¿Halloween o Día de Muertos?... ¡pues los dos!
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s común escuchar el debate sobre si se debe festejar Halloween o Día de Muertos. Y si bien es cierto que el Día de Muertos es una de nuestras tradiciones más antiguas –considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad-, la celebración de Halloween también tiene un fuerte arraigo en nuestra cultura, aunque no sea una festividad típica mexicana. ¿Y por qué no celebrar los dos y tomar lo mejor de ambas festividades? Cuando yo era niña me ilusionaba Halloween, buscar mi disfraz, maquillarme, reunirme con mis amigos a pedir calaveritas, ver películas de terror; y al mismo tiempo, en mi casa, la ofrenda estaba puesta para recordar a esos seres queridos que ya no están con nosotros. Así que no me son ajenas las flores de cempasúchil, la calabaza en tacha, tequila, cerveza, cigarros y refrescos no podían faltar en mis ofrendas caseras. Y por supuesto, el pan de muerto… ¡soy una amante del pan de muerto! A propósito del pan de muerto, en este número veremos un poco de su historia, su significado, su simbolismo; y si lo leen acompañado de esta pieza de pan y un chocolatito caliente estaría mejor. También conoceremos el origen de las ofrendas, así como los elementos que las componen y su significado. Por otro lado, también sabremos qué lugares visitar para vivir esta fiesta al máximo; desde Michoacán hasta el Zócalo capitalino, pasando por las explanadas delegaciones, Ciudad Universitaria e incluso parque de diversiones ofrecen una probadita de lo que es esta fiesta con ofrendas, talleres, concursos y, por supuesto ¡sustos! Todos la hemos visto en infinidad de lugares, representa la cultura mexicana por definición, y en Día de Muertos está más viva que nunca; hablamos de La Catrina, de quien conoceremos su historia y la de su creador, José Guadalupe Posada. Y finalmente, podremos preparar una bebida que combina perfectamente bien con esta festividad; y para los que están al tanto de la tecnología, conoceremos una app que nos permitirá disfrutar de esta fiesta, en cualquier punto en el que nos encontremos. Como ven, esta festividad ofrece múltiples alternativas para divertirnos, para recordar a los muertos, y sobre todo para celebrar que estemos vivos. Así que… ¡a viajar con sabor!
Malinali López Editora en Jefe
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Las Meras Meras
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Foto. Calaveritas de AzĂşcar/Gisela Miranda
En portada: Calavera y Flores/Salvador Miranda
Noche de 8 Muertos en Michoacán
San Miguel 12 vive Xantolo 16 el reencuentro de los
vivos con sus ancestros
Leyendas de México y una noche obscura
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El pan de
Muerto 22
Calaveritas 28 de azúcar
una dulce tradición
Los Siete 32 Misterios
la bebida que mejor combina con el DĂa de Muertos
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De Calle En Calle
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Significado del DĂa de Muertos y
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La Calavera Catrina
la Ofrenda
y su autor
Por Guadalupe Hurtado @hlmg79 Fotos Cortesía
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Noche de Muertos
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en Michoacán
on motivo de la Noche de Muertos se llevarán a cabo en Michoacán más de 200 eventos. Se trata de una tradición viva que encuentra en esa entidad la expresión más representativa de lo que es “el alma de México”. Este año se cumple una década del ingreso de los rituales de Noche de Muertos a la lista del Patrimonio Mundial de la
9 UNESCO, catalogada como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad; y como cada año Michoacán invita a turistas, tanto nacionales como internacionales, a ser parte de estas emblemáticas ceremonias y conocer a profundidad el legado cultural de México. Quien visite Michoacán encontrará un sin fin de actividades, entre las que destacan presentaciones de ofrendas, tianguis y concursos artesanales, muestras gastronómicas, danza, música y otras manifestaciones culturales del mosaico que le da identidad a México en lo general y al pueblo purépecha en particular. Los interesados pueden consultar el programa completo en visitmichoacan.com.mx El elemento más conocido de la Noche de Muertos de Michoacán es el ritual de “La Velación” que se realiza en la región lacustre de Pátzcuaro entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre. Esta ceremonia en sus dos variantes (para “angelitos” y para difuntos adultos) se practica en más de 20 pueblos de la región, así como en varias islas del lago.
