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vida arte cultura
DIC 21
ANDRÉS TRUJILLO
BARRIO EGIPTO PERVIVIENDO LA TRADICIÓN
vida arte cultura Dirección CARLOS ALBERTO RAMÍREZ AMAYA Comité editorial JOHAN SEBASTIÁN ROJAS INFANTE JOHN EDER SACANTIVA BERNAL SEBASTIÁN RINCÓN TRISTANCHO VALERIA CARDONA GÓMEZ CARLOS ALBERTO RAMÍREZ AMAYA Editor SEBASTIÁN RINCÓN TRISTANCHO Dirección de arte JOHN EDER SACANTIVA BERNAL VAC LA REVISTA Número 01 - MEMORIA, CHICHA Y LIMONES Diciembre 2021 VAC - Vida, Arte y Cultura es la reunión de personas de diversas disciplinas que le apuestan a la vida, el arte y la cultura. VAC LA REVISTA es un espacio de opinión, que busca plasmar las voces de personas que viven, crean y sienten la cultura.
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En este número SEBASTIÁN RINCÓN TRISTANCHO / DAVID RENDÓN PELAEZ / RAFAEL DE JESÚS VÁZQUEZ MARCELO / ANDRÉS FELIPE TRUJILLO SIERRA / MATEO ARBOLEDA / LUCÍA MURILLO / VALERIA CARDONA GÓMEZ / JUAN CARLOS QUENGUAN ACOSTA / SARA RESTREPO. Fotografía de Portada SEÑOR GETAS POR ANDRÉS FELIPE TRUJILLO SIERRA Fotografía de Artículos JUAN CARLOS QUENGUAN ACOSTA HARRY SHELTON [unsplash.com] ALMOS-BECHTOLD [unsplash.com] ANDRÉS FELIPE TRUJILLO SIERRA Correción de Estilo SEBASTIAN RINCÓN TRISTANCHO Diseño y Diagramación JOHN EDER SACANTIVA BERNAL
Bogotá D.C. Colombia - Suramérica
CARLOS ALBERTO RAMÍREZ AMAYA
editorial El ser humano que acaba de llegar al mundo podría parecer una hoja en blanco: con un destino por venir aún no trazado, sin fisuras en el alma, con los sentidos despertando, sin palabras, sin recuerdos, sin números marcados en el calendario, sin cicatrices, sin marcas en la cara. Podría suponerse que en el instante del nacimiento somos libres. El nacimiento que se celebra en diciembre, sin embargo, es el de un niño que se vincula con una historia, que de algún modo tiene una coexistencia con la paja del pesebre, con el desamparo de los padres, con las estrellas que enmarcaban la noche. Ese niño de la tradición católica, que en realidad es el hijo de un Dios omnipresente y todopoderoso, no se puede concebir como una hoja en blanco, todo lo contrario, parece estar atado a su destino, sujeto al devenir de la humanidad y a la serie de circunstancias que celebran la mayoría de colombianos el 24 de diciembre. Quizá podría considerarse el pesebre como una imagen de nuestro propio nacimiento, que se vincula con el lugar y el tiempo en el que se produce. Nos reciben al mundo las manos de un médico, de una partera, de la madre. Por el solo hecho de nacer en un lugar se condiciona nuestra nacionalidad, en la mayoría de casos se determina la lengua que hablaremos y nuestros hábitos para la vida cotidiana. Al nacer en determinado año se condicionan nuestras creencias, nuestra forma de ver las estatuas y de entender los héroes. La edición número 01 de la Revista VAC nos presenta una parte de nuestras tradiciones, algunos fragmentos del pasado común. Los artículos y la selección fotográfica que el lector encontrará nos acercarán un paso más hacia nuestra
memoria, nos vincularán con los años anteriores a nuestro nacimiento y con la tierra que habitamos. En esta edición quisimos hablar de la vida desde nosotros, desde los sujetos, las personas, sus vivencias, sus historias, desde lo popular que no solo conlleva años de tradiciones, sino que además envuelve los aspectos profundamente relevantes de nuestras culturas y sociedades. Es así como en estas líneas viajaremos de un lugar a otro y, como en un álbum fotográfico familiar, nos encontraremos con las imágenes de nuestros legado. Así cerramos este año con una enorme gratitud hacia todos ustedes quienes nos leen, nos ven y nos escuchan, y por quienes día a día trabajamos en mejorar y hacer de VAC un espacio para que hombres y mujeres vivamos la cultura de otra manera. ¡Felices fiestas!
editorial 3 en esta edición 5 Fiesta de reyes en el barrio Egipto 8 Ivan Gaona y Güepsa, una cámara en el campo 14 Las parrandas: Festividades navideñas en la Cuenca del Papaloapan 26 Matices de Egipto 36 Vidas campesinas, desarraigo y utopía 48 Ser argentino... 58 Un viaje en navidad 66 Chao 2021, Hola 2022 72
en esta edición
Sebastián Rincón T.
David Rendón MEDELLÍN (COL)
XALAPA, VERACRUZ (MEX)
Profesional en Estudios Literarios, con énfasis en creación literaria. Tuvo tesis meritoria con el guión literario de largometraje titulado Escultura de un mentiroso, obra que narra la vida de un escultor que, ante el fracaso, estafa a uno de los hombres más peligrosos de Colombia.
Magíster en Creación y Estudios Audiovisuales, gestor cultural y realizador. Coordinador de la Competencia Nacional de Cortometrajes Caleidoscopio.
Pedagogo, Maestro en Promoción y Desarrollo Cultural, promotor cultural y músico tradicional. Se ha desempeñado en la función pública en el ámbito de gestión cultural, y ha desarrollado proyectos musicales y de intervención cultural.
Andrés Trujillo Sierra
Mateo Arboleda MEDELLÍN (COL)
MAR DEL PLATA (ARG)
Publicista de profesión, fotógrafo por convicción. Ha ejecutado exposiciones y publicaciones fotográficas tanto nacionales como internacionales, como el circuito triángulo que giró por Colombia, Cuba y México, 100 en un día en varios países de Europa, entre otras.
Antropólogo, magíster en Estudios Socioespaciales e investigador del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia. Integrante de la Asociación Campesina de Antioquia -ACA-.
Viajera y estudiante de la carrera de Psicología. Escribe y lee todo lo que llame la atención, sin género definido.
TABIO - CUNDINAMARCA (COL)
BUCARAMANGA (COL)
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LA GENTE DURA QUE NOS COLABORA
Rafael de Jesús Vázquez
Lucía Murillo
Valeria Cardona Gómez
Juan Carlos Quenguan
Profesional en Lenguas y Cultura de la Universidad de Los Andes, estudiante de la Maestría en Creación y Diseño Interactivo de la Universidad de Caldas. Gestora Cultural desde el 2017 y se desempeña como Productora y Coordinadora Transmedia de la Revista VAC: Vida, Arte y Cultura y Radio VAC.
Nacido en 1983, vive en el Barrio Egipto desde 1990, Tecnólogo en Producción de Multimedia del SENA, creador y administrador del medio alternativo Sitio Bagatela desde 2004 (blogbagatela.wordpress.com), escritor de cuentos y poemas, investigador de temas históricos y patrimoniales del Barrio Egipto.
