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JULIO / AGOSTO 2016
Hugo Palma Ibarra Una vida dedicada al arte
Qué distingue a las grandes empresas de la región Negocios ESTADOS UNIDOS US$ 7 mÉXICO 77 pesos GUATEMALA 54 quetzales EL SALVADOR US$ 7 HONDURAS 133 lempiras NICARAGUA 133 córdobas COSTA RICA 3.600 colones PANAMÁ US$ 7 REP. DOMINICANA 230 pesos
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entrevista
por Rocío Ballestero
Maestro consagrado Hugo Palma Ibarra es parte de la historia de la plástica nicaragüense. Su peculiar obra fusiona lo autóctono con el acervo cultural de Italia, país donde logra su formación.
E
s un artista que en vez de contemplar la realidad, sueña; esparce lirismo a través del color y obtiene una peculiar forma expresiva, desintegra la figura y deja que el ojo la recomponga con el auxilio de la memoria; profundiza en lo esencial y le confiere trascendencia a sus obras, que oscilan entre la abstracción y la figuración, con raíces en la identidad del nicaragüense pero desde la mirada íntima del autor,
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que las conecta con la escuela pictórica italiana. Así describen el trabajo del maestro Hugo Palma Ibarra los críticos más cercanos a él. El nivel de calidad de este alto exponente de la pintura moderna nicaragüense tiene trascendencia internacional. La suya es una obra de composiciones sencillas, con una visión propia del mestizaje y el hibridismo, impactantes efectos lumínicos y figuras de aspecto
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Algunas de sus composiciones, son monumental contrapuestas al fondo alusivas a la literatura de los grandes del paisaje, trabajadas de forma mepoetas de Nicaragua, Rubén Darío ticulosa. Es fiel a una paleta de inten– considerado el fundador del modersos colores ocres –muy propia de la región de Toscana–, a la cual a veces nismo– y Pablo Antonio Cuadra –una le agrega naranja o un poco de azul de las principales figuras del vanguary rojo. dismo en Centroamérica–, así como La influencia de los grandes a la obra El Güegüense –tammaestros del Renacimienbién conocida como Macho Ratón, la primera pieza to, la historia del arte literaria nicaragüense, universal y vivencias de autor anónimo, de su tierra son obperteneciente al teavias en el arte de Palma Ibarra, que tiene tro náhuatl– y aspecuna temática libre, tos religiosos, entre con diversos planotros. en 43 años de En 1960 viaja a Itateamientos visuales y carrera formatos. Su particular lia, a estudiar Medicina estilo está lleno de sensuaen la Universidad de Flolidad, simbolismo y mestizaje. rencia, pero su destino sería Trabaja bodegones, paisajes, figuras otro. Seducido por la belleza clásica y humanas y de equinos en crudos emla plástica italiana, en vez de doctor, se convierte en artista. 18 años despastes y ricas texturas que obligan al espectador a escrutar cada pieza, pués regresa a su tierra, donde aún para poder descifrar la iconografía permanece, aunque cada año visita a que caracteriza a este reconocido sus amigos en Italia. creador. Pinta con brocha, más que Cita como fecha de inicio de su cacon pinceles, y usa mucho la espátula. rrera de pintor el año de 1973, cuando
Perfil del artista Nació en Managua, Nicaragua, el 11 de junio de 1942. Estudió en el Instituto Pedagógico La Salle, Managua. Cursó Medicina en la Universidad de Florencia, Italia, pero abandonó esa carrera por el arte. Tomó cursos libres de diseño e historia del arte en la Academia de San Marcos, en Florencia, y estudió pintura al fresco en la Escuela de Artes Ornamentales de San Giacomo, Roma, Italia. En 1990, fue miembro del Consejo Superior de Cultura del Instituto Nicaragüense de Cultura y responsable de Artes Plásticas del este. En 1992, inauguró su propia galería, El Águila, y en 2004, el Museo Hugo Palma-Ibarra; ambos en Managua.
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exposiciones personales
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Obras de la serie Preludio III.