Recientemente se han dado a conocer otras ceremonias tan arraigadas y tradicionales como La Velación que, diversos pueblos purépecha efectúan en la semana previa y la posterior al 1 de noviembre. El culto de Velación tiene ligeras variantes de una comunidad a otra, casi todos los pueblos purépecha realizan la “ketzitakua”, (ceremonia en casa de quienes fallecieron durante el año en curso) y en dos pueblos michoacanos se elaboran ofrendas con forma de caballo, una variante poco conocida.
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A la par de las tradiciones de Noche de Muertos, también hay actividades culturales, artísticas y artesanales que son fuerte atractivo para el turismo. Michoacán es el estado de mayor variedad artesanal del país y realiza dos concursos de artesanías cada año: uno en Noche de Muertos y otro en Semana Santa. Se realizan también conciertos al aire libre y en edificios históricos. Uno de los más representativos tiene lugar la noche del 1 de noviembre en la Basílica de Pátzcuaro; siempre se presentan piezas musicales de diversos autores del mundo, pero alusivas a la muerte. Las obras de teatro en escenarios naturales son tradicionales, por ejemplo “Don Juan Tenorio” en la Capilla Abierta del Convento Franciscano de Tzintzuntzan, la noche del 1 de noviembre. Además, se organizan talleres sobre la muerte en el mundo purépecha, instalación de ofrendas en espacios públicos, concursos de ofrendas, presentación de juegos prehispánicos de pelota encendida (uarhukua), danza y música al aire libre y tianguis gastronómicos y florales.
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Por Guadalupe Hurtado @hlmg79 Fotos Cortesía
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San Miguel vive
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an Miguel Vive se trata de una serie de eventos que estarán llenos de tradiciones, música y gastronomía en sus calles empedradas en los últimos 2 meses del año.
El inicio de esta celebración se llevará a cabo del 31 de octubre al 3 de noviembre con la segunda edición del Festival La Calaca, que llenará las calles de San Miguel con catrinas,
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festejos, arte, luces y colores. El evento es gratuito y busca, desde su primera edición, posicionarse como un referente del festejo de Noche de Muertos en una ciudad tan peculiar que logra reunir y conciliar tradiciones de distintas culturas en torno al mismo tema. La finalidad de este festival es que cada una de las personas que participen tengan la oportunidad de recordar y dar la bienvenida a aquellos que han muerto. Este año, la homenajeada del festival La Calaca será la cantante Chavela Vargas, ícono cultural y referencia importante de la música mexicana. Consolidándose como uno de los eventos anuales de mayor trayectoria en San Miguel de Allende, y como uno de los más importantes de América Latina, llega la XIX edición del Festival Internacional de Jazz Blues del 13 al 17 de noviembre.
El histórico Teatro Ángela Peralta será el escenario perfecto para albergar a artistas como Ingrid Beaujean, cantante mexicana que presentará un tributo a “Las Divas del Jazz”; el extraordinario cantante, guitarrista y compositor de blues David Shelley, que se ha presentado en los American Music Awards y los MTV Music Awards, o bien, escuchar a uno de los mejores oboístas del mundo, el maestro Paul McCandless, ganador del premio Grammy, acompañado del gran pianista y compositor, también nominado al Grammy, Art Lande, entre muchos otros.
