11 minute read
16. El establecimiento del eterno reino de Cristo
16
EL ESTABLECIMIENTO DEL ETERNO REINO DE CRISTO
Una vez, un padre se sorprendió al ver, a través de la puerta entreabierta de la habitación de su hijo, la expresión preocupada del niño mientras leía la historia de su héroe favorito. Mientras se mordía las uñas, agonizaba con las coloridas páginas de ese librito. Luego de distraerse de esa escena por unos momentos, el padre regresó a la habitación del niño y notó que ahora estaba tranquilo, despreocupado y con una amplia sonrisa en su rostro. El padre, ahora aún más curioso, preguntó: —Hijo, hace unos momentos miré por la puerta de tu dormitorio y vi que estabas angustiado por la historia. Pero ahora estás sonriendo. ¿Qué pasó en la historia?
El niño, sonriendo, respondió: —Pasó así, papá. Cuando me viste por primera vez, estaba leyendo la parte de la historia que mostraba el encarcelamiento de mi héroe y las torturas que sufrió. Estaba muy preocupado y tuve una idea. Fui hasta el final de la historia para ver qué pasaría con él. Cuando leí la última página, me di cuenta de que mi héroe salió de prisión, derrotó al enemigo y salió victorioso. ¡Así que ahora estoy feliz!
Cuando leemos algunas páginas de nuestra historia, vemos que el mal ha llegado a dominar y el reino de las tinieblas ha logrado la su-
206
Secretos de la profecía
premacía en este mundo. Es bueno recordar que el final de la historia aún está por llegar. Nuestro Héroe saldrá victorioso. ¡Después de todo, él venció en la cruz del Calvario y ya nos ha garantizado el reino! En este último capítulo, hablaremos de nuestra mayor esperanza, cuando el sueño de reinar con Dios sea una realidad.
IMÁGENES DEL REINO
En el libro de Daniel hay varias imágenes que hablan del establecimiento del reino eterno de Cristo. De hecho, todos los relatos están construidos hacia su establecimiento. En las visiones registradas, cada una alcanza su clímax cuando “el Dios del Cielo” establece “un reino que nunca jamás será destruido” (Daniel 2:44), cuando el “Hijo del Hombre” recibe el “dominio, y gloria” (Daniel 7:13, 14), cuando la oposición al “Príncipe de los príncipes” sea quebrantada “sin mano humana” (Daniel 8:25), y cuando el pueblo de Dios sea librado para siempre de sus opresores (Daniel 12:1). Analicemos ahora algunas de estas imágenes.
LA PIEDRA
En el capítulo 2 de Daniel, en el sueño del rey Nabucodonosor, aprendemos acerca de una estatua con cuatro metales. La cabeza de oro, que simboliza al Imperio Babilónico (Daniel 2:38); el pecho y los brazos de plata, que representan a Medopersia (Daniel 2:39); los muslos de bronce de Grecia (Daniel 2:39); y las piernas de hierro, que simbolizan el Imperio de hierro de Roma (Daniel 2:40). Después de contemplar esta estatua aterradora, Daniel le dijo al rey que una piedra, sin ayuda de manos humanas, fue cortada y arrojada contra la estatua, destruyendo todos los reinos, y creció y llenó toda la Tierra (Daniel 2:44, 45). Esta piedra simboliza el reino eterno de Cristo, que pronto establecerá (Isaías 28:16; Lucas 20:17, 18; Mateo 24:30; Apocalipsis 1:7). El Regreso de Jesús es la “bendita esperanza” (Tito 2:13) que motiva e impulsa nuestra vida (2 Pedro 3:12). ¿Cuándo vendrá este reino eterno? Jesús advirtió: “Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora” (Mateo 24:36). No obstante, Daniel fue muy claro en sus palabras: “Y en los días de estos reyes, el Dios del
El establecimiento del eterno reino de Cristo 207
cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruido” (Daniel 2:44). ¿De qué reyes está hablando Daniel? De los diez reyes representados por los dedos de los pies de la estatua, y por los diez cuernos de la cuarta bestia (Daniel 7:24); a saber, las naciones modernas de Europa. Por tanto, será en nuestros días que llegará el reino eterno de Cristo. En la cadena profética no hay un quinto reino terrenal, sino un reino celestial que será implantado, trayendo justicia y paz a todos sus ciudadanos (Isaías 65:17-25; Apocalipsis 22:3, 4, 12, 17).
LA CAÍDA DE BABILONIA
La caída de la antigua Babilonia es otra imagen, paralela al Apocalipsis, del establecimiento del reino de Cristo. Así como la gran Babilonia “cayó” en el año 539 a.C. por acción del rey persa Ciro, la Babilonia espiritual también caerá y recibirá el juicio de Dios en los últimos días (Apocalipsis 16:12). Hay dos salmos en la Biblia que cuentan un poco de esta historia. Uno funciona como contrapunto del otro.
El pueblo de Israel se unió como doce tribus solo durante los reinados de Saúl, David y Salomón. Cuando este último murió, el reino se dividió: quedaron diez tribus en el norte, dirigidas por Jeroboam, con su capital en Samaria, y dos tribus en el sur, dirigidas por el hijo de Salomón, Roboam, con su capital en Jerusalén.
En el año 722 a.C., las diez tribus del norte fueron esclavizadas y destruidas por el Imperio Asirio. Esto debería haber servido como una advertencia a Judá, pero no fue así. Debido a los pecados y la negativa a escuchar la voz de los profetas, Judá también cayó en cautiverio. En el año 605 a.C., el reino de Judá fue invadido por Nabucodonosor y los hijos de Dios fueron llevados a Babilonia. Sin embargo, Dios no abandonaría a su pueblo. Incluso antes de que llegara Nabucodonosor, la voz profética se elevó y trajo esperanza a los futuros cautivos. Dios anticipó el nombre del libertador, Ciro (Isaías 45:1; 13), la estrategia militar que usaría (Isaías 44:27, 28), e incluso cuántos años serían esclavos en Babilonia (Jeremías 25:11, 12). Estos textos nos impresionan con el amor, el cuidado y la preocupación de Dios por Israel, a pesar de sus pecados. Dios no los dejó ir al cautiverio sin esperanza.
El Salmo 137 registra el lamento de los judíos ahora cautivos en
208
Secretos de la profecía
Babilonia. Pero se aferraron a una esperanza: vendrá el libertador. En el siglo XIX, varias excavaciones arqueológicas comenzaron a revelar algo extraordinario sobre Babilonia. Era una ciudad tremenda, con grandes universidades, protegida por enormes murallas, con un sistema avanzado de acequias, templos magníficos y hasta una de las maravillas del mundo antiguo: los jardines colgantes construidos por Nabucodonosor.
Ante tantas maravillas, ¿qué pasó con el pueblo de Dios? A diferencia de Daniel y sus amigos, las nuevas generaciones comenzaron a contemplar la belleza, la felicidad, el progreso, y a pensar: “¡Esto sí que es vida, esta sí es una ciudad!” Los judíos fundaron casas comerciales en Babilonia y fueron los precursores de los bancos modernos. El Salmo 137 había quedado en el pasado, solo como palabras de los padres más ancianos.
Los setenta años se cumplieron tal como lo había dicho el profeta. Ciro emerge a la escena política y derrota a la gran Babilonia, secando el río Éufrates (Isaías 44:27, 28). Después de una batalla cósmica, registrada en el capítulo 10 de Daniel, Ciro firma el decreto y el pueblo de Dios puede regresar a Jerusalén. Sin embargo, eso no es lo que sucedió. Entre los cientos de familias judías cautivas en Babilonia, solo unos pocos miles regresaron a Jerusalén. Los que regresaron también compusieron un cántico, el Salmo 126, que hablaba de la alegría del regreso y de las bendiciones de Dios sobre el pueblo. En tiempos difíciles, reconstruyeron la ciudad y el templo, y el día de la reapertura se escuchó nuevamente la voz profética: “La gloria de esta segunda casa será mayor que la primera […] y daré paz en este lugar, dice el Señor Todopoderoso” (Hageo 2:9). Los sacrificios se retomaron, las fiestas se celebraron nuevamente y, como la profecía no falla, en el tiempo señalado vino el Mesías (Gálatas 4:4). ¿Cuántas lecciones se pueden aprender de esta historia hoy?
Ciro es un tipo de Cristo. La antigua Babilonia se convierte en un símbolo de la actual Babilonia mística (Apocalipsis 17:5). Volverá a ocurrir el secado del río Éufrates (Apocalipsis 16:12) y los reyes del Oriente, Cristo y sus ángeles, volverán para liberar a su pueblo del cautiverio espiritual de Babilonia. Tenemos una fiesta que celebrar en
El establecimiento del eterno reino de Cristo 209
la Nueva Jerusalén, pero la triste noticia es que la historia se repetirá y muchos no querrán ir al Cielo, pues han creado lazos con Babilonia y han echado raíces en ella.
De ahí la última invitación de Dios: “Salgan de ella, pueblo mío” (Apocalipsis 18:4). Muchos están contemplando a Babilonia y no a Jerusalén. Estamos prestando mucha atención a las cosas del mundo y casi nada a las cosas de Dios. Estamos olvidando el consejo de Cristo: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:33).
En el silencio de esta lectura, pregúntate: ¿hay hábitos, prácticas, costumbres, vicios en mi vida que desagradan al Cielo y me roban la paz? En este mismo silencio del alma, abre tu corazón a Jesús, porque nuestro Salvador es el Dios que nunca rechaza, ni siquiera al más grande de los pecadores. ¡Solo él puede ofrecer el perdón y la paz que tanto necesitamos!
