Un Pasquín — Edición 75

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PUBLICACIÓN GRATUITA

ALERTA NARANJA

La ultraderecha seduce (y asusta) a los holandeses

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producía un vídeo con imágenes de su país en el que apelaba al patriotismo y a recuperar la grandeza del país. Baudet presume de sus conocimientos en público. Ha llegado a recitar en latín durante sesiones en la Cámara Baja y pidió permiso para colocar un piano en su despacho parlamentario. Le sirve para relajarse entre debate y debate, según dijo. Pero, ¿de dónde salió este excéntrico personaje? ¿Cómo hizo para convencer con un discurso tan polémico a los electores de un país tan diverso, liberal e incluyente como Holanda? Crónica. PÁG. 7

ENTREVISTA

“Al psicópata, una vez que está arriba, no lo saca nadie” El psiquiatra Hugo Marietán define los rasgos de este trastorno de la personalidad. Ilustración de Luis Grañena

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l carismático y joven político Thierry Baudet, cuyo partido Foro por la Democracia fue el más votado en las recientes elecciones al Senado, ha desbordado la base tradicional de la ultraderecha de Holanda, mediante la apelación a una idealizada identidad nacional y negando los efectos del cambio climático, entre otras cosas. Con apenas 36 años, bien plantado, licenciado en Historia y con un doctorado en Derecho Baudet ha logrado escalar en poco más de dos años hasta lo más alto del poder. Durante la última campaña electoral, re-

Caricatura de Vladdo

El discurso del joven Thierry Baudet cautiva a los votantes más conservadores y nacionalistas de Holanda y enciende las alarmas de los sectores más progresistas de ese país.

En una entrevista publicada hace diez años en La Nación, de Buenos Aires, este especialista argentino definió los rasgos más característicos de

los dirigentes con personalidad psicópata. Sin mencionar un solo nombre, dejó en evidencia a muchos líderes del vecindario. PÁG. 14

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EDITORIAL La Presidencia es un cargo lleno de honores y privilegios, pero también de responsabilidad.

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A TRAZO

LIMPIO

E D I T O R I A L

Malas disculpas

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EL PERIÓDICO DE LA O DIRECTOR: VLADIMIR FLÓREZ [VLADD0]

Caricatura de Betto

Caricatura de Mheo

o son pocos los que insisten en que a Iván Duque le ha tocado sortear una situación muy difícil debido a que Juan Manuel Santos dejó un país descuadernado, con el orden público muy deteriorado, las finanzas en crisis, etcétera. No obstante, en el supuesto caso de que estas afirmaciones fueran ciertas, es más cierto todavía que eso no puede ser un pretexto para justificar la mediocridad de la gestión del presidente. De hecho, a lo largo de los últimos años de feroz oposición y en la pasada campaña presidencial, el Centro Democrático se dedicó a propagar la especie de que Colombia ya estaba vuelta añicos, pero que ellos tenían la fórmula y el personaje para resolver todos nuestros problemas y ‘rescatarnos’ del caos moral, económico y social en que nos encontrábamos. Sin embargo, como una cosa es hacer oposición basados en mentiras y otra muy distinta es gobernar a punta de realidades, el uribismo pide hoy para su inane mandatario la comprensión y el apoyo que ellos nunca fueron capaces de ofrecerle a la anterior administración, a la cual atacaron y criticaron sin tregua y, en buena parte de los casos, sin ningún sustento. Una de las muestras (¡una más!) de la ineptitud del ‘mozalbete’ que tenemos en la Casa de Nari es el pésimo manejo que le ha dado a la protesta indígena. Más allá de que los dirigentes de la minga tengan razón en todos y cada uno de sus reclamos, está claro que Duque se ha dejado coger ventaja y, como se dice por ahí, ha subestimando la capacidad de resistencia del pueblo indígena. El argumento de que se trata de un ‘chicharrón’ heredado no puede ser pretexto para esquivar este ni ningún otro de los problemas irresueltos del país. Al fin y al cabo, cuando alguien se postula a la presidencia tiene que pensar que aunque es un cargo lleno de honores y privilegios, es también una responsabilidad que implica muchos sacrificios y compromisos. Además, nadie obligó a Duque a lanzarse como candidato. ¿O será que sí?

Dibujan: Fontanarrosa, Betto, Mheo, Jarape y Luis Grañena. || Caricaturas de Vladdo, cortesía de Semana y DW en Español.

Edición 75 — MARZO DE 2019

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Asesor Gráfico: Gustavo del Castillo

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Escriben: Olgahelena Fernández, Juliana González, Gonzalo Guillén, Santiago Londoño Uribe, Juan Manuel López Caballero, Mario Quadros, Ricardo Sánchez Ángel, Laura Di Marco y Sebastiaan Faber.

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ALERTA NARANJA

Dandismo de extrema derecha Esta es la historia del fotogénico y carismático Thierry Baudet, quien con un controvertido discurso no solo ha logrado ampliar la base del populismo antiislámico holandés, sino que obtuvo una importante votación en las recientes elecciones regionales de ese país. [Nota publicada el pasado 9 de mayo, en la revista española Contexto.]

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l primero de junio del año pasado, varios equipos de televisión se encontraban en el Binnenhof, el patio adoquinado del Parlamento holandés en La Haya, esperando la llegada de un camión de mudanza. Su carga, un negro piano de cola, había sido tema de discusión pública durante meses. Mientras los cargadores sacaban el precioso instrumento, cubierto de mantas, bajo la atenta mirada de su propietario—un joven parlamentario de 34 años—una cosa quedó clara: se abría un nuevo capítulo en la historia del populismo de derechas en los Países Bajos. El movimiento por salvar la cultura nacional holandesa tiene un nuevo líder; y le gusta interpretar a Brahms. Solo tres meses antes, los neerlandeses habían elegido un nuevo Parlamento. Muchos suspiraron con alivio cuando, a pesar de los pronósticos, la agenda antinmigrante del PVV (Partido por la Libertad) liderado por el populista oxigenado Geert Wilders, no salió ganadora. Aun así, el PVV ganó más votos que nunca, casi un millón y medio, dándole 20 de los 150 escaños en la Segunda Cámara. Así, el partido de Wilders acabó por detrás del partido liberal (VVD) del primer ministro Mark Rutte, pero muy por delante del partido obrero (PvdA), que llevaba varios años

gobernando en coalición con el VVD y sufrió una histórica debacle electoral. Mientras los socialdemócratas se resignaban a una temporada en la oposición, todos los demás partidos principales se pusieron de acuerdo en que era necesario impedir a toda costa que Wilders entrara en una coalición de gobierno. Su oposición radical al Islam –pretende cerrar todas las mezquitas y prohibir el Corán– le colocaba fuera del sentido común político. Y su actitud obstruccionista no casaba con la cultura política de Holanda, basada en el consenso, las coaliciones y los compromisos. Es más, en vista de su conducta, algunos comentaristas dudaban que Wilders aspirara a gobernar de verdad. Poco después de las elecciones, se empezó a difundir la desilusión entre los contrariados votantes del PVV. El hombre que más provecho pudo sacar de la deflación de Wilders era Thierry Baudet, el mismo joven parlamentario que, el pasado junio, se excusó de un debate parlamentario para poder supervisar en persona la llegada de su piano de cola. Poco después de las elecciones, había pedido permiso oficial para transportar el instrumento desde su piso en Ámsterdam a su nuevo despacho parlamentario en La Haya, en cumplimiento de una caprichosa promesa electoral. El piano –afirmaba– era

Thierry Henri Philippe Baudet es un intelectual que afirma odiar la política, el arte moderno y la cultura popular.

Ilustración de Luis Grañena

Por Sebastiaan Faber | Ámsterdam


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parte indispensable de su “aparato” y le permitiría algunos momentos de distensión musical entre las pesadas sesiones de los diputados. Al cabo de tres meses, recibió el permiso oficial para el traslado. Thierry Henri Philippe Baudet, que cumplió 35 años en enero, es un intelectual que afirma odiar la política, el arte moderno y la cultura popular. También es la nueva estrella de la derecha radical holandesa. Su imagen extravagante y su ascenso meteórico recuerdan los de Pim Fortuyn, el pionero populista gay que despotricaba contra los musulmanes, afirmaba que Holanda estaba “llena” y fue abatido por un activista ecologista en mayo de 2002, en el primer asesinato político en Países Bajos desde el siglo XVII. Dos años después, un holandés de ascendencia marroquí, musulmán radicalizado, mató al cineasta progresista –y provocador profesional– Theo van Gogh a plena luz del día en una concurrida calle de Ámsterdam. Estos dos asesinatos acabaron por cambiar la faz de la política holandesa. Desde entonces, los desacuerdos sobre la identidad nacional y la supuesta falta de integración de los inmigrantes han dominado el debate público, dividiendo el país en campos radicalmente opuestos. Discursivamente, las fronteras de lo aceptable se han desplazado hacia la derecha. Hoy los políticos en los Países Bajos gastan temas y tonos que habrían sido impensables hace veinte años. Baudet está empeñado en darle otro empujón a la cosa. Preside el Foro por la Democracia (FvD), que fundó como think tank en 2015 y transformó en partido político solo seis meses antes de las elecciones de marzo de 2017. Sus resultados sorprendieron: ganó el 1,8% de los votos, que se tradujeron en dos escaños (el sistema electoral holandés es rigurosamente representativo, lo que facilita la entrada al parlamento de partidos pequeños y hace prácticamente imposible que un solo partido gane una mayoría absoluta). Hacia junio, cuando llegaba el piano de Baudet a La Haya, las encuestas le pronosticaban cinco escaños a su formación. Hoy, el partido de Baudet se ufana de tener más de 20.000 miembros y un movimiento juvenil en auge. Según algunas encuestas, Baudet podría ganar hasta 15 escaños, y todavía le queda un margen de crecimiento. “Creo que podemos alcanzar una treintena de escaños”,

Y es que Baudet está convencido de que su país está al borde del desastre. Cree que las élites políticas e intelectuales acarician un odio patológico a su propia cultura nacional.

afirmó Baudet en una entrevista televisiva en diciembre. Según un analista electoral, un crecimiento de esas dimensiones no es improbable. Así, Baudet puede acabar siendo candidato a la presidencia del gobierno, una posición que dice no anhelar pero que está dispuesto a asumir. Al fin y al cabo –dice– alguien tiene que intervenir para salvar Holanda –y la civilización occidental– del apocalipsis que les espera. Y es que Baudet está convencido de que su país está al borde del desastre. Cree que las élites políticas e intelectuales acarician un odio patológico a su propia cultura nacional. Empapados durante décadas por el marxismo cultural, la culpabilidad postcolonial, una cultura victimista y la corrección política, han contraído una oikofobia –un neologismo con el que Baudet se refiere al rechazo de lo propio– que ha debilitado los mecanismos de defensa del país, dejándolo expuesto a una invasión de valores no occidentales. Quienes encarnan esta amenaza más directamente son los inmigrantes y refugiados musulmanes.