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María José Garrido, Directora del Fomento Turístico y Desarrollo Económico de San Miguel de Allende, comentó “estamos muy contentos por todas las cosas que han pasado durante este año y queremos cerrar este programa con el mejor entusiasmo, reafirmando cada día que San Miguel de Allende lo tiene todo -eventos, festivales, belleza, cultura, gastronomía, diversión- en cualquier época del año y para todos los gustos”. Los platillos que Diego Rivera y Frida Kahlo preparaban durante sus tertulias en la Casa Azul han traspasado el tiempo y las paredes y se han convertido en una leyenda. La Fundación Diego Rivera y Rosewood San Miguel de Allende ofrecerán un Festival Gastronómico con estos platillos: “La Cocina de Diego y Frida” del 15 al 24 de noviembre, en su restaurante 1826. Diego López Rivera, nieto del emblemático pintor y Director General de La Fundación Diego Rivera A.C., y la Sra. Guadalupe Rivera Marín, hija del pintor
guanajuatense, han sido los encargados de aprobar un menú que nos remitirá al México de los años 40 y 50. Durante este evento se podrá disfrutar de una exposición con algunos artículos personales que la pareja de pintores utilizó en su vida diaria como pinceles, caballetes, ropa e incluso algunos documentos de valor incalculable. Una aventura escénica con más de 20 producciones se llevará a cabo del 1 al 7 de diciembre El teatro invade la ciudad, será una ventana para mostrar una cultura viva y contemporánea, llenando la ciudad de color, teatro y fiesta, transformando su entorno arquitectónico en escenarios teatrales. Para cerrar con broche de oro el año, piñatas, ponche y el colorido de las luces neón en las calles darán paso al tradicional encendido del Árbol de Navidad, el próximo 6 de diciembre. La celebración se llevará a cabo en el jardín principal, donde habitantes y visitantes se unen en una fiesta a temprana hora con coros navideños, antojitos mexicanos y chocolate caliente, haciéndose presente en todo momento el espíritu navideño. Sin duda alguna San Miguel de Allende seguirá ofreciendo eventos fascinantes que harán sentir a sus visitantes bienvenidos en cualquier época del año, además de consolidar al destino, nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2008, como el Corazón de México, y que está más bonito que nunca. Para mayor información visita la página www.sanmiguelvive.com
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Por Gisela Miranda
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@giselamirandam Fotos Cortesía
Xantolo
el reencuentro de los vivos con sus ancestros
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n México, el culto por la muerte es una de las costumbres y tradiciones más importantes y arraigadas, ya que se trata de un reencuentro familiar entre los vivos y los muertos.
En las Huastecas Potosina e Hidalguense, la costumbre de rendir culto a los muertos se conserva intacta desde las épocas prehispánicas, se realiza en todas las comunidades que conforman la región y se le conoce como Xantolo.
17 Los preparativos para esta gran fiesta se llevan a cabo con una semana de anticipación. Se colocan altares, compuestos por arcos llenos de flores de cempasúchil, que son las puertas por donde entran y salen las almas; una mesa rectangular en la que se colocan en cada esquina velas que representan las etapas de la vida: infancia, adolescencia, adultez y vejez; y ofrendas de cada uno de los miembros de la familia que consisten en frutas aromáticas que atraen a los difuntos, dulces, bebidas, y se hacen senderos con velas y pétalos de cempasúchil que se dirigen a los altares domésticos para señalar el camino a las almas que regresan. A los más pequeños se les dan “chichiliques”, que son ofrendas pintadas de rojo. La solemnidad de las comunidades Teenek y Náhuatl sobresale en todo el festejo. Acostumbran llevar ofrendas a los panteones y hacer una velación nocturna, en la que incluso cambian de bastón de mando de fiscal entre danzas, música y cantos en el camposanto. Al fiscal se le encarga velar por el buen cuidado del panteón durante todo el año, en un rito nocturno aderezado con comida y bebida preparada especialmente para la ocasión. Los Huehues, danzantes festivos, recorren calles de los pueblos con indumentaria estrafalaria y
máscaras talladas a mano, muchas de ellas heredadas de generación en generación, en un ritual cuyo principal objetivo es esconderse de la muerte y espantarla a latigazos. El 31 de octubre se prenden las primeras velas, se pone incienso en el altar y se truenan cohetes para dar la bienvenida a las ánimas y anunciar la fiesta. Las primeras ofrendas son para los niños, conocidos como “angelitos”; estas ofrendas están compuestas por atole, chocolates, yuca cocida, dulces de calabaza, todo esto complementado con cuatzam (tamales) de cerdo, pollo o zarabanda cocinado en ollas de barro (apach). Se ofrendan también semillas de maíz y frijol para seguir sembrando, sal para los no bautizados y agua para los que llegan cansados.
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El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, se hace una velación con rezos y alabanzas y se inciensan las imágenes y el altar, continuando la convivencia toda la noche. Los tenek, acompañan con algunas piezas que se tocan para la Danza de la Malinche. Entre los sones que se tocan para la danza está el “Incienso”, “La Ofrenda” y “La Mesa”. Esta danza está compuesta de siete sones dedicados a la muerte. El 2 de noviembre, Día de los Files Difuntos, en las comunidades de los tenek y los nahuas se acostumbra llevar las ofrendas a los panteones, adornando las tumbas con flores. En la Huasteca existe la creencia que las ánimas de los difuntos permanecen todo el mes de noviembre entre nosotros, despidiéndose el fin de mes con la renovación de las ofrendas.
