o calavera, que existía fuera de Jerusalén, muy cerca de la Puerta conocida con el nombre de la Tentación. Sitio donde tenían lugar las ejecuciones de las penas de muerte a los condenados a ella por la justicia romana. Es cierto que hubo una leyenda, desde luego sin fundamento alguno, que le atribuía el nombre de Gólgota a aquella altitud, en recuerdo de que allí estaba enterrado el cráneo del primer hombre del universo. El historiador Cornelio Tácito, que escribió los Anales del Imperio, al referirse al nuevo movimiento social que surgía en Roma, influido por la doctrina del cristianismo recoge, aunque con una expresión muy somera la muerte de Jesús: “ Su fundador,
llamado Cristo, fue condenado a muerte por el Procurador Poncio Pilato, imperando Tiberio.” (Anal 15, 44). Igualmente el judío Flavio Josefo, que al parecer era conforme con la situación de imperialismo en la que estaba sumido su pueblo, precisa que tipo de muerte sufrió: “Pilato le condeno al suplicio de la cruz”. (Antiquitates, XVIII, 3, 3). Ante estos testimonios históricos y, sobre todo, para los católicos los contenidos en los cuatro Evangelios, su puede iniciar una aproximación a la historicidad de la muerte de Jesús. Pero siendo todo eso importante, para nosotros, lo que me parece de especial trascendencia es su Resurrección sin la cual todo nuestro cristianismo quedaría sin sentido alguno. Donde mejor comprendí la Resurrección del Señor fue en Tierra Santa. Allí, viendo la Puerta Sagrada, desde el Monte de los Olivos, reflexioné que verdaderamente si no hubiera resucitado, aquella al parecer de algunos “pandilla de cobardes”, no hubieran tenido el autentico y meritorio valor para convertirse en los propagadores de nuestra fe y en nuestros primeros mártires por la obra de Amor de Jesús.
Detalle del rostro del Santo Cristo de Zacatecas
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José Carlos Pérez Morales Licenciado en Historia del Arte. Universidad de Sevilla
arte cofrade
A propósito de los crucificados de Pedro Roldán Actualmente es incuestionable que el eminente artífice Pedro Roldán fue la personalidad más influyente en la plástica sevillana durante toda la segunda mitad del siglo XVII. El taller acaparó un gran porcentaje de los encargos generados, circunstancia que aprovechó para difundir su estilo personal e identificativo. Asimismo, existieron otros autores, documentados o no, que cultivaron una estética cercana conformando la gran amalgama de obras que hoy se nos presenta en el denso grupo que ha convenido en llamarse como roldanesco y que aún debe estudiarse muy en profundidad. El tema que hoy nos ocupa quizás plantee ciertas dudas en lugar de resolverlas o aclararlas. La colaboración entre artistas de distintas disciplinas nos ha legado obras de exquisita belleza pero también otras que hay que analizar exhaustivamente ya que, pese a la existencia de documentos, es la propia ejecución la que nos habla de unas circunstancias diferentes. Nuestras apreciaciones en este ámbito las dirigiremos a una iconografía concreta, la del Cristo Crucificado, que tuvo en Roldán felices resultados al igual que magníficas creaciones. Es de recibo comenzar con la primera obra de esta iconografía que posee el escultor siendo también la que abre su catálogo documentado y “equipo” de colaboradores. Nos referimos al Crucificado que preside el retablo mayor de la iglesia conventual de Santa Ana en la localidad cordobesa de Montilla. Es el médico de la localidad Andrés de Espejo quien contrata, el 27 de junio de 1652, con el ensamblador Blas de Escobar la hechura del magno altar lígneo que rematara la iglesia conventual. A su vez, se subcontrató la imaginería al, por entonces, joven Pedro Roldán1 .
Crucificado ubicado en el retablo del altar mayor de la Iglesia Conventual de Santa Ana, Montilla.
