#1 Mayo 2012
Objeto-a
Editorial
Objeto-a.............................................................. ......................inhabilitar el sentido naturalizado Oponer a una estructura de sentido otra que desintegre la estrategia de la primera, es un momento de síntesis en el pensamiento dialéctico. En definitiva esto permite la construcción de un nuevo ciclo, en la idea de tiempo de Hegel, posible de ser modificado cuando irrumpan nuevas condiciones para inhabilitar los sentidos ahora viejos. Esta lógica de la destrucción infinita es la lógica del objeto-a, como deseo imposible, como resto no pronunciado, como movimiento en sí… propio del ser sujeto. La meta de todo episodio artístico. Es la presentación en acto de la imposibilidad de tal movimiento, En este número nos comprometimos con ésta idea, la de proponer dispositivos que cuestionen nuestras habituales prácticas de lectura. el deseo replicado en la representación, en la puesta en escena de una situación que se propone como posibilitadora de nuevos sentidos a partir del desmontaje, de la puesta en escena de estrategias que anulan las eficacias de la lengua, de la cultura. Por eso todos aquellos dispositivos que impliquen la puesta en escena de una desdramatización de los contenidos de la vida, una parodia, una risa, un juego que coloquen en otra dimensión lo serio y su constante amenaza en el sujeto vivo son tan claros a las prácticas de arte contemporáneas. Jugar a quitar el sentido de lo que ya naturalizamos culturalmente e incorporar una nueva perspectiva posible de ser vivida antes que … sobrevenga el instante en que asumimos que no sirvió para nada… Una posibilidad concreta desde que los artistas decidieron asumir el estatuto del arte como un crítica sobre la función misma del arte, Representar aquello de indecible que hay en la sociedad para reencontrarlo con nuevos sentidos. El arte como práctica social y como práctica de lo bello. Nuestra propuesta de hoy, es a partir de lo bello exponencial, pero para asumir esa idea: la de práctica social.
María Forcada
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Mi deseo es seguir viendo a actrices como Tilda Swinton
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El deseo como posibilidad din谩mica de modificaci贸n es
s贸lo eso, posibilidad...
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De que transpira en un edĂŠn indeterminado con su nueva voz indeterminada albergando latidos huidizos de todo registro.
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No quiero morir como dios manda, quiero morir como extra
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Tomamos por posposici贸n de la cosa
en sĂ lo que ya es la cosa en sĂ
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Tiene claro lo que le cuestan los finales.
¿Resolver? ¿Qué cosa? Acá no se puede matar a nadie.
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Devenido y causado por el Otro, instaurarĂĄ una pĂŠrdida
que serรก la sombra en donde nos sentemos desde siempre
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La cabeza en un plato
era su trofeo. 36
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En la punta de la palabra estรก la palabra, quiero
usar la palabra atropellar y no sĂŠ dĂłnde ni cuĂĄndo.
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Matías Forlani
El objeto cae El objeto cae, es que la escritura del Otro surca al cuerpo reduciendo el sentido de un deseo que se escapa, dejando a la verdad como instancia de lo imposible, en tanto ciervos del lenguaje, solo nos queda habitar en él (y ser huérfanos allí), dependiendo de las palabras para que el agujero permanezca innombrable, indecible, perdido, y desde esa perdida, búsqueda, vértigo, y exilio… Entonces si el cuerpo para el psicoanálisis es atravesado, desgarrado por el significante, sus cadenas encadenan al mismo, tallan la carne, trazan cicatrices, huellas de surcos silenciosos donde algo no se dice, lo silenciado nos arroja al deslizamiento. La caída, siempre una caída, siempre un espacio vacío, el vacío que se instaura por el Otro, Otro que nos preexiste y nos escinde, perdiendo así un resto. Un real que se desdibuja metonímicamente entre los significante, real de un deseo que siempre es otro, “cosa” otra que se escabulle y en nada se aquieta, deseo que es deseo de muerte, porque es nada y siempre otra cosa, que nos mueve en búsqueda de aquello perdido que fue ausencia, lo perdido. Principio a tener en cuenta: el sujeto es el lugar del desconocimiento, adviene desde la extremidad de lo otro, desde lo externo. Espacio otro que instaura lo desconocido, el