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De La Redacción
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Leyendas de México y una noche obscura
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partir del próximo jueves 31 de octubre iniciará la puesta en escena de la representación teatral Leyendas de México y una noche obscura, para exhibirse los viernes y sábados a las 20:00 horas, bajo un concepto contemporáneo de misterio y terror que deleitará a los capitalinos, turistas nacionales e internacionales. Este nuevo atractivo turístico del DF será exhibido en un escenario único y hasta ahora inimaginable, la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón Civil de Dolores, sitio en que reposan los restos mortales de las más importantes e influyentes personalidades de la historia cultural y política del México contemporáneo: el muralista Diego Rivera; el compositor Julián Carrillo; la escritora Rosario Castellanos; el poeta Ramón López Velarde, y los músicos José Pablo Moncayo y Silvestre Revueltas, entre otros.
En el lugar se desarrollará la mejor dramaturgia de misterio con una dirección de escena enfocada al género del terror, muy arraigado en el gusto y consumo cultural del mexicano, y serán 80 minutos durante los cuales los asistentes disfrutarán de historia, cultura y fuertes emociones. Algunas otras actividades que se llevarán a cabo en el Distrito Federal con motivo del Día de Muertos son: el décimo quinto concurso de disfraces de la calavera Catrina, en Xochimilco; la exhibición de Alebrijes monumentales en Paseo de la Reforma; la mega ofrenda en Ciudad Universitaria; la celebración de Día de Muertos en Mixquic, Tláhuac; ofrendas monumentales a los fieles difuntos y el concurso de ofrendas en Coyoacán. También se llevará a cabo el décimo tercer paseo nocturno “Noche de muertos en bicicleta”, en Paseo de la Reforma; el Festival del Terror, de Six Flags; el Décimo Séptimo Concurso Internacional de Globos y Faroles de Papel de China en Milpa Alta; la Exposición temporal “Monumento para el Ánima Nueva”, en Miguel Hidalgo; Noche de leyendas, en la Torre Latino; Noches de leyenda, del Museo de Cera, y el Séptimo Desfile de Catrinas, Catrines, Calaveras y Lloronas, en Azcapotzalco. Para mayor información consulta: www.mexicocity.gob.mx
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Por Malinali López
@Malinali_Lopez Fotos: Gisela Miranda
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El pan de
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Muerto
l gusto por la elaboración de un pan especial para el “Día de Muertos” se remota a la época de los sacrificios humanos y a la llegada de los españoles a la entonces Nueva España (ahora México), en 1519. Cuentan que era un ritual en el México de antes de la conquista que una princesa era ofrecida a los dioses, su corazón aún latiendo se introducía en una olla con
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amaranto y después quien encabezada el rito mordía el corazón en señal de agradecimiento a un dios. Los españoles rechazaron este tipo de sacrificios y elaboraban un pan de trigo en forma de corazón bañado en azúcar pintada de rojo, simulando la sangre de la doncella. Así surgió el pan de muerto. José Luis Curiel Monteagudo en su libro “Azucarados afanes, dulces y panes”, comenta: “Comer muertos es para el mexicano un verdadero placer, se considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía, se desafía a la muerte, se burlan de ella comiéndola”.
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Otros historiadores han revelado que el nacimiento de ese pan se basa en un rito que hacían los primeros pobladores de Mesoamérica a los muertos que enterraban con sus pertenencias. En el libro “De nuestras tradiciones”, se narra la elaboración de un pan compuesto por semillas de amaranto molidas y tostadas, mezclado con la sangre de los sacrificios que se ofrecían en honor a Izcoxauhqui, Cuetzaltzin o Huehuetéotl. También hacían un ídolo de Hutzilopochtli de “alegría”, al que después encajaban un pico y, a manera de sacrificio, le sacaban el corazón en forma simbólica, pues el pan de amaranto era el corazón del ídolo. Luego se repartían entre el pueblos algunos pedazos del pan para compartir la divinidad. Se cree que de allí surgió el pan de muerto, el cual se fue modificando de diversas maneras hasta llegar al actual. El pan de muerto tiene un significado, el círculo que se encuentra en la parte superior del mismo es el cráneo, las canillas son los huesos y el sabor a azahar es por el recuerdo a los ya fallecidos.
