Revista Número 1 Vuelo de Cuervos

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Revista de terror, fantasía y ciencia ficción

VUELO DE CUERVOS

31/OCTUBRE DE 2014 Número 1

* ESPECIAL HALLOWEEN * ENTREVISTAS * ILUSTRACIÓN * SECCIONES FIJAS - MISTERIO - RELATOS - CURIOSIDADES - PULP - RESEÑAS...


VUELO DE CUERVOS

Revista Digital Gratuita. Coordinada por: Lorena Raven. Dirección: Lorena Raven, Raven Pink y Soraya Murillo Hernández Subdirección: Aitor Heras, David Carrasco Ilustraciones de Begoña Fumero ArtWorks, Cecilia Gf, Lorena Raven. Maquetación: Lorena Raven. La dirección no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores. Los contenidos redactados en esta revista serán responsabilidad única y exclusiva de la persona que los firma. Asímismo Vuelo de Cuervos no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios ajenos a esta revista.

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PRESENTACIÓN J.J. LUCAS El miedo es, con toda seguridad, la sensación más poderosa del mundo. Por miedo se han creado fronteras tras las que los países se esconden, por miedo se han levantado anchos muros y altas verjas, se han armado y creado ejércitos para protegernos del miedo o para infundirlo en el contrario e incluso una próspera industria de falsa seguridad ha crecido al amparo del miedo. El miedo es una sensación primaria, casi incontrolable para cualquiera, es una sombra alargada, es un extraño ruido en el desván, un crujido en medio del silencio, un rayo en una noche de tormenta... El miedo es tan temido que nos atenaza, nos inmoviliza, y nos convierte en sus sirvientes, en lacayos de la larga capa negra bajo la que debe ocultar su identidad el miedo. En el incansable afán del hombre por poner rostro a sus temores, diversos animales han sido asociados al miedo a lo largo de la historia: La serpiente y su enigmático y temible lenguaje corporal al contonearse, el macho cabrío y la reencarnación del mal, y fundamentalmente el cuervo, con su bello plumaje negro y sus ojos oscuros carentes de toda expresión, animal magnífico que da nombre a esta publicación. Todos ellos, iconos en la cultura popular tan nuestra, han encarnado nuestros más inconfesables temores, han emergido en nuestras pesadillas y han marcado nuestra afición por sentir más temor y de mejor calidad. Pero el miedo es también realmente adictivo, y alguien debió darse cuenta hace muchos tiempo, cuando la narración de relatos de acontecimientos siniestros al lado de un buen fuego se convirtió en el pasatiempo favorito de algunos valientes que se atrevieron a recibir una dosis de miedo extra y voluntaria en sus vidas, cuando los pioneros comenzaron a aterrar a las gentes con sus historias tenebrosas, con sus disfraces malignos —aquellas vestiduras sí sabían transmitir terror—… y entonces el miedo comenzó a celebrarse, quizá como medio para ahuyentarlo mediante el sumiso homenaje, o quizá como medio de canalización del mismo para poder mirar al miedo a su horrible e inquietante rostro. Halloween nació de la tradición ancestral, de los albores de la cultura celta, y conforma un legado gestado en la oscuridad de una inquietud (es decir, un miedo), que atenazaba desde a humildes labriegos hasta a todopoderosos monarcas. El miedo, al igual que la muerte, nos iguala a todos, y sus efectos son exactos en distintos sujetos de toda clase, condición o cultura. Y he aquí que de nuevo un grupo de valientes se desafía al miedo y da a luz esta publicación que rinde tributo al terror y al miedo mediante la palabra escrita, y lo hace bajo el auspicio de Halloween, esa fiesta que, pese a llegar de forma rompedora de otra geografía y costumbre, la gente —qué grande es la gente— ha hecho suya en nuestra sociedad. Y lo hemos hecho porque nos gusta el miedo, nos gustan sus efectos, somos adictos al escalofrío, al grito afilado y repentino, a la palpitación en el pecho. Nos da y nos quita la vida, y Halloween trata en realidad sobre eso, sobre celebrar nuestro gusto por lo que otros consideran que es extremadamente desagradable. No podía ser mejor el momento elegido para el nacimiento de esta revista que una fecha bajo la influencia de una noche oscura y lúgubre como Halloween, con toda suerte de pequeños (y no tan pequeños) monstruos invadiendo las calles, con lo siniestro convertido en común, con la risa encendida de una hija de Salem recorriendo la oscuridad y rindiendo culto a quienes ya nos dejaron. En definitiva, esta revista nace para asustar, inquietar, aterrar y provocar el sufrimiento que tanto nos gusta a los lectores de este nuestro género de terror.

Pasen y lean… si se atreven. J .J. Lucas.

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REVISTA NÚMERO 1:

ESPECIAL HALLOWEEN *ESPECIAL HALLOWEEN / PÁGINAS 8-37

SECCIONES FIJAS *DISECCIONANDO ASESINOS EN SERIE / AITOR HERAS (PÁGINAS 38-41) *EN LA PIEL DEL ASESINO / S.C. BURKE (PÁGINAS 42-44) *EL GORE MÁS GORE / DAVID CARRASCO Y RAVEN PINK (PÁGINAS 46-48) *ENTREVISTA “KORVEC” / POR DORIAN RIPER (PÁGINAS 50-53) *DARK LOVE / JAVIER VIVANCOS Y JUANMA NOVA GARCÍA (PÁGINAS 54-57) *UNA DE POLIS / ALEJANDRO MORALES (PÁGINAS 58-60) *NOVELA GRÁFICA / DAVID CARRASCO (PÁGINAS 62-63) *9 ÓRBITAS CONCÉNTRICAS Y ELÉCTRICAS / LAURA CLEMENTE (PÁGINA 65) *CORVUX CÓRAX / MARC SABATÉ Y SANTIAGO RUIZ MESA (PÁGINAS 66-69) *RED ROOM (SERIES) / LAURA CLEMENTE (PÁGINAS 70-72) *MITOS, LEYENDAS Y CURIOSIDADES / DAVID CARRASCO, SORAYA MURILLO Y RAVEN PINK (PÁGINAS 74-78) *ENTREVISTA SIRKKA PORTS / POR DORIAN RIPER (PÁGINAS 79-85) *GRAZNIDOS EN LA HISTORIA / ANA ARRANZ SIHAYA (PÁGINAS 86-87) *VISITANTE ESCONDIDO / DAVID CARRASCO Y SORAYA MURILLO (PÁGINAS 89-91) *ILUSTRACIÓN / CECILIA GF (PÁGINAS 92-95) *DESDE EL ASYLUM / LORENA RAVEN (PÁGINAS 96-98) *ILUSTRACIÓN / BEGOÑA FUMERO ARTWORKS (PÁGINAS 99-101) *EL NIDO DEL PULP / ANA MORÁN INFIESTA (PÁGINAS 103-105) *EL COLECCIONISTA DE SENSACIONES / JACK WINCHESTER (PÁGINAS 106-107) *ARTE MACABRO / ROSA GALDO MILLÁN (PÁGINAS 108-109) *LUGARES ABANDONADOS Y MALDITOS / FRANCISCO COSTALES (PÁGINAS 110-112) *ESPERIENCIAS MÁS ALLÁ DEL NIDO / JÓSE MANUEL DURÁN MARTÍNEZ (PÁGINAS 113-115) * RELATOS VARIOS / JESUS CORONADO, LAURA LOPEZ ALFRANCA, SERGIO MORENO Y VIRGINIA S.V.(PÁGINAS 116-123)

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PANDEMONIUM EN ZUGARRAMURDI LORENA RAVEN

Zugarramurdi, 7 de Noviembre de 1610 Entre la arboleda que da paso al arroyo del Orabidea, una mujer con la falda remangada corre temerosa arañándose el ropaje y enganchándose no muy acertadamente con las ramas perpetuas que fantasean con sus sombras en la penumbra de la noche. Un panfleto arrugado cae con poco acierto ante los ojos del inquisidor que la persigue sin tregua para llevarla frente al tribunal inquisidor de Logroño. Nunca una localidad vivirá unos días tan negros y oscuros como los que sucedieron entre el 7 y 8 de noviembre de 1610. La bella mujer, deshonrada por las habladurías, por el rechazo de su marido y familia, huye como alma perdida entre el cielo y el infierno; no pudiendo evitar caer de bruces al pisarse parte de su falda. En frente de ella, la cueva de los ritos paganos, la que da cabida a todas sus hermanas, aquella donde nació. Busca sin acierto a la madre de todas ellas, pero Graciana de Yriart está siendo ajusticiada por bruja mientras la pira de fuego no tarden empezar a consumir sus ropajes, quemando su carne y calcinando hasta sus huesos. La joven María de Junteguia, aterrorizada, se escondía en un mal trecho hueco cerca del altar, al tiempo que el inquisidor Fernando de Rontegui se asombraba por lo que sus ojos almendrados captaban; una cueva de amplia entrada, con rocas más antiguas que la propia existencia. Pinturas paganas, hierbajos de diferentes tamaños e incluso fogones ardientes de leña seca. El polvo del camino se había pegado en sus botas, que ahora afianzaban duros pasos adentrándose en la oscuridad del lugar en el que luces anaranjadas se movían con el crepitar de las hogueras casi apagadas. Sin nada que encontrar, dio media vuelta exaltado, lanzando improperios por el poco acierto en la búsqueda; ordenando más tarde la destrucción y enterramiento de la cueva que sería restaurada décadas más tarde. Y en lo profundo de ella, una bruja, la última de Zugarramurdi, dormiría hasta ser despertada. La nota que se la cayó a María, era lanzada con suma rabia por Rontegui dentro de una de las débiles llamas de unas casi inexistentes brasas. En ella rezaba la receta del Pandemonium: <<Trae vivo a tu propio espécimen para exprimir. ¡Porque no hay PANDEMONIUM más eficaz que el que muere de amor por ti!>> Zugarramurdi 30 de Octubre de 2014 Ainhoa retiraba como cada año las telarañas de la vieja casa de sus padres, en la que pasaba unos días en Octubre para la celebración del 1 de noviembre, el día de todos los santos. 8


Los pocos rayos de sol que entraban por los ventanales no eran más que finos hilos de claridad que dotaban a la estancia una lúgubre visión de lo que ella reconocía como su propia casa. Pero Ainhoa no solo había venido para ir al cementerio a adornar las lapidas de sus familiares con sendas rosas y claveles. La misión de Ainhoa era otra bien diferente. Soltera, como así debía ser, llegó el momento de llevar la noche de las brujas que acontece desde el 31 de octubre por la noche hasta bien entrada la madrugada del día 1 de noviembre a su destino, el que tenía forjado a fuego en su sangre, como bien se lo explicó su madre: <<En el año 1610, tu antepasado Graciana de Yriart fue quemada por actos que conferían a este pueblo junto a todas sus mujeres, un espacio de comunicación con la naturaleza y casamiento con fuerzas que impedían sufrimiento para ellas. Una devoción que iba más allá de lo cuestionable, pero por lo que ella y otras muchas fueron juzgadas. Algunas decayeron testificando en contra de otras, pero hubo una, hija mía que nunca apareció, una que trajo desde el pueblo de Salem un nuevo rito llamado ªPandemonium” que nos haría libres a todas nosotras de las ataduras que seguimos teniendo como mujeres. A su debido tiempo, el rito al que debes prepararte tendrá que tomar forma una vez yo haya fallecido, manteniéndote soltera para que surja efecto en la cueva donde yo te concebí ante los ojos de nuestro señor.>> 31 de Octubre de 2014 cueva de Zugarramurdi <<En esta noche fría en donde convierto el hielo en fuego y la tierra se vuelve barro, yo te imploro, oh señor, que liberes las almas ajusticiadas de mis hermanas. En este día de la era nueva, llamo ante mi presencia a la hermana María de Junteguia, para destruir, juzgar, hacer perecer y dominar lo que por derecho nos arrebataron.>> Las palabras sonaban poderosas durante el baile, Ainhoa, desnuda, con sus pechos danzando marcados entre sinuosas formas, saltaba y cantaba bañada en sangre. La san- gre de un hombre que había perecido por los encantos de esta bruja escondida entre los mortales como antes lo hicieron todas sus hermanas y la madre de todas ellas. Convencerle fue fácil, cualquiera en su sano juicio no hubiese desaprovechado un momento de lujuría. El pandemónium había sido llevado a cabo, De un agujero al otro lado de la pared de la cueva, justo cerca del altar, una presencia oscura, encendida en profuso odio se levantó tomando la forma de una mujer joven y huesuda por la que los siglos no habían pasado. Tanto tiempo escondida, guardando los secretos de los rituales más antiguos que ayu- darían a las fuerzas que desatarían ambas dos. Sabia de todas las características y secre- tos que una bruja debe mantener a salvo. Pronto serían más, muchas más. Esa noche, ambas retozaron entre las llamas ondulantes de la gran hoguera creciente a la que se sumaban los espíritus de las brujas asesinadas hacia más de cuatro siglos. El ánima de una de ellas, gritaba y reía, bebía y danzaba, era Graciana de Yriart orgullosa de su legado, de la nueva era que acontecía después de esta noche. 9


LA MALDICIÓN

JUANMA NOVA GARCÍA Pequeñas llamas de fuegos secretos se encienden en los confines del firmamento, allá donde las estrellas dibujan en indescifrables alfabetos los designios de los actos de los hombres. Con la luna nueva el flujo de la marea enfurece a las olas que se agitan y comienzan a romper contra acantilados de recuerdos, perfilando máscaras sombrías y rostros extraños. El día languidece. La tarde expira y trenza arco iris con la lluvia que cae y el sol que la ilumina. Cae la noche como el telón de un teatro prohibido, un telón de orquídeas perversas en un paraíso donde los disfraces son gurús y vigías de los ritos funerarios cuando el alma peregrina se va. Una enrarecida lluvia de pesares y tristezas se queja de su sed y de su hambre; hambre de montañas perdidas y sed de desiertos compungidos. El mundo hace tiempo que ha olvidado y se halla sordo, ciego e insensible al ocaso del sol y al despertar de la luna. Tan sólo queda soledad. Y silencio. Un silencio apenas roto a ratos por el aullido de un lobo o una lechuza ululando al astro de azul y plata. Es el cauteloso momento que ella ha escogido para su particular e imprevista puesta en escena. Ha esperado con cautela la visita de Morfeo a todos los vecinos del pueblo y desde la montaña más alta, baja ladera abajo con su báculo nacido de la escarcha de la luna y del fuego de las lágrimas del sol. De repente, las campanas de la iglesia comienzan a tañer y se rompe el embrujo del silencio. No se oyen, pero se sienten unos pasos. Alguien se acerca. Alguien que jamás ha sido aceptado por aquel pueblo. No es una noche cualquiera. Es la conmemoración del Samhain, la noche de brujas, y ella desciende sin temor con sus largos cabellos encanecidos por la edad y que se derraman como hilos de meteoro sobre su rostro moreno y arrugado por el azote de la lluvia y el beso del viento. Se dirige al camposanto y allí, entre lápidas y muertos conocidos, se arrodilla. De su voz vieja y quebrada surge una especie de letanía, una oración en la que profetiza y maldice a todos sus antiguos vecinos que aún siguen vivos y pide y ruega porque la soledad que la acompaña desde que la desterraron de allí sea compartida por ellos en todos los años que les resten de vida. Los difuntos allí encadenados a la muerte la escuchan, y en silenciosa procesión se levantan de sus fosas para acercarse a ella. “Ven”, le susurran. “Ven con nosotros”... Ella enfurecida por la ira, escupiendo rabia les planta cara: “¡¡Malditos seáis pobres engendros!! ¡¡Sois igual que los pecadores de este maldito pueblo!!... Pero, ¿cómo no ibais a serlo si vosotros mismos fuisteis sus antiguos vecinos y habitantes?¡¡ Los mismos que me lacerasteis la espalda a latigazos!!... ¡¡Dejadme en paz!!”, les grita. Intenta escapar, huir del cementerio. Pero en un breve relámpago de tiempo se ve rodeada por cientos de cadáveres putrefactos y en estado de descomposición. Se acercan a ella, la acarician, la agarran... la empujan al suelo. Le susurran palabras prohibidas y olvidadas. Rasgan sus vestidos con deleite hasta dejarla completamente desnuda, desamparada ante el frío invernal. La violan. Se deleitan con el sabor de su sangre. La quieren enterrar viva. Ella se debate, forcejea y lucha, pero no puede hacer nada; su afán de supervivencia se torna impotente ante la fuerza sobrenatural de aquellos muertos desharrapados. A lo lejos, los vecinos del pueblo escuchan ecos lastimeros, huesos que se quiebran, aullidos guturales. Nadie se atreve a asomarse a la ventana, a abrir la puerta. Entre gritos y sollozos, la noche se va consumiendo en sus cenizas. 10


NOCHE DE MUERTOS, HORA DE MONSTRUOS JOSE MANUEL DURAN RAIN

Una vez más, la noche del 31 de Octubre, las calles de la pequeña población se llenan de monstruos. Seres grotescos y deformes deambulan de un lado a otros con extraños ropajes de aspecto diabólico y fantasmal. Los rostros de esos monstruos están cubiertos de máscaras horribles, la mayoría de ellos interpretan el rol de demonios perversos, criaturas desagradables, esperpentos del infierno. Bajo esas máscaras, una enorme cantidad de niños caminan alegres recorriendo las casas de los alrededores, llamando a sus puertas y sorprendiendo a las personas que las abren, con bolsas de golosinas en las manos. Las luces de las casas están completamente encendidas. Muchas de sus ventanas abiertas y asomadas a ellas gran cantidad de adultos que observan emocionados, como de nuevo una vez al año, los jóvenes de la población disfrutan de una noche mágica y especial Así es el 31 de Octubre. Los jóvenes se disfrazan para divertirse en la hora de los monstruos. Ataviados con ropajes oscuros e inquietantes, con los rostros pintados semejando criaturas infernales, vagan entre las calles y se acercan a las puertas. “¿Truco o trato?” dicen entre risas. Junto a todos esos jóvenes que se expresan con alegría visitando las casas de sus amigos y vecinos, un grupo de siete figuras camina por el centro de la carretera. Visten de negro. Tienen el rostro pálido como la tiza y avanzan con una escalofriante y pasmosa lentitud. Sus ojos, cubiertos de un brillo negro, resultan estremecedores. Son vampiros, pero pasan desapercibidos esta noche, donde la gente se disfraza de monstruos. Estos seres están hambrientos, ávidos de sangre pero se encuentran felices. De nuevo, una vez al año, pueden salir de sus oscuros escondites para caminar por las calles con absoluta tranquilidad sin que nadie se fije en ellos con desprecio, sin provocar terror o miedo. Hoy, de nuevo, se sienten normales. Estas siete criaturas observan fascinadas la gente que recorre las calles a su alrededor. Podrían abalanzarse sobre ellos con total impunidad. Caer sobre sus cuerpos. Romperles los huesos. Chuparles la sangre. Sonríen. Saben que podrán alimentarse sin demasiada dificultad, solamente hay que tener paciencia. Y la tienen. Todos ellos, porque hoy son extremadamente felices. Delgados como palillos, de rostros sombríos, sus ojos brillan de la emoción de sentirse tan cerca de los vivos. Hoy, sin que nadie se percate de ello, podrán disfrutar de un excelente festín. Cuando se acerque el momento, precisamente cuando la noche llegue a su fin, caerán sin compasión sobre los niños. Morderán sus cuellos, les extraerán la sangre y sus almas. Ahora, sin embargo, tienen la oportunidad de disfrutar de la libertad que les confiere la noche de los muertos. Nadie se fija en ellos salvo para alabar sus disfraces. Ellos, que son seres abyectos, ansiosos de sangre y carne humana, que han sido perseguidos por los cazadores en el transcurso de la historia, odiados y maldecidos por la Iglesia, despreciados por el mismísimo Diablo, hoy, son absolutamente libres. No tienen que esconderse. Pueden caminar sin temor. Se mezclan entre los humanos y nadie huye de su presencia. Esta noche están completamente dichosos y esa sensación, la misma que sienten cada 31 de Octubre, llena su existencia como nada en este mundo ha llenado jamás. 11


No pidieron ser así. Simplemente nacieron de esta forma. Ellos no se sienten monstruos sino especimenes de otra raza, una raza que ha dominado las sombras desde los albores de los tiempos. Deambulan fascinados contemplando el alegre caminar de los niños; escuchan sus risas, observan sus hermosos disfraces. Y sienten envidia por ellos porque mañana, al despertar, volverán a ser normales. En cambio ellos seguirán siendo monstruos. Es su naturaleza, su sino. Y nadie puede cambarlo, ni Satán ni el propio Dios. Ambos los crearon. Ambos los abandonaron. Ahora es el momento de que el mal que anida en sus muertos corazones escupa la maldad que llevan dentro de sus tortuosas almas.Han escapado de sus lugares húmedos y oscuros para mezclarse entre los humanos y pronto, justo antes del amanecer, atacarán. Matarán. Desgarrarán. Beberán para alimentarse. Muchos pequeños caerán porque hoy es la noche de los muertos y los muertos vendrán pronto, alzándose de sus tumbas. Caminarán con sus cuerpos podridos acompañados de un nauseabundo hedor y nadie, ninguno de los que ahora son felices cogiendo golosinas y disfrutando de la fiesta, volverá a sonreír jamás. Y junto a los muertos cabalgará una horda de auténticos demonios, escupiendo brasas y aplastando a humanos asustados. Y sobre ellos, como fieles soldados, un ejército de brujas volará en sus escobas acompañadas de estridentes gritos, semejantes al graznido de los cuervos. Así será pronto, cuando la noche se apague y las primeras luces de la mañana se prendan en el horizonte. El momento del oscuro final ha llegado. Hoy es la noche de los muertos. Es la hora de los monstruos.

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LO QUE ESTÁ POR VENIR DAVID CARRASCO

El centro comercial rezumaba gente por todos sitios, llenando cada esquina con risas, gritos y carreras de niños persiguiéndose, siempre bajo la atenta mirada de los padres, los cuales cambiaban el rictus de su cara cuando perdían de vista a sus hijos, resoplando con alivio al volver a verlos, lo que no quitaba para que les premiasen con un coscorrón o una altiva advertencia. Era Halloween y, al igual que en cada hogar y por toda la calle, miles de adornos con motivos tenebrosos recubrían cada columna y viga del centro comercial, así como las decenas de tiendas y restaurantes del interior. Los pasillos y escaleras mecánicas hervían con multitud de personas disfrazadas de los personajes más variados y monstruosos del mundo del cine y de la literatura, observándose, también, disfraces que poco tenían que ver con la fecha en cuestión. Daba igual, todo era válido para ese día esconder la vergüenza en casa y pasárselo bien junto a amigos y familiares. Un enorme escenario se había instalado en la planta superior para una futura actuación, al parecer, infantil, debido a la enorme cantidad de niños pequeños que se encontraban sentados enfrente, siempre escoltados por unos pacientes e ilusionados progenitores. Entre tanta algarabía, una figura se abría paso entre la madeja de brazos y piernas que abarrotaban cada centímetro cuadrado. Sudaba copiosamente, mientras miraba, con actitud nerviosa, a todos lados, apretando con fuerza la mochila negra que llevaba asida delante, protegiendo el contenido de la misma ante posibles golpes accidentales. Tenía el flequillo del cabello pegado a la frente por el sudor, notando un cosquilleo en el estómago que le subía por todo el cuerpo al pensar en lo que estaba a punto de acometer. Se paró un momento a coger resuello y calmar sus nervios para no llamar la atención. Nada ni nadie podría interferir en lo que estaba por venir. Oteó alrededor, vislumbrando, por todos sitios, madres y padres orgullosos y exultantes por ver a sus hijos disfrutar y reír, parejas de enamorados que no se quitaban ojo ni escatimaban en carantoñas, amigos que bromeaban y coqueteaban con diversos grupos de chicas. La atmósfera era halagüeña, flotando un ambiente cálido y de fraternidad. Una pequeña grieta se abrió en el interior de su cuerpo, dudando de su tarea y deseando, por un instante, alejarse de allí. Fue solo un minuto de debilidad, volviendo a ponerse en marcha y adentrándose más en el bullicio. Abdelali tenía clara su misión y no iba a echarse atrás. Lo juraba por Alá. —¿Te ha gustado la película? —preguntó Rut, pasando una mano por la nuca de su chico y revolviéndole el cabello con ternura. —Bueno, me esperaba otra cosa, pero ha estado entretenida—contestó David, a la vez que rodeaba la cintura de su novia con el brazo. —¿Dónde te apetece que cenemos? Iban los dos caracterizados de zombis, exhibiendo en la cara falsas costras y cicatrices, así como manchas de sangre alrededor y dentro de la boca, signo de un opíparo festín de carne humana. Hacía más de un año que salían juntos y, desde el primer momento, habían demostrado ser afines en muchos gustos personales, siendo uno de ellos la pasión por el género zombi, por lo que no habían dudado en ir disfrazados de cadáveres andantes al centro comercial, percatándose de que no eran los únicos en haber elegido ese aspecto, observándose una gran horda de muertos vivientes por diversos lados. 13


—Tengo antojo de hamburguesa, de un suculento trozo de carne—dijo Rut, levantando los brazos y arrastrando los pies, simulando el paso errático de un caminante. –—Oído cocina, marchando un McDonald´s. Comida sana y de primera calidad—ironizó David, mientras se dirigía al establecimiento, evitando chocar con un grupo de jóvenes disfrazados de vampiros. —Bueno, ¿y cuándo vas a darme lo de ahí dentro? — Rut señaló la bolsa que David llevaba en la mano, la cual no le había dejado ver desde que habían quedado. Ni siquiera en el cine, antes de que empezase la proyección, había conseguido convencerle para que le mostrase su contenido e, incluso, que se le escapase alguna pista. Todos los ruegos y pucheros cayeron en saco roto. – Se que es para mí, y me estas obligando a robártelo y darme a la fuga. —Ten paciencia–dijo David, sonriendo por la ocurrencia. —Además, me da miedo que no te guste. Es una tontería, y me da rabia no poder gastarme más dinero en ti, pero hasta que no encuentre trabajo no puedo derrochar mucho. Antes de que Rut contestase, una figura achaparrada y con prisas la empujó con el codo, haciendo que trastabillase y se apoyase en David para no caer —¡Cuidado, imbécil! —exclamó David, viendo como el autor se alejaba con paso acelerado y mirando por encima del hombro hacía ellos. — No pidas ni perdón, gilipollas. —Déjalo, anda. — Rut agarró la mano de su novio con delicadeza, para calmarle y evitar que hiciese alguna tontería. — Y aliméntame o te comeré un brazo entero. —Perdón—susurró Abdelali, mirando de reojo a la chica-zombi que había golpeado. Rogó por dentro para que el novio no quisiese bronca. No por miedo, ya que, desde su tierna infancia había protagonizado varias peleas, saliendo airoso en la mayoría de ellas, sino porque no le convenía perder tiempo y llamar la atención, arriesgándose a que algún vigilante de seguridad le diese por centrarse en él. El centro comercial se llenaba de más gente con cada minuto que pasaba, traduciéndose en largas colas para pedir hora para cenar, en compras compulsivas y en grupos de personas interactuando, ya sean conocidos o desconocidos de antemano. El servicio de megafonía anunciaba rebajas en diversas tiendas, así como el inicio de actividades que tenían lugar en diversos lugares del recinto, haciendo que niños de todas las edades arrastrasen a sus padres hacía los lugares de ocio, con una sempiterna mueca de euforia en la cara. Abdelali se obligó a pensar en otra cosa y olvidarse de la cháchara feliz y despreocupada de la gente, la cual se le introducía y aguijoneaba por dentro, haciéndole sudar y dudar de todo lo que iba a tener lugar. Sacó su móvil del bolsillo para consultar la hora, un Smartphone de color blanco con la pantalla agrietada. <<Ya queda poco…y todo acabará rápido>>pensó Abdelali, mientras apretaba el paso y agarraba con más fuerza la mochila. Héctor se aburría y, más que otra cosa, se moría de envidia al observar a tanto joven disfrazado liándola y pasándoselo bien por todos sitios, sabiendo que, cuando saliesen del centro comercial, se irían de fiesta a cualquier local lleno de mujeres y alcohol. Y ahí estaba él, vigilante de seguridad, en un turno de doce horas en el que tendría que haber sido su día libre. Su jefe le había llamado esa misma mañana para decirle que si podría ir a trabajar, para cubrir la espontanea baja de un compañero. Era una orden camuflada de petición, ya que si se negaba se arriesgaba a no poder solicitar futuros favores. Y, además, necesitaba el dinero. Por lo que ahí estaba, paseándose con su uniforme marrón por la miríada de pasillos, echando constantes vistazos al reloj y hundiéndose más en el hastío al comprobar que no pasaba el tiempo. 14


Unas voces a su izquierda le sacaron del ensimismamiento, viendo a una pareja de zombis (que friki que es la puta gente, pensó Héctor para sus adentros) mirando a una persona que se alejaba de ellos a paso acelerado, mientras el chico le increpaba a gritos. Siguió con la mirada al huidizo objeto de insultos, viendo como éste se trataba de un joven marroquí que agarraba con fuerza una mochila negra, lanzando miradas nerviosas a todos lados. Cogió el walkie talkie mientras se dirigía tras el chico. —Lo, mueve la cámara al sector 3–dijó Héctor. — Joven marroquí, vestido con vaqueros y camiseta oscura. Lleva una mochila negra agarrada con fuerza, y se le ve muy nervioso. No le pierdas, puede que haya robado algo en alguna tienda. —Recibido, lo tengo–contestó una voz, al otro lado del aparato. <<Por favor, que sea un ladrón y no otra cosa>>pensó Héctor, recordando todas las circulares y protocolos ante un posible atentado terrorista. Apartaba a la gente con delicadeza, intentando no perder de vista al sujeto. En un momento dado, vio como sacaba un teléfono móvil del bolsillo, lo que hizo que Héctor aumentase su nivel de paranoia. Apretó el paso un poco más hasta tenerle próximo a él. Observó como varios de sus compañeros se acercaban por varios lados, dispuestos a darle apoyo. —¡Eh, tú! —gritó Héctor, viendo como el chico le miraba de reojo, sin pararse.– ¡Espérate ahí! Abdelali no sabía si se dirigía a él, pero no pensaba darse la vuelta para comprobarlo y perder tiempo. En una de las veces que miró por encima del hombro a ver si el vigilante seguía detrás de él, tropezó y cayó al suelo, saliendo la mochila propulsada hacía delante. Observó como dos agentes de seguridad corrían y la cogían. —Mi mochila—gimió Abdelali, intentando levantarse.

—Tranquilo, cálmate—dijo Héctor, mientras le ayudaba a erguirse. —¿Por qué tanta prisa? —¡Suéltame! —gritó, haciendo aspavientos con los brazos para intentar zafarse. — ¡Y dadme mis cosas! En ese momento se echaron encima de él y le redujeron, apretando su cara contra el frío suelo de mármol, mientras uno de los vigilantes abría la mochila para mirar en su interior. —Os arrepentiréis, cabrones. — Abdelali intentó llegar a su móvil, pero le tenían bien agarrado los brazos, por lo que no podía moverse. —Estoy llenísima—dijo Rut, arrojando un trozo de hamburguesa a la carcasa blanca en donde venía. –—Si como más reviento. —No tenías que haberte pedido tanto, comes más con los ojos que con la boca—contestó David, arrojando una patata pequeña a su novia. —¿Sí?...lo mismo me aplico esa frase cuando estemos a solas—rió Rut, mientras torcía el gesto de manera sensual. —Serás... David no terminó la frase, interrumpido por el alboroto del exterior, viendo a varias personas paradas y mirando a un mismo sitio. —¿Qué es lo qué pasa—preguntó David para sí mismo, levantándose y dirigiéndose afuera, seguido de su novia. Ambos vieron como los vigilantes de seguridad tenían retenida a una persona contra el suelo, mientras éste gritaba y se zarandeaba como un pez fuera del agua. Un poco más alejado, otro vigilante miraba en el interior de una mochila, posiblemente del sujeto reducido. Rut tenía agarrada la mano de su chico, irguiéndose de puntillas para ver por encima de las cabezas que iban tapándole la escena. En ese momento empezó a sonar el móvil de su novio, con la sintonía de la serie de “Dexter”. Éste se quedó mirando la pantalla del teléfono. 15


—¿Quién es?.-preguntó Rut, viendo como David la miraba sin decirle nada.– Bueno, ¿me vas a decir quién es? —Es el destino—contestó David, a la vez que presionaba la tecla de contestar y miraba hacía la mesa donde habían estado sentados. Rut siguió su mirada, algo extrañada por la contestación, viendo la bolsa, que su novia había portado durante toda la tarde, en una silla. Un extraño zumbido empezó a oírse del interior de la misma, el cuál fue en aumento hasta cesar. Como a cámara lenta, Rut miró a su novio, viéndole con los ojos cerrados y un atisbo de sonrisa. Y entonces, una fuerte explosión tuvo lugar, siendo consumidos ambos, junto a toda la gente del restaurante, por la onda expansiva, tan rápido que ni un grito salió de los labios de Rut. La detonación se propagó hacía fuera, extendiendo sus tentáculos flamígeros por todos sitios. Decenas de escaparates se fracturaron en miles de pedazos cristalinos, barriendo sin piedad a clientes y dependientes, al igual que decenas de personas que se encontraban cenando en los distintos restaurantes. No tuvieron tiempo de ver lo que se les avecinaba, sólo pudieron sentir el impacto de la muerte, mientras sus miembros eran amputados y carbonizados. Mucha gente sufrió el bombazo mientras caminaban, siendo arrojados contra la cristalera que delimitaba los pasillos, precipitándose al vacío, chocando sus cráneos contra el suelo, acompañados de cascotes que caían sin piedad encima de los cuerpos de la muchedumbre de abajo. Héctor fue lanzado hacia delante con brusquedad, golpeándose la cabeza contra un banco y partiéndosela como un huevo. Antes de morir, le dio tiempo a ver como el escenario para la actuación infantil se volatilizaba junto a los niños y padres que se encontraban esperando el comienzo de la misma. Fue una debacle y, cuando todo termino, el centro comercial había mutado en un cementerio de cristal y rocas, donde el ambiente se llenaba de lloros y gemidos lastimeros, como si de un concurso de plañideras se tratase. Abdelali estaba sepultado bajo un montón de escombros, escupiendo sangre y jadeando con esfuerzo. Junto a él se hallaba su mochila, en la cual sobresalía el disfraz de fantasma. Era uno de los actores que iba a actuar en la actuación infantil y le hacía mucha ilusión, a pesar de los nervios que llevaba arrastrando todo el día, debido a su miedo escénico. Por fin había encontrando trabajo y le preocupaba llegar tarde, aunque ya todo daba igual, pensó mientras cerraba los ojos y expiraba.