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en Leyes, Ildefonso Palma Martínez (†), y el título Mesoamérica: mula y tren, de David Ocón, que reúne diversas historias de ficción y reales de El Güegüense en el siglo XVIII. Documenta con rigurosidad y orden su vasta obra pictórica y sus memorias en dos libros: Hugo Palma Ibarra-Pintor, 1973-2005 –relata su experiencia artística en esos años, desde su primera exposición en Florencia, hasta la última de 2005, en Managua– y Hugo Palma Ibarra-Pintor, Libro II, 20052015 –cronología de su trabajo en esa década, con un compendio de opiniones de intelectuales y artículos periodísticos sobre su obra, publicados en diarios nacionales y extranjeros–. Sus amigos y allegados aseguran que este alto exponente del arte contemporáneo ítalo-nicaragüense
Una vitrina en León Actualmente, está abierta al público su muestra Arqueología de la memoria, en La Casa Debyshire, del Centro de Arte de la Fundación Ortiz Gurdián (FOG), en la ciudad de León, en Nicaragua. Está compuesta por 21 piezas, de diversos formatos, que evocan las identidades nacionales; adquiridas por la colección Ortiz Gurdián. La exhibición es un homenaje de la FOG al artista, algo muy honroso para él. “Manifiesto un agradecimiento especial a doña Patricia Gurdián de Ortiz y a don Ramiro Ortiz, presidenta y vicepresidente de la FOG, respectivamente, así como a toda la organización. Es el algo estupendo que estas obras hayan pasado a formar parte de la colección de la Fundación Ortiz Gurdián y que se estén exhibiendo en el mejor lugar de Centroamérica. Están en las mejores manos para ser conservadas”, dijo durante la inauguración el artista.
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realiza su primera exposición individual en la galería San Pedro Art Gallery, en Florencia, Italia. Desde entonces, ha estado siempre activo y ya suma 42 muestras personales. Su obra ha recorrido Centroamérica –excepto Costa Rica–, Italia y otros países de Europa. La convulsa situación política de Nicaragua, durante la década de 1980, dificulta su labor pero no lo detiene; lo lleva a explorar otras fronteras. Además, es un gran coleccionista y mecenas. Realiza una importante labor de promoción de nuevos valores del arte nicaragüense desde su galería, El Águila, ubicada en Managua. Paralelamente, ha apoyado la edición y publicación de varios libros de poesía; recopilaciones de planteamientos sobre el derecho, editoriales de prensa y poesías de su padre, el intelectual y doctor
Dividido en ocho paneles, su mural Prueba General, representa pictóricamente el baile El Güegüense, con una “narrativa libre”. Según el artista, se trata de una aproximación a un icono de la identidad cultural nicaragüense.
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Este artista solo pinta óleos, caracterizados por sus gruesos empastes y ricas texturas, que definen iconos culturales, personajes y monumentos.
“Su estadía de dos décadas en Italia, fue aprovechada por el artista para descubrir su espacio cultural y abordar con savia renovada su nicaraguaneidad”. María Dolores G. Torres, historiadora de arte destaca, además, por su honestidad, seriedad, disciplina y compromiso con la sociedad. También, es reservado, hasta cierto punto, y esquivo de las fotografías; considera que sus obras son las que deber lucir y resaltar, no él; y prefiere que sean los críticos y los mismos espectadores quienes valoren, con plena libertad de sentimientos, su quehacer. Es soltero aunque dice haberse casado con el arte, que lo llena a cabalidad y le sigue deparando triunfos y alegrías. Vida y Éxito ahonda sobre su historia.
¿Por qué estudió arte en Italia? En realidad me fui en 1960, a estudiar medicina. Me faltaban como cuatro o cinco exámenes para terminar la carrera pero la abandoné; ya estaba completamente desinteresado. Cuando me encontré con el arte, me dediqué de lleno a él. Es algo intrínseco a mí. La cultura y los museos de la im-
portante ciudad de Florencia, donde viví 14 años, y de Italia, en general, me ayudaron a descubrirlo y a darme cuenta de mi pasión. Tomé cursos libres de diseño e historia del arte; después, me trasladé a Roma, para estudiar pintura, en Escuela de Artes Ornamentales de San Giacomo, y me quedé allí hasta 1978.