El difunto Crucificado que culmina el retablo es, debido a su perfección en la ejecución material, digno de poder contemplarse a pocos centímetros, ofreciéndonos unos pormenores, por ejemplo, en la solución de los rasgos faciales o la configuración de cabello y barba, que entroncan con la producción del flamenco José de Arce, en especial con el Cristo de la cartuja jerezana de la Defensión, hoy en la catedral, fechado en 1639. Ciertamente, al residir Roldán en Sevilla, tuvo que tener muy presentes obras de este autor como el Cristo de las Penas (1655) o las realizadas para la iglesia del Sagrario (1657). No
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obstante, el retablo montillano es anterior y sus caracteres beben directamente de los postulados europeos que propugna Arce. Quizás se establezca el contacto a través de Blas de Escobar, cuya participación en el retablo mayor de la iglesia colegial de la Candelaria en Zafra es paralela a la ejecución del retablo de Montilla, iniciándose el zafrense en 16532 . De este modo la posible atribución a José de Arce de las efigies de la mercedaria iglesia conventual de la Asunción en Sevilla, hacia 1650, cobra cierto sentido, pudiendo ser éstas fuente de inspiración de Roldán.
y tosquedad en su ejecución, Jorge Bernales aventuró como posible ubicación el presidir el antiguo retablo ya que, hacia 1768, se sustituyó por otro de Salvador Moreno, pasando el Crucifijo a la sacristía del templo, donde hoy se conserva3 . Observamos una suavidad en la plasmación material no vista en el montillano aunque con similar atrevimiento dinámico en zonas concretas. Puede establecerse una relación más que palpable con el recientemente atribuido de la catedral de Jerez de la Frontera, el cual se fecha en 1676 formando parte de la obra del retablo del capítulo de la cartuja4 .
Posterior en el tiempo y con sello más personal es el Crucificado de tamaño académico que realizara en 1681 para el retablo mayor de la iglesia astigitana de San Juan Bautista. Debido a un cierto abocetamiento
Dentro de esta iconografía, el momento de la Expiración dio como resultado una serie de obras que han ido jalonando la evolución de la propia escuela sevillana de escultura. Desde el realizado en 1565 por Marcos Cabrera hasta el aclamado Cachorro de Ruiz Gijón, éste en 1682, han sido numerosos los autores que se han atrevido a representar a Cristo en el preciso instante de su último aliento. De nuevo es la localidad sevillana de Écija la que tiene la suerte de conservar el único Cristo expirante documentado de la mano del maestro, ubicado en la iglesia de Santiago el Mayor5 . La efigie es una maravilla escultórica pudiendo destacarse cabeza, anatomía característica y personal paño de pureza; su inusitada expresividad se ha puesto en relación con el simulacro implorante de Medina Sidonia. Sin embargo, dista mucho en calidad, teniendo su más cercano parangón en el arrodillado de la iglesia del hospital de la Caridad en Sevilla.
Crucificado de la Iglesia de San Juan Bautista Écija (1681)
Finalizar esta breve reseña de las representaciones expirantes con dos piezas que fueron –y siguen siendo- controvertidas en cierto modo. La tradición nos había transmitido la paternidad roldanesca del Crucificado de la hermandad sevillana de la Exaltación, circunstancia actualmente superada al adscribirse a la gubia de su yerno Luis Antonio de los Arcos6 . No tan claro parece el Crucificado de las Misericordias de la iglesia de Santa Cruz en Sevilla, pieza atribuida a Roldán, con cuyo estilo se
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emparenta. Sin embargo, desconcierta su tipo humano, con unos rasgos muy particulares. Veo una conexión entre esta pieza y un San Francisco de la localidad de Zafra, el cual se ha relacionado con Ruiz Gijón a tenor de una carta de pago fechada en 1679 donde se cita la hechura de un Padre Seráfico para unos vecinos de la localidad. Por otro lado, la imagen se fecha en su base en 1694. Queda mucho por investigar en este aspecto pero no hemos de olvidar que el Crucificado de Santa Cruz fue emparentado con Ruiz Gijón por María Elena Gómez Moreno 7. Aprovechamos la ocasión para “sacar a la palestra” algunas efigies que se sitúan en la órbita y que, posiblemente, influyeron en el arte de Roldán. La primera de ellas, el Crucificado de la Salud sito en la iglesia gaditana de Santiago es una interesantísima representación de Crucificado expirante. Anclado en el madero mediante cuatro clavos, con subpedáneo, posee una portentosa anatomía y una no menos impresionante testa. Se encontraba cercano a los modelos de Arce aunque las últimas investigaciones lo emparentan con sólidos fundamentos al quehacer de Alonso Martínez 8.