Esos panes son clasificados de la siguiente manera: Antropomorfos, son aquellos que representan la figura humana; Zoomorfos, aquellos que tienen figura de animales como aves, conejos, perros, mariposas, alacranes y peces, entre otros. Son característicos de Tepoztlán, Mixquic e Iguala de Telolapan. Fitomorfos, son representaciones de vegetales diversos como árboles, flores, enramadas, etc., y Mitomorfos, aquellos en que la forma no se identifica como figura humana, animal o vegetal, sino que representa seres fantásticos. La celebración de los difuntos se convierte así en un banquete mortuorio dominado por alimentos y flores color amarillo (el color de la muerte para las culturas prehispánicas), como el cempazúchitl, los clemoles, las naranjas, las guayabas, los plátanos, la calabaza y el pan característico de la ocasión. Algunos historiadores han dicho que este pan de hojaldre, con sus cuatro gotitas o canillas, simboliza los huesos del que se ha ido. La parte de arriba, su corazón. Para otros, el pan lleva las cuatro canillas en forma de cruz porque con ellas se designan los cuatro rumbos del nahuolli (el universo).
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Son a su vez, los cuatro puntos cardinales, definidos por igual número de divinidades: Quetzalcóatl-Camaxtli, Xipetotec, Tláloc-Huitzilopochtli, y Tezcatlipoca, expresiones de la concepción del mundo prehispánico. “El muerto al hoyo y el vivo al bollo”, reza uno de los refranes que en relación a estas festividades se han acuñado entre los mexicanos. Para algunos el pan de muerto simboliza una flor con sus pétalos y pistilos. Sin embargo, para la mayoría la bolita de en medio –que es la más cotizada- representa el cráneo y los demás adornos simbolizan los huesos. Tan solo en Puebla, estado gastronómico por excelencia, está entre las cinco entidades con mayor consumo de pan de muerto, con aproximadamente 33 toneladas anuales. En Mixquic, durante las fiestas de Día de Muertos, se hacen panes con forma de mariposa, pues se creía que las niñas muertas se transformaban en dichos animalitos. La creatividad culinaria de México ha creado variaciones que refrescan esta deliciosa tradición: hay quien los rellena de nata, cajeta o chocolate. Y no falta quien le agrega el sabor de las frutas secas.
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Fuente: Conaculta Fotos:Gisela Miranda
Calaveritas de azúcar
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una dulce tradición
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inguna ofrenda del Día de Muertos estaría completa sin las tradicionales calaveritas de azúcar, pero ¿cómo llegaron a formar parte de nuestras tradi-
ciones?
Las culturas mesoamericanas dejaron huella en el México actual ya que elementos de sus costumbres se unificaron con los de la cultura española para realizar un sincretismo religioso. La muerte, para los antiguos mesoamericanos era sólo la conclusión de una etapa de vida que se extendía a otro nivel. En la práctica era común conservar cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban el término de ese ciclo.
Altares como el tzompantli, el cual era una hilera de cráneos de quienes habían sido sacrificados en honor a los dioses y que ensartaban a través de perforaciones en los parietales, y la imagen del rostro del señor del inframundo y los muertos, Mictlantecuhtli, eran comunes en la vida de los antiguos mexicanos. A la llegada y conquista de los españoles, los rituales que iban en contra de los preceptos de la religión católica fueron prohibidos y en muchos casos, ante la resistencia de los pueblos indígenas por eliminarlos, se sustituyeron por otros. La coincidencia en fechas de la celebración de muertos de los antiguos pueblos mexicanos con el Día de los Fieles Difuntos de los españoles permitió estos cambios. Tal es el caso de las calaveritas de azúcar. Estos dulces cráneos son producto de una técnica traída por los españoles: el alfeñique, especie de caramelo o confitura con base en azúcar pura de caña hasta formar una pasta moldeable.
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Los estados que originalmente acogieron esta forma gastronómica fueron Guanajuato, Morelos y el Estado de México, siendo este último uno de los más importantes en la producción del alfeñiques, al punto de realizar una feria anual dedicada a este manjar.
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La tradicional calaverita de azúcar se elabora con una mezcla de azúcar caliente con un poco de limón que se funde hasta formar una masa líquida, la cual se vacía en un molde para dar la forma de un cráneo. Después, con azúcar glass coloreada se agregan los detalles de forma artesanal, anillos en los ojos, espirales en la parte superior del cráneo y una sonrisa. Una de sus particularidades es llevar en la parte superior el nombre de la persona a la que está destinada, ya que es una forma de recordatorio de que lo único seguro que tiene el ser humano es la muerte. Actualmente, las calaveritas de azúcar también se elaboran con amaranto o chocolate, además de que cada estado de la República Mexicana tiene una manera distinta de hacer alfeñiques; por ejemplo, en Puebla complementan el dulce con cacahuates o pepitas, en tanto que en Oaxaca le añaden miel en el centro, y en el Estado de México también los hacen de pasta de almendras. Estas calaveritas no sólo sirven para recordar a los muertos y el destino que todos compartiremos, son también una forma de agasajar nuestro paladar y mantener una de las tradiciones más ricas de México.