BOGOTÁ D.C. (COL)
BOGOTÁ D.C. (COL)
E N O R D E N D E A PA R I C I Ó N
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SEBASTIÁN RINCÓN TRISTANCHO
Fiesta de reyes en el barrio Egipto
Supe que contemplaba el mundo desde su cumbre más alta. Al fondo, muy abajo, se extendía, en un océano inmenso de puntos titilantes, el plano completo de las luces de la ciudad, de todas sus ventanas iluminadas, de cada uno de sus faroles, de las linternas de sus automóviles, de los fogones prendidos de los ojos verdes y rojos de sus semáforos, el neón de sus anuncios repetido en los charcos de la calle, las ascuas de todos los cigarrillos. Hacia nosotros zigzagueaba el río de antorchas de los peregrinos del Paraíso, que subía como culebra luminosa, y en la bóveda de arriba, al alcance de la mano, respiraba mansamente la Vía Láctea. Laura Restrepo
El anterior fragmento, encontrado en la novela Dulce Compañía, nos trae las imágenes del paisaje bogotano visto desde los barrios periféricos que escalan los cerros orientales de la ciudad. Se describe la reunión de luces de las calles citadinas, también se menciona un río de antorchas que en realidad son fieles religiosos de un barrio vecino, que suben la montaña para descubrir el misterio de su fe. Este paisaje también puede ser visto desde el barrio Egipto de Bogotá. Un barrio que tiene tanta historia y tradición como la ciudad misma. La celebración Fiesta de Reyes Magos o Fiesta de la Epifanía del Niño Jesús es una de las celebraciones bogotanas más antiguas. Desde la época de la Colonia, cuando fue construida la primera ermita, se congrega puntualmente la comunidad a las celebraciones religiosas.
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Desde finales del siglo XVIII y bajo la iniciativa de los curas locales se emprendieron bazares que buscaban recursos para la construcción del templo religioso que hoy se conoce como Nuestra Señora de Egipto. La fiesta de los Reyes termina el 6 de enero. Dentro de sus actividades más representativas se puede mencionar el regalo de Cucaña, que consiste en poner regalos en la parte superior de un palo de 25 metros. Los participantes de este juego deben subir el palo usando sus piernas y brazos hasta llegar a la punta. Dicen los habitantes del barrio Egipto que llegar a la cima implica una gran dificultad. Otra actividad tradicional de esta fiesta consiste en la quema del diablo, que es un muñeco de trapo, vestido de rojo y con cachos, en el que se simbolizan aquellos sucesos negativos que se quieren limpiar para el año que viene. Años atrás se ha simbolizado en el diablo la inseguridad, la violencia, la corrupción, los males que la comunidad de Egipto desearía quitar de sus vidas. Curiosamente, hace unas décadas, el diablo simbolizaba a Fidel Castro y al Che Guevara, debido al rechazo de esta comunidad a las políticas que estos representan. En épocas de devaluación del peso, el diablo ha simbolizado al dólar; en épocas de corrupción ha simbolizado el Capitolio Nacional. Este es un evento muy querido por sus habitantes, pero desde hace una década no se celebra debido a las políticas antipólvora de la ciudad. Otras de las actividades celebradas son la caravana de los Reyes Magos, que hoy dramatizan la comunidad infantil, la Chicha, la cocina tradicional y la representación de artistas locales y nacionales. Los interesados pueden encontrar más información en el blog Bagatela.
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Días previos 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Días previos 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Días previos 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
DAVID RENDÓN PELÁEZ
Iván Gaona y Güepsa, una cámara en el campo
“La abuela Verónica y su esposo Pastor, sin dinero, viven en la zona rural del municipio de Güepsa, Santander. Sus tragedias son mínimas, pero atravesadas por la historia de la violencia en Colombia, mientras alrededor suyo, sus vecinos luchan por permanecer con vida en la rutina diaria del campo.” Así reza la sinopsis del largometraje Güepsa, historias cortas de Santander, una película que reúne los cortometrajes dirigidos por Iván Gaona en su pueblo natal Güepsa, que en conjunto desarrollan un universo de lo rural en el departamento de Santander, presentando un entramado entrañable de personajes y dramas cotidianos de la vida campesina. Sin embargo, esta película no es la ópera prima de un cineasta sino más bien su antología. Es el resumen de un recorrido sistemático para encontrar un modelo propio de representación en una región específica. El trabajo de este director y su equipo en Güepsa constituye la búsqueda de una serie de fábulas y formas que hablen del territorio propio y se ajusten a sus características, desde el modelo de producción, que se acerca a lo comunitario y colaborativo, hasta el manejo de sus diálogos y actuaciones, que se pregunta por su acento y la autorrepresentación de los paisanos santandereanos, en relación con sus connacionales de otras regiones. Durante la presentación de Güepsa, historias cortas de Santander en el Festival de la Tigra, del municipio de Piedecuesta, Santander, durante el 2020 –un año completamente atípico para la exhibición cinematográfica pero que suscitó gran cantidad de conversaciones cul-
NFT SUENA A EXPLOSIVO. ¡Y LO ES!
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turales, facilitadas irónicamente por la virtualidad –, Gaona ofreció, vía Zoom, detalles sobre cómo ha sido construir, sin darse cuenta, un referente cultural y de memoria de su región para el resto del país. El director contó, por ejemplo, que cuando era más joven, los de su pueblo frecuentemente preferían identificar su origen con municipios cercanos como Barbosa o San Gil, evitando entrar en explicaciones más amplias ante la falta de referentes geográficos o la dificultad para pronunciar un nombre ortográficamente tan particular como Güepsa. Con el tiempo, sus cortometrajes permitirían todo lo contrario a la negación de origen y pertenencia que la vida práctica y la comunicación con otras regiones le exigió a él y sus coterráneos. Con su cine, una población predominantemente campesina de 3.800 habitantes, cuya economía gira en torno a la producción de panela, café, maíz, yuca y frijol, comenzó a figurar en la prensa y las redes sociales, se ubicó en el mapa de Colombia y se convirtió por fin en un referente. Todo comenzó con Los retratos (2012), a donde llegó escarbando en su herencia familiar para encontrar una forma de desmarcarse de los referentes cinematográficos aprendidos en la academia. Junto a su equipo de trabajo se propusieron crear una mitología de la familia y el territorio a través del formato de cortometraje. Aprenderían en el camino a entablar una metodología colaborativa, pues Gaona reconoce que, al irse a estudiar a la ciudad, estableció cierta distancia con la realidad más inmediata y la cotidianidad de su pueblo, para lo cual el encuentro con las personas protagonistas –actores y actrices naturales, interpretando oficios y situaciones iguales o muy cercanas a sus propias realidad– fue fundamental y enriqueció todo el proceso, añadiendo una dosis importante de verosimilitud para que lo que estaba escrito previamente en un guion no se sintiera ajeno o forzado. En la evolución de una producción a otra, con un proceso de descubrimiento, de prueba y error, fueron encontrando que, para hacer un cine de lo campesino, imponerse ante una población diciendo “vamos a hacer una película” podría generar escepticismo o prevención, mientras que el trabajo en conjunto y la socialización de un cortometraje a la vez, fue una forma de proceder con la que lograron una respuesta muy positiva. 16
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Los pobladores pudieron comprender cómo se estaba hablando del pueblo y que era a ellos mismos a quienes se estaba representando. Luego de esto, añade, la aceptación derivó en atención e interés de participar, no solo frente a cámaras sino en todo el ecosistema económico que genera una producción durante algunos días, involucrando factores como el arte, la alimentación y el transporte.