Profetas del apocalipsis “Occidente sufre de una enfermedad autoinmune”, afirmaba Baudet en un discurso ante el congreso de su partido en enero de 2017. “Parte de nuestro organismo –una parte importante, nuestro sistema de inmunidad, precisamente lo que debería protegernos– se nos ha vuelto en contra. Estamos siendo debilitados, minados, entregados en todos los sentidos. Elementos malévolos y agresivos están siendo introducidos, subrepticiamente, en nuestro organismo social en números sin precedente, al mismo tiempo que se nos ocultan las causas y consecuencias verdaderas. No se hacen públicos los informes policiales sobre incidentes violentos en los centros de acogida de refugiados. La fiscalía hace la vista gorda ante los tribunales a lo sharía.” Ante estas amenazas, Baudet dice defender con orgullo los valores occidentales. Estos los asocia predeciblemente con la tradición judeocristiana. Menos predeciblemente, incluye entre ellos la defensa de los derechos de la mujer y de los gays ante la intolerancia religiosa del fundamentalismo islámico. Su partido ha propuesto una “Ley en Defensa de los Valores Holandeses” que, entre otras co-

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sas, vetaría los matrimonios concertados, haría obligatoria la enseñanza sobre el Holocausto en todas las escuelas y prohibiría el uso en los espacios públicos de toda prenda que cubra la cara, incluidos los niqabs y los pasamontañas. Al igual que Wilders, Baudet es un euroescéptico. Al mismo tiempo que la inmigración y el multiculturalismo han ido “diluyendo” los valores nacionales desde abajo –afirma– la soberanía del Estadonación holandés se ha visto minada por la sumisión ante la Unión Europea y otros organismos internacionales. “Cada vez más, el control sobre nuestras vidas se nos está hurtando de forma insidiosa por taimados actos de capitulación que transfieren nuestra soberanía hacia megaproyectos impersonales en los que los ciudadanos han perdido toda forma de control democrático”, afirmó en el congreso de su partido en enero del año pasado. Con una tasa de desempleo por debajo del 5% y un crecimiento económico de un 3%, Holanda se ha recuperado mejor de la crisis que muchos de sus socios europeos. Aun así, la retórica apocalíptica de Baudet resuena entre votantes preocupados por una pérdida de la identidad nacional, sospechosos de la Unión Europea y desengañados con las prácticas habituales de la política holandesa, cuya última encarnación la constituye el gobierno de centroderecha actual: una coalición de cuatro partidos, presidida de nuevo por Mark Rutte, instalada en octubre después de seis meses de tortuosa negociación. Parte del apoyo de Baudet proviene directamente del PVV de Wilders. Pero Baudet también está expandiendo y diversificando la base de la derecha radical, afirma Leo Lucassen, director de investigación en el Instituto Internacional de Historia Social. Como experto en temas migratorios, Lucassen se enfrenta a menudo con figuras derechistas que pretenden incitar el miedo al inmigrante. “Baudet goza de popularidad entre los votantes nuevos, pero también atrae a votantes con mayor educación para quienes Wilders siempre ha sido demasiado cutre o grosero”, me dijo cuando le entrevisté en Ámsterdam en enero. “Aunque las ideas de Baudet son claramente muy extremas, las presenta con un envoltorio atractivo y hasta encantador”.


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Los mítines del FvD atraen a un número desproporcionado de hombres jóvenes blancos. Pero el partido también ha generado apoyo entre las minorías étnicas y la élite intelectual. Uno de sus primeros miembros fue Frank Ankersmit, un filósofo de la historia de prestigio mundial. (Abandonó el partido en diciembre.) Y uno de los candidatos iniciales para las elecciones municipales de Ámsterdam, que se celebraron en marzo pasado, fue Yernaz Ramautarsing, un joven libertario de ascendencia india, nacido en Surinam, quien mantiene que las personas de raza negra tienen un coeficiente intelectual más bajo que el de otras razas. Ramautarsing, seguidor de Ayn Rand, adquirió cierta fama con su denuncia de la supuesta “indoctrinación izquierdista” en las universidades holandesas. Tuvo que abandonar la carrera electoral cuando se publicó un intercambio homofóbico en WhatsApp en el que mantenía que el matrimonio homosexual dañaba a la sociedad porque permitía que los gays, que gozan de una inteligencia media superior, no se procrearan. Aun así, en marzo el partido de Baudet se hizo con tres de los 45 escaños del consejo municipal de la capital. Baudet no es ningún Wilders. Es más inteligente, más fotogénico y mucho más coqueto. Wilders, de 54 años, nació en la provincia sureña de Limburg en el seno de una familia católica; su madre es de ascendencia indonesia. Fundó el PVV en 2006, después de 14 años en el VVD, partido liberal de centroderecha. Dadas las frecuentes amenazas de muerte, lleva trece años viviendo bajo una permanente protección policial. Baudet, 20 años más joven, se crió en una familia de clase media no religiosa en la ciudad norteña de Haarlem, descendiente de hugonotes franceses que se exiliaron en los Países Bajos en el siglo XVIII. Aprendió latín y griego en el instituto e irradia la actitud aristocrática de un miembro de un Colegio Mayor de la Universidad de Leiden. Después de terminar una doble carrera en Historia y Derecho, escribió una tesis doctoral, en inglés, codirigida por Roger Scruton, el conocido filósofo conservador inglés. Su traducción al holandés, El ataque al estado-nación, fue un inesperado éxito de ventas. En el libro, Baudet afirma que la democracia y el Estado de derecho solo

pueden prosperar en una nación fuerte y segura de sí misma. El debilitamiento de la soberanía nacional en Europa, en cambio, ha acabado por erosionar tanto la democracia como el Estado de derecho. En su libro más reciente, ¡Hay que romper el cártel partidista!, Baudet describe a la clase política holandesa como una pandilla de gerentes incompetentes que anteponen sus propios intereses y los de sus partidos a los intereses del país. Por tanto –afirma–, todos los puestos dirigentes, desde los consejos de empresas estatales hasta las alcaldías se acaban repartiendo entre los aparatos de los partidos en un constante “carrusel de curros”. Con este sistema de puertas giratorias, el cártel partidista bloquea todo cambio político –dice Baudet– y sofoca a la democracia “como una espesa manta cubriendo la sociedad”. Para romper el poder de las élites establecidas, el FvD propone sustituir los nombramientos de los puestos de dirección públicos o semipúblicos con concursos abiertos. También pretende que los alcaldes sean elegidos directamente (en Holanda, siempre han sido nombrados a dedo) e instalar un sistema de votación electrónico en el Parlamento que permita responsabilizar a los diputados individuales por sus votos.

Un nuevo estilo de populismo Para debilitar el poder de los políticos profesionales, el FvD también pretende introducir medidas de democracia directa al estilo suizo, con referéndums vinculantes sobre temas de trascendencia política. Aquí, el partido conecta con un amplio malestar en la sociedad holandesa. Desde 2015, la ley holandesa permite referéndums por iniciativa popular –previa recolección de 300.000 firmas– pero estos no son vinculantes. En otras palabras, los gobiernos pueden ignorarlos y de hecho los ignora. En abril de 2016, se convocó un referéndum sobre el Tratado de asociación entre la Unión Europea y Ucrania. Baudet tuvo un papel prominente en la campaña el “no”. Con una participación del 32% –lo justo para que la votación tuviera validez– un 61% de los votantes se expresó en contra del Tratado (eso sí, las encuestas indicaban un alto nivel de confusión y desinformación sobre el tema). En 2017, el Parlamento, haciendo caso omiso de

En su libro más reciente, Baudet describe a la clase política holandesa como una pandilla de gerentes incompetentes que anteponen sus propios intereses y los de sus partidos a los intereses del país.

la consulta, decidió aprobar el Tratado. El Gobierno actual, instalado en octubre, está incómodo con la ley de referéndums. En febrero, una estrecha mayoría de los diputados aprobó su abolición. La ministra de Interior, Kajsa Ollongren, argumentó que los referéndums no vinculantes debilitan la democracia porque crean expectativas falsas. “No contribuyen a que los votantes tengan fe en la política”, dijo. Después de que el Parlamento votara por la abolición de los referéndums, Baudet realizó una dramática intervención. “Hela aquí”, dijo, fijando su mirada en la ministra, “la asesina de la democracia”. Baudet es un populista peculiar. Por más que despotrique contra las élites, él mismo pertenece a la flor y nata cultural. Pero no esconde sus gustos y formas refinados. Más bien, los ha convertido en su marca. En marzo del año pasado, pasmó a los demás diputados cuando abrió su primera intervención parlamentaria en latín. Al mismo tiempo, afirma odiar el arte moderno, la música clásica contemporánea y la arquitectura moderna, que considera sendas estafas. Idealiza el siglo XIX y dice estar inspirado por La decadencia de Occidente de Oswald Spengler, un clásico del pesimismo cultural alemán. Con tres años de psicoanálisis a cuestas, le gusta expresarse en una mezcla casera de términos freudianos e ideas neoconservadoras (declinó ser entrevistado para este artículo). “Thierry no es antiélite; es anti-establishment”, me dijo el historiador Geerten Waling, que conoció a Baudet hace nueve años y sigue manteniendo con él una relación de amistad. “Toda sociedad necesita una capa superior”, dijo Baudet en una entrevista con Waling y el legalista conservador Paul Cliteur, que le codirigió la tesis doctoral. “Nuestro problema es que [la capa dirigente] sufre de una especie de enfermedad espiritual. … Por tanto, tenemos que reemplazar la élite [actual] con una élite nueva”. Para Waling, hay una tensión irresuelta entre el elitismo de Baudet y su entusiasmo por la democracia directa. “Alguna vez le pregunté: ‘¿Estás a favor de los referéndums porque crees en la democracia, o solo porque sabes que los resultados serán de tu agrado?’” Por otra parte –agrega Waling– Baudet “cree de