¿Qué pensó su familia sobre ese cambio tan radical? No me dijeron nada. Mis padres siempre fueron muy generosos y comprensivos. Figúrese que cuando yo era adolescente, como de 13 años, les dije que quería ser seminarista y la respuesta de mi madre, Inés Ibarra Grijalba, una mujer muy linda y buena, fue: –“Ah bueno, si quiere dedicarse a la religión está muy bien que lo haga, si es lo que gusta”. Mi padre, Ildefonso Palma Martínez, era un jurista, intelectual y autor de varios libros de referencia en Nicaragua como La Guerra Nacional, a
la fecha, la obra más importante que se ha hecho sobre ese tema; y Derecho Administrativo, un texto clásico entre los estudiantes de Leyes en Nicaragua (precisamente, la segunda edición de ese título fue patrocinada por una fundación que tuvo el pintor). No sé si me habría mandado a Italia de no haberle dicho que iba a estudiar medicina. La verdad, nunca se lo pregunté… No me arrepiento de nada. Por el contrario, estoy supercontento con mi decisión; estoy bien donde estoy. ¡Soy muy feliz con lo que hago! ¡Es mejor un buen pintor, que un mal médico! (sonríe).
¿Qué lo motivó a volver a Nicaragua? Mi familia. Mis padres tenían una edad avanzada y yo había estado lejos por casi 20 años, con poco contacto. Tenían ya ciertos problemas de salud y quise convivir con ellos el tiempo que les restara. Pude estar presente cuando falleció mi padre, el mismo vida y éxito | Julio-Agosto 2016 | 31
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año que volví. Luego, partió mi madre. Venía provisionalmente, pero me quedé. Nicaragua es mi país, mi tierra y la nación que más amo. Las amistades y el trabajo son los otros pilares que me sostienen.
¿Cuál quiere que sea su legado? La enorme cantidad de obras mías que están en manos privadas en Europa, Estados Unidos, México, Centroamérica y otras partes del mundo, así como en colecciones de entidades tan importantes como el Instituto Italo Latino Americano, la Fundación Ortiz Gurdián, el Banco Central de Nicaragua y otros bancos centroamericanos, entre otras.
Premio Sinigaglia –Unitá, Casa Miguel Ángel, Florencia, Italia, 1967. Medalla de plata, premio ciudad de Lucca, Italia, 1970. Medalla de plata, premio ciudad de Florencia, Italia, 1971. Premio especial, Copa de plata, ciudad de Colleferro, 1973. Medalla de oro, premio Viareggio, Pisa, Italia, 1974. Primer premio Naturaleza, Managua, Nicaragua, 1996. 2º premio, I Bienal de Pintura Nicaragüense, Managua, 1997. Nombrado Ciudadano del Siglo XX por la Comisión 2000 –formada por el grupo Fundemos, el entonces Banco del Café y la Fundación Internacional Rubén Darío–.
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¿Qué lo lleva a incorporar en sus obras la literatura de los grandes poetas Pablo Antonio Cuadra y Rubén Darío? En 1983, el Gobierno venezolano publicó una obra de Pablo Antonio Cuadra: Siete árboles contra el atardecer. Eso me dio motivo para dedicar,
Premios y Reconocimientos
con el mismo título, mi exposición de ese año a tan importante poeta y amigo. Tuvo lugar en el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica. (Según dijo en su momento, quiso exaltar el humanismo, solidaridad y amor a la naturaleza de Cuadra, a quien conoció en la década de 1970; Cuadra fue, además, amante de la pintura de Palma Ibarra y escribió sobre ella en medios especializados). Posteriormente, después de su fallecimiento, le dediqué otra exposición, Esos rostros que asoman en la multitud, inspirada en personajes de su poesía; en mi galería, El Águila. Con respecto a Rubén Darío, máximo poeta nacional, le dediqué exposiciones personales en el centenario de sus obras: Cantos de vida y esperanza; y, después, El canto errante. La tercera fue el 4 de febrero de 2015, al cumplirse el centenario en que Darío leyó su poema PAX en Nueva York, y que llamé de igual manera. Los cuadros no ilustran ni representan la poesía de Darío; solo recuerdan fechas trascendentes, y llevan el nombre de algunos versos o un poema suyo. Además, he patrocinado exposiciones colectivas sobre ese gran poeta.
¿Qué destaca de su trayectoria? Tengo en mi haber 42 exposiciones personales y muchas otras colectivas. En 1977 fui invitado por la presidencia de la República de Italia a participar en X Cuadrienal de Roma. Otro momento importante fue en 2001, donde expuse en el Instituto Italo Latino Americano, en Roma, en la 49ª Bienal de Venecia y en la Galería Magenta 52, de Milán. Desde que regresé a Nicaragua, en 1978, me he mantenido siempre activo, con exposiciones en diferentes partes del país, en Guatemala, El Salvador, Honduras y Panamá; solo
En Prueba General, la representación pictórica de Hugo Palma se inicia a partir de “las polarizaciones y de una identidad fragmentada”.