ENTRE EL COSTUMBRISMO Y LO TRANSNACIONAL Antes de su antología de cortometrajes, Gaona estrenó Pariente (2016), su ópera prima, donde pudo consolidar toda la línea estilística y temática explorada en sus cinco cortometrajes anteriores, y por supuesto, repetir su escenario, Güepsa, profundizando aún más en el universo ya desarrollado y afianzando con este largometraje su relevancia dentro de la cinematografía colombiana de la última década. Además de presentarse como la evolución natural de su carrera como cortometrajista, y ante la comprensible expectativa de un público ya cautivado, Pariente causó un especial interés en los entornos especializados por su apuesta al género, algo poco frecuente en el cine nacional y sobre todo dentro del subnicho considerado como ‘de autor’ o ‘de festivales’, donde ciertas miradas y estilos trasnacionales son los que han imperado (o tenido alguna repercusión internacional) durante la última década. El primer largometraje de Gaona usa el western como vehículo narrativo, un canon cinematográfico que ya de por sí ha tenido diversas representaciones y variaciones según el país donde ha sido adoptado, con casos tan significativos como el espagueti western en Italia, o películas rancheras en México. Y es precisamente al western mexicano a lo que más busca acercase este director, que incluso denomina a su película como un western mexicano hecho en Colombia. Lo que hace es adaptar un género bien establecido al contexto de la región del Santander y de Colombia, resultando en una pieza original para un país que, si bien ha dado a luz a varios filmes que se acercan al western, como Tiempo de morir (Jorge Alí Triana, 1986), Cóndores no entierran todos los días C O N T R A C O N D U C TA , O N T R A C O N D U C TA , N T R A C O N D U C TA , T R A C O N D U C TA , R A C O N D U C TA , A C O N D U C TA , C O N D U C TA
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(Francisco Norden, 1984) o Los viajes del viento (Ciro Guerra, 2009), no podría hablarse de un western colombiano establecido o con particularidades identificables, y en este sentido, todo abordaje del género atravesado por el contexto colombiano es todavía una novedad y un aporte significativo a la constante construcción del cine nacional. Gaona explicó para el artículo ‘Western’ a la colombiana, de Sara Malagón Llano, editora de la revista Arcadia, sus motivaciones al momento de elegir el western mexicano como base para su obra. Cuenta el artículo que Gaona se ha interesado en investigar la llegada del cine mexicano a Colombia motivado por la idea de que la gente de su región fue fuertemente influenciada y construyó su carácter con base en estas películas, que eran constantemente exhibidas en los entornos rurales del país. Explica, además: “Santander está relacionado con el género western, y lo que yo quiero responder es cómo eso se relaciona con nuestro comportamiento. Esta investigación es parte de lo que hacemos los cineastas: rastrear ciertos fenómenos culturales. Creo que se podría rastrear un mapa de las regiones que relacione el tipo de cine que llegó y los comportamientos de su gente. A la de Santander le gustaban las películas de personas que usaran un sombrero más grande que el de ellas”. Gaona decide implementar su tesis de forma directa en el diálogo de uno de los personajes de la película: “Los que cantan música ranchera están resignados a la traición” y “En el bar de Fabiola, un señor le quitó la cabeza a un man. Su pariente. Y el otro encontró a su mujer con un man ahí. Los cogió a machete hasta que los acabó. Esa gente escuchaba música ranchera. Por eso terminaron dándose en la jeta. Si a nosotros nos hubiesen enseñado a escuchar otra música, seríamos diferentes”. Aunque una tesis como la que propone el director, de la reconfiguración de la identidad y los modos de vivir y relacionarse de los habitantes de una región debido al contacto con determinado contenido musical o cinematográfico, es bastante compleja de comprobar, y al fin de cuentas innecesaria, pues el artista/creador puede simplemente intuirlo y encontrar una manera verosímil de representarlo. No es para nada descabellado y bien podría dedicársele un estudio profundo, como los de María 18
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Fernanda Arias en “Cine e identidades populares urbanas (Cali, Colombia, décadas de 1940 y 1950)”, donde rastrea y analiza la influencia de la cultura pachuca en los ciudadanos que frecuentaban los cines de la ciudad de Cali. El director oriundo del municipio de Güepsa ha construido alrededor de su pueblo natal un universo narrativo consistente y lo ha dotado, en su representación cinematográfica, de un estilo muy propio y atractivo. Los cortometrajes de Gaona remiten a un nada nuevo costumbrismo en el cine nacional que, con una obvia evolución cinematográfica ganada durante casi un siglo, hace imposible no recordar películas colombianas de la primera mitad del siglo XX, como es el caso de Bajo el cielo antioqueño o Alma provinciana, aunque en esta ocasión se subvierte la mirada modernista de aquel cine que enfatizaba la ciudad como el lugar donde sucedía lo importante y relegaba al campo como un lugar idílico, casi imaginario, donde se acudía a veces a saludar al amable campesino pero no tenía ninguna trascendencia para las historias del mundo moderno. En los cortometrajes de Gaona, a lo rural se le da toda la relevancia y se construye como un espacio plural, diverso, que está lleno de particularidades y de pequeños y grandes dramas, con personajes dentro de una amplia gama que permiten desde historias enternecedoras e inocentes como en Los Retratos (2012) y El tiple (2013), pasando por la liberación sexual y afectiva en Naranjas (2014), hasta tramas oscuras y violentas como Forastero (2015) o Completo (2014). Cabe resaltar que los personajes son recurrentes de una historia a otra, manteniendo sus características, generando un único universo definido por lo geográfico y consistente en su representación. Si bien la filmografía de Gaona contiene los paisajes, arquitectura y mucha iconografía referenciable en los costumbrismos del siglo pasado, toma gran distancia en lo argumental al partir de situaciones cotidianas para la creación de las historias, donde el espectador se logra conectar con los personajes campesinos, para que sean estos, con sus características físicas, sociales y la forma en que afrontan esos pequeños dramas cotidianos, los que nos enganchan al relato, y diferenciando fácilmente así una historia de la otra, aunque tengan mucho en común y compartan los C O N T R A C O N D U C TA , O N T R A C O N D U C TA , N T R A C O N D U C TA , T R A C O N D U C TA , R A C O N D U C TA , A C O N D U C TA , C O N D U C TA
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temas de fondo de un contexto común, como la precariedad, la escasez de dinero y la necesidad de trabajar, en todas las edades, para subsistir. Para concluir, quiero mencionar que la obra de este director es única para el momento que atraviesa el cine nacional, en cuanto ha logrado, con un estilo y unas historias ancladas a lo local-rural, casi folclóricas y pintorescas, incluso con finales felices (algo prácticamente extinto en las películas de festivales), compartir las grandes ligas de circuitos cinematográficos trasnacionales con sus compatriotas y autores contemporáneos, que por lo general tienen búsquedas más europeizadas y estilos transgresores, vanguardistas, o cuando menos poco populares. El crítico Pedro Adrián Zuluaga se refiere asertivamente a este contraste de cines a propósito del largometraje de este director como “Pariente es, en fin, una película llena de promesas y de intuiciones, pero algunas veces torpe en su ejecución. Sacudida en su interior entre la expresión autoral y el cuadro de costumbres donde la voz personal se borra para darle cabida a lo colectivo; entre el género transnacional -el western- y la expresión de lo provinciano.”