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verdad que hay que reforzar la participación democrática desde abajo. En su libro sobre el cártel de partidos, afirma que el sistema holandés es anacrónico. La población es más educada y está mejor informada que hace 200 años; por tanto, está en mejores condiciones para participar en las decisiones políticas. Como historiador, yo diría que un cambio en ese sentido estaría acorde con la tradición holandesa de la autogestión. Por ejemplo, las elecciones para alcalde tendrían que haberse introducido hace muchos años”. Los gustos decimonónicos e ideas controvertidas de Baudet no han menguado su atractivo entre los votantes más jóvenes. “Es más, sospecho que les gusta su aire anticuado”, dice Waling. “Que no sepa quién es Snoop Dogg y que no tenga reparo en admitirlo, le hace más interesante. Al final, la gente prefiere votar por alguien como Pim Fortuyn, que lucía traje a rayas, tenía dos perritos y se desplazaba en un Bentley, que por alguien que se esfuerza demasiado por parecerse a la gente común”. Pero la imagen provocadora de Baudet tiene un lado menos positivo. “Lo que me sorprende más son las reacciones agresivas que suscita, sobre todo entre los universi-

La relación entre Baudet y la extrema derecha es nebulosa. Aunque goza de popularidad entre los nacionalistas y supremacistas blancos, dice que siente un profundo rechazo ante el racismo y el antisemitismo y que su partido no los tolerará de ninguna forma.

tarios progresistas”, me dice Koen Vossen, un historiador político que lleva años estudiando el populismo holandés. “Dicen que Baudet es más peligroso que Wilders. Algunos hasta piden que se le retire el doctorado. Lo que no parecen entender es que personajes como Baudet solo se benefician con esas reacciones exageradas. Sería mejor ignorarle. Obviamente es un posturero porque, además, está muy satisfecho de sí mismo. Sabe muy bien cómo jugar el papel del snob”.

Delirios de redentor Encantador, provocador e impredecible, Baudet ha conseguido enamorar a los medios holandeses. En diciembre, una encuesta anual de un importante programa de noticias le nombró político del año. Ese mismo mes, el periódico progresista De Volkskrant publicó una larga entrevista en que Baudet se explayaba sobre su infancia y juventud, su psicología y su vida personal. La entrevista se publicó ilustrada con una serie de fotos al estilo GQ con un guiño a Cincuenta sombras de Grey. Mientras bebía una copa de un vino blanco exquisito, Baudet afirmaba que la modestia es una virtud sobrevalorada; confesó ser extremadamente sensible (“Es

por eso que hablo de forma tan emotiva en los mítines”); y reveló que su pareja actual es una refugiada iraní. También volvió a presentarse como redentor de la patria. “Esa pandilla desencajada en La Haya que está arruinando este país tiene que ser llamada al orden”, dijo. “Pero como nadie hace nada, tendré que hacerme cargo yo”. Poco después, el diario De Correspondent reveló que, en octubre, Baudet había cenado durante cinco horas en Ámsterdam con Jared Taylor, el conocido supremacista blanco de Estados Unidos. Fundador de la revista American Renaissance, Taylor pretende “reavivar” una “conciencia racial” defensiva entre los blancos, conciencia que les anime a “amar, en primer y principal lugar, las infinitas riquezas creadas por el hombre europeo”. Cuando se le preguntó sobre la cena con Taylor, Baudet se mostró esquivo. Invocando el derecho a la intimidad, se arrogó la prerrogativa de informarse sobre todo tipo de ideas. “No comento sobre las mujeres con las que me acuesto ni sobre las personas con las que ceno”, dijo. “Pero en general [creo que uno debe] investigarlo todo en la vida y aferrarse al bien”. En febrero, De Correspondent publicó un reportaje sobre la fascinación duradera


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que ha tenido Baudet con las ideas de Jean-Marie Le Pen. “Queda claro que Baudet coquetea con el fascismo, casi de forma romántica”, me dijo la escritora Harriët Duurvoort, columnista para De Volkskrant de ascendencia holandesa, surinamesa y afroamericana. “Eso sí, al mismo tiempo pretende distanciarse de los fascistas auténticos cuando se le llama a cuenta”. Como representante y portavoz del multiculturalismo holandés, Duurvoort ha vivido en carne propia el endurecimiento del debate público en su país. Se convierte con frecuencia en la diana de las campañas de odio de la extrema derecha. “En los años setenta, en el recreo del cole, te llamaban ‘mono’ y te decían que volvieras a África”, dice. “Ahora vuelve a ocurrir lo mismo, pero en Twitter”. En verdad, la relación entre Baudet y la extrema derecha es nebulosa. Aunque goza de popularidad entre los nacionalistas y supremacistas blancos, dice que siente un profundo rechazo ante el racismo y el antisemitismo y que su partido no los tolerará de ninguna forma. Al mismo tiempo, le gusta hacer afirmaciones provocadoras que aluden a idearios radicales, solo para rechazarlas después, o calificarlas de irónicas. Lo que sí queda claro es que, en su campaña contra la corrección política, sabe de qué palancas tirar para generar un escándalo que le genere una constante atención mediática. Mientras tanto, sus mensajes resuenan entre aquellos holandeses que se sienten amenazados por las minorías que demandan mayor igualdad, pero que al mismo tiempo se indignan ante la idea de que esa sensación de amenaza pueda explicarse como racista o sexista. Baudet se especializa en escandalizar a la opinión pública. Hace algunos años, afirmó que estaba de acuerdo con Julien Blanc, el controvertido “experto de ligues” que defiende que las mujeres desean “ser subyugadas y dominadas”. En una novela de 2014, Amor condicional, el narrador de Baudet –que con frecuencia suena como el autor– defiende que las mujeres disfrutan las violaciones. En marzo del año pasado, Baudet afirmó que el auto-odio cultural ha dado lugar a intentos por “diluir homeopáticamente a la población holandesa con todos los pueblos del mundo, para que los holandeses dejen de existir”. Cuando

de desató una tormenta mediática, Baudet explicó que no hablaba de razas sino de culturas. Con todo, cuando en febrero de este año el segundo diputado del FvD en el Parlamento defendió que la conexión entre raza e inteligencia está “científicamente probada desde hace mucho tiempo”, Baudet comentó: “No veo cuál es el problema”.

Un pescador en un río revuelto Aunque Baudet ha afirmado que cree que las políticas antiislámicas de Wilders van “demasiado lejos”, en la práctica es difícil distinguir entre sus posiciones. “Si miras el mundo hoy”, dijo Baudet en enero de 2017, “tienes que concluir que los países más agradables son los países cristianos”. La columnista Annabel Nanninga, que lideró la lista del FvD en las elecciones municipales de Ámsterdam en marzo, dijo en un debate televisivo que “el Islam es un caldo de cultivo de cosas desagradables… cosas que no están bien, cosas que a todos nos hacen menos libres”. “Yo no creo que Thierry sea un racista”, me dijo Waling, el historiador amigo de Baudet. “Le encanta discutir y crece en la batalla de las ideas. Le gusta explorar tabúes, incluso si son moralmente dudosos. Está claro que esa exploración es más fácil realizarla como intelectual que como político. Eso lo ha tenido que aprender a la fuerza, por ejemplo cuando se reunió con Jared Tayler. Pero honestamente no pienso que Thierry adoptaría las ideas de Taylor sin más. Los medios infieren algo así del hecho de que se reunieron, pero no creo que esa inferencia esté justificada. Es verdad que Thierry es nacionalista. Pero el suyo es un nacionalismo más cívico que etnico. La gente suele olvidar que, en la conclusión de su tesis doctoral, hizo una llamada al nacionalismo multicultural. Está convencido de que la narrativa nacional puede integrar también a los que llegan de fuera.” El profesor Lucassen, experto en temas migratorios, es más escéptico. “La verdad es que Baudet ha confeccionado un amalgama bastante coherente de ideas derechistas, incluida cierta tendencia autoritaria”, dice. “Su rechazo del arte moderno, por ejemplo, recuerda la prohibición nazi del arte degenerado o, sin ir más lejos, las políticas culturales de Stalin o Mao. No sé hasta qué punto cree lo que

Baudet se especializa en escandalizar a la opinión pública. Hace algunos años, afirmó que estaba de acuerdo con Julien Blanc, el controvertido “experto de ligues” que defiende que las mujeres desean “ser subyugadas y dominadas”.

dice. Como investigador, la verdad es que me da igual. Lo importante es la forma en que sabe movilizar esas ideas y cómo acaban por radicalizar el debate público. Se ha demostrado que los populistas hacen más que dar voz a la indignación popular. También la definen y la avivan”. Baudet comparte algunas nociones básicas con la nueva extrema derecha europea, explica Lucassen. Por ejemplo, la idea de que Europa está sujeta a un proceso de Umvolkung o transformación étnica, una pérdida de identidad provocada por los cambios demográficos. “Se alega que el europeo blanco está siendo desplazado”, dice Lucassen. “Además de todos los presupuestos racistas que tal idea implica, es también absurda en términos estadísticos y demográficos”. La alt-right europea también advierte de que gran parte de la población africana pretende emigrar a Europa. “Los investigadores hemos demostrado que esa idea también es un disparate”, dice Lucassen. Finalmente, está la demonización masiva del Islam, “una cantilena que Wilders lleva entonando desde 2004”. Waling, por su parte, percibe diferencias cruciales entre la derecha holandesa y sus vecinos europeos. “El Front National de Marine Le Pen, por ejemplo, es católico y conservador”, dice. “Y tiene una tendencia racista más pronunciada. El populismo de derechas holandés, en cambio, ha incorporado plenamente ideas progresistas en torno a los derechos de los gays y la igualdad de género. Además, su racismo es mucho menos evidente. En el Foro por la Democracia de Baudet no les importa la color de la piel. Eso sí, son muy críticos con el Islam”. De forma similar, agrega Waling, también Alternative für Deutschland (AfD), el partido de extrema derecha alemán, es más propenso a posiciones racistas. Según Waling, esto se debe en parte a los intentos alemanes por enfrentarse al pasado nazi. La demonización de la derecha radical, dice, facilita que el movimiento acabe dominado por sus elementos más extremos. El juego político holandés, en cambio, es más maduro y permite debates más abiertos. “Fortuyn y Wilders ayudaron a desconectar las ideas radicales de derechas de la franja extrema”, dice. Así, esas ideas cobraron una legitimidad


