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CAPITULO II

CAPITULO II

2. ORIGEN Y GEOGRAFÍA DEL FOLCLOR COLOMBIANO

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2.1. El origen tri-étnico

Colombia es el resultado de la fusión de tres razas: la blanca (europea); la negra (africana) y la india (asiática), cuyos aportes ancestrales presentan notables diferencias. Los primeros habitantes, de procedencia asiática, llegaron al territorio que hoy ocupa nuestro país en el transcurso de las migraciones caribes, que así se denominaban los pobladores que bordeaban el Mar Caribe, en una época que se remonta a los 10.500 años AC. Era una prolongación del poblamiento iniciado 30.000 años antes con el paso por el Estrecho de Bering de nómades mongoles, que en oleadas más o menos sucesivas buscaban nuevas tierras y lugares propicios para recolección de frutos silvestres, la caza y la pesca. Otros grupos desembarcaron en las costas del Océano Pacífico, procedentes de la Polinesia que fueron más tarde identificados como Arawaks. Paul Rivet demuestra que: " dada la casi continuidad de América del Norte y de Asia, es natural y lógico buscar entre los pueblos asiáticos el origen de las poblaciones del Nuevo Mundo. Sabemos que la vía del Estrecho de Bering y del rosario de las Islas Aleutianas se hallaba libre de hielos hacia el final del Cuaternario y que ofrecía un paso fácil entre ambos continentes, precisamente en la época en que los hechos prehistóricos nos atestiguan la aparición del hombre en América. Los prototipos indígenas existentes en Colombia presentan una gran similitud con los asiáticos de Liberia, Mongolia, Tíbet, China, Corea y Filipinas. Pero el testimonio más irrecusable lo dan las lenguas y dialectos Caribes y Polinesios, que nos hablan de un remoto antepasado lingüístico, aún prevaleciente" Y agrega: "La etnografía confirma el dictamen de los antropólogos, mostrando la existencia de elementos culturales comunes a Australia y a América, especialmente en América del Sur y en las regiones meridionales de este continente" ("Los orígenes del Hombre Americano").

Los esclavos negros llegaron, como se sabe, en el período de la conquista y el coloniaje español, como mano de obra para las minas de oro, construcción de murallas, puentes y caminos para la agricultura y la ganadería. Muy pocas referencias se tienen sobre los lugares de procedencia de los africanos traídos a la Nueva Granada. Rogelio Velásquez, en su estudio sobre "Gentilicios africanos del Occidente de Colombia" dice, citando al antropólogo brasilero Arthur Ramos, quien ha tratado a fondo la materia: "La reconstrucción de los orígenes tribales del negro a través de los documentos está, por incompleta, sujeta a errores. Estos documentos son falsos por varias razones: los negros eran capturados en cualquier región africana, incluso en el interior remoto, sin discriminación de procedencia y embarcados en puertos de la costa, que reunían así esclavos de varias tribus y de varias regiones completamente apartadas unas de otras… y muchos de los documentos aduanales o "asientos" de los señores desaparecieron o fueron deliberadamente destruidos, como aconteció en el Brasil".

La corrupción ortográfica de los vocablos antiguos, los cambios de nombre en los mapas de África y la carencia de archivos especializados impiden una identificación completa, pero a juzgar por las tendencias predominantes en aquellos tiempos y el régimen de los traficantes negreros, se puede decir que la mayor parte de los esclavos procedían de las tribus Yorubas o Lucumies (Nigeria y Biafara); de Dahomey, Congo Belga, Ifni, Senegal, región Mandinga, Sudán, etc. Pero que como eran "surtidos" por unidades sueltas o por grupos pequeños, sólo en algunos casos aislados conservaron sus africanías, como ocurre en el caserío de San Basilio de Palenque (Bolívar), donde aún se practica el rito "Lumbalú", de funebria, con música, canto y rasgos originales. La pérdida de su fisonomía tribal y el alejamiento de sus ancestros, facilitó el mestizaje de los negros, a través de la cristianización y el régimen de prohibiciones sociales.