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DAVID RENDÓN PELÁEZ
REFERENCIAS Arias, María Fernanda. “Cine e identidades populares urbanas (Cali, Colombia, décadas de 1940 y 1950)” En: Versión. Estudios de Comunicación y Política, v.36, México, 2015, pp.126-140. Franco, Germán. “El “hechizo” del cine”. En Mirando solo a la tierra: cine y sociedad espectadora en Medellín (1900-1930). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2013, pp. 159-199. Malagón Llano, Sara. 'Western' a la colombiana. 2017. Revista Arcadia, versión digital en https://www.revistaarcadia.com/periodismo-cultural---revista-arcadia/articulo/western-en-el-cine-colombiano-ivan-gao na-pariente/66836, consultado el 20 de mayo de 2018. Suárez, Juana. “Cine "nacional"/circulación transnacional. La experiencia fílmica colombiana en el extranjero en años recientes”. En Revista Nexus Comunicación. Número 19, enero-junio 2016. Edición digital. Zuluaga, Pedro Adrián. Pariente, de Iván D. Gaona: "Yo solo quiero vivir tranquilo". 2016. Crítica de cine. En http://pajareradelmedio.blogspot.com.co/2016/10/pariente-de-ivan-gaona-yo-solo-quiero.html, consultado el 18 de mayo de 2018. Zuluaga, Pedro Adrián. “Asedios a las ruinas en el documental colombiano contemporáneo”. Ponencia presentada en Edoc, Quito. Festival de la Tigra “Iván Gaona e Isabel Otálvaro hablan sobre "Güepsa, historias cortas de Santander" en https://www.youtube.com/watch?v=FnXZpJAkUcw
C O N T R A C O N D U C TA , O N T R A C O N D U C TA , N T R A C O N D U C TA , T R A C O N D U C TA , R A C O N D U C TA , A C O N D U C TA , C O N D U C TA
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Dia 2 - Jueves 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Dia 2 - Jueves 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
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RAFAEL DE JESÚS VÁZQUEZ MARCELO
Festividades navideñas en la Cuenca del Papaloapan
Las Parrandas:
Veracruz es un estado de la República Mexicana, ubicada en el Golfo de México, un estado diverso y multicultural, en donde perviven tradiciones y costumbres muy antiguas que se han adaptado y perpetuado hasta la actualidad. La parte media sur de Veracruz, es una región geográfica y cultural definida y conocida como Sotavento, en ella se desarrolla una tradición propia de la temporada decembrina, conocida como: Pascuas, La Rama, Parrandas o Naranjas y Limas, dependiendo de la microrregión en la que nos situemos. Para efectos del presente artículo, nos referiremos a esta tradición que se desarrolla en las comunidades rurales de la región Cuenca del Papaloapan, particularmente en las localidades pertenecientes al municipio de Tlacotalpan, en donde se le conoce como Parranda. Para conocer esta tradición navideña en la región del Sotavento, resulta indispensable primero, referir la travesía de un género musical cuya gestación concluyó en la Nueva España, donde se integraron elementos líricos y musicales traídos por marineros llegados de España, pero de linajes mestizos entre Italianos, Portugueses, Árabes y Españoles, así como por esclavos, principalmente del norte de África, elementos que fueron adoptados por los Amerindios nativos de estas tierras costeras, quienes los recrearon conforme a las circunstancias de la vida cotidiana de esa época, con tal fuerza y originalidad que perdura hasta el presente, y conocemos como son jarocho, el cual sostiene como columna vertebral, las festividades de “Las parrandas” en las comunidades de la región sotaventina.
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L as Par r a n da s : Fes t i v i da des n a v i deñ a s
La unión de los pueblos a través de su fiesta popular, entre otras tradiciones, extendió lazos que fueron cobijando una manera de ser, de unir su espiritualidad y una forma de enfrentar la vida, al referirnos a la fiesta popular de la región sur de Veracruz, nos estamos refiriendo al Fandango. Esta expresión cultural es única y también diversa según sea su característica de pueblo indígena, de asentamiento de negros o de mestizos. Al final del siglo pasado el son jarocho había conquistado un amplio territorio y sus fiestas existían en razón de la tarima y los bailadores, de los músicos, de los versadores que iban de pueblo en pueblo llevando los aconteceres en ritmos y métricas poéticas. Alfredo Delgado Calderón menciona: El Son jarocho es uno de los elementos culturales que indiscutiblemente identifica al sotavento como una región. Al son jarocho se le conoce también como fandango, huapango y baile de tarima o de sones, aunque estas designaciones se han restringido en los últimos años propiamente al baile que acompaña a los soneros, sean religiosos, festivos, fúnebres o lúdicos (Delgado, 2004, p. 37). Las “Parrandas” las podemos describir como un complejo festivo en torno a las tradiciones navideñas de la región, las cuales se realizan por lo general entre el 15 y 25 de diciembre, en algunas localidades se extienden hasta el 6 de enero. Se acostumbra organizarse entre familiares y vecinos, los cuales recorren de casa en casa entonando cantos referentes al nacimiento del niño Jesús de acuerdo a la tradición judío cristiana. Rafael Figueroa menciona: “Esta tradición, conocida como la rama o las pascuas, tiene su origen en el villancico español, de donde, durante la Colonia, se diseminó prácticamente por toda América” (Figueroa, 2020). Al llegar a una casa, después de cantar, se pide un “aguinaldo” que es dado en especie (Comida y bebidas) o dinero en efectivo, y a cambio la “Parranda”, conformada entre otros por músicos, cantadores, y bailadores, interpretan algunos sones jarochos a manera de “breves fandangos” dentro del hogar que visitan, desarrollando esta dinámica de casa en casa, hasta que llegue el amanecer.
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RAFAEL DE JESÚS VÁZQUEZ MARCELO
Esta tradición es musicalizada con la instrumentación “jarocha” principalmente, tales como: Jaranas en sus diversos tamaños (Instrumento musical de madera, de ocho cuerdas que se rasguea y que hace una función armónica) se conforman en jaranas “mosquito” y “primera”, que son de sonido agudo y pequeñas, jaranas “segundas” de un sonido y tamaño mediano y jaranas “terceras” y “cuartas”, que son de sonido grave y de mayor tamaño. Requintos o guitarras de son (Instrumento de cuatro o cinco cuerdas que se puntea con una espiga o plectro que se obtiene del cuerno de una res). Guitarras sextas o “de canción”. De igual forma y particularmente en el municipio de Tlacotalpan, se acompañan con percusiones, tales como: Pandero (similar a la pandereta, de forma octagonal con base de madera y cuero sintético o natural). Sonajas de corcholatas (Tapas metálicas de bebidas embotelladas que se aplastan, se les hace un agujero en medio y se ensartan en un arillo de alambre metálico). Un elemento muy importante, en el complejo de las Parrandas y que daría pie para un trabajo mucho más extenso, es la poesía cantada en este contexto. Hay una diversidad considerable de versos para cantar, que varían no solo en la región, sino también en las localidades, hay versada que le denominan repetidas, entrelazadas, sueltas, estos nombres tienen que ver con la estructura poética, y estas sólo por mencionar algunas. Esta se canta con una métrica de versos pentasílabos y hexasílabos, y mantiene un coro entre cada estrofa que dice: Naranjas y limas / limas y limones/ más linda es la virgen / que todas las flores.