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democrática. “Por consiguiente, a nadie en Holanda se le ocurriría prohibir un partido como el de Baudet”. “De hecho, algunos ven su aparición con alivio”, dice Merijn Oudenampsen, un sociólogo que acaba de publicar una tesis doctoral sobre el auge del conservadurismo holandés. “A diferencia de Wilders, Baudet claramente aspira a gobernar. Por tanto, se puede esperar que jugará según las reglas institucionales. Ya se ve que está construyendo su Foro como un partido político real. Nunca fue el caso del PVV de Wilders”. La tesis doctoral de Oudenampsen explica cómo la derecha radical holandesa llegó a asumir parte del legado progresista. A diferencia de Estados Unidos o Reino Unido, los Países Bajos –cuya sociedad se secularizó masivamente en los años 60 y 70– nunca conoció un movimiento conservador fuerte. De ahí que apenas le afectara la ola conservadora de los años 80. Fue en los años 90 cuando el conservadurismo holandés tomó cierto impulso. Pero en vez de concentrarse en temas como el aborto, la sexualidad o las relaciones de género, asumió las posiciones progresistas en esos temas, identificándolas con la cultura nacional neerlandesa para denunciar la

Beert Wilders ha padecido el ostracismo político, lleva varias condenas judiciales encima y las amenazas no le han permitido llevar una vida normal desde hace años. En comparación, la trayectoria de Baudet ha sido pan comido.

amenaza que suponían para esa cultura los inmigrantes no asimilados. “Las guerras culturales de la derecha radical en Holanda han enarbolado la libertad de expresión”, dice Oudenampsen. “Identifican la idea de la corrección política con la cultura política del consenso; y exigen que se rompan los tabúes”. Desde los años 90, romper tabúes significa, entre otras cosas, llamar la atención sobre la falta de integración cultural entre los musulmanes holandeses. Curiosamente, entonces, la obsesión de la derecha europea con los inmigrantes musulmanes precede a esa misma obsesión entre los conservadores norteamericanos. En este sentido, Oudenampsen señala un extraño mecanismo de retroalimentación: si la alt-right norteamericana se dejó inspirar inicialmente por el pensamiento conservador europeo, ahora son norteamericanos como Jared Taylor y Donald Trump los que inspiran a políticos europeos como Baudet. La popularidad de partidos como el FvD de Baudet consiste, en parte, en la atracción de lo prohibido, dice Lucassen. “En los años 60 y 70, los jóvenes que querían ir a contracorriente se encontraban en la extrema izquierda. Hoy, el mercado

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de las ideas peligrosas está en la derecha. Un político como Baudet es muy consciente de ello. Y hasta la fecha ha conseguido aprovecharse de ese potencial”. Pero la verdadera dimensión de su potencial está por ver, dice Koen Vossen, el historiador político. Para empezar, Baudet tendrá que acabar de construir su partido. Y todo crecimiento conlleva riesgos. A comienzos de febrero, cuando Baudet expulsó a dos miembros prominentes del FvD, acusándoles de pretender “secuestrar” el partido, otros redactaron una carta de protesta en la que se quejaban de falta de democracia interna. Los firmantes de la carta también fueron expulsados. “Sin duda, el FvD atraerá a gente con historiales controvertidos que dirán cosas también controvertidas”, dice Vossen. “Más importante es que Baudet todavía no ha pasado por ninguna prueba de verdad. Todavía tiene que demostrar su valía en los momentos de crisis. Por ahora, lo ha tenido fácil –no solo en la política sino en la vida–. Esto también supone una debilidad. La clase obrera blanca que apoya a Wilders no votará por un candidato que no haya sufrido”. Wilders –explica Vossen– ha padecido el ostracismo político, lleva varias condenas judiciales encima y las amenazas no le han permitido llevar una vida normal desde hace años. En comparación, la trayectoria de Baudet ha sido pan comido. “Por eso yo no descontaría aún Wilders”, dice Vossen. “Tendremos que ver cómo encaja Baudet sus primeros reveses”. Oudenampsen no descarta que el auge de Baudet inaugure un periodo de expansión para la derecha radical holandesa. Pero incluso si el FvD llegase a superar el 15% del voto que la derecha radical tiene hoy, se toparía con otros límites, dice. “La cultura política holandesa se basa en las coaliciones. Y es simplemente imposible entrar en una coalición sin abandonar algunas de tus posiciones más radicales. En algún momento, el FvD tendrá que adaptarse a esta cultura de la negociación y del compromiso. Ese es el dilema eterno del voto de protesta en Holanda. No tenemos un sistema como el norteamericano, donde de hecho es posible que una figura como Trump llegue al poder”. Revista Contexto | www.ctxt.es


PSICOLOGÍA

“El psicópata necesita desestabilizar siempre las cosas aquí y allá” En una entrevista publicada en 2009 en La Nación, de Buenos Aires, el psiquiatra argentino Hugo Marietán definió los rasgos más característicos de los dirigentes con personalidad psicópata. Sin mencionar un solo nombre, este especialista traza dejó en evidencia a muchos líderes de este continente. Diez años después, todos sus conceptos conservan plenamente su vigencia. Entrevista de Laura Di Marco | La Nación — Buenos Aires

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os políticos de fuste generalmente son psicópatas, por una sencilla razón: el psicópata ama el poder. Usa a las personas para obtener más y más poder, y las transforma en cosas para su propio beneficio. Esto no quiere decir, desde luego, que todos los políticos o todos los líderes sean psicópatas, ni mucho menos, pero sí que el poder es un ámbito donde ellos se mueven como pez en el agua.” El que lo dice es el médico psiquiatra Hugo Marietán, uno de los principales especialistas argentinos en psicopatía y referencia obligada para aquellos que les ponen la lupa a estas personalidades atípicas, que no necesariamente son las que protagonizan hechos policiales de alto impacto. Porque, precisamente, la alusión no se dirige a los asesinos seriales al estilo de Hannibal Lecter, el perturbado psiquiatra de El silencio de los inocentes, sino a aquellas personalidades que Marietán define como los “psicópatas cotidianos”. Personalidades especiales, pero que no sólo se adaptan perfectamente al medio, sino que también suelen estar a nuestro alrededor sin mayores estridencias. Y más aún: muchos suelen llegar a la cima económica, política y del reconocimiento social.

Lo novedoso en la definición que hace Marietán, miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatría y considerado una autoridad en su especialidad, es que el psicópata no es un enfermo mental, sino una manera de ser en el mundo. Es decir: una variante poco frecuente del ser humano que se caracteriza por tener necesidades especiales. El afán desmedido de poder, de protagonismo o matar pueden ser algunas de ellas. Funcionan con códigos propios, distintos de los que maneja la sociedad, y suelen estar dotados para ser capitanes de tormenta por su alto grado de insensibilidad y tolerancia a situaciones de extrema tensión. En la psicopatía, señala este experto, no hay “tipos”, sino grados o intensidades diversas. Así, el violador serial sería un psicópata más intenso o extremo que el cotidiano, pero portador de la misma personalidad. A los 57 años, es docente en la Universidad de Buenos Aires, codirector de la revista de neuropsiquiatría Almaceón y coordinador del portal español psiquiatria. com. A partir de la década del 80, trabajó en los hospitales Moyano, Esteves y Borda, donde dirigió cursos de semiología psiquiátrica. Su página en Internet (www.marietan.com)

El psicópata es un mentiroso, pero no es un mentiroso cualquiera. Es un artista. Miente con la palabra, pero también con el cuerpo. Actúa. Puede, incluso, fingir sensibilidad. Uno le cree una y otra vez, porque es muy convincente.

es de referencia constante en los estudios sobre psicopatía. Según explica en la entrevista con La Nación, hay un tres por ciento de la población con características psicopáticas. Es decir, 1.200.000 personas en la Argentina. “La relación es de tres varones por cada mujer. Son 300.000 damas y 900.000 caballeros. ¿Por qué más hombres? Sospecho que es porque la mujer utiliza su poder en el ámbito de la casa”, dice. ¿Cómo distinguir un político psicópata del que no lo es? Una característica básica del psicópata es que es un mentiroso, pero no es un mentiroso cualquiera. Es un artista. Miente con la palabra, pero también con el cuerpo. Actúa. Puede, incluso, fingir sensibilidad. Uno le cree una y otra vez, porque es muy convincente. Un dirigente común sabe que tiene que cumplir su función durante un tiempo determinado. Y, cumplida su misión, se va. Al psicópata, en cambio, una vez que está arriba, no lo saca nadie: quiere estar una vez, dos veces, tres veces. No suelta el poder, y mucho menos lo delega. Quizás usted recuerde a alguno así… Otra característica es la manipulación que hace de la


el proyecto nacional, la liberación, la raza superior, la nación, la patria. El psicópata siempre necesita buscar un enemigo, para aglutinar. Y, por supuesto, nunca va a decir: “Vamos a trabajar para mí”. ¿Qué sucede con este tipo de políticos en períodos normales, sin crisis agudas? Bueno, ahí viene el problema, porque el psicópata no se adapta a la tranquilidad. Él necesita la crisis. Ser reconocido como salvador. En la paz, él no tiene papel. No la soporta. Por eso las sociedades lideradas por políticos de estas características viven de crisis en crisis. ¿Y este líder no puede cambiar? ¿Aprende de sus errores? No. Siempre es igual a sí mismo: la psicopatía es una estructura que no cambia.

gente. Alrededor del dirigente psicópata se mueve obsecuente, gente que, bajo su efecto persuasivo, es capaz de hacer cosas que de otro modo no haría. ¿Como bajo el efecto de un hechizo, dice usted? Son gente subyugada, sí, e incluso puede ser de alto nivel intelectual. Este tipo de líderes no toman a los ciudadanos como personas con derechos: los toman como cosas. Porque el psicópata siempre trabaja para sí mismo, aunque en su discurso diga todo lo contrario. La gente es un mero instrumento. Carece de la habilidad emocional de la empatía, que es la capacidad de cualquier persona normal de ponerse en el lugar del otro. Las “cosas”, para el líder político con estas características, tienen que estar a su servicio: personas, dinero, la famosa caja, para comprar voluntades. Utilizan el dinero como un elemento de presión, porque usan la coerción. La pregunta del accionar psicopático típico es: ¿cómo doblego la voluntad del otro? ¿Con un cargo, con un plan, con un subsidio? ¿Cómo divido? ¿El clientelismo político es, según usted, una forma de cosificación?

Sí, porque es un “yo te doy, pero vos me devolvés, venís a tal o cual acto, me respondés como yo te pido”. No es un dar desinteresado ni movido por la sensibilidad de querer ayudar a quien no tiene. Es un uso de las personas para construir el propio poder. Eso está claro, pero ¿qué lo definiría como un acto psicopático? Que le está quitando a la gente la capacidad de elegir. El psicópata siempre nos deja sin opciones: la gente que manipula está en una desventaja económica tal que no tiene otra salida: o como y lo sigo o no lo sigo y no como. La libertad de las personas es la capacidad de tener alternativas. ¿El líder psicópata sabe que trabaja para él o cree realmente luchar por una causa superior? Es muy difícil entrar en su cabeza. Tienen una lógica muy distinta. Sin embargo, lo crea o no, la bandera que utiliza siempre es suprapersonal, más allá, incluso, de este momento. Esto se ve bastante, también, en líderes religiosos psicópatas, que apelan a la salvación del más allá. Otras banderas pueden ser la apelación al hombre nuevo,

El psicópata necesita la crisis. Ser reconocido como salvador. En la paz, él no tiene papel. No la soporta. Por eso las sociedades lideradas por políticos de estas características viven de crisis en crisis.

Hasta ahora, los está pintando como seres indestructibles, pero algún talón de Aquiles deben tener. ¿Cuál es ese punto débil? La frustración de sus planes. Cuando apuestan por un proyecto, ponen todo en él y no les sale. Ahí, el psicópata se desorganiza y empieza a hacer tonterías. Es una personalidad controladora. Por eso en el momento de la frustración puede tener actitudes absolutamente toscas, torpes. Y en este punto, la gente ve que hace chambonadas, una detrás de otra, y empieza a quebrarse esa unidad que consiguió con su persuasión. Usted dice que se aferran al poder y que es muy difícil sacarlos. ¿Alguna sugerencia? Bueno, hacen falta un montón de líderes de los comunes, normales, o bien otro psicópata pesado que se le contraponga. Entre muchos logran sacar al dirigente psicópata, o, al menos, reducir su poder. Otra cosa es aprender a no elegirlos. El psicópata necesita desestabilizar siempre las cosas, aquí y allá. Por eso necesita fabricar crisis. Si uno va entendiendo cómo es su mecanismo, los puede distinguir y votar por otros líderes, que pueden ser muy carismáticos, incluso, pero no psicopáticos. Si algún político psicópata llegara a leer esta entrevista, ¿se reconocería como tal? Por supuesto que no. Terminará de leer y les dirá a sus interlocutores: ¡qué barbaridad; cuántos psicópatas hay dando vueltas por el mundo!


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Filibusterismo presidencial Opinión de Ricardo Sánchez Ángel | El presidente divide al país al profundizar la grieta entre paz y guerra, comportándose como un halcón, tanto en lo doméstico como con Venezuela.

Caricatura de Mheo

Lo que el gobierno de Duque está haciendo con los acuerdos de paz, las víctimas y con el partido FARC exhibe perfidia y es irresponsable.

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l gobierno de Iván Duque está navegando en las aguas tormentosas de la división de Colombia, que él propicia con sus políticas fiscales y sociales, agrandando las desigualdades. La reforma tributaria se hizo para favorecer a unos ricos, empobrecer el consumo y el ahorro de los pobres, las capas medias y es alcabalera. A lo que se suma un Plan de Desarrollo sin educación, sin ambiente, sin indios, ni negros, ni mujeres, sin protección al trabajo, sin campo, sin propósitos sociales y culturales comunes, sin paz. A lo sumo, enunciados y balbuceos. En verdad, no se trata de un plan de desarrollo, sino de una piñata de propuestas que los parlamentarios están engordando. Allí tiene la respuesta de la poderosa Minga Indígena, que sacude varias regiones, y crecerá más. El presidente divide al país al profundizar la grieta entre paz y guerra, comportándose como un halcón, tanto en lo doméstico como con Venezuela. Su ataque permanente a los acuerdos de paz y a la JEP son programa del uribato y lo está aplicando con las objeciones a la ley estatutaria. No importa que tales objeciones estén absueltas en la normativa por sancionar y en la sentencia de la Corte Constitucional. Lo que se quiere es profundizar la división en torno a la paz, a lo que se suma el desconocimiento de los protocolos de los diálogos con el ELN en Cuba, y tener la plataforma electoral renovada de cara a las elecciones de octubre. Lo que el gobierno de Duque está haciendo con los acuerdos de paz, las víctimas y con el partido FARC exhibe perfidia y es irresponsable. El origen de esta conducta está en el fracaso del gobierno de Uribe en derrotar a la insurgencia armada y en la búsqueda insaciable de revancha para saldar un pleito histórico cuya solución está en los acuerdos firmados. Las objeciones a la JEP no son en verdad “por inconveniencia”, sino que desafían con su pobreza conceptual la sentencia de la Corte Constitucional.

Allí tiene la respuesta de la altiva movilización urbana, que crecerá más, y se auguran unas jornadas parlamentarias calientes. El pronunciamiento de la Corte Constitucional de diferir su decisión hasta después de los trámites en el Congreso, si bien es legal, mantiene en la incertidumbre la suerte de la JEP, la ley estatutaria, y políticamente desalienta. Los ataques al proceso de paz están apoyados por el fiscal general N.H.M., quien hace uso licencioso de la institución para provocar el golpe de Estado a la JEP y a la paz. Su fiscalía espectáculo genera zozobra por sus actuaciones liberticidas contra las redes sociales, contra el debido proceso investigativo y penal, contra la honra de las personas, periodistas y políticos. El fiscal está manipulando la institución, convirtiéndola en policía política del régimen. No obstante, su actuación campeona queda registrada en la crónica de estos tiempos por su conducta pecaminosa en el escándalo de corrupción de Odebrecht. El presidente y el fiscal se revuelcan en el desprestigio y es la razón de su férrea alianza. Un Asunto Tenebroso, para recordar la novela de Balzac. Mientras tanto, chorros de sangre corren por aldeas y ciudades en una vuelta al exterminio: cerca de 180 activistas en derechos humanos, indígenas, campesinos y trabajadores, siendo 96 militantes del partido FARC. La masacre contra la Minga Indígena en Las Juntas – Dagua, con un saldo de 8 muertos, tiene el sello del paramilitarismo o la guerrilla. Y es lo más triste y vergonzoso en este conflicto. Las víctimas indígenas deben respetarse y no vilipendiarlas con la infamia de que fue una explosión provocada por ellos. Ante el simulacro del diálogo con los indígenas, el gobierno sigue acudiendo al ESMAD, lanza afilada del Estado policía contra la vida y la protesta de los colombianos. Duque, haciendo uso bonapartista de la presidencia, está comprometido en el intervencionismo del gobierno de Trump en Venezuela, llevándonos al descrédito internacional. Se esclarece cómo el presidente está tejiendo una cortina de humo sobre los graves problemas nacionales, con la bandera desteñida del nacionalismo y la democracia de papel, aplicando el Filibusterismo Presidencial. Pregunta al aire: ¿Alguien distinto al uribato puede creer que este gobierno no es débil y malo? Ricardo Sánchez Ángel es doctor en Historia de la Universidad Nacional.



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La inseguridad tiene dos facetas Por Juan Manuel López Caballero | No es difícil concluir que aunque en algo puede

incidir la falla de la Administración de Justicia como deterrente, ni es ahí donde se origina el problema ni donde se puede solucionar. la Justicia que está la causa del mal. La delincuencia más violenta -la de la ‘cultura traqueta’- se explicó por el atractivo de el enriquecimiento rápido y del atractivo del poder que se permitIa desplegar cuando no era tan perseguido. Pero es obvio que los delitos que ahora se aumentan no corresponden a esa razón. Lo que ahora vemos proliferar son más lo que probablemente son ‘delitos de subsistencia’ o delincuentes por necesidad. Y lo que es peor es que probablemente buena parte de quienes cometen esos pequeños delitos son en la práctica miembros de grandes organizaciones para las cuales trabajan como ‘mano de obra’. Nada puede hacer quien roba un celular si no existe la red para revenderlo, ni se puede sacar beneficio de un automóvil sino existiera toda la cadena de deshuesaderos y reducidores. Pero por supuesto lo que está aumentando no es esa estructura de ‘empresas’ que se dedican a esa actividad. El incremento que se ve y se siente es en el eslabón de la cadena que entra en contacto con y afecta al ciudadano. No es difícil concluir que aunque en algo puede incidir la falla de la Administración de Justicia como deterrente, ni es ahí donde se origina el problema ni donde se puede solucionar. Valdria la pena comenzar a enfocarse a a atacar más la injusticia social, la exclusión, la pobreza y el desempleo, y atender más lo que expresan no solo como Indicadores económicos, sino en su correlación con la delincuencia. Juan Manuel López es economista e investigador.

