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Madre de familia

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Los sueños

Los sueños

abogada, responsable, honesta.

Autor: Marisol Fernández Muñoz, Lucero Ivonne Peña Jiménez | Fotografía: Federico Ríos Macías, Melisa Ortega Pérez

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Integrante de una familia de cuatro mujeres y dos hombres, sus papás siempre la educaron a ella y sus hermanos en el ámbito del trabajo. Al vender materiales para construcción, tanto ella como sus hermanas cargaban bultos de cemento y de cal, y no había distinción.

Rocío Claudia Meléndez Pluma es una madre dedicada a sus hijos que busca estar al pendiente de ellos, lo que contrasta con su obsesión por el trabajo, ya que a veces desearía culminarlo en un día, pero trata de sobrellevar las cosas.

Desde pequeña soñó en convertirse en abogada, y al cumplir dicho sueño se ha desempeñado durante largo tiempo en la litigación. Por ello siempre le ha gustado adentrarse en todas las ramas del derecho, aunque las circunstancias de la vida la fueron orillando más al derecho laboral y al administrativo en las instituciones en que ha laborado.

Es parte de las fundadoras del Instituto Estatal de la Mujer, donde también ha trabajado; asimismo, se desempeñó como oficial de partes en el juzgado de impartición de justicia para adolescentes; fue jefa de la Unidad Jurídica en el ISSSTE, fungió en la sindicatura de La Magdalena Tlaltelulco de 2014 a 2016, y, posteriormente, asesoró a la síndica del ayuntamiento de Contla de Juan Cuamatzi.

Hasta el 31 de diciembre de 2020 fue Directora de Políticas Públicas y Gestión en Salamanca, Guanajuato.

Nombre: Rocío Claudia Meléndez Pluma EstudioS: Abogada Estado Civil: Viuda Edad: 45 años Hijos: una hija de 20 años y un hijo de 16 años

Cuando eras niña ¿qué soñaba ser de grande? Desde siempre soñé ser abogada. Para mí el serlo era “Voy a trabajar para sacar a la gente de la cárcel que de manera injusta se encuentra ahí”. Mi sueño era estudiar en Tlaxcala, aunque ese año precisamente cerraron la carrera de derecho en el estado y me vi en la obligación de irme a estudiar al estado de Puebla, porque era mi obsesión ser abogada. ¿Es difícil ser mujer? Difícil yo creo que sí, desafortunadamente las mujeres tenemos que esforzarnos el doble para ocupar espacios en todos los ámbitos comparados con los hombres y más en este ámbito público y político.

A veces entre las mismas mujeres tampoco creemos en nuestras propias capacidades, no reconocemos que hay mujeres con mucha capacidad y que nos tenemos que impulsar unas a otras. Yo misma he sido víctima del tema de que obviamente privilegian a los hombres en algunos temas más que a las mujeres sin importar la capacidad, la experiencia o lo que somos capaces de hacer. ¿A lo largo de su carrera ha renunciado a algo, de acuerdo con los estándares de la sociedad, como ser mamá, tener una pareja, a su familia? No, yo creo que esas circunstancias uno las tiene que ir planeando y va poniendo límites, siempre luchando por lo que uno quiere. Usted es mamá y papá a la vez, además ha ocupado cargos públicos, ¿cómo se organiza?, ¿de quién se apoya? Tuve una responsabilidad complicada desde casi todo el tiempo que he sido mamá. Mi esposo falleció desafortunadamente cuando mi hija iba a cumplir cuatro años; tenía yo un embarazo de siete meses, por ello siempre ha sido fundamental el apoyo de mis padres para salir adelante. Estoy para poder enfrentar las responsabilidades que yo he tenido.