desconocimiento como parte de un mismo. Devenido y causado por el Otro, instaurará una pérdida que será la sombra en donde nos sentemos desde siempre. Es decir, la exterioridad es la intimidad del sujeto en tanto que dependemos del Otro y por el Otro algo en nosotros se desvanece, se pierde, se olvida, se repite incansablemente, se desconoce inagotablemente. Desde otro lugar que es el mismo en su diferencia, lo innombrado aparecería como “Partes mudas de un discurso narcisista”, partes de un todo del discurso que rompe y hace trizas el muro inderribable del lenguaje. La parte es lo que se repite, fragmentos de un todo que rasga al muro, introduce una letra, una materialidad que desliza al texto de un lugar a otro y nos arroja a deambular, a buscar , a errar en las sendas múltiples del laberinto donde el centro es ausencia. Surcos sinuosos que hacen trizas el discurso narcisista, un componente
“iletral” que insinúa repetirse por los vericuetos del placer, de un más allá de él que se teje sin historia ni recuerdo. Insistimos y repetimos: Parte, fragmento, resto que tambalea al todo. “El objeto indescriptible” dice Freud, pero que se repite. No es la lógica de El Acontecimiento, son acontecimientos de partes que se escabullen del todo, como rocíos matutinos, como pequeÑas luciérnagas que en el aura se apagan, pero que respiran, allí donde desconocemos. Es la lógica de lo particular que, en tanto olvido, ya no recuerdo, sino que insistencia en la repetición, el olvido que insiste, y el recorrido se expande. Como ocurre en el texto, recorrido textual en el recorrido de las palabras. Palabras que rellenan, que tapan o nombran lo que se ausenta, nombrar para ausentar. El silencio es lo que corroe las palabras hacia la fuga. El objeto innombrable, indescriptible, innominado, que desecha y aborta palabras para nombrar, pero que en cada nombre no hace más que silenciar ¿se entiende? Las palabras ya no para develar a la verdad, sino para encubrir de aquello que nada queremos saber, pero mueve, nos mueve en el movimiento, de allí que es devenir, búsqueda y exilio (en la misma baldosa), un bello errar, un intenso deambular, pero continuemos. Si continuamos con el olvido, lo que retorna es lo ausente, olvido que retorna al margen del recuerdo (más allá de él). Retorno de lo ausente, que en cada nuevos encuentro, no es sino, más que un nuevo disimulo. Como ocurre con el espejo, espejismo, reflejo en la bella imagen, el objeto sería como la sombra que se pierde en el reflejo especular ¿hay sombra en el espejo? No, hay imagen, fuimos devorados por él, el resto que cae, eso, ello, lo inaprensible de la imagen, lo no escrito de las palabras, las que las hace balbucir, gritar, farfullar, susurrar, arma y recorre el laberinto. Bellos laberinto sin centros, puro errar, puro deambular, búsqueda, jamás encuentro, así nos movemos, siempre en el semblante, eso que usted piensa y lee, no es. Búsqueda recurrente porque sabemos que no hay encuentro. Como un retornar una e incontables veces. Freud lo dice a su manera “las bodas taciturnas de la vida vacía con el objeto indescriptible”. Y ahora si “las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia” (A.Pizarnik).
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Natalí Tentori
I En la punta de la palabra está la palabra, quiero usar la palabra atropellar y no sé dónde ni cuándo. Al lado de atropellar está el hijito rengo de la protagonista de la novela mexicana con una pelota roja en la mano, atropellar es un camión enorme que viene a toda velocidad y no tiene frenos. Al lado de ese capítulo, al día siguiente, está el otro capítulo y el nenito sano y salvo porque su heroica mascota (un can vagabundo y pillo al que le daba de comer a hurtadillas en el patio de atrás de la casa) se arrojó a las ruedas de la mole gigante y murió como un héroe, salvando al nenito rengo, haciendo volcar el camión que llevaba 35 niÑos ilegales (todos muertos) a cruzar la frontera (nunca llegaron/ claro/ pero ¿a quién le importan los extras?). Moraleja: ni un camión lleno de extras podrá atropellar a un solo protagonista.
II 隆Por la Revoluci贸n de los extras! No quiero morir como dios manda, quiero morir como extra: morir de tarea, abajo del puente que atraviesa triunfal mi protagonista. Porque no hay protagonista capaz de cruzar un puente sin que haya un extra muriendo abajo. No quiero morir de hostia ni de cuerpo de Cristo quiero morir de sudada santa de coronita de espinas de estaca. Quiero morir de extra de ex de exteriores de movilera de muerte idiota de-lo-que-sea Pero no quiero morir porque se me acab贸 el contrato.