Cartagena de Indias fue el principal puerto negrero de América por mucho tiempo. Allí tenía lugar el comercio de "piezas", que eran despachadas por caminos y vías fluviales al Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Cuando fue promulgada la Ley de Manumisión de los Esclavos en 1851, los núcleos negreros se dispersaron por todo el Litoral Pacífico y las hoyas hidrográficas del Patía, San Juan, Cauca, Mira, Naya, Magdalena, Sinú, San Jorge, etc. Unos se quedaron en las minas, pero la mayoría se volvieron pescadores, navegantes, peones de siembra y servicio y en las tierras planas, jornaleros de menesteres desempeñados al aire libre.

La raza "civilizadora" tuvo sus ejecutores en los conquistadores españoles. La corriente europea trajo el idioma, la religión, las leyes, las técnicas de trabajo, las artes del Viejo Continente y las costumbres y por lo tanto, la cultura blanca. Los pobladores peninsulares, aún desde el momento del descubrimiento, se mezclaron con los indígenas y más tarde con los negros, iniciándose así el proceso del "mestizaje", que sería el punto de partida del "criollismo". Todas las artes llegadas de Europa, desde la culinaria hasta la arquitectura y la música, fueron asimiladas por los nativos y luego surgieron adaptaciones y modificaciones.

Pero, ¿quiénes eran los criollos? Don Jorge Juan y don Antonio de Ulloa, en sus "Noticias Secretas de América", explicaba: "Los europeos o chapetones que llegan a aquellos países, son por lo general de un nacimiento bajo en España o de linajes poco conocidos, sin educación ni otro mérito alguno que los haga muy recomendables…" Y más adelante agregan: "Los criollos no tienen más fundamento para observar esta conducta que el decir que son blancos; y por esto, en siendo europeos sin otra más circunstancia se juzgan merecedores del mismo obsequio y respeto que se hacen a los más distinguidos que van allá con empleos" (El subrayado es nuestro). Recibieron el nombre de "criollos" los hijos de españoles, quienes aunque conservaban sus apellidos y blasones, derivaban sus rentas y ventajas de los privilegios heredados y de su asimilación al medio ambiente productivo. El mismo nombre, al parecer, lo recibieron también ciertos mestizos "de buena sangre" (hijos de español con india), ligados por afinidades no sólo familiares, sino educativas a los españoles y cuyo comportamiento se identificaba con el de los blancos.

De paso es preciso recordar que hubo también un criollismo negroide gestado, aunque en muy pequeña escala, por los caminos de la esclavitud y por lo tanto, de muy bajo nivel económico. Este criollismo no tuvo la definición de casta que acompañó, como signo invariable, a los descendientes de españoles nacidos en América. Sus particularidades se hicieron visibles en el plano cultural o espiritual, pero adquirieron una categoría vigente en la conformación de la fisonomía nacional. Con el nombre de "mulato" se definió, de una manera genérica, este tipo de ciudadano a cuyas espaldas estuvo la labor de construir buena parte de nuestra nacionalidad.

¿Cómo podemos definir entonces "lo autóctono" en el marco de nuestra cultura triétnica? Apelamos de nuevo al Dr. Andrés Pardo Tovar en su libro "Voces y Cantos de América", quien define "lo autóctono" así: "El conjunto de motivos, asuntos, temas, modos de sentir y de pensar y factores raciales y geográficos privativos de una región, de un país o de un continente y de su expresión directa y objetiva…" Aplicando esta definición, podemos decir en consecuencia, que lo autóctono entre nosotros tiene aportes de las tres sangres, cuya mezcla conformó un nuevo tipo de entidad histórica y cultural que hoy llamamos Colombia.

2.2. El mapa folclórico de Colombia

El país se divide en cinco zonas folclóricas de características definidas, cuya estructura histórica tuvo comienzos en las distintas formas regionales que asumió el mestizaje.

El espacio geográfico de cada zona es así:

Zona Andina

Comprende los departamentos que cubren las tres cordilleras: Oriental, Central y Occidental, con sus ramificaciones y los valles intermedios: Boyacá, Cundinamarca, Santander es, Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima y Huila, Valle, Cauca y Nariño. Se exceptúa de éstos tres últimos la franja entre la Cordillera Occidental y el Océano Pacífico. Dentro de esta zona se encuentran localizadas algunas tribus indígenas como los Catíos y Chamíes en Antioquia, Viejo Caldas y Risaralda, los Guambianos, los Paeces y Calderas en el Cauca y el Huila; Quillacingas, Quaiker y Sibundoyes en Nariño, cuyas culturas se clasifican como aborígenes.