conversar con el Buen Ladrón, han situado a esta pieza dentro de las creaciones de primera fila citándose entre sus atribuciones a Pedro Roldán y Francisco Antonio Ruiz Gijón11 . Podemos destacar que su perfil se asemeja con el del Cristo Atado a la Columna que se ubicaba en el convento astigitano de las Mínimas12. En contraposición, el gesto inerte del martirio vivido se torna en dulzura en algunos rostros de Roldán. Segura de su mano se considera el Descendido de la hermandad sevillana de la Quinta Angustia cuyo rictus podemos contemplarlo en el Crucificado de la Salud del templo de San Sebastián en la localidad de La Campana13 . El punto final y reflexivo de nuestro breve recorrido será el Crucificado del Perdón de la iglesia montillana de San Agustín. El retablo donde se ubicaba –cuya capilla se finaliza hacia 1689- se encuentra inmerso
También en tierras gaditanas se conservaba el Santo Cristo del Perdón, concretamente en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced. La gran ausencia de datos, tanto documentales como gráficos, hacía muy difícil su estudio y adscripción. No obstante, las pocas instantáneas de que disponemos hacen pensar en una paternidad específica, José de Arce9 , mismo artífice que Esperanza de los Ríos Martínez conjetura autor material del Cristo de la Misericordia, crucificado que corona el retablo mayor de la iglesia lebrijana de Santa María de la Oliva y que fecha hacia 163910 . A modo de conclusión y entroncando con lo roldanesco que se citaba al comienzo nombrar una obra que aún tiene mucho que decir: se trata del Crucificado que preside el retablo mayor de la iglesia de San Francisco en El Puerto de Santa María. Su soberbia anatomía y valiente giro, en ademán de
Detalle del Cristo del Perdón. Iglesia de San Agustín, Montilla
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en un debate en cuanto a su autoría teniéndose como cierta la atribución al ensamblador, natural de la localidad, Cristóbal de Guadix incluyéndose, por extensión, la hechura de la imagen. Recientes investigaciones desmienten tal adscripción considerándola poco consistente14 . Por nuestra parte, pensamos que no va muy desencaminada la interpretación de esta imagen; hemos de tener en cuenta que Guadix colabora directamente con los artistas seguidores del estilo Arce: Roldán, Ribas, los Martínez, de los Arcos, etc., con lo cual se encuentra inmerso en estas corrientes; por un lado, no conocemos bien el modo en que estos retablistas fueran capaces de resolver las hechuras de sus retablos como puede ser el caso de Bernardo Simón de Pineda o Diego López Bueno; por el otro, la subcontratación de las imaginerías de los retablos es algo que no podemos tomar a la ligera ya que los documentos, en casos, pueden resultar engañosos, debiendo de acudir a la propia materialidad de la obra 15 . Es por ello que estas “benditas colaboraciones” nos han legado grandes obras de arte y grandes trabas para su interpretación. DÁVILA-ARMERO DEL ARENAL, Álvaro y PÉREZ MORALES, José Carlos: “Retablo mayor. Parte escultórica” en Pedro Roldán, vol. II, Sevilla, 2008, págs. 18-29. 2 Ver RUBIO MASA, Juan Carlos: “José de Arce y la cuestión de la autoría de la escultura del retablo mayor de la Colegiata de Zafra” en Symposium Internacional Alonso Cano y su época, Granada, 2002, págs. 763-772. 3 DÁVILA-ARMERO DEL ARENAL, Álvaro y PÉREZ MORALES, José Carlos: “Crucificado y San Juan Bautista” en Pedro Roldán, vol. II, Sevilla, 2008, págs. 250-251. 4 ABUIN, Francisco: “Atribuido el crucificado de la catedral a Roldán” en Diario de Jerez, Jerez de la Frontera, 7 de marzo de 2008. 5 DÁVILA-ARMERO DEL ARENAL, Álvaro y PÉREZ MORALES, José Carlos: “Santísimo Cristo de la Expiración” en Pedro Roldán, vol. II, Sevilla, 2008, págs. 232-235. 6 TORREJÓN DÍAZ, Antonio: “El entorno familiar y artístico de La Roldana: el taller de Pedro Roldán” en 1