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Fernando Guevara
a.
Un niÑo de tres aÑos y cinco meses, a quien el regreso de su padre del frente le resulta visiblemente incómodo, despierta una maÑana conturbado y excitado, y repite a cada instante esta pregunta: “¿Por qué papi llevaba su cabeza en un plato? Hoy a la noche papi llevaba su cabeza en un plato.” FREUD, Sigmund; La interpretación de los sueÑos, Segunda Parte, Sobre el sueÑo (1900-1901), Obras Completas… Amorrortu Ediciones
Cuando tenía tres aÑos y cinco meses el álgebra se le escapó Resultado de la resta Entonces, unos colores... con las voces amplificadas de sobremesa café. Las sillas blandas Fantasma Ve la casa en el lago. Sobrevuela el campo sobre el tablón se sostienen las adormecidas se contiene sin el marco El humo del mediodía Siesta diablo La guerra como con los otros Los tanques Los aviones Helicóptero El viento que trepa las nubes y no se acuerda… el retazo que cubre la caja en el cajón de su memoria como un río Un triunfo que va más allá Una batalla ausente. Desprendida El descanso en las montaÑas que lo redime La despedida contraria. Y el viento roto el viento El viento contribuyente del estado de la PC redirigiendo los puntos ... Y regresa Ingresa El padre cansado Incorrecto El padre regresa Regresa papá. Papá ha regresado. Regresa el padre de la guerra santísima. Vuelve a la mesa Se detiene sobre la alfombra El padre regresa. Regresa de maÑana. Con el uniforme que no reconoce Se repite en el espejo: papá regresó Su padre regresa de maÑana. Regresa en un corcel volvió para quedarse Corre en el campo. El niÑo de cinco aÑos y tres meses corre por el el campo de batalla
Y un puesto negro lo enceguece y sobreviene la pregunta.
No se acuerda… Sentado en el borde de la cama piensa en despertar sentado junto a la sombra. Pero no se acuerda de nada más La cabeza en un plato era su trofeo. El regreso regresó… El padre del niÑo ha vuelto. Ha regresado del campo de batalla. Regresó tu padre, niÑo cara de robot. Ha vuelto tu papá volvió el padre regresa caminando regresa con la cabeza en un plato volador. El padre regresa regresa caminando con su uniforme del campo de batalla. Ha vuelto, está entre nosotros una vez más… Regresas mutilado soldado de plomo azul
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María Forcada
arte el sinsentido fiel
Maxime es un personaje de la película quieres ser John Malkowickz?, que nos enfrenta mas que ningún otro personaje de esa película, a todas las cosas que pueden suceder cuando nos abrimos a nuestros deseos sin ningún tipo de mediación social, afectiva, o religiosa. Es la expresión de nuestro deseo sin límite realizándose en el continuom de la vida. Somos nosotros en cada impulso de nuestro inconsciente. La contingencia para este escrito es pensar aquello que no comprendo Algo de eso que tiene Maxime algo que no participa de cuestiones ligadas a culpabilidad, sensaciones, afectos, o que los labora de otra manera, como recurrentes a su propia representación sin poder incorporar otras figuras, una relación con el Otro , posible de ser analizada. Esa imposibilidad de asumir el Otro en el discurso y más que en el discurso asumirla en el gesto, en la pose, en lo que sobra más allá de las palabras, sólo obtiene su impulso de dónde? de fagocitar el que sí asume al otro, sin importar cómo termine la situación. Es un practicar nuestro deseo asumiendo conscientemente el infierno que éste depara por el mismo sinsentido al que le es fiel. Es curioso que los que nos podemos sentir culpables nos enredamos en un sinfín de sentidos que muchas veces oscurecen nuestras mejores intenciones, pero nuestro consuelo de tontos es el remanso de la compañía en la imposibilidad compartida. Los que laboran fuera del ámbito de la culpabilidad, parecen