C O N D U C TA
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L as Par r a n da s : Fes t i v i da des n a v i deñ a s
A continuación, mostraremos la versada que se recopiló en la comunidad “6 de enero”, Mpio. de Tlacotalpan, Veracruz, en las denominadas parrandas. Cabe mencionar que los portadores actuales de esta tradición en esta comunidad, no tienen el antecedente de dicha poesía, ya que se las escuchaban a sus abuelos y padres y ahora ellos las recrean: Ábranse esas puertas / si quieren oír Que una cosa cierta / les vengo a decir Coro Naranjas y limas / limas y limones Mas linda es la virgen / que todas las flores Les vengo a decir / que nació el mesías Para destruir / las idolatrías Coro La idolatría / se va a terminar Así dijo Elías / al profetizar Coro Al profetizar / nadie lo sabría Cuál era el lugar / donde nacería Coro Donde nacería / solamente Dios Anuncia ese día / porque ya nació Coro Porque ya nació / el Rey de los reyes Y al mundo bajó / a dictar sus leyes Coro A dictar sus leyes / bajó el redentor A ver si con ellas / salva al pecador Coro Salva al pecador / dulce madre mía Madre del creador / dichosa maría Coro Dichosa María / no hay otra como Ella Que tuvo al mesías / y quedó doncella
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“NO AMIGO
RAFAEL DE JESÚS VÁZQUEZ MARCELO
Coro Y quedó doncella / sin mancha ninguna Pues María es más bella / que el sol y la luna Coro El sol y la luna / con su reluciente Alumbra la cuna / del niño inocente Coro Del niño inocente / con su gran poder Magos del oriente / lo vienen a ver Coro Lo vienen a ver / los tres reyes magos Y traen a ofrecer / mirra, incienso y oro Coro Mirra, incienso y oro / vienen a ofrecer A donde dormía / la mula y el buey Coro La mula y el buey / se encuentran presentes Y el lugar sagrado / mantienen caliente Coro Mantienen caliente / el lugar sagrado En donde se encuentra / el inocente acostado Coro Se encuentra acostado / sobre la pastura Y a su lado tiene / a la virgen pura Coro A la virgen pura / adiós le decimos Con mucha ternura / ya nos despedimos Coro Ya nos despedimos / porque ya nos vamos Yo y mis compañeros / las pascuas les damos Coro Ya nos despedimos / al pie de la cruz Y hasta el venidero / si Dios da salud Coro
C O N D U C TA
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v id a a rt e cu lt u r a
L as Par r a n da s : Fes t i v i da des n a v i deñ a s
Afortunadamente la tradición navideña en la región del Sotavento Veracruzano, en cualquiera de sus concepciones regionales, mantiene una vigencia notoria en cuanto a la dinámica social, de organización, poesía, variantes musicales e instrumentación, que propician una continuidad desde las nuevas generaciones hasta las más adultas; favoreciendo por ende, una transmisión de la tradición a través de la experiencia.
www.riosdeson.org
BIBLIOGRAFÍA Alcántara López, A. (2015). Dijera mi boca, textualidades sonoras de un Sotavento imaginado. Programa de Desarrollo cultural del Sotavento. México. Delgado Calderón, A. (2004). Historia, cultura e identidad del Sotavento. Conaculta-DGCPI. México. Figueroa Hernández R. (2020). Naranjas y Limas. Una tradición compartida con el Caribe. Colección Voces de la Tierra, IVEC García de León Griego, A. (2006). Fandango, el ritual del mundo jarocho a través de los siglos. Conaculta-IVEC-PDCS. México.
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“ N O A M I G O , N O E S T O Y A C T U A N D O R A R O , S Ó L O E S T O Y S E N TA D O A Q U Í ”. E R N E T S “ E A R N ” M A R K S E N AT L A N TA .
Dia 4 - Sábado 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Dia 4 - Sabado 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Matices de Egipto
POR ANDRÉS FELIPE TRUJILLO SIERRA
Lighting from Egipto
View from Egipto
San Bruno
Classical game when they trow coins.
Kevin the oldest calabazo´s son, future guide of breaking borders
Classical game when they trow coins.
Señor Getas
Egipto, dog and Sebas actual guide of the project
MATEO VALDERRAMA ARBOLEDA ASOCIACIÓN CAMPESINA DE ANTIOQUIA
Vidas campesinas, desarraigo y utopía
No cabe nadie más en la chiva. Mujeres y niños se apretujan en las sillas, sudan juntos, mientras una gallina cacarea dentro de una estopa y un bebé llora en brazos de su madre. Los muchachos y los señores ayudan a subir los pocos corotos que la gente alcanza a llevar consigo. Ni los vivarachos colores que adornan cada rincón de la escalera, ni las figuras geométricas que distraen la mente, logran apaciguar la angustia que se amasa entre el gentío. Ni siquiera lo logran los ríos y las montañas pintadas en cuadros que enaltecen el paisaje regional y tampoco el Santo Patrono del pueblo, desde su altar justo arriba de la cabina del conductor. A La Virgen de la devoción se encomiendan todos los ruegos y los rezos, mientras ella mira la escena desde el respaldo de la chiva que va adelante, desde donde se leen letreros que dicen Ituango, Santa Rosa del Sur y Argelia, Cauca. En muchos otros se lee La Valiente, La Aguerrida y La Guapetona; nombres que no dejan adivinar de dónde vienen, ni para dónde van. Desconocemos si la Santa Madre alcanza a atisbar nombres como Dipurdú, Istmina o Noanamá, o si advierte si allí huyen a pie, en botes o en pangas. Atrás quedan las fincas y con ellas las flores, las plantas, los cultivos y los animales, que en cororronda comienzan a preguntarse en dónde estarán las manos que hora tras hora, día tras día las cuidan, regando, desyerbando, alimentando y limpiando desde que sale hasta que se oculta el sol. Parece que son las únicas que extrañan al campesino y la campesina, porque saben que sin él y sin ella se llenan de rastrojo, se secan, sienten hambre y perecen al quedar desamparadas de su cuidado y su trabajo arduo y atento. Se oyen ladridos, bramidos, cacareos y maullidos en las veredas solitarias, que exigen que el campesino vuelva a la tierra. HUIR.