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ROMÁN Y DIANA MARC SABATÉ

Sitúense en escena. No les costará porque seguro que la habrán visto en más de una ocasión, en películas tan clásicas como los personajes que las protagonizan, en historias de terror mal escritas o en radionovelas de atardeceres otoñales. Un descampado, con las mejores vistas posibles en una noche estrellada. Un coche aparcado bajo una imponente luna, dos jóvenes lozanos que dan rienda suelta a su pasión. Y, por supuesto, el Samhain, la fiesta de la cosecha, la víspera de Todos los Santos. Halloween. Los amortiguadores del viejo coche crujían debido a una serie de amorosos balanceos, cuyo ritmo de swing adornaba la noche. Ella adoraba su cabellera oscura que alcanzaba la espalda. Le añadía cierto toque animal que convertía el sexo en algo mucho más salvaje. Así, por unos momentos, se olvidaba del tímido Román, el mismo chico que siempre le pedía permiso para besarla, que le regalaba todo lo que ella pedía y que siempre, siempre, tenía una palabra dulce. Al menos esa noche podría sentirse una mujer de verdad. Sus manos inexpertas no sabían por dónde navegar. Se sentía como un náufrago a la deriva, sujeto a un mástil partido y arrastrado por las corrientes de la pasión. Su querida Diana sabía manejarlo con la sabiduría que regalaban los años a cambio de arrugas y cansancio. De lo primero no existía prueba alguna, y de lo segundo no se apreciaban síntomas. Adoraba sus ojos extraños, miradas de diferentes colores. Su iris derecho brillaba con tonos verdosos, mientras que su homónimo izquierdo se acercaba hacia coloraciones azuladas. Observarla en silencio significaba perderse en los fondos del océano y naufragar. La mano de Diana había desabrochado los pantalones de Román, y éste respondía como sólo un hombre lobo podía responder. Con ímpetu. Adoraba cuando se metía en su papel, cuando hacía honor a las patillas que surcaban sus facciones, cuando aquella única ceja rodeaba su rostro hasta convertirse en una barba enmarañada. Gozaba con la fuerza bruta de Román, con sus rugidos que ningún disfraz podía disimular. A la luz de la luna llena, en una noche como aquella, volvía a sentirse mujer. Román trataba de estar a la altura de lo que se esperaba de él. Había puesto especial atención en no sobreactuar, aunque ya sospechaba que había visto demasiadas películas de la Hammer. ¿Cómo se comportaban los hombres lobo en estas situaciones? No existía una sola película, ningún libro ni documento que lo explicara, así que sólo podía improvisar. Los gemidos de Diana conseguían empañar los cristales del viejo auto. En el dial de la radio The Easybeats sonaban con su joven y habitual desparpajo. Música del demonio decían los padres. Ella disfrutaba con tanto desprecio por aquello que olía a tradición, un descaro que se sumaba a la creciente excitación de sus carnes. Ocupada en bajarle los pantalones a su lobo, no se dio cuenta que la maneta de la puerta se movía, como si alguien quisiera entrar. Aquello empezaba a superarle. ¿Y si no se le levantaba? ¿Cómo lo podría explicar? ¿Con qué cara volvería a vagar por los caminos? Seguro que, además, esa bruja lo contaría a todo el mundo. Y, rodeado por la tormenta que significaban sus temores, no se dio cuenta de aquella silueta que se dibujaba en la brillante oscuridad de la noche plateada. 17


Ella había decidido terminar lo que ya duraba demasiado. Una vez al año, siempre en una noche como ésta. Demasiado tiempo para cualquiera. ¡Basta de preliminares! ¡No más caricias ni besos! Ni siquiera en las reuniones que solía celebrar con sus hermanas saboreaba platos tan exquisitos. En cuanto volviera a casa sería la envidia de todos. ¡De todos! La silueta rodeaba el vehículo agachada. Un paso en falso, un error de principiante que no había significado nada porque aquellos dos tortolitos estaban demasiado ocupados en sus asuntos. La noche estaba siendo provechosa después de su segundo asesinato. Ellos respondían a la necesidad de un plato final, una coronación memorable para un asesino que al día siguiente atemorizaría a todo el pueblo. Los titulares hablarían del psicópata de Halloween, el monstruo de la noche, un asesino en serie que bien podría ser el maldito vecino de enfrente. Y él estaría sentado frente a la televisión, riéndose a gusto mientras liquidaba las últimas gotas de una cerveza bien fría. Pero para que todo eso sucediera, primero tenía que acabar con aquellos dos críos disfrazados de bruja y hombre lobo. La lengua de Diana lamía los labios de Román mientras se agitaba encima de su entrepierna. Éste no podía apartar la vista de aquella inmensa verruga que, aunque habitual, se le antojaba molesta. La feminidad de Diana estalló en alerta y obligó a posar las manos de Román encima de sus abultados pechos, a lo que éste reaccionó con renovado vigor. Los gemidos pasaron a gritos, y éstos a deseos inalcanzables. El olor a sexo les embriagaba. Le gustaba actuar siempre de la misma forma. Esperaba escondido a que la pareja de enamorados se unieran en el lazo que suponía el coito para intervenir en el justo momento, como si se tratara del suegro o del director de la escuela. Aunque en este caso, con el debido derrame de sangre. Y cuando escuchó que aquello se aceleraba sujetó el cuchillo con fuerza. Presto, rompió el cristal de la ventana. El crujido fue ensordecedor y sus movimientos rápidos como el relámpago debido a su experiencia y varios entrenamientos en propiedades ajenas. Metió la mano dentro del vehículo y quitó el seguro para, sin que los ocupantes supieran lo que estaba sucediendo, abrir la puerta. Todo eso en apenas un par de segundos. En el siguiente parpadeo ya estaba amenazando a la pareja que, aún confundidos, seguían en sus asuntos. Les amenazaba con un enorme cuchillo de carnicero, y sus gritos surgían plagados de insultos e improperios. Sabía, por propia experiencia, que una actitud autoritaria acompañada por una seria amenaza de muerte solía desarmar a sus víctimas. El siguiente paso sería mutilar sus miembros, aunque eso aún no lo podían saber. Román y Diana observaban al intruso con fuego en los ojos. No por el brillo de aquella hoja afilada detendrían el coito. Seguían ambos unidos en el sexo mientras los gritos del hombre sólo hacía que molestarles. ¿Por qué precisamente esta noche les tenía que tocar a ellos? ¿Acaso alguien había decidido torturar sus aburridas vidas? A semejantes infortunios responderían con saña. Los dos amantes cruzaron sus miradas mientras terminaban de procrear. Las palabras no eran necesarias para hacerse entender. Cuando terminaron, aún no del todo satisfechos, volvieron sus ojos hacia el psicópata. Éste seguía gritándoles al sentirse tan descaradamente ignorado. Diana ni siquiera se preocupaba por ocultar sus pechos, mientras que el miembro de Román seguía erecto.

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Lo último que vieron los ojos del psicópata, aquella última imagen que quedó grabada en el subconsciente y en el alma del asesino, fue el terror de dos seres que se prestaban a devorarle. Unos colmillos sangrientos, unas zarpas afiladas, un grito de horror. Y, sin tiempo siquiera de pestañear, el pobre desgraciado terminó tumbado en el suelo sintiendo como aquellas dos criaturas de la noche le devoraban en una orgía de maldad que no se repetiría hasta dentro de un año.

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LOS DESCENDIENTES FERNANDO CODINA

“… aunque ahora no tiene mucho sentido recordar el comienzo, cuando han pasado ya cincuenta días de este extraño fenómeno que nadie se parece explicar del todo bien. Los expertos hablan de una extraña conjunción planetaria, que tiene lugar cada 27.350 años, y que según los Mayas marcaba un cambio de era, un movimiento hacia la espiritualidad… Que las primeras manifestaciones tuvieran lugar precisamente la Noche de Difuntos ha sido visto como una extraña paradoja del destino…” “… Trasgo dice: A todos nos hace mucha ilusión ver de nuevo a nuestros padres, sobre todo si hace mucho tiempo que han muerto… Casi parece un sueño hecho realidad. Golum dice: Si, un sueño, pero solo un poquito. No todo el tiempo. Es agobiante. Trasgo dice: Será que no tenías una buena relación con tus padres en vida. La mía era excelente, y les echaba mucho de menos. Golum dice: Yo también les echaba de menos. Pero… ¿Y eso de ver a todos los demás? ¿A un grupo de desconocidos? ¿Que te están mirando constantemente? Trasgo dice: Tienes que ser positivo. Desde hace cuarenta días, nunca sabes lo que es estar solo. Y eso…” “ El extraño fenómeno fue observado en todo el mundo al mismo tiempo, a la misma hora planetaria, que curiosamente fue la del Meridiano de Greenwich. A las 00:01 del día uno de noviembre se manifestaron las primeras apariciones, aunque en ocasiones el fenómeno se demoró ligeramente…” “… y todos los estudios realizados parecen indicar que las apariciones se manifestaron principalmente en el lugar de la muerte, lo que ha dado lugar a un impresionante caos en ciertas localizaciones del mundo, donde la muerte se convirtió en una macabra industria. Así, nuestro enviado especial al campo de concentración de Auschwitz, nos informa de que todavía pueden observarse grandes concentraciones de entes, vestidos con los trajes a rayas, que siguen buscando su camino. En otros campos de concentración parecen haberse organizado servicios de orientación, para aquellos casos en que todos los descendientes de la familia hayan sido aniquilados en su totalidad…” “… a pesar de la desorientación inicial, las entidades son perfectamente capaces de localizar a sus descendientes, sin importar que se hayan trasladado a vivir a otra ciudad o a otro continente. Es el caso de Matilde C.M., que se trasladó a vivir a Isla Mauricio desde su Barcelona natal. Cual no fue su sorpresa al encontrarse a sus padres al lado de la cama el día dos de noviembre. Nadie sabe muy bien cómo viajan, pero el caso es que lo hacen, como si poseyeran una brújula especial o un misterioso sentido de la orientación…” “… los estudios de campo realizados son concluyentes: durante los cuarenta días que ha durado este extraño fenómeno, se ha añadido una generación de ascendientes por cada ser humano vivo de la tierra. Es decir, el primer día solo aparecía el fantasma de los padres, el segundo se añadía el de los abuelos, el tercero el de los bisabuelos, el cuarto el de los tatarabuelos, el quinto… y así hasta completar las cuarenta generaciones estipuladas… Los expertos religiosos afirman que el número cuarenta es muy simbólico, por ser el tiempo que duró el Diluvio Universal…” “… pero una corriente dentro del Vaticano afirma que el Fin de los Tiempos está próximo, puesto que ya se ha producido la resurrección de los muertos, y por lo tanto solo queda que se cumplan las últimas promesas del Señor…” 20


“… y que el mayor efecto de estas resurrecciones ha sido la total y absoluta pérdida de la intimidad y de la soledad. Ya es totalmente imposible estar solo en ninguna parte del Planeta, puesto que cada ser humano tiene aparejada la sombra de sus ascendientes, hasta completar un total de cuarenta generaciones…” “… el fenómeno fantasmal se produce incluso en el espacio: los astronautas de la Estación Espacial Internacional confirman la aparición de sus ancestros dentro de la propia estación, lo cual constituye un grave problema de espacio. Los experimentos han sido anulados, y se han enviado naves con el fin de garantizar su regreso a una Tierra estremecida por el regreso de los muertos…” “… aunque es cierto que no existen en tres dimensiones, no dejan por ello de tener altura y anchura, como si fueran viejas fotografías animadas o películas en blanco y negro. Los fantasmas aparecen vestidos con las mismas ropas que en el momento de la muerte. En apariencia no pueden comunicarse, solo estar ahí, delante de sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos o parientes lejanísimos, pero que de alguna manera son lo último que queda de su estirpe…” “… pero se han dado casos aislados de comunicación, utilizando la lectura del pensamiento. Ahora, los médiums del mundo se sienten reivindicados, puesto que ha quedado demostrada de manera fehaciente la existencia de otra vida, de un más allá…” “… y según las autoridades sanitarias, se ha disparado el consumo de psicofármacos y de drogas de diseño, pues algunas de ellas, sobre todo la llamada “Muerte dulce” permite hacer desaparecer de manera temporal las imágenes fantasmales, dando la ilusión de vivir en soledad…” “… también se ha incrementado el número de suicidios, puesto que no existe ninguna posibilidad de estar solo, y la constante presencia de los espectros resulta extremadamente nociva. La soledad se ha convertido en un imposible. Además, cuando ni siquiera conoces a tus propios abuelos, ¿qué relación puedes tener con tus ancestros de la vigésima o trigésima generación? La necesidad de estar solo ha llevado a situaciones terminales…” “… Se ha observado una nueva tendencia entre los más ricos y famosos: la contratación y adquisición de sistemas de privación sensorial, las famosas cámaras de relajación, puesto que combinadas con los fármacos adecuados, permiten al usuario disfrutar de una ilusión de soledad y de aislamiento…” “… pero ni siquiera los hijos adoptados tienen la posibilidad de librarse de tan molestas visitas. Aunque tarden un poco más en localizarlos, los ancestros de sus padres biológicos aparecen igualmente a su lado, en algunas ocasiones combinados con los de sus padres adoptivos, siempre y cuando no hayan tenido hijos propios…” “… y el gobierno americano ha ordenado interrumpir el tráfico aéreo en todo su territorio, puesto que la presencia de los pasajeros y de sus sombras familiares ha ocasionado ya varios accidentes. Las máximas autoridades europeas han decidido sumarse a la iniciativa. La única forma de desplazarse con seguridad es el tren, puesto que las sombras pueden acumularse en los vagones especiales de carga, y al llegar a la estación de destino son capaces de recuperar a su descendiente…” “Trasgo dice: Nunca más, mientras vivas, volverás a estar solo…”

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LA PROMESA

SORAYA MURILLO HERNÁNDEZ Cuántas veces había escuchado el tañido de las campanas tocando a muerto, cuántas… Pero no hacía daño, ese sonido no le dolía si ella seguía a su lado. Veía a la muerte con respeto y cierto temor, pero algo lejana. En un sitio que todavía no estaban predestinados a visitar, al menos así lo sentía él. Cuando aquella tarde sonaron fue diferente, las odió , deseaba que no fueran a su mujer a quien estuvieran esperando. El sol abrasaba la calle; no era justo, un día tan hermoso no debería acompañar ninguna muerte. Los cielos tendrían que oscurecerse y llorar también , como lloraba su alma. La recordaba con un libro entre las manos, era raro no verla así, siempre leyendo historias de miedo. Él se burlaba : «De esos libros no se aprende nada», le decía, mientras ella dejaba salir un suspiro y pasaba la página. No regresaste, lo olvidaste, igual que olvidó aquella ánima salvar al soldado en el cuento, abandonándolo sin subirlo al cielo. Tal vez sea verdad y cuando uno muere pierde para siempre toda memoria, no recordando aquello que prometió. Sin embargo, él no lo borro de la suya , lo ha tenido en mente cada segundo de su vida, desde hace casi un año. Dijiste: «Sí hay una manera de regresar desde el más allá, volveré a tu lado». Pero no, no has regresado. Te espera cada noche. Cada ruido, era una nueva esperanza, siempre creyendo que habías vuelto, pero no, eran sonidos de la noche, susurros que se colaban por la ventana, ecos de una calle casi desierta. Se lo prometiste. Cuando te fuiste percatando de que la medicación no hacía ya efecto, cuando viste que todo terminaba, cuando comprendiste que él no podía ni deseaba seguir escribiendo sin ti, le juraste que buscarías el camino de regreso. Hoy es noche de difuntos. En algunos relatos esta noche los muertos cobráis de nuevo vida para visitar a vuestros seres queridos. Igual estaba equivocado todo este tiempo y sí haya una manera de regresar: esta noche. Estaba nervioso, intranquilo, llevaba todo el día entrando y saliendo de casa, incluso había comprado caramelos por si venían niños a pedir, pero luego pensó que mejor saldría a la calle, igual estabas ahí fuera, tal vez no puedas entrar, no tenia ni idea, nunca se le dieron bien los relatos de miedo, no sabia que hacéis los muertos en noche de difuntos. Las horas pasan lentas, parece que el sol se niega a esconderse para dar paso a la oscuridad, esas tinieblas que la traerán de vuelta. Hoy hubieras estado orgullosa de tu marido: ansioso, viendo que el reloj no avanzaba, escribió por primera vez un relato. Ya ves, el primero que escribía desde que te marchaste. Su primer corto de terror, para ti, lo tituló: La muñeca. No me gusta mi nueva muñeca, se supone que las muñecas son para jugar y pasar un rato cambiándole vestidos. Pero la mía me dice cosas, cosas que no me gustan. Me la regaló mi madre hace unas semanas, cuando fue al médico para la revisión del embarazo de mi próximo hermano. Por lo visto, todo va bien, salió contenta y me la compro en una tienda de antigüedades. Estaba en el escaparate, junto a una vieja silla muy rara. A mi madre le recordó a una que tuvo ella de niña, con ese sombrero de ganchillo y los ojos saltones. 22


Yo no la encontraba nada bonita, ni siquiera me hacía ilusión tener una muñeca como aquella, era feliz con las que tenía. Pero mi madre le hizo ilusión que la tuviera , ahora le tengo miedo, me mira mal , murmurando dentro de mi cabeza, hasta cuando duermo. Decidí enterrarla en el jardín, más concretamente debajo del sauce llorón. Me gusta ese árbol y creo que es un buen lugar para que ella muera, pues estoy convencida de que si la entierro morirá. El plan me salió mal: mi madre me pilló cuando la cubría de tierra. Me regañó diciendome cosas desagradables. Estoy triste, ella no entiende que la muñeca es mala. No sé cómo ha llegado a enterarse de que lo que espera mi mamá es un niño, no creo habérselo dicho yo, hace muchos días que no le digo nada, pero hoy me lo dijo. Y no le gusta que sea niño, los niños no juegan con muñecas , eso le desagrada. Mi mamá me obliga a jugar con la muñeca, cuando no la ve conmigo me pregunta dónde la dejé, creo que teme que vuelva a intentar enterrarla, y tengo que ir a buscarla para enseñársela. Ojalá nunca la hubiera visto en aquel escaparate. Un día me preguntó si sabía el nombre de mi nuevo hermano, le dije que no. Me llamó mentirosa. Han pasado varias semanas desde que escribí esto, pero hay dos novedades muy importantes. Por una parte, mi hermano Jorge ya ha nacido. Ayer lo trajo mi madre a casa. Y por otra, la muñeca ya es amiga mía. Durante este tiempo que he estado sin escribir he entendido muchas cosas, ahora somos inseparables, no comprendo cómo pudo caerme tan mal hasta odiarla. Hoy mamá me ha vuelto a reñir, ha visto mi vestido todo sucio de tierra y ha pensado que lo había vuelto hacer , pero no es verdad. Ahora, cuando suba a ver a Jorge, tendrá que disculparse, verá en la cuna a mi muñeca, tranquila, durmiendo. No es a ella a quien he enterrado. Sí, mamá deberá disculparse, ya lo creo. En fin, no salió como esperaba, se encontraba bastante excitado, algo alterado. Después de pasear por el pueblo, buscándote, no te encontró; ni siquiera olió un rastro de tu perfume. Recorrió los lugares a los que solíais ir, esperaba verte sentada en alguno de los bancos del parque donde tomabais el sol; hubiera sido hermoso verte allí. Por un momento, en una de las calles, la fe regresó, le pareció ver un niño de los que piden caramelos, era diferente, estaba solo, con ropas roídas, la piel muy blanca, lo miró y sin más desapareció. Corrió como si le persiguiera el mismísimo diablo, regresando a casa donde quizás tú estuvieras ya allí. Pero no, seguía vacía. Así que decidió escribir el relato, dejando pasar el tiempo.Ahora casi es medianoche, ha llenado la casa de velas encendidas para que veas el camino hacia este mundo, alfombró todo el pasillo con pétalos de flores, y él, al fondo, estará sentado en el suelo esperándote. Las velas pierden intensidad, algunas se apagan , una pequeña corriente de aire frio envuelve el pasillo como una mortaja sobre un cuerpo consumido, la bajada de temperatura lo hace temblar,la sombra de algo indefinido se apodera de la escasa luz ,te nombra con tanta angustia que me hace recordar aquel Poe, llamando a su Beatriz . Siento tanto su miedo como su esperanza , por fin regresó, una sonrisa asoma en unos labios que no se atreven a pronunciar otra vez tu nombre por miedo a romper el hechizo. Se acerca, se sigue acercando, su corazón late demasiado fuerte , pero no importa, ya casi puede tocarla. Entonces grita, aúlla, se desespera, no es ella , soy yo. 23


SIEMPRE A SU LADO

VIDAL FERNÁNDEZ SOLANO Cada atardecer lo mismo. El paisaje a través de su ventana: un estrecho parque lleno de árboles, sin hojas a esas alturas de octubre; más allá una carretera poco transitada y al fondo, impertérrito, el cementerio de la ciudad. Sus amigos y familiares habían insistido en que un sitio así no era adecuado para vivir, que la zona centro era más animada, llena de gente, de entretenimiento, de distracciones, pero Miguel se había emperrado: «los muertos no molestan, son los vivos los que incordian». Ignoraba si entendían la indirecta, pero con el tiempo había aprendido a hacer oídos sordos a las recomendaciones. Miró el reloj junto a la chimenea. Se le hacía tarde. Estrella iba a llegar en un rato y él no se había preparado. Al salir del trabajo había comprado un perfume nuevo, solo por ella, siempre había sido muy exquisita con los perfumes que él usaba. Cenó un poco, no tenía demasiada hambre, la excitación del encuentro le producía un nudo en el estómago y no le dejaba pasar la comida. Se duchó, se afeitó y se puso el pijama y una bata. La calefacción comunitaria no se encendía hasta el 1 de noviembre, el día siguiente. Se sirvió una copa de vino, apagó la luz y prendió unas velas aromáticas. Sonrió, satisfecho: el ambiente estaba preparado. Cerró los ojos, mientras se disponía a esperar sentado en el sillón. Al cabo de unos minutos la puerta de la calle se abrió con un leve chirrido, una de las bisagras no estaba bien engrasada. No había echado la llave para que ella pudiese entrar. Dio un respingo, el vello de su piel se erizó al momento a causa del contacto inminente. La habitación se llenó de un intenso olor a putrefacción, ni siquiera el aroma de las velas pudo evitar que las fosas nasales se le atascaran. De todas formas, poco a poco se iba acostumbrando. —Hola, cariño, ¿ya estás aquí? Llevo bastante rato esperándote. El aliento de ella reptó sobre su nuca, produciéndole un escalofrío de placer. Los labios llegaron detrás, resecos, a la par que las manos. Con un pañuelo que él había depositado sobre el respaldo de la butaca, le tapó los ojos. El cinturón de la bata voló haciendo que la prenda resbalara sobre sus hombros. Tembló mientras ella le ataba con él, inmovilizando sus brazos por debajo de los codos —No tengas prisa, nena. Tenemos mucho tiempo —la tranquilizó al notar su urgencia. Los botones del pijama cedieron uno a uno, unas manos frías abrieron la chaqueta con violencia y recorrieron su pecho y su abdomen, y fueron bajando, mientras él jadeaba de puro placer. Los pantalones bajaron hasta los tobillos de un golpe brusco. Él lanzó una exclamación. Le había arañado en el muslo. Su miembro erecto quedó al aire, como un mástil sin bandera. La boca sin labios se cerró alrededor de la virilidad y empezó a subir y bajar. Miguel lanzó un grito de placer mientras arqueaba la espalda para aumentar la presión. Los dedos huesudos subían y bajaban por su vientre mientras el masaje aumentaba de velocidad. Las caricias y los besos siguieron, un crescendo de voces y gemidos que parecía no tener fin. Cuando llegó el clímax, su cuerpo sudoroso brillaba a la luz de las velas. 24


Justo entonces el reloj dio la media noche y todo cesó. La puerta se cerró de un portazo y el aire volvió a hacerse respirable. El nudo que le aprisionaba se aflojó. Se quitó la venda y abrió los ojos, su respiración aún no se había normalizado. Se puso la bata y se incorporó. Hacía ya siete años que Estrella le había abandonado, tras un terrible accidente de tráfico. Pero él no se sentía triste. Sabía que ella siempre estaría a su lado. Siempre suya. Se dirigió a la ventana. Apartó la cortina y miró a través del cristal. La nieve había comenzado a caer sobre el cementerio.

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LA FIESTA DE LAS CALABEZAS SC BURKE

—¡Mamá! —dijo David al ver entrar a su madre por la puerta de la cocina, — ¿has traído las pinturas de color naranja y las cartulinas que te pedimos? —Sí cielo — afirmó la madre. –—¡Claro que sí! He salido un rato antes del trabajo para que no tuviéseis que esperar hasta la noche — sonrió y acarició los dorados rizos de su hijo de 7 años. — Además, nuestra vecina Karen es un tesoro. ¿Sabes? Nos ha comprado las dos calabazas y la pobre mujer nos las ha vaciado y las ha dejado listas para la cena de esta noche. Así podréis dedicaros esta tarde a organizar todo. Lo que no entendía Karen es por qué queríais esas calabazas tan grandes. — Volvió a sonreír con ternura a su pequeño. — Me ha dicho que le ha costado mucho encontrar dos de ese tamaño. —Porque si no, no iban a caber las... — murmuró la niña. Sara era la hermana gemela de David. Aunque tenían la misma edad, ella era mucho más inocente y su cabello, en lugar de ser dorado y rizado, era de un tono pardo y caía recto sobre sus mejillas. —¿No iban a caber qué, Sara? —preguntó la madre con cara de poco interés mientras abría el frigorífico para servirse un refresco de cola de marca blanca. Se sentó en una de las sillas de la cocina y se descalzó los tacones verdes que la estaban matando. —Nada mami, ¡porque queríamos que fuesen las más grandes de todo el barrio! — interrumpió David a su hermana sin darle tiempo a que abriera la boca de nuevo. — No le hagas caso a Sarita, sabes que siempre está diciendo tonterías. —David, con esta afirmación, dio por finalizada la conversación y tirando del diminuto brazo y, casi a rastras, se llevó a Sara hacia el porche, mientras le increpaba en voz baja para que no se chivara pues estropearía la sorpresa que le iban a dar a su mamá. —Echo de menos el sabor de la coca-cola — suspiró. — Desde que no está vuestro padre no puedo permitirme esos lujos... — se lamentó Maggie al ver cómo se alejaban sus hijos sintiendo que nadie la escuchaba. El refresco sabía a moras no a coca-cola, pero tuvo que conformarse ya que, al menos, calmaba su sed. — ¡Qué ganas tengo de ver a vuestra abuela!, a ver si viene pronto que hace casi dos semanas que no la vemos y la echo de menos —dos lágrimas luchaban por abrirse paso a través de los verdes y cansados ojos de Maggie. Era ya mediodía y a Maggie apenas le quedaba tiempo para coger un sandwich y volver de nuevo en coche a la inmobiliaria. Esa tarde tenía cita con dos clientes para ver dos casas en el otro extremo de la ciudad. Su jefe no consentía ningún retraso y mucho menos que un empleado saliera antes, aunque fuese para ir a un entierro. Menos mal que, cuando salió hoy unos minutos antes, este no se había dado cuenta y, si llegaba pronto, no se percataría de su ausencia. Presentía que iba a ser un viernes muy largo. Desde que su marido Michael desapareciera por estas fechas, hacía ya dos años, no le veía ningún sentido a celebrar nada relacionado con Haloween. Pero allí seguían sus tres hijos, Anne, David y Sara, que se merecían que su madre se repusiera e hiciera de tripas corazón para estar a la altura de las circunstancias. Además, esta fiesta siempre les hacía estar alegres y ellos no tenían la culpa de que su padre los abandonara a todos sin la más mínima explicación y sin dar señales de vida. Desde el día que desapareció, Maggie aparentaba ser feliz, con una especie de mueca en la cara que pretendía ser una sonrisa eterna. Pero sus cuarenta y siete años y dos partos a sus espaldas, unidos al dolor por la absurda pérdida de su marido, pesaban demasiado. 26


Gracias a la ayuda de su primogénita Anne todo estaba siendo más llevadero. La joven de 18 años ocupaba la mayor parte de su tiempo cuidando de la casa y de los pequeños. Era una muchacha poco agraciada, bastante corpulenta. Había heredado los fuertes brazos de su padre y, perfectamente, podía haberse dedicado al rugby de haber ido a la universidad. Tenía los cabellos castaños recogidos siempre en una cola de caballo, lo que hacía que se viera por completo el acné que cubría casi todo su rostro. Los ojos, en cambio, los había heredado de su madre, de color esmeralda. Aunque, al contrario que en Maggie, no eran dulces sino más bien felinos, lo cual afeaba aún más a la joven. Para colmo, no hablaba mucho y su carácter era retraído y tímido, menos con sus hermanos pequeños con los que siempre estaba dispuesta a charlar, a jugar o a contarles un cuento antes de que fuesen a dormir. Lo curioso de todo es que Maggie, sin darse cuenta, había delegado el papel de madre en su hija mayor, lo que la aliviaba bastante, y parecía ya más asumir ella el papel de una abuela en lugar del de una madre. ***** La señora Tracy Stone nunca hubiera podido imaginar a qué se dedicaban sus nietos. La anciana, de 72 años de edad, no estaba para muchos trotes, sus canas la delataban, pero era incapaz de negarse a hacer cualquier cosa que le pidieran los chiquillos. Eran su debilidad, ellos lo sabían y, aún así, los adoraba. Desde que su yerno dejó a su hija sin motivos, se vio en la obligación de cuidarles ayudando a su hija y encargándose de que no les faltara nada. Aquella tarde, enfundada en su acolchado abrigo de color granate, fue a hacerles una visita. Anne la había llamado un par de horas antes para que viniera a echar un vistazo a lo que estaban preparando los pequeños para la fiesta. La nieta le dio un cálido abrazo, sintiendo el calor y el aroma a vainilla que desprendía aquel anorak y le tendió la mano para que la acompañara al sótano donde la esperaban los gemelos deseando enseñarle el trabajo realizado. Tracy sintió un escalofrío nada más cruzar aquella puerta. Pensó que se debería al miedo que sentía por tener que bajar las oscuras escaleras, su artrosis le estaba pasando factura últimamente. Así que, se agarró del robusto brazo de Anne y bajaron juntas. Una tenue luz iluminaba la subterránea estancia y Tracy volvió a sentir un estremecimiento que estaba segura que no era debido al temor por caerse. Pudo observar entonces un par de viejas sillas de madera y un tablón grande, que hacía las veces de mesa. El listón estaba totalmente cubierto de cartulinas con dibujos terroríficos, hechos seguramente por los más pequeños de la casa. Bocas ensangrentadas en color naranja, dientes afilados, fantasmas... sin duda los gemelos eran muy imaginativos y querían que sus dibujos estuvieran a la altura de Haloween. Pensó que iba a ser una gran fiesta la que iban a preparar esos renacuajos. Entre los diminutos rayos de luz que ofrecía la lamparita colgada al techo, lo que le llamó más la atención fue el desorden de aquella habitación, se ve que la madre llevaba bastante tiempo sin entrar allí, puesto que había herramientas de todo tipo, el suelo estaba sucio y pegajoso y olía a perro muerto. —¿Dónde está la niña bonita de su abuela? — preguntó tapándose los ojos con las manos, esperando que la pequeña viniera a sorprenderla. —¡Aquí abuelita aquí! — exclamó Sara bajando de su silla e intentando acercarse a su abuela, justo en el momento en que sintió el brazo de su hermano sujetándole el pecho.

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Seguía consciente aunque sin poder moverse y percibía cómo algo cálido se iba desprendiendo de la parte de atrás de su cabeza. Desde el suelo, alcanzó a ver los lindos zapatitos de charol rojo que, hacía un par de meses, le había regalado a su Sara. Los zapatos se movían demasiado rápido, como si intentasen salir de allí. Del golpe, apenas podía oír nada con claridad, todo era como un zumbido continuo, como el murmullo de un arroyo. Recordó su infancia y una somnolencia comenzó a apoderarse de su cuerpo. El ruido de una motosierra logró sacarla al instante de su ensoñación, pero sus miembros no respondieron. La cabeza de la señora Tracy se separó del cuerpo, derramando un montón de sangre mientras giraba hasta detenerse justo a los pies de una de las dos sillas. —¡Tenéis que ayudarme a limpiar esto chicos! Siempre me toca a mi hacer todo el trabajo sucio, ya estoy harta —Anne gritaba a los niños, señalándoles el cubo de agua y los trapos que había escondido en un rincón. —Y, ¿ahora la abuela dónde irá? — preguntó la pequeña Sara, con lágrimas en los ojos. —No seas llorica — gritó David. —Se irá al cielo con papá y con el abuelo. —Se irá a un hoyo en el jardín, no seáis tontos. Estará con papá. El abuelo está en el cementerio. — dijo Anne sintiéndose aún más la hermana mayor. — A mamá le encantará nuestro regalo de Haloween, así nunca tendrá que echar de menos ni a la abuela ni a papá porque estarán siempre con nosotros. No hay que llorar. —Y, ¿por qué no se lo podemos contar ya entonces? — preguntó Sara. —Porque es una sorpresa — dijo David. Si se lo contamos dejaría de serlo, es que no te enteras de nada micaca... —¡Dejad de hablar y ayudadme a limpiar esto! —vociferó Anne. Los tres hermanos trabajaron duro para tenerlo todo listo antes de que llegara su madre. Anne enterró el cadáver detrás de la casa, al lado del de su padre. Llevaba días cavando. Lo hacía de forma tranquila puesto que sabía que su madre no se iba a asomar por allí. Desde que degollara a su padre y este se fuera al cielo, era ella la que siempre se encargaba del jardín. Además, una valla recubierta por un enorme y espeso seto, hacía invisible la casa a los ojos de los vecinos curiosos. Sabía que su madre le estaba muy agradecida por haber renunciado a la universidad y haber decidido cuidar de sus hermanos, pudiendo ella trabajar tantas horas en la inmobiliaria y así traer dinero a casa. Por lo que Anne disponía de todo el tiempo del mundo para otros menesteres. Asímismo, Maggie llegaba habitualmente tan cansada que se acostaba nada más cenar, lo que facilitaba aún más las cosas. Mientras, los pequeños habían fregado todo el sótano y habían metido los trapos sucios en una bolsa de basura que Anne llevaría más tarde al contenedor. Así que Anne les ordenó que pusieran la mesa, y ya llevaría ella la decoración cuando estuviera lista. La hija mayor sólo se lamentaba de que la idea de la sorpresa se le hubiera ocurrido tan tarde. La cabeza de su padre, no era más que un saco de huesos y apenas se le podía reconocer. En cambio su abuela estaba perfecta, sólo faltaban un par de manguerazos, limpiar la sangre reseca, un poco de maquillaje y estaría lista para la cena. *****

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Por fin Maggie volvía del trabajo, no veía el momento de llegar a casa, estaba deseando entrar y cenar con sus hijos. Llevaba tiempo pensando en cambiar de ocupación y encontrar algún empleo que le permitiera pasar más tiempo con ellos. Esta noche, antes de que los niños salieran disfrazados a buscar sus golosinas con la frase de truco o trato, ella se había propuesto disfrutar de la cena y de la fiesta de Haloween que le habían preparado. Anne, como siempre, tenía todo listo. Había disfrazado a los niños, a Sara de esqueleto y a David de Jack de Pesadilla antes de Navidad. Ella se había maquillado la cara simulando ser una catrina. La madre se alegró mucho al verlos al entrar por la puerta. El salón olía a pavo << Anne cocina cada vez mejor >> pensó Maggie. La mesa estaba dispuesta con un mantel rojo sangre y copas de vino llenas de agua. En el centro, dos enormes calabazas sobre una fuente de metal, adornaban la escena. Una ensalada, una bandeja de pavo y patatas asadas. No faltaba ni un solo detalle. Sin duda, iba a ser una reunión familiar memorable. —Mami, no mires las calabazas hasta que nos hayamos ido ¿vale? — dijo Sara. —Está bien —asintió Maggie. —Es la sorpresa que te hemos preparado los tres, así que tendrás que esperar – dijo David. Durante la cena, algunas gotas escarlatas descendían por el interior de una de las calabazas, pero nadie se percató de ello. Cuando terminaron de cenar, entre risas, los niños prepararon sus bolsitas y Anne se ofreció a llevarlos por el barrio a recoger sus botines, así Maggie podría descansar un rato viendo la tele. Salieron los tres, no sin antes volver a recordarle a su madre que no viera las calabazas hasta que hubieran salido. Se quedaron en el porche, con las narices pegadas al cristal de la puerta, esperando la reacción de su madre ante la sorpresa. Habían trabajado muchísimo para verla feliz y, las golosinas, podían esperar. En ese preciso instante, un alarido les llegó a través de la cancela. Entonces, vieron la cara desencajada y el gesto de horror de su madre. —Vamos chicos, se ve que a mami no le ha gustado nuestra sorpresa... ¿quién quiere caramelos? — preguntó Anne. —¡¡¡Yo, yo!!! –dijeron los dos gemelos a la vez. Y salieron a la fría noche de Noviembre.

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LAS SOMBRAS DE HALLOWMAS ROSA GALDO MILLÁN

— ¡Silencio, Sonnie ha despertado! —dijo una voz al otro lado del habitáculo. Y tras está frase el silencio se adueño de todo. Sonnie abrió los ojos algo aturdida, no sabia donde se hallaba, no podía ver y casi no podía moverse. Notaba todos los músculos de su cuerpo agarrotados, sentía frío y la cabeza no paraba de darle vueltas. Intentó incorporarse, pero enseguida se percató de que sus muñecas estaban aprisionadas y sujetas a algo que no acertaba a vislumbrar. En aquel lugar no había luz, tan solo un ápice de esta se podía adivinar en una cercanía aun lejana para sus sentidos. Le pareció estar en una pesadilla, no recordaba como había llegado hasta allí. Su último recuerdo la situaba en el área de visitas del Hospital Real de Bethlem, una antigua institución mental con siglos de historia. Recordaba jugar con su sobrina Megan, mientras esta le contaba entre risas sus historias sobre amigos invisibles. — Megan, cuéntame sobre esos amigos tuyos, ¿Cómo son? , ¿Tienen nombres? , ¿Son de tu edad? — preguntó Sonnie llena de curiosidad. —Bueno, ellos son como yo. Son niños pero no tienen edad, o al menos nunca me la dijeron y el único que me dijo su nombre fue Jerome. Es el que más se parece a mí, los dos somos inquietos y solitarios. — ¿Cómo los conociste, fue a raíz del accidente? —Sonnie hizo una pequeña pausa y acarició con ternura el cabello de Megan. —Si, Jerome vino a salvarme de las sombras. Ellos querían llevarme, pero él no les dejó. — ¿Las sombras? — Repitió con extrañeza Sonnie— ¿Qué sombras? — ¡Shhhhhh!.. ¡Ni si quiera las nombres!, ¡Ellas pueden oírte!, ¡Ellas lo saben todo! Jerome me hizo prometer que les ayudaría por eso decidió salvarme, pero es un secreto. Nuestro secreto. —Está bien Megan, no te preguntare más por esas sombras, pero... ¿Y a ellos, les ves a menudo? — Claro, Jerome estaba por aquí hace un momento. Es más, mis amigos dicen que quieren conocerte, les he hablado sobre ti. También les dije que estabas algo enferma—Sonnie la miro con cara de sorpresa y una mueca de incomprensión y Megan replicó entonces en tono divertido: — Bueno ya sabes, eso que te impide comer cosas ricas y dulces. —Se llama Diabetes Megan, tú ya sabes qué es. Recuerda que mamá y papá tampoco podían comer cosas ricas y dulces, como tú dices. — Es cierto, apenas lo recordaba. Quizás por eso ahora quieran conocerte a ti. Y dicho esto Megan salio corriendo por el patio. Sonnie se quedó pensativa. Era curiosa la capacidad de los niños para inventar situaciones y crear amigos imaginarios. « ¿Pero quien no los había tenido alguna vez?», se preguntó. Al fin y al cabo era algo comprensible, teniendo en cuenta que Megan llevaba más de un año enclaustrada en aquel sanatorio , tras el inexplicable accidente que le costo la vida a sus padres. Desde entonces algo parecía no andar bien en su cabeza. Los médicos le habían diagnosticado Trastorno de Estrés postraumático, pero no descartaban algún rasgo de Esquizofrenia. — ¿Habéis preparado ya la comida? —dijo Jerome algo irritado— Me molesta soberanamente tener que ser yo quien se la lleve, sabéis que no me gusta tratar con humanos. Charlie le miro sonriente, le beso con dulzura en la pálida mejilla y espetó con una cínica sonrisa.

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—Fuiste tú quien decidió hacerse amigo de esa humana de piel rosada y cabellos dorados. Todos te dijimos que no era una buena idea, pero tú como siempre tuviste que desobedecer las normas. Así pues ahora te toca a ti pagar por haberlas roto. ¡Corre, date prisa no tenemos mucho tiempo!, ¡Recuerda que mañana es Halloween...! El sonido de la palabra «Halloween» hizo reaccionar a Jerome .Cogió la bandeja y se apresuró a realizar su cometido. Un sonido chirriante invadió el recinto. Una puerta parecía abrirse. Un ténue halo de luz inundo el lugar, dejando ver a Sonnie una estancia tétrica y húmeda adoquinada con suelos de piedra. Ahora podía ver sus muñecas atadas a sendos grilletes de forja, que le impedían movimiento alguno. Se percató entonces de que dos regueros secos de sangre le recorrían el antebrazo .En aquel momento entró en pánico. — ¡No por favor, no me hagas daño! — gritó a la sombría figura que se le acercaba. —Tranquila, cuidaremos de ti. No podemos permitir que nada malo le suceda al único familiar vivo de Megan, ¿No es así? —manifestó irónicamente. Una multitud de pequeñas sombras se concentraron entonces alrededor de Sonnie. Y aunque incapaz de dilucidar sus rostros, algo le hacia intuir que eran niños, pero aquello era absurdo, no podía ser. —Me presentaré como es debido, soy Jerome Creo que ya has oído hablar de mi ¿No es cierto? — ¿Jerome?—balbuceó Sonnie — ¿El amigo invisible de Megan...? —Exacto, como ves de algún modo soy real para ella y ahora también para ti. Y dicho esto ordenó a las sombras traer sendos baldes y depositarlos bajo cada brazo de Sonnie. — ¡Que vas a hacer!— exclamó Sonnie aterrada. —Tranquila, es un proceso lento pero seguro. —Estoy enferma necesito medicarme, me siento débil, por favor desatadme... —Sabemos de tu enfermedad, y aunque podríamos ser más primitivos solo por ser quién eres te trataremos con delicadeza. No dolerá, tranquila, será un leve pinchazo. Jerome saco de una bolsita un par de vías hospitalarias con sus correspondientes tubos de goma e introdujo con sumo cuidado las vías en las respectivas venas de Sonnie. La sangre comenzó a fluir abundantemente, el sonido de esta al caer en los barreños, hizo sonreír a los niños. Su olor invadía ahora la habitación, el olor de una sangre maravillosa y dulce. Pero Jerome interrumpió la orgia olfativa ordenando al grupo salir de la estancia Sonnie comenzó a marearse, se le nublo la vista y perdió la conciencia de nuevo.... Charlie se quedo mirando a Jerome, haciendo caso omiso a su encargo y con una sonrisa insidiosa acertó a alcanzar una gota de sangre y llevársela a los labios. — ¡Charlie no hagas eso!—gritó airado Jerome—Sabes de sobras que esta es una sangre muy especial, todos deseamos probarla pero aún no es la noche. Ve a la cocina con los demás y asegurare de que vayan preparando los ingredientes para los dulces. Yo iré con las cubetas en cuanto acabe. Charlie salió de la estancia y Jerome se quedó contemplando el dulce sueño de Sonnie... *** Las sombras cantaron y danzaron formando un círculo alrededor de las ofrendas. La noche se cernía silente, la luna hacia acto de presencia en el firmamento, mientras Megan jugaba alborotada sintiéndose dichosa del festejo. ***

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«Ven, El camino de la luna se abre delante de ti. Desde tu secreto reino tenebroso como océanos a la media noche. Guíame al bajo mundo - tú de sabiduría antigua ¡Negra como la noche, roja como la sangre! ¡Guía este círculo sagrado más allá del velo! ¡Desde el Reino de la transformación! ¡Muéstrame la realidad del renacimiento! ¡Hécate con cédeme tu presencia! ¡Ven, y guíame! [...]» La habitación se trasformo por completo, los suelos adoquinados y húmedos desaparecieron, para transformarse en una habitáculo de paredes blancas y acolchadas. La inmovilidad ahora se trasladaba a todo el cuerpo de Sonnie tras la prisión de una camisa de fuerza. Los cánticos resonaban por todo el edificio. «¿O solo en la cabeza de Sonnie?» Un grupo de sombras la rodearon, formando un macabro círculo. No había lugar a dudas, eran ellos, presididos por Megan. De repente todo enmudeció y tan solo se escucho un susurro, un hilo de voz... —Gracias por los pasteles— dijo Megan mientras cogía uno de de los dulces que portaba en una cesta y lo mordía con gran apetito —.El año pasado no me supierón tan bien y fué muy alto el precio a pagar por ellos. Sonnie miró a su pequeña sobrina, vio el brillo malévolo en sus ojos y enmudeció presa del pánico. Jerome agarró a Megan de la mano, dirigiéndose hacia la salida mientras las sombras seguían entonando su canto fúnebre. Megan se giro hacia la imagen perturbada de su tía para regalarle la última de sus sonrisas. Esta vez una sonrisa macabra empapada en sangre. — ¡Hasta el próximo Halloween tía Sonnie!, nos has sido de gran ayuda. ¡Que la diosa Hécate y las sombras te protejan!

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¿QUÉ FUE DEL VECIN0? AITOR HERAS RODRÍGUEZ

La casa estaba al final de la calle, allí donde las farolas habían decidido no llegar y la vegetación dejaba de ser verde para tomar el color pardo propio del descuido y la desidia. En todos los pueblos hay una casa que arrastra una leyenda negra. En este caso está viva y se llama Ned Stendhal. Stendhal dejó de ser un vecino bien recibido el día que le acusaron del secuestro y asesinato de Eve Palmer, una niña de rubios cabellos y rostro angelical. No fueron tanto las pruebas como los prejuicios los que se aliaron en su contra aquel lejano verano de 1969. El mismo día en que Armstrong daba un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la humanidad, Stephen Palmer entraba en la comisaría de Pilgrims Ridge para denunciar la desaparición de su hija. En un microcosmos como era este pueblo, en el que todos y cada uno de sus habitantes estaban interrelacionados, la inclusión de un elemento extraño solía desencadenar recelos, habladurías, miradas de reojo, comentarios susurrados cargados de desconfianza. La tercera noche de ausencia de Eve de su domicilio, todas las gentes cristianas de bien tenían muy claro que el culpable no podía ser otro que Ned Stendhal. La búsqueda duró una semana. Todos se volcaron en ella, con nulos resultados. No se encontró ni una sola evidencia del paradero de la niña. Stendhal no participó, lo que hizo que la sospecha fuese arraigando entre sus vecinos. Esa semana no se le vio, siquiera llevando a cabo cualquier quehacer cotidiano, lo que sirvió para acrecentar el recelo y la desconfianza hacia él. Una fotografía realizada el día en que la pequeña desapareció se convirtió en un símbolo, llegando ser omnipresente durante varias semanas en cada poste de la luz, escaparate o tablón de anuncios. En ella, una sonriente y radiante Eve, vestida con un vestido azul pálido, miraba a la cámara. El brillo en sus ojos era síntoma de una feliz y perfecta vida familiar, que se iba a ver truncada ese fatídico día. La policía cerró el caso obligada. El FBI hizo un tímido intento de encontrar a la niña, más para dar la sensación de que hacían algo que por un interés real. Pronto otros asuntos hicieron que las autoridades se olvidaran de ella. Después de ello, fueron los vecinos los que siguieron adelante con sus vidas. Los padres de Eve se mudaron a Miami para dejar atrás su recuerdo. Murieron hace un par de años den un accidente de coche. Mientras tanto, Stendhal siguió viviendo en la casa al final de Barker Street. Bobby arrojó la lata vacía de cerveza entre unos arbustos. La cabeza le daba vueltas por la mezcla de alcohol y marihuana. El fuego de la hoguera crepitaba e iluminaba los rostros de los jóvenes reunidos a su alrededor, como hacían cada noche en Halloween. —¡Eso es una gilipollez, Bobby! —gritó Ryan desde sus casi dos metros de alto, los que le habían permitido obtener una beca para estudiar en la universidad por la vía rápida, ser el pivot estrella de los Pilgrims Ridge Tigers. —¿Cómo coño puede seguir viviendo por aquí? Yo me habría ido si todo el pueblo estuviese en mi contra –dijo, al tiempo que manoseaba sin esconderse el muslo de Jennifer, envuelto en una media de rejilla. —La historia me la contó mi padre. Él participó en la búsqueda en el sesenta y nueve. La sola mención del número dibujó en el rostro de Ryan una sonrisa estúpida e infantil. Bobby abrió otra cerveza y dio dos caladas al porro, que pasó después a su novia Ángela. —Desde entonces nadie se acerca a la última casa de Barker Street –continuó con gesto serio, aunque prorrumpió en una carcajada al ver la mueca burlesca de su amigo. Las chicas estaban serias, sobrias y cansadas. Una idea empezó a tomar forma. —¿Por qué no vamos a visitar al viejo Stendhal?

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Las risas de los dos chicos cesaron al instante. Ryan, que había lanzado el desafío, miraba a su amigo con ojos penetrantes, en los que el baile de las llamas dibujaba extrañas formas. A Bobby le llevó unos segundos darse cuenta de que hablaba en serio. Y sabía, por los años de amistad con él, que cuando se le metía una idea en la cabeza era mejor neo llevarle la contraria. Aun así, hizo un leve intento. —Déjalo Ryan. Estoy muy pedo. Además, hemos quedado luego con Patrick y Daniel. En un claro ejemplo de manual de psicología social, dominante y dominado interpretaban su papel a la perfección. —¿Qué pasa? ¿Bobby tiene miedo? Venga, coño, vamos a ver al vejestorio. Será ya un abuelo. Tengo ganas de ver a ese cabrón. Esta vez fue Jennifer la que trató de convencer a su novio, pero sus palabras se las llevó el viento. Ryan subió a su Chevrolet Camaro del sesenta y nueve mientras llamaba a voces a su amigo. El estruendo del motor habría destrozado todo a su paso de haber sido algo físico. —¡Vamos, tío! Bobby miró a Angela a los ojos y trató de decirle algo, en el preciso instante en que un acelerón en punto muerto hizo rugir la maquinaria del automóvil. Le dio un somero beso en la boca y subió al coche con gesto de preocupación, aunque lo disimuló en el momento en que estuvo sentado al lado de Ryan. Cruzaron Pilgrims Ridge en poco tiempo. King Street aparecía desolada. Los niños estarían en la zona residencial pidiendo caramelos y luciendo sus disfraces. La calle era un muestrario de la decadencia de la ciudad tras la construcción de la autopista. Negocios cerrados y tapiados eran la prueba de que la prosperidad se había ido por ella. Barker Street estaba en el extremo este del pueblo. A ambos lados de la calle se erigían pequeñas casas unifamiliares que habían visto años mejores. El paso del tiempo y la desidia de sus propietarios habían dado como resultado pintura comida, madera podrida y jardines salvajes. Pasadas estas viviendas había que conducir medio kilómetro hasta la rotonda en que la calle terminaba. Allí se erguía la casa de Stendhal, una construcción de dos plantas con peor aspecto aún que sus hermanas pequeñas. Ryan aparcó el coche de cualquier manera delante de la puerta. Abrió una cerveza antes de bajar del vehículo. Cerró de un portazo. Bobby bajó después que él, tratando de ocultar el rostro a su amigo. Su expresión decía con claridad que no le parecía una buena idea lo que estaban a punto de hacer. Cuando quiso darse cuenta Ryan ya estaba aporreando, entre trago y trago, la puerta de la casa. —¡Eh, Stendhal, abre! Bobby se le acercó por detrás y le puso las manos en los hombros. —Tío, ese hombre debe de tener ochenta o noventa años. Déjale en paz. Ryan le ignoró y siguió gritando. —¡Stendhal, asesino de niñas! ¡Sal y da la cara! ¡Vamos, hijo de…! La puerta se abrió con lentitud. Detrás de ella apareció un hombre. La cuarentena aún le quedaba lejos. Se encontraron con un rostro enmarcado por una mata de pelo negro, en el que refulgían dos ojos vivos, llameantes. Ryan y Bobby permanecieron en silencio hasta que el inquilino lo rompió. —Son ustedes algo mayores para venir a por caramelos. ¿Qué desean? Bobby empezó a preguntarse quién sería ese hombre, a la vez que Ryan se envalentonaba. —Buscamos a Ned Stendhal. La respuesta les dejó helados. Soy yo —dijo, al tiempo que, con un fuerte tirón, metía a los dos chicos en la casa. Cayeron boca abajo en el recibidor. Al instante, un fuerte hedor a putrefacción penetró por sus fosas nasales para quedarse. Oyeron un portazo a su espalda. Stendhal gritó entonces:

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—¡Cariño, la cena está lista! Al fondo de la estancia se abrió una puerta. Por ella salió una niña de cabellos rubios, con el rostro más dulce que hubiesen visto nunca. Se acercó a ellos con parsimonia, sabiendo que Stendhal los tenía inmovilizados, subido como estaba con un pie en la espalda de cada uno de ellos. La niña levantó la vista y peguntó: —¿Cuál es para mí? —Eve —respondió Stendhal, –es Haloween. Te dejo elegir. Entonces se agachó al lado de Ryan y le mordió en el cuello. Bobby gritaba mientras veía la vida de su amigo escaparse en segundos. Un mordisco de Stendhal en su propio cuello hizo, por fin, el silencio.

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TRICK OR TREAT VIRGINIA S.V. RIESCO

Su cabaña se encontraba enterrada entre la espesura del bosque, delimitada con una pequeña verja de color chocolate y decorada con musgo blanco y rosado. Aquella noche, a la hora de las brujas, mientras los vecinos del pueblo se preocupaban por mantener prendidos los cirios y llenar sus buches con dulces de miel y membrillo, ella seguía en el exilio, preocupada por encontrar algo que prepararse de cena. El dulce humo que brotaba de su chimenea había comenzado a endulzar las copas de los árboles, haciendo que éstas se volvieran más jugosas y amarillas, como si de dos grandes golosinas demasiado altas se tratasen. Se sentía protegida tras los muros de bizcocho y hojaldre, mientras cocinaba a fuego lento los sesos de algún animal moribundo y añadía especias y conjuros a su caldero bruno e incandescente. Desde la ventana del jardín adornada con calabazas en llamas, se podía distinguir la sombra de su encorvada columna contoneándose tras la luz de las velas, al tiempo que sus manos de aguja seleccionaban hongos y hierbas que después cortaba y añadía al asado. Se la podía escuchar maldecir el mal sabor de su comida pero sin dejar de arrojar al fuego los restos de sapos mugrientos y escarabajos, haciendo que el aspecto de su receta resultara aún menos apetecible. Ella, la que había adoptado la fama de hacedora de aquelarres por vestir con harapos y estar huesuda, jamás se había detenido a considerar que aquellas columnas de regaliz y dulce de leche que erguían su techo de galleta, o los azulejos de turrón y los muebles de vainilla y de fresa pudieran tener mejor sabor que las raíces de esas plantas que solía encontrar en el pantano. En esas se encontraba la pagana, relamiendo los huesos de un cuervo enfermo y desnutrido, cuando quiso advertir en su jardín la risa de dos almas en pena que se acercaban hacia allí sin más vestimenta que una sábana blanquecina y unos frutos en la cesta. Se quedó leves segundos contemplando la puerta, inquieta por descubrir quiénes eran, cuando escuchó comentar a uno de ellos que aquella casa de mazapán era mejor que todos los caramelos que habían conseguido en las casas del pueblo. Entonces la bruja se levantó con una media sonrisa e hizo girar levemente el picaporte. —¡Truco o trato! —exclamaron a la par Hansel y Gretel.

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DISECCIONANDO ASESINOS EN SERIE ¡¡

(AITOR HERAS)

El banco de madera de la estación estaba duro. Las puertas a ambos extremos estaban abiertas, por lo que las inclementes corrientes de aire no cesaban. Había poca gente esa tarde. Un viejo matrimonio, que no habían separado sus manos en ningún momento y un militar joven, para el que la adolescencia todavía era un recuerdo reciente, con un uniforme planchado e impecable. Por eso, la pequeña destacó casi al instante. Tendría unos ocho o nueve años. Su pelo negro iba recogido en dos trenzas tan bien hechas como sólo una mujer era capaz. Llevaba un vestido azul y un abrigo negro, sin cerrar. Era una preciosidad soviética, sin duda alguna. Eché una ojeada a mi alrededor. El taquillero, un hombre gordo, que sudaba a pesar del frío, dormitaba dentro del cubil que hacía las veces de taquilla. Debía tener problemas para entrar y salir de aquel reducido espacio cada día de trabajo. No había rublos que compensaran la sensación de tener que trabajar dentro de un ataúd. El militar golpeaba el suelo con sus pies sin cesar. Quién sabía si por el frío o por la impaciencia que le producía llegar a su destino. O, quizás, por ambas cosas. Lo que era cierto es que nadie me prestaba atención. Casi al instante tuve una erección. En mi cabeza pude verla desnuda, yaciendo en la húmeda hierba del bosque se extendía por detrás de la estación, con el mango del cuchillo que llevaba escondido en mi maleta sobresaliendo de su estómago. Reprimí el impulso de llevarme la mano al bolsillo para acariciarme el pene. No tardaría mucho en dar rienda al placer con ella. Me acerqué a la pequeña, tratando de eliminar de mi cabeza cualquier imagen de ella yaciendo en el suelo, empapada en su propia sangre. No tenía miedo, llevaba años haciendo lo mismo sin que me descubriesen, aunque una vez estuvieron a punto. Sabía con exactitud qué tenía que decirle. No tardaría en ser mía. Me levanté y empecé a caminar hacia donde se encontraba, de manera distraída.

ANDRÉI CHIKATILO Andréi Chikatilo (Yáblochnoye, Óblast de Sumy, 16 de octubre de 1936 – Novocherkask, 14 de febrero de 1994), conocido como el Carnicero de Rostov, fue un asesino en serie, considerado el peor de la extinta Unión Soviética. Fue autor de, al menos, 52 asesinatos, mientras vivía una doble vida como hombre de familia y miembro de la sociedad comunista del momento. Vivió en Rostov del Don, a unos 800 kms. de Moscú. Actuaba principalmente en estaciones de ferrocarril y autobús. 38


Fue detenido en una ocasión, pero puesto posteriormente en libertad tras comprobar que su sangre no coincidía con el semen encontrado en una de las víctimas, lo que le permitió continuar con sus asesinatos. Nació el 16 de octubre de 1936 en la Ucrania soviética. En la escuela fue muy introvertido e incapaz de aceptar su miopía. Padeció enuresis nocturnas (micciones incontroladas) hasta los 12 años. Siempre era humillado por otros compañeros, lo que fue llenando su ánimo con todas las injurias y lágrimas contenidas que padeció. Cada vez se iba haciendo más tímido con las mujeres, llegando a tener una relación con una chica de su pueblo, destruida por su impotencia. A pesar de su problema y su impotencia, pudo encontrar una esposa, con la que llegó a tener hijos. Era un marido de carácter estable y trabajador, un padre que nunca levantaba la voz a sus hijos, y un respetado miembro del Partido Comunista. En la escuela en que trabajó sus alumnos nunca lo tomaron en serio. Más tarde, Chikatilo llegaría a abusar sexualmente de sus estudiantes, tanto chicos como chicas, lo que, en 1974, le costaría el trabajo. Andréi Chikatilo mató por primera vez el 22 de diciembre de 1978, con 42 años. Abordó a una niña de nueve años de edad en la calle y la convenció para que fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras. Allí la desvistió con violencia. Accidentalmente le hizo un rasguño del que brotó sangre, lo que hizo que tuviera una erección, estableciendo un vínculo fatal entre sangre y sexo. Después le clavó un cuchillo en el estómago, acercándose al orgasmo con cada puñalada, lo que no dejó de hacer hasta eyacular. Dos días después la policía encontró los restos de la niña en el río Grushkova. También hallaron una gran mancha de sangre cerca de la cabaña, por lo que le interrogaron, aunque acabaron inculpando a otro agresor sexual, Aleksandr Krávchenko. En 1981 se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica, lo que le obligaba a viajar frecuentemente, lo que le proporcionó la fachada perfecta. Pasaron tres años antes de que asesinara de nuevo. El 3 de septiembre de 1981 asaltó a su segunda víctima, Larisa Tkachenko, prostituta de diecisiete años de edad. La convenció para ir al bosque a tener relaciones sexuales, pero falló en el intento. Ella se rio de él, lo que le enfureció. La estranguló y eyaculó sobre su cadáver, mordisqueó salvajemente su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió los pezones. Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor del cuerpo, dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En esos momentos supo que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror lo excitaban, pero era el asesinato en sí lo que presentaba para él el acto sexual supremo. Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk, fue raptada de un pueblo y fue acuchillada 40 veces en el bosque. Le mutiló los ojos y esto se volvería algo común en sus asesinatos, la firma mortal de Chikatilo. Chikatilo asesinó a otras tres personas ese año, y entre ellas se encontraba su primera víctima masculina, Oleg Podzhiváev de 9 años de edad. El cuerpo no se encontró pero Chikatilo afirmó ser el responsable y que le había arrancado los genitales.

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En 1984 asesinó a 15 personas, mientras el tiempo entre sus asesinatos iba disminuyendo y el número de víctimas iba en ascenso. Los elegía entre la multitud de estaciones ferroviarias y en paradas de autobús y los convencía, con algún pretexto, para que le acompañasen a alguna zona boscosa, donde les infringía numerosas puñaladas. Casi todas las víctimas sufrieron la mutilación de los ojos. A las adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rostov pasaron a ser sospechosos en potencia. Mientras los violaba se enfurecía tanto por llegar tan rápidamente al orgasmo que les machacaba la cara a golpes. A veces, para ocultar su impotencia, colocaba el semen en la vágina de la víctima, con ayuda de una ramita. En el caso de los niños, los atacaba nada más hallarse a solas con ellos en el bosque: un golpe para aturdirlos con las manos atadas y unos golpes de cuchillo poco profundos para establecer su dominio sobre ellos. Posteriormente, los mutilaba a mordiscos, les cortaba los genitales o solamente extirpaba los testículos, que guardaba como trofeo. Nunca se encontraron las partes seccionadas cerca de la escena del crimen. Practicaba también el canibalismo, llegando a coonfesar que le gustaba tragarse las partes blandas. El Instituto Serbsky de Moscú diseñó el perfil de un hombre ostensiblemente normal, porbablemente casado y con un trabajo regular. Por el semen hallado en los cuerpos de las víctimas se supo que su sangre era del grupo AB. El 14 de septiembre de 1984 fue detenido en el mercado de Rostov, pues encajaba con la descripción del asesino. Parecía un hombre respetable. Se le hizo un análisis de sangre, que resultó ser del tipo A, por lo que fue puesto en libertad sin cargos. Posteriormente fue acusado de robar un rollo de linóleo de su oficina. Siete meses después y con este caso aún pendiente, fue arrestado por comportamiento impropio en la estación de autobuses de Rostov, y sentenciado a quince días de prisión. La policía creía que él era el asesino, así que compararon la sangre de Chikatilo con el semen encontrado en los cuerpos de las víctimas e inexplicablemente no era el mismo tipo de sangre. Fue sentenciado a un año en cárcel por el robo del linóleo, pero el juez simpatizó con él y lo liberó antes. El 17 de octubre de 1990 volvió a matar en un bosque cercano a la estación de Donlesjoz. Este crimen absorbió a toda la policía local y a una fuerza antidisturbios de 100 hombres. Pero dos semanas después, Chikatilo volvió a actuar, y ésta vez fueron unos 600 detectives los encargados de investigar a lo largo de la línea de los bosques, en dónde montaban guardia tres o cuatro oficiales en los apeaderos más aislados. El 6 de noviembre de 1990, un sargento llamado Ígor Rybakov, vio salir del bosque a un hombre con traje y corbata. Observó, mientras éste se lavaba las manos en una fuente, que tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre. El sargento le pidió la documentación. Aunque no tenía motivos para arrestar a Chikatilo, dejó constancia del incidente. Al día siguiente se halló, en la misma zona, el cadáver de una chica. El homicida tenía que haber pasado por la estación, y no podía ser otro que el sospechoso del informe de Rybakov. Chikatilo fue arrestado el 20 de noviembre, sospechoso de haber asesinado a 36 víctimas, todos mujeres y niños. Su esperma, aunque no su sangre, sí era AB. Al ser detenido por el KGB, con paso lento y senil dijo “¿Cómo pueden hacerle esto a una persona de mi edad?”. En los interrogatorios afirmó ser un ciudadano normal, que no había cometido ningún delito y que era objeto de una absurda persecución.

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Escribió una declaración firmada para el Fiscal General, que decía: “Me detuvieron el 20 de noviembre de 1990 y he permanecido bajo custodia desde entonces. Quiero exponer mis sentimientos con sinceridad. Me hallo en un estado de profunda depresión, y reconozco que tengo impulsos sexuales perturbados, por eso he cometido ciertos actos. Anteriormente busqué ayuda psiquiátrica por mis dolores de cabeza, por la pérdida de memoria, el insomnio y los trastornos sexuales. Pero los tratamientos que me aplicaron o que yo puse en práctica no dieron resultados. Tengo esposa y dos hijos y sufro una debilidad sexual, impotencia. La gente se reía de mí porque no podía recordar nada. No me daba cuenta que me tocaba los genitales a menudo, y sólo me lo dijeron más tarde. Me siento humillado. La gente se burla de mí en el trabajo y en otras situaciones. Me he sentido degradado desde la infancia, y siempre he sufrido. En mi época escolar estaba hinchado a causa del hambre e iba vestido con harapos. Todo el mundo se metía conmigo. En la escuela estudiaba con tanta intensidad que a veces perdía la consciencia y me desmayaba. Soy un graduado universitario. Quería demostrar mi valía en el trabajo y me entregué a él por completo. La gente me valoraba pero se aprovechaba de mi carácter débil. Ahora que soy mayor, el aspecto sexual no tiene tanta importancia para mí, mis problemas son todos mentales. En los actos sexuales perversos experimentaba una especie de furor, una sensación de desenfreno. No podía controlar mis actos. Desde la niñez me he sentido insuficiente como hombre y como persona. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba cierta paz de mente y de alma durante largos periodos. Sobre todo después de contemplar todo tipo de películas sexuales. Lo que hice, lo hice después de mirar los vídeos de actos sexuales perversos, crueldades y horrores”. Lo que la policía dedujo de esta declaración es que el asesino trataba de buscarse una posible salida, alegando enfermedad mental. Los psiquiatras del Instituto Serbsky lo veían como un sádico prudente que no sufría trastorno alguno. Era consciente de que sus actos estaban mal, eran actos premeditados. En octubre de 1991 dieron a conocer sus conlusiones, diagnosticando que Chikatilo estaba “legalmente cuerdo” El juicio se inició en abril de 1992, Chikatilo, se quitó la ropa y meneó su pene gritando: “Fíjense que inutilidad. ¿Qué piensan que iba a hacer con esto? Chikatilo fue condenado a la pena de muerte, y ejecutado de un tiro en la nuca en la prisión de Rostov en 1994.

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EN LA PIEL DEL ASESINO EL ASESINO DE LA DALIA NEGRA (SC BURKE)

Por fin, mi gran obra maestra va a ver la luz. Puedo parecer un depravado. Puede que lo sea. He cuidado al máximo cada detalle, nada podía salir mal y, de hecho, creo que el resultado roza la perfección. Una delicada y joven flor cortada por la mitad expuesta en el mejor escenario posible, un vertedero. A la vista de todos. Destacando entre toda la podredumbre y las malas hierbas. ***** Salgo del coche, le doy un beso en la mejilla y le abro la puerta del copiloto. Realmente ella cree que soy todo un caballero y debo aparentarlo para que no sospeche. —Buenas noches Beth, siento el retraso – miento. —Buenas noches, no te preocupes, sólo llevo unos minutos esperando. – Manifesta con cierta ironía. Es evidente que lleva casi una hora esperándome en el puente. Tanta demora no es plato de buen gusto para nadie. —¿Lista para la sesión de fotos? – pregunto con gran interés esperando ansioso su respuesta. —Sí, estoy preparada – sonríe la pobre ingenua sin saber lo que le espera. —Vas a ganar tanto dinero bonita que ya no tendrás que cambiar de hotel a diario. —Eso espero. Últimamente las cosas no están saliendo como esperaba... – La bella florecilla negra parece presentir algo... —Sube al coche. – Le ordeno. Al verla vestida de negro, luciendo tan hermosa y, sabedor de lo que voy a hacer con ella, mi órgano viril cobra vida en mi entrepierna. —¿Dónde va a ser la sesión fotográfica? – Pregunta dejando que la ironía se transforme en pura curiosidad. —Es una sorpresa cielo. Lo tengo todo listo: la luz, el entorno... – Quiero añadir que ni en su peor pesadilla puede imaginar lo que tengo preparado. Pero prefiero guardar silencio y sonreír. Las manos al volante. Sólo me resta conducir los 15 kilómetros que nos separan del caserón de mis padres. Una finca que heredé hará no más de tres años y que lleva vacía otros tantos. Sin duda la escenografía perfecta acorde con mis ideas. Un lugar apartado de la vista de posibles curiosos que puedan arruinar mi creación. Y el granero. *** Llegamos al destino. La flor negra baja del coche con elegancia. Observo sus movimientos premeditados que le confieren la apariencia de una actriz de Holliwood, lo que siempre ha querido ser. Me apeo del vehículo y me acerco al portón metálico. Lo empujo con fuerza provocando un lamento correoso. Finalmente la puerta se abre y accedemos al pequeño y descuidado jardín que nos guía a la vivienda. Me abro paso entre las hierbas y matas tan altas que impiden caminar con soltura. La dama sigue mis pasos. Giro la llave de la entrada y alcanzamos el salón. La estancia es gélida. Tratándose de una fría noche de Enero es de esperar la baja temperatura. El vaho se escapa de nuestros labios. La sala está decorada de forma extravagante. Se percibe en el ambiente que la habitación lleva cerrada demasiado tiempo. El aire está cargado. La invito a pasar. Ella accede. Si sintiera algo de empatía por la flor sería capaz de notar sus escalofríos. Encuentro una pequeña lámpara de aceite en un rincón. La enciendo con mi mechero. El habitáculo se satura de numerosas sombras fantasmales.

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—Sí, la chica tendrá miedo. – Pienso. Lámpara en mano, atravesamos el salón y la cocina hasta llegar a la puerta trasera que conduce al granero. La flor sigue mis pasos sin abrir la boca, incluso me llega a apretar el brazo en un par de ocasiones. Llegamos al silo. En una esquina, bajo una pila de heno rancio está mi maletín. —¿Te parece erótico? – pregunto más bien al aire. —No sé qué decir. Un pajar siempre resulta un tanto sensual – intenta disimular el rubor de sus mejillas. —Desnúdate. – Le exijo sin darle tiempo a reaccionar ante mis palabras. —Estooo... hace algo de frío aquí ¿no? – titubea como si temiese llevarme la contraria. – Quizá deberíamos esperar un po... poco hasta entrar en calor... – sugirió en un tono apenas audible. De todas formas me trae sin cuidado lo que diga. Comienzo a cansarme de escucharla. —Tranquila, voy a por una manta – vuelvo a mentir. Sinceramente disfruto con este juego. Desaparezco de su ángulo de visión llevándome conmigo el candil. Contemplo su reacción ante mis palabras. No se quita la ropa. Así que regreso y me pongo manos a la obra. —Pero, ¿qué haces? – grita. No me gusta esto... – en sus ojos azules brilla un destello de terror presagio de lo que le va a suceder. ***** Agradezco que este lugar sea apartado. Sus chillidos resultan bastante desagradables. La golpeo con el puño y la hago caer al suelo. Ella promete guardar silencio. Vuelvo a atizarla, esta vez le propino una patada a sus delgadas costillas, asegurándome de este modo que cierra el pico. Mientras, me acerco a la maleta que contiene mis herramientas y un pensamiento absurdo asalta mi mente: tengo cuerdas suficientes para rodear todo el edificio familiar. Esta reflexión se va por donde había venido. Corto un cabo de cuerda y la amordazo. Ella permanece sin articular palabra alguna, pero no puede evitar gemir por el dolor que le acaba de causar mi puntapié. Quizá le haya roto una costilla. Se hace realmente molesto escucharla. Me arrodillo sobre ella. Acerco mi cara a su rostro y se queda inmóvil. La desnudo sin deleitarme en la labor. Quitarle el abrigo resulta fácil. Primero una manga, luego la otra y voilà. El vestido no es tarea sencilla. Está abotonado por la parte delantera. No me sorprende que la ropa interior, al igual que el resto de su indumentaria sea de color azabache. Cualquiera diría que viste de luto. Por algo la llaman “La Dalia Negra”. Giro su cuerpo. Ella no se opone al movimiento. Le desabrocho el sostén, repitiendo la misma operación que con el abrigo. La coloco de nuevo boca arriba. Corto el liguero y le arranco las medias. Las arrojo a cualquier parte. Le bajo las finas braguitas y su sexo se muestra ante mi en todo su esplendor. Toda una negra flor abriéndose antes mis ojos. No debo distraerme. Amarro sus níveas muñecas con la soga y hago lo propio con sus tobillos. Ahora sólo queda lo más complicado: colgarla por los pies. La cuerda es recia y estoy seguro de que la viga de madera no cederá ante tan poco peso. Mis músculos, contraídos por el frío, se resisten al esfuerzo de izarla. Lo consigo. Su cuerpo queda suspendido a medio metro del suelo. La mujer tiene los pelos de punta. —¿Sabías que las dalias mueren en invierno con las heladas? – suelto una carcajada. Enciendo un pitillo y me recuesto sobre la paja a descansar un rato. ***** Me despierto. No sé el tiempo que he dormido y eso me pone furioso. Me acerco a ella y sacudo su cuerpo. La golpeo una y otra vez. La escena me recuerda a un ring de boxeo con una persona a modo de saco rojo debido a la sangre que empieza a manar de sus heridas. Sentirme un boxeador me hace entrar en calor. Me fumo otro cigarro y reposo durante unos minutos.

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Lo necesito. Extraigo un puñal del maletín y me burlo con maldad. Me acerco a su cabeza y corto el bozal. —Nena, hoy vas a saber lo que es sonreír de verdad... – suelto una carcajada que se puede oír a kilómetros a la redonda, lástima que no haya nadie cerca. —Nooo por fav... – apenas consigue terminar la frase. La sangre brota de su boca como si se tratase de gasolina saliendo de un surtidor. Corto su rostro, despacio, de oreja a oreja. —Glub, glub... – esa es la única melodía que oigo ahora. Resulta paradójico ver cómo su cuerpo se retuerce como una serpiente mientras sonríe. Se balancea mientras expulsa escupitajos sangrientos. Me siento frente a ella a observar sus espasmos y prendo otro cigarrillo. El humo de mi cigarro es tan azul como sus ojos cuando los abre. La colilla se extingue en mis dedos. Eso me da una idea. Voy a usarla de cenicero. Enciendo otro y lo apago en su pecho. Da un respingo. Me gusta cuando se muestra rebelde. Verla brincar de aquella forma me excita. Repito la operación en cinco ocasiones más. Su torso deja de doblarse y me hace dudar de si la débil flor va a soportar lo que le espera. Resuelvo animarla un poco. —¡Esto te pasa por puta!. – Le increpo. –Las mujeres decentes se quedan en sus casas por las noches y no se van con el primero que pasa. O con la primera... ¿te gustan las furcias no? – su actitud pasiva me está enervando. Vuelvo a por el puñal. Lo deslizo sobre sus piernas, sobre su sexo, sobre su pecho blanquecino. Aprieto suavemente la piel hasta que vuelve a aparecer la sangre. Eso me da vigor. Ella se estremece con el dolor, con cada corte, con cada roce del cuchillo... Un impulso me hace seccionarle uno de sus pezones. En esta ocasión suelta un aullido como el de una loba herida. Aprovecho mi racha de suerte y continúo haciendo hendiduras a lo largo y ancho de su anatomía. Ahora me detengo en su muslo. Secciono un buen tajo que cae al suelo con un golpe seco. Reservo el pedazo de carne para más tarde y lo dejo sobre las frías baldosas del suelo, bajo su cuerpo. Me percato de que la muy zorra se ha orinado encima. No contenta con la micción, defeca llenando el suelo de deposiciones pardas. El trozo de pierna queda impregnado de sangre y excrementos. ***** La fuerzo a ingerir las heces. Se las meto en la boca de tamaño desproporcionado. Le tapo la nariz y empujo con fuerza —¡Traga esa mierda furcia!. De nuevo la situación se torna cómica. Otro pensamiento me recuerda que las flores crecen gracias a los fertilizantes y qué mejor que su propio abono. Vuelvo a desternillarme de risa. Se las come y vomita. Vomita varias veces. Vuelve a vomitar. Casi me entran náuseas al recoger el trozo del suelo. Lo despedazo con el cuchillo e introduzco una parte en su ano. Le duele. Me sobra una tajada y dispongo penetrar su vagina con ella. La abertura es estrecha así que hago otra hendidura con el cuchillo para poder meterla dentro. ***** Pierdo la noción del tiempo. Ya no se mueve. Ya no lucha. No sé si está viva o muerta. Ha perdido mucha sangre. Tiene que perderla toda. El sueño vuelve. Me reclino contra las tablas mientras espero. Pienso que la adecentaré un poco más tarde. Aún tengo tiempo.

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JAVIER VIVANCOS YO VI TU SILUETA El ganador del Premio Lituma 2006 y el Ciudad de Arnedo 2008 presenta Yo vi tu silueta, una cruda historia sobre la locura y la necesidad de ser amado. Contiene el diálogo ganador del Asesinos de Hemingway organizado por LibrosEnRed. Solo apta para estómagos como el tuyo... http://sacodehuesos.com/a-sangre/yo-vi-tu-silueta

Alicia recibe un inesperado mensaje de su ex novio. Cuando este decide “retomar la relación”, la rabia, la tristeza y la duda irrumpen en la acomodada vida de la estudiante. Malaconsejada por Sara, su compañera de piso, Alicia se abandona a un peligroso juego de burlas y provocaciones con trágicas consecuencias... ... cuando el vecino de al lado, un hombre trastornado y solitario que convive con un discapacitado meNtal, decide a su vez que ha llegado el momento de declararse a Sara con el fin de que la atractiva e hiriente joven ocupe el lugar de su anterior novia, fallecida en un dantesco accidente que es en realidad uno de los oscuros secretos que pesan sobre la conciencia de los Cabeza Vaca. Atrapada en las redes de una locura congénita, Alicia se ve obligada a ejercitar sus conocimientos de Psicología y a superar toda clase de temores y prejuicios para luchar por su vida. Pero la historia cambiA dramáticamente cuando se vislumbra una silueta conocida tras el cristal traslúcido de la jaula en que se halla la chica. Yo vi tu silueta mezcla el horror visceral, el terror psicológico, el drama familiar y las reflexiones sobre la psique humana y la importancia de la familia en la sociedad en la que vivimos. Armada como un tenso thriller en donde los personajes se van enredando entre sí con funestas consecuencias, en esta perturbadora novela aparecen temas como la soledad, la Guerra Civil, la obsesión, la Psicología, la superficialidad y la importancia de la familia en toda su crudeza. Javier Vivancos nació en Cartagena un viernes 13 de 1979. En una fecha así, solo podía haber venido al mundo un escritor de literatura de terror. Se diplomó en Trabajo Social y se licenció en Psicología, pero lo que más le interesa es escribir y dar rienda suelta a esas historias que de cuando en cuando pululan por su mente como almas perdidas que necesitan ser dirigidas hacia algún lugar más luminoso. Ha trabajado como corrector y como redactor. Tiene varios trabajos publicados, ha resultado ganador en certámenes de relatos como el Premio Lituma 2006, el Ciudad de Arnedo 2008 o el X Concurso de Relatos Eróticos de Cartagena, y además ha conseguido pasta con ello. 45


EL GORE MÁS GORE (CLARA)

Clara arrancó otro trozo del sándwich de jamón y queso que tenía mordisqueado en el plato, desperdigando migas de pan por todo el suelo y parte de su ropa. Bebió un poco de zumo para ayudar a digerir la comida, saboreando el sabor a naranja que tanto le gustaba. De rodillas e inclinada hacia delante, ponía toda su atención en la cartulina blanca que sostenía con una mano, mientras con la otra daba los últimos retoques al dibujo que llevaba toda la tarde realizando. Era un día radiante, sin apenas nubes en el cielo, permitiendo iluminar toda la habitación de Clara, a través de una ancha ventana con las cortinas corridas. Estanterías repletas de libros infantiles y muñecas variadas conformaban el cuarto de la pequeña, estando el parqué lleno de manchas multicolores, provenientes de los botes de acuarela con los que tenía que realizar el dibujo, por orden de la maestra. A Clara le gustaba el colegio, exceptuando los madrugones por la mañana porque, a Clara, también le gustaba dormir. Se lo pasaba bien en las clases, aprendiendo y participando, sobre todo en las de trabajos manuales, con la profesora Inés. Era tan buena como atenta, mandándoles siempre deberes chulos, como el que tenía que entregar mañana. Se trataba de dibujar algo con el corazón, sacar de dentro los sentimientos y plasmarlos sobre el papel. Sin barreras, sin tapujos. Clara disfrutaba con los retos y, si terminaba pronto, podría meterse en Internet para chatear con sus amigas del cole, donde hablarían de chismorreos, de lo asquerosos que son los chicos y demás cosas intranscendentes. Todo eso antes de que su madre la mandase a dormir. Ardía en deseos de salir mañana a la pizarra y exponer su trabajo, con el que recibiría la felicitación de la profesora y la mirada envidiosa de Sandra, esa niña repelente que siempre intentaba superarla en todo y que en el recreo la tiraba de la coleta sin razón aparente. La odiaba, pero también le daba pena, ya que sabía que por dentro se moría de envidia por ser como ella. Con ese pensamiento, se dispuso a pintar los últimos detalles. Antes, en mitad del dibujo, había tropezado con un impedimento. El color rojo se había acabado, y era el que más necesitaba. Fue a comentárselo a su madre y ella, siempre tan complaciente, resolvió el problema, permitiéndola seguir con su obra maestra. —¿Te gusta como está quedando, mama? — preguntó Clara, con una sonrisa y mirando hacia un lado. Su madre se encontraba tendida en el suelo, con el pelo alborotado y los ojos apagados. Un prominente tajo recorría todo su cuello, por el que manaba sangre a borbotones. Al lado del cuerpo, un cuchillo de grandes dimensiones presentaba la hoja ensangrentada. —Gracias por tu ayuda, mama—. La niña metió la mano por la herida del cuello, ensanchándola más y pringándose los dedos con el líquido viscoso. —Ahora tengo rojo de sobra. Un portazo en la entrada avisó a Clara de que su padre había llegado de trabajar. Cogió el dibujo y corrió a enseñárselo, chorreando y pringando de rojo por donde pasaba. —Papa, papa, ya estás en casa—dijo la niña, dirigiéndose hacia él con euforia. —Cuidado, cariño, no me vayas a manchar—contestó su padre, acuclillándose y dándole un beso en la frente— ¿Qué tienes ahí? —Es un trabajo para la clase de la profe Inés.— Clara se lo mostró, con un deje de orgullo en la mirada— ¿Te gusta? —Es precioso, eres una pequeña artista—alegó, abriendo los ojos como platos y cogiendo el dibujo. — ¿Y mamá donde está, princesa? —En la habitación, papi. Me ha ayudado a terminarlo. Su padre se alzó y se dirigió al encuentro de su mujer, sosteniendo la cartulina de Clara con cariño. Cuando llegó al umbral y vio el cuerpo inerte, se quedó petrificado, sosteniéndose contra la pared para no caerse. No pudo más y cayó de rodillas, gritando a pleno pulmón y llorando desconsoladamente, arrugando el dibujo y rasgándolo por efecto del shock.

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—No, no, no…dios mío, mi vida— Acunó la cabeza de su mujer, la cual quedó colgando para atrás, unida al cuello de forma precaria, debido al tajo de grandes dimensiones. —¿Qué has hecho, Clara?...¡¡¿¿QUÉ HAS HECHO??!! El padre giró la cara para enfrentar sus ojos acuosos a los de su hija, viendo como ésta se encontraba con el cuchillo en alto y una mirada furibunda. —Has roto mi dibujo, papa–dijo la niña, alzando el puño y chirriando los dientes. — Ahora, tendré que empezar de nuevo. Y voy a necesitar más color rojo. Con un alarido la niña arremetió contra su padre, clavando la primera cuchillada en el mentón, rasgando el labio inferior por la mitad al sacarla. Las siguientes se concentraron todas en la cara, produciéndose un sonido de pompa al explotar cuando hundió la hoja en ambos ojos, viéndose parte del fondo de la cuenca ocular. Después de varios minutos, el rostro era una masa informe, con el puente de la nariz colgando hacía un lado, y observándose parte de la dentadura por los agujeros ocasionados en los mofletes. Con un hilillo de vida aún, el padre noto como el frio acero se hundía a la altura de su ombligo, serrando y subiendo hacia su pecho. Exhaló el último aliento sin poder gritar, al tener la lengua agujereada al máximo. —Veréis como este dibujo queda mejor que el otro—canturreó Clara, cogiendo otra cartulina y mojando los dedos por dentro del cuerpo de su padre. —Por cierto, mamá… ¿Qué hay de cenar hoy?

(DAVID CARRASCO)

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DELEITÁNDOME Primero me gusta pasar mi mano por su piel siempre húmeda y a veces viscosa como si hubiera salivado por todo su cuerpo. Mirándo sus ojos ya vidriosos que todavía guardan el miedo al final, su último aliento, introduzco una hoja bien afilada en sus entrañas y voy marcando una línea recta hacia su garganta. Despacio, con suavidad, sintiendo como voy cortando la carne. Es entonces cuanto mi mano penetra en su interior y arranco con fuerza sus tripas, los entresijos que un día le hicieron vivir. Lavo con rapidez mi cuchillo y remojo mis manos para borrar cualquier resquicio de matanza en mi. Y vuelvo a mi tarea, despacio moviendo con sumo cuidado la cuchilla para liberar su piel de la carne por todo su cuerpo.... así de un lado a otro rasgando su identidad. Es acabando cuando lo lavo con minuciosidad, que no vea ninguna hebra de liquido sanguilonento, que esté tan puro que cuando mastique un trozo de su carne sienta el placer de comerme la vida. Algunas veces extraigo sus ojos, mis dedos juegan en su boca mientras agarro el globo ocular y lo arranco con fuerza y con un machete parto su cabeza en dos. Es cuando acabo mi trabajo... La Señora Pepa ha tenido suerte, le he limpiado la mejor pieza del mercado. Tendrá un buen salmón para su cena de Nochebuena.

(RAVEN PINK)

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LA ENTREVISTA KORVEC Hoy hablamos con Santiago Sánchez, más conocido como “KORVEC”; autor entre otros de ‘Bola 13’, una colección de relatos entre los que se encuentran ‘Balsa de sangre’, finalista de mejor relato en castellano IV Premio Ovelles Elèctriques; y ‘Un sueño sencillo’, finalista del premio Domingo Santos (2011). Hemos tenido un rato con él para que nos hablara de sus libros y de su experiencia como escritor. 1.DORIAN(VUELO DE CUERVOS) ¿Quién es Korvec? KORVEC: Nadie en especial, un tipo que se levanta cada día a las tantas de la mañana para ir a currar como casi cualquier hijo de vecino (de los que tienen la suerte de tener trabajo). 2.D(VDC)¿Cómo te iniciaste a la hora de escribir y desde cuándo? KORVEC:Empecé durante mi adolescencia novelando las partidas de rol que hacíamos en casa de algún colega. Luego poco a poco empecé a animarme con relatos, cuentos e incluso dos novelas que terminé y pasé a máquina. 3.D(VDC)¿Qué sentiste la primera vez que tocaste con tus manos tu propia novela? KORVEC: Es una pregunta complicada. La primera que terminé fue “Ying-Yang” en los años noventa que escribí a bolígrafo y fui pasando a máquina durante los fines de semana. La primera autoeditada fue “El camino de la cabra” y la primera que me editaron fue “El Despertar”. La verdad es que no recuerdo que ninguna de ellas me produjera una sensación especial, quizás porque se trata de un proceso muy largo y pasan meses de duro trabajo hasta que llega ese momento. Quedaría muy guay decir que me llenó de orgullo y satisfacción… pero no recuerdo que fuese así. 4.D(VDC)¿¿Qué hay de ti en cada libro? KORVEC: Depende del libro. En alguno desde algún personaje que está bastante basado en mí (o en como yo me veo) en algunos relatos pesadillas que he sufrido y en otros mi punto de vista sobre un tema determinado 5.D(VDC)¿No solo eres escritor si no, también lector ¿Qué lee Korvec cuándo no escribe? Y ¿Qué esperas encontrarte en los libros que lees? 50


KORVEC: Leo un poco de todo, quizás porque siempre he tenido libros por casa. Desde novela bélica a comedias pasando por terror o ciencia ficción, ahora mismo estoy terminando de leer una novela de Sir Walter Scott, pero el anterior era una de ciencia ficción de Dan Abnett y el próximo posiblemente será alguna antología de autores nacionales de las varias que tengo por casa esperando como el “Calabazas en el trastero futbol” o el “Bueno, bonito…maldito”. En los libros por regla general me conformo con que me hagan pasar un rato entretenido, ya si encuentro personajes y situaciones interesantes o consigue engancharme pues tanto mejor. Pero el mínimo que le pido a un libro es que su lectura no me aburra. 6.D(VDC)¿¿Dentro de los libros que lees cual es tu favorito y por qué? KORVEC: Quizás las sagas protagonizadas por personajes a los que ya conoces como los de los Fantasmas de Gaunt, los de Sven Hassel o los de Juego de Tronos (por decir algo). Quizás por ese placer del reencuentro con algo conocido. 7.D(VDC)¿Cuál es el peor libro que has leído? KORVEC: Uf… no te sabría decir. Hay unos pocos que se me hicieron muy arduos de leer e incluso unos pocos que he abandonado sin terminar (pocos) pero no los considero malos, aunque no soy capaz de conectar con ellos. Creo que sería pretencioso por mi parte calificar como malo un libro con el que otra persona con otros gustos sea capaz de conectar. Confieso que tengo en mente uno que le compré por Sant Jordi a un autor local (que me cobró 20 euros por un librito de tapas blandas de apenas 200 páginas) que no me gustó nada, pero me parecería cruel mencionar el título y al autor. 8.D(VDC)¿Eres capaz de sacar alguna falta o fallo en alguna de tus novelas? KORVEC: Por supuesto no soy perfecto. En casi todas termino encontrando alguna repetición de palabras (sobre todo en “El Despertar”) y frases que ahora escribiría de otro modo, aunque mi intención es ir aprendiendo de los aspectos que menos satisfecho me dejan para tratar de mejorar ese aspecto en la siguiente. 9.D(VDC)¿Qué esperas conseguir en el mundo editorial? KORVEC: Seguir contando historias. 10.D(VDC)¿¿Qué opinas de la situación editorial de hoy en día, se publica masivamente y sin criterio, o todos deben tener las mismas oportunidades? ¿Hay amiguismos en algunos grupos editoriales o entre escritores?

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KORVEC: El mundo editorial es un negocio y como tal su objetivo es ganar dinero. También es cierto que hoy día existen más herramientas que nunca para el que quiera escribir y montárselo por su cuenta. No creo que las editoriales carezcan de criterio, se limitan a apostar por lo que creen que funcionará. A veces aciertan y otras no. ¿Amiguismos? Depende. No creo que una editorial grande publique un libro de un amigo del jefe solo por ser su amigo, más que nada porque esa sería una inversión importante, aunque ya hace muchos años que corre el rumor de que determinados premios literarios se conceden “a dedo” para promocionar a determinado autor y cosas así, pero no tengo pruebas de que eso sea cierto y me muevo a un nivel muy lejano de esos mundos. En las antologías de relatos de las editoriales pequeñas por descontado que en muchos casos existen amiguismos, yo mismo estoy coordinando una antología de relatos a la que he invitado a algunos amigos… pero si juzgo que lo que escriben no da la talla se lo diré del mismo modo que espero que a mí me lo dijeran en las mismas circunstancias. 11.D(VDC)¿A la hora de leer y de publicar prefieres papel o digital? ¿Cual crees que será el futuro entre ambos? KORVEC: Me gusta más papel, en ese sentido soy bastante fetichista, me gusta el tacto, el olor y el aspecto de una librería bien provista. Pero es más práctico el formato digital y para leer en determinados lugares como en el tren o el metro, prefiero el ebook (de tinta electrónica sin retroiluminación). Espero que ambos formatos puedan coexistir, tengo claro que el formato digital ha llegado para quedarse, pero a pesar de que hace más de 3 años que tengo libro electrónico, no he dejado de comprar libros en papel. 12.D(VDC)¿La trilogía “el camino de la cabra” se basa en el género zombie, ¿no crees que se convirtió hace tiempo en un tema demasiado publicado? ¿ o es bueno aprovecharse del tirón? KORVEC: Bueno, en el momento en el que lo escribí apenas había nada publicado sobre el tema, lo que ocurre es que tardó muchos años en publicarse, aunque ya llevaba mucho tiempo circulando de forma gratuita por la red, de igual modo que “Punto Seguro III/07 Contención” o incluso su continuación. No creo que sea un tema más publicado que por ejemplo las novelas románticas y como tal también tienen su público, si aun no han desaparecido significa que los lectores las compran, como ya dije el mundo editorial es un negocio y si no desaparecen, significa que aun generan beneficios. 13.D(VDC)¿Citas en algunas entrevistas que “punto seguro” es la novela de la que más orgulloso estás. ¿Por qué? KORVEC: Fue un proyecto bastante ambicioso, es la novela con mayor número de personajes y tramas que había intentado escribir. Al principio la idea de fusionar una trama bélica con otra policiaca en un entorno a caballo entre la ciencia ficción y el terror me pareció una empresa bastante complicada. Pero el resultado me dejó muy satisfecho. A pesar de no contar con un protagonista principal. Creo que esta novela tiene quizás el elenco de personajes más interesante de todas mis obras.

14.D(VDC)¿¿Qué significan para ti tus lectores? KORVEC: Son quienes después de leer lo que escribo decidirán si le darán una oportunidad a mi siguiente obra o no. Está muy bien eso de decir que escribes para ti, pero en ese caso no necesitas editarlo, si creas algo de cara al público tienes que tener en cuenta sus gustos. Por suerte creo que casi todas las temáticas y estilos tienen su público. 52


En su momento a mí me sorprendió mucho el éxito y difusión de “El camino de la cabra”. Me encontré con gente de lugares como México o Chile felicitándome por la novela e incluso preguntando por la posibilidad de adquirir un ejemplar físico. No nos engañemos, soy consciente de vivir en un país en el que si un catedrático consigue que le editen una novela es muy posible que esta solo sea leída por sus familiares y amigos mientras que si mañana mismo cualquier tertuliano de Tele 5 saca un libro a la venta este se agotará en menos de una semana. Pero a pesar de todo, un escritor sin lectores es como un avión sin motor. 15.D(VDC)¿Bola 13 es un libro en cuyo interior encontramos una colección de relatos dónde uno de ellos “Balsa de sangre” que fue finalista de mejor relato en castellano del IV premio Ovelles Electriques; junto con “Un sueño sencillo”, finalista también del premio Domingo Santos (2011). ¿A parte de estos, que vamos a encontrar dentro del libro? KORVEC: Un poco de todo, intenté escoger una selección lo más variada posible en cuanto a temáticas de mis relatos. Puedo adelantar que uno de los que más ha gustado es un western sobrenatural, pero otros relatos tocan temas como el carcelario, magia negra, demencia o incluso una perturbadora historia de amor. 16.D(VDC)¿¿A quién crees que le gustará más y a quién menos? KORVEC:Los relatos van enfocados a todos los que disfruten de historias oscuros. Si incluso a mis padres les gustó alguno de los relatos, supongo que casi todos los lectores podrán encontrar alguno que conecte con sus gustos. Por descontado no gustará nada a quien busque una historia romántica o no le gusten este tipo de temáticas. 17.D(VDC)¿¿Por qué un libro de relatos después de las novelas? KORVEC: Después de mi aventura con la autoedición, me di cuenta de que mi técnica no era buena. Cometía muchas faltas de ortografía, repetía multitud de palabras, utilizaba en demasía adjetivos terminados en “mente”… así que para practicar y depurar esos errores, decidí dedicar una temporada a escribir relatos cortos e incluso presentar algunos a certámenes. Con el tiempo algunos llegaron a publicarse o a quedar bien situados. Después de participar en tantas antologías de varios autores, pensé que ya había llegado el momento de crear mi propia antología. 18.D(VDC)¿¿Qué proyectos futuros tienes entre manos? KORVEC: He participado en algunas antologías de relatos que espero vean la luz en breve. La primera lleva por título “Dimensión B” y es un homenaje a las películas de ese género. Algo más adelante si no se tuerce la cosa debería publicarse “Punto Seguro III/07 Turismo de Riesgo” la continuación de “Punto Seguro III/07 Contención” que transcurrirá en el continente africano y me encuentro coordinando una antología de relatos “sórdidos” con temáticas tales como drogas, prostitución, explotación… que contará con ilustraciones del gran Raul Orte que espero vea la luz de algún modo. A más largo plazo, tengo tres novelas empezadas y tengo intención de sacar un nuevo libro de relatos titulado “Ojos de serpiente” pero no creo que ninguno de esos proyectos vea la luz antes de 2016 como muy pronto. DORIAN: ¡Gracias Korvec! 53


(ILUSTRACIÓN CECILIA GF)

- DARK LOVE -


AMOR ENTRE TUMBAS (JAVIER VIVANCOS)

Siempre lo espera allí, en ese mismo rincón del cementerio, donde los árboles precipitan la noche extendiendo la silueta de sus ramas como garras sombrías que, poco a poco, se abrazan a las lápidas con deseo contenido. Ella también se deja abrazar por la oscuridad. Se estremece de arriba abajo, y no es por el aire frío que se cuela en las rejillas y vuelo de su negro vestido, sino por la sensación de vacío, por el anhelo creciente y desolador que se apodera de ella conforme el perímetro del camposanto se desdibuja, se funde en una última y mortecina franja de fulgor rojizo. No lleva reloj, no tiene forma de saber qué hora es, si se está retrasando, si el encuentro no se producirá esta vez, si el vacío acabará por propagarse por todo su cuerpo, hasta que no quede nada de ella, solo esa angustia eterna sin principio ni final. Se siente a gusto en la noche, la espera con ansia, pero conforme la tonalidad azulada de las sombras se oscurece de manera implacable, el temor se acrecienta en su pecho, y ya es como si no latiera, como si en realidad ese órgano que bombea sangre se limitase a dar golpetazos, presa de la desesperación. Arrastraría sus pies descalzos sobre las hojas muertas sin con ello pudiera reunirse con él, si pudiera acortar así esta insoportable espera, esta incertidumbre fría y gris como las lápidas, sus únicas compañeras, las únicas confidentes de sus lágrimas... ... Hasta que él llega. Al fin. La cubre con su largo manto por la espalda. Por mucho que ella esté atenta a cada rumor entre las ramas, a cada movimiento susurrado por el viento, siempre logra sorprenderla, y ella acaba indefectiblemente sobresaltada y abrazada a su cuerpo hasta encontrar cobijo para todo ese vacío estremecedor. Sus dedos, largos, finos y muy fríos, sostienen su mentón con dulzura, y antes de que ella pueda susurrar cuánto lo ama, cuánto lo necesita, cuánto miedo tiene a su ausencia, sus labios se unen a los suyos con una suave descarga, una corriente placentera y sin aparente fin. ¿Quién podría desear que algo así terminase? Desea fundirse en él, que el hormigueo que ahora le recorre las extremidades se extienda por todo su ser hasta dejar de sentir su propio cuerpo, hasta perder todo contacto con las hojas muertas del suelo, y flotar lejos de todo, sin otra referencia que el contacto de sus labios intercambiando palabras de amor que nadie más oye, que nadie más que ellos puede comprender. En algún momento, cuando los besos han insuflado lo suficiente para acabar con ese vacío de oxígeno y de vida siquiera por una noche más, aún aferrados de la mano pasean bajo los mismos árboles, el mismo sendero de grava y hojas caídas, como si no hubiera ningún otro lugar donde ir, como si tampoco lo necesitaran. Aquí se encuentran extrañamente bien, en este umbrío recodo, en torno a las mismas lápidas que han convertido en sus bancos particulares. La sensación de lugar común, de déjà vu, de haber vivido esto una y otra vez durante cientos de noches como esta, no es desagradable en absoluto. Y la misma pregunta se repite, como en un ritual, como en un secreto conocido solo por ellos dos: —¿Por qué aparecen nuestros nombres en estas lápidas? Y él sonríe con profundo pesar en su mirada, y la besa de nuevo por toda respuesta. 55


EL ROSTRO DEL MIEDO (JUANMA NOVA GARCÍA)

Creí que, tras llevar décadas recorriendo estos interminables y sinuosos pasillos, aparte de conocerlos de memoria, sabía todo cuanto hay que conocer sobre mi oficio. Y aún más… Pero como tantas otras veces, me equivocaba. Es el mío un empleo curioso, que requiere sigilo, cuidado y muchas horas de obstinada dedicación. Pero el tiempo nunca supuso un problema… ¡Ah, el tiempo!¡Ese engañoso artificio del ser humano para intentar controlar lo incontrolable!¡Tengo tanto que nunca sé si es poco! Como contaba, creí que conocía de memoria las ruinosas estancias de este antiguo y laberíntico caserón, que no existía ni una sola habitación, escalera o rincón que no hubiera explorado ya una y mil veces; que no había nada que escapara a mi registro y control. Siempre había pensado que todo aquello era mío. No es así, claro está. Pero es un lugar abandonado… y yo su único habitante y guardián; así que con el paso de los años su vida se había convertido en parte de mí… del mismo modo que recíprocamente, mi alma había pasado a formar parte de la suya. Por lo tanto me sentía amo, dueño y señor de todo lo que hubiera entre aquellas paredes y lo que sus mil y un escondites y recovecos pudieran albergar. Para empezar, el silencio era mío; la oscuridad era mía, el perpetuo abandono, la soledad… incluso el espeso aire enrarecido y viciado y aquella insoportable humedad de catacumba que calaba hasta el tuétano de los huesos eran también míos. Mis sufridas articulaciones, la maltrecha cadera y mis cansadas y gastadas rodillas pueden dar fe de ello. También están las crueles pesadillas y el desasosiego; los monstruos y sus perversiones… Pero eso queda para otro día, para otro relato, si estos pobres dedos siguen en condiciones de sujetar una pluma. Malditos y escabrosos pasillos; el frío es un estilete a cada paso, y el peor frío no es el que se filtra por las grietas de los muros, sino el que queda tras la gélida estela de mis pasos. Y es que dicen que los de nuestro oficio somos de condición solitaria y carácter huraño e irascible; celosos hasta la saciedad de nuestra causa y de sus secretos y misterios. Así debe ser. Y así era hasta que sentí por vez primera… ¿miedo? Descansaba yo en mis aposentos, tumbado en un viejo diván. Era media mañana, pero de un día gris y lluvioso de finales de otoño, con lo que no difería en mucho de un oscuro atardecer. Además, las cortinas de terciopelo carmesí permanecían echadas sobre los amplios ventanales, con lo que en la estancia no se filtraba atisbo alguno de luz. Estaba a punto de dormirme, deambulando en ese extraño duermevela que separa la vigilia del sueño profundo. Fue entonces cuando noté un ligero movimiento, un apenas perceptible cambio en la ondulación de la corriente de aire. Entreabrí ligeramente los ojos, pero permaneciendo quieto, paralizado, inmóvil… Frente a mí comenzó a dibujarse el contorno de una silueta y dentro de ella, unos ojos, lentos e insomnes… pero manteniéndome siempre y en todo momento dentro de su ángulo visual. No era un sueño, estoy convencido de ello. Cerré los puños apretando las uñas contra las palmas de mis manos para asegurarme de que podía sentir el dolor, que estaba despierto. Recuerdo la escena como si la estuviera viviendo ahora mismo. La sombra se acerca. Sigilosa, con cautela… inclinándose sobre mi rostro. Noto el roce repulsivo y nauseabundo de su aliento como un escalofrío. Contengo el aliento e intento detener las pulsaciones de mi corazón simulando estar muerto. Permanece una eternidad en aquella posición, estático, acechante. Parece no verme. 56


Entonces y tras no poder aguantar más la respiración, exhalo una bocanada de aire. La extraña abominación se percata entonces de mi presencia, abre unos ojos enormes y se gira abriendo de forma grotesca sus fauces, olfateando con sus fosas nasales la oscuridad y mi silencio. Profiere un escalofriante y aterrador alarido. La sangre se hiela en mis venas. Mi corazón pide auxilio. Vacío mis pulmones con sigilo, exhalando el alma del interior. Noto la hiel en el estómago y su regusto amargo en la garganta. Me dejo llevar, como si un último hálito escapara de mis entrañas, buceando entre la penumbra hasta envolver con un aura olivácea el rostro de aquel engendro… Al fin la aparición se esfuma. Todo parece volver a la calma y cotidianidad de siempre. Pero algo ha cambiado. Noto que aquellas estancias y sótanos tan familiares ya no me pertenecen del todo. Pongo todos mis sentidos en la calma quieta de la noche, en un silencio roto solo a intervalos regulares por el sempiterno repiqueteo del agua de lluvia sobre las losas de piedra de la entrada. Con su hipnótica letanía mi oído vuelve a captar un sonido; el eco cercano de unos pasos furtivos. De quién se trata, cómo, cuándo y de dónde vino, y qué quiere aquí, es algo que no puedo saber ni entender. Algo que aún me parece inconcebible. Y aunque mi pensamiento no pueda aceptarlo como real, me hace recordar cosas que obviamente ya había olvidado hace mucho tiempo. ¿Miedo? Sí. Vuelvo a tener miedo. Pese a nuestra condición, los espíritus descarnados no estamos libres de experimentar también el miedo.

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UNA DE POLIS ALEJANDRO MORALES (true detective)

¿Qué se necesita para quebrar a un hombre? Esta es una pregunta que en los últimos años me he planteado en repetidas ocasiones, sin poder llegar a resolverla satisfactoriamente del todo. En la serie televisiva True Detective, entre otras muchas cosas, di con una muy interesante respuesta a la interrogante. Sólo que para llegar a ella, como en toda buena historia de detectives, primero hay que seguir las claves que, irremediablemente, nos conducen a la verdad. True Detective tiene todo lo que me gusta en una serie: buenos personajes, buena historia, buena narrativa y, lo más importante del todo, la capacidad de hacer que el espectador se pregunte continuamente ¿pero qué demonios está ocurriendo aquí? Y lo hace de un modo inteligente, sin más pretensiones que las estrictamente necesarias para poder contarse a sí misma. Todo el mundo miente Citando otra gran serie: “todo el mundo miente”. Uno de los factores más interesantes de True Detective es que sus protagonistas siempre mienten, le mienten a sus interrogadores, le mienten a sus familiares y amigos, se mienten entre ellos, les mienten a los espectadores y se mienten a sí mismos. Esta manipulación de la “verdad” provoca que al final el espectador sea el último en enterarse de los acontecimientos, siendo al mismo tiempo incapaz de discernir el panorama completo por la enrevesada madeja de versiones de la historia. Los detectives mienten porque son humanos (demasiado humanos, diría Nietzsche, a quien volveré más adelante), y fieles a su naturaleza inherente viven en conflicto ante el mundo, los otros y sí mismos. Bastante lejos queda la afable relación entre investigadores como en el caso de Holmes y Watson, pues aunque entre los detectives Hart y Cohle hay un árido respeto mutuo, su relación no carece de fricciones y problemas que tienen un fuerte impacto tanto en su vida profesional como personal. Por supuesto, todo este conflicto no es gratuito. Los creadores de la serie han dotado a sus protagonistas de personalidades muy contrastantes, pues mientras uno descubre y refuerza su humanidad en el contacto con su familia y amantes, el otro lo hace en la soledad de sus reflexiones nihilistas acerca del mundo y el hombre. De este modo, de forma paralela al argumento principal, nos encontramos con la subtrama de la vida de cada detective y su interrelación. Y aunque en un principio eso podría significar un lastre para la historia principal, en realidad se convierte en un muy atinado extra que la da una dimensión más profunda y basta a la historia.

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Los maestros del horror: Bierce, Chambers, Machen y Lovecraft Ya desde muy temprano en la serie, los guionistas de True Detective nos sueltan dos bombazos que los conocedores de la obra del maestro de Providence reconocen al instante: Carcosa y el Rey Amarillo (o Rey de Amarillo o Rey en Amarillo, dependiendo de la traducción). En el caso de la primera, Carcosa hace referencia a una ciudad ubicada cerca del lago Hali, cuyo origen se remonta al escritor Amobrose Bierce, autor de “Un Habitante de Carcosa” (1891). Un relato romántico de fantasmas o de horror ontológico con el que da inicio el Ciclo de Hastur, en el que Carcosa ya no es una idílica polis humana, sino la morada del temible Rey de Amarillo. El caso del Rey de Amarillo es un poco más complejo, pues éste surge originalmente como un texto maldito, una obra de teatro en específico, que trae la locura y la perdición de cualquiera que la lee o representa. Este texto, antecedente del famoso Necronomicón, y creación del escritor Robert W. Chambers, versa sobre las intrigas palaciegas de la realeza de la ciudad de Hastur (o en la ciudad de Yhtill, según otra versión), y de la repentina aparición de un sujeto enmascarado que porta el Signo Amarillo, otro elemento muy significativo en esta mitología. Éste portador, de aspecto indefinido pero cariz siniestro, a la postre se revela como el Rey de Amarillo (o un sirviente de él) que lleva la perdición a todo el lugar y sus habitantes. Ya dentro de los Mitos de Cthulhu, y en específico en el mencionado Ciclo de Hastur, el Rey de Amarillo es una entidad de aspecto andrajoso y rostro oculto que es una encarnación del primigenio Hastur, que ya no es un lugar ni el bondadoso dios de los pastores, sino una deidad monstruosa interestelar conocido como “Aquel Que No Debe Ser Nombrado” (según otra interpretación, el Rey de Amarillo bien podría ser uno de los casi infinitos avatares de Nyarlathotep, pues su apariencia y comportamiento recuerdan mucho al Indescriptible Gran Sacerdote, también conocido como la Cosa de la Máscara Amarilla, terrible habitante de la Meseta de Leng en las tierras del sueño y quien es identificado como una de las formas de Nyarlathotep). En True Detective, tanto Carcosa como el Rey de Amarillo no son retratados tal y como son conocidos en el mundo literario, pues más que recursos narrativos que inviten al terror, lo que hacen es crear un aura de misterio e intriga alrededor de un caso criminal de extraña naturaleza. En efecto, quien vea True Detective esperando ver una historia con tintes sobrenaturales, temo se llevará una decepción, ya que la serie se enfoca más a lo dramático y misterioso. En ese caso, y con justa razón, podemos preguntar qué ocurre con la tan mencionada relación de la serie con la obra de Lovecraft. Pues bien, la relación, al menos desde mi muy personal análisis e interpretación, con el maestro de Providence es prácticamente imperceptible y se encuentra en el discurso de uno de los detectives (Rustin “Rust” Cohle, interpretado por Matthew McConaughey), cuyo nihilismo y discurso nos remiten a la idea del “eterno retorno de los mismo”, expuesta en la filosofía del alemán Friedrich Nietzsche. Para sentir el horror cósmico no se necesita el confrontar nuestros sentidos a la visión de un ser tentacular de inconmensurable monstruosidad, a veces sólo basta con pensar que nuestra existencia sucede en un ciclo perpetuo, en el cual estamos irremediablemente condenados a vivir y revivir el miedo, el dolor y la obscuridad por los que ya hemos pasado, sin tener la posibilidad de eludirlo o de estar preparado para ellos, pues los experimentaremos como si fuese la primera vez. También, aunque eso tal vez ya sea hilar demasiado fino, el lugar donde ocurre la acción de True Detective, los pantanos de Luisiana, es prácticamente el mismo escenario en el que sucede una de las partes más interesantes de La llamada de Cthulhu, relato de H. P. Lovecraft. Sin embargo, ese ambiente salvaje y primigenio, junto con el paganismo que se muestra en varios puntos de la trama, me recuerdan más al Arthur Machen de El Gran Dios Pan y La Gente Blanca.

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Aunque de nuevo hay que aclarar que estos elementos no son pinceladas de horror, sino más bien sombras chinescas que ayudan a reforzar la atmosfera y las circunstancias en la que los personajes se ven envueltos a través del tiempo y el espacio. Porque ese es otro aspecto muy bien trabajado en True Detective, la cuestión del tiempo y el espacio. Tiempo, espacio y por qué no todo es perfecto La historia de True Detective es narrada en el pasado y el presente, los cuales se entremezclan continuamente, situación que podría llegar a ser confusa de no ser porque los creadores cuidaron de hacer patente la evolución, tanto física como mental y moral de los personajes. No obstante, aquí entra una vez más la cuestión del engaño y la mentira, pues continuamente a través de la cuarta pared, nos percatamos de que los hechos, tanto del pasado como del presente, no corresponden a la información que los detectives van revelando. Eso claro, no es culpa suya, pues al igual que nosotros, ellos no conocen toda la historia hasta que esta concluye, suponiendo que en realidad concluye y no están condenados a repetirla una y otra vez más (el eterno retorno de lo mismo). En lo concerniente al espacio, es poco lo que se puede decir sin adelantar elementos de la trama, así que únicamente repetiré lo ya dicho, que éste, aún en las tonalidades de luz y color, es opresiva y melancólica. La geografía y el clima de Luisana son muy bien aprovechados para remarcar cada uno de los puntos ya citados con anterioridad, atendiendo la sugerencia de Lovecraft de hacer de los escenarios un elemento igual o más importante que los personajes o la trama, pues al igual que ellos puede dotársele de una vida y personalidad que lleva la narración a nuevas cuotas de asombro. No negaré que True Detective es la mejor serie que he tenido el gusto de ver desde hace años. Su música (de la que casi me olvido), personajes, historia, etc., crean un conjunto que se desfruta enormemente. Por esto debo ser honesto y también decir que la serie no es perfecta. Tiene sus fallos y defectos, algunos más profundos que otros, como un par de aspectos no del todo explicados o resueltos al final, un clímax no tan monumental como el desarrollo parecía prometer (que algunos incluso podrían tomar como anticlimático, pero que en mi caso me pareció el más adecuado). Detalles cuestionables al gusto y manía de cada uno, pero que no vulneran la integridad de la serie como una obra muy sólida y magistralmente conducida de principio a fin y cuyas fuentes y referentes literarios resultan impagables. En pocas palabras, una serie a la que debe darse la oportunidad de sorprendernos y de la que seguramente hablaremos de nuevo durante mucho, mucho tiempo.

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EL IDIOMA DEL MIEDO

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La antología que recoge el itinerario más brutal y sangriento que un experimentado trotamundos pueda hacer frente. Viaja de un país a otro a través de las historias macabras y terroríficas de la mano de sus autores y observa minuciosamente cada trazo del horror que los ilustradores han reproducido para ti. El talento se reúne en contadas ocasiones y esta es una de ellas. Imprescindible para los amantes del terror y una gran apuesta para cualquier lector que quieras buenos relatos. Bienvenido al viaje de tu vida...

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NOVELA GRÁFICA DAVID CARRASCO

Es un frio y lluvioso día de invierno, de esos de estar arrebujado en el sillón con una manta por encima, escuchando el repiquetear de las gotas en la ventana. Te encuentras en casa solo, sin el compromiso de trabajar mañana. La calefacción encendida, la cual dota a tu cuerpo de ese placer cálido y cómodo, haciendo que entres en un sopor y bienestar indescriptible. La lamparita de al lado tuya es la única luz encendida, aquella que ilumina tu pequeño rincón del sillón en donde estás, esa minúscula porción de paraíso que has erigido en tu casa y de la que eres el rey indiscutible. Has cenado hace poco, algo ligero y sabroso, y te regodeas con el hecho de no tener sueño, de que tienes varias horas por delante para hacer lo que te da la gana, acrecentando tu felicidad interior al ser consciente de que no tienes que madrugar. Afuera la tormenta no hace más que aumentar y, curiosamente, disfrutas pensando en la gente que habrá en la calle empapada y furiosa, con el reloj pegado para llegar a casa y acostarse para afrontar una nueva jornada laboral al día siguiente, mientras tú te acomodas con más ahínco en tu reducto de paz y calidez. Tenías pensado ver una buena película pero, esta mañana, un amigo tuyo (un friki un poco zumbado, pero buena gente) te ha recomendado una novela grafica de terror, de esas para leer en una noche como ésta, donde fuera las calles son ríos de agua y el cielo un caos de nubes y rayos. Debajo de la manta estiras las piernas, asomando los pies por el borde del sillón, para acto seguido colocarte un cojín tras la cabeza, buscando la comodidad diez. Coges el cómic, lo hueles, aspirando bien ese aroma a nuevo, y lees la portada de ese conjunto de papel que te transportará a un mundo de horror y depravación. 62


La historia nos sitúa en un mundo postapocalíptico, un erial de destrucción y muerte dividido en dos bandos: los humanos supervivientes y los cruzados. Éstos últimos son meras sombras de las personas que fueron, cuya racionalidad ha sido sustituida por un instinto salvaje para desmembrar, violar y matar. Y no necesariamente en ese orden. Todo ello rodeado por un gran interrogante acerca del origen y causas que hayan podido desencadenar tal infierno en la tierra. Con una espantosa cruz sangrienta en la cara, estos infectados campan a sus anchas sin ningún tipo de control, olisqueando y acechando a los pocos supervivientes que han sobrevivido a la debacle, los cuales rezan para que, en última instancia, su cuerpo se apague antes de sufrir las torturas y vejaciones de estos aborrecibles seres. Dotados de armas primitivas y contundentes, sumado a la locura irracional y la infección que van extendiendo, hacen de los cruzados la nueva forma de purga de la humanidad, los futuros creadores de un planeta desértico, bañado por ríos de sangre y conformado por pilas de cadáveres. En el lado de los ángeles, nos encontramos a un reducto grupo de hombres y mujeres reunidos por las circunstancias, marcados por la desgracia y la pérdida que aflora por doquier. Todos ellos con sus secretos, sus miedos, sus apetencias. Un coctel explosivo que amenaza con destruirlos antes que los cazadores que les persiguen. Es un mundo sin leyes, y la locura y los asesinos no vienen sólo de un sitio. No hay gobierno. No hay ejército. No hay policía. No hay nadie a quien recurrir. Sólo se tienen a ellos y el tiempo corre en su contra, mientras huyen por parajes escabrosos y nevados de un enemigo que no se cansa nunca. Todo este horror nos lo trae el increíble e irrespetuoso Garth Ennis, guionista de obras maestras como “Predicador” y “The boys”. Sus guiones vienen cargados de desparpajo y violencia gratuita, sin ningún tipo de censura. Una mente privilegiada que nos abre su antesala de la locura y la inyecta en las páginas de esta novela, dando lugar a un viaje sin retorno. Unos diálogos reveladores acompañados de unos vertiginosos giros argumentales, en donde nadie es lo que parece ser. Para plasmar toda esta amalgama de casquería tenemos a Jacen Burrows, cuyos trazos y acabados hacen que tu mente no olvide esas caóticas y aberrantes escenas, mientras, instintivamente, te cubres la mano con la cara para evitar salpicones de sangre y sesos. Hace de los cruzados ese hombre del saco que te perseguirá en sueños durante días, con esas facciones psicóticas y esos actos de barbarie, en el que más mínimo detalle no pasa desapercibido por lo explicito con el que esta dibujado. En resumen, Crossed es esa novela que, una vez terminada, te obligará a ir a la habitación encendiendo todas las luces del pasillo, mirando por el rabillo del ojo a tus espaldas. Es esa historia que te hará dormir tapado hasta la barbilla, echando furtivas miradas a la oscuridad, con el oído agudizado ante cualquier imperceptible ruido. Es ese comic que leerás embelesado y encogido y releerás pasados unos días, aún a sabiendas de que te costará conciliar el sueño por la noche. Así que ya sabes, no pierdas la oportunidad de adentrarte en este terrorífico mundo y disfruta de su lectura…mientras vivas. 63


Día de Fallas, Valencia está plagada de turistas, pequeños grupos de personas empiezan a mostrarse convulsos y agresivos, aparentemente de manera irracional, lo que empieza focalizado en un día de fiesta, se extiende a gran velocidad por todo el país. Parece una infección, su origen proviene probablemente de una fuga nuclear de consecuencias insospechadas. Un yuppie y su prometida, un militar violento de fuertes principios, un abogado alcohólico sin escrúpulos, una chica de profesión atípica y un ingeniero acomplejado intentan sobrevivir y llevarnos a conocer la nueva situación de varios rincones de España, enfrentándose a varios tipos de infectados, algunos con capacidad de raciocinio y habilidades desconocidas. Esto es Spanish Zombies, no le cuentes a nadie el final.

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9 ÓRBITAS CONCÉNTRICAS Y ELÉCTRICAS (LAURA CLEMENTE)

Lo primero que se me viene a la cabeza al enfrentarme a este artículo es: “A ver cómo coj… enfoco yo esto”, tal cual. La idea me parece estupenda y que se haya pensado en mí en semejante menester me llena de orgullo, satisfacción y agradecimiento, sobre todo lo último; pero… en serio, ¿cómo lo enfoco? Quiero decir, esta es una sección de música de una revista en la que un montón de gente con talento escribe relatos oscuros, sombríos, terroríficos, cargados de buen hacer y en muchos casos, de experiencia. Y de repente se me regala a mí, a mí que no escucho ni a Marilyn Manson ni a Slipknot (seguramente a vosotros, que estáis hechos del más duro metal, os parezcan dos mariconadas de ejemplos) a mí que se me antoja, de vez en cuando, escuchar en las canciones un “lalala” “nanana” o “pipipi” edulcorado y florido, a mí, que no he escrito nunca nada para los demás y que, incluso, me cuesta escribir cosas para mí misma, a MÍ se me regala una sección de música de un revista con una temática supuestamente distinta a lo que yo consumo y concibo dentro del mundo musical. Challenge accepted, amigos. Ahora bien, masticándolo en mi cerebro llego a la conclusión de que en realidad esta propuesta puede tener mucho en común con el resto de la revista. Vale, mucho igual es exagerar, pero sí al menos coincidimos en lo fundamental: la electricidad. Me explico: estoy segura de que a muchos de vosotros, al escribir y/o leer este tipo de relatos, os recorre por todo el cuerpo un mega impulso nervioso que, paradójicamente, os hace sentir vivos. Esa sensación es la misma que experimento yo (no siempre, que de ser así ya me habría quemado por dentro) al escuchar música. Y he ahí, en el punto más importante y jodidamente precioso, donde nos damos la mano. En este primer número se me pidió que hablase del indie. No es que quiera desobedecer órdenes, no me atrevería en una revista llamada Vuelo de Cuervos donde se me podría sacar los ojos alegremente, pero me parece demasiado genérico y además no os quiero aburrir demasiado aún. Lo que sí voy a hacer es dejaros el link de una playlist, intentando incluir una en cada número, con un popurrí ecléctico y eléctrico para que escuchéis por dónde van los tiros. A partir del siguiente ya nos iremos centrando en grupos en concreto, conciertos, festivales, bandas municipales (¡que no, que es broma!), etc. Y también revelaré Eeel misteeerio del nooombre de la sección, que se debe pronunciar con tono acojonante. Me da envidia que las secciones y relatos estén repletos de suspense, así que me sumo a la fiesta de una manera más cutre. Como estamos en Halloween y yo, insisto, me quiero sumar a la fiesta, he creado una lista de canciones que en su inmensa mayoría son oscuras pero inofensivas, y en otros casos, como en el “Yo quiero bailar” de Sonia y Selena, dan miedo de verdad y hay que tener cuidado con ellas porque en cuanto te descuidas te clavan un cuchillo en la sien. Dejo el link prometido y un GRACIAS en mayúsculas, a los cuervos por incluirme en este proyecto tan guay y a todo el/la que me lea, que no es poco. http://open.spotify.com/user/mifuriaparanoica6/playlist/4Hn7mftHPxPksNg3iD4hT7

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CORVUX CÓRAX DESDE EL NIDO, NOVELAS QUE SON TESOROS. MARC SABATÉ CLOS. (EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS)

Mi naturaleza me obliga a ello. Jamás he luchado contra la tentación de agarrar con mi pico cualquier objeto que brille con luz propia. Me atraen las joyas que iluminan las noches más oscuras, pequeños soles de oro y diamantes de vivos reflejos que arrastro hasta mi nido. Surco los aires, me dejo llevar por el viento, robo en la noche. Sí, soy un ladronzuelo de las sombras. Anhelo encontrar pequeñas lágrimas de fuego que sacudan mi espíritu. Muchas escasean, y las que caen en mis garras nunca las pierdo, pues bien están en mi lecho. Ocultos bajo hierbas secas e insectos medio descompuestos custodio muchos de estos tesoros y, como me siento generoso, os mostraré algunos de ellos. No os acerquéis mucho porque soy celoso de lo que es mío. No me importa arrancaros un dedo si con eso consigo que retrocedáis. Además, ya he probado el sabor de la sangre. Y me gustó. Escuchad mis palabras, abrir los ojos y saborear el resplandeciente arco iris de la primera de mis joyas. Pero no la toquéis. Viajé hasta un escaparate que luchaba contra el ocaso del día. Muy poca gente se encontraba en la vieja librería, que parecía abandonada a una muerte lenta. El polvo de los estantes, la luz débil y marchita de las bombillas, el silencio de los lugares que mueren,… Sin embargo, incluso en sitios tan grises se pueden hallar gratas sorpresas. La encontré apoyada en una estantería, sin la atenta vigilancia del librero, más dispuesto a jugar con el ordenador y matar las horas sueltas. Aguardé recatado tras la puerta entreabierta que daba a la calle, mientras escuchaba las voces de dos figuras solitarias que hablaban de un tal Juan de Dios Garduño Cuenca. Su nombre sonaba en mis oídos como si de un nuevo Quijote se tratara.

Escuché por las palabras de uno de mis confidentes, con acento gaélico para más señas, cómo recitaba otras joyas ya publicadas por el mismo autor. Novelas como “Y pese a todo…” (2010), “El arte sombrío” (2013) o “El caído” (2004) tenían que ser mías. Sí, mías. En mi interior nació la codicia, y mis ojos escrutaron con mayor interés la vieja librería en busca de peligros ocultos. Por si fuera poco, me enteré que aquel humano aficionado a los mojitos había iniciado recientemente su camino literario por el mundo de la edición, un mundo inhóspito y plagado de peligros, llevando las riendas de la editorial Palabras de Agua. Distraídos como estaban los alguaciles, aproveché mi ocasión y levanté el vuelo hasta alcanzar la estantería sin darle tiempo al reloj. Sujeté con mis garras sus páginas, dejando marcado en el polvo blanco mis garras afiladas, y escapé ante la mirada incrédula de los muchachos y el librero que, algo más presto en entendimiento, ya sujetaba una escoba. Volé alto, muy alto, y alcancé el nido sin tardanza. En cuanto me aseguré que nadie acechaba alrededor, leí su título. “El camino de baldosas amarillas” brillaba con orgullo hasta cegarme. Soy una criatura de la noche, la luz me hace daño. Y grazné de gozo. ¿Queréis que os la muestre? Ambientada en la España inmediatamente posterior a la Guerra Civil, cuyas acciones se sitúan en un sanatorio mental y con un libro como nudo entre la locura y la razón, Juan de Dios Garduño construye una historia bien cimentada a través de una serie de personajes (pocos pero suficientes) que desprenden carisma y cercanía a partes iguales. El protagonista es, para mi gusto, el mejor dibujado de todos ellos. Las vicisitudes con las que se encuentra me obligan a acompañarle en un torrente de emociones humanas repugnantes que me dejan con la lágrima colgando de mis ojos. Aquí la duda radica en si esa lágrima es de tristeza o de rabia. O ambas a la vez. Hoy en día las sensaciones son las mismas.

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Cuando la conseguí por primera vez, una embriaguez se apoderó de mi ánimo. Me sentía feliz por los sentimientos encontrados, por aquella incertidumbre de entender qué está bien y qué está mal. Hoy, mi pequeña joya me acompaña en una noche fría, eterna como el mal. Y, poco a poco, devoro su luz. Y es que como más la contemplo, más la adoro. Los personajes secundarios acompañan y participan del protagonista en un equilibrio perfecto para lo que la historia requiere, lo que hace que la trama fluya sin tapujos y casi por pura lógica. Los malvados y los buenos son llevados al extremo, pero no por eso se vuelven menos creíbles. Lejos de convertirse en caricaturas o estereotipos, se vuelven o bien odiosos o bien sumamente queridos. Lo mejor de Juan de Dios Garduño es, precisamente, el tratamiento de los personajes, tal y como vimos en “Y pese a todo...” y nos confirma en esta novela. Mi graznido se escucha en toda la noche. Es felicidad. Seguid todavía en mis detalles y saboreareis la belleza de sus páginas. La historia se construye en las bases de un clásico de culto como “El maravilloso mago de Oz”, historia infantil que el autor se encarga de corromper a su gusto. Garduño se hace valer de Oz para crear una historia tan fantástica como la primera pero mucho, mucho, mucho más oscura y tenebrosa. Así Totó (Torcuato en la novela) no deja de ser el protagonista como fiel compañero de Dorothy, el león cobarde (David Copperfield), el hombre de hojalata o la bruja malvada. Incluso el mismo título alude a la novela de L. Frank Baum, aunque más bien el camino iniciado por Torcuato se pueda considerar como un descenso a los infiernos. Y es que recordemos que el protagonista no deja de ser un niño enfrentado con sus armas de niño a un mundo horroroso, plagado de criaturas terribles y con el monstruo de turno. Hablemos del monstruo. Sí, existe un monstruo de la noche, una de aquellas criaturas que me acompañan desde tiempos remotos. Un ser terrible, todopoderoso, superior y temido por el resto de personajes. El máximo exponente del mal y el enemigo de fin de nivel de todos los videojuegos. ¿Seguro? No del todo. En la novela esta criatura queda difuminada por el horror que desprenden los personajes humanos, menos humanos y más malvados que el propio monstruo. Así que el personaje que transmite más terror no es quien debería serlo. Por suerte (o acierto del autor), el monstruo no eclipsa absolutamente a nadie, sino que actúa como lo hiciera el propio Oz, aunque desde la vertiente oscura. Qué más puedo decir de ella. Sufres, sufres y mucho. En eso consisten las novelas de terror, en buscar el sufrimiento innecesario del lector, y “El camino de baldosas amarillas” lo ha conseguido como no lo hacían ninguna otra novela desde hace ya mucho tiempo. Mi joya oscura, mi diamante en bruto, una luz que sólo yo consigo apreciar hasta tal punto. ¿Entendéis ahora por qué disfruto tanto con el brillo de mis tesoros robados? Contemplar su arte me vuelve más humano, menos cuervo. Y eso me aterroriza, porque si algún día alcanzara completar el cambio desconozco cuanta malicia albergaría mi corazón. FICHA TÉCNICA Título: EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS Autor: JUAN DE DIOS GARDUÑO CUENCA Editorial: TYRANNOSAURUS BOOKS ISBN: 9788494074707 Nº de páginas: 192 págs. Lengua: CASTELLANO 2012

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DESDE EL NIDO, SUS PELÍCULAS SANTIAGO RUIZ MESA (ARRÁSTRAME AL INFIERNO) En 2009, dos años después de poner punto final a la trilogía de Spiderman, el realizador Sam Raimi decidió volver a sus orígenes y regresar al de cine de terror. Y desde luego la espera mereció la pena, puesto que no parece haber perdido el toque para asustar a la audiencia, y con esos tintes de humor negro tan característicos del director. La historia es la siguiente: en el año 1969 una bruja no pudo impedir que un espíritu demoníaco arrastrase a un niño al infierno. Cuarenta años después, una joven empleada de banco, rol de Alison Lohman, en su afán por ascender le negará un crédito a una vieja gitana, lo que le pondrá en el punto de mira tanto de la anciana como del ente sobrenatural antes mencionado. El guión fue escrito por Raimi y su hermano para que se hiciera en los años 80 o 90, de ahí el espíritu que tiene. Pero cuando el director empezó a subir como la espuma dejó el proyecto apartado, pero decidió meterlo en el baúl de los recuerdos para embarcarse en otros filmes. Así, una vez supo que su tiempo con el hombre araña había finalizado, decidió rescatar la cinta. El argumento que nos cuenta Raimi no es original en absoluto. Otras veces hemos visto en la gran pantalla historias de venganza de espíritus contra aquellos que han osado desafiarles. Pero de nuevo está en la forma de cómo lo cuenta, y si lo sabes hacer de la forma correcta puedes sorprender al espectador. Raimi es de esos directores de terror que parece disfrutar fastidiando a sus personajes cuando se pone con el género de terror, o si no acordaos de la vida que le da a su actor fetiche Bruce Campbell en la trilogía Evil Dead. Les somete a toda clase de faenas y torturas, para goce de los espectadores y desgracia de los actores a sus órdenes. En este film hay escenas de terror y también las hay cómicas, pero no de humor blanco, si no de uno bastante negro. Baste como ejemplo la escena en la que la protagonista está siendo atacada por el espíritu en el garaje de su casa. Un sketch digno de los Looney Toones sin duda alguna. La película suponía el regreso por la puerta grande de Raimi a la serie B, y una vez que acaba el visionado de la misma, es como si nunca se hubiera ido. Pese a que ahora dirija grandes producciones, es en la serie B donde parece encontrarse más cómodo y dar rienda suelta a todo su talento como director. No es que en la saga de Spiderman no lo hubiera hecho, pero con cintas como Un plan sencillo o el que se está analizando ahora, me pregunto por que Raimi no hace incursiones más a menudo en el cine con presupuestos menores. Los actores cumplen, pero la que se lleva el gato al agua por supuesto es la vieja gitana. La actriz encargada de darle vida, Lorna Raver, es consciente del tipo de cinta en el que se ha metido y se lo pasa en grande, cosa que logra transmitir a la audiencia. La única pega que se le puede poner es que el intérprete encargado de dar vida al novio de la chica, es sosito. Aparece poco, pero cuando lo hace la cinta parece sufrir un ligero bache que remonta cuando desaparece de escena.

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Hecha en plena crisis económica, el film está hecho con mucha mala leche. La que sufre las consecuencias de la maldición del espíritu es una banquera que le deniega el crédito a una anciana para poder ascender en su banco. Poco la importa si la vieja se va a la calle, ella solo quiere ascender para obtener un mejor nivel de vida. Que en una cinta de terror la audiencia esté del lado del villano no es algo habitual todo hay que decirlo, en eso hay que aplaudir la valentía de los hermanos Raimi a la hora de escribir el guión. Ahora imaginaos por un momento en que lo que pasa en esta película ocurriera en España, la pobre Lamia no iba a dar abasto a la hora de cargarse a toda la panda de chorizos y mangantes que hay en nuestro país. Tendría que coger la baja por depresión o por agotamiento, lo que le pase antes al pobre espíritu. ¿Qué si la recomiendo ver? Por supuesto, es una cinta cuyo único fin es entretener al espectador y desde luego lo consigue. Hay que saber entrar en el juego que nos proponen sus responsables, si sabemos entrar en él disfrutaremos. En caso contrario no lo hagáis puesto que echaréis pestes de la cinta. Título original Drag Me To Hell Año 2009 Duración 95 min. País Estados Unidos Director Sam Raimi Guión Sam Raimi, Ivan Raimi Reparto Alison Lohman, Justin Long, Lorna Raver, David Paymer, Dileep Rao, Reggie Lee,Adriana Barraza, Bojana Novakovic Productora Universal Pictures / Ghost House Pictures / Mandate Pictures Web oficial http://www.arrastramealinfierno.es/

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RED ROOM (SERIES)

AMERICAN HORROR STORY • Historia de horror americana, o como conseguir que todos los tópicos sobre los miedos americanos, españoles, guatemaltecos, moscovitas y en definitiva, humanos y universales, funcionen de una manera más que notable en la pequeña pantalla. ¿Cuál es la esencia de American Horror Story? Un argumento que cambia cada temporada, bien planteado y estructurado, exprimido de las cabezas de los guionistas y de sus propios creadores: Ryan Murphy y Brad Falchuk. Un elenco de actores y actrices capaces de interpretar en cada temporada personajes diferentes y que, además, resulten creíbles. Una BSO magistral, inquietante y espeluznante que tanto hace falta en este tipo de género. Referencias constantes a las grandes obras de suspense y/o terror: La mansión encantada, La semilla del diablo, Vértigo, El resplandor, Alguien voló sobre el nido del cuco, El silencio de los corderos, La naranja mecánica, Carnivàle, Freaks, It… Pero, sobre todo, la esencia de esta gran serie radica en ahondar en los miedos más comunes del ser humano forjados, en su mayoría, en la infancia. Vamos a hacer un recorrido por las temporadas que, hasta la fecha, nos han hecho disfrutar como enanos: AHS – Murder House Empezó la serie con uno de los tópicos dentro del género de terror: familia Harmon compuesta por padre infiel que quiere redimirse de sus pecados (Dylan McDermott), madre que da una segunda oportunidad a padre pecador (Connie Britton) e hija deprimida que roza lo emo (una joven y bella Taissa Farmiga). Intentan empezar de nuevo en otro lugar, mudándose a una, como no, casa maldita testigo de numerosos asesinatos atroces con sus respectivos fantasmas cabreados. Cuentan con una sirvienta, a veces sexy, a veces tuerta y vieja (Frances Conroy/Alex Breckenridge), con una vecina cotilla (soberbia siempre Jessica Lange) y con otro joven y bello habitual de la serie que intentará camelarse a la primogenita de los Harmon (Evan Peters). Cada uno de ellos guarda secretos que compondrán un 80% del puzzle de esta temporada. La familia Harmon sufrirán tanto por sus problemas familiares, como por hombres vestidos de látex, gemelos que dan mucho miedo y demás inquilinos (y no inquilinos) sedientos de gritos y sangre de la Murder House. 70


AHS – Asylum Segunda y mejor temporada, en mi opinión, hasta la fecha. Vamos allá con otro de los tópicos: manicomio. 1962, una institución mental capitaneada por la Madre Superiora Jude (¿Qué va a ser de esta serie cuando Jessica Lange la deje?) en la que conoceremos la historia de varios enfermos mentales del lugar. Algunos enfermos de verdad, otros condenados por tener, por ejemplo, orientaciones sexuales no aceptadas en esa época. Una periodista (Sarah Paulson, otra de las actrices que parten la pana en AHS) se percata de ciertas “irregularidades” dentro de la institución y antes de que pueda hacerlo público, a sabiendas de sus inclinaciones sentimentales, la internan. Juegan un papel importante en esta temporada: el despiadado y nazi (sinónimos) doctor Arthur Arden (James Cromwell), que experimentará con todo loco viviente; Kit Walker (Evan Peters), detenido e internado por ser, supuestamente, “Bloody Face”, un despellejador de mujeres que se excusa en una trama alienígena que nadie se traga; la hermana Mary Eunice, monja poseída por el mismísimo Satán; y el Doctor Oliver Thredson (Zachary Quinto, cómo me gusta este actor), que parece el único hombre bueno de aquel tétrico lugar. Quiero hacer dos menciones especiales: la primera, al papel de una de las internas del manicomio, Pepper. No es alguien relevante, pero ¿qué queréis que os diga? a mí me parece uno de los personajes más carismáticos de la serie en general. Por ésto, y por la fantástica caracterización que sufre la actriz Naomi Grossman, merece dicha mención. Y la segunda es para “Dominique”, la BSO del manicomio. Su autora y cantante fue Jeanine Deckers, conocida como Soeur Sourire (Sor Sonrisa), una monja belga de la orden dominica. La canción fue un éxito en 1963, por lo que decidió sacar otro disco, el cual fracasó. Jeanine abandonó el convento junto a su pareja, Anne Pècher y, haciéndose llamar ahora Luc Dominique, se dedicó a labores sociales junto a canciones protesta a favor de los métodos anticonceptivos, nada que ver con sus creencias anteriores. A principios de los 80, el gobierno belga le pide más de 200 mil euros por los royalties del éxito que fue “Dominique”. Jeanine sacó una versión disco para recaudar el dinero de la multa pero el proyecto fracasó y, deprimida, se suicidó junto a su pareja el 29 de marzo de 1985 tras ingerir barbitúricos mezclados con alcohol. El mismo día de su suicidio, la SABAM (Sociedad Belga de Autores, Compositores y Editores) había hecho una colecta y había pagado la deuda… En definitiva, una apuesta arriesgada por la cantidad de pequeñas tramas dentro de un mismo hilo conductor que, no sólo sale airosa, también resulta ser un espectáculo visual y mental constante. AHS – Coven De lo que no se habla no existe, con lo cual de lo que casi no se habla, casi no existe. Es inevitable compararla con sus predecesoras, y Coven no está a la altura. Todo apuntaba a una temporada genial, ya sea por los teasers promocionales que lanzaron, creando expectativas que luego no se correspondieron con la realidad, como por el argumento en sí: un aquelarre de brujas, cada una con su superpoder, en busca de la nueva Suprema que dirigirá la orquesta. Me quedo con Jessica Lange y también con el grito final de “¡Balenciaga!”, todo lo demás demasiado humo para tan pocas chispas. 71


AHS – Freak Show Poco hemos visto aún de esta cuarta temporada y mucho tiene que cambiar para que no nos quite el mal sabor de boca de la anterior. Volvemos a uno de los tópicos: un circo con todo tipo de personajes bizarros y un payaso que da miedo, que da mucho miedo. Nuestra amada Jessica Lange lleva de nuevo la batuta, desgraciadamente por última vez, ya que confesó en una entrevista que esta sería su última participación en la serie. Encarna al personaje de Elsa Mars, una alemana (qué bien le sienta el acento, oye) cuyo sueño es triunfar con su espectáculo circense. Para ello se encarga de reclutar a seres “peculiares” de este mundo: Jimmy Darling (Evan Peters, al que parece que se le devuelve el protagonismo robado en Coven), un tío bueno de los años 50 con manos deformes, sí, pero que lo peta entre el sector femenino, demostrando que a veces una minusvalía se puede convertir en una “mayorvalía” si sabes dónde y cómo aplicarla. La madre de este joven seductor (Kathy Bates) es la mujer barbuda, que no puede faltar en todo circo que se precie. Pepper repite como Pepper en esta temporada, conoceremos su pasado, cosa que agradezco enormemente, ya sabéis que es uno de mis personajes favoritos. Otro de los curiosos personajes que, de momento, nos muestra Freak Show es el de la mujer más pequeña del mundo (Jyoti Amge): 62,8 cm de altura y 5 kg de peso reales. La estrella del circo será la mujer con dos cabezas (Sarah Paulson), que cuando la una dice sí, la otra dice no. No me olvido de mencionar al que, al parecer, será el villano de esta temporada, el payaso Twisty (un espectacularmente caracterizado John Carroll Lynch), a este primo hermano de It le gusta matar personas y secuestrar niños. Luego que por qué tememos a los payasos… Iremos viendo cómo se desarrolla Freak Show pero… ¿a que pinta bien? LAURA CLEMENTE

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J.C. IBARZ ¿No te gustan los zombis? Si es así, te sorprenderá saber que éste es el libro que buscas. ¿Sí te gustan los zombis? Claramente éste es el libro que buscas. Diario de Ulises Z es una novela que cuenta historias personales de gente normal que un día cualquiera lo pierden todo, pero que su instinto de supervivencia hace que sigan adelante. Opera prima de un talentoso y joven escritor que desde su humilde bolígrafo pretende hacerte viajar por una España post-apocalíptica. Aquí encontrarás buenas dosis de terror, zombis, desolación, muerte, destrucción, supervivencia, ilusión, superación, amor y esperanza. http://www.amazon.es/Diario-Ulises-Requiem-por-superviviente/dp/ http://www.diariodeulisesz.com/

J.C. Ibarz (Tarragona, 1985) Escritor novel que nos presenta su ópera prima Diario de Ulises Z, que pretende ser el primer libro de una trilogía. Coordinador y uno de los escritores de la antología de terror El idioma del miedo, miembro fundador de la agrupación Dissident Tales y uno de los autores de la novela benéfica desarrollada entre varios escritores, llamada Villaespino: Cruce de caminos. Sus fuentes de inspiración van desde Edgar Allan Poe, pasando por Bram Stoker hasta Arturo Pérez-Reverte, Santiago Posteguillo o Robert Graves. Aunque especializado en el género de terror, es un gran amante de la novela histórica y sobretodo de los clásicos de la literatura. Creció a caballo entre Fraga y L’Hospitalet de l’Infant. Su andadura con las letras empezó a una edad muy temprana, más tarde escribiendo letras de rap e interpretándolas, realizando así, numerosos conciertos hasta que descubrió su verdadera vocación y cambió la poesía rítmica por pura narración. Ahora escribe novelas, desarrolla guiones para cómics o cortometrajes y se dedica a buscar la inspiración en cualquier parte.

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MITOS, LEYENDAS Y CURIOSIDADES DAVID CARRASCO, SORAYA MURILLO, RAVEN PINK

En una cueva del Mar Rojo mora Lilith, fue el primer pensamiento que tuve mientras posaba ante un espejo antiguo fabricado en Murano. Hacía ya siglos que me acostumbré a no verme reflejado, se suponía que mi espíritu estaba vagando y jamás volvería al cuerpo, pero todavía en alguna parte muy del interior quedaba algo humano, que el monstruo no pudo devorar. Llevaba una vida tranquila sin demasiadas complicaciones, retirado prácticamente del mundo .Todavía recordaba mi proceso de transformación, de tener alma ésta se hubiera helado sólo con las evocaciones del pasado. Pero no, no podía quejarme si los pasos por este mundo de inmortalidad me habían llevado a una existencia casi parasitaria con la carne humana, sabía de sobra que todavía podía ser peor, aún quedaba una vida o mejor dicho una no vida más terrorífica que la mía, aquella que contemple durante una fracción de segundo más allá del horizonte, cuando la madre Lilith me dejó agonizando el último aliento de vida como hombre. Quinientos años pasaron desde aquella fatídica noche en que fui convertido en un mito, en una criatura maligna de la que ya habían dejado grabados para que las generaciones no los olvidaran, donde antiguos pergaminos nos nombraban antes de que yo naciera. Soy alguien entre los dos mundos, un ser sin sombra que cuando se aproximaba para alimentarse produzco náuseas con ese hedor dulzón a muerte que me rodeaba. Pronto se dejaría ver en el cielo estrellado una luna creciente, la misma que vi abrazado a la madre vampira mientras era mordido, la misma luna que me acompaño en el frenesí cuando bebí de la sangre de ella, cuyo tormento no me olvida persiguiéndome desde ese día ,desgarrando miles de gargantas buscando ese sabor que nunca más probaría . Hoy es la noche, han pasado muchos siglos, pero por fin una extraña alineación de seis planetas lo confirma, dejo de pensar en Lilith para reflexionar en aquel, cuya noche lo iba hacer regresar. Él, maldito por toda la eternidad, cuya única esperanza es la muerte, muerte que les es negada .Vive entre tinieblas, buscando esa estrella que le alumbre el camino de regreso. Cada día tiene la esperanza de que el infinito tiempo en el que se encuentra, no le permita olvidar quien fue. Maldito entre los malditos, no hay nadie que lleve un peso tan grande por este mundo. Yo, maldigo aquel que no tuvo compasión y lo condeno, dicen de la infinita misericordia de Dios, pero no, eso no existe, no existe. Un sabor a violetas y miel sube por mi garganta, el gusto de la sangre de la madre. La necesidad de alimentarme recorre mi cuerpo, un frenesí de hambre y deseo. Una adicción que me electriza de arriba abajo, haciendo temblar mis sienes con un pálpito de urgencia. Me aproximo al borde de la entrada de la cueva, notando la ligera brisa nocturna en mi cara, contemplando la claridad del cielo, sin nubes que osen tapar a la luna, aquella que alumbrará, esta noche, la llegada del maldito. Aquél que mancillará la calma de la superficie del agua con su tacto correoso, ahuyentando a la fauna marítima, y descomponiendo la flora con sus emanaciones de ultratumba. 7


Ser inmortal, anunciador del caos y la maldad. Condenado a vagar por toda la eternidad, portador de desgracias y males. Un monstruo… como yo. Curiosidad y empatía pugnan en mi mente por verle esta noche arribar a la orilla Frondosos árboles de copas altas, con sus largas y puntiagudas hojas, formaban el extenso bosque que parecía no tener fin. Rodeaba a la caverna por ambos lados, tapando la entrada a mi refugio, aquel santuario de piedras y tierra que era testigo de mi maldición, del paso de los años sin que ninguno de ellos pudiera cambiarme o matarme. Salto a lo alto de una rama, cubriendo una distancia imposible para cualquier ser humano. Me recreo en las ventajas de mi nuevo status, dones que esta maldición me otorga para ser más que un hombre, pero menos que algo vivo. Mis ojos inyectados en sangre me llaman a la cacería, al buscar una presa para saciar este deseo voraz de sangre, con la impotencia de no poder deleitar, nunca más, el jugoso sabor de la madre Lilith. Una lujuria me inunda de pensar en ese día, cuando mis dientes saborearon el sabor primigenio de la perfección. Una droga que me ha marcado de por vida, contentándome siempre con victimas inferiores sin la menor posibilidad de igualar ese momento de éxtasis. Fue algo sensual, erótico y, cómo no, irrepetible. Un ruido en el tupido suelo de hierba me pone en alerta, agudizando mis oídos para notar cualquier imperceptible sonido. El latido del cervatillo retumba en mis orejas, noto como la sangre bombea por dentro de su ser. El roce de sus patas con las flores, el rumiar de su boca…todo llega mi sistema auditivo aumentado a niveles sobrehumanos. Como un águila me lanzo contra el pobre animal, la boca abierta en una mueca salvaje, con los colmillos ansiosos por desgarrar carne. Está muerto antes de que sepa lo que está pasando. Asiéndole por el cuello desgarro su garganta, rompiendo tendones y venas, lamiendo la sangre que empieza a borbotear por la herida. Succiono con ahínco, mientras me frustro al no parecerse, el sabor, ni un ápice al de Lilith. De repente, el bosque entero se silencia. Todo ruido nocturno se apaga, mientras cientos de pájaros salen volando en desbandada. El mar empieza a embravecerse, con pequeñas olas que rivalizan con aumentar su tamaño. Estoy nervioso, palpo el cambio en la atmosfera, sé que es la hora. Una silueta aborrecible cobra forma en el océano, a lo lejos. Un hedor a maldad cubre todo el aire, haciendo que los arboles pierdan sus hojas y las flores se marchiten. El bosque entero se retuerce, los anchos troncos se resquebrajan, mientras cientos de animales aúllan, graznan, escondiéndose despavoridos en sus madrigueras. Es la noche que estaba esperando, el enfrentar mi rostro maldito a otra cosa del más allá. En un instante alcanzo la orilla, viendo como la arena granulada tiembla apartándose ante la aberración inminente, que llega por lontananza. Miro hacia él y veo aún su sombra difusa, alumbrada apenas por la luz lunar, constatando que cubre parte del mar, provocando oleajes de altitudes pasmosas mientras va moviéndose…. acercándole cada vez más a mí. Cuentan que llevará la muerte de todos aquellos que le vieran, pero igual solo sea una leyenda, también dijeron que mis pasos por la tierra atraían la peste y las epidemias. El tiempo se detiene, noto como se ralentiza, el mar se encrespa mientras el cielo se alinea. Se acerca sobre una capa de un frio océano, me llega el sonido de las olas rompientes en las rocas. Vientos casi huracanados, junto a una sensación térmica de varios grados bajo cero, hace que las primeras gotas de lluvia caigan ya cristalizadas sobre la arena. 75


Un fondo de rayos y truenos escoltan su silueta ya curtida de vagar luchando contra todas las tormentas que los océanos pusieron ante él. Al menos sé que si un día muero, tal vez nadie me recuerde ni siquiera la madre, pero allí donde caiga mi cuerpo será mi tumba, mi descanso eterno, pero él, maldito por siempre no conocerá otra cosa que la furia de unos mares que ya le pertenecen. Nos miramos igual que hiciéramos siglos atrás, yo ahora comprendiendo más cosas, él con la misma rabia busca la calma en el horizonte que le guie hasta lugares tranquilos, donde no deba luchar y ese Dios se apiade mandándole un golpe de suave viento que le enseñe el regreso de una tierra que burlonamente se va escondiendo de sus ojos. Se marcha y con él se lleva ese perfume a muerte que lo embriago todo, se lleva la tormenta , el mar furioso , los vientos , el tiempo que se detuvo, dejando de nuevo la brisa marina , y yo le doy la espalda a ese mar que una vez más se llevo al Holandés Errante. Miro hacia mi refugio, anclado entre dos robustos arboles, cuyas ramas parecen impedir el paso a visitantes no deseados. Atisbo una figura en la entrada, cuyos ojos refulgentes parecen ahondar en mi interior. Una actitud de sumisión me inunda, mezclado con un instinto incontrolable de pasión y sadismo. Mis rodillas flaquean, mis manos tiemblan, relamiéndome los colmillos jadeando como un poseso. No puede ser, es ella. Mi perdición, mi anhelo. Mil veces la odio, pero a la vez la deseo. Condenado a este sino, a esta vaga sombra de los que fui, por su culpa, la maldita horma de mi existencia. Me excito ante la idea de someterme, de ser su perro, su fuente de alimento, sólo con la excusa de verla, de complacerla. No puedo alargar el momento, me dirijo hacia la cueva, ignorando todo lo demás. La furia con la que corro y salto arranca esquirlas de madera destrozando el paisaje a mí alrededor. Nada de eso me importa, el verla lo es todo Llego la veo en el fondo, allí está. Tan majestuosa, tan hermosa, con ese aura de maldad y superioridad. Su sonrisa de suficiencia, sus largas piernas, haciendo juego con su cuerpo perfecto, moldeado para seducir y matar. Pechos turgentes, cadera esbelta, culo incomparable, todo ello destinado a hacer sucumbir a cualquier hombre y mujer. Me inclino ante ella, balbuciendo palabras ininteligibles. Espasmos hacen de mi cuerpo una masa sin control, culminando en un placer generalizado. Lilith abre sus brazos, acogiéndome, despertando una ráfaga de aire cargada de un olor a sexo salvaje. Quiero morder, arañar, golpear el suelo con los puños. Gritar como un animal salvaje. Me lanzo a su abrazo, metiendo la cara entre sus dos acogedores y pálidos pechos, olisqueando como un roedor, lamiendo los pezones como un bebe recién nacido. Me agarra el pelo, echándome la cabeza hacia atrás, dejándome ver esos labios rojos, por los que asoma una lengua húmeda, buscando mi boca con anhelo. Me besa, desgarrando mis mejillas por dentro debido a la fuerza de su boca. Mi cuerpo ya no es mío, es suyo. Me deja clavar los colmillos en su cuello, sintiendo ese torrente de placer innombrable que sentí hace siglos. Cierro los ojos, disfrutando cada sorbo, resoplando como un animal. De repente, mi cuello se desgarra como un jirón de tela. Lilith me observa mientras mastica y sorbe la sangre succionada. Me suelta la cabeza, caigo desplomado al suelo, viendo como se aleja. Lo último que veo son sus nalgas que van más allá de lo divino. Solo puedo pensar en lamerlas y morderlas. Me desangro pero, curiosamente, solo puedo saborear ese dulce néctar rojo que ha vuelto a otorgarme. Por fin puedo descansar, librarme de esta maldición, rendir cuentas al otro lado, donde veré a todos los que he perdido. El sol asoma a lo lejos, alumbrando mis parpados, mientras estos se cierran poco a poco.

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EL MITO Y LA LEYENDA

Lilith pertenece a la tradición judaica aunque, hay otras versiones que la sitúan en la sumeria mesopotámica en cuya mitología Lilit formaría parte entre dos demonios femenidos Lilitu y Ardat Lili. Lilit significa Viento, aire, espíritu. Otra versión lleva a Lilith a proceder del hebreo cuyo significado es noche, de ahí la unión de espíritu de la noche, ausente de luz… vampiro. Según la Literatura hebrea, fue la primera esposa de Adán, hecha de arcilla como él, libre y de inmensa belleza. Su mal fue querer ser igual al hombre y al no ser atendidas sus reivindicaciones se fue del Paraíso. Dios entonces, creó a Eva, esposa más sumisa. A partir de aquí es considerada un demonio que no sólo seduce a los hombres para matarlos después, sino que es considerada Reina de los Vampiros que mantiene relaciones sexuales con los hombres alimentándose de su sangre después. En otras mitologías también se encuentra en la figura de ninfómana demoniaca y en todas hay alusiones a muerte de hombres y niños. En la Biblia la encontramos en Isaias 34,14 : “También allí Lilith descansará y hallará para sí lugar de reposo”. En astrología se representa en una Luna Negra que hace referencia a nuestros deseos reprimidos, ocultos. Lilith es lo que no podrá ser jamás eliminado, ni sometido ni manejado.

Lilith (1892), por John Collier. 77


CURIOSIDADES

Kits para matar La aparición de Kits para matar vampiros nos lleva al siglo XVIII en la Europa Occidental. Los Kits incluyen todo el material necesario para poder acabar “con la vida” de las criaturas vampíricas como son el ajo, biblia, estacas, cruces, balas de plata y botellas de cristal con brebajes “mágicos” para protegerse de los chupadores de sangre. Además de saber manejar bien este instrumental, el osado cazador debería saber en qué país se encontraba en ese momento porque dependiendo de la tierra que pisase el vampiro se mataba de diferente manera: En Europa Oriental además de atravesar el corazón con una estaca había que meterle una moneda en la boca y cortarle la cabeza con un hacha (Baviera). En Tierras Griegas les hervía la cabeza en vinagre mientras que en Macedonia se limitaban a esparcir aceite hirviendo en el ataúd. E En Sajonia son más sencillitos, les bastaba echar unas gotitas de limón en los colmillos mientras que en Rumanía, patria de Vampiro, realizaban técnicas mucho más complejas: arrancaban el corazón y lo cortaban en dos al tiempo que les metían ajos en la boca y como todo les resultaba poco, les clavaban un clavo en la cabeza. En caso de que todo lo anterior fuera ineficaz que hagan como en Prusia que les esparcían semillas de amapola por la tumba o lo que en mi caso me parece más poético, encadenar la tumba con rosas silvestre. Los búlgaros son muy románticos. En España no tenemos ningún remedio contra los vampiros. Somos país de lentos protocolos de seguridad, así que nos queda el probar las técnicas anteriores o dejarse morder.

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LA ENTREVISTA SIRKKA PORTS

En esta ocasión tenemos el placer de entrevistar a Sirkka Ports, autora de “NOTA DE SUICIDIO “ y “EL OCTAVO SACERDOTE”. 1.DORIAN VDC:Quién es Sirkka? SIRKKA PORTS: Varias cosas a la vez, esposa, madre, amiga… una mujer de nuestro tiempo que hace malabares para compaginar todo lo que “debe” y todo lo que “quiere” hacer. Es un equilibrio complicado, pero con esfuerzo nada es imposible. Puede que si tuviera que calificarme a mí misma con un adjetivo escogería el de “soñadora”, ya que mientras realizo actividades cotidianas dejo que vuele mi imaginación o a veces ésta, traviesa, se me escapa. 2.DVDC: ¿Cómo te iniciaste a la hora de escribir y desde cuándo? SIRKKA: Hace ya dos años que salté al ruedo con mi primer trabajo “Nota de Suicidio”, una novela corta que superó todas mis expectativas, y aún hoy, sigue dándome alegrías. Todo empezó a modo de reto, quería probarme a mí misma que era capaz de crear una historia y reunir el valor necesario para mostrarla al gran público. Pensé… si otros lo hacen, ¿por qué yo no? 3.DVDC: ¿Qué hay de ti en tu libro? SIRKKA: Mucho. De hecho, a uno de los dos personajes principales femeninos lo he bautizado con mi verdadero nombre, Raquel. Es inevitable, al menos para mí, que mis obsesiones o pasiones se vean reflejadas en mi obra, y el terror demoníaco es una temática que me asusta y me seduce a partes iguales. Me apetecía mucho escribir sobre ello y me he dado el gusto de hacerlo. 4.DVDC: No solo eres escritora, si no, también lectora ¿Qué lee Sirkka cuándo no escribe? SIRKKA: Todo depende del estado de ánimo que tenga en el momento. Además, tengo la manía de combinar la lectura de varios libros a la vez, de ese modo puedo ir siguiendo mis caprichosas apetencias jajajaja. DVDC: Y, ¿Qué esperas encontrarte en los libros que lees? SIRKKA: Pues espero pasar un rato entretenido, que la historia me atrape y consiga abstraerme de mi entorno. Experimentar esa fantástica sensación de que el tiempo pasa demasiado rápido mientras tengo el libro entre las manos. Puedes averiguar si lo que llevo entre manos me engancha, por la profundidad de mis ojeras, le suelo robar las horas para leer al sueño.

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DVDC: ¿Cuál es el último que has leído y como ves el tema literario español? SIRKKA: El último ha sido la segunda parte de la saga “Amos y Mazmorras” de Lena Valenti. El panorama está complicado, como todo en la actualidad, pero no por falta de talento, que hay y mucho. Leí un artículo que ponía sobre la mesa datos escalofriantes, nos contaba que el mercado del libro ha sufrido con la crisis un descenso del 40,6% en su facturación, un dato que nos devuelve al año 1994. Es terrible, pero como digo no es por falta de calidad o buenos escritores, sino por culpa de otros factores menos artísticos. 5.DVDC: ¿Qué esperas conseguir en el mundo literario? SIRKKA: Dinero no, jajajaja. Para eso ya tengo un buen trabajo con el que me pago las facturas y los caprichos. Pero reconozco que si alguna editorial, seria y llevada por profesionales de verdad, se interesara en publicar algo mío me quitaría una espina que tengo clavada y el mal sabor de boca que me ha dejado mi último intento. Y aunque suene a tópico, lo más gratificante es que los lectores estén ahí, apoyándote, ellos son al fin y al cabo por los que escribimos. Quiero conseguir lectores. 6.DVDC: ¿Qué opinas de la situación editorial de hoy en día, se publica masivamente y sin criterio, o todos deben tener las mismas oportunidades? SIRKKA: No me parece mal que todos tengamos las mismas oportunidades, estoy a favor de la autopublicación. Es cierto, que en determinadas plataformas como Amazon, se aglutinan muchas novedades cada día. Es un flujo inmenso que parece aumentar con el paso del tiempo, pero sólo un porcentaje muy pequeño de esas obras llegará a venderse bien o a destacar. Si hablamos de las editoriales, éstas se supone que publican aquello que ha pasado por una criba, y por lo tanto, se supone que lo que llega a manos de los lectores es de lo bueno lo mejor. Pero todo es relativo, puedes encontrarte libros geniales autoeditados y basura con sello editorial.

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DVDC: ¿Hay amiguismos en algunos grupos editoriales o entre escritores? SIRKKA: Un sí rotundo. Los amiguismos están ahí, vivimos en un país que práctica el amiguismo como deporte nacional, es inevitable e intrínseco en nuestra forma de ser. Y sucede en todas las parcelas, no sólo en el mundo literario. Este fenómeno se da en ambos bandos, tanto en los autores indies como en el mundo editorial. Los primeros van regalándose estrellas de forma recíproca, en un inútil intento de destacar, y los otros van sacando antologías siempre con los mismos autores. Pero vamos, quién tiene padrino le bautizan, ¿no es así? En fin, yo también tengo muchos amigos escritores en las redes sociales, y tal vez, me lluevan las ofertas para participar en futuras antologías si leen esto… o tal vez no jajajajaja 7.DVDC: ¿A la hora de leer y de publicar prefieres papel o digital? ¿Cual crees que será el futuro entre ambos? SIRKKA: Ambos. Si salgo de casa prefiero llevar mi lector electrónico para no cargar con el libro, éste puede que sea algo tocho y no es cómodo llevarlo en el bolso. Pero en casa, en la comodidad de mi sofá, no cambio por nada poder coger el libro, tocarlo, olerlo… es un placer para los sentidos que el formato digital no aporta. La lógica se impone, ¿si yo utilizo ambos formatos para leer, por qué no publicar también en los dos? No está el panorama para ir cerrando puertas… Los veo coexistiendo en armonía, siempre hay que sumar, no restar. 8.DVDC: Hablemos de tu libro, ¿por qué elegiste esta temática? SIRKKA: Es aterrador e inquietante pensar que en nuestros seres queridos, o en nosotros mismos, puede llegar a anidar el mal más absoluto. Mi máximo temor, lo que más miedo me provoca es la figura del demonio, ese demonio bíblico y arcaico. Esa capacidad que tiene de influir en nuestros actos cotidianos, o la escalofriante opción de poseernos a su antojo. Me asusta y me atrae, es una extraña seducción la que ejerce sobre mí todo lo relacionado con el maligno, y sentía la necesidad de escribir una novela sobre ello. Después, por otra parte, opino que somos la especie más cruel y depravada de todas las que existen, y esa malicia humana, mucho más constatable y probada que la ejercida por Satanás, debía ser parte importante en el argumento y el desarrollo de la trama. Ambos tipos de maldad se dan la mano para caminar juntas en mi novela. 9.DVDC: Hay una película de Anthony Hopkins “El rito” que trata la temática de tu libro ¿te inspiraste en la película?, ¿o hubo algo que “disparó” la idea? SIRKKA: Te cuento una anécdota con esa película que comentas. El día del estreno acudí a verla, embarazada y salida de cuentas, ya sentada en la “cómoda” butaca del cine soporté las miraditas de los otros espectadores. Debían pensar que una chica en mi estado no debería visionar semejantes escenas, y para acabarlo de rematar la poseída en la película también estaba en cinta, vamos, que me cubrí de gloria en la sala del cine. Supongo que pensaban que traumatizaría al feto con algo así… o que iba a romper aguas y a joderles la peli, una de dos. Y no, no me inspiré en ella. Es una más de las muchas películas que he visto de esta temática, me encantan.

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Esta novela iba a ser un relato corto sobre los devastadores efectos de la droga, pero cuando termine de escribirlo, y no sé decirte porque, tuve claro que ese relato era el primer capítulo de mi nueva novela. La idea apareció de repente y me dejé llevar. 10.DVDC: Supongo que te habrás tenido que documentar para hacerla ¿Sentiste miedo o respeto por tocar la rama que tocas? SIRKKA: En efecto, quería conocer el Rito que aprueba la Santa Iglesia Católica y las fases que comprende todo exorcismo; tanto al abordar el tema de la posesión diabólica, como el orden y la manera en la que el sacerdote debe recitar los salmos. Leí varias cosas del padre Gabriel Amorth, el exorcista reconocido por el Vaticano con más experiencia, y disfruté mucho con el proceso de documentación, era todo material muy interesante. Con la predilección que tengo por el terror demoníaco, ponerme a leer sobre Demonología suponía un placer. La documentación de la vertiente científica también fue muy instructiva, conocer los síntomas provocados por proceso de desintoxicación, los efectos de las drogas en el organismo o indagar en la terrible enfermedad de la esquizofrenia… Respeto, mucho. La leyenda negra que rodea a todos aquellos que han tratado en sus libros o películas estos temas no se toma tan a la ligera cuando eres tú el que está metiendo las narices. Confieso, que escribiendo de noche algunas escenas, sí que sentí miedo. El silencio, la soledad, la imaginación que es muy borde…

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11.DVDC: En tu libro hay dos partes muy bien diferenciadas, lo Divino y lo Científico ¿Con qué parte te quedarías tu? SIRKKA: Me gustan las dos… pero voy a mojarme, me quedo con la parte Divina. Lo esotérico, lo misterioso, en definitiva todo lo inexplicable, eso me atrae mucho más. 12.DVDC: Las sectas, los rituales, el rapto de adolescentes para llevar a cabo ciertas ceremonias… son algo que siempre ha dado respeto a la mayoría de gente y miedo ¿Qué opinas de ello? SIRKKA: Es algo que por desgracia está al orden del día, y sucede en cualquier rincón del planeta con una impunidad pasmosa. Si la desaparición o el crimen se asocia a una secta satánica de inmediato tendemos a tildarlos de locos, pero a mi modo de ver, ahí hay mucha más maldad que locura. Cuando el rio suena, agua lleva. Una gran mayoría, si les preguntas, tienen la sensación de que una especie de monstruos depravados pertenecientes a la clase alta y adinerada sacian sus apetitos sin que la justicia les alcance jamás. Pues en mi novela abordo ese tema, para esa clase de psicópatas disfrazados de políticos, miembros del clero o magistrados, no somos más que juguetes con frecuencia cardíaca. Y eso, en la novela, casi da más miedo que la presencia del mismo demonio. 13.DVDC: Hace poco casi sale en papel, pero al final no fue posible ¿puedes contarnos que ocurrió? SIRKKA: Sí bueno, debería de haber salido el pasado mes de Septiembre bajo sello editorial, pero no pudo ser. En un primer momento, opté por autopublicarla en Amazon, ésta subió al Top 1 de Terror a los pocos días, recibiendo excelentes reseñas en la plataforma. Pero tal vez, por ese anhelo de querer que publique nuestros libros una Editorial (pensando que es lo mejor), acabé enviando el manuscrito para que lo valoraran. Aceptaron sacar mi novela, pero se acercaba la fecha que habíamos pactado y yo no veía ni interés ni movimiento, por lo que pedí explicaciones. La respuesta que obtuve no me gustó y decidí irme. No estoy dispuesta a entregar mi libro si no confío plenamente en las manos que van a recibirlo. No nos entendimos, nada más. Pero el libro saldrá en papel, de eso ya me estoy encargando yo. Tengo previsto que pueda adquirirse en los dos formatos (papel y digital) en la plataforma Amazon a mediados del mes de Noviembre. 14.DVDC: ¿Qué significan para ti tus lectores? SIRKKA: Todo. Escribo para ellos, para que disfruten sufriendo y pasen todo el miedo que esperan al abrir uno de mis libros. En una sesión de firmas en un Centro Comercial, tuve el privilegio de conocer a algunos de ellos, gente desconocida para mí que se acercaba a verme con una sonrisa y mi libro en la mano para que se lo dedicara. Puedo decirte que descubrirles y charlar con ellos ha sido con diferencia lo más gratificante que he vivido desde que me embarqué en esta locura. 15.DVDC: ¿A quién crees que le gustará más y a quién menos? SIRKKA: Pues mira, teniendo en cuenta las escenas tan escabrosas y tocando algo tan delicado como la religión, sé de antemano que puedo herir sensibilidades. A los que lean la novela, les pido que lo hagan sin prejuicios y entendiendo que es ficción, no es mi intención ofender a nadie. Por eso, aprovechando la oportunidad, aviso de la dureza de algunas escenas y que si eres demasiado sensible no te acerques a mi libro porque lo vas a pasar mal. 83


16.DVDC: ¿Qué proyectos futuros tienes entre manos? SIRKKA: Tengo enviados algunos relatos a certámenes literarios, por lo que puede que me lleve alguna alegría o puede que no jajajaja. Si no salgo elegida tampoco me quita el sueño la verdad, en otra ocasión será. El proyecto principal es mi nueva novela, que empieza a tomar forma y me tiene abducida por completo. Está inspirada en la asesina en serie más prolífica de la historia, la Condesa Sangrienta Erzsébet Báthory. Terror, sangre, mucha sangre y un crimen terrible que debe ser esclarecido. Suspense y sorpresas de último momento. ¿Has visto cómo voy vendiéndola ya? Jajajajaja Tengo muchas esperanzas metidas en ese manuscrito, y esta vez irá a parar a las manos adecuadas. Si ninguna editorial de las elegidas quiere casarse conmigo, pues renovaré votos con Amazon jajajaja. 17.DVDC: ¿Crees que te han ayudado las redes sociales a difundir tu libro? SIRKKA: Por supuesto, un ochenta por cien seguro. Entrevistas como éstas son claves para darte a conocer y que la gente se interese por lo que puedes ofrecerle. Aprovecho para agradeceros la oportunidad, no todos los días la sacan a una en Vuelo de Cuervos y encima en el número de Halloween, está claro que soy una chica con suerte. Pero a mi parecer, también hay que moverse fuera del plano virtual. Las presentaciones, sesiones de firmas y cualquier evento que pueda organizarse es bueno y debe aprovecharse para promocionar tu libro. 18.DVDC: ¿Qué puesto ocupan las redes sociales en tu vida? SIRKKA: Un puesto importante, me facilitan el poder estar en contacto con gente que comparte mis gustos y aficiones. Me acerca a potenciales lectores de todo el mundo que siguen mis publicaciones o le dan al “Me gusta” en mi página de Facebook. De hecho tengo Web, Twitter, Blog, Facebook y seguro que algo más que ahora mismo no sé ni que tengo jajajajaja. Pero no me gusta pasarme el día colgada en la red, intento dosificarme, no es sano vivir bajo el azulado resplandor de la pantalla. Trabajo, gimnasio, vida social, reuniones familiares… no me privo de nada. 19.DVDC: ¿Por qué la auto publicación? ¿Se tienen más ventajas o desventajas al decidirse por ello? ¿Son justas algunas críticas? SIRKKA: Como os he contado me salió rana la Editorial, y decidí repetir la buena experiencia en Amazon. Ventajas tiene muchísimas; tienes el total y absoluto dominio de tu libro, fijas las fechas en las que quieres sacarlo, fijas el precio. La promoción es cosa aparte, creo que eso siempre debe de hacerlo el escritor, hay que moverse para que te vean, excepto Stephen King que a lo mejor puede fumarse un puro mientras acaricia un gato y ve como sus libros se venden como churros jajajaja.

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Desventajas, pues que sufres el estigma del autor indie y otros compañeros te miran por encima del hombro, pero bueno, es algo que se supera. Y si rascas un poco, te das cuenta de que ni ellos son más ni tú eres menos. Otra desventaja es que debes de hacerte tú todo el tema de la corrección y la maquetación, a no ser que contrates los servicios de un profesional. Yo he tenido la suerte de que mi portada sea obra de Daniel Expósito Zafra y a la vista está el gran trabajo que ha hecho. Pero claro, si sumas portadista, corrector y maquetador no es barato. ¿Críticas a los autopublicados? Críticas siempre hay, justas o injustas como en todo lo demás. Yo lo tengo claro, si son constructivas las agradezco por lo que me pueden aportar para mejorar. Si son a mala leche y promovidas por la envidia más cochina pues me las paso por el arco del triunfo ajajajajaja. 20.DVDC: Por último, ¿nos honrarás con alguna colaboración en nuestro pequeño blog algún día? SIRKKA: Vamos, eso no hay ni que pedirlo. Me decís: —Oye Sirkka, dale a la tecla para Vuelo de Cuervos que queremos publicar algo tuyo. Y yo, halagada por la deshonesta proposición, me pongo a la faena jajajajaja. Un placer haber graznado para vosotros, espero que nadie se haya aburrido demasiado al leer la entrevista, y si lo habéis hecho ya es tarde para rectificar… os aguantáis.

¡Gracias Sirkka!

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GRAZNIDOS EN LA HISTORIA (ANA ARRANZ SIHAYA)

LA MALDICIÓN

Mi nombre es Elia Ducas, hija de Johanes Ducas, comerciante de Constantinopla, y escribo aquesta misiva para confesarme ante Dios y ante los hombres. Deseo relatar lo que me ha llevado a abandonar la casa de mi padre y huir con un hombre al que apenas conozco. Siempre fui una niña inquieta, más inclinada a las aventuras que a las labores propias de mi condición. Y eso me llevó a soñar con otras regiones de las que sólo sabía por los escritos. Así no es extraño que la llegada del duque Godofredo de Bouillon a mi ciudad me deslumbrase. Allí empezó mi desgracia. Entre los cruzados se hallaba el hombre con el que ahora debo huir abandonando todo lo que hasta ahora he conocido. Su nombre es Phillipe de Vihiers, apenas unos años mayor que yo, y del que maldigo el momento en que apareció ante mí entre los soldados que traspasaban las murallas. Nuestros ojos se encontraron y poco después me habló mientras yo escuchaba misa en la iglesia a la que acudía todas las tardes. Sus tiernas palabras regalaron mis oídos que le escuchaban a pesar de saberme prometida a un rico comerciante genovés. Tal vez por eso Dios me haya castigado con esta maldición que ahora nos une a Phillipe y a mí. Cuando las tropas francas partieron a liberar Jerusalén prometió regresar y llevarme con él de vuelta a Vihiers ya como su esposa. Mejor hubiera sido que muriera en las luchas dejándome viuda y no me arrastrase al infierno con él. Desde niña había escuchado historias de ghilan, demonios comedores de carne humana, y había escuchado relatos de personas que afirmaban haberlos visto, pero jamás pensé que fueran la causa de mi desgracia. Varios meses pasé sin saber de mi amado salvo las noticias que llegaban de Antioquía a través de informes al emperador Alejo o rumores de viajeros que traían a nuestra ciudad. Así supimos del asedio al que los cruzados sometieron la ciudad y el posterior asedio por parte de los turcos, una vez tomada por las fuerzas de la cristiandad. Y una noche acudió a mis aposentos. Noté una mano helada sobre mi boca y eso hizo que despertase sobresaltada, pero lo que posteriormente vieron mis ojos fue todavía peor. Un rostro demacrado y pálido se inclinó sobre mí y unos ojos brillantes se clavaron en los míos. Intenté liberarme de aquella aparición, pero él me sujetó con fuerza y me rogó que no gritase. Mis ojos se abrieron desorbitados al reconocer la voz. Era Phillipe. Asentí con la cabeza para hacerle saber que no gritaría y él apartó su mano de mi boca. Entonces noté el olor. Una mezcla entre algo putrefacto y tierra húmeda. Como si hubiese salido de una fosa, recuerdo que pensé. Cuán cerca de la verdad estaba. Me contó que había huido de Antioquía con un grupo de soldados y caballeros que habían abandonado la ciudad ante las acciones inspiradas por el demonio que Bohemundo de Tarento estaba llevando a cabo, llegando incluso a comer carne humana. En ese momento creí desfallecer al escucharle sollozar. Intenté tocarle para consolarle, pero él lanzó una especie de gruñido y me miró como si quisiese atacarme.

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Yo retrocedí en mi lecho ante la maldad que vi en sus ojos, pero solo fue un momento tan fugaz que pensé que la luz de la luna que entraba por mi ventana me había engañado. sus ojos ya no eran los mismos y no lograba entender porqué. Me dijo que había venido en mi busca para llevarme con él, pero mi cabeza me decía que algo malo ocurría. Algo en mi interior me advertía de que aquel ya no era el hombre del que me había enamorado. Volví a buscar su mano y esta vez fui yo la que la retiré ahogando un gemido. Estaba helada, pero no de una forma natural. Era como si estuviese tocando un cadáver. No pude evitar tratar de apartarme de él creyendo que estaba ante una aparición, mas su mano atrapó mi muñeca con rapidez asombrosa y me dijo que no había tiempo para dudas. Balbuceé excusas sin sentido y traté de alejarme de aquellos ojos de animal de presa, pero sus manos heladas no me soltaron y acabé gritando pidiendo ayuda. Sólo sentí un dolor lacerante e insoportable en mi cuello y luego como me lo desgarraba con sus dientes mientras yo me desvanecía notando mi sangre resbalar por mi brazo y mi pecho. Cuando volví a despertar estaba envuelta en una burda manta y a mi alrededor sólo vi paredes de tosca piedra, como si se tratase de una caverna. Intenté descubrir dónde me encontraba, pero un fuerte dolor en el cuello me hizo gemir. Me sentía sucia y cubierta de sudor. Algo se movió cerca de mí y al poco apareció un caballero cubierto con una túnica en cuyo hombro había prendida una cruz. Un cruzado. Su rostro estaba tan pálido como el de Phillipe, pero sus ojos, a pesar de tener el mismo brillo, parecían serenos. Se presentó como Robert de Angers y me pidió que no tuviera miedo y que escuchase lo que tenía que decirme. Su voz era suave y me envolvió de tal manera que supe que podía confiar en él. Me contó que no sabían bien qué había pasado, pero que todos los que allí estaban, incluido Phillipe, habían sido mordidos por unos ghilan que los habían convertido en seres con ansias de sangre y que pensaba que Phillipe me había contagiado la maldición al morderme. En ese momento creí que seguía estando en una pesadilla y comencé a negar con la cabeza hasta que el caballero me abrazó con ternura y yo rompí a llorar. Me susurró que cuidaría de mí y que jamás dejaría que me ocurriese nada malo. Y ahora marcho con estos condenados por el desierto que rodea lo que otrora fue mi ciudad. Tratamos de controlar nuestra sed de sangre atacando a aquellos que se oponen a Nuestro Señor Jesucristo. Nos ocultamos de los rayos del sol que nos debilitan y salimos de noche, pero siempre bajo el mando de Robert de Angers. Él es el único que consigue que no nos abandonemos a la desesperación o a la barbarie. Rezad por nuestras familias porque nosotros ya estamos condenados. Para siempre.

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JAVIER VIVANCOS Javier Vivancos escribió Pueblo Muerto porque un malvado duende pirómano le susurró al oído que lo hiciera. Si te gustan los thrillers que coquetean con jovencitas, vampiros sin colmillos y psicópatas varios, puede que tú también comiences a escuchar a ese maldito duende... http://www.amazon.es/Pueblo-Muerto-JavierVivancos-ebook/

Calles solitarias, casas abandonadas, un pueblo que agoniza. Que enloquece. Un pacto para repoblarlo que supera todo lo imaginable, que se burla de la vida, que escapa a la muerte. Un amor en la oscuridad, donde las fronteras de lo real se desvanecen, donde los sentidos se retuercen a tientas para satisfacer su voracidad. Cuando la verdadera noche se cierne sobre estos tejados, puedes escuchar el eco de tus latidos propagarse entre los viejos muros. Y créeme, no querrás estar ahí fuera, en mitad de un pueblo muerto. Javier Vivancos nació en Cartagena un viernes 13 de 1979. En una fecha así, solo podía haber venido al mundo un escritor de literatura de terror. Se diplomó en Trabajo Social y se licenció en Psicología, pero lo que más le interesa es escribir y dar rienda suelta a esas historias que de cuando en cuando pululan por su mente como almas perdidas que necesitan ser dirigidas hacia algún lugar más luminoso. Ha trabajado como corrector y como redactor. Tiene varios trabajos publicados, ha resultado ganador en certámenes de relatos como el Premio Lituma 2006, el Ciudad de Arnedo 2008 o el X Concurso de Relatos Eróticos de Cartagena, y además ha conseguido pasta con ello. Autor de “Lucrecia se oscurece”, “Yo vi tu silueta”, “Los últimos días de la sombra” y otros muchos trabajos que las editoriales se matan por publicar, está a punto de ver editada su última novela: “Las matemáticas del caos”, una escalofriante y monumental historia de terror con la que al fin alcanzará la fama, la gloria y el reconocimiento mundial que se merece. Pero... mientras tanto, humilde como es, disfruta de su afición por la escritura con el mismo entusiasmo y sencillez con el que comenzó a darle a la tecla. 88


EL VISITANTE ESCONDIDO (DAVID CARRASCO Y SORAYA MURILLO) No había sido una tarde muy fructífera, pensaba el cazador, de regreso a casa. Con la escopeta colgada del hombro y un par de animales muertos de la mano, caminaba por el terreno pedregoso del bosque, de vuelta a su hogar; una cabaña de madera de dos pisos, enclaustrada entre un círculo de árboles. Una pequeña porción de paraíso alejado de la bulliciosa y tecnológica ciudad. Empezó a oscurecer, dando paso a una noche fría repleta de estrellas. Un sonido ambiente de la fauna nocturna llenó cada rincón del bosque, despertando del letargo diurno. El cazador aligeró el pasó, deseando llegar al hogar para prepararse otro guiso caliente con la recompensa obtenida y holgazanear en el sillón con la televisión puesta. De repente, un sonido estridente le sobrecogió, seguido por un destello que iluminó todo el cielo con un color rojizo. Miró hacia arriba, a tiempo de ver como un objeto caía en picado, rodeado de fuego dejando una estela flamígera a su paso, ensanchándose a medida que se acercaba más al suelo. Se precipitó hacía la mitad del bosque e, instantes después, colisiono en algún punto, generando una gran nube de humo incandescente, que se expandió hacia arriba arrasando cientos de árboles del alrededor. El sonido del impacto fue atronador, como si varias bombas nucleares hubieran sido arrojadas en el mismo sitio. Sus ojos no dieron crédito a lo visto, a la par que se recuperaba del susto inicial. Cuando sus piernas dejaron de temblar corrió hacia el lugar de la colisión, pensando en los miles de programas y películas que había visto sobre meteoritos y cometas que atraviesan la atmósfera cayendo al planeta. Los restos de humo se hacían cada vez más grandes, signo de que iba acercándose, sumado eso a que el olor a quemado y tierra arrasada era cada vez más fuerte. Jadeando y nervioso por lo que se encontraría, finalmente llegó, viendo como la cadena de árboles era brutalmente interrumpida por un enorme cráter de dimensiones descomunales hallándose en el centro, una especie de capsula o nave, blanca por el exterior y llena de mellas y restos carbonizados por efecto de la entrada en la atmósfera. La parte delantera consistía en una portezuela con un ventanuco por donde se observaba el interior, viéndose una luz que parpadeaba, la cual alumbraba, intermitentemente, al único pasajero. Con paso vacilante, el cazador empezó a descender por el cráter, sin perder de vista en ningún momento a la nave central y a la misteriosa figura del interior. Parecía estar inconsciente ya que, aunque no distinguiese bien sus rasgos, percibía que no se había movido en todo momento. Antes de poder acercarse más, un inesperado viento azotó su cara, seguido de un sonido de motor proveniente del aire. Un potente foco le cegó, obligándole a llevarse una mano al rostro, atisbando entre los dedos la silueta de un helicóptero.

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—¡Aléjese del objeto! —gritó una persona desde el helicóptero, valiéndose de un altavoz. —¡Le habla el ejército! ¡Haga lo que le digamos! El cazador se quedó petrificado en el sitio, mientras parpadeaba recuperando la visión, cegada momentáneamente por la luz focal. Cuando quiso darse cuenta, alrededor del cráter decenas de jeeps del ejército se encontraban estacionados, mientras en la noche un par de helicópteros sobrevolaban la zona. Varios soldados se apearon de los vehículos, moviéndose como hormigas acatando ordenes de sus superiores. Un par de ellos, con trajes aislante, se acercaron a él conduciéndole hacía una carpa blanca que estaban montando. —Caballero, acompáñenos-dijo uno de ellos. —Tenemos que hacerle unas pruebas y unas cuantas preguntas. Antes de que se lo llevasen pudo ver como la zona era precintada, soldados con los mismos trajes aislantes se acercaban poco a poco hacia la nave. Aunque uno de los soldados utilizó un tono de voz tranquilo para hablarle, otro lo empujó de muy malas formas, casi tirándolo al suelo. Cuando se encaró para protestar el terror lo paralizó al ver como metían en uno de los potentes camiones aquella cosa que sacaron de la capsula, entendió que nunca debió de verla, y así fue, se lo llevaron, había visto demasiado. Circulaban sin detenerse por varias torres de vigilancia con un impresionante cercado de separación de varios metros de altura. Diversos vehículos recorrían a gran velocidad pasando por el campo de instrucción situado al norte de la base dentro de sus límites. Toda la zona militar se componía de una sucesión de lomas suaves en ascenso hasta el vértice principal. La vegetación era abundante con árboles típicos del lugar juntos algunos arbustos bajos , prolongándose todo el paisaje hasta unas sierras nevadas .Aceleraron más de lo permitido por el cuentakilómetros dejando marcas en el asfalto, girando a la derecha abandonando la franja conocida para introducirse en un camino donde un cartel decía en varias lenguas , NO ENTRAR, SÓLO PERSONAL AUTORIZADO. Allí descargaron en uno de los almacenes la cápsula, no es la primera que llevaban pero si la más completa, apenas tuvo daños, estaban seguros de que lograrían averiguar su funcionamiento. Naves del espacio, las llaman ahora, se puso de moda ese nombre, aunque para la mayoría de la población sólo son leyendas, siguen pensando que viven solos en el universo, en caso de haber vida inteligente quedaría a demasiados años luz, imposible ponerse en contacto con ellos, no saben que esa vida llegó varias veces a su mundo. Desconocían cuáles eran las órdenes con el cazador, en cambio al tripulante debían llevarlo al mismo sitio donde trasladaron a los anteriores, salvo que en esta ocasión seguía vivo. Eran soldados adiestrados. Habían visto cosas que a la población les hubiera conmocionado, pero cuando miraron al visitante apenas unos segundos mientras lo trasladan, un estremecimiento de miedo les invade todo su cuerpo, sus hijos tendrían pesadillas de por vida si lo contemplaran, para ellos sería como ese monstruo del que deben esconderse.

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Estuvo callado durante todo el trayecto, debía ser por el golpe de la caída, es curioso pensó uno de los vigilantes, parecía él tener más miedo al vernos a nosotros. Ahora había empezado hablar, palabras incoherentes sin sentido, una detrás de otra, lo que daba pánico de verdad era ver por donde salían, una especie de agujero que se abría y cerraba. Aquel recorrido terminó en una amplía sala de color blanco con una celda acristalada en un lateral, lugar donde los soldados depositaron al ser de la nave, quedando cerrada por medio de una puerta hermética. Un alto rango del ejército se acercó al cristal, seguido de dos científicos de bata blanca y mirada taciturna. El militar observó al cautivo, viendo como éste se levantaba y miraba desorientado a todos lados, acercándose, finalmente, a la cristalera prorrumpiendo en gritos ininteligibles para los presentes, golpeando la superficie con los dos puños. Los dos científicos retrocedieron asustados, más el militar permaneció impertérrito en sus sitio, analizando de arriba abajo al prisionero. Era increíble la movilidad de sus miembros y los sonidos que hacia al hablar en su idioma, totalmente desconocido al oído. El militar sacó un portafolio de la maleta que llevaba, extrayendo una hoja del interior, en la cual se reflejaba una fotografía de unos planetas. Señaló uno de ellos, pegando la hoja al cristal, se lo mostró al ser. —Tú caer aquí—dijo despacio, exagerando cada sílaba¬. —Nosotros vivir aquí— Se señalaba a él mismo y a los presentes, mientras recalcaba el dedo sobre el planeta. Al otro lado, la figura pareció entender, porque se quedó callada alternando la mirada entre sus captores y el dibujo que le señalaba uno de ellos. Parecía estar asociando términos en el interior de su mente. —Planeta. Nosotros— Reiteraba el militar, moviendo su dedo de la fotografía a su pechera. — ¿Tú? —Apuntó al ser y abrió la palma por debajo de la representación de los planetas—¿Cuál ser el tuyo? Comprendió lo que se le decía, pero aquellos planetas no tenían cabida en su cabeza, ¿En qué sistema solar se encontraba? ¿Cuándo se desvió tanto? Miraba esa fotografía tan asombrado como contemplaba aquéllos que estaban tras el cristal, ¿Qué clase de cosas eran, por dónde hablaban? Cerró un instante los ojos, necesitaba tranquilizarse, entendía lo que esperaban de él, que les dijera de dónde procedía. No tenía sentido hablarles, cada uno se comunicaba en su idioma, busco a su alrededor algo para hacerles entender. En la pared vio una especie de pizarra, era táctil, comenzó a dibujar círculos. El militar se acercó al cristal, los científicos se apiñaron casi rozando su cuerpo mirando al ser dibujar lo que debían ser planetas .Paró un momento, observando pensativo su obra, pareció quedar satisfecho señalando con el dedo uno de ellos. Ese ser debía de encontrarse mal, o no sabía lo que se le pedía, aquello que dibujo no tenía ningún sentido, eso no existía. Por hoy ya habían tomado suficiente contacto, mañana más, mando que lo encerraran, igual adoptaría otros métodos para hacerse entender, quería saber de dónde provenía, los otros murieron cuando se estrellaron. De nuevo no se alteró viendo abrirse ese agujero del visitante para soltar unos ruidos muy molestos mientras se lo llevaban. Contempló asombrado la obra en la pantalla, el círculo que señalara con insistencia tenía unas cosas dentro, unos trazos curiosos, decidió apuntarlos, lo hizo despacio, muy lentamente, no era fácil copiar aquello: EARTH.

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CECILIA gF Cecilia GF es una artista nacida en Málaga, que estudió Historia del Arte, en la Universidad de Málaga, para tener una perspectiva y comprensión del arte más extensa, además de mejorar sus habilidades expresivas respecto a este. Desde niña siempre ha estado interesada por este mundo, en todas sus expresiones desde la literatura hasta el cine, siendo una influencia para ella, sobre todo el estilo oscuro y fantástico. Su expresión artística se ha visto influencia por autores tan conocidos como Linda Bergkvist, Gustav Doré, Goya, Lovecraft, Edgar Allan Poe, Luis Royo, Gavin Hargest, etc., sin embargo, ninguno ha influenciado completamente su forma de entender el arte. Su estilo es único y personal, puesto que tuvo un aprendizaje autodidacta en cuanto a la utilización del bolígrafo como herramienta, al igual que con la ilustración digital, sólo que en este caso se ayudó de tutoriales para mejorar su dominio. Debido a que sus pinturas reflejan sus emociones y deseos en los instantes que los crea, como se puede ver en su galería la cual está repleta de dibujos con infinidad de temas, desde Star Wars hasta creaciones propias.

http://ceciliagf.deviantart.com/ https://www.facebook.com/pages/Cecilia-Gf/

ELAINE Y FRED 92


NOSFERATU 93


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DESDE EL ASYLUM LORENA RAVEN

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No todos los diarios deberían ser escritos, y algunos tampoco leídos. ¿Te atreves a descubrir este conmigo? Adelante, te estaba esperando. <<En los confines de un antiguo asilo psiquiátrico, aparecen unas hojas dispersas en el fondo de unos escombros. Parecen recortes de periódico, pero nunca más lejos de la realidad; resulta ser un diario sin firma, escrito con letra firme y acentuada. Los relatos del interno a cada día que pasa recluido en este antiguo hospital, se convierten en pesadillas que darán paso a las atrocidades y espantos tan reales e ilógicos que hacen revolver la cordura de quien puede llegar a ojear sus páginas.>> 25 de Octubre de 1940 Mi nombre… ya no me acuerdo de él… quién soy… tampoco sé, ciertamente. Ellos no me creen, por eso me encerraron. He conseguido papeles viejos en la biblioteca a la que nos dejan entrar una vez por semana. Se notan las letras de los periódicos desgastados pero necesito escribir todo esto por si alguna vez quien encuentre estas páginas puede ayudar a otro como yo o a toda la humanidad o así mismo. Yo ya les he explicado que todo lo que les he dicho es la verdad. Las sombras se acercan a mí por el suelo, se deslizan por el techo y escalan por las paredes mientras me observan con su cara desprovista de ojos nariz y boca. Me rindo ante ellas como no puede ser de otra manera, me dejo llevar por las fauces de la oscuridad; es entonces cuando entro en un estado catatónico arrasando con todo lo que tengo a mi paso sin importarme mi propia integridad. El doctor Sicgri, comenta con las enfermeras nuevos métodos de terapia. Las que ya conozco casi apenas produce dolor en mi cuerpo y la que desconozco alteran a las sombras que se multiplican dominando mi cuerpo, mi mente… y yo solo se gritar y patalear. Intentar muchas veces zafarme de las ataduras o de la camisa de fuerza que encierra todo mi tronco es fatídico para mis huesos pues caigo al suelo dañando cada vez más mi huesudo cuerpo. Las postulas de mi piel, no me acostumbro a verlas, cuando se curan unas otras nuevas salen más profusas y mal olientes. Comemos en platos llenos de porquería, pero después de los días eso es lo que menos importa. La luz tenue que entra por algunas de las ventanas, me hace recordar que estoy vivo, aún sin tener ni el más mínimo retazo en mi mente de mi vida anterior, pugno por salir de alguna manera de este infierno. No reconozco mi rostro en el cristal, estoy tan demacrado que apenas una fina capa de piel separa mi cara del hueso. Y las enfermeras… esas no son mejores que las sombras que atenazan mi razón cada día, ni tampoco los guardas que fornican con ellas a escondidas. Tengo que… 97


1 de Noviembre de 1940 Aún con el miedo de que me vuelvan a encontrar agazapado en el suelo de la biblioteca he idea- do un lugar en el que esconderé este diario. A veces durante las palizas me dejo llevar y me evado, buscando en mi memoria recuerdos vagos y en vano de lo que hacía antes de estar aquí dentro. Pero entonces las sombras me susurran cosas, son, en su mayoría frases sin sentido que no reco- nozco, pero con el paso del dolor impregnando mis músculos y rompiendo capilares, escucho con más y más claridad las palabras. Diferentes voces que hacen toda una frase “mátalos a todos” “quémalos a todos” “destruye este lugar”. Pero entonces las embestidas de los guardias mientras terminan su tarea violándome, me despiertan provocando la caída de lágrimas casi resecas por los lagrimales de mis ojos amoratados. Cuando despierto, solo pienso en mi venganza, el tembleque de mis piernas se hace más profuso si intento levantarme. Un destello nubla mi visión, hay alguien nuevo conmigo en mi habitación, pero no desprende oscuridad. Brilla tanto que es terriblemente cegador. Por más que intento ade- cuar a mis ojos a la visión estos se cierran con más fuerza. Algo me sujeta por detrás, sus manos se clavan en mi piel y noto como esta arde, el olor a carne incinerada me trae arcadas. Sin nada que poder echar, espumarajos salen propulsados hacia de- lante salpicando el suelo y lo que sea que este delante mía. Una voz dulce y sosegada irrumpe mi dolor volviéndolo en paz. <<No estás solo>> Es lo único que acierto a escuchar. Inexplicablemente despierto, la luz ha desaparecido y me miro con nerviosismo los brazos, los moratones no están ni tampoco hay marcas de quemaduras. El cuerpo ha dejado de dolerme e incluso me siento con fuerzas para salir de aquí. Aunque la sombra que está en la esquina agazapada y saltando no deja de mirarme. CONTINUARÁ...

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BEGOÑA FUMERO ARTWORKS Natural de Santa Cruz de Tenerife, estudié allí Bellas Artes en la Universidad de La Laguna. Poquito después, decidí viajar a Madrid para especializarme en Cine y arte digital, donde resido y trabajo actualmente. Me considero una enamorada del Terror y el misterio en todas sus variantes artísticas, desde las viejas pelis de la Hammer, a los relatos de Sheridan Lefanu, Poe, Lovecraft. Pasando por el mal rollito de Ryden, los paisajes de David Friedrich, o las acuarelas de Arthur Rackham que me alucinan. Devoro los comics Eerie y Creepy por la noche y en la cama, como debe ser. Y por supuestísimo escucho fielmente Milenio3. Así que, creo que tenía todas las papeletas para estar aquí metida y sentirme como pez en el agua entre toda este gente misteriosa... Os invito a Pasaros por mi Facebook, Behnace o web. ¡Seréis bienvenidos!

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YA LO DIJO THOMAS DAVID ORELL

Sinopsis:

Ya lo dijo Thomas, es el título del primer libro de relatos en el que historias de diversa índole, se suceden una tras otra de una manera breve, inmediata e intensa por momentos, rompiendo a veces, la trama con un inesperado final. Sus personajes cruzarán indistintamente entre el mundo real e imaginario llegando a perder la lógica aplastante entre la impaciencia, la locura y la decepción.

Biografía:

David Orell (Islas Baleares, 1982) es el autor de ¨Ya lo dijo Thomas¨ (eBook – 2014) y de ¨Silencio Absoluto¨ (pendiente de publicación), diseñador de portadas y marcas personales para blogs, corrector y creador de booktrailers aficionado, pero sobre todo, enamorado de las letras y amante secreto de la forma de desordenarlas. En la actualidad gestiona su blog www.kassius9.com donde, entre otras cosas, reseña libros, películas y publica relatos breves. 102


EL NIDO DEL PULP

(ANA MORÁN INFIESTA) EL ARCÁNGEL DE NUEVA YORK Siempre me han fascinado los antihéroes, los ambientes oscuros, los cultos extraños y las sociedades subterráneas; tal vez por eso, en calidad de lectora, me atraen personajes como el doctor Fu Manchu o La Sombra. Villano uno, justiciero el otro, sus historias siempre tenían un halo de fascinación y exotismo, y pasearse por el Limehouse o Chinatown era atravesar un portal hacia otro mundo. También, como obras hijas de su tiempo destinadas a un público poco selecto, muchas veces estaban impregnadas de elementos que hoy, en el mejor de los casos, consideraríamos políticamente incorrectas. El universo donde Arcángel, Joan Wang, imparte su justicia nació hace ya dos años, buscando crear un marco para las aventuras de la detective Diana Hunt, impregnado de misterio y exotismo, pero, a su vez, libre de tintes prejuiciosos. El mundo donde viven estos personajes no es, por tanto, el nuestro, aunque sigan existiendo Nueva York y personajes históricos como Orson Welles o el senador McCarthy. Es una realidad ucrónica y retrofuturista, donde los humanos puros (nosotros), conviven con zoomorfos —como los bast, humanos con genes felinos; lobisomes; vulpinos…) y los mestizos, quienes tienen una apariencia humana, pero conservan cualidades propias de su sangre más animalesca. En esta sociedad, donde se considera que el cuarenta por ciento de la población ha asumido la bisexualidad, abundan las sectas guerreras, entre las que destaca Zaresh, orden a la que Joan Wang fue consagrada el día de su nacimiento. La existencia de humanos no puros y las mencionadas sectas, cambió el curso de muchos acontecimientos históricos, así la Segunda Guerra Mundial no se produjo y la guerra civil española fue ganada por el bando republicano, también los indios americanos llegaron a firmar un tratado de paz con los colonos que les permitió vivir en las montañas, en lugar de en reservas muchas veces insalubres. Por lo demás, la maldad humana sigue existiendo, y contra ella combate Arcángel. Solo me queda, lector, desearte que disfrutes con esta aventura en la que nuestra heroína verá amenazado algo más importante que su propia vida. MUTIS POR MUERTE Emily Weston se detuvo frente a la entrada trasera del teatro Marrasco. Sus dedos rozaban la puerta sin atreverse a abrirla o a llamar; en su gesto, por lo común resuelto, se derramaba una sombra de duda. En esos momentos no era una elegante heredera neoyorquina, sino una adolescente, asustada porque sabía lo que se iba a encontrar en cuanto llegase al camerino de la actriz principal: una mujer, enfundada en una bata de seda con un cuchillo clavado en el pecho. La sangre formaba una perfecta amapola sobre la tela y comenzaba a escurrirse hacia el suelo. No era una fantasía, sino una muerte real, un suicidio. El de su madre, Susan Weston, diez años antes. De repente, se encontró tocando el vacío; una exclamación de sorpresa brotó de sus labios al tiempo que su zurda se sumergía en el bolso, donde dormía un .22. No era un arma potente, pero su tamaño resultaba ideal para los bolsos de fiesta y, disparada a quemarropa, podía ser tan efectiva como su amado .38. La figura espectral del pasillo no tenía por qué ser una excepción. —¡Vaya!, pequeña Millie, creo que te he asustado. La voz, aquel diminutivo que llevaba diez años sin escuchar, pues su interlocutor lo había evitado durante sus charlas telefónicas de los últimos días... La mano de la joven abandonó la pistola y se hizo con una pitillera de plata.

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Con pulso firme, la abrió y se llevó un cigarrillo a los labios. Le aplicó la llama del encendedor, mientras su visitante se acercaba al quicio de la puerta, ya iluminado. Nunca había tenido nada que temer de Alistair Rutheford y no iba a empezar a hacerlo ahora. —Hola, tío Al —saludó aún tensa. De no ser por algunas canas más, el empresario teatral podría ser el mismo hombre que la había consolado cuando entró llorando en su despacho, gritando «¡Mamá está muerta!»—. Solo estaba decidiendo si fumarme o no un último cigarrillo; sé que no quieres humo en tus teatros. —Ni nada amarillo —sonrió el hombre—. Veo que tienes buena memoria. —Demasiada, tal vez… —confesó ella. El promotor se limitó a apretarle el hombro con gesto cariñoso. Antes de mirar hacia un lado y otro extrañado. —¿No ha venido esa famosa amante tuya? —preguntó al fin. Si bien llevaba una década lejos de la ciudad, estaba familiarizando con la vida de la heredera. El nombre de Joan Wang había surgido durante sus charlas telefónicas y Rutheford no había ocultado su curiosidad por conocer a aquella amante con fama de ser una de las mujeres más bellas de la ciudad. La sonrisa volvió a los labios de la muchacha —En teoría tendría que haber regresado al apartamento a las ocho para llegar aquí a tiempo, pero a Joan siempre se le olvida el mundo cuando va a la biblioteca o a Chinatown. La sonrisa de los labios de la joven se acentúo. No le divertía la imputabilidad de su pareja, sino poseer un secreto por el que muchos criminales de Nueva York habrían pagado millones. Joan Wang, colaboradora de la fundación Weston, traductora e intérprete, era Arcángel, el azote de los criminales de Nueva York. El padre Malone lanzó una mirada hacia atrás, sin dejar de correr por el callejón. En su diestra, aún ardía hambriento el cuchillo que había salvado las almas de decenas de pecadores en los últimos meses. Sin embargo, esa noche Satanás había mandado a uno de sus hijos a proteger a sus adoradores. Ahora, tras impedir su misión divina, lo perseguía. Pero iba a encontrarse con que Malone era uno de los mejores paladines del Señor. El cura se detuvo. No veía nada, solo oscuridad. ¿Habría distraído al demonio? O tal vez... La mirada de Malone se desvió hacia lo alto; la luz de la luna proyectaba la sombra de su pequeña iglesia, hasta cubrir el callejón. Sin duda, su influjo le estaba protegiendo. El Señor seguía a su lado, a pesar de haberle fallado esa noche. —Gracias, Señor, por proteger al más leal de tus hijos —susurró, elevando la mirada al cielo. Como un burlón eco de sus palabras una pelota rebotó en la oscuridad hasta detenerse a sus pies. Era una pelota de baseball y tenía un nombre escrito, comprobó con horror al tomarla en su mano. «Joseph Marsh». La bola se escurrió entre sus dedos, mientras Malone balbucía un débil «¡No puede ser!». La había dejado allí donde los ojos del Maligno no podían acceder, junto al resto de trofeos. Las piernas del religioso temblaban, ancladas en la tierra, mientras sus dedos se deslizaban bajo la chaqueta para aferrarse al crucifijo. —¿Señor? —siseó una voz en la oscuridad—. Si el Señor existe, escupiría sobre el suelo que pisas. El demonio de ojos incandescentes lo había encontrado; avanzaba por el callejón con cruel parsimonia, mientras desenfundaba lentamente un largo sable, similar al de los guerreros japoneses. Malone lanzó un grito estrangulado y arrojó el cuchillo. Como en sus días de capellán militar, la mano del Señor guió el arma con pericia, directa hasta el corazón de la siniestra criatura. Por desgracia, esa noche las fuerzas del Averno eran más fuertes que las del Cielo; con una rapidez imposible para mortal alguno, el diablo trazó un arco ascendente con su sable y cortó la trayectoria del cuchillo, con tal fuerza que el arma rebotó contra una de las paredes del callejón. El regocijo ardía en la mirada del demonio mientras avanzaba, espada en alto, en dirección al padre Malone.

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—¡Aléjate de mí! —ordenó el cura, elevando el crucifijo. Deseaba poder escapar, aunque fuera caminando de espaldas, pero era incapaz de obligar a sus piernas a moverse. Tendría que confiarse al poder del Señor. Ni siquiera el símbolo del Todopoderoso logró hacer recular a la criatura. El demonio le arrancó el crucifijo de la mano y tras invertirlo, volvió a colocárselo entre los dedos, rígidos por el pánico y la incredulidad. —Así representará a tu verdadero señor —siseó. El sable rajó el vientre de Malone, trazando una diagonal ascendente hasta el pectoral del asesino. En apenas unos segundos, una orla de rubíes rodeaba el cuerpo del hombre cuya demencia lo había hecho creerse un ángel de la muerte. El Purificador del Bronx, se había autodenominado en algunas cartas enviadas al New York Times con las que había sumergido a la policía en un macabro laberinto de pistas falsas. Más de una docena de niños habían sido víctimas de su locura. Por eso, la justicia de Arcángel había dictado muerte. El sonido de las sirenas se acercaba en su dirección; los padres de la pequeña Laura Infantino debían de haber llamado a la policía. Devolvió la pelota a la mano del agonizante asesino y se encaramó a la escalerilla de incendios de uno de los edificios. Aunque ya era conocida entre los agentes de la ley, no sería la primera vez en que un patrullero confundido le disparaba. Era momento de que Arcángel dejase el Ford de cristales tintados en un garaje privado de Manhattan y recuperase el Cadillac de Joan Wang. La batalla contra el crimen había concluido por esa noche. Sin embargo, aún no le tocaba descansar, le esperaba una dura prueba bajo su verdadero rostro, una más difícil que cualquier lucha a espada: ayudar a Emily a superar aquel maldito estreno. CONTINUARÁ...

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EL COLECCIONISTA DE SENSACIONES (A modo de introducción) Autor: Jack Winchester

Damas y caballeros, antes de nada permitan que me presente: me llamo Jack Winchester y colecciono sensaciones. En realidad colecciono muchas más cosas, tanto físicas (libros) como “abstractas” (momentos), soy un coleccionista compulsivo y la obsesión se ha convertido en mi compañera de vivencias. A veces no sé si no es una carga el tener una mente hiperactiva que, a modo de esponja, capta todo lo que le rodea. Y no hablo sólo de cosas que, aun pasando desapercibidas para el común de los mortales, tienen cierta entidad, sino también de nimiedades. Debo reconocer por otra parte que aunque amo la belleza en general, es aquella que se encuentra en la Oscuridad la que me resulta más atrayente; las sensaciones son especialmente intensas, los estímulos particularmente placenteros. El misterio, el terror, lo inquietante forman parte de mi vida, lo enigmático está indisolublemente unido a mi persona. Estoy deseando compartir con ustedes en los próximos números de la revista todo aquello que pasa por mi mente y todo lo que pasa en el día a día, la magia oculta tras lo cotidiano, para sacarla a la luz pero sin desvelarlo todo. Como dice David Lynch, «los misterios nos abren la puerta a otros misterios». Y añade, «los misterios son lo que más amo». Debo reconocer que, junto a esas sensaciones y momentos, hay todo un imaginario que me parece fascinante: los espejos, los laberintos (especialmente los jardines laberínticos), las barracas de feria, el lado oscuro de muñecas, maniquíes, muñecos de ventrílocuo, las tiendas que parecen detenidas en el tiempo… Eso por citar algunas de mis obsesiones, no todas ya que entonces esta sección sería una mera enumeración de mis fetiches. Pero podría añadir como ya he dicho anteriormente, el coleccionismo compulsivo o también los asesinos en serie y la oscuridad cotidiana.

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En el fondo se puede considerar a los asesinos seriales como parte de dicha oscuridad porque si entre otras cosas consideramos como tal lo que está al margen (gente con vidas muy extremas, con pasiones que les consumen, gente obsesionada con personas que no saben de su existencia…) cómo no considerar así a dichos asesinos. Pero siguiendo con mi “presentación” quizá deba referirme a una obra que considero muy interesante y que plasma muy bien lo relativo al coleccionismo compulsivo y las vidas al margen. Se trata de “Museum” de Fernando de Felipe, un cómic que recoge diversas historias cada una de las cuales está protagonizada por un coleccionista que hace de su pasión su forma de vida. Puntualizar que no será ésta una sección de reseñas aunque en ocasiones haga referencia a obras que puedan servir de ejemplo de lo que les comente. Sin desvelar nada diré que en las distintas historias las colecciones van ocupando más y más espacio no ya sólo de sus casas sino de sus vidas, bloqueando sus relaciones afectivas o directamente haciéndolas inexistentes. Momentos, envases, “partes” del cuerpo, pruebas de asesinatos sin resolver… son algunos de los “objetos” coleccionables. Yo mismo soy un gran fetichista. Normalmente se suele asociar el fetichismo a lo erótico, que también, pero en el fondo fetichismo es coleccionar discos, libros, los objetos que nos gustan incluso aunque no se coleccione (una camisa que nos gusta especialmente, aquel recuerdo que compramos en un viaje inolvidable…). En mi caso podría decir que, dentro del erotismo, ya que es un tema que también trataré, el objeto de mi deseo, mi fetiche, son las piernas pero no sería del todo exacto. Podría decir también que son los pechos pero de nuevo la exactitud brillaría por su ausencia. Incluso podría, de forma solemne, señalar los pies como especial objeto de mi pasión, pero en ese caso mentiría vilmente. Me gustan los pechos, las piernas, las medias que envuelven éstas en papel de lujuria… Porque no, no es una única cosa la que me adentra en los terrenos de la locura sino toda una pluralidad, un conjunto plagado de sensaciones. Aunque si hablo de sensaciones debo reconocer que al fetichismo indeterminado debería sumar uno muy especial, algo que acelera mi respiración hasta hacerla inexistente: las situaciones. Los nervios previos, el ritual que antecede a un encuentro, la búsqueda del lugar en el que se juntarán los cuerpos y se unirán las soledades… Ah, qué poético me pongo y no he podido evitar emplear la frase “la excitación apenas me dejaba respirar” que suena en boca de uno de los protagonistas de “Museum”. Dirán ustedes: “¿Todo eso se va a tratar en esta sección? ¿Fetichismo? ¿Oscuridad cotidiana? ¿Espejos, maniquíes, asesinos en serie?” Sí, todo eso y más, mucho más, porque no deben olvidarse de las sensaciones, ni de los momentos ni de otras muchas cosas. Ah, Hannibal Lecter con su pasión por la belleza y la carne, todo formando parte de un ritual, el síndrome de Stendhal en su máxima expresión. O la mirada de la víctima en el momento de la muerte como en la película “El fotógrafo del pánico” o el voyeurismo de “La ventana indiscreta”. Momentos, obsesiones que se dan la mano con la oscuridad cotidiana. Las esencias de “El perfume”, el gusto por lo más refinado en cuestión de arte y de mujeres como en “El coleccionista de amantes”, vivir las vidas de otros como si fueran la nuestra como en “Retratos de una obsesión”… Creo que lo vamos a pasar muy bien al tratar esos temas. Y las mujeres vestidas bajo el agua, y los portales habitados por interrogantes… Tantos misterios, tantas sensaciones…

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ARTE MACABRO EL BOUFFET DE LOS SENTIDOS (ROSA GALDO MILLÁN)

Kittiwat Unarrom es un tailandés que hace pasteles y panes con formas humanas . Las cabezas, manos, pies y torsos ensangrentados se dispersan por doquier ,en todo un derroche de imaginación al más pulo estilo Gore. La pasión por este antiguo arte de la panaderia lo heredó de su padre, quien regentaba un modesto local, pero decidió que para conseguir una mayor aceptación por parte del público había que cambiar algo, y así lo hizo.. Unarrom aprendió los secretos de la confitería de mano de su padre y luego se formó como artista plástico en la Escuela de Bellas Artes de Taiwán. Con la ayuda de libros de anatomía transformó panes en partes del cuerpo, convirtiendo su local en Tailandia en una morgue llena figuras repugnantes pero comestibles. .A través de un alimento milenario, Unarrom crea un choque visual en los espectadores. Una comida transformada en un cadáver mutilado, que por más repugnante que parezca resulta atractivo y que inclñuso podria satisfacer los intintos más perversos y canibales. Lo que parece carne es masa y la sangre es salsa de chocolate. Un trabajo de texturas que sorprende a los curiosos. “Mi objetivo es romper con las primeras impresiones de la cultura visual. Es pan, tiene sabor a pan pero a la gente le impresionan y no le dan ganas de comer, por lo que ven” dice el artista.Los panes de Unarrom tienen un sabor dulce y textura tiesa. Cada pieza está hecha de pan, chocolate, pasas, mermelada y azúcar. después de amasarlas, darles la primera forma y el primer golpe de calor, se retiran del horno y en caliente se modelan. Luego se pintan y finalmente se someten a la cocción final. Algunas se venden por partes como la nariz, las orejas, la boca o las vísceras.