lograrlo todo, desafectivizado, pero su remanso es un solo unívocamente compartido. El objeto-a es para mí un borde del que no se puede decir nada, solo y en todo caso aparecer como angustia, es un borde para el cual vivimos elaborando respuestas tontas, pero que nos hace vivir, si entendemos vivir como apertura al sentido. Cuanto manejo el objeto que soy para el Otro Te deseo pero no sé lo que deseo, sólo deseo Qué me angustia Para transformarme en un ser deseante y no en un ser gozoso Que linda angustia Que placer sentirla me pregunto Qué relación hay entre el objeto-a y el arte hoy para un artista toda y nada el deseo inexpresado romántico tal vez de querer una situación diferente para la existencia, expresada en las consignas, ejes o problemas que abordan los artistas y el deseo personal de querer una existencia igual que la de otros para mí en el mundo social. El segundo parámetro me ubica en el mundo de las mercancías de las que extrae el artista las fuentes para su trabajo, el primero las deposita en un lugar sublimado que impone un aura diferente. El arte y la vida actual no tienen nada en común, a nadie le interesa pragmáticamente el arte en la sociedad actual, no responde a ninguna necesidad, es Maxime sólo en las rendijas de esa necesidad, en el deseo inexpresado de las cosas, aparece la posibilidad de querer hacer arte para el artista. Pero también aparece la posibilidad de pensar que el arte es una
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vivencia individual y por lo tanto la imposibilidad de su discurso. no es en las formas de los problemas que asumen Los objetos del arte que se modifica la sociedad. es en la forma de hacer circular el sujeto que los produce y el rol que adquieren esas producciones en que se modifica la realidad. El deseo como posibilidad dinámica de modificación es sólo eso, posibilidad. La obra también es posibilidad Posibilidad ahora concretada, pero la forma como se presenta a los sujetos es acción, es deseo funcionando, y es un límite a nuestras disposiciones.
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Rayen Nazareno
Ma “Deseoso es aquel que huye de su madre” José Lezama Lima Prolegómenos No sean probablemente sólo ruinas en las que perviva, parla precaria del destiempo o la infancia. Entonces adormido, tal vez, en terreno del sueÑo, algo que asemeja al ronroneo donde eran las lenguas vivas de su cariño lo Uno. Lo Unívoco. Sus cuidados ampliados en los que una intimidad nada ligera nos resumía, y el afán de un inconsistir vivir apagaba las razones de la madurez. Entonces adormido, tal vez, donde su presencia no urda un tajo pleno de pavor e imposibles, el orden donde un deseo secular no se produce; lazo pringoso en que no rigen deslizamientos de lo consciente. Posfacio Porque debés irte, pienso en que tu voz se rompa finalmente, que coordenada y sucesiva despoble toda providencia , donde su sonido, arcaizado -fruto de prehistórica hora aún viviente-, no nutra del ansia sus nociones ni arañe ponderable verdad. Se deshaga el espesor de tu sangre tibia todavía, parlante, para irremediable enmudecer, así endurecida, como granito de estatua, testimonio de prócer que supo ulteriormente ser pasado.
De que transpira en un edĂŠn indeterminado con su nueva voz indeterminada albergando latidos huidizos de todo registro en un charco tibio que ella o lo que queda de ella que alguna vez fue nudo ha generado y allĂ todo reposa en un llanto nacido hacia el vientre quiĂŠn sabe. Enigmas del discurso
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Hermanos (abandonado en marzo) 1. Ahora, como siempre, no sabe cómo dar comienzo. EnmaraÑadas cuestiones por abordar, un revoltijo de cuerpos en fondo negro flotando. Interactúan. Desconoce si conviene encarar el tema retrotrayendo hacia la infancia y los continuos gestos de dependencia. O si referirse a un Edipo irresuelto. 2. Piensa por un lado en el reverso talional del cariÑo entre los personajes. Cree que de ahí deviene ese maltrato constante del mayor, su desidia. Podría decirse que al menos en esto está seguro. Hasta que el hilo se pierde, se pierde. Si el “nudo” se acurrucara ahí, poco lugar quedaría para las crónicas de deseo contenido de abrazar al menor dormido mientras él sigue levantado estudiando a metro y medio de la cama. Unidos por la luz del velador y la recurrencia del pequeÑo por destaparse. De exponer a las picaduras su trigueÑa piel, marmolada por las marcas de la ropa interior. (La lógica recomendaría detenerse en la descripción del cuerpo que dormita jodido por los mosquitos: piel tersa, firme carne sin grasa, extremidades suavemente torneadas, cabellos algo húmedos aún por la ducha reciente dejando marcas en la funda color café de la almohada). 3. Finalmente decide sostener el tono infantil y pedagógico antes que el homo erótico: le incomoda. También: abominar del manierismo. Prosa esbelta y de precisión química, apática. 