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¿Cuénteme sobre la Galería El Águila y el Museo Hugo Palma-Ibarra? Desde la década de 1980 soy un coleccionista y como mi casa es muy grande, fui adaptando varios ambientes. A través Galería El Águila he querido promover a artistas nacionales y jóvenes talentos e impulsar talleres, para contribuir, con mi experiencia, a su formación. Se llama así porque, en 1952, mi padre le encargó un águila a la reconocida escultora Edith Grön y la colocó en lo más alto de su casa, que pasó a ser conocida públicamente como casa “El Águila”. La dañó el terremoto de 1972 y el águila fue lo único que quedó, aunque voló hasta el kilómetro 6 ½ de la carretera sur. La trasladé a mi casa, donde la conservo, y es el símbolo de mi galería, abierta en 1992. Con los años construí el museo, que alberga piezas muy importantes de arte nicaragüense: pinturas, esculturas y cerámicas precolombinas. Creo que es uno de los mejores museos de Nicaragua. Tuve también una fundación, pero solicité su cancelación porque no tenía futuro; me di cuenta de que no iba para adelante por falta de recursos intelectuales y económicos. Por eso, también tengo que pensar seriamente en el futuro del museo. ¿Qué le ha dado el arte? Me lo ha permitido todo. Sobre todo, hacer lo que amo, ser una persona feliz y muy comprensiva con la gente que me rodea. Trabajo mucho, mi obra goza de buena acogida y, a Dios gracias, he vendido mucho. No he tenido dificultades para ganarme el sostén y llevo una buena vida. ¿Alguien más de su familia comparte su veta artística?
“En cada uno de los cuadros del maestro Palma Ibarra se funde su mundo interior con imágenes comunes enaltecidas, paisajes y figuras que trascienden la fugaz realidad”, Alberto Torres Cerrato, director del Centro de Arte de la Fundación Ortiz Gurdián, en León.
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me falta llegar a Costa Rica. También he expuesto en Washington, Estados Unidos, en las sedes del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Organización de Estados Americanos.
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No es de ADN. Mi padre escribió como cinco libros de poesía, mi madre tocaba guitarra y el menor de mis seis hermanos es músico, pero yo soy el único que pinta.
¿Qué lo inspira? El trabajo constante. Todos los días pinto y, a pesar de los años, espero mantener el ritmo. Alguien decía que mi obra gira siempre sobre lo mismo, que los cuadros se parecen pero, a la larga, todos son diferentes. Y es así. Solo pinto con óleos, en una tela cruda, que yo mismo preparo. Soy un hombre de rutinas; es difícil que altere mis horarios. Me levanto siempre a las 3 de la mañana, reviso mensajes en mi computadora y las noticias, y a las 5 a.m. ya estoy en el taller, que está aquí mismo, en casa. Leo periódicos nacionales y de Italia, hago las compras de la comida y lo que tenga pendiente. En las tardes, lo mismo; trabajo un rato y las cuatro ya estoy libre. A las 7 p. m. ya me acuesto. ¿Qué artistas admira? Son muchísimos nombres, de muchas épocas; bastantes son del Renacimiento. Diría que mis favoritos son prácticamente los de la mayoría: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, Massacio y Giotto, pero hay muchos más. ¿Cuáles son sus pasatiempos? Me gusta viajar, sobre todo a Italia, adonde voy todos los años porque tengo conexiones; me encuentro con amigos y gente que aprecia mi pintura, y visito colecciones. También conozco un poco Estados Unidos, México, Centroamérica, Venezuela, Francia y Dinamarca, entre otros países, y todos me gustan. Mis otros pasatiempos son comunes: ver la televisión, el fútbol, pasear y, de vez en cuando, salir con un grupito de amigos muy íntimos; al cine nunca voy. Sigo los acontecimientos nacionales e internacionales y lo que más me preocupa es la poca paz que hay en el mundo, las guerras y los grandes conflictos difíciles de superar; como a mucha otra gente. vida y éxito | Julio-Agosto 2016 | 33