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Por Guadalupe Hurtado @hlmg79 Fotos Cortesía
Los Siete Misterios
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la bebida que mejor combina con el Día de Muertos
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nspirada en las leyendas y mitos mexicanos, Los Siete Misterios es un elemento imprescindible en tu ofrenda.
Adornada por deliciosos platillos, papel picado, flores y veladoras, la ofrenda es uno de los elementos más representativos para celebrar el Día de Muertos, sin embargo, no estaría completa sin las tradicionales bebidas que forjan nuestra identidad, siendo el mezcal un elemento clave en esta celebración.
Desde épocas milenarias el mezcal ha sido una bebida que se ha ocupado para ofrendar a personajes importantes de nuestra historia y para todos aquellos que han dejado de estar con nosotros en este mundo, por lo que no hay nada más tradicional que colocar en nuestra ofrenda un buen Mezcal de Los Siete Misterios, que se encuentran inspirados en las leyendas y misterios de nuestra tierra mexicana. De color transparente y con cualidades organolépticas particulares, Los Siete Misterios combinan de manera excepcional en esta celebración, ya que sus etiquetas se encuentran inspiradas en las litografías del célebre caricaturista José Guadalupe Posada, por lo que en cada una podremos apreciar divertidas y originales calacas disfrazadas con motivos o de personajes mexicanos, lo que transmite ese arraigo cultural que contiene cada botella. Adicional, su sabor y olor excepcional que le otorga su artesanal elaboración, te permitirá festejar esta importante celebración de la manera más mexicana y, si tú disfrutas más de deliciosos cócteles aquí te dejamos uno para que te deleites en vida. Melón Diablo Neil Ramrattan Ingredientes 1 ½ oz Siete Misterios Tobalá 6-8 Trozos de melón (entre más dulce mejor) ¼ cucharadita de pimienta negra fresca Macerar el melón, la pimienta y el mezcal hasta que el melón se haya hecho pulpa. Agregar hielo y agitar en el shaker muy bien. Colar y servir en copa martinera adornar con pimienta negra molida gruesa; también se puede adornar con un chile jalapeño, ya sea verde o rojo.
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Por Gisela Miranda
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@giselamirandam Fotos Cortesía
De Calle En Calle
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n temporada de Día de Muertos siempre se nos antoja reunirnos con los amigos y contar historias tenebrosas. Y qué mejor si estas historias se relacionan con el entorno en el que vivimos. Cuántas veces caminamos por una calle y de repente vemos un edificio que nos llama la atención y puede que hasta sintamos una vibra especial. Tal vez en ese
35 lugar sucedió algo importante, o está ligado a alguna buena historia. De Calle en Calle, es una app que nos invita a hacer un viaje al pasado, a recorrer las calles del Centro Histórico, descubrir su riqueza cultural y conocer las leyendas y mitos que por generaciones han envuelto de magia sus calles y edificios. Además de escuchar las leyendas, esta aplicación cuenta con otros contenidos multimedia, fotos, mapas y puedes compartir la información en redes sociales. Es gratuita y está disponible en inglés y español Para más información visita http://www.decalleencalle.mx/
Por Malinali López
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@Malinali_Lopez Fotos: Gisela Miranda
Significado del Día de Muertos y
la Ofrenda
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os orígenes de la tradición del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los españoles. Dentro de la visión prehispánica, el acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos; este viaje duraba cuatro días. Al llegar a su destino, el viajero ofrecía obsequios a los señores del Mictlán: Mictlantecuhtli (señor de los muertos) y su compañera Mictecacíhuatl (señora de los moradores del recinto de los muertos), quienes lo enviaban a una de nueve regiones, donde el muerto permanecía un periodo de prueba de cuatro años antes de continuar su vida en el Mictlán, y llegar así al último piso, que era el lugar de su eterno reposo, denominado “obsidiana de los muertos”.