Roldana, Sevilla, 2007, pág. 65. 7 Mi más sincero agradecimiento a Juan Carlos Rubio Masa por la información suministrada del ámbito de Zafra. 8 ALONSO DE LA SIERRA FERNÁNDEZ, Lorenzo: “La irrupción del pleno Barroco en la escultura sevillana: Reflexiones sobre el crucificado de la Salud de Cádiz” en Encrucijada, nº 0, México, 2008, págs. 70-77. 9 CASTELLANO PAVÓN, Miguel Ángel: “La pérdida de una joya: el Santísimo Cristo del Perdón de los Soprani” en www.lahornacina.com (abril de 2009 y consultada en febrero de 2011). 10 DE LOS RÍOS MARTÍNEZ, Esperanza: José de Arce. Escultor flamenco, Sevilla, 2007, págs. 117-122. 11 Ver GONZÁLEZ LUQUE, Francisco: “El Crucificado del retablo mayor de San Francisco en El Puerto de Santa María” en Pliegos de la Academia, nº 14, El Puerto de Santa María, 2009, págs. 83-93. 12 Su conocimiento lo debemos a unas instantáneas de la Fototeca del Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla. Este convento, hoy regentado por Hermanas Filipenses, posee un conjunto de obras que se sitúan en la órbita de Roldán como un magnífico Nazareno de vestir fechado hacia 1701. 13 PÉREZ MORALES, José Carlos: “Aires flamencos en la plástica sevillana del Seiscientos: la impronta de Arce en la obra temprana de Pedro Roldán” en Boletín de la hermandad de la Quinta Angustia, nº 104, Sevilla, 2009, pág. 14. 14 HERRERA GARCÍA, Francisco Javier: “El arquitecto de retablos Cristóbal de Guadix: adiciones y comentarios a su producción” en Laboratorio de arte, nº 16, Sevilla, 2003, págs. 175-176. 15 Tal caso podemos verlo en el retablo mayor de la iglesia del hospital de la Misericordia en Sevilla que se contrata en 1668 con Bernardo Simón de Pineda, Andrés Montero y Juan de Valdés Leal. Se cita textualmente en el contrato que la parte escultórica tenía que ser “…de manos de los mejores maestros que ay en este ciudad y en particular por Pedro Roldán o Alfonso Martinez u otro semejante a ellos…”. Alonso Martínez no pudo ser el autor ya que a la fecha del contrato ya había fallecido y, en vista a la mediana calidad de las obras, no parecen de mano de Roldán. Queda, por tanto, quizás la duda de ese “otro semejante”.
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Álvaro Polonio Córdoba Musicólogo
arte cofrade
Origen de las marchas procesionales ¿Quién no se ha preguntado alguna vez cómo fue el nacimiento de las marchas procesionales de banda de música? ¿Cuáles fueron sus orígenes? ¿Qué lugar ocupa Andalucía en este proceso? ¿Cuáles son sus hitos más notorios y sus tipologías más destacadas? Con esta breve descripción y cronología nos adentraremos someramente en el mundo de las marchas procesionales, sus hitos más notorios y tipologías destacadas. Históricamente, el término marcha procesional, se relaciona con la marcha militar y el pasodoble. Estas composiciones eran creadas para acompañar a un cortejo –civil –o para acompasar eventos que necesiten un ritmo marcado y constante. De hecho, tanto en la marcha de naturaleza militar como en el pasodoble, encontramos pasajes como el fuerte de bajos, el trío y otras cuestiones técnicas que los hacen similares. La marcha militar era utilizada con un accesorio de la guerra y las prácticas instituciones musicales que se derivan de este uso. La música militar que, históricamente, se tocaba para incitar a las tropas y distraer al enemigo, desarrolló más tarde las funciones especializadas de mandar señales – militares –y regular la marcha de desfile. Por extensión, este tipo de música servirá para desfiles, ceremonias y funciones oficiales1. Los orígenes de la marcha procesional, bajo el concepto de marcha fúnebre, se remontan a la segunda mitad del siglo XIX. El Romanticismo, corriente musical que la albergó, destiló títulos de grandes compositores clásicos que a la postre, y ante la escasez de repertorio al que se enfrentaban las primeras formaciones, fueron adaptados a la plantilla para banda, siendo así tocadas en las procesiones de Semana Santa. Tales son los casos del 2º mov. de la
sinfonía nº 3 de Beethoven, de la marcha fúnebre que Chopin escribió para el 2º mov. de su Sonata para Piano, de la marcha fúnebre de Sigfrido de la ópera El Ocaso de los Dioses de Richard Wagner, de la marcha fúnebre Juana de Arco de Gounod, de las marchas fúnebre de Schubert o de todas cuantas se hacían para las exequias fúnebres de personajes ilustres. De este modo, las marchas fúnebres se convirtieron, posteriormente, en marchas procesionales para Semana Santa, y no tardarían en llegar las creadas específicamente para tal efecto. Hasta ahora hemos reunido todas estas composiciones bajo el título de marcha fúnebre pero es necesario aclarar que no todas ellas expresaban un profundo patetismo tal y como se les presupone por su denominación, sino que muchas de ellas, aún sin dejar a un lado el tono serio, ofrecen unas melodías muy suaves. Tales son los casos de Pobre Carmen, Un recuerdo o El Señor de la Pasión.