Con mis hijos desde el kínder, la primaria, la secundaria, incluso el bachillerato fui una de las mamás que siempre llevaba a sus hijos a la escuela y de ahí al trabajo; sin embargo, por circunstancias de la vida, me dieron oportunidad de irme a trabajar a Salamanca, Guanajuato. Mi hija en ese tiempo ya había entrado a la universidad, mi hijo estaba por entrar a la prepa y pues siendo ya unos niños grandecitos, ya ellos tenían que trasladarse directamente a sus escuelas y con esa tranquilidad pude irme a trabajar fuera del estado, pero además he tratado de ser muy responsable con mis hijos. Creo que también en los trabajos que he tenido me han dado la oportunidad de poder estar pendiente de ellos, de las juntas en las escuelas, de lo que ellos necesitan, platicar con ellos. ¿Hemos avanzado en equidad? Sí hay avances, han sido lentos. Recuerdo en 1999 cuando me invitaron a trabajar en el Subcomité de Atención a la Mujer en COPLADET, iniciando ese reto con quien fue la primera directora del Instituto Estatal de la Mujer, Elizabeth

Tres virtudes de las mujeres

Responsables, honestas, trabajadoras.

¿Un defecto?

Envidia.

¿Cuál es su pasatiempo favorito?

Me gusta ir a correr en las mañanas, también ver series o películas con mis hijos y estar con ellos; me gusta mucho.

¿Cuál es su palabra favorita?

Compromiso.

Muñoz Vázquez, de poder crear el Instituto Estatal de la Mujer y empezamos un trabajo muy arduo. Desde ese entonces recuerdo cómo trabajamos para que las mujeres pudiéramos acceder a espacios de toma de decisiones, espacios políticos y que en ese tiempo eran las dichosas cuotas de género. En 1999 que se crea el Instituto y el primero de enero del 2000, que ya propiamente se instala el Instituto Estatal de la mujer, ya con perspectiva de género, sí han existido avances y hoy incluso la ley electoral obliga a los partidos políticos a que haya el 50% de las candidaturas reservadas para mujeres, cosa que no debiera ser, somos más del 50% de la población. ¿Ha vivido algún tipo de violencia? Es violencia política el hecho de que un partido político nos vea participar en todos los ámbitos, entregando propaganda política en todas las campañas electorales, que nos vean tocando puertas y en esa labor de convencimiento y que el mismo partido, sabiendo que tenemos ese compromiso y esa responsabilidad, no nos den oportunidad y no reconozcan en nosotras que podemos ser competitivas, para mí sí es también violencia y sí he sufrido esa parte. Conozco hombres del partido en el que milito, y en otros partidos políticos, en los que difícilmente los hombres se esfuerzan tanto como nosotras y tienen la oportunidad de ser candidatos, de ocupar espacios de elección popular con menos trabajo y menos esfuerzo que nosotras las mujeres. ¿Desde su entorno qué se puede hacer para que las mujeres vivan en condiciones de verdadera equidad?

Creo que mucho se habla, hoy está de moda el tema de la sororidad y creo que la sororidad no sólo significa ser solidarias entre las mujeres, significa que entre nosotras nos reconozcamos nuestras capacidades, que podemos hacer las cosas bien y que una vez que tengamos esa alianza entre mujeres, los hombres también nos tendrán que apoyar. Que hombres y mujeres aprendamos a reconocer nuestras capacidades, experiencia, unir voluntades y que nuestros derechos y obligaciones estén a la par. ¿Qué aprendió de la emergencia sanitaria ocasionada por la COVID-19?

Traíamos un ritmo de vida sin detenernos a pensar en lo básico. Hoy la pandemia nos obligó a quedarnos en la casa a tener que convivir más tiempo con los integrantes de la familia y saber que nada se detiene, que lo único que nos hizo detener y retroceder fue precisamente la pandemia. A todos nos rebasó y sobre todo al sector salud.

El gobierno no estaba preparado y en estos asuntos teníamos que aprender de prisa un tema de solidaridad. Creo que el mayor aprendizaje es aprender a valorar la vida, la salud y sobre todo nuestras actividades. Decimos “la nueva normalidad”, antes qué era la normalidad, no la valorábamos, y hoy que ya no tenemos esa libertad de saludarnos, de abrazar y besar a quienes nosotros queremos, creo que nos enseñó que debemos valorar lo que tenemos más cercano, que son nuestros hijos, padres, hermanos.

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