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La apariencia de los productos, que solo podrían satisfacer los pervertidos instintos de seres antropófagos, disimula los materiales más vegetarianos posibles, como harina de trigo, aceite, chocolate y zumo. Al menos esos componentes son los que se especifican en las etiquetas de sus macabros bollos tan sabrososos como verosimiles en sus formas humanas. Visitar esta panadería no sólo es una experiencia atractiva para los amantes del gore. Las largas filas que se forman en la entrada tienen público de todas las edades. El lugar parece una carnicería de barrio. Del techo cuelgan ganchos metálicos y los panes que son envueltos en plástico adherente se exhiben en bandejas de aluminio.

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LUGARES ABANDONADOS Y MALDITOS

RIVER COUNTRY

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Los edificios abandonados tienen algo que estimula los rincones más oscuros de nuestra imaginación. Lugares carentes de una razón para existir que se descomponen lentamente, expuestos a los elementos, y conjuran imágenes de muerte, historias mórbidas y peligros ocultos. El efecto es aún más intenso en parques de atracciones abandonados: la transformación de un lugar relacionado con la diversión en un mero esqueleto de lo que fue es un proceso aterrador; la contraposición de los vivos colores de la infancia con el gris de la tumba. Sobre todo si la historia previa a éste abandono incluye una trágica muerte. Bienvenidos a River Country. River Country fue el primer parque acuático creado en Disney World, en Orlando, Florida. Abrió sus puertas por primera vez en Junio de 1976, y estaba construido para recrear fielmente una ambientación rústica y salvaje. Uno podía sentirse como el mismísimo Huckelberry Finn mientras nadaba en sus piscinas, se dejaba caer por sus toboganes, o disfrutaba de un paseo a pié o en pony por entre los cipreses que rodeaban la atracción, cuyo plato fuerte era un gran lago artificial al que no faltaba detalle, desde un puente hecho con barriles, hasta columpios de cuerda y un fondo arenoso. Toda el agua del parque procedía del lago Bay, adyacente a las instalaciones. El sistema de filtrado, sin embargo, no purificaba el agua al cien por cien, y el lago Bay era el hogar de un temible parásito. Devoradora de cerebros La Naegleria Fowlery es un tipo de ameba parásita que suele habitar en masas de agua tibia al aire libre, como lagos, estanques o fuentes termales, y que merecería su propio artículo en esta misma revista. Los afectados por la Naegleria desarrollan un tipo de enfermedad denominada Meningoencefalitis Ameboidea Primaria, causada porque la ameba entra en el cuerpo a través de las mucosas y ataca y se alimenta del tejido cerebral y nervioso. Los casos de infección en seres humanos por este microorganismo son muy raros, pero invariablemente, si ésta se produce, la tasa de mortalidad supera el 95%. Y esto, desgraciadamente, fue lo que ocurrió en 1980, cuando un niño de once años contrajo la fatal enfermedad en el parque y falleció poco después.

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Hoy River Country permanece abandonado, visitado tan sólo por exploradores urbanos y otros curiosos. Al estar dentro del recinto de Disney World, sin embargo, las luces aún brillan, la música aún suena, y las cañerías funcionan. Todo ello contrasta con el panorama desolador que ofrece: caminos infestados de maleza, piscinas de agua empantanada, juguetes y muebles comidos por la intemperie yaciendo por doquier. Y a veces, sólo a veces, el sonido de chapoteos y de la risa de los niños que ya no están allí. FRANCISCO COSTALES

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EXPERIENCIAS MÁS ALLÁ DEL NIDO

Siempre he considerado el uso de la Ouija como una estupidez sin fundamento en la que sus usuarios se limitaban a gastarse bromas unos a otros y a perder el tiempo entre creencias estúpidas e irracionales. En realidad nunca he pensado que fuera posible el contacto con los muertos. Sin embargo, hoy he cambiado de opinión y su practica me parece un medio a través de cuál podemos expresar nuestras inquietudes y establecer un diálogo directo con los que se encuentran en el Otro Lado. Conocerás la razón por la que cambié de postura si continúas leyendo hasta el final. MIS PRIMEROS CONTACTOS CON LA OUIJA José Manuel Durán Martínez Durante años me he burlado de aquellas personas que utilizaban el tablero para realizar sus pretendidas sesiones de espiritismo. Muchos de mis amigos de colegio se encerraban hasta hace poco en las aulas o se iban con las niñas al cementerio para organizar sus contactos. Nunca obtuvieron respuesta y es que, por aquel entonces, pensaba que el diálogo con los muertos era cuando menos imposible. Me equivocaba. Yo nunca había participado en una sesión, la verdad es que la razón no era el miedo que pudiera sentir dado que estas historias no me asustaban, además, todo eso de lo paranormal, de lo sobrenatural, me parecían auténticas chorradas. Veía a mucha gente usar la tabla pero nunca me acerqué para comprobar la realidad de sus contactos. Hoy comprendo que por mi situación, estos planteamientos han cambiado totalmente y entiendo que durante toda mi vida estuve equivocado. Mis palabras no están escritas para convencerte de esta maravillosa e interesante realidad, sino para narrar mi propia experiencia que puedes creer o no, eso ya depende de ti y de tu sentido común. Me parecía ridículo que un vaso recorriendo un tablero con números y letras pudiera ser movido por los espíritus. Me parecía absurdo que respondieran a las preguntas situándose en las letras que juntas formarían palabras, palabras de una frase, frase que respondía a las preguntas de los ingenuos. Siempre me burlé de aquellos jovenzuelos que pretendían haber recibido las respuestas desde el Más Allá, y lo que es la vida, ahora anhelo, deseo, encontrarme un grupito de quinceañeros a los que acercarme y participar con ellos en una sesión. Nunca ponen impedimentos, siempre están gustosos de mi participación. He aprendido mucho sobre el tema y ellos, conmigo, encuentran lo que buscan. Mis burlas han quedado atrás. Jamás volveré a reírme de las personas que usan la tabla para comunicarse con los muertos. Ni siquiera pondré en duda las respuestas que éstos les ofrezcan. Yo mismo he participado en cientos de sesiones y he comprendido que esta posibilidad, inquietante sin duda, es una sorprendente realidad.

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Quizá, amigo lector, pienses que estoy ligeramente obsesionado con este controvertido asunto, tal vez tengas razón, pero es que reconozco que tengo el mono ya que todavía no he encontrado un grupo de contacto constante y solamente he participado en sesiones entre adolescentes, que usan la Ouija por momentos, según les dicta la moda. Y aunque llevo ya varios meses sin participar en una de ellas busco con anhelo, entre los rincones de los pueblos, en los cementerios, en lugares apartados, en aulas vacías, un grupo de niños o niñas que usen la Ouija para poder participar activamente en la experiencia. No es fácil, pues los jóvenes saben que estas prácticas están mal vista por los adultos y tratan de ocultarse por lo que no resulta sencillo encontrarlos con las manos en la masa. Pero lo sigo intentando, a buen seguro que no tardando mucho, podré hallar a tres o cuatro adolescentes deseosos de usar la Ouija… Mi primera vez Recuerdo cómo fue la primera vez que participé en una sesión. Estaba alejado, no sé muy bien dónde, pero observé en la distancia a un grupo de preadolescentes que estaban riendo sentado alrededor de una Ouija. Con sus dedos sobre una moneda de 50 céntimos hacían preguntas pero no había movimiento alguno. Me acerqué lentamente, no quería asustarlos, parecían tan concentrados, tan deseosos de obtener respuestas que lo hice despacio, sin prisa. Cuando llegué no me dirigieron mirada alguna y aunque noté que uno de ellos (el que parecía más sensible) sintió un pequeño escalofrío, no le dio la importancia que tenía y seguían haciendo preguntas. -¿Hay algún espíritu aquí que quiera hablar con nosotros?. Pero la moneda no se movía. Casi de forma desesperada los muchachos realizaban una y otra vez la pregunta, pero como respuesta nada, absolutamente nada… hasta que me decidí a participar directamente en la experiencia. -¿Hay algún espíritu aquí que quiera hablar con nosotros?.-repitieron los muchachos. Por curiosidad, creyendo que el diálogo no era posible, probé a mover la moneda y sin mucho esfuerzo ésta cobró movimiento. Era fácil. Deslicé la moneda hasta el SÍ. Los jovencitos levantaron con rapidez los dedos y alguno más asustado que otro se levantó y no quiso participar en la experiencia. Sin embargo, el niño que había sentido el escalofrío ante mi llegada, volvió a colocar su dedo sobre la moneda y realizó otra pregunta: “¿Cómo te llamas?”. Tenía otra oportunidad. Ya había comprobado que el contacto era posible, que los vivos podían hacer preguntas y los muertos responder a las mismas. Mientras divagaba en estos pensamientos volví a escuchar la pregunta recientemente formulada: “¿Cómo te llamas?”. Ni corto ni perezoso volví a deslizar la moneda, esta vez con mayor rapidez, y la situé en todas y cada una de las letras que forman mi nombre: “RUBEN”. Los chicos estaban excitados. Probablemente aquella era también su primera vez. Los notaba nerviosos, al igual que yo, y la experiencia continuó, el contacto entre los vivos y los muertos era posible, ellos hacían las preguntas y yo… respondía. La realidad se deslizaba a través de una Ouija de la forma más rudimentaria posible. Ellos, los niños, siguieron con su interrogatorio: “¿Qué edad tienes?”. Era cómodo mover la moneda donde quisiera ante el estupor de los presentes, la situé sobre el 2 y después en el 3, 23, èsa era mi edad.

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“¿Cómo has muerto?”. Vaya, esta pregunta no me gustaba. No era agradable recordar la forma en que fallecí, tampoco sabía si era oportuno desvelar esa información a los jovencitos, no sabía si este sistema tiene sus reglas, asi que guardé silencio, pero la pregunta se repitió una y otra vez: “¿Cómo has muerto?, “¿Cómo has muerto”?. Con dudas fui recorriendo el tablero sin pararme en ningún punto fijo, pero poco a poco fuí depositando la moneda sobre las letras correspondientes. Primero la A después busqué la S para seguidamente situarme en la E. Regresé nuevamente a la S y busqué la I para quedarme unos segundos en la N. Después. Mientras observaba la cara de estupor de los jóvenes, toqué la A, la D. la O A S E S I N A D O Los chicos levantaron el dedo y se incorporaron. Se marcharon. Dejaron allí la Ouija y la moneda. Me dejaron sólo con mis dolorosos recuerdos. Ahora me llegaban las imágenes desagradables de unas manos poderosas apretando mi cuello con una fuerza inusitada. Recuerdo mis vanos esfuerzos, recuerdo la falta de respiración, mis quejidos, recuerdo mi lengua intentando escapar y mis ojos desorbitados buscando una explicación plausible para aquél hecho. Recuerdo a mi asesino abandonando mi cuerpo en el bosque, escondido entre unos matorrales, entre el barro y el agua. Recuerdo los largos días de intensa soledad hasta que fuí encontrado por un despistado transeúnte. Recuerdo el dolor de mi familia, recuerdo el rostro de mi verdugo resoplando sobre mi cara con entera satisfacción…, sí, recuerdo la pena que sentí cuando reconocí aquél rostro…. Mi propio hermano había acabado con mi vida, pero ignoraba la razón, la causa, el motivo… Maldije a aquellos niñatos que me habían hecho recordar este desagradable episodio que puso fin a mi vida. Ahora me embarga la tristeza, la desesperación, la incomprensión. Sin embargo, gracias a ellos comprendí que el contacto entre los vivos y los muertos era posible, pero ellos, los vivos, nunca saben cuándo molestan y nos turban con sus preguntas…, por el momento es más que suficiente, espero que comprendas que ya no me apetece seguir escribiendo, el recuerdo de esa primera vez y las imágenes de mi propio asesinato me impiden continuar. Pero te diré, amigo lector, que algún día, a través de una sesión de Ouija, quizá en la que tú hagas una noche de tormenta, yo u otros como yo, contaremos nuestras historias, historias que te sobrecogerán, y entonces te arrepentirás de haber intentando dialogar con nosotros, los muertos, porque incluso la muerte es un estado desagradable que, francamente, no deseo a nadie y es que, si me permites que añada algo más, los muertos no nos limitamos solamente a mover una simple moneda a través de un burdo tablero. Ahora comprendo que nosotros, los muertos, somos capaces de hacer muchas cosas, cosas que pueden afectar a… tu vida, porque sois vosotros, los vivos, quienes nos habéis abierto la puerta para que… regresemos a un mundo que ya no nos pertenece, pero en el que queremos seguir estando, aunque sea como muertos… a vuestro lado.

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RELATOS CLARA Clara entró en mi vida de repente, como lo hace la primera brisa de primavera en los últimos días de marzo al acariciarte el rostro. Se balanceaba entre las mesas con la misma gracia que los juncos juegan en la ribera del rio mecidos por el viento. Y el aroma sutil a rosas de su perfume mezclándose con el del café al pasar a mi lado, erizándose hasta el último vello de mi piel cuando, de forma descuidada, rozó mi brazo y con una mirada recatada me ofreció una disculpa que me robó el alma y me convirtió en su esclavo. Ese aroma a rosas que trajo a mi mente otros recuerdos escondidos mientras volvía a casa con la firme convicción de hacerla mía. Y mi insistencia dio sus frutos cuando apenas la primavera entraba en el mes de mayo, en ese momento en que las flores muestran sus mejores galas y nos regalan sus fragantes aromas. Mi extrema timidez y su desbordada alegría se dieron el primer beso entre las rosas naranjas de mi jardín, las de la pasión exaltada. Le mostré el jardín con sus doce parterres, once de ellos cultivados con rosas de diferentes especies que la cautivaron con sus aromas y colores plenos del mes de mayo. Le expliqué que el número cinco estaba presente en todas ellas. El cáliz dialisépalo formado por cinco piezas de color verde; la corola dialipétala con sus cinco pétalos regulares o siempre múltiplo de cinco; los estambres, las ramas que había que dejar tras la poda, las hojas que había que buscar para cortar la rama… y el número de besos que debía darle a la mujer de mis sueños al despertar por la mañana. Y Clara me besaba compitiendo con el aroma de las rosas rojas. Y la pasión nos contagiaba hasta que nuestros cuerpos se perdían entre sabanas de seda. Pero los recuerdos son traicioneros y aparecen cuando menos te lo esperas. Quizás fuera el calor pegajoso de aquella noche de verano, o el aroma de su piel mientras acariciaba mi cuerpo. Pero llegaron desde aquel lugar oculto. Como lo hacían siempre. Y cuando Clara me preguntó con tono sensual mientras unía su cuerpo al mío por qué había un parterre sin rosas, los recuerdos se agolparon en mi mente. Y tuve clara la respuesta una vez más “Ese parterre es para ti, para cultivar tus rosas”. Y mis manos, al mismo tiempo que mis labios exhalaban la última sílaba, se cerraron sobre su delicado cuello hasta percibir aquel crujido que me recordó al de los juncos quebrados por un viento fuerte. Hoy, mientras entierro el cuerpo, sigo percibiendo su aroma. El mismo que despedía mi madre cuando la enterré en el primer parterre, el de las rosas negras. El mismo aroma que sentí mientras sepultaba a María, a Luisa, a Amanda… a todas ellas. Ese aroma que me cautivaba al empezar la primavera, pero odiaba cuando la piel de mi madre se restregaba en la mía mientras yacía atado de pies y manos a las patas de la cama. Ese aroma que fue mi perdición cuando acabé con ella de un golpe seco en la nuca. Ese aroma de las rosas blancas que la próxima primavera… me recordará a Clara.

JESUS CORONADO

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RELATOS CLAP CLAP —Se lo ruego por última vez, noble caballero —dijo aquel plebeyo deforme y ciego—. No debe entrar, las leyendas son mentira, le matarán. —Correré el riesgo por esa dama —aseguró Alrad sonriente mientras le tendía las monedas al pobre y obligaba a su caballo a avanzar, aunque se revolviera nervioso. Aquel hombre era el único que sabía cómo bordear los caminos llenos de espinos y sombras asesinas, alguien afirmaba que había intentado despertar a la dueña del castillo oscuro… sólo de pensar que alguien como él podía haber conseguido lo que otros con mejor sangre que él habían fracasado le parecía imposible. Tan sólo se oía los pasos de su montura y el golpeteo incesante del agua contra su armadura, algo que llegaba a ponerle realmente nervioso. Clap, clap. Al aproximarse a la inmensa puerta podrida y desvencijada, el animal se encabritó asustado, derribó a su jinete y huyó por el camino, hasta que se enredó con las zarzas y herido, su sangre brotó a raudales. Mientras el pobre intentaba liberarse, oscuras alimañas saltaron de entre los árboles y comenzaron a desgarrar carne y piel, sacando sus tripas cuando aún seguía vivo, buscando el calor de su victima para devorarlo. Los miró aterrado y estos, se giraron hacia Alrad para luego reírse con esos ojos inyectados en sangre y brillantes, tras lo cual, desaparecieron en la oscuridad. El caballero tragó saliva y empujó la puerta de madera, intentando aguantar las arcadas ante el dantesco espectáculo que había visto… que no fue nada comparado con el del interior. En un trono de espinos y oscuridad, una figura negra observaba picoteando de un cuenco lleno de ojos, mientras cientos de tijeras, con dos plumas enrojecidas que eran usadas como alas, iban cortando trozos de carne de cadáveres que apenas alcanzaban a ser huesos ennegrecidos por el paso del tiempo. El ser levantó la mano que tenía oculta y tiró de las zarzas, que movieron a los cuerpos mientras los objetos huían chasqueando sus cuchillas. Los muertos alzaron las manos y se acercaron a él desesperados, el viento se colaba por las cuencas vacías de sus ojos, resonando como si suplicaran misericordia. No supo si rogaban por su vida o por su muerte, pero eso le dio igual; con un grito horrorizado alzó su arma y comenzó a destrozar huesos, vegetal y a chocar contra el metal de alguna tijera que se atrevía a cruzarse por su camino. Todo caía al suelo provocando un ruido repulsivo que le provocaba asco, tanto, que cuando se vio sin enemigos y aun a pesar de la figura que observaba todo, se arrodilló y vomitó encima de la piedra mohosa. —Pobre lord Alrad, que ha venido a morir en este lugar maldito. Al escuchar esas palabras proferidas por una vil voz, su rabia le obligó a retomar su espada y lanzarse contra ella desesperado. Destrozó el trono y vio cómo se deshacía en humo que olía a azufre traído del mismo infierno. Se alzó victorioso y su grito se congeló en su garganta al ver como el castillo estaba rodeado por infinitas calles laberínticas, que aunque la luna las iluminaba, parecían tumbas llenas de espinos que un lugar donde antes vivía gente.

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Aunque oía gritos suplicándole que se marchase, se lanzó hacia el corazón de la ciudad temiendo que sus temores y algún conjuro perverso intentaran detenerle. Su cuerpo se estremeció al darse la vuelta vio como un muro de zarzas se alzaba tapando la salida; al darle un mandoble, su espada se melló como si fuera de mala calidad y se apartó aterrado. El ruido había despertado a los espíritus de la ciudad que se lanzaron a atacarle, mientras escuchaba alaridos de dolor. Los espinos le herían, las astillas de los huesos se le clavaban sin piedad allí donde la armadura no podía protegerle, haciendo que sus ojos le causaran un sufrimiento tal, que ansiaba arrancárselos. Las horas pasaron y al final, se arrastró hasta una iglesia derruida en cuyas ventanas se veían escenas obscenas y repugnantes. La voz de aquel ser de humo volvió a aparecer con una carcajada. —Bienvenido lord Alrad a nuestra ciudad, esperemos que haya disfrutado de su último día de vida… ahora tiene cosas más importantes de las que ocuparse. Y en aquel momento, otros hombres con armaduras oxidadas se lanzaron contra él y apenas tuvo tiempo para defenderse. Alzó su arma, hizo una finta a la derecha e hirió a uno. Lejos de lo que temía, dejaron de atacarle, se lanzaron a lamer la sangre del compañero y a arrancarle la armadura y la carne para alimentarse. Huyó desesperado, intentando encontrar la salida a toda aquella locura. *** Se quitó el casco y al ver a sus siervos gruñir pidiendo algo de la carne cazada, dio un grito para luego comerse la poca carne que quedaba en los huesos de aquel miserable. El tiempo pasaba y nunca intentó contarlo, demasiado esfuerzo y distracción, un lujo que en la ciudad sin sol nadie se podía permitir. Incluso había tenido que irse librando de trozos de su coraza para usarlas como armas improvisadas, o perder peso innecesario. Cuando veías a una de esas malditas sombras acercarse a ti con sus perros muertos, azuzándolos para que te hirieran y te atraparan, era mejor ser rápido. Al principio aguantó el hambre y la sed como pudo, hasta que vio que la única forma de sobrevivir era no perder su arma, dormir poco por si intentaban atacarle… y alimentarse de otros ilusos como él. Los mejores eran aquellos que acababan de entrar, su carne tenía sabor y su sangre no estaba corrompida, además de tener suficiente cantidad para mantener su pequeño grupo unido. Al final, agotado de aquella situación y sin temor a lo que vendría después, congregó a varios de los mejores guerreros y después de días de caza de otros como ellos, llevaban suficientes reservas para llegar hasta el castillo y acabar con todo aquello. Si lo que habían oído era cierto, acabaría con despertar con un beso a la mujer… y sino, siempre podían alimentarse de ella. Lo poco que quedaba de su conciencia civilizada, pudo comprobar que debió ser una ciudad rica y hermosa, tan grande como el país al que había servido. Incluso el palacio parecía majestuoso aun a pesar de las profanaciones… y para darse cuenta tuvieron que pasar varios días de viaje. Escucharon gritos, el sonido del metal chasqueando y supieron que las tijeras estaban cerca. Alrad corrió por las calles que, aunque mohosas, delataban por donde se encontraba. Sintió cómo las cuchillas se abalanzaban contra él cortando su nuca y espalda, la sangre manaba haciendo que otros como él intentaran alcanzarle sedientos. Fue al fin cuando sus ojos se quedaron cegados al darle el sol del atardecer directamente. Berreó sintiendo como lloraba desesperado y se apoyó en una pared. Cuando volvió la oscuridad, pudo ver que se encontraba en medio de un jardín interior abandonado, iluminado por la intensidad de la luna.

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Caminó con paso lento, esperando encontrarse algún nuevo peligro ya que aún era capaz de escuchar el aleteo de alas y metal. Se abalanzó contra las escaleras, las subió intentando huir de sus atacantes y cuando todo el lugar se silenció, la vio. Ni sabía su nombre, sólo había oído por las historias que era hermosa… y apenas alcanzaban a describirla. Se acercó con timidez y sin poder evitarlo, la besó. Sus ojos claros se abrieron con una mirada cálida, su hermosa boca de rubí se torció en un rictus de terror y susurró: —Huye antes de que sea demasiado tarde. Entonces tres sombras que controlaban los cadáveres aparecieron y lanzaron cientos de tijeras contra el hombre. Que cortaron la carne y arrancaron vísceras y ojos con saña, matándole en una horrible agonía. Las miró comerse a aquel que estuvo a punto de salvarla, lloraba suplicándole, deseando salir de su prisión de espinas que alimentaba la ciudad con su sangre y sueños. Sintió cómo los ojos le pesaban y volvía a soñar con un cuento infantil que nada tenía que ver con su pesadilla.

LAURA LÓPEZ ALFRANCA

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RELATOS

ÚLTIMO LATIDO

Cómo lo acariciaba el aire… Era una sensación más placentera que el mejor de los orgasmos. Los golpes de viento, siempre ascendentes, le revolvían el pelo gris y jugueteaban con su jersey, ondulándolo como un mar blanco y rojo a merced de una tempestad deseada y provocada por él mismo. Tenía los ojos cerrados y una sonrisa en la cara. Una sonrisa de auténtica felicidad que bordeaba su rostro de arrugas y le confería un aspecto casi onírico. El sonido de su ropa al agitarse sobre su cuerpo era hipnótico, un canto de sirena que penetraba en sus oídos como la más sublime de las melodías. Había imágenes en su cabeza, y pasaban deprisa, una tras otra, como diapositivas en blanco y negro repitiéndose en un bucle infinito de planos cenitales y flashbacks. No eran imágenes agradables, pero el sentimiento, la aureola de quietud que las envolvía… Oh… Eran la obra de arte definitiva, la capilla Sixtina de todas sus aspiraciones. Extendió los brazos y sintió cómo el aire inflaba la tela del jersey bajo sus axilas, cómo el frío invierno de Madrid se colaba entre las ínfimas uniones de los hilos y se llevaba lejos el fuerte olor a sudor y miedo que desprendían. Miedo. Ese era el sentimiento que había dominado su vida durante los años anteriores. Noches infinitas de gritos, de lágrimas y de frustración. De oscuridad y sombras vagando en su interior. De oraciones silenciosas implorando o la muerte o el olvido. Pero ahora, mientras sus ojos disfrutaban del negro paisaje de sus párpados, el aire le arrancaba esos recuerdos y los arrojaba a una noche sin luna. Eso era todo cuanto sabía, todo cuanto sentía… y todo lo que deseaba. Era extraño, sin embargo, que fuese capaz de sentir todas aquellas cosas, igual de extraño que el hecho de que fuese capaz siquiera de pensar, porque un hombre no debería poder sentir o pensar cuando su corazón, el recipiente de tales emociones, reposaba sobre el suelo a veinte metros de él, manando aún densos regueros de sangre. Miedo. Cómo se diluía poco a poco en su mente… Cómo se escurrían sus tonos sombríos entre las ráfagas de viento que lo consolaban… Seguía con los brazos extendidos, como un Cristo liberado del peso de su cruz. Su pelo se mantenía en una postura forzada, antinatural, y se agitaba de vez en cuando al paso de alguna perturbación en la forma del aire. Surgieron las lágrimas, despacio, formadas en su mayor parte de dolor, pero también de alegría. A lo lejos, sintió latir su corazón una última vez. Po-pom…

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Supuso que el pie de su hijo descansaba ahora sobre él, empapado en su sangre tibia y oscura, pero no le importó. Había soportado un horror indescriptible, y Víctor, ese pequeño de cinco años que nació en un día soleado y que no lloró mientras lo hacía, era el único responsable. O la cosa que vivía en su interior, no lo sabía. Esa cosa que lo hacía destrozar las paredes a puñetazos, que lo obligaba a doblarse en posturas imposibles, que le susurraba al oído las más obscenas proposiciones… Esa cosa que le había arrancado el corazón del pecho al negarse por primera vez a obedecer sus órdenes. Sí… El aire… El viento era su barquero. El vacío, el río Estigio. Su sonrisa, una moneda de plata. Abrió los ojos. El viento se coló en ellos y los secó al instante, dejando suspendidas sus lágrimas. Mientras observaba cómo la silueta a rombos de la acera se acercaba inexorable, rio. Desde la ventana, siete pisos por encima, Víctor también.

SERGIO MORENO

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RELATOS

PUPA

Encontré a Judith muy pálida y consumida cuando entré a aquella habitación aislada, sin ventilar e impregnada de un fuerte olor a medicamentos. Ella tiritaba encorvada sobre su cama. Estaba arropada con unas mantas gruesas que mantenían su escaso calor corporal, y tenía el cabello lacio y empapado de sudor cubriéndole el rostro. Eran ya las cinco de la tarde y debía ponerle la inyección. Me acerqué a ella y deposité la bandeja sobre la mesilla. Judith se sobresaltó cuando la destapé, y me miró con desesperación y angustia. Tenía la cara entristecida, sus ojos negros se encontraban hundidos y marcados con dos profundas ojeras. No dejaba de llorar y gritar por las noches a causa del dolor. Me retiró el brazo con brusquedad cuando sintió mi mano palpándole el torso y volvió a cubrir su cuerpo con las mantas. La escuché gemir de miedo en la oscuridad. —Tranquila, no te dolerá —le prometí, pero no me contestó. Apenas la había escuchado hablar desde hacía varios días. Se le cayeron un par de lágrimas cuando sintió la aguja penetrando a través de su piel. Esperé unos segundos y observé su reacción. Su abdomen comenzó a convulsionar de forma inmediata; ella jadeaba y tosía, apenas era capaz de respirar. La enderecé enseguida sujetándola con fuerza, alcancé una pastilla azul del frasco y la empujé con los dedos hasta el fondo de su garganta. Conseguí que el ritmo de su respiración se pausara y respiré aliviada retirándole el pelo de la cara. La niña cerró los ojos y se dejó caer de nuevo sobre la almohada. Le tomé la temperatura: volvía a estar febril, sin embargo no tardó en quedarse dormida. La tumbé boca abajo para que respirase mejor, le retiré las sábanas y la desvestí con cuidado dejando que la poca luz que penetraba por la ventana iluminara tenuemente su cuerpo. Acaricié con timidez sus costillas y cada vértebra de su columna con las yemas de mis dedos. En todos los años que llevaba ejerciendo como enfermera, nunca había visto un ser tan indefenso y débil como ella. Sus huesudos brazos apenas rozaban la cama y su piel estaba extremadamente pálida, casi no me costaba ningún esfuerzo distinguir sus venas en la oscuridad. Parecía un cadáver. Me acerqué a la mesilla y limpié los restos de su almuerzo; no había probado bocado. Judith veía pasar los días consumiéndose a sí misma sin ganas de luchar. Los médicos no sabían cuál era la enfermedad que padecía ni cómo curarla. La única solución que había era seguir administrándole el tratamiento para mantener en funcionamiento sus órganos enfermos, proporcionarle múltiples pastillas que le ayudasen a tomar una bocanada más de oxígeno, y esperar que algún día ella recuperase las fuerzas que tan rápido había perdido. Al cabo de unos minutos, la niña comenzó a quejarse. Entre las sombras pude escuchar cuánto le costaba tomar aire y expulsarlo, cómo se retorcía debajo de las sábanas y cómo sus brazos trataban de retirar las pesadas mantas que la cubrían. —Calor —murmuró. Me aproximé a la ventana y la abrí de par en par permitiendo que la luz del sol iluminara y ventilara el cuarto. Siempre había opinado que a Judith no le hacía ningún bien permanecer tanto tiempo en penumbra, pese a que los médicos dijeran que eso le evitaría las migrañas. Tenía los ojos muy abiertos y seguía sudando a causa de la fiebre. Me incliné junto a la cama y le coloqué un paño húmedo sobre la frente, pero no pude impedir que a los pocos segundos volviera a sufrir espasmos y contracciones en el abdomen. Me alarmé y traté de sujetarla, mas resultó inútil: las fuertes sacudidas le estaban dejando sin respiración. Decidí avisar a una de mis compañeras con el indicador cuando vi que brotaba un líquido espeso y negruzco de su boca.

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No dudé en voltearla para que expulsara toda la sangre del estómago hacia afuera. No entendía qué le estaba pasando. Mi compañera entró en la habitación justo cuando Judith cerraba los ojos exhalando su último aliento. —¿Qué ha pasado? —preguntó alarmada mientras comprobaba los monitores de la niña. No pude contestar, estaba paralizada. Ella salió inmediatamente al pasillo en busca de ayuda. Me quedé en la habitación sintiéndome impotente. Enseguida escuché un retortijón que provenía del cadáver y después un sonoro chasquido, como si sus costillas se hubieran reventado desde dentro. Su pecho se hinchó y tembló con brusquedad. Solté una exclamación asustada y me aparté del cuerpo. Una profunda grieta comenzó a abrirse desde su boca hasta el esófago bajando por entre las costillas y terminando justo sobre el ombligo. Contemplé atónita cómo aquella niña se partía en dos y se dividía como un huevo crudo, desprendiendo un fuerte olor hediondo y manchando toda la cama de sangre oscura. De sus entrañas comenzó a asomar lentamente una masa negra y viscosa a la cual le costaba mantenerse en pie. Observé cómo aquella criatura se estiraba y limpiaba meticulosamente, abandonado el cuerpo de la paciente para colgarse después de la pared. Me apoyé sobre el alféizar de la ventana haciendo un gran esfuerzo por no desmayarme. El fino caparazón que le cubría el esqueleto cayó sobre la cama dejando al descubierto dos pequeñas y arrugadas alas de mariposa que vibraban tratando de estirarse. Se hizo un profundo silencio en la habitación durante dos eternos segundos: yo apenas podía respirar. El parásito que había estado durante semanas alojado en el cuerpo de Judith, alzó el primer vuelo sin control sobre mi cabeza. Grité y me tiré al suelo. La mariposa gigante se estampó contra la lámpara del techo y cayó junto a mis pies. Vi sus patas tan largas como mis dedos moverse boca arriba tratando de incorporarse desesperadamente, y no tardé en subir a la cama gritando y apartando a un lado lo que quedaba de la paciente. El insecto volvió a despegar. Esta vez no vacilé y le lancé el frasco de las pastillas acertándole en una de sus alas. La mariposa cayó derribada sobre la mesilla produciendo un sonido electrizante y desagradable. Reprimí una arcada. Luego comenzó a caminar sin preocupación sobre la superficie de la mesa, y trepó por el alféizar de la ventana luciendo sus alas moteadas como si comprendiera que la estaba observando. Grité con todas mis fuerzas liberándome del shock en el que había entrado. Pero cuando los médicos y las demás enfermeras entraron corriendo en la sala, alarmados por el ruido, la mariposa ya había despegado.

VIRGINIA S.V. RIESCO

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