Caricatura de Betto

Irónicamente se ha llegado incluso a la conclusión fácil de que la principal causa es la impunidad, y por esa vía suponer que es en la rama de la Justicia que está la causa del mal.

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l tema de la inseguridad vuelve a ser la primera preocupación de los colombianos. A nivel de debate las autoridades de casi todas las jurisdicciones insisten en la disminución de los homicidios pero no dan mucha cuenta de los otros delitos . El caso es que para la ciudadanía -o por lo menos para lo que divulgan en los ‘medios de opinión’- han aumentado los robos de celulares y ahora de bicicletas, los atracos callejeros, los hurtos a los apartamentos, las pequeñas extorciones, etc. Es verdad que al mismo tiempo se nota un mayor número de capturas, aunque no se sabe si es por la intervención mediática (ya sea por la presión que ejercen en casos que vuelven de interés público, o porque se convierte en noticia el hecho mismo de que se dé una captura) o porque el incremento de los delitos hace que estadísticamente deban ser mayor el número de éxitos. Esa reacción ciudadana ha llevado a que en el gobierno -tanto nacional como de las regiones- se busque dar respuestas a ese flagelo. Pero para el análisis del problema parecen haberse orientado solo a una de las facetas del mismo, es decir únicamente al aspecto de cómo manejar su existencia olvidando el cómo evitarla. En esa primera faceta se menciona una labor preventiva y una punitiva. Y de hecho se da más importancia a aumentar la segunda que la prImera. Sin embargo ambas son tratadas como mecanismos de control partiendo de la base que el delito es un mal per se, como si no fuera consecuencia de algo, como si hubiera una relación de causalidad para explicar su origen: no se da importancia a los motivos que hacen que se multipliquen es esa forma los delincuentes, y solo se tratan como si fuera una condición de la naturaleza anexa a los colombianos; ni siquiera para las variaciones en su ocurrencia -como ahora en su incremento- se intentan estudios de porqué sucede eso. Irónicamente se ha llegado incluso a la conclusión fácil de que la principal causa es la impunidad, y por esa vía suponer que es en la rama de


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La victoria y la guerras

Por Santiago Londoño Uribe | La victoria, ya no de las fuerzas armadas sino del país en

pleno, ha sido convertir una guerra de 50 años en un enfrentamiento de ideas.

A las Fuerzas Militares no las metieron al proceso de paz, ellas lo plantearon, lo propiciaron y, en buena parte, lo hicieron posible.

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alvo para los traficantes y negociantes de armas, y para uno que otro enfermo, la guerra es un medio y nunca un fin. Un medio, entre otros que hace parte, dolorosamente, del abanico de opciones de los grupos humanos para lograr sus proyectos y objetivos. No existe un único fin para la guerra ya que cada una de ellas responde a contextos, condiciones y actores diferentes. Algunos, para simplificar y generalizar, dirán que “el fin único de la guerra es la victoria”, pero es claro también que el concepto “victoria” no es unívoco y tiene muy diferentes acepciones. Definir qué constituye una “victoria” es un paso fundamental y estratégico para cualquier campaña militar. Durante los últimos 5 años, alrededor del proceso de negociación y del posterior Acuerdo de Terminación del Conflicto, ha sido una constante que desde diferentes sectores políticos, con indignación y agresividad, se afirme que el gobierno de turno entregó el país a las FARC y que todo lo sucedido es un irrespeto, una afrenta y hasta una traición a nuestras Fuerzas Armadas. Esta escuela de opinión ha querido tomar la vocería de los militares para afirmar que un gobierno, por naturaleza traidor (“traicionó al Presidente Eterno”), desconoce el honor militar y los esfuerzos y sacrificios de los últimos 50 años cuando se sienta a dialogar con el enemigo y posibilita su paso a la legalidad. Por qué, se preguntarán ustedes, a pesar de la insistencia y la virulencia de los ataques, no ha hecho carrera esta tesis dentro de las Fuerzas Militares, que han demostrado un apoyo y acompañamiento serio y sostenido al proceso de paz de principio a fin. La respuesta es tan contundente como sorpresiva para la gran mayoría de ciudadanos: la negociación, cuya fase exploratoria empezó en el año 2012 y terminó con la entrega (dejación) de las armas de las FARC en el 2017, fue planteada y definida como objetivo estratégico de las fuerzas armadas ¡10 años antes! en medio de un proceso de autocrítica y una profunda reestructuración institucional. Existe, tanto en la ciudadanía como en algunos círculos políticos, una imagen tremendamente errónea de las fuerzas armadas bajo la cual se pinta a los militares como seres irreflexivos, reactivos y exclusivamente dedicados al combate. La realidad es que las Fuerzas Militares, desde hace muchos años, pero con especial énfasis en lo que va corrido del siglo XXI, han demostrado ser una de las instituciones que mejores, más profundos y más duraderos procesos de planeación estratégica, reingeniería y seguimiento a resultados desarrollan. En su más reciente libro De la Guerra a la Paz. Las Fuerzas Militares entre 1996

y 2018 (fuente de esta columna), Eduardo Pizarro afirma con mucho tino que el Banco de la República y las Fuerzas Militares son las únicas instituciones que han logrado diseñar, ejecutar y sostener una verdadera política de Estado no sujeta al vaivén electoral. (Este hecho no borra ni limpia las abominables prácticas, como los falsos positivos, que se ejecutaron en la primera década del siglo y que tanto daño y dolor causaron y aun producen.) Las Fuerzas Militares, a diferencia de muchos políticos, hicieron bien la tarea y aprendieron de la historia de nuestro conflicto armado, de sus pasados errores, de las lecciones que dejaron otras guerras y otros conflictos en el mundo y del estudio serio y sistemático de sus contrincantes. Ese análisis les permitió concluir en 2002 que para ganar la guerra tenían que “reducir, eliminar y destruir la voluntad de lucha del enemigo (…). La guerra no se ganará causando la baja en combate de todos los integrantes de las organizaciones armadas al margen de la ley, esto nunca sucederá.” Los militares sabían bien cuál era su objetivo central desde el principio de la era Uribe y en el año 2010, bajo Santos, en otra revisión de su Plan Estratégico denominada Espada de Honor, concluyeron que la victoria final consistiría en sentar a las FARC en una mesa de negociaciones con una agenda concreta y con la claridad interna de que la toma del poder por las armas era ya imposible. Distinto a lo que dicen unos cuantos, a las Fuerzas Militares no las metieron al proceso de paz, ellas lo plantearon, lo propiciaron y, en buena parte, lo hicieron posible. La victoria, ya no de las fuerzas armadas sino del país en pleno, ha sido convertir una guerra de 50 años con más de 8 millones de víctimas en un enfrentamiento de ideas con una única herramienta: la palabra. Volver al cauce de la política, “destruir la voluntad de lucha (armada) del enemigo” sin desmembrar el territorio nacional, bajo una Constitución garantista, con un régimen de mercado y libre empresa y preservando y fortaleciendo el sistema democrático, no es cosa menor. Sorprende entonces que los sectores políticos, que dicen defender a la institucionalidad militar, desconozcan con tanta desfachatez la disposición, los logros y las victorias de nuestros militares y nieguen sus aportes para esta nueva oportunidad de fortalecer la democracia, extender la institucionalidad y salvar vidas. Lo suyo, más que un contribución a la construcción y fortalecimiento del Estado, parece un ejercicio electoral que añora los años de guerra. ¡Ay, país! . Santiago Londoño Uribe es abogado; magister en Derecho Internacional.


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La emergencia del homo sapiens Opinión de Juliana González, desde Berlín. | Hay una torpeza y arrogancia en nuestra existencia que nos impide entendernos. El ego es el motor. Y las incapacidades las llenamos de excusas y discursos.

Lo cierto es que cruzamos, en medio de la ignorancia y la comodidad, la línea de no retorno. Ya no está en manos de las buenas intenciones, sino de las acciones.

¿Por qué tengo que estudiar por un futuro que quizá pronto deje de existir, ya que nadie está haciendo nada para salvar ese futuro?” Mi primera reacción ante la pregunta de Greta Thumberg, fue cínica. Pensé que esta adolescente sueca, que lleva meses sin ir al colegio cada viernes en señal de protesta, actuaba como una fatalista. Y es que los humanos hemos sobrevivido a los estragos de la bomba de Hiroshima, a la explosión de Chernóbil, a la extracción de oro con mercurio, a las islas flotantes de plásticos en los océanos, a las chimeneas de la revolución industrial, a los millones de toneladas cúbicas de las emisiones de los autos, al metano que producen las vacas durante siglos… ¿qué le pasa a esta niña? Y no, no soy una negacionista que piensa que los científicos están desinformados. Creo más bien que, como muchos en mi generación, nos hemos acostumbrado asociar progreso con tenerlo todo en superlativo. Que en esta vida se trata de acumular, de gastar, de tirar, de volver a comprar y así una y otra vez, sin pensar en que nos van a pasar una cuenta de cobro. Y por esa vida, en la burbuja de las ciudades, me parecía la pregunta de Greta un tanto tremendista. Salpicada de algo naif y de optimismo. Yo misma parecía un librito de esos llenos de citas de automotivación, de “el futuro será mejor”, de “es cuestión de voluntad, para alcanzar las metas”. Pero no. Lo cierto es que cruzamos, en medio de la ignorancia y la comodidad, la línea de no retorno. Ya no está en manos de las buenas intenciones, sino de las acciones. Me mareo cuando veo las imágenes de los osos polares, revolcando la basura de algún pueblo de la estepa siberiana, en busca de comida. Ciertos críticos intentan minimizar el alcance de las palabras de Greta cuando acuden a su autismo, a su visión del mundo en blanco y negro. Y sí quizá sea algo fatalista, pero es que edulzándola, pidiendo a otros que hagan lo que todos los demás no hacen, tampoco ha demostrado ser una solución ideal. No es momento de andarse con ternuras. Recuerdo que cuando estudiaba desarrollo económico nos referíamos con frecuencia a las diferencias de Norte-Sur. Los debates se llenaban de complejos ideológicos, y crecía la indignación entre los del Sur porque los del Norte les exigieran, que crecieran de manera sostenible. Era algo odioso porque no existía la tecnología para que ese progreso llegara. Entonces las discusiones se encendían entorno a las opresiones, a tensiones de