Banda de la Brigada Infantería Mecanizada "Guzmán el Bueno" X
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Aunque a día de hoy no podemos referirnos con exactitud al origen de las marchas procesionales, es oportuno citar algunos lugares, marchas y compositores que, al situarse en la segunda mitad del siglo XIX, pueden ser considerados como el inicio a partir del cual vendrían las posteriores generaciones. Madrid es el primer lugar del que nos llegan las primeras referencias de este comienzo. Allí, D. José Gabaldá Bel, director de la Banda de la Guardia Real, compuso una serie de marchas fúnebres –El llanto, Soledad, etc. –, incluso adaptó a banda la marcha fúnebre argumental la ópera italiana Ione (s. XIX), obra que, más tarde, pasaría a formar parte del repertorio de numerosas bandas de música, especialmente en Andalucía. Según apuntan algunas fuentes, durante la segunda mitad del siglo XIX, en Andalucía, sonaban marchas fúnebres en las procesiones. El documento más antiguo que encontramos es una marcha fúnebre, compuesta por el cordobés Rafael Cebreros, expresamente para la Semana Santa de Sevilla y publicada en 1874. Más tarde, en 1876, D. Eduardo López Juarranz, director de banda militar, dedicó la marcha Piedad a la corporación del mismo nombre
Retrato de Eduardo Lucena y Vallejo (1849-1893).
de la ciudad de Cádiz, además de escribir otras piezas como Pobre Carmen, cuyas notas son comunes en innumerables bandas de la geografía española. Junto con Sevilla y Cádiz, la otra ciudad andaluza que forma parte del origen de este género es Córdoba. En 1883, uno de los músicos más importantes del Romanticismo en Andalucía, Eduardo Lucena, firma la partitura Un recuerdo, siendo director entonces de la Banda Municipal de Córdoba, la cual acompañaba al Santo Entierro en la procesión oficial que organizaba el ayuntamiento de la ciudad. Como apunte, diremos que en la portada original de la partitura se puede leer: Escrita expresamente para la procesión oficial del Viernes Santo del año 18832.
Además de Lucena, otros autores nos dejaron un importante y curioso catálogo de marchas fúnebres, tales como Martínez Rücker o Gómez Navarro. Es en el último decenio del siglo XIX cuando se componen más nuevas marchas procesionales, entre las que podemos destacar títulos como El Señor de la Pasión (Ramón González, 1897, Sevilla), El Destierro (Juan Victoria, 1891, Cartagena), Pange Lingua y Sacris Solemnis (Camilo Pérez Montllor, 1898, San Fernando), Marcha Fúnebre (Rafael Cebreros, 1891, Sevilla), Sepulcro (Víctor García, 1897, Úbeda) o La Coronación de Espinas (Lerdo de Tejada, 1895, Sevilla). Pero, por encima de éstas, queremos destacar Marcha Fúnebre-Quinta Angustia (José Font Marimont, 1895, Sevilla) y Virgen del Valle (Vicente Gómez Zarzuela, 1898, Sevilla) en tanto que son consideradas como los mejores exponentes de la primera generación de marchas procesionales, además de ser indispensables, especialmente Virgen del Valle, en nuestras formaciones musicales. Sobre esta obra dice el profesor Ignacio Otero asegura: Quien, en realidad, marca la pauta de este género de marcha es la titulada Virgen del Valle […]. Virgen del Valle es, además, el embrión de las que, pasados los años, conformarán el
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numerosas muestras de admiración, reconociendo la calidad de su música, retornando estas muestras en agradecimientos por parte de la Banda y, muy especialmente, de Pascual Marquina, que decidió volver al año siguiente. Lo hizo con la misma Banda y trayendo consigo un pasodoble, Solera Fina, compuesto y dedicado al pueblo de Montilla.
Retrato de Pascual Marquina (1873-1948). reducido grupo de las clásicas junto con Amarguras, Ione, Mektub, Soleá dame la Mano, Jesús de las Penas y Estrella Sublime3.
