Mucha basura de traje.

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MUCHA BASURA DE TRAJE


PROMESAS (by Vicky)

Uno hace lo que puede con lo que tiene a mano. No podemos conquistar el mundo porque no tenemos los medios. Como metáfora sirve decir que vamos a conquistar el mundo, pero todos sabemos que eso es mentira. Dijo el Profeta del Rock: yo sé que no puedo darte algo más que un par de promesas. Eso es quizás lo que nosotros estamos en condiciones de ofrecer, promesas. Prometemos en este humilde acto seguir creando, como podamos y con las armas que tenemos a mano, que son pocas en relación a otros. Prometemos mantener la independencia, y por sobre todas las cosas, prometemos seguir soñando. Vicky.

Facebook: El Fanzine de Vicky. vickysbooks@hotmail.com


TEMPLO DE MOMO (by Rocker) Un galpón de luz es El Templo de Momo, pura flor chillona y pura embriaguez. Santo fumador de allá... de La Plata salí del letargo, vení a desfilar. Además de tu sonrisa, además de tus dolores vas a copiar del Templo de Momo un amor salvaje y el pulso del trip. También hay pastel de ponzoña salada. Licor y baladas para embaucar... Aquel rubio que se tragaba cien lucas hace lo que puede para vivir. Además de tu sonrisa, además, si!... de como mentir vas a copiar desde Momo-Sampler viejas medicinas para soñar. Vienen tambaleando, gallos sofocados y la "quetejedi" prepara el festín. Le dan a la F100 a toda mostaza (a veces funciona, a veces no).

Templo de Momo trata sobre un grupo de amigos de vidas extremas que tratan, mediante versos barrocos, de hacer regresar a las reuniones a un viejo amigo, con más dignidad de la que puedan imaginarse. Momo es el nombre del anfitrión del lugar, a ese lugar le dicen Templo porque siempre se juntan allí, de manera fiel, con religiosidad, la casa de Momo


es para este grupo de personas lo que la Iglesia es para los Católicos, por eso la denominación de Templo. En dicho Templo se comparte mucha marihuana, la llaman Flor Chillona, además de bebidas alcohólicas en cantidades y calidades varias, jactándose que en dicho lugar solo existe pura embriaguez. Cuando una persona hace algo por mucho tiempo comienza a hacerlo bien, y hasta puede que se lo reconozca como una Deidad en el tema y le pongan el mote de Santo. Es lo que ocurrió con el Fumador de La Plata, fumó tanto a lo largo de su vida que su apodo es Santo Fumador, pero la vida lo llevó por otros caminos y se retiró de todo ese mundo de excesos, pero sus amigos lo incitan a regresar y a concurrir al Templo de Momo, salí del letargo, vení a desfilar, tratan de convencerlo, su chamuyo no tiene escrúpulos. Le dicen que además de la sonrisa generada por la Flor Chillona y de los dolores ocasionados por distintas sustancias y experiencias vividas también hay cosas nuevas en el Templo, como amor salvaje, quizás en la actualidad también participen mujeres en esas fiestas, cosa que cuando el Fumador era habitué no. Le ofrecen pasteles de ponzoña, sustancia nociva para salud, y también licores y baladas pero advirtiéndole que estos últimos son para embaucarlo,


primero lo embriagan para desinhibirlo y las baladas son para conmoverlo, una vez consumado el hecho le hacen confesar intimidades. Ahí el Santo Fumador confiesa, el rubio que se tragaba cien lucas hace lo que puede para vivir, recordando a algún viejo conocido con plata, que hoy en día gracias al estilo de vida que mantuvo hace casi cualquier cosa para subsistir. Le dicen que aprenderá a mentir, y lo tientan con nuevas medicinas para soñar, que en realidad son viejas recetas de alucinógenos, las medicinas son drogas y soñar lo usan como sinónimo de alucinar, volar, viajar. Una vez consumado ese viaje comienzan a ver gallos sofocados, y le dicen que la quetejedi preparará un festín, confirmando la presencia femenina en el lugar. Festín puede ser interpretado de varias formas, sexo grupal, más sustancias, o una simple picada para bajar. Mientras consumen ese festín miran en vivo, por la caja boba y ya de madruga, la Fórmula Uno, pero le advierten, a veces funciona, otras veces no...


BLUES DE LA MININA (by Fantasmitas Blues Band)

Burbuja que cachonda te pone el fernet si el cielo está rojo es porque cielo no es la nena que se ríe está empañando el cristal. La Luna no ilumina y las estrellas van a apagar su inercia y dar oscuridad si tu fuego se apaga morirá tu corazón. No es una sombra la mancha que ves la chica del espejo se quiere escapar la nena que se ríe es de fácil acabar. Tu mirada en el techo que se pierde en la nada te demuestra la astucia de mi accionar. Es mi voz en el techo que se pierde en la nada quien demuestra el deseo de continuar. En solo un pestañeo todo fue a parar al carajo por no sabernos manejar tu histeria me domina y sos tan buena actriz… Minina caprichosa ¿qué querés de mí? hay un lugar vacío en aquel avión si la planta no crece es porque es artificial.


