¡QUIÉN ME QUITA LO VOL ADO! Daniela Quiroz
Mucha gente se pasa la vida buscando situaciones increíbles que los cambien, que marquen un antes y un después, que los transformen. En realidad, a veces no es un único evento el que es trascendental, sino que lo que cambia nuestras vidas son montones de pequeñas cosas que solas parecen insignificantes y sin esencia, pero que juntas son explosivas. Un montón de pequeñas cosas que se convierten en un cambiavidas increíble. Pