Edición especial n°26

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SOMNOLENCIA (by Vicky)

Llamamos insomnio cuando no se puede dormir. ¿Qué hacemos al respecto? Tomar un té, un vaso de leche tibia o pastillas. Las pastillas ofrecen mucha variedad de colores y efectos pero también sabemos que el cuerpo se vuelve adicto. Y más tarde ya no podemos dormir sin pastillas. Pero el problema subterráneo sigue ahí atormentándonos, los demonios que nos mortifican permanecen, y ese dolor tan incisivo sigue ahí como si nada, pero nosotros nos mentimos con que estamos bien porque ahora podemos dormir. ¿Dios bendiga a las pastillas?


SI NO ES DE FRUTILLA NO ES GELATINA.


El hombre que se rebela (by Malherido) Era una mañana como tantas otras, sonó el despertador, me levanté, con los ojos llenos de lagañas preparé mate y me dispuse a empezar otro día de rutina que lo único que conseguiría es elevar mi espíritu a los confines de un retrete y apachurrar mi alma hasta dejarla a la altura de un insecto, tan feo y viscoso que, de solo pensar la idea de que mi ser se reducirá a ello, me daba escalofríos, en fin, una mañana como tantas otras... Salí a trabajar y lo único que me encontré fue la miseria que azotaba a este lado del mundo. Pasadas unas veinticinco cuadras, ya sin ganas de ver más, llegué a la oficina, todo parecía tan igual a ayer, todo parecía tan frío, todo tan estudiado. -Tenés dos llamadas -dijo mi secretaria. En ese momento no supe bien que hacer, mi mente comenzó a enhebrar toda clase de pensamientos abstractos pero tangibles a la vez, y me resultaba tentadora la idea de simplemente destruir todo aquel reino de lo perfecto con la total angustia de saber que todo aquello que vi en las calles era real, no era una simple ilusión de plástico que se vende en un shopping o en Mc Donalds. Hable con uno de los dos clientes que hubo de fastidiarme sin siquiera haber llegado al trabajo, el solo hecho de saber que tendría que lidiar con burócratas magnates de industrias a los que solo les interesa el dinero


y que poco les importa la dignidad de todos aquellos que nos encontramos como burros esclavizándonos para quizá a fin de mes tener en nuestras manos un pequeño pedazo de papel que no alcanza, hacia resurgir en mi interior todas esas ansias adolescentes de mostrar al mundo lo equivocada que esta la sociedad en que vivo, lo perverso de este sistema y nada mas rebelarme contra todo lo establecido. Demostrarles al resto de los habitantes del planeta, que se puede vivir distinto al ideal de vida de antaño, el clásico ¨mi hijo el dotor¨. Una vida más sencilla, pero no menos feliz, después de todo ¿Quién dijo que la felicidad para todos es tener un título universitario en una pared? Ahora, volviendo hacia atrás, usted se preguntará ¿Cómo una persona que trabaja en una oficina puede pensar que no le alcanza? ¿Cómo se puede sentir esclavizado con todas las comodidades que ofrece una linda oficina en la zona céntrica de la ciudad? Pues debo decirle, me importa un carajo todo lo que usted pueda pensar de mi, simplemente le digo que aquí, en esta parte de la ciudad, la miseria se disfraza con la mentira, se disfraza con la estupidez del hombre consumista que tan solo camina evitando llevarse por delante todo aquello que lo acerque a la verdad, cruda es cierto, pero la verdad al fin. Aunque hay otros lugares donde la realidad simplemente te pasa por arriba como un tren de carga o como un tanque de guerra sin control. Pero estaba contándoles que estaba en mi oficina, sentado, pensando, viendo a mi secretaria que me miraba como esperando una respuesta, un sí surgió de mi boca, de


la nada, ella se fue. Llamé por teléfono a los clientes que no me dejaron en paz por quince minutos cada uno, gritándome sus problemas, diciéndome que todos los trabajos que les hice estaban mal y que no iban a pagar por algo así, hecho que se había repetido varias veces en el pasado, bajo la misma excusa y por lo cual mi jefe amenazó con echarme si esto se repetía una vez más, como estaba sucediendo ahora. Este recurso, utilizado una vez más en este caso por los clientes, es muy empleado por los jefes cuando toman a prueba a alguien en un trabajo. Lo toman unos días, le dicen que hacen las cosas mal y los echan sin pagarles, después toman a otro y ocurre lo mismo repetidas veces hasta que encuentran a uno que lleva a cabo las ordenes y contraordenes tantas veces como sea necesario, dejándolo al borde de la locura, pero sin quejarse por su miserable paga, este es el modelo de empleado ideal. Todo esto llevo a recordarme la cantidad de veces que me sucedió lo mismo cuando era un número más en las estadísticas de desocupación y que una vez más estaba pasando. Con una mueca de resentimiento en mi alma no soporté más la situación hasta ahí dada, tan solo tomé la mesa de las patas y la arrojé por la ventana. -Tranquilícese -dijo mi secretaria. -No se atreva a entrometerse en mi camino –dije yo, al mismo tiempo que la amenazaba con una lapicera sin tinta. La mujer se retiró sin chistar, con una mezcla de sorpresa y miedo en el rostro, nadie quería acercarse a mi ante tal manifestación de furia y agresión. Ya en el pasillo,


me encontré con un hombre gordo, muy gordo, peinado a la gomina, con un traje de primera, hablando por celular. Se lo ve nervioso, camina de aquí para allá con pasos cortos y rápidos, cada tanto se seca la transpiración de su frente con un pañuelo. Dado su nerviosisimo andar por el pasillo, que interrumpía en mi retirada del mundo oficinesco, por así llamarlo, lo corrí del medio y me metí en la primera puerta que había, la de mi jefe. Estaba con un cliente, un importante empresario, situación que me importó muy poco a la hora de tirarle por los aires los papeles y contratos y arrojar al suelo su computadora. -¿Sabe que? Renuncio –le dije. Me retiré de ahí y tomé el primer ascensor que encontré a mi disposición. Luego de descender veintidós pisos llegué a la calle. Allí estaban el cielo gris, los mendigos pidiendo algo de comer o para vestirse y al lado una casa de electrodomésticos. En la vidriera había un grupo de personas mirando la mesa destruida que minutos antes había arrojado y preguntándose que pasaba allá arriba. Otro grupo de personas vaciaban sus cerebros frente al televisor que proyectaba ¨Gran Hermano¨ en vivo y en directo. Contemplé este triste paisaje durante unos segundos y mi humanidad se desplazó en dirección a la gente que miraba ese decadente programa televisivo. -Hay vida fuera de esa caja boba, la realidad está aquí al lado suyo, –dije mientras señalaba a los mendigos -no ahí adentro


La realidad se volvió aun peor cuando noté que la gente no le dio importancia a lo que dije y continuó mirando la pantalla como si nada hubiera ocurrido. Frente a la casa de electrodomésticos había un auto, un hermoso auto, esperándome ahí, solo, sin su dueño. Tomé un pedazo de la mesa y rompí el vidrio del lado del conductor. Luego de hacer contacto, puse en marcha el motor y arranque. Pasé por la casa de La Pichi, a buscarla, a fugarnos juntos, a vivir en un lugar donde al menos podamos ver crecer nuestros hijos sin la locura de las avenidas, de los horarios, de la gente que te pisa la cabeza para avanzar y de los colectiveros que te llevan flameando agarrado de la puerta porque no entra más nadie. A ser felices sin más preocupación que ver morir el sol del atardecer detrás de alguna sierra. Lejos de esa jungla urbana que llaman ciudad.


Hipocresía. (by Sofía)

Nunca terminé de creer en mis besos, sé que mienten, que TE mienten. sé que besan a otra, aman a otra, callan a otra, gozan con otra. Tocan tu piel siguiendo el rastro de alguien que dejó su huella en mis labios, en su nombre y en el mío. Pero no la encuentran y se frustran y callan, porque buscan dicho paradero en tu corazón, pero el amor no sabe de arritmias.


(by Ángela Hanz)

Soy feliz en tu tristeza para manipularte y triste en tu alegría para arruinarte puedo decirte la verdad cuando es conveniente una mentira y solucionar una irracional verdad con una sutil calumnia sonrío y lloro voy vengo hablo o guardo silencio te celo y te ignoro porque la libertad corazón es cosa de locos.


EL CUENTO DEL AMOR (by Braian Bauer)

Vamos apedreando corazones endeudados sin matices que apacigüen el dolor el infierno puede ser un lugar milagroso si se baila con el Demonio correcto tu boca miente porque te estoy esperando y navega en mis deseos de ilusión. Vos que andás filmando almas puras cabalgando que confían en el cuento del amor y tenés facciones de belleza clandestina que enamoran solamente al perdedor tus ojos ríen porque te estoy provocando


y no funcionan mis juegos de seducción. Tengo algunas mañas de Pagano disfrazado que bendicen tus miserias con humor y manantiales de lujuria indiferente que se plasman en canciones y en acción calma que agoniza en los vaivenes de esta timba y desafía a la rutina del adiós.


FUCK YOU* (BY Malherido)

Me puedo jugar entero, puedo hipotecar mi sonrisa en esta ruleta, y quedar sin un cobre en el corazón. Puedo esperar un préstamo con facilidades para salvar este momento, pero sé que me lo voy a jugar con un crupier de dudosa reputación. No sé contar naipes, no sé manipular el azar, tal vez esté cansado de jugar limpio y de esperar la buena fe de la banca en este paño siempre cruel. Quizá quiera inclinar la cancha un poquito nada más, pedir prestada La Mano de Dios o amputársela, para mi conveniencia, que rara vez se ve favorecida.


Quiero truchar algunas fichas o empeñar mi alma acaso, que se de vuelta la taba, verte retorciéndote como un gusano, que no sirve ni para carnada. Fuck You. *Poesía de El Malherido, que rara vez está rabioso, pero cuando lo hace escribe cosas como esta


’ (by Fantasmitas Blues Band) Dame un limón mami Luna pequeño azul y triste blues payaso hacia abajo amanece. Revela el misterio confiesa un llanto el cielo emerge distrae a este corazón alucinado con absurdas palabras.



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