Un Pasquín — Edición 102

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Ilustración de Vladdo

EDICIÓN 101 NOVIEMBRE DE 2021 || POLÍTICAMENTE INCORRECTO || VALOR: CIVIL ||

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UN PASQUÍN — NOVIEMBRE DE 2021

A TRAZO

La objetividad es un mito; la libertad, un derecho; la transparencia, un compromiso; la independencia, una obligación.

LIMPIO

E D I T O R I A L

Todo vale

Caricatura de Betto

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as movidas de Gustavo Petro para incorporar adhesiones a su Pacto Histórico han inquietado –y con toda la razón– a buena parte de sus seguidores, desde cuando, a finales del 2020, llegó a la Colombia Humana el polémico senador Armando Benedetti, seguida por el inefable Roy Barreras. Aunque ese pudo haber sido el primer campanazo de alerta, si se tiene en cuenta que Petro ha prometido darle un vuelco a la forma de hacer política en el país, el malestar no pasó a mayores. No obstante, un año después, la tranquilidad del ambiente se vio de nuevo interrumpida cuando hizo su arribo al pacto Alfredo Saade, un líder cristiano, reconocido por sus posturas radicales en contra de varias conquistas sociales que han sido banderas del progresismo, como los derechos LGBTI, el aborto, la despenalización de la droga o el matrimonio igualitario. En un esfuerzo por calmar los ánimos, y al darle a Saade la bienvenida como precandidato del Pacto Histórico, Petro escribió en su cuenta de Twitter que «un pacto es también con las diferentes creencias religiosas de Colombia». Al cabo de unos días, los ánimos, en efecto, se calmaron, pero la dicha no duró mucho, pues unas semanas más tarde, al conocerse los acercamientos del petrismo con el cuestionado exgobernador de Antioquia Luis Pérez Gutiérrez, el desconcierto y la indignación se apoderaron de muchos petristas, que no entienden cómo su líder acepta alianzas con un dirigente que ha incurrido en numerosas e indeseables prácticas políticas que el mismo Petro ha prometido erradicar. Sin embargo, a la luz de estos acontecimientos, esa promesa quedó descartada, pues lo que importa ahora es sumar apoyos, sin importar cómo ni con quién, como lo admitió indirectamente su escudero Gustavo Bolívar, al decir: «Nosotros vamos tras la presidencia y solos no lo vamos a lograr». En otras palabras, con tal de llegar a la Casa de Nariño, todo vale. Y sería mejor que Petro lo admitiera de una vez, en lugar de recurrir a tantas aclaraciones inútiles.

Caricatura de Mheo

Es contradictorio que Petro acoja a personajes que representan los vicios políticos que él mismo promete erradicar.

Dibujan: Fontanarrosa, Bacteria, Betto, Elena Ospina y Mheo. || Caricaturas de Vladdo, cortesía de El Papel Periódico y DW en Español. EL PERIÓDICO DE LA O VLADIMIR FLÓREZ —VLADD0— DIRECTOR / PROPIETARIO

Escriben: Martha Alzate, Felipe Bernabó, Mario Quadros, Olgahelena Fernández, Juliana González, Gonzalo Guillén, Santiago Londoño Uribe, Ricardo Sánchez Ángel y Leopoldo Villar Borda.

Edición 102 — NOVIEMBRE DE 2021

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EN GLASGOW SE DECRETA LA MUERTE

opinión de Ricardo Sánchez Ángel

Profesor emérito, Universidad Nacional. Profesor titular, Universidad Libre.

una como líderes ambientales. El premier británico Boris Johnson, una figura grotesca y mentirosa, se desgañitó alardeando sobre la catástrofe climática. Los mandarines chinos y Putin trasladaron, junto con Joe Biden, su rival, las grandes confrontaciones geoeconómicas a la escena ambiental de Glasgow, a pesar de la declaración conjunta de Estados Unidos y China a favor de la causa ambiental. Pero, a renglón seguido, Biden anunció el sabotaje de los Juegos Olímpicos de Pekín. Tras de depredadores, bufones. Y el señor presidente Iván Duque, desfilando en la pasarela, con su soso olor a matadero, promoviendo su casa en el aire, que ha construido como ficción de Colombia. Durante este gobierno, el genocidio en curso incluye, de manera sobresaliente, el asesinato de sesenta y

cinco líderes ambientales en el 2020, la destrucción de la Amazonía (en el mismo año, se destruyeron 171.680 hectáreas de bosque). Igual, se vive ese proceso en la Orinoquía, los páramos, la selva tropical del Chocó y el Pacífico, los ríos grandes y pequeños, La Cocha y La Tota, en fin… Se ha aprobado tanto el fracking como la fumigación aérea contra los cultivos de coca y se mantiene triunfante la expansión del latifundio ganadero y del narcotráfico. La prosa de la realidad refuta la demagogia virtual, la verdad enfrenta a la mentira y nos lleva a reclamar a los grandes medios por ser caja de resonancia de las imposturas del gobierno. Se trata de la comunicación como propaganda, y no como información. Glasgow siguió eludiendo un hecho de fondo: que el ambiente no es solo natural, sino también social. Que la fractura metabólica, para ser superada, requiere resolver la cuestión social, donde está la tormenta de los sufrimientos humanos, que generan hambre y muerte, enfermedad y desolación. Pero, como dice Daniel Tanuro, el colega y agrónomo-ecologista, es demasiado tarde para ser pesimistas. Requerimos asumir la ecosofía, avanzar en la praxis hacía un ecologismo independiente de los discursos de las agencias internacionales, los Estados y el reformismo verde para enfatizar en lo común de la naturaleza y la vida.

Caricatura de Elena Ospina

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areciera que existe una consciencia colectiva de la crisis ambiental que se vive a escala planetaria. En ese sentido, la cumbre de Glasgow suscitó grandes expectativas sobre los debates y conclusiones de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). Lo cierto es que los resultados han cancelado las ilusiones y generado una perversa confusión. Cunde el pesimismo, esa actitud donde reina el conformismo, lo que les permite a los gobiernos y a los poderes económicos potenciar la política tecnológica ambiental del capitalismo verde. Esto, a través de un reformismo sin reformas que no reordena el rumbo de la economía global, para que prime el derecho a la vida de la natura y la humanidad. Lo que se impuso allí es aprovechar la crisis ambiental, el severo trastorno y, más de fondo, la fractura metabólica para lanzar las tecnologías limpias aplicadas y dejar intacto el cuestionamiento a los pilares que gravitan como aceleradores de la degradación. Ellos son: (1) el neoextractivismo, con tecnologías tradicionales o nuevas, con legalidad o sin ella. (2) El productivismo, que es el motor del sistema de búsqueda de ganancia y cuyo motivo es el “¡Enriqueceos!”. (3) El consumismo, para sostener la acumulación creando necesidades artificiales. Es la sociedad como un conjunto de grandes centros comerciales. (4) La alienación, que enajena nuestra relación con la natura y nuestro papel en las relaciones sociales y del trabajo, que se aceptan como normales y permanentes. En Glasgow no se aprobó radicalmente el necesario ¡no! al carbón y demás combustibles fósiles. En vez de la eliminación, se aprobó la disminución, es decir, la permanencia y se articularon mejor las herramientas financieras a la elaboración de las políticas climáticas. Todo un triunfo del neoliberalismo, con su lema de desarrollo sostenible, donde el desarrollo es lo sustantivo y lo sostenible es el adjetivo, con más de quinientos lobistas garantizando los derechos del capital. Glasgow fue una pasarela para que jefes y jefecitos de Estado y sus cortesanos, familias y funcionarios, exhibiendo sus vanidades, se maquillaran todos a


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¡POR LOS OVARIOS!

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Caricatura de Elena Ospina

ace tres décadas Naciones Unidas institucionalizó el 25 de noviembre como el «día internacional de la eliminación de la violencia de género». Las inspiradoras de este homenaje fueron tres hermanas dominicanas, conocidas como «Las mariposas» que ejercieron oposición contra el dictador Leonidas Trujillo, conocido como «el Chivo». Y en esta desigual pelea, fue claro que uno quedó vivo y tres perdieron la vida. Que a posteriori la fama y la infamia se den la vuelta, tiene algo de justicia. Al mismo tiempo, es descorazonador confirmar que a las mujeres nos siguen matando, torturando y ultrajando por algún mecanismo extraño enclavado en una vaina estancada en el cerebro reptil de los hombres. La fragilidad de eso que llaman «honor» es un bien que se escapa de todo entendimiento. En nombre del «honor» asesinan a quien mancilla el buen nombre de la familia.

opinión de Juliana González

Analista Política; Máster en Políticas Públicas y Economía para el Desarrollo. @JuliGo4

En nombre del «honor» obligan en matrimonio a una mujer ultrajada. Pero también a una que quiso tener relaciones sexuales consensuadas antes de casarse. En nombre del «honor» un hombre le quema la cara y el cuello con ácido a la mujer que lo rechaza. En nombre del «honor» se hacen cacerías de mujeres trans, a las cuales

incluso llegan a mutilar, a cortarles la melena o a violarlas por ser diferentes a la norma. En nombre del «honor» nos obligan a maternidades no deseadas o impulsan a millones a practicarse abortos en condiciones peligrosas. En nombre del «honor» nos reprimen el derecho al gozo, nos meten el rosario en los ovarios. En nombre del «honor» muchos escogen de pareja a una «mujer-florero». El «honor» es esa cosa viscosa y delicada que pierde la forma hasta con una mirada maliciosa, y que nunca vuelve a recuperar su elasticidad. Ese honor, alimentado por la iglesia católica, pero también por la protestante, la cristiana, la musulmana, para señalar solo algunas, nos ha obligado a hombres y a mujeres a sumirnos en un miedo permanente de perder o de dejar perder «el honor». La buena noticia es que ese miedo se ha ido resquebrajando en algunos sectores. La mala, es que sigue siendo una lucha ardua y llena de cardos. De acuerdo con datos de Naciones Unidas una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de abuso en su vida. Y el recogimiento al que nos obligó la primera parte de la pandemia, no sirvió para entendernos mejor dentro de los hogares, sino para ver crecer las cifras de violencia doméstica. Otra vez la ONU dice que ahora no es una sino que son dos de cada tres mujeres las que han padecido o conocido al menos a alguna mujer víctima de violencia durante esta crisis de covid-19. Y si buscamos las causas encontraremos algún honor perdido, o varios, porque, aunque sea frágil, único, especial e irrepetible, la verdad es que el honor parece venir a veces en docenas, como racimos de uvas. La eliminación de la violencia contra las mujeres es una tarea que nos exige a todos: a ellos, a elles, a nosotras, derribar mitos; repensar nuevas maneras de comunicarnos, exigirnos entender que la única forma del «honor» es el respeto humano sin condiciones.


CAMPAÑA CÍVICA Y VITAL DE UN PASQUÍN — Concepto y realización: VladdoStudio

*Terminar intubado en una UCI tampoco.


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LA POLÍTICA, ¿ESO PA’QUÉ?

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ace algunos días un buen amigo, rapero y agricultor, me invitó a dictar un taller en un colegio de la Comuna 13 en Medellín. «Es la semana de la memoria», me dijo, «entonces háblales de tu vida y experiencia y de por qué la memoria es importante». Con muchas inquietudes emprendí la construcción del taller. Más que echarles un cuento sobre quién era yo y qué había hecho, me pareció interesante retar a los estudiantes con una pregunta, relacionada con mi vida y con mis andanzas, pero sobretodo con la vida de ellos, con su memoria y, especialmente, con su futuro. El día señalado nos encontramos en el patio central del colegio localizado en una de las laderas del centro occidente de la ciudad, cerca de la tristemente célebre escombrera. Los estudiantes en fila tras su profesor o profesora y nosotros, los invitados (sociólogos, abogados, diseñadores,

Caricatura de Mheo

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periodistas, administradores), esperando la presentación inicial y la asignación de grupo. Me tocó en suerte un grupo de sexto (yo creía que hablaría con los de once que estaban a punto de graduarse). Veintidós jóvenes de 12

opinión de Santiago Londoño Uribe

Abogado; magister en Derecho Internacional.

años con esa mezcla de energía y apatía que define la adolescencia y que se potencia al máximo los viernes durante las últimas dos horas de la jornada escolar, cuando ya el proyecto único de la vida es abandonar el colegio y lanzarse al fin de semana. «La política, ¿eso pa’qué?» es la pregunta que les suelto a mis 22 alumnos de ocasión como impulso del taller. Sus caras pasan de la expectativa a la duda y, en muchos, a la desconfianza. Yo conozco bien esa reacción. Difícil encontrar un concepto y una actividad más deslegitimada y señalada que la política. Aun así, o precisamente por eso, siempre he considerado que es necesario abogar por entenderla mejor, así como sus nefastos o esperanzadores resultados. La política, a diferencia de otras actividades humanas, se alimenta y se fortalece con la apatía, la inacción y el repudio de los seres humanos. Ignorar sus estructuras, actores y alcances, nos hace absolutamente vulnerables. «El que ignora la política permite que se cuele en su domicilio, en su bolsillo y en su cuerpo», les digo para incomodarlos. Estas reflexiones, que suelen ser enganche con muchos públicos, no funcionaron con el grupo de sexto y tuve que empezar a compartir ejemplos concretos sobre la relación entre la política y sus vidas. Empecé con la educación pública. Esa es una decisión política. Hubo algunas miradas de aprobación, pero nada de interés. Pasé por los servicios públicos domiciliarios. Poco los movió. Les pregunté

si sabían que en ese preciso momento un tribunal de 9 personas decidía si el aborto seguiría siendo un delito en Colombia. Inmediatamente las primeras tres filas de la clase, ocupadas por mujeres, me miraron con atención. «¿Es delito?», preguntó una. «¿Y los tres casos qué?», agregó otra. Conversamos sobre los derechos de las mujeres. Sobre sus madres y abuelas y sobre el mundo que vivieron. Les pregunté si creían que los derechos logrados por las mujeres eran resultado de un arranque de amabilidad de los machos. Se rieron mientras miraban desafiantes a los hombres que permanecían en silencio en el fondo del salón. Recordé entonces a la novelista Laura Restrepo quien dice que la única revolución triunfante del siglo XX fue la de las mujeres. En el grado sexto de la I. E. Eduardo Santos de Medellín, estamos de acuerdo. Finalizando el taller le pregunté a una de las chicas qué quería estudiar. Me contestó con una voz suave y acompasada que le gustaba la programación de computadores. Reconocí su acento y me dirigí a la clase: «¿Por qué es importante la política?», les repetí la pregunta. «Hablemos de Venezuela, nuestro vecino». Los ojos de la chica se aguaron y en sus compañeros noté algo que podría parecerse a la solidaridad. Al final del proceso conversé con ella. Su llegada a la Comuna 13. Sus padres y 5 hermanos. El esfuerzo por reconstruir sus vidas. Su abuela enferma en el Estado Lara. La falta de medicamentos. El desarraigo y el nuevo comienzo lleno de preguntas e inseguridades. Martín Caparrós dice en su ensayo Ñamérica: «La inmigración es la forma más terminante de decir que no hay futuro: que en ese sitio no hay futuro». ¡Claro que la política importa! A las etapas más oscuras del último siglo las precedió un hastío de la población por la política y una desilusión profunda de la democracia liberal. A pesar de algunos avances reales en ciertos campos en los últimos años, nada está ganado. Todo puede empeorar o, quizás y con mucho trabajo, podemos dar uno a varios pasos en el camino de la mejora. La democracia es un taller continuo.


