Hace mucho tiempo, el orgullo derribó una torre, y la confusión creó una barrera. Pero, cuando un pueblo fiel se reunió para adorar al Señor, Él utilizó el obstáculo de sus diversas lenguas para abrir los corazones a su mensaje. Para usted, hoy, el mensaje es el mismo: no importa qué tan bajo haya caído o qué tan alto haya subido, Dios le está llamando, y Él habla su idioma.