poder, y prepotencias. Quizá si hubieran ofrecido su ayuda temprana y con medios efectivos, no estarían hoy asustados ante la posible migración climática, y habrían logrado acciones consensuadas. Hoy, ante la inminencia de los actos consumados, y con esta Greta al oído, pienso que aquí reina el Homo Turpis. Hay una torpeza y arrogancia en nuestra existencia que nos impide entendernos. El ego es el motor. Y las incapacidades las llenamos de excusas y discursos. Gastamos a manos llenas con una tarjeta de crédito ambiental que se nos antojaba ilimitada. La pregunta existencial sobre la crisis climática parecía una discusión intelectual. Cuando además se viene de una zona geográficamente privilegiada: montañas completamente verdes, recodos inexplorados, santuarios naturales, el problema no se ve. La exuberancia de la naturaleza inmediata minimiza las evidencias científicas. Y encima, el resto del país ardiendo en otros frentes como la inequidad, el machismo, la violencia y la corrupción… Así el asunto ambiental parecía capricho. Pero esa miopía nos deshiela los páramos. La misma que tiene a las tortugas marinas con pitillos clavados en sus narices. Y como no nos toca en el barrio, nos la pasamos negando problemas reales y alcahueteando la desidia de los políticos a la hora de legislar las regulaciones ambientales y su concupiscencia frente a sus financiadores. En medio de la autocomplacencia, de las censuras y de tantas otras urgencias, queremos olvidar la pregunta que los más jóvenes nos lanzan cada viernes con urgencia… ¿De qué sirve asistir a la escuela o la universidad si no estaremos aquí porque ustedes nunca han previsto esto? La vida es todo lo que sucede fuera del aula de clase. Quizá estas Gretas del mundo que capan clases nos despierten de la ceguera operativa en la que vivimos. Es hora de que este Homo Turpis et Urgentis entienda la dimensión de lo que está en juego, si no por lo obvio, por lo menos para que esos niños puedan volver a clase y estudiar para que mañana tengan derecho a vivir y no solo a limpiar los regueros de los que veníamos primero. Como anunciaba una de las pancartas en la pasada marcha “Salvemos este planeta, porque es el único con pizza”. Juliana González es Analista Política; Máster en Políticas Públicas y Economía para el Desarrollo. @JuliGo4


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El informe de Robert Mueller sobre Trump y Rusia Opinión de Mario Quadros | Los demócratas, son los otros grandes perdedores con el informe del Fiscal, porque Trump salió fortalecido. Además ese partido en los últimos años se ha identificado con el partido Republicano en muchos temas.

Espero que el informe del fiscal Mueller aterrice a la prensa y al partido Demócrata y lleve a este a plantear una campaña fuerte de denuncias y a exponer con claridad los serios peligros de esa política de Trump basada en la “excepcionalidad”.

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a conclusión final del informe del fiscal Robert Mueller sobre la conexión Trump– Rusia en las elecciones presidenciales pasadas termina como habíamos previsto en mi articulo “Fake news”, publicado en la edición número 62 de Un Pasquín, en febrero 2018: EN NADA; con lo cual Trump salió fortalecido. Por su parte, CNN y el New York Times son los grandes derrotados, porque diariamente, durante dos años, insistieron de forma intensa, cansona y hasta ridícula en sus noticieros e investigaciones en encontrar algo que pudiera llevar a un “impeachment” del Presidente, basado en su conexión con Rusia. Decíamos en ese entonces: “con la derrota sorpresiva de Hillary Clinton, los órganos de seguridad del gobierno de Obama levantaron indicios y suposiciones sobre una posible interferencia de los rusos en las elecciones americanas, sin presentar ninguna clase de pruebas hasta el día de hoy.” Enseguida afirmábamos: “Obama con el fin de dar total credibilidad a esos indicios expulsó a 35 diplomáticos rusos al final de su gobierno.” Un teatro bien armado, para boicotear la futura política externa de Trump hacia Rusia, y justificar una vergonzosa derrota del Partido Demócrata. La conclusión de ese artículo mío fue : “hasta hoy las investigaciones sobre tales interferencias (de Rusia) no han dado ningún resultado… El tema se está diluyendo y no va pasar de ser un juego político y una manipulación de los medios asociados al deep state.” Sobre el tema de “la interferencia de Rusia en las elecciones”, lo único que logró el Fiscal para justificar su trabajo fue acusar a 15 rusos de hackear y utilizar el Facebook contra Clinton. Ninguna conexión con el gobierno de Rusia fue probada, ni estuvo cerca. Fue un fiasco. Los demócratas, son los otros grandes perdedores con el informe del Fiscal, porque Trump salió fortalecido. Además ese partido en los últimos años se ha identificado con el partido Republicano en muchos temas. A lo mejor siempre fue así, salvo algunas diferencias en políticas sociales. Y ese es el mayor problema

que tienen hoy los demócratas: les falta una posición política verdaderamente demócrata en algunos temas y hacer denuncias claras de franca oposición a lo que pasa hoy en los EE UU. Trump lleva hoy a los EE UU a un precipicio. Redujo los impuesto a las grandes corporaciones, aunque estas no estaban solicitando esa reducción; aumentó el déficit fiscal violentamente en US$1 trillón por año con una proyección igual, por lo menos a mediano plazo; recortó el presupuesto de salud, educación y medio ambiente; continúa desmontando el ‘Obamacare’, tan importante para los más necesitados, y aumentó los gastos del Pentágono. De esa forma abandona a su suerte al 39% del pueblo americano que hoy vive en la pobreza y la miseria. Una política que tendrá gravísimas consecuencias en un futuro no muy lejano. Las políticas de Franklin Delano Roosevelt que Bernie Sanders, Elizabeth Warren y ahora la joven congresista latina Ocacio-Cortez defienden, impuestos a los más ricos, reducción de la pobreza y fortalecimiento de la clase media, deben ser el norte del partido en las circunstancias actuales. Seguramente habrá otros congresistas que defienden eses puntos, pero la mayoría de los demócratas están lejos de entender la gravedad de este momento. Recordemos que Sanders fue boicoteado por la dirección del partido Demócrata, a favor de Hillary Clinton, durante las pasadas primarias presidenciales. Eso sí es hacer política. En cambio, es un error buscar un golpe institucional que, como dijo Trump acertadamente, ya se estaba planeando antes de su posesión. Espero que el informe del fiscal Mueller aterrice a la prensa y al partido Demócrata y lleve a este a plantear una campaña fuerte de denuncias y a exponer con claridad los serios peligros de esa política de Trump basada en la “excepcionalidad” y que puede empujar al país a una profunda crisis a mediano y largo plazo. Mario Quadros es ingeniero civil.


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Diplomacia de lujo Por Olgahelena Fernández | En Colombia no hay carrera diplomática, lo que hay son

diplomáticos a la carrera. No hace falta sino tomar un curso de una semana y están listos para irse a vivir a costillas del Estado.

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Quiere ser neurocirujano? Estudie mínimo diez años, tome cursos y seminarios permanentemente por el resto de su vida. ¿Quiere pilotear un avión? Demuestre por lo menos tres mil quinientas horas de experiencia para que una empresa le suelte el avión más pequeño de toda la flota. Además, sométase a exámenes dos veces al año para confirmar que está entrenado en las nuevas tecnologías. Queda claro que para conseguir la excelencia en cualquier oficio el camino es largo y dispendioso. Sin embargo, para ser diplomático colombiano, la cosa es un poco diferente. No tiene que haber estudiado nada, no tiene que saber nada, no necesita experiencia de nada. Bueno, sí, tiene que tener experiencia en algo: en ser lagarto. En casi todos los países del mundo, hasta en los que nosotros vemos como inferiores (tipo Ecuador) hay una carrera diplomática que se respeta. Solo llega a ser embajador quien ha subido todos los escalones, no la esposa o la prima del amigo del que le dio plata al presidente para la campaña. La definición en Wikipedia de diplomacia es: “profesión cuyo objetivo es representar y velar por los intereses de un estado y de su nación en relación con otro estado u organismo internacional”. Así que para representar

Caricatura de Vladdo / DW en Español

En casi todos los países del mundo, hasta en los que nosotros vemos como inferiores (tipo Ecuador) hay una carrera diplomática que se respeta. Solo llega a ser embajador quien ha subido todos los escalones, no la esposa o la prima del amigo del que le dio plata al presidente para la campaña.

esos intereses del estado el presidente debe escoger a lo mejor de la clase política colombiana. Miremos unos pocos casos de los elegidos del presidente Duque. A Washington (supuestamente la embajada más importante de todas) mandó a Pachito Santos, una persona medida en sus palabras y que analiza siempre lo que va a decir. Tanto así, que un día sugirió que los estudiantes que protestan deben ser sometidos a una descarga eléctrica. Este mismo personaje sugirió comenzar una guerra en Venezuela. Cómo será de absurdo lo que dijo que su jefe, el presidente Duque, tuvo que salir a desmentirlo. Claro que la declaración de Duque fue casi más estúpida que la del señor embajador. Dijo que Pachito hablaba a nombre propio y no del gobierno de Colombia. ¿Desde cuándo un embajador no habla en nombre del país que representa? Continuemos. A la OEA, la organización que debe velar por defender los derechos humanos mandó a Alejandro Ordoñez: un católico fanático de extrema derecha que ve pecado en todo, al punto que le parece normal quemar los libros con los que él no está de acuerdo o, como dicen los católicos, con los que él no comulga. A Francia, el país de la igualdad, solidaridad y fraternidad mandó a una señora que se llama Viviane Morales. Esta mujer, madre de una hija lesbiana, concibe