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«REGLAS DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL», UNA GRAN MENTIRA

opinión de Mario Quadros Ingeniero civil.

del gato», que se traduce en reafirmar el carácter socialista de su sistema. Eso tiene hoy a EE.UU. y Europa «al borde de un ataque de nervios», porque China avanza de forma imparable para ser la mayor potencia del Mundo. Ante de esa realidad, Occidente concluyó que un cambio del sistema político en el ese país está fuera de cualquier consideración. Con su desarrollo económico en los últimos veinte años, el apoyo del pueblo chino a su gobierno es notoriamente inmenso y justificado. Y aunque es evidente que su sistema político tiene problemas, también hemos observado recientemente que la demo-

cracia americana no es lo que se afirma y está moldeada para perpetuar el poder de una minoría. Por lo tanto, la falsa teoría de las «reglas de la comunidad internacional», que EE.UU. intenta imponer a China, a Rusia y al resto del mundo, es de hecho una estrategia para seguir ejerciendo su hegemonía, cuyo resultado ha sido desastroso: guerras, invasiones de países soberanos, violaciones de derechos humanos y miles o millones de civiles muertos o desplazados. Además, los altos costos de esas políticas equivocadas y arrogantes, junto con la pandemia, han llevado al país norteamericano a una de las mayores crisis económica y sociales de su historia. La conclusión es que NO EXISTEN las tales «reglas de la comunidad internacional». Son teorías inventadas para seguir protegiendo los intereses de la élite occidental. Lo que sí existe son las leyes internacionales y la Carta de las Naciones Unidas, que EE.UU. y el mundo occidental han violado sistemáticamente, usando cualquier tipo de justificación falsa, como, por ejemplo, las armas de destrucción masiva en Irak. P. S. — Recordando Antonio Caballero, sobre la comunidad internacional: «una canasta de víboras».

Caricatura de Vladdo

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stados Unidos busca hoy desesperadamente detener el crecimiento de China para seguir manteniendo su hegemonía en el mundo, mientras China sigue firme, con su estruendoso éxito y bajo el liderazgo del Partido Comunista, su camino a ser dentro de pocos años la mayor economía del mundo. Perdidas todas las batallas para contener el desarrollo del país asiático, como lo explica el profesor, exembajador de Singapur y expresidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas Kishore Mahbubani en su libro, Has China won?, EE.UU. intenta ahora imponer la falsa teoría de las «reglas de la comunidad internacional». A partir del momento en que Deng Xiaoping inició la apertura económica en el gigante asiático, caracterizada por su famosa frase, «no importa si el gato es negro o pardo, lo importante es que cace ratones», EE.UU. y Europa alimentaron desde ese entonces el sueño de que China adoptaría en algún momento en el futuro el modelo económico capitalista. Se equivocaron. Occidente omitió intencionalmente la segunda parte de la frase de Deng Xiaoping: «habrá el momento para escoger el color del gato». Con la eficiencia comprobada del modelo chino de socialismo, la China de Xi Jinping empezó a escoger el «color


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UN FANTASMA RECORRE EL MUNDO

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Caricatura de Betto

n fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo». Con esta célebre frase comenzó el documento publicado por Carlos Marx y Federico Engels en Londres el 21 de febrero de 1848, en cuyas 23 páginas, escritas en alemán y traducidas después a otros idiomas, anunciaron un terremoto político comparable al que causó en el mundo antiguo la caída del Imperio Romano. Hoy otro fantasma recorre Europa y otras partes del mundo. No tiene características telúricas ni amenaza imperios o monarquías, pero está enrumbando a muchos países hacia una izquierda que, sin ser comunista, deja atrás al neoliberalismo e intenta corregir muchos de los vicios capitalistas que combatieron Marx y Engels. La principal manifestación de este fenómeno es el renacimiento de la socialdemocracia alemana, que recuperó el favoritismo de los votantes en las elecciones del 26 de septiembre pasado y ganó así el derecho de gobernar a la primera potencia europea. Esta se sumó así a la lista de países gobernados por partidos socialdemócratas, como España y Portugal.

opinión de Leopoldo Villar Borda Periodista.