Por último, queremos destacar brevemente grandes compositores tales como Manuel López Farfán (18721944), José Martínez Peralto (1988-1974), Pedro Gámez Laserna (1907-1987) y Manuel Borrego Hernández (1899-1958) que, sin duda, han marcado el origen de las marchas procesionales y han dotado a la Semana Santa de las más ilustres composiciones musicales. Mención aparte y obligada merece Pascual Marquina Narro (1873-1948), afamado músico, compositor del conocido pasodoble España Cañí y con una importante vinculación con Montilla. Siendo director de la Banda del Regimiento de Ingenieros Zapadores de Madrid, acompañó por las calles de Montilla, el Jueves Santo, a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Prisiones. Los montillanos le dieron
La especial unión entre Marquina y Montilla no terminó ahí y, tras ser invitado a visitar las bodegas Cobos, mostrando un gran interés por nuestros vinos, cultura y forma de vida, compuso un segundo pasodoble, Amontillado Fino, partitura que, habiendo quedado incompleta, fue terminada por su nieto José Martín Domingo. Estas dos obras han sido interpretadas, entre otras muchas, por la Banda de Música de Montilla, la cual ha tomado su nombre de este prolífico compositor bilbilitano, denominándose Banda de Música Municipal “Pascual Marquina”. Pascual Marquina Narro, militar y compositor de numerosos pasodobles; contemporáneo decimonónico de las primeras marchas fúnebres que darán lugar a la marcha procesional, cuyo origen se remonta a la marcha militar y el pasodoble. Montilla, pueblo cofrade y cuna de los comienzos de las marchas procesionales. Notas 1. L de José Luis. 2. Olaya Marín, Mateo (2004). Crónica del reestreno de la marcha Un recuerdo. En: www.patrimoniomusical.com. 3. Otero Nieto, Ignacio (1995). "La música litúrgica y procesional de las hermandades", Sevilla penitente vol. I., Editorial Gever S.A. Bibliografía CARMONA RODRÍGUEZ, MANUEL (2000). Un siglo de música procesional en Sevilla y Andalucía, Sevilla. OLAYA MARÍN, MATEO. “Historia de la marcha procesional para banda de música”, Revista Nazarenos, nº 1, Cáceres. Banda de müscia Pascual Marquina, www.pascualmarquina.blogspot.com
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Soleras bibliográficas
Redacción
Una crónica para el Martes Santo de 1950
Aún pervive una generación de montillanos que tiene grabada en sus retinas la noche del Martes Santo de su niñez o mocedad. Son años en los que el Señor de Zacatecas recorre las calles de aquella ciudad que comienza a salir de una larga posguerra. “A las once en punto” de la noche las campanas convocan a los vecinos al duelo de un Cristo en la Cruz, que tan solo se ve socorrido por la presencia de su Madre.
Para este año, la Junta de la Hermandad ha vuelto a cambiar el itinerario. La razón, como en años anteriores, el Ayuntamiento continúa con la pavimentación de las vías públicas. El vecindario ha encalado las fachadas e iluminado los balcones para honrar así el paso ante sus portales de “la milagrosa imagen del Cristo de Zacatecas” que este año recorrerá calles tan emblemáticas de nuestra Semana Mayor como “Arcipreste Fernández Casado, la Plaza A lo lejos, ya se adivinan los ecos marciales de una de José Antonio [La Rosa], Navarra [Enfermería], San formación romana que, un año más, regresa para Francisco Solano o Teniente Gracia [Corredera], escoltar el inerte y desmayado cuerpo del Nazareno. antes de retornar a su templo. Su madre, al pie de patíbulo, llora abatida por la pérdida de su unigénito mientras le besa las rodillas La memoria, un bien tan frágil como el cristal pero llagadas, sabedora de que aquella injustificada muerte más preciado que el oro, puede que haga recordar es el germen del árbol de la vida. Las calles de la ciudad aquel Martes Santo de 1950 a esa generación que se llenan de fieles, devotos y curiosos aglomerados ahora viste canas, arrugas y bastón, aquellos días de en las privilegiadas esquinas donde ya ha llegado la estrechez y silencio cuando lean esta imaginaria iluminación eléctrica. Los cofrades, que media hora crónica de una procesión que se anunciaba a los antes se habían congregado en el templo parroquial devotos y vecinos en esta efímera hoja que ha llegado para retirar su cirio, se abren paso entre la hasta nosotros y reproducimos, cuyo original se muchedumbre y forman dos hileras que son guiadas conser va entre las miles de joyas y rarezas por una recoleta cruz de madera que perfila la silueta bibliográficas de la Fundación Biblioteca Manuel policromada del Rex Ivdaeorvm. Ruiz Luque.
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