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a los homosexuales como seres inferiores, algo así como engendros del demonio. Sin embargo, su fanatismo religioso y la supuesta rectitud moral que rige su vida son flexibles en lo que se refiere a su esposo, un ex guerrillero del M-19 y asesor de paramilitares. A él sí le perdonó todos los pecados. A Italia mandó a Gloria Isabel Ramírez, cuyo único logro en la vida ha sido lagartearles a todos los gobiernos. Cambia de partido y de ideología a la misma velocidad que da volteretas en televisión para demostrar lo buen bailarín que es Iván Duque. De esta manera, la gente se entretiene viendo bailoteos y ochos con la cola y no tiene tiempo para darse cuenta del paquete que es. A Suiza, el país de la neutralidad y la objetividad, Duque mandó a una señora que tal vez no entienda qué quiere decir diplomacia. De saberlo, tal vez, no escribiría cosas como este trino: ¬¬¬ “Ñapa: Martín Santos es un hijo de papi sin ningún mérito y con vísceras en lugar de cerebro, sugiero bloquearlo e ignorarlo. Este país necesita más cerebros pensando en cómo reconstruir y crear equidad. Sobra aclarar que todos estos ilustres colombianos reciben un sueldo muy pero muy jugoso que sale de nuestros bolsillos. Además, tienen una chequera amplísima para gastos de representación o, mejor dicho, gastos para hacer fiestas en las embajadas donde toman champaña hasta caerse al piso, sin que le aporten nada al país. ¿Se acuerdan de Fabio Valencia Cossio, el ministro del interior de Uribe? Bueno, pues el hijo (Juan Camilo Valencia) fue nombrado embajador en Indonesia. En Alemania, Duque nombró a Hans Peter Knudsen, quien hacía parte de la campaña de Marta Lucía Ramírez. ¿Será que lo hizo por devolverles un favor o será que son unos grandes diplomáticos? Sin embargo a Herr Knudsen se le abona el hecho de que conoce bien la lengua y la cultura de Alemania, país donde hemos tenido embajadores que casi no saben hablar ni siquiera español. Que lo diga Luis Guillermo Giraldo, embajador en Bonn por allá en los años noventa… La lista de políticos sin experiencia nombrados por nuestro benemérito presidente es tan larga que no cabe en este periódico. Y si nos ponemos a hablar de primeros secretarios, cónsules, terceros secretarios y vicecónsules, es posible que terminemos con depresión. Así que como diría Andrés López en La pelota de letras: “deje así”. Lo que sí me parece justo es darles un consejo a quienes quieren seguir la carrera diplomática y no hacen parte de la rosca: no pierdan el tiempo. En Colombia no hay carrera diplomática, lo que hay son diplomáticos a la carrera. No hace falta sino tomar un curso de una semana y están listos para irse a vivir a costillas del Estado. De tal forma que toca aprovechar, pues solo se puede ordeñar esa vaca por cuatro añitos. No hay tiempo que perder. Olgahelena Fernández es periodista.

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TRES EN UNO Por Gonzalo Guillén

¡CUÁNTA

En las elecciones presidenciales de 2010 el candidato de Álvaro Uribe (el matarife) fue Juan Manuel Santos. Como ministro de Defensa había comprado la mano de un guerrillero al que mandó matar. Ordenaba bombardeos y se cebaba con la sangre y la carne humana de la misma manera que su jefe. Hacía negocios entre su ministerio y su periódico El Tiempo, para lo cual puso un ministro ad hoc –eso me respondieron oficialmente a un derecho de petición que elevé–, cuyo nombre jamás me quisieron revelar. Era evidente que, de ganar, sería la marioneta de su tétrico antecesor. Él mismo lo reconocía para conseguir votos.

FALTA

En aquella oportunidad no había otra salida que votar contra el régimen de Uribe, el sueño de Pablo Escobar, el imperio del paramilitarismo y el narcotráfico. La dialéctica de la sangre y la guerra sucia. La única salida era el burócrata Antanas Mockus y voté por él, a sabiendas de que es un payaso que nació a la política bajándose los pantalones en público y después se dedicó a disfrazarse y a soltar sandeces de todo tipo. Esa es su obra. Grandes masas lo seguían, y todavía lo hacen, como al cretino de la película Forrest Gump que un buen día echó a andar en silencio. Cruzó el país de costa a costa y una muchedumbre cada vez más grande lo secundó sin saber por qué. Voté por el cretino y el cretino perdió.

HACE!

En una cena preelectoral de corresponsales extranjeros, en Bogotá, predije que Santos daba la sensación de tener autonomía y la firme decisión de desobedecer al matarife que lo postuló. Nadie me creyó, pero acerté. Felizmente, el nuevo presidente, al que los uribistas, enardecidos, comenzaron a llamar traidor, entró a ejercer sus funciones sin pedirle permiso a nadie y se la jugó por la paz, con el mismo arrojo y convicción plausibles que lo había hecho, aunque sin éxito, Andrés Pastrana. Cuando se postuló para la reelección, voté por Santos, a quien tanto aborrecí, y celebré su triunfo, así haya sido comprado con la plata que Odebrecht también le dio a su contrincante de extrema derecha, Oscar Iván Zuluaga, un dado de tahúr, abyecto y mal cargado. Este era la divisa de Uribe, como lo fue en las pasadas elecciones Iván Duque, un don nadie sin arrestos, por medio del cual la narco-maldad se apoderó nuevamente el país con el viejo proyecto de Pablo Escobar de “refundar la patria”. ¡Cuánta falta nos hace Juan Manuel Santos! Gonzalo Guillén es periodista.


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EL RETRATO DEL MES

OSUNA GIL HÉCTOR —EL MAESTRO

Perfil tomado del libro 101 Retratos Havladdos. Cortesía de Penguin Random House.


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Aparte de su incuestionable independencia, Osuna ha sabido mezclar una buena dosis de humor con altísimas cantidades de agudeza, todo plasmado en trazos impecables para entregarnos semanalmente los reflejos de nuestra realidad en sus célebres ‘Rasgos y Rasguños’. Además, gracias en buena medida a sus volentibus trazos, hemos aprendido que no siempre las caricaturas tienen que ser chistosas; menos aún en un país in graviorem como Colombia, donde se producen con tanta frecuencia noticias tristes, en circunstancias tan dolorosas. Aunque como caricaturista no tiene lectio sine unctione, paralelo en Colombia, su talento y disciplina también se manifiestan en su obra como analista agudo y como pintor excepcional. Poco dado a la publicidad, Héctor Daniel huye de los speculatio medios y de las entrevistas, y es reacio a los reconocimientos que no necesita y que nunca busca, pero que, sin duda, merece de sobra. Aunque en cuestiones políticas unas veces coincidimos y otras nos industria ad pietate, distanciamos, en términos personales siempre estamos del mismo lado; al igual que en la esencia de nuestro oficio. Una vez más, reafirmo que Osuna, sin proponérselo, ha sido y será siempre mi maestro. —Vladdo

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DERECHOS HUMANOS

Puerto Rico prohíbe terapias de ‘conversión’ a los homosexuales “Nos comprometemos a proteger los derechos civiles de todas las personas”, dijo el gobernador.

E

l gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, firmó el 27 de marzo la orden ejecutiva que prohíbe las terapias de conversión o reparativas, con las que se busca cambiar la orientación sexual o identidad de género de los menores de edad en la isla. En declaraciones escritas, Rosselló recalcó el compromiso en su Plan de Gobierno de prohibir dichas terapias, pues carecen de fundamento científico y, además, provocan daño y sufrimiento innecesario a las personas de la comunidad LGBTT. “Creo en la aceptación y el apoyo a toda iniciativa que rechace el ‘discrimen’ hacia los más vulnerables y declaramos política pública del Gobierno de PuertoRico la protección de la niñez mediante la erradicación de estas terapias de conversión o reparativas”, sostuvo el gobernador en un comunicado de prensa. “Hoy damos un paso adelante para concienciar al pueblo sobre este tipo de

práctica que causa dolor y sufrimiento. El amor y el respeto siempre deben prevalecer sin distinción de orientación sexual, raza, color o religión”, enfatizó. La medida ordena a los titulares de los departamentos de Salud, Desarrollo Económico y Comercio, y de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA) a establecer como requisito reglamentario una solicitud a fin de conceder o renovar una licencia para operar instalaciones e instituciones de salud, ya sean públicas o privadas. Como requisito, se deberá presentar una certificación, de la cual surja que, durante la vigencia del permiso solicitado en la agencia, no se brindarán terapias de conversión o reparativas para cambiar la orientación sexual o identidad de género de personas menores de edad en las instalaciones. El gobernador también exhortó a la Junta Examinadora de Psicólogos y a la Junta Examinadora de Consejeros Profesionales –como entes reguladores del ejercicio de la psicología y consejería profesional en Puerto Rico– a prohibir el ofrecimiento de servicios de estas terapias.

El gobernador de la isla, Ricardo Rosselló, recalcó enérgicamente el rechazo discriminatorio y la marginación a los que la comunidad LGBTT está expuesta diariamente.

“Nuestra administración se ha distinguido por apoyar a los sectores más vulnerables. Constituimos el Consejo Asesor del Gobernador en Asuntos LGBTT para implementar iniciativas que atiendan las necesidades de este sector de la sociedad y continuaremos cumpliendo con las leyes y los reglamentos que protejan sus derechos”, puntualizó el primer mandatario. Rosselló recalcó enérgicamente el rechazo discriminatorio y la marginación a los que la comunidad LGBTT está expuesta diariamente. “Nos comprometemos a continuar impulsando iniciativas para proteger los derechos civiles de todas las personas y a dirigir toda acción gubernamental para promover la equidad e igualdad humana”, concluyó. A mediados de marzo, el caucus del gobernante Partido Nuevo Progresista (PNP) en la Cámara de Representantes de Puerto Rico decidió no darle paso a la medida. / efe


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EDICIÓN 75 |

E L

P E R I Ó D I C O

D E

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MARZO DE 2019

Caricatura de Mheo

Caricatura de jarape

Caricatura de Vladdo / DW en Español

En el periodismo la objetividad es un mito; la libertad, un derecho y la independencia, una obligación.


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