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Mientras tanto, en las ciudades callamos obedeciendo a Mordazo, el personaje que reprime el espíritu del convite1. No sabemos cómo se llama nuestra vecina, ni quién cultiva lo que comemos o dónde se cosecha. Tragamos entero sin saber si es importado el alimento que producían, tres décadas atrás2, quienes tuvieron que abandonar sus veredas, porque sus tierras, sus playones, sus ríos, sus humedales y sus ciénagas fueron codiciadas para cultivar banano, caña de azúcar, flores, aguacate y palma africana, para pastar ganado, para talar madera, para extraer petróleo, oro y minerales preciosos o para construir centrales hidroeléctricas. No nos importan sus vidas desterradas, así con ellas también sea despojada nuestra soberanía y autonomía como nación, porque pesa más la mordaza y la ilusión de que nada de eso nos concierne, no es con nosotros, “la gente de bien”. A pesar de los papeles firmados continúan los rifles tronando, como viene ocurriendo desde hace más de medio siglo. Se dejan las armas y hasta se redactan constituciones. Se recargan y descargan las municiones sobre cuerpos inocentes, sobre seres inconformes, defendiendo intereses, codiciando la sangre de la tierra, las riquezas que guarda, las características que posee en cada piso térmico. Con el estruendo de los disparos por banda sonora, el éxodo continúa y el campo va perdiendo a sus campesinos y campesinas. Escuchamos el llanto grabado en un celular anónimo, vemos el desespero en diferido y sentimos que no podemos hacer nada. Van más de ocho millones, y no podemos decir nada. Muchos de quienes no han sido desplazados, se han visto obligados a convertirse en trabajadores del campo, como obreros del banano, trabajadoras de las flores o corteros de caña tercerizados, subordinados a las órdenes del jefe, con bajos salarios, extensos horarios y perdiendo el pedacito de autonomía que brindaba el trabajo en la propia parcela, en el que no había patrón ni se “marcaba tarjeta”, así el esfuerzo fuera mucho. Legiones enteras han tenido que dedicarse a la coca, encontrando en la planta ancestral la única posibilidad de sustento, el cual les brinda una inserción marginal en el mercado mundial de la cocaína. Hoy sufren de estigmatización, persecución, erradicación forzada y violencia física en 50
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MATEO VALDERRAMA ARBOLEDA
su contra, aunque hace un lustro les prometieron sustitución voluntaria por cultivos que les permitieran vivir bien. A los menos perjudicados les ha tocado ceder amplios lotes de sus fincas a través de contratos con comercializadoras de aguacate de exportación, que permiten sobrevivir produciendo un alimento que no llega a nuestros paladares, como por décadas ha sucedido con el café, que al menos deja algo de maniobra al campesino. Donde se celebraban fiestas al maíz, ahora se festeja alrededor del aguacate, y una nueva fiebre se apodera del campo, de las mentes, de las manos, de las tierras fértiles y de las fuentes de agua dulce. Sin embargo, con todo y destierros, megaproyectos, monocultivos y saqueos, los tiples siguen sonando bonito y el espíritu del convite sigue vivo. Se manifiesta allí donde los vecinos se hacen regalos los días de cosecha, para que el compadre pruebe el platanito tan grande que creció y la comadre disfrute la yuca tan dulce y suave que se arrancó por cantidades, cuando los muchachos trabajaron en junta. Estos dones no están mediados por la lógica del dinero, ni por el intercambio mercantil, ni tan siquiera son trueques de una cosa por la otra. Funcionan bajo la lógica de la reciprocidad. La misma que ha existido desde antaño entre el fríjol y el maíz, que todavía se siembran juntos, para que uno se enrede en el otro y en compañia establezcan una base de la alimentación de muchos de los pueblos nuestroamericanos. Porque en lo más profundo del saber campesino, los alimentos guardan la memoria y son el alma de la tierra. Y los alimentos de consumo directo siguen siendo producidos por manos humildes, que trabajan en condiciones difíciles para ofrecer comida al país y al mundo. Estas manos también trabajan en minga para construir carreteras, escuelas, salones comunales, para arreglar caminos, casas de vecinos y la infraestructura de los acueductos comunitarios. Mes a mes se planifican en junta estos y otros trabajos para construir un mundo común habitable en la ruralidad colombiana, en los que se comprometen los vecinos y las vecinas convocados por el espíritu del convite. No importa mucho la forma en que el Estado aparezca, si poco o mucho,
- ES O E R A - D I J O CO N B R I L LO E N LO S O J O S - P E R O YO N O S A B Í A Q U E E R A ES O LO Q U E YO Q U E R Í A D EC I R . -
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para estorbar, para manipular o para tratar de capturar los procesos. Lo que importa es la fuerza que genera estar juntos y juntas y saberse parte de una comunidad. Fuerza que hemos perdido en amplios sectores de las grandes ciudades, donde somos presas de la soledad, el individualismo y el sálvese quien pueda. Una pregunta urgente que surge a propósito del futuro y la paz de Colombia es ¿Cómo anidamos el mañana en el hoy? ¿A partir de qué prácticas? ¿A través de cuáles valores? Los campesinos y las campesinas, con sus dificultades y sus contradicciones, nos muestran posibles caminos que nos permiten prefigurar una sociedad diferente, organizada bajo fundamentos distintos a la competencia, el despojo, el acaparamiento, la violencia y el despilfarro. Como alternativas, nos enseñan de reciprocidad, de trabajo en junta, de organización comunitaria, de apego a la tierra, al agua y a los alimentos, de sencillez y de solidaridad. No se trata de idealizarlos, ni de imaginar paraísos, islas afortunadas o países de cucaña como proyectos de mundos felices inspirados en su bondad consumada 3 . Solo se busca aprender, con nuestros coterráneos, formas de caminar hacia la utopía de un país en paz, con vida digna y justicia social; propósito para el que los campesinos y las campesinas tienen mucho que enseñar y que aportar, si sabemos escuchar, observar, tocar y probar atentamente mientras recorremos a su lado el territorio, nuestro abrigo en común. Además del aprendizaje vital en el compartir de lo cotidiano, es necesario escuchar e investigar las propuestas de país y de sociedad que hacen campesinos y campesinas organizados en movimientos sociales y políticos, frecuentemente invisibilizados y estigmatizados. Es indispensable abrir la escucha, los sentimientos y los pensamientos, derribar las estatuas mentales si es necesario, para tomar en serio lo que nos dicen desde los cortes de carreteras, las caravanas humanitarias, los paros campesinos y los escasos escaños que alcanzan a arañar en el Congreso de la República. Indagar por sus propuestas de reconocimiento político y jurídico como sujetos campesinos, por sus formas de construcción de 52
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MATEO VALDERRAMA ARBOLEDA
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territorialidad , por sus propuestas de reforma agraria y de transformación del modelo mineroenergético y por sus luchas por alcanzar la soberanía alimentaria y la justicia hídrica. Son utopías posibles, inéditos viables, que podrían brindar a los pueblos de Colombia mayores niveles de justicia y dignidad. A propósito del cine y de las representaciones, de la visibilidad y la invisibilidad, de lo nombrado y lo silenciado a propósito del campesinado en Colombia, ¿Qué imágenes necesitamos componer? ¿Qué historias podemos narrar? ¿Qué personajes queremos construir para anidar el mañana en el hoy desde el reconocimiento de las vidas y las luchas campesinas?
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Velosa, Jorge (2021). El convite de los animales. Bogotá: Editorial Monigote. 268 p. 2
Fajardo, Darío (2019). Agricultura, campesinos y alimentos en Colombia (1980-2010). Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Centro de Investigación Sobre Dinámica Social. 275 p. 3
Zuleta, Estanislao. Elogio de la dificultad. Discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad del Valle, Cali, 21 de noviembre de 1980. 4
Como los Territorios Campesinos Agroalimentarios y las Zonas de Reserva Campesina. REFERENCIAS Fajardo, Darío (2019). Agricultura, campesinos y alimentos en Colombia (1980-2010). Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Centro de Investigación Sobre Dinámica Social. 275 p. Velosa, Jorge (2021). El convite de los animales. Bogotá: Editorial Monigote. 268 p. Zuleta, Estanislao. Elogio de la dificultad. Discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad del Valle, Cali, 21 de noviembre de 1980.