4. Mira la lista de elementos, directrices que le iban a marcar la narración o “lo que va”; parecen pocos de repente. Los agrupó todos en un párrafo y ya no sabe si hay buen puerto para tan poco material. ¿Valdrá la pena un cuentito de incesto con tanto émulo antipoético suelto? No desfallecer, no de nones ni desvíos. 5. Pero una imagen convence. Una imagen hermosa: el mayor -narrador- todavía somnoliento ve entrar al menor a la habitación, una habitación de tres por tres, a una velocidad muy lenta. Contemplándolo a la luz de la maÑana. Trae shorts deportivos y una remera muy corriente, verde tal vez. De ser filmada, el lente desenfocado nos daría un Daniel Lay-Lewis muy joven y con cierto desparpajo, en un probable plagio de Mi hermosa lavandería. 6. Afortunadamente tiene presente la conveniencia de incluir escenas en que la protección del mayor frente a los demás es manifiesta e incontenible. Ejemplificar con discusiones ante mayores o con la mera abnegación ante situaciones donde la adversidad infranqueable para el menor motiva su intervención y tutela. 7. El objetivo propuesto era aprosar la melancolía de los discos más lentos de Mount Eerie o las composiciones destartaladas que deshuesa en la guitarra cada tanto. Travesti de Daniel Melero marcaría con hilo de Ariadna los colo-
res novelescos, sin caer en la melosidad y aportando el mínimum de sicodelia requerido. Recuerda que la música tiene su propio lenguaje mientras a él sólo le queda conducirse con el de todos los días. A esa frustración le opone la certeza de que la variante ligeramente ficcional de algo autobiográfico puede dar rédito ante desconocidos, brindando robustez a las intrigas, estando éstas a su vez descentralizadas, libradas a la construcción que el lector, si deseare, pudiese hacer. 8. Para fortuna del “cuento”, estudia el traslado de la angustia que se hace presente en su relación de pareja. Recién habló con ella y su indisimulable frialdad casi lo condujo a preguntarle si había otro. (Casi porque es un cobarde). Pero el auto reproche viene pronto: es poco ético traerla, más aún conociendo los propios fantasmas, alimentados a menudo por las crisis de ansiedad que creía haber guardado para siempre. Se promete preguntarle antes de mostrarle el cuento. 9. ¿Será conveniente nombrar a los hermanos, habida cuenta que todo lo es la primera persona? Dada la falta de tacto y atención que presta a los detalles que rodean a este tipo de cuestiones sostiene que mejor sería no hacerlo, ya que nada peor que confundir otorgando una denominación que suponga rasgos más duros o sensibles, según de quien se trate. Asimismo se hace de los beneficios de la impersonalidad: no asir el relato a un marco que lo determine, se trate de pautas culturales o marcas geográficas. Ni la extranjerización de la pequeÑa borgesía ni el color folclórico. Tampoco exagerar en ésto. El marco temporal estaría bien garantizado en el presente. ¿Y las edades? El camino seÑalado por la observación seÑala al espacio entre los dos y cinco aÑos de diferencia como el horizonte correcto. Apuntar además que no debe ninguno tener más de veinticinco ni menos de dieciocho. 10. Una coda sobre la intimidad en las familias al estilo Teoría General puede ser redituable en cuanto se cuente con el tono adecuado, eludiendo la pose iconoclasta. En La culpa es de Fidel, la escena en que la niÑa burguesa se atormenta al saber que su amiga conoce y ve como algo natural el cuerpo desnudo de sus familiares puede ser una guía. 11. Irremediablemente relegado a lo anecdótico quedaría el gesto frenético de acariciar la oreja del menor con la vehemencia del gesto masturbatorio. Qué desperdicio… ¡con el material que daba! Si hasta pudo oficiar de leitmotiv. Se está a tiempo de dedicarle un párrafo, bastante marginal y autónomo, narrando su evolución: de padre a hermano, de hermano a sí mismo. (De guía oficiaría El caso Lola Gallo, dentro de la Historias Extraordinarias dirigida por Llinás). 12. Definir el rol de la virginidad de ambos puede dar lugar a contradicciones en la argumentación que pueda dar el narrador. No hay omnisciencia, está claro. Es importante soste-