Los países nórdicos también completaron un giro a la izquierda con el triunfo del líder laborista noruego Jonas Gahr Stone en las elecciones del 13 de septiembre. Tras esta victoria, por primera vez en más de 60 años la izquierda gobierna en los cinco países de esa región europea: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, todos considerados modelos para el mundo por sus niveles de bienestar social. A esta corriente se están sumando también varios países de Europa Central que en los últimos años han

estado en manos de movimientos populistas de extrema derecha. Una excepción es Hungría, donde nada parece amenazar al gobierno del ultraderechista Víktor Orbán, aunque la oposición se ha fortalecido con miras a las próximas elecciones. En Polonia, el presidente Andrzei Duda –tan extremista como Orbán– también gobierna un país fracturado en el que la oposición crece todos los días. En la República Checa, las elecciones del 8 y 9 de octubre produjeron la caída del primer ministro Andrei Babis, un millonario conservador y populista. En Austria, el gobierno ultraderechista de Sebastián Kurz cayó hace poco por un escándalo de corrupción. Lo más interesante para quienes vemos los toros desde la barrera de este rincón suramericano es que el fenómeno no es exclusivo de Europa. Basta mirar el mapa del continente americano para advertir que los vientos de izquierda también soplan con fuerza en nuestro vecindario. México ya no es el feudo del corrupto Partido Revolucionario Institucional; Argentina mantiene, a pesar de la oposición neoliberal, su adhesión a los postulados peronistas, que siempre fueron adversos a los dictámenes de Estados Unidos; en Bolivia el Movimiento al Socialismo se consolidó en el poder; Perú rechazó al fujimorismo, equivalente a nuestro uribismo; en Costa Rica gobierna el Partido Acción Ciudadana, que se define como socialdemócrata y progresista; Chile va en camino de una rectificación histórica que puede terminar en la formación de un gobierno de izquierda; y en Brasil gana terreno la oposición al gobierno populista de Jair Bolsonaro. Cuba, Nicaragua y Venezuela son casos aparte en los que triunfaron distintas formas revolucionarias justificadas en su momento y cuestionadas hoy, pero en todo caso muy alejadas de la derecha. En el lado conservador –que al tenor de lo escrito es el equivocado de la historia– solo quedan tres países centroamericanos, Paraguay, Uruguay y Colombia, que con el actual gobierno se ganó el título de campeona regional de la derecha. Tal vez un día el país abandone esa ruta y se una a la ola progresista que está marcando la pauta en el mundo. Pues como lo escribió Julio Flórez en su célebre poema, aquí todo nos llega tarde.


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Caricatura de Mheo

A TRAZO

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LIMPIO

TRES EN UNO Por Gonzalo Guillén Periodista

POLICÍA

El talante criminal de la Policía Nacional es tan antiguo, indudable y amenazante como la tos del tuberculoso. Ignora que la apología del genocidio es delito (artículo 102 del Código Penal) y propicia que sus alumnos –los que van a salir a las calles a «combatir el crimen»– justifiquen, alaben y practiquen el nazismo, de Hitler, causante del genocidio judío. Con nuestros impuestos, y a la luz del día, la Policía financió recientemente en una escuela de formación una fiesta con disfraces, marchas, insignias y escenarios de la Alemania nacionalsocialista, de la que, además, se mostró orgullosa en sus redes sociales, pues son almas gemelas.

NAZI…

En cualquier caso que un policía sorprenda a alguien haciendo apología del genocidio tiene la obligación de capturarlo y ponerlo a disposición de la justicia penal. Pero los policías ignoran sus deberes legales, no se los enseñan o los preparan para violarlos y por eso, verbigracia, vemos que las bandas criminales están atiborradas de integrantes que a la vez son policías. Por iniciativa de Álvaro Uribe fue invitado el chileno Alexis López a dar entrenamiento en la estatal Universidad Militar sobre la práctica del nazismo, robustecido por él con su doctrina de «revolución molecular disipada». La ejecución flagrante de este delito fue defendida por el ministro de Defensa, Diego Molano, alegando «libertad de cátedra».

Caricatura de Bacteria

…ONAL

El evento de la policía nazi solamente fue criticado, con suavidad, por el gobierno cuando sintió la incandescencia de los reclamos encolerizados de los embajadores de Estados Unidos, Israel y Alemania, lo mismo que del pueblo judío y los defensores de los Derechos Humanos alrededor del mundo. Con todo, la algarabía ya se sofocó sin ninguna consecuencia, como también ocurrió con los ataques en los que esa misma Policía Nacional les reventó los ojos a decenas de muchachos que protestaron meses atrás y asesinó a otros con los sicarios enmascarados que lleva con ella para hacerles frente a las manifestaciones populares. También desapareció a muchos y a otros más los encerró y torturó dentro de los CAI, muchos de ellos convertidos en pequeños campos nazis de concentración.


Caricatura de Betto

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VAMOS A PORTARNOS MAL

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ecientemente, acudí a la zona comunal del condominio en donde habito para hacer ejercicio. Cuando me disponía a realizar mi rutina habitual, me percaté de que había una fiesta infantil; era sábado. Dudé entre abandonar o intentar una especie de aislamiento espacio-temporal entre lo que allí estaba sucediendo y mi deseo de correr unos cincuenta minutos. Decidí persistir –lo cual, sobra decirlo, es más difícil– y permanecer fiel a mi propósito, procurando estar concentrada en lo que había ido a hacer. Durante un período no me resultó difícil, pues contaba con la ayuda de audífonos y una lista de reproducción preferida. Todo iba funcionando más o menos bien en mi retraimiento, hasta el momento en que llegó a la fiesta lo que aquí en Colombia hemos dado en llamar ‘la hora loca’. La ‘hora loca’ es un remedo a la colombiana de los carnavales del medioevo, en los que, como es sabido, toda autoridad se disuelve, se oculta la identidad usando máscaras, los movimientos y contorsiones se