Mito Sobre la Creación del Mundo (by Sr. Nadie) Cuenta la leyenda que hace miles de años, en los rincones más descerebrados del éter un grupo de Dioses se reunían en ese tipo de reuniones de las que años después relataría Platón, comida, divagues y excesos de todas las naturalezas. Porque los dioses son humanos con cualidades formidables, pero humanos, con las debilidades de los humanos y con las tentaciones de los humanos y eso, con un poder enorme, es peligroso. El banquete era frondoso, una larga mesa repleta de los más diversos víveres a disposición engalanaban el par de caballetes y el tablón dispuesto para ese fin. Los detalles del nombrado banquete fueron ajustados en su totalidad por Cohglo, quien no privó a nadie de placeres. Los Dioses estaban turbados, nerviosos, fuera de sí mismos, impacientes. Cohglo, dios de lo grosero y lo zanguango (Porque, como los días, en esta mitología hay un dios para todo), fumaba de a seis cigarrillos a la vez, mientras insultaba dejando caer conceptos irreproducibles, dejando escurrir saliva por la cavidad bucal, hidratando el rostro del resto de las deidades. Santo Gujan ofrecía café a los presentes, el cual quedó aguado por culpa de una morisqueta de Rogi, dios de la travesura y la risa, el cual lo distrajo. Los pasos fuertes de Simbu, dios de la guerra, dieron por finalizada la plática estridente. Todos se abrieron dándole paso al mandamás de este Olimpo, quién ocupó


pesadamente su trono de deidad de deidades. Bebió un trago de vino de un cáliz de oro, para aclarar la garganta, y luego si, estaban todas las condiciones dadas. -Nuestra existencia no es completa ¿Qué somos si no hay nadie en qué recaiga nuestro poder? Nadie que nos alabe, nadie que nos tema ¿Qué somos si no hay a quien llenarlo de crueldad, de brutalidad, de risa o de llanto? ¿Quién temerá nuestra ira? El dios de la locura hizo oír su voz, luego de levantar la mano y ser autorizado por Simbu a hablar. -Perdone, pero la locura tiene esa potestad ¿No tendría que encargarme yo de eso? Dentro mío somos un equipo. Simbu rió, luego retomó. -Usted es un loco y yo no soy tonto, jamás encargaría semejante tarea a un insano. -¿Y yo? –Preguntó el dios de las artes. -No. -¿Y yo? –Intentó el dios de la belleza. -No, los seres que creemos deben ser ruines, feos, dueños de una bajeza sin fin, inescrupulosos, desalmados, codiciosos, impiadosos, egoístas, narcisistas, alguien ideal para desatar una guerra. O varias. Hay que poner en ello lo peor de nosotros mismos ¿Alguna objeción? La puerta de salida se golpeó en medio del silencio, los dioses miraban en esa dirección para ver quien se había retirado, pero eran tantos que era imposible precisarlo. -¿Alguna objeción? –Insistió Simbu. El silencio parecía haberse instalado en el lugar, las deidades menores sentadas a la mesa volvieron la mirada hacia el trono, ubicado en la cabecera de la misma. El secretario de la reunión completó el libro de actas con los


pormenores del encuentro, el cual firmaron todos, y se dispusieron a celebrar hasta caer borrachos al piso. En medio de una resaca imponente, algunos dioses pedían una aspirina, otros respondían ¿Qué es una aspirina? Santo Gujan repartía un café reparador, bastante mejor que el del día anterior mientras todos intentaban incorporarse para crear a la humanidad, que aún no se llamaba humanidad, que en realidad no era ni siquiera un boceto. Salió todo de una improvisación macabra, perversa. Siguiendo las indicaciones de Simbu, quien revisó personalmente todo el proceso de creación, fueron aportando cada uno la peor parte de su persona en el pequeño hombrecito hecho de un retazo de una nube de tormenta, que serviría de modelo para proliferarlo por toda la extensión de ese lugar al que otro grupo de dioses (El de las Artes y el de la Belleza entre otros) estaban formando y que pasaría a llamarse mundo a partir que los hombres tuvieran una mínima noción de donde estaban y que eran. Para saber a qué habían venido pasarían siglos y no le encontraron aún respuesta para esa pregunta. Mientras tanto, Kohibin (Dios de la esperanza), se levantó del rincón en el que se encontraba sentado, apartado del resto de sus pares y se dirigió con sigilo a la mesa de trabajo. Sin que nadie se diera cuenta, introdujo una pequeña lágrima de pena que derramó en silencio sobre el pequeño voodoo. Poco después el prototipo de ser humano estaba terminado. Cual demo fue enviado a la tierra, junto a su pareja femenina en la cual no escatimaron atributos de hermosura, pero un despecho que sería tan grande como la esfera de vida en la que estaban insertos cual hamsters en su bola hámster y el cual sería transmitido oralmente de generación