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ner el valor de verdad relativa en sus aseveraciones. El que vea al menor como un falso ganador y fracasado promiscuo nunca ha de traducirse en la forma de resentimiento o sorna, lejos de ello, siguiendo el curso de las observaciones a él referidas, debe haber un dejo de condescendencia nunca lastimosa en la escena. Podría presentarse como un cuadro familiar: la tardía pérdida de la virginidad en el padre, etc., aunque sólo lateralmente, siendo que el clima pretendido es el de una habitación asfixiante, claustrofóbica, donde quepan sólo dos… La habitación, la habitación… 13. De un amarillo opaco, o lo que se conoce vulgarmente como “color crema”. Parquet descuidado. Iluminación no tan invasiva, artificial. Una cama de plaza y media donde ambos duermen turnándose habiendo otro colchón, el menor por las noches y el mayor hacia el amanecer. El motivo estaría dado por los hábitos de estudio de cada uno y sus respectivos horarios. Recién ahora vuelve a la memoria del autor una importante y gráfica descripción en boca del narrador: al acostarse, percibe aún el calor dejado por el hermano, la ligera capa de sudor que enfría en las sábanas, el olor de la pubertad que se aleja, ahora consolidado en un aroma de sugestiva masculinidad. El placer de acostarse en una cama ya abierta aunque abandonada, donde las sábanas desacomodadas tienden figuras de leves relieves proyectando sombras que asemejan bordes remarcados por la primera luz que se cuela. Se sugiere no aligerar la relevancia del hecho, en el que estaría por demás justificado virar el tono y discutir el linde con el homo erotismo. 14. Y ahora sí, el desconcierto. Y el temor. Tiene claro lo que le cuestan los finales. ¿Resolver? ¿Qué cosa? Acá no se puede matar a nadie. Otra salida desechada: el sentimentalismo. No puede –ni debe- enamorarlos. Tampoco admite negociar con un caso de abuso, así sea en grado de tentativa. Sin darse cuenta, se conduce a la huida conocida: templar el relato, la caída de una ola dominada con relativo éxito. Un realismo parco donde lo alegórico –si es que estuvo- se desdibuja despacio. Entonces frustra a los reflexivos y a sí mismo: ya es tarde para ahondar en los perfiles psicoanalíticos y las lecturas políticas. Un latido discontinuo se pierde en espacios de tiempo mayores y definitivamente oscurece del todo.
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Brenda Ugalde
El deseo no puede ser puesto en palabras. Objeto a como lo imposible, como lo que está siempre perdido. Objeto a que cae, y con su desprendimiento instala un agujero, un vacío, ya imposible de llenar. Solo llenarse, sí, bajo el imaginario devenir del velo fantasmático, que al modo de guión, realiza el deseo del sujeto. Fantasma, como la relación imposible del sujeto con a. Guión: cruel, mesiánico o histérico; cada uno se inventa, desconociendo, su trama y se apresa, se ata. Se inventa a sí mismo una trama, una escena bíblica, cinematográfica que dice como será satisfecho su deseo, pero que no lo satisface sino que esa escena realiza, representa el deseo como tal. Objeto que con su caída instala una falta propulsora, motora, que hace emerger el deseo surcado, grabado, recortado puntillosamente según cada caída y abre la posibilidad al devenir de un sujeto, sujeto sujetado a una falta, ahora sí deseante, sujeto a una forma determinada e única de agujero. Dibuja una forma innombrable de deseo, inaccesible para el sujeto. Entonces ¿cómo es que cae el objeto? Antes del sujeto, está ese infante que bajo su primer vivencia de satisfacción ha quedado alienado, sumergido en las aguas libidinales, vivas, aguas vivas de la mirada del otro que lo ama, que lo desea. Pero esa completud, esa vivencia perfecta, no dura mucho, y este mar eterno de amor vivo falla, se tuerce, se abruma y el pequeÑo infante percibe una falta, vivencia que no todo es perfecto, sublime… y pierde. Algo pierde, algo se desprende y cae, y cae y dibuja, hace un dibujo único, innombrable. Algo irrecuperable, algo que va a buscar toda la vida, algo que al ser real, nunca se sabrá que es. Real como lo imposible. Real como lo que hay, pero que no se accede. Objeto real caído y perdido por siempre. Entonces, frente al desprendimiento, algo lechoso, lento, húmedo y adherente comienza a moverse. Comienza de a poco a circular por ese agujero: pero no llega. Va tomando ritmo, va acelerando, va descartando posibilidades… no se encuentra. Y circula, una y otra vez, circula, busca, busca, se desespera, busca lo que cayó para siempre; pero circula en algo circular, vuelve al mismo lugar, siente que se ha estado moviendo aÑos, siente que no puede parar, que el tiempo corre y corroe, y eso se no encuentra y allí casi sin recursos se frenetiza, se desespera, baila maniáticamente, se despedaza,