DIGNIDAD.
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Dia 5 - Domingo 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Dia 5 - Domingo 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Dia 5 - Domingo 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Dia 5 - Domingo 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
LUCÍA MURILLO
Ser argentino…
Dicen que «uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde». A mis 30 años recién cumplidos no tardó en aparecer la “crisis existencial”. Hasta ese momento nunca había cruzado una frontera y no podía esperar más. Apenas dos meses después de mi cumpleaños armé mi mochila y emprendí este viaje por Sudamérica, en el que llevo ya 3 años. Demás está decir que he vivido aventuras y experiencias que jamás hubiesen ocurrido de haber continuado en mi zona de confort. No soy la misma persona que dejó Argentina. Me descubrí superando desafíos que antes ni siquiera me habría planteado y, sin embargo, solo con la distancia fue que descubrí lo mucho que quería a mi país. El argentino promedio suele estar acostumbrado a la queja crónica, al fatalismo, incluso a la resignación, expresada muchas veces en el deseo de irse del país en busca de un mejor futuro. Esto suele traslucirse en un sentido del humor ácido, un poco turbio, pero ingenioso y ocurrente. Pero apenas pone un pie fuera de su tierra, el patriotismo se exacerba, lo mismo que ocurre durante los mundiales de fútbol. Lo primero que empecé a extrañar fue la comida. Si bien he disfrutado de platos típicos de otros países, ningún sabor se compara para mí con el de una rica milanesa con puré, un asado de tira cocido 3/4 (el punto de cocción es todo un tema de discusión), la gran variedad de pastas, y las clásicas facturas (masas dulces con rellenos y cobertura) para acompañar el mate (infusión típica preparada con yerba mate).
D E S P R E N D E R S E E S F O R TA L E C E R S E .
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S er arg en t i n o ...
No puedo comer un delicioso sancocho, sin pensar en los pucheros que me preparaba con tanto amor mi abuela. Salvando algunas diferencias (nosotros no tenemos yuca pero usamos camote, y también el clásico caracú, ese hueso cilíndrico con grasa adentro, cuyo deleite es el premio que se guarda para el final), ambos platos tienen similitudes que al menos a mí, me hacen “piantar un lagrimón” de la emoción. Una forma de combinar mi fanatismo por la comida argentina con la necesidad de hacer dinero durante el viaje consistió en preparar y vender empandas argentinas primero, y luego, alfajores (una golosina tradicional rellena de arequipe y cubierta de chocolate). Con una heladera de icopor, sobre la que coloqué un cartel con la bandera, recorro los parques de pueblos y ciudades, ofreciendo este particular dulce que muchos desconocen y se intrigan por probar. En Colombia la gente suele ser muy amable con los argentinos. Nos quieren, les gusta nuestro acento. Nos hablan de fútbol, de Messi, de Gardel o bandas de rock y los más religiosos, del Papa. Muchos me dicen: “fui a tu país y me encantó”, o “tengo muchas ganas de conocer Argentina”. Irónicamente, algunos nos vamos porque no somos capaces de ver todo eso que encanta al extranjero. Siendo honesta nunca fui fanática del fútbol o el tango, y eso sorprende a mucha gente que nos asocia directamente con esas tradiciones. Sin embargo, no me siento menos argentina por ello. Me siento argentina, entre otras cosas, porque aún llevando tres años fuera de mi país, no pierdo mi característico acento (que muchos extranjeros remarcan, intentando imitar), como tampoco ciertos rasgos de carácter “argento”, que incluso pueden resultar chocantes (se nos “acusa” de altaneros, directos y ávidos usuarios de malas palabras). La distancia hizo que ciertas costumbres que solían pasarme desapercibidas hoy las anhele con nostalgia. Constantemente me cruzo compatriotas con el mate bajo el brazo y esas frases características en la punta 60
“. . . Y O N U N C A V O Y A D E C I R Q U E T O D O E L T I E M P O P O R P A S A D O F U E M E J O R . . . M A Ñ A N A E S M E J O R .”
LUCÍA MURILLO
de la lengua: ¿Qué hacés che?, No seas boludo/a, Que loco ¿viste?, ¡No jodas! ¿en serio?, Vení, tomate un mate, ¡No me chamuyes!, Se labura bien acá eh, y varias más… Algunos extrañamos la patria más que otros, pero seamos conscientes o no, todos vamos regando un poco de nuestro patrimonio cultural con cada cebada de mate a un foráneo (ver sus reacciones al probarlo por primera vez, puede ser de lo más chistoso). Esta infusión tiene un significado de reunión, del compartir, actúa incluso como catalizador terapéutico. Entibiar el corazón contándole nuestros problemas a un familiar o amigo, mate de por medio, es una costumbre bien argento. La frase “vení a tomar unos mates” suele estar teñida de confianza y cariño, logrando incluso acortar la brecha entre los desconocidos. Ser argentino es aprender a vivir constantemente en época de crisis, y entre quejas y puteadas, saber aprovechar las oportunidades de cambio que se presenten. Y a pesar de lo mucho que reneguemos de la situación del país, somos orgullosamente resilientes, luchadores, no nos callamos nada, al contrario, gritamos todo. El patrimonio cultural también incluye esas formas de ser características poco romantizables, idiosincráticas, que nos enseñan a vivir en estado de alerta, entre la resignación y la lucha quejumbrosa. Como todo país latinoamericano esa lucha se enfoca en el día a día, con la pretensión de lograr a la vez la fatídica hazaña de mejorar las cosas a largo plazo. Pero en el medio, uno debe ser capaz también de relajarse, divertirse (por ejemplo, a través del fútbol, o del asado y los mates con la gente querida), entretenerse con otra cosa que le haga olvidar por un rato, que nació en un país que nunca la tuvo fácil, pero que después de cada caída se sacude el polvo, sin dejar rastros. El argentino tiene fama de orgulloso, de pecar de soberbio hasta rayar en la arrogancia. Pero la necesidad de enfrentarnos a un medio hostil nos hizo cubrir la cebolla con capas extra, para poder aguantar con firmeza el filo de ese cuchillo que tiene tantos nombres como males padecidos:
LOS ANDES DE CABO A RABO. LA GEOGRAFÍA DESAFÍA LAS DIVISIONES Y MARCA DIFERENCIAS.