opinión de Martha Alzate

Ingeniera civil, MBA, candidata a doctora en literatura. @MarthaAlzate_

multiplican y se da rienda suelta a un tipo particular de desenfreno en el comportamiento individual y colectivo. Esta tendencia, que se ha ido volviendo costumbre en todo tipo de festejos, ahora aplicada también a las fiestas infantiles –en esta los invitados no superaban los seis años– nunca ha dejado de parecerme extraña. Yo seguía corriendo, mirando el humo que salía de una máquina improvisada instalada en el centro del

salón social, y ya no podía siquiera escuchar la música que provenía de los audífonos: mi pretendido aislamiento entraba en crisis. La razón era simple, en la hora loca el volumen sube hasta niveles intolerables, y, además, no era solo el ruido, era el tipo de canción que acompañaba ese momento y que había desencadenado una euforia colectiva de la que participaban grandes y chicos. Una estrofa pegajosa, en la voz de una especie de payaso, o al menos alguien con ese tipo de entonación particular, repetía: «vamos a romper las reglas, nos gusta el desorden, somos los malcriados, vamos a portarnos mal». Entre poner pausa a lo que iba escuchando en mi reproductor, no perder el ritmo del ejercicio, evitar tropezarme y la incredulidad que crecía al tiempo que el estribillo llegaba a mis oídos y tomaba forma en mi cerebro, seguro pasaron algunos minutos. Fui consciente de que mi figura, dando vueltas a una pista improvisada, mientras enseguida se vivía un jolgorio, podía parecer igual de ‘loca’, y por un momento intenté situarme en la realidad: la de mi obstinada voluntad por no abandonar mis rutinas, y la del ‘otro lado’,


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la del parlante que gritaba insistente una consigna, clara, precisa, y perturbadora. Pensé muchas cosas hasta que, por fin, pude terminar el tiempo que me había fijado como meta para ese día. Por momentos, me interesé en mirar más a la concurrencia, quería observar las caras de los padres que, sin inmutarse, permitían que se les transmitiese un mensaje tan inadecuado a sus críos. Pero más allá de los vecinos y sus invitados, de esas figuras puntuales en ese momento preciso, lo que me vino a la mente fue algo más inquietante: transmitiendo ese tipo de mensaje a niños tan pequeños, de manera aparentemente inocente y en un ambiente festivo, nuestra sociedad está fijando una incitación y elevando el mal comportamiento a

La ‘hora loca’ es un remedo a la colombiana de los carnavales del medioevo, en los que, como es sabido, toda autoridad se disuelve, se oculta la identidad usando máscaras, los movimientos y contorsiones se multiplican y se da rienda suelta a un tipo particular de desenfreno individual y colectivo. nivel de dogma. «Así, no hay sociedad que aguante», mascullé para mí; «luego regresan a la casa y pretenden que les hagan caso», me dije. Me fui retirando en un estado de cierta amargura, caminaba despacio acogida por las sombras que llegaron con la caída de la tarde, y me di cuenta de lo mucho que me había afectado aquel espectáculo de inconsciencia y torpeza social del que hace ostentación, de manera tan frecuente, nuestra anómica sociedad. Entonces, volví a repetirme: «Y todavía nos rompemos la cabeza preguntándonos una y mil veces por qué los colombianos somos así».

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BENDITOS HUEVOS

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Caricatura de Bacteria

or alguna razón desconocida llevo ya un tiempo asociando la comida con las cosas más insólitas. Hace pocos días, mientras disfrutaba unos huevos tibios en su punto de perfección, pensé entre bocado y bocado que la política era muy parecida a las variadas recetas del ilustre alimento que nos regalan las gallinas. Por ejemplo, preparar huevos tibios o a la copa, como los llaman en otras latitudes, es una ciencia exacta. Son tantas las variables, que cocinarlo a la perfección es un arte dominado por pocos, como la política, tan llena de chefs de pacotilla. Hay que considerar la altura sobre el nivel del mar, la densidad del agua, el recipiente, la temperatura y el tamaño del huevo para determinar el tiempo exacto de cocción, único secreto de esta poderosa alquimia. Pero al igual que en la política, muchos descuidan los factores vitales y terminan sirviendo un pedestre huevo duro, una afrenta difícil de tragar al desayuno, como la intentona del gobierno de hacerle conejo a la Ley de Garantías. Afortunadamente los master chefs de la Corte Constitucional impedirán que semejante sacrilegio llegue a la mesa y lo devolverán intacto a la cocina, de donde jamás debió salir. La cantidad de rece-

opinión de Felipe Bernabó

Periodista, gestor cultural.