come compulsivamente, se mata con otro cuerpo en una cama, en medio de un casamiento familiar, en medio de la nada del deseo y no muere, eso no muere, ese deseo maldito y repitente no se mata con nada ya que es su misma inaccesibilidad lo que lo mantiene despierto. Entonces siempre nos encontramos, en la misma posición, de la que tratamos de escapar. “Tomamos por posposición de “la cosa en si” lo que ya es “la cosa en si”; tomamos por la búsqueda y la indecisión propias del deseo lo que es de hecho la realización del deseo. La realización del deseo no consiste en ser satisfecho plenamente, sino que coincide con la reproducción del deseo como tal, con su movimiento circular.” (ZiZeK) La trampa en todo esto, es que hay algo que no cesa de no… hay algo que no cesa de intentarse por que imagina acceder a la completud, “por eso, no cesaré nunca de intentarlo, porque no cesaré de no lograrlo...” Objeto que se encarna con el transcurrir del deseo y la circularidad de la pulsión. Y su paradoja, es que pone retroactivamente su propia causa: el objeto a no existe, solo puede percibir una mirada distorsionada por el deseo. Se diría que es percibido de manera distorsionada, porque fuera de esta distorsión, él no existe, ya que no es nada más que la encarnación, la materialización de esa distorsión, de ese excedente de confusión y perturbación introducido por el deseo en la denominada realidad objetiva. Pues en fin, ¿satisfacción y dolor juntos? goce, “lo que no llega, al llegar lo que esperábamos”. Y casi sin más, todo lo que podemos hacer, es recuperar alucinatoriamente aquello que no se encuentra: el objeto a. Y en fin y casi sin más, todo lo que podemos hacer, es dar vuelta alrededor de él.
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Arnaldo Dolinsky
El amante En la película “El amante” la protagonista Tilda Swinton, algunos la recordarán por su papel memorable en Orlando, encarna a la esposa de un empresario de la alta sociedad en Milán. Todo está en su lugar, las relaciones familiares, la sucesión en los negocios de abuelo a hijos, menos el deseo oculto de esta mujer que dejó atrás su pasado en Rusia, su nombre y su libertad. Es un deseo reprimido, salvaje que empieza a florecer cuándo conoce a aun amigo de su hijo, cocinero, y los olores de las comidas que prepara la envuelven en un éxtasis y un enamoramiento dificil de contener. Vuelve a aparecer en ella las pasión y la intensidad de un vida perdida en la opulencia y el conformismo; junto con el deseo y la excitación surgen recuerdos de una existencia simple y campestre, en la montaÑa, los olores de las plantas y flores, el deseo carnal a flor de piel, despojado de prejuicios y de la moral de una clase social estructurada. Es romper con un patriarcado y una tradición de familia, donde lo diferente es mirado con recelo. Aquí el deseo abarca desde la libertad individual para elegir hasta uno mas profundo como es volver a las raÍces, a un lugar de pertenencia a la identidad como persona, es ser uno mismo a pesar de los obstáculos y barreras sociales. El amante se inscribe como esas películas italianas de antaÑo, dónde la tragedia griega, el melodrama y lo operístico se conjugan para mostrar las pasiones de los seres humanos. Mi deseo es seguir viendo a actrices como Tilda Swinton que sin la voluptuosidad de las grandes divas, ofrece un rostro sugestivo, un cuerpo poco llamativo pero sensual que se entrega sin tapujos a la pasión.
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Colaboraron en este número: Arnaldo Dolinsky//arnaldo.dolinsky@gmail.com Brenda Ugalde//leentregosusojosalcielo@yahoo.com.ar Matías Forlani//matias.forlani@hotmail.com Natalí Tentorí//correonatali@yahoo.com.ar Rayen Nazareno//golpebajo07@hotmail.com// http://ray-againstthemachine.blogspot.com
DiseÑo e imagen:
Microediciones del Objeto a
E
Producción:
Visual Objeto a Contacto: http://visualobjeto-a.blogspot.com/ http://www.facebook.com/pages/Visual-Objetoa/190563547705126 visualobjetoa@gmail.com
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DIALECTICA
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E Microediciones del objeto a