LOS 1.290 Y 1.335 DÍAS
El libro de Daniel presenta dos últimos períodos proféticos. “Desde el tiempo que sea quitado el continuo hasta la abominación asoladora habrá mil doscientos noventa días” (Daniel 12:11) y, “bienaventurado el que espere y llegue hasta mil trescientos treinta y cinco días” (Daniel 12:12).
El evento clave para entender esta profecía es que el “continuo” sería quitado, se implantaría la “abominación desoladora”. ¿De qué evento está hablando la profecía? Alberto Timm explica: “La expresión ‘sacrificio diario’ es la traducción del término hebreo tamid, que significa ‘diario’ o ‘continuo’, al que se le añadió la palabra ‘sacrificio’, que no se encuentra en el texto original de Daniel 8:13 y 12:11. Este término (tamid) se usa en las Escrituras en conexión no solo con el sacrificio diario del Santuario terrenal (ver Éxodo 29:38, 42), sino también con varios otros aspectos del ministerio continuo de ese santuario (ver Éxodo 25:30; 27:20; 28:29, 38; 30:8; 1 Crónicas 16:6). En el libro de Daniel, el término obviamente se refiere al ministerio sacerdotal continuo de Cristo en el Santuario/Templo celestial (ver Daniel 8:9-14). La expresión ‘transgresión desoladora’ o ‘abominación desoladora’ impli-
210
Secretos de la profecía
ca el amplio sistema de falsificación de este ministerio, edificado sobre teorías antibíblicas de la inmortalidad natural del alma, la mediación de los santos, el confesionario, el sacrificio de la misa, etc.”.212
Este “amplio sistema de falsificación” no es más que la pretensión papal de ser un mediador entre Dios y los hombres. En el pasaje anterior se declara que, después de que se quite el continuo, “habrá mil doscientos noventa días”. La sustitución de Cristo por un sistema falso se introdujo gradualmente, hasta que en los años 503 a 508 tomó una forma más definida. El obispo de Roma reclamó cada vez más las prerrogativas y las atribuciones inherentes a Cristo. En el año 508, la Iglesia medieval reforzó su prestigio político con la ayuda de Clodoveo, rey de los francos (481-511), y desde entonces “el papado pudo proceder sin obstáculos para asegurar su influencia política”.213
A partir del año 508, y recorriendo la historia 1.290 días/años, llegamos a 1798, año de la detención del Papa Pío VI y fin de los 1.260 años de supremacía papal. Si viajamos desde la misma fecha 1335 años, llegaremos al año 1843/1844, cuando terminan las 2.300 tardes y mañanas y Jesús da inicio al Gran Día de la Expiación, que terminará recién cuando él deje el Santuario para venir a la Tierra.
508...............................................................1.290...............................................................1798
508 ...............................................................1.335 .....................................................1843/1844
UNA PROMESA A DANIEL
El ángel Gabriel le ordenó a Daniel que sellara el libro “hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:4), cuando muchos lo estudiarían y la ciencia, es decir, el conocimiento de este libro, se multiplicaría. Solo la eternidad revelará cuántas personas fueron beneficiadas por las profecías y las amonestaciones del libro de Daniel.
Daniel recibió el sello de la aprobación divina y su vida fue prote-
212 Alberto R. Timm, “Os 1.290 dias e 1.335 dias de Daniel 12”, Revista Kerygma, vol. 1, Número 1, 1er Semestre de 2005, pp. 3-7. 213 Walter Ullmann, A Short History of the Papacy in the Middle Ages (Londres: Routledge, 1972), p. 37; citado en Doukhan, p. 189.
El establecimiento del eterno reino de Cristo 211
gida en Dios. Había pasado por pruebas y sufrimientos, pero nunca había dejado de confiar en Cristo. Hacia el final de su vida, alrededor de los noventa años, escuchó las palabras de consuelo: “Pero tú sigue hasta el fin de tu vida. Descansarás, y en los últimos días te levantarás para recibir tu herencia”. Esta es una referencia a su muerte, que no estaba lejos. El ángel le asegura la vida eterna, cuando dice que “en los últimos días [que tantas veces ve en visión], te levantarás para recibir tu herencia” (Daniel 12:13). Para los salvos, la muerte no es más que un breve sueño, porque el que muere salvo, “en los últimos días” resucitará y recibirá la herencia eterna (Juan 11:24, 25). ¡Qué gran oportunidad tenemos todos nosotros hoy! Si somos fieles como lo fue Daniel, algún día podremos conocerlo y, además, podremos escuchar de su propia boca las maravillas que vivió en su experiencia terrenal, narradas en su libro. Sin embargo, nada iguala el privilegio de estar cara a cara con el Señor Jesús y escuchar de sus labios: “¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34). ¿Te gustaría ser ciudadano de este reino eterno?