en generaci贸n hasta el fin de los d铆as. Si bien el modelo terminado fue tal y como lo esperaba Simbu, con el correr de los siglos y en contra de su propia naturaleza el hombre fue descubriendo el sentido de aquella lagrima derramada por Kohibin en el momento de su g茅nesis. Sobre todo en situaciones adversas, como motivaci贸n para, a pesar de todo, tener fuerzas para intentar ser felices, aunque sean solo unas pocas veces en la vida y aunque sea tan breve que parezca no valer la pena intentarlo.


Las respuestas estan en la poesia. (by Lucía Scarafía)


A VECES ME PARECE (by Roberto Juarroz)

A veces me parece que estamos en el centro de la fiesta sin embargo en el centro de la fiesta no hay nadie. En el centro de la fiesta está vacío pero en el centro del vacío hay otra fiesta.


Desaparecer (by el que Busca y no Encuentra)

Solo quería desaparecer. Aniquilarse, inmolar toda prueba de vida, cubrir cada rastro de cada paso que haya dado, solo para que nada de él quede sobre la tierra. Nada material. Quería ser un recuerdo, un bello recuerdo, una memoria que se invoca cada vez que dos o más personas se juntan a beber unos tragos y comer unos maníes en una mesa cuadrada de algún bar. -¿Te acordás cuándo se recibió de odontólogo? Como lo llenamos de harina y huevos y después lo soltamos en pelotas en pleno centro. -Y pensar que después… -Ni lo digas mirá, ni lo digas, si a veces siento como si todavía lo tuviese al lado mío. Sabes que feo es ir a hablarle y ver que la silla está vacía. ¡Por favor! Se te quedan los maníes acá. –Dijo el de voz más ronca, mientras ubicaba su mano en la garganta, como simulando ahorcarse. A eso se refería con un bello recuerdo. Una anécdota que desate las risas de los presentes, que amerite un brindis de los muchachos. Todo comenzó una tarde en que llegó cansado, con la corbata aflojada y el guardapolvo blanco en la mano, del consultorio. Cumplió su ritual


cuidadosamente respetado durante los años que llevaba de matrimonio, dejó las llaves en un cenicero de bronce con forma de cocodrilo, besó en la boca a su mujer y se desplomó en el puff del living comedor de su moderno departamento. -Quiero desaparecer. –Le dijo a su cónyuge, sin anestesia previa. Ella dejó caer la bandeja al suelo, derramando la yerba mate, el azúcar y las migas de las masas sablé sobre la alfombra. -¿Por qué? Sus ojos se llenaron de lágrimas. -Lo necesito. Mirá donde vivimos, todo este lujo, todo este plástico es nada, es irreal, necesito algo real. -Pero amor, lo construimos con esfuerzo… -Años dedicados a acumular cosas, objetos apoyados sobre otros objetos, cuadritos con títulos cubriendo paredes y paredes. ¿Para qué? ¿Nos hizo más felices? ¿Nos hizo mejores personas? Los muchachos son felices con una partida de truco con naipes ajados y descoloridos y un vino con maníes. Hemos pecado amada mía, hemos pecado. A su esposa le temblaba el pulso, su cara era un desfiladero de gotitas que caían de los ojos. Estuvo varias veces a punto de decir algo, sin saber que decir en realidad, con la intención de persuadir a su amado a desistir de su postura. -Lo siento mucho. Necesito desaparecer.


-¿¡Que te hice!? –Vociferó sacudiéndolo por los hombros. -¡Nada, basta! Dicho esto último la tomó de uno de sus delgados brazos con una fuerza superior a la que acostumbraba. Ella se liberó con dificultad, intentando un gemido de dolor en medio del silencio. Estuvieron algunos minutos en silencio. -Necesito desaparecer. –insistió. Su mujer ya no lloraba, lucía resignada. Y desapareció. Dejó tras de si el hogar conyugal y no volvió a saberse de él. Dejó su celular, sus llaves, su documento, su identidad, su pasado, su presente y su futuro. Despareció y solo quedaron los recuerdos, los bellos, los lindos, los que hacen llorar a los que quedaron, los que emocionan, los que florecen cuando suena el solo de algún blues de BB King. Algunos dicen que enloqueció, otros que era un adelantado a su época, otros afirmaron que el mundo era un lugar demasiado aplastante, caótico, enfermizo para él, tanto que decidió desaparecer, tomó la determinación de ser su salvador y su verdugo, aunque a muchos les cueste creerlo.



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