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Ser arg en t i n o ...
colonización, dictadura, neoliberalismo, despotismo, inflación, precarización laboral, desigualdad social, hambre (de comida y de justicia), corrupción y varios etcéteras más. Esa descripción podría aplicarse tristemente a cualquier país sudamericano, y cada uno ha encontrado su manera de hacerle frente. La nuestra fue justamente esa: hacernos notar, escudados bajo la creencia de ser los mejores en muchas cosas. Es que la dura realidad del país nos tira constantemente para abajo, pero nosotros, como tercos que somos, insistimos en salir a flote cada vez, con la cabeza bien en alto. Y es que somos como un globo que se infla a punto de explotar. Todo ese aire lo hace subir rápido, con ese vértigo de saberse frágil ante el más mínimo pinchazo, pero aun así, no deja que ese miedo le impida llegar bien alto. Eso es ser argentino. Eso y muchas cosas más…
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Dia 6 - Lunes festivo 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Dia 6 - Lunes festivo 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
Dia 6 - Lunes festivo 2020 Ph: Juan Carlos Quenguan Acosta
VALERIA CARDONA GÓMEZ
Un viaje en navidad
Con mi burrito sabanero voy camino de Belén Con mi burrito sabanero voy camino de Belén Si me ven, si me ven, voy camino de Belén Si me ven, si me ven, voy camino de Belén
Suena a lo lejos en mi cabeza mientras me despierto con un calambre en la pierna derecha y la espalda dolorida en el asiento trasero del carro de mi padre. Suspiro y miro por la ventana mis amadas montañas colombianas. La carretera está repleta de carros en otro año más de viajes decembrinos, de reuniones familiares, de comida por doquier. Las lucecitas en las casas sobre la vía adornan el paisaje. De pronto, mi mamá cambia de emisora y en la radio suena esta canción:
Farolitos en el cielo Poco a poco van naciendo Farolitos en el cielo Poco a poco van naciendo Como nace el sentimiento Por las calles de mi pueblo Como nace el sentimiento Por las calles de mi pueblo
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un vi aje de n a v i da d
Corazón que canta Corazón que sueña Lleno de esperanza En la Nochebuena
Mi madre comienza a llorar, las navidades sin la abuela han dejado de ser alegría y esperanza, y han dejado un vacío melancólico en su corazón. Ya no es la misma desde hace cinco años: su mirada ahora guarda un brillo nostálgico y una cascada de lágrimas siempre la acompañan cuando adorna la casa y hace la navidad. Solamente un año no quiso decorar, pero las tradiciones familiares difícilmente mueren y están tan ancladas en nuestra vida que a último momento mi mamá dejó la casa como un museo navideño al igual que todos los años. En un solo día organizó todo con una copa en la mano, música a todo volúmen, natilla, buñuelos, hojaldres y arroz con leche. Un año después no pudimos comer porque mi tía con alegría y emoción esparció pimienta roja en vez de canela antes de servirlo ¡Un total desastre! Mientras limpia sus lágrimas, mamá pide una ronda de villancicos y comenzamos a hablar de la navidad, su época favorita a pesar de todo. Los recuerdos invaden el ambiente, comenzamos a hablar de los largos recorridos y paseos para ver los alumbrados en la ciudad, aquellos por los que nos aguantabamos horas y horas de trancones no solamente en Bogotá, sino en cada pueblito y ciudad por la que pasábamos, haciendo una parada obligatoria en Medellín, la ciudad con los alumbrados más lindos, según nosotros. Comenzamos a especular sobre cómo serán este año. Claro está, nos advierte no mirar en internet las fotos de cómo ha quedado. Recordamos las navidades pasadas, con los tamales de la abuela, que hasta ahora nadie ha podido cocinar igual. Hablamos de aquella vez en la que bromeamos en la entrega de los regalos cuando metimos los presentes dentro de ollas, medias y objetos feos para ver la cara de decepción de quien los abrían y luego ver la cara de sorpresa cuando descubrían la verdad. Recordamos con alegría al abuelo, que ya no está con nosotros, arrastrando la maleta cuesta abajo en las faldas Manizalitas y su alegría al 68
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VALERIA CARDONA GÓMEZ
quemar el año viejo. Definitivamente la navidad es la época más linda del año; hay unión familiar, regalos, mucha comida ¿A quien no le hace feliz la comida?, música, reuniones, decoraciones, descanso y viajes. Para qué más. Comienza a sonar el villancico favorito de mi primo, el que siempre canta a todo pulmón incluso cuando ni sabía hablar bien y solo cantaba las sílabas finales de cada verso y todos comenzamos a cantar: Tuki tuki tuki tuki, tuki tuki tuki ta Apurate mi burrito que ya vamos a llegar Tuki tuki tuki tuki, tuki tuki tuki ta Apurate mi burrito, vamos a ver a Jesús
Paramos en un potrero vacío y estacionamos el carro. Mi tía saca la bolsa de pan Mariquiteño que compraron en el camino y el fiambre, el mismo que la abuela preparaba cuando íbamos a viajar: carne seca, arroz, plátano, papa y yuca sudadas, todo envuelto en hojas de plátano. No les puedo describir el sabor de esto: es la gloria. Lo extraño es que no sabe igual si te lo comes en otro contexto, creo que el sabor lo da el hambre del viaje, el regalarnos ese espaciecito en medio de la carretera para bajaros del carro, estirar las piernas, sentarnos en el pasto y compartir un pedacito de la tradición familiar. Es un momento único y muy especial. Tras comer, mis papás ven un chamizo muy lindo en el piso bajo un árbol ¡Es el tronco perfecto para nuestro arbolito de este año en la finca! Lo toman y lo montan al carro. Mamá ama decorar chamizos en navidad. Los forramos con algodón y los decoramos con bolitas navideñas, arlequines o pajaritos según la temática que hayamos escogido, este año decoramos con búhos blancos. Ya en el carro yo me quedo dormida, comienzan las curvas para llegar a Manizales y ese mareo no se lo aguanta nadie. Tomo del piso la maleta en la que vienen las casitas, el niño Dios, los reyes magos, el buey, el burro, la Virgen María y San José para armar el pesebre en cuanto llegue-
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mos. Abrazo la maleta, como si tuviera el tesoro más preciado y me duermo. A pesar de que no soy católica, este tipo de cosas significan mucho para mí porque me unen a mi familia. Mi hermana me despierta en un pueblito, nos vamos a bajar a comprar cucos amarillos para el 31. Antes de salir de Bogotá no tuvimos tiempo de comprarlos y son un infaltable para esa fecha. Mientras hacemos la compra le cuento el sueño que tuve: Estábamos armando el árbol de navidad más grande que se puedan imaginar, yo era la encargada de poner la estrella en la punta y había escalado no se cómo hasta la cima y justo cuando iba a ponerla en la punta me caigo, siento un vacío enorme al caer y veo toda la ciudad decorada con lucecitas doradas. Algo que me habría gustado ver en mi Bogotá este año, en el que no sucedió a parte de los centros comerciales y las casas. Recordamos que a una de mis tías le encantaba prepararse para el 31 haciendo un gran mapa de sueños en los que hacía un collage, con recortes de revista, decoraciones, fotos y escritos: todo lo que quería para el año venidero. Nos ponemos tristes, este año mi tía se nos fue, sin siquiera tener tiempo de despedirse.La pandemia se llevó mucho más que la libertad de estar en la calle sin tapabocas, que las grandes reuniones y la “vida normal”. Comenzamos a pensar en nuestras navidades juntas. La tristeza se disipa por los bellos recuerdos. Lo cierto es que cualquier esbozo de caos y amenaza provocado por el COVID se ve opacado por la navidad; una época eternamente bella en la memoria colombiana, claro está a excepción de ese recuerdo oscuro en la memoria de nuestro país, especialmente en el del pueblo nariñense tras la Navidad Negra de 1822.
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ESTE AÑO HA SIDO DEMASIADO.
Un regalo de reyes
VAC VIDA ARTE CULTURA
Chao 2021, hola 2022
Sara Restrepo Palomino, La Guajira, Colombia 2021
VIVIMOS LA CULTURA DE OTRA MANERA
FELICES FIESTAS LES DESEA TODO EL EQUIPO
VAC VIDA ARTE CULTURA