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar mexicano, iniciando en agosto y celebrándose durante todo el mes. Los antiguos mexicanos creían que el destino del alma del muerto estaba determinado por el tipo de muerte que había tenido y su comportamiento en vida. Por citar algunos ejemplos, las almas de los que morían en circunstancias relacionadas con el agua se dirigían al Tlalocan, o paraíso de Tláloc; los muertos en combate, los cautivos sacrificados y las mujeres muertas durante al parto llegaban al Omeyocan, paraíso del Sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. El Mictlán estaba destinado a los que morían de muerte natural. Los niños muertos tenían un lugar especial llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche para que se alimentaran. Los entierros prehispánicos eran acompañados por dos tipos de objetos: los que en vida habían sido utilizados por el muerto, y los que podía necesitar en su tránsito al inframundo. El sincretismo entre las costumbres españolas e indígenas originó lo que es hoy la fiesta del Día de Muertos, que se realiza el 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, días señalados por la Iglesia católica para celebrar la memoria de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos. El altar de muertos Es un elemento fundamental en la celebración del Día de Muertos. Los deudos tienen la creencia de que ese día el espíritu de sus difuntos regresa del mundo de los muertos para convivir con los vivos. El altar se coloca en una habitación, sobre una mesa o repisa cuyos niveles representan los estratos de la existencia; el altar de siete niveles es considerado tradicional por excelencia, y en él se simbolizan los pasos necesarios para llegar al cielo. Cada uno de los escalones se forra en tela negra y blanca y tienen un significado distinto.
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En el primer escalón va colocada la imagen de un santo del cual se sea devoto. El segundo se destina a las ánimas del purgatorio; en el tercer escalón se coloca la sal. En el cuarto se coloca el pan; en el quinto se coloca el alimento y las frutas preferidas del difunto. En el sexto escalón se ponen las fotografías de las personas ya fallecidas y a las cuales se recuerda por medio del altar. Por último, en el séptimo escalón se coloca una cruz formada por semillas o frutas, como el tejocote y la lima.
Las ofrendas y su significado Ofrendar significa compartir con los parientes y amigos fallecidos ciertos goces de la vida y algo de los frutos obtenidos de la cosecha pasada, así como los alimentos tradicionales de cada población y los preferidos en vida por los difuntos, a quienes se les recuerda en el altar.
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Las ofrendas deben contener una serie de elementos y símbolos que inviten al espíritu a viajar desde el mundo de los muertos. Entre los elementos más representativos del altar se encuentran los siguientes: Imagen del difunto. Se coloca de espaldas, y frente a ella se pone un espejo para que el difunto solo pueda ver el reflejo de sus deudos, y éstos vean a su vez únicamente el del difunto. La cruz. Va en la parte superior del altar, a un lado de la imagen del difunto, y puede ser de sal o de ceniza. Imagen de las ánimas del purgatorio. Se coloca para que, en caso de que el espíritu del muerto se encuentre en el purgatorio, se facilite su salida. Copal e incienso. El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y las de quien lo utiliza; el incienso santifica el ambiente. Arco. Se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al mundo de los muertos. Se le adorna con limonarias y flor de cempasúchil.
Papel picado. Es considerado como una representación de la alegría festiva del Día de Muertos y del viento. Velas, veladoras y cirios. Todos estos elementos se consideran como una luz que guía en este mundo. Son, por tradición, de color morado y blanco, ya que significan duelo y pureza, respectivamente. Los cirios pueden ser colocados según los puntos cardinales y las veladoras se extienden a modo de sendero para llegar al altar. Agua. Refleja la pureza del alma, el cielo continuo de la regeneración de la vida y de las siembras. Además, un vaso de agua sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos. Flores. La flor de cempasúchil, por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo. Calaveras. Son distribuidas en todo el altar y pueden ser de azúcar, barro o yeso. Se les considera una alusión a la muerte y recuerdan que ésta siempre se encuentra presente. Comida. El alimento que era del agrado de los fallecidos se pone para que el alma visitada lo disfrute. Pan. Se ofrece como alimento a las ánimas que por ahí transitan. Objetos personales. Se colocan igualmente artículos pertenecientes en vida a los difuntos, con la finalidad de que el espíritu pueda recordar los momentos de su vida. En caso de los niños, se emplean sus juguetes preferidos. Sal. Simboliza la purificación del espíritu para los niños del purgatorio. Fuente: Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Universidad Veracruzana. Volumen XXV, Número 1, enero-abril de 2012.