Zona del Litoral Atlántico

Incluye los departamentos de Sucre, Bolívar, Córdoba, Atlántico, Magdalena, Cesar y Guajira Occidental. También en esta zona subsisten grupos indígenas, como los Cuna-Cuna, en el Darién, Golfo de Urabá frontera con Panamá e islas adyacentes; los Ijka, Koguis y Arhuacos en la Sierra Nevada de Santa Marta, los

Motilones (Bari-Yuko) en la Sierra de Perijá; los Guajiros, en el sector occidental de la península de la Guajira.

Zona del Litoral Pacífico

Abarca el departamento de Chocó y la franja litoral entre la cordillera occidental y el mar, correspondiente a los departamentos de Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Habitan allí también algunos grupos Emberá (Cholos) hacia el sur, Yurumanguí (Valle del Cauca); Noanamá (Chocó).

Zona de los Llanos Orientales

Está conformada por el departamento de Meta y las intendencias de Casanare y Arauca, extendiendo su influencia hacia las llanuras abiertas a la ganadería que bordean la comisaría del Guainía y el Guaviare. Los indios Guahibos participan activamente en algunos aspectos de folclor llanero.

Zonas aborígenes

A más de los núcleos indígenas mencionados entre las Zona Andina, Atlántica y Pacífica, están conformadas por pobladores de la Orinoquía y la Amazonía, llegando hasta las fronteras con Venezuela, Brasil, Perú y Ecuador. Hacia el Atlántico, se tiene en cuenta la Península de la Guajira.

2.3. Tribus indígenas desaparecidas

Una gran cantidad de grupos aborígenes desaparecieron durante el proceso de la Conquista y la Colonia, aunque de todos aquellos quedan importantísimos vestigios en el folclor actual de país: Cerámica, orfebrería, tejidos, cestería, bromatología, construcción, mitos, leyendas, vocabulario, etc. –como sucede con los Quimbayas (Norte del Valle del Cauca, Quindío, Risaralda y Caldas); los Tayronas (Sierra Nevada de Santa Marta y sectores vecinos); los Farotos (Valle del Río Sinú); los Andakíes (Centro Sur del Huila); los Chibchas, Mwiskas (o muiscas) y Panches (Cundinamarca, Boyacá y Santander); Guanes (Santanderes); Gorrones y Lilíes (Valle del Cauca); Tumacos (Costa de Nariño); los Pastos (Nariño Central), agregando a esta lista los pueblos que en sucesivas ocupaciones formaron lo que hoy se denomina la "Cultura Agustiniana", en el Huila (San Agustín, Tierradentro, etc.)

2.4. Aspectos del Mestizaje en cada zona

a) La Zona Andina elaboró su fisonomía a partir del mestizaje entre el blanco y el indio. El Mestizo, sin embargo, presenta una idiosincrasia más cercana al ancestro aborigen que a las herencias típicamente españolas, como puede observarse en la supervivencia de algunos instrumentos musicales: flautas de carrizo, quenas, capadores o rondadores, tamboras de dos parches, quiribillos, sonajas, caránganos, chuchos o alfandoques, maracas decoradas, raspas de caña, etc.; en 41

las prácticas de curanderismo botánico; en el uso de alimentos y bebidas (bromatología) preparados a base de maíz: chicha, tamales, "envueltos", empanadas, "bollos", sopas, cuchucos, etc., igual que tortas, arepas, en fin; en el empleo de la ruana y los chumbes; en el hilado de uso y el telar de cintura o marco de madera, en las creencias cosmogónicas (ciclos lunares en la agricultura); en las cerámicas utilitarias decoradas: ollas, tinajas, alcarrazas, jarras, vasos; en los pasos de algunas danzas: "rasgatierra" en el torbellino; "escobillao" en el bambuco, la guabina y el rajaleña; en la construcción de ranchos, ramadas y cobertizos a base de palma cruzada; en el concepto de la familia, etc.