tas de huevos es interminable, aparte de los clásicos fritos o revueltos, en Iberoamérica los hay escalfados, hilados, dobles, tiernos, pericos, picados, a la ranchera, estrellados, pateados, machucados, perdidos, bobos y hasta abotonados, e incluso al colchón. Cualquier parecido con la fauna política del país, no es coincidencia. Y como toda regla tiene su excepción, en este caso serían los huevos benedictinos, porque monjes en la política nacional, no hay. Pero sigamos. El evidente divorcio con la realidad que

padecen el presidente Duque y su gabinete, es de seguro causado por la ingesta diaria de huevos divorciados, esa deliciosa receta mexicana que los sirve bañando cada mitad del plato con una salsa diferente, una verde y otra roja. Y ya puestos, pues el consumo de huevos chimbos debe ser también a escala industrial en la Casa de Nariño, no de otra manera se puede explicar el comportamiento ídem de sus actuales residentes y otros asiduos visitantes. Hay varias formas de prepararlos, casi todas incluyen yema batida con azúcar y hay una receta, que sin duda debe ser la favorita en palacio, que incluye ron, brandy o coñac, pero me temo que la preparación palaciega utiliza erróneamente los tres licores juntos, en ingentes cantidades, para alimentar a las multitudinarias comitivas de los picnics oficiales al extranjero, no de otra manera se pueden entender las belicosas declaraciones del Ministro Molano en contra de Irán durante su reciente paseo de olla a Israel. No sé como prepararán los huevos en la tierra de los Ayatolas, ¿a la Persa, a la Burka? Creo que no lo sabremos hasta agosto de 2022. Dice el dicho que sobre gustos y colores no han escrito los autores, pero cuando algunas preparaciones tienen efectos secundarios tan desafortunados es hora de cambiar de receta, o mejor aún, de cocinero. Y precisamente buscando recetas nuevas u olvidadas para esta columna, me topé con Don Tomás de Iriarte, dramaturgo español nacido en Tenerife, que escribió la fábula Los Huevos en la segunda mitad del SXVIII. Una obra adelantada a su tiempo, en la que el escritor se burla irónicamente de sus pares haciendo referencia a numerosas preparaciones con huevos. Aquí un aparte: Al cabo todos eran inventores, y los últimos huevos, los mejores. Mas un prudente anciano les dijo un día: «Presumís en vano de esas composiciones peregrinas. ¡Gracias al que nos trajo las gallinas!». Tantos autores nuevos ¿no se pudieran ir a guisar huevos, más allá de las islas Filipinas? Con permiso de Don Tomás, sustituimos autores nuevos por políticos viejos y nuevos, y ya está. Benditos huevos.


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CRUCIDRAMA Si usted está más o menos al tanto de lo que se hace y deshace en Colombia, este crucidrama puede resultarle muy sencillo –y hasta entretenido–. Si se da por vencido, busque las respuestas en: www.unpasquin.com/crucigrama 1 2 3 4 5 HORIZONTALES 1 1. El actual le bajó la talla al cargo y se la subió al sastre. 2 2. El de Prevención y Acción se acercó a cero. • Vocales. 3 3. Símbolo. • Al pavo poco le gusta la de Navidad. 4 4. Hace más de un año se le ofrecieron a Providencia y aún no se completan. 5 5. Eso dice Joe Biden. • Aceite (inv.). 6 6. Predispuesta (inv.). 7. Avalúan (inv.). • 7 Conjunción inglesa. 8. Software que es un 8 ladrillo (inv.). • Tela que es un soldado. 9 9. Se inicia la ruta. • Cuando estas fallan el contrabando 10 aumenta. 10. Pretenciosas. • OPA amarrada de Ecopetrol. 4. Habilidad para acomodar VERTICALES licitación. 1. Tornillo que ha sido 5. Burla decembrina. capturado. 6. Dirección General. • 2. Sonar (inv.). • Localidad de Municipio nariñense. • Bogotá (inv.). United States. 3. Parcela (inv.). • Dueño y 7. Hace su trabajo y gana su señor. gratificación.

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8. Luz comercial (inv.). • Administradora estatal de concesiones. 9. Prácticas oscuras y corruptas. 10. Las que están ahí. • Escrito de corrido que puede ser carreta.

plagio Del lat. tardío plagium ‘acción de robar esclavos’, ‘acción de comprar o vender como esclavos a personas libres’, y este del gr. plágios ‘oblicuo’, ‘trapacero, engañoso’. 1. m. Acción y efecto de plagiar (|| copiar obras ajenas). plagiar 1. tr. Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. —Diccionario de la RAE


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¿VIAJAR O NO VIAJAR?