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Por Salvador Miranda
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@SaboMiranda
La Calavera Catrina
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y su autor
osé Guadalupe Posada fue un grabador, ilustrador y caricaturista mexicano y a quien se reconoce por sus dibujos de escenas costumbristas, folclóricas; pero tal vez lo sea más por sus “calacas” o calaveras, entre ellas La Catrina. Posada estudió en la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes, y en 1868 entró como aprendiz en el taller litográfico de Trinidad Pedroza. Algunas de sus primeras caricaturas de crítica política fueron publicadas en El Jicote, periódico de oposición al gobierno de Jesús Gómez Portugal. En 1872, Posada y Pedroza deciden instalarse en León, Guanajuato, donde ambos se dedicaron a la litografía comercial. Posada abrió
su propio taller y trabajó como maestro de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria; asimismo, realizó litografías y grabados en madera que ilustraban cajetillas de cerillos, documentos y libros. En 1873 regresó a Aguascalientes en donde contrajo matrimonio con María de Jesús Vela, en 1875. Es a finales de 1888 que se traslada a la Ciudad de México, en donde aprendió el oficio de técnicas de grabado en plomo y zinc. Colabora para el periódico La Patria Ilustrada y la Revista de México, hasta los primeros meses de 1890. Trabaja con Antonio Vanegas Arroyo hasta que pudo establecer su propio taller litográfico. El trabajo de Posada sobresale por su sentido del humor, propensión a lo dramático y calidad plástica; retrata las creencias y formas de vida cotidiana de los grupos populares y critica los abusos del gobierno y la explotación del pueblo. Además, ilustró las famosas «calaveras», versos alusivos a la muerte que junto con sus demás ilustraciones, se distribuían en periódicos y hojas sueltas. Así pues, Posada nos brinda en su trabajo calaveras vestidas de gala, calaveras en fiestas de barrios, en calles urbanas, en las casas de los ricos, montadas a caballo, en bicicletas, con las que señalaba las lacras, la miseria y los errores políticos del país. Sin lugar a dudas, su trabajo más popular en este rubro es la conocida como La Calavera Garbancera, grabado que representa una burla de los indígenas enriquecidos durante el porfiriato. “Garbancera” es la palabra con que se conocía entonces a las personas que vendían garbanza y que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, ya fueran españoles o franceses (este último más común durante el porfiriato), y renegaban de su propia raza, herencia
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y cultura. Esto se hace notable por el hecho de que la calavera no tiene ropa sino únicamente el sombrero; desde el punto de vista de Posada, es una crítica a muchos mexicanos del pueblo que son pobres, pero que aun así quieren aparentar un estilo de vida europeo que no les corresponde. La Garbancera es retomada años después por Diego Rivera, quien le dio su actual y popular nombre de La Catrina. La obra de Posada influyó en artistas posteriores como José Clemente Orozco, Diego Rivera, Francisco Díaz de León y Leopoldo Méndez, entre otros. Actualmente La Catrina goza de fama internacional y sus reproducciones en barro, en papel maché y en otros medios como el cine le han dado la importancia al grado de que es la imagen cultural y popular de Aguascalientes, y en su honor hay un monumento en la principal entrada a la ciudad; también se realiza una Feria de las Calaveras en torno a Día de Muertos.
En 2001 el cortometraje animado “Hasta los huesos”, del director René Castillo, la presenta en el escenario de un cabaret del inframundo, ataviada con la indumentaria con la que aparece en el mural de Rivera (Un domingo en la Alameda), interpretando una versión de La Llorona con la voz de la cantante Eugenia León. En 2010, para celebrar el centenario de su creación, se hizo un cortometraje que se llama “La Catrina en trajinera”. En éste se puede ver a las personas ilustres de Xochimilco como son Juan Badiano, Fernando Celada Miranda, José Farías Galindo, Francisco Goitia y a Quirino Mendoza y Cortés rindiendo homenaje a la Catrina por sus 100 años, en los canales de Xochimilco. En los Festejos del Bicentenario de la Independencia de México, La Catrina fue una de las figuras que desfiló por las avenidas de la Ciudad de México. Su imagen fue proyectada sobre la fachada de la Catedral Metropolitana. Para terminar la célebre frase del mismo José Guadalupe Posada en referencia a la muerte:
“La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”.
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