Los influjos españoles se mantienen en aspectos como las costumbres religiosas de orden calendárico; el idioma cotidiano, el atuendo típico; la vivienda urbana de muros de bahareque y techo de teja; en el mobiliario y en las artes, como las formas melódicas y los ritmos (3/4 y 6/8), enmarcando coplas octosilábicas, en fin.

b) La Zona Atlántica presenta un panorama cultural quizás más complejo, porque en ella el mestizaje iniciado con el cruce entre blanco e india, se ramificó hacia el "mulataje", por mezcla de blanco con negra, agregándose, a su vez, el "zambaje", entre indios y negros, aunque en mucha menor escala. Los remanentes de las tres razas conservan sin embargo, varias de las características, pero hay un evidente predominio de los ancestros africanos, cuyas manifestaciones más sobresalientes se encuentran en la música y los instrumentos de percusión, sumados a los cantos "a capella": tonadas fonemáticas, zafras de cultivo, zafras de difuntos, alabaos, loas, canciones de cuna, cantos de "lumbalú", cantos de velorio, cantos de vaquería; en los ritmos binarios (2/2 y 2/4) y contra ritmos asociados a significados particulares; en la literatura oral, los cuentos de animales y de personajes fantásticos; los rezos, las prácticas y el curanderismo mágico; en las edificaciones rústicas, el empleo de paredes de caña vertical amarrada (San Antero y San Bernardo del Viento). En cuanto a los instrumentos musicales, los de percusión, por ejemplo: pechiche, tambor mayor, llamador, caja, todos de un solo parche con cuñas adosadas, reviven la tradición africana, sin modificaciones.

Las supervivencias indígenas, como en la Zona Andina, se circunscriben en buena parte a los alimentos y bebidas a base de maíz, ñame y yuca, en los instrumentos musicales de soplo (aerófonos), de papel melódico, como la "caña de millo", las flautas de carrizo, los fotutos o "gaitas" macho y hembra, en los idiófonos, como la "guacharaca" de calabaza, la raspa o raspadera, las maracas, el "güio", las sonajas, cascabeles, etc.; en los tejidos, las hamacas, chinchorros, redes de pesca, jíqueras; en las cerámicas, las vasijas de barro; en la construcción, el tramado de palma en ranchos, secaderos y cobertizos.

El espíritu de España se capta en los atuendos, trajes y adornos típicos, en las edificaciones urbanas de teja de barro y paredes de bahareque; en la literatura oral, el coplerío y la narrativa espontánea.

c) El Litoral Pacífico es la zona del país que mayor predominio presenta de los ancestros africanos, en coexistencia con diversas culturas indígenas. Allí las 42

huellas hispánicas tienen cierta marginalidad. Las africanías se observan en la música, por ejemplo, en el tratamiento armónico del canto; en los ritmos binarios y sus contra ritmos, en los tambores de un solo parche; en el papel ritmo-melódico de la marimba de chonta con resonadores; en el esquema coreográfico de bailes y juegos danzados; en las prácticas de pesca con "nasas" y "katangas"; en los ritos funerarios y el culto a los muertos; en las creencias mágicas; en el labrado decorativo de vehículos fluviales como potrillos y canoas, en el estilo lacustre de las viviendas.

La incorporación del indio a la vida de las otras razas ha sido muy precaria en este litoral, por el distanciamiento que el aborigen expresa contra el negro, de modo que allí cada tribu mantiene su "status", sin mezclarse.

Por su parte, lo español se sigue manifestando en algunas formas del vestuario tradicional, en las costumbres religiosas, en el empleo de cantos del género romance antiguo, en las expresiones estereométricas de algunas danzas de origen europeo: mazurca, contradanza, danza, polea, jota, etc.

d) En los Llanos Orientales se tipificó en un ejemplar humano muy característico, las mezclas de las sangres española e indígena, y muy escasamente la negra; pero es quizás en esta parte de nuestro país, donde mejor se conservan los elementos hispánicos en el canto, la danza, la música y la poesía popular.

e) Casi todos los instrumentos melódicos y de acompañamiento: bandolas, bandolines, bandolones, cuatro, arpa, guitarra, violines, proceden directamente del arsenal europeo; del mismo modo que los bailes: joropo, galerón, golpes, responden a un ascendiente bien conservado en los modos de danzar peninsulares, sobre todo de Andalucía.

El esquema prosódico de los poemas llaneros, cuyo antepasado es el "canto de galeras" o galerón, no es más que una variante rústica del romance al estilo trovador.

Con todo, la presencia cultural del indio se hace visible en muchos aspectos de la vida llanera, como ocurre en la alimentación a base de frutos nativos, las creencias míticas, la magia y el curanderismo y sobre todo, en las técnicas de trabajo al aire libre en lucha abierta con la naturaleza, teniendo como base en la ganadería.

f) Las Zonas Indígenas por su estructura social y económica, mantienen en su mayoría una autenticidad apoyada en la conservación de su organización primitiva de carácter tribal, su lengua, su religión, sus costumbres y sus técnicas de producción rudimentarias. Cada una posee una fisonomía propia y por lo tanto, se comporta y se expresa como una entidad independiente.

EN LA MÚSICA:

El ritmo; b) la melodía; c) el canto; d) los instrumentos musicales; e) la ejecución instrumental.

EN LA LITERATURA ORAL:

Las formas poéticas o rimadas: a) coplas o cantas; b) romances; c) corridos o galerones; d) décimas; e) quintillas; f) sextillas; g) villancicos; h) canciones de cuna; i) rimas infantiles; j) oraciones en verso; k) adivinanzas en verso; l) sainetes o mojigangas.

Las formas narrativas, o en prosa: a) cuentos; b) leyendas; c) mitos (descripción); d) historias; e) refranes; f) dichos; g) cachos; h) exageraciones; i) fórmulas; j) oraciones mágicas y religiosas.

Las formas lingüísticas: a) retahílas; b) trabalenguas; c) jitanjáforas; d) jeringonzas; e) toponimias; f) zoonomías; g) antroponimias; h) modismos; i) contracciones.

EN LAS DANZAS:

Coreografía: a) figuras; b) pasos; c) movimientos; d) vestuarios; e) implementos; f) adornos.

Bailes: a) juegos coreográficos; b) cuadros y comparsas de carnaval.

Juegos: a) juegos infantiles.

EN LA MITOLOGIA:

Creencias en: a) mitos; b) leyendas; c) espantos y aparecidos; d) poderes sobrenaturales.

EN LA RELIGIÓN:

a) Peregrinaciones y procesiones; b) rituales; c) prácticas funerarias; d) culto externo.

EN LA MAGIA:

Creencias en: a) supersticiones o agüeros; b) fenómenos cosmogónicos; c) poderes sobrenaturales.

EN LOS JUEGOS DE ENTRETENIMIENTO:

De niños: a) rondas; b) juegos en grupo; c) juegos individuales.

De adultos: a) naipes o barajas; b) dados; c) dominó; d) concurso de salón: "sortijas", escondidijos, secreteos, etc.

Juegos libres: a) esgrima; b) equitación; c) vaquería; d) paloteos; e) jaripeos; f) natación.

EN FIESTAS Y ESPECTÁCULOS DE FERIA:

Fiestas regionales; b) fiestas religiosas; c) ferias; d) corridas de toros; e) riñas de gallos; f) corridas de gallos; g) vacalocas; h) varas de premios; i) carreras de caballos o cuadrillas; j) concursos típicos.

EN LOS OFICIOS PRODUCTIVOS:

Técnicas de trabajo, armamentario y aperos en: a) agricultura; b) ganadería; c) pesquería; d) cacería.

EN LOS OFICIOS TRANSFORMADORES: (Artesanías)

Técnicas de trabajo, implementos o útiles, ingredientes y materiales en: a) cerámica; b) tejidos y bordados; c) cestería; d) orfebrería; e) talla en madera; f) ebanistería; g) talabartería; h) barniz de Pasto; i) culinaria; j) bromatología (bebidas y alimentos); k) dulcería y sitoplastia; l) metalistería; m) muñequería; n) tallas en caucho, tagua, hueso; o) pintura en tela, cuero, metal, madera; p) lutería ( fabricación de instrumentos de música); q) modistería (atuendos y trajes típicos); r) construcción (viviendas, cobertizos, secaderos, silos, enramadas, ranchos, puentes, arrimaderos, bebederos, portales, criaderos, cercas, amurallados, etc.); s) transporte (tracción humana y animal).

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