D

urante elencierroobligado de las cuarentenas no fueron pocos los que dijeron que apenas pudieran salir lo primero que harían sería viajar. Extrañaban la maravillosa sensación que da salir de la rutina, ver cosas diferentes, probar nuevos sabores, aprender. Así que llegado el día en que abrieron las fronteras, algunos –incluida yo–reservaron su primer vuelo pospandemia. Escogido el destino, se debe solicitar la visa. Llene formularios y consiga siete mil documentos. Pague por ella; pague para que no le retengan el pasaporte durante el trámite, pague para acelerar el proceso, pague la mensajería del envío del pasaporte, pague, pague, pague, para que al final le digan que no están otorgando visas por covid (obvio, no le devuelven la plata). Con esta nueva ‘realidad viajera’ toca escoger un destino que no pida visa. Acto seguido a lidiar con las aerolíneas –con el pretexto y el permiso de los gobiernos– éstas hacen lo que se les antoja. Cambian, cancelan, no cumplen y no importa. No tienen que responder por nada, pues las ‘leyes excepcionales y temporales’ las protegen. Aquí va el primer ejemplo de la vida real: alguien compró un boleto aéreo con anticipación. Dos días antes del vuelo la aerolínea envió un mail en el que decía : «ese vuelo fue cancelado, pero ya le fue reasignado otro dentro de 14 días. Si este nuevo itinerario no le sirve, le devolvemos el 100% de lo que pagó». Entonces uno tiene que quedar agradecidísimo porque no perdió el tiquete, pero como de todos modos tiene que viajar debe comprar otro boleto a última hora. Éste, obviamente, cuesta mucho más. El doble para ser exactos. Y la plata la devuelven «más o menos en 8 semanas porque estamos teniendo muchas devoluciones». O sea, se quedan con la plata de uno fácilmente cuatro meses (entre la compra y la devolución), y obvio, no pagan intereses. ¡Ah! Pero hay algo más. Ese vuelo que supuestamente cancelaron nunca fue cancelado. Entra uno a la página de la aerolínea y lo están vendiendo tres veces más caro que el original.

opinión de Olgahelena Fernández Periodista.

Me explico. Venden barato, cobran inmediatamente, se quedan con la plata varios meses, luego la devuelven y ponen de nuevo a la venta la silla mucho más cara. Pero eso no es todo. Viajar se volvió muy complicado. Después del 11 de septiembre las medidas de seguridad hicieron que el paso por un aeropuerto fuera cada vez menos agradable. Esas molestias (supernecesarias) no se fueron a ninguna parte, pero llegaron otras. Cada país puso sus propias reglas con respecto al covid. Cambian constantemente y no está muy claro dónde buscarlas. Las aerolíneas dicen: «Esta información no es oficial, averigüe con el país de destino». Entra uno –digo entra, porque ya nadie contesta un teléfono y todo toca buscarlo en la web– a la página de cada país y es totalmente ambigua. «Sólo sirve un examen de antígenos, pero también puede presentar uno de anticuerpos, pero solo puede ser antes de 48 horas aunque también sirve con 72, pero puede presentar el carnet de vacunación, aunque este no sirve si no está avalado por la Unión Europea , pero sirve si tiene código QR, pero si no tiene nada de eso puede viajar y hacer cuarentena a la llegada, pero usted tiene que pagar el hotel, pero si no tiene con que pagar entonces lo mandamos a una facilidad del gobierno, pero, pero, pero...» Y empieza uno a sufrir. En mis dos viajes he tenido que ver como les niegan subir al avión a algunos pasajeros y es angustiante. Llevan un cartapacio de papeles igual que uno. En la fila del mostrador voy pensando: «Pucha, ¿será que me falta algún certificado? ¿descargué la app

que era? Soy de un país de la lista roja para covid, pero no estoy viajando desde ese país. ¿Me dejarán entrar ? ¿Será que me faltó llenar algún documento? ¿Y si no me aceptan el carnet de vacunación colombiano? Y si por algún motivo el aparato no lee el código QR?» (Me ha pasado). ¡Qué estrés, qué nervios! Cuando se sienta uno en el avión cree que conquistó el Everest. Ya en el destino casi todo debe ser con reservación previa: eventos, museos restaurantes... Eso me parece muy bien, pero (sí, otro pero) al comprar dice: «Esta reserva puede ser cancelada sin previo aviso por temas sanitarios». El ejemplo más caótico que conozco fue el del torneo de tennis de la ATP que se jugó en Torino, Italia. Gente que compró boletas con 6 meses de anticipación, viajó desde otro país u otro continente para ver a los 8 mejores tenistas del mundo, recibió –dos días antes de empezar el torneo– un correo que decía que el aforo solo sería del 60% y que su boleta no era válida. «Le devolveremos el dinero después del 1 de diciembre». Imagínese. Usted ya instalado, pagando hotel y le salen con esas. Empieza uno a averiguar y resulta que vendieron el 100% de las entradas, creyendo que el gobierno les iba a aumentar el aforo, pese a que desde el principio se les dijo que sólo sería del 60%. Al igual que las aerolíneas, cancelaron las boletas compradas al principio, y por lo tanto baratas, y dejaron entrar a los que las compraron carísimas al final. Para mí, eso es fraude no es covid. Viajar es sin duda lo mejor que puede hacer una persona en la vida pero se ha vuelto difícil. Cada vez más caro para quienes no vivimos en dólares y cada vez más estresante. Así que la pregunta es: ¿vale la pena viajar en esas condiciones? Muchos dirán que no y los entiendo. Yo digo que sí, viajar siempre vale la pena, pero recomiendo una gran dosis de paciencia y un curso de leyes locales instantáneo, pues le tocará ser su propio abogado para hacer defender sus derechos, porque se aprovechan de los que no se quejan y a esos los mangonean, aún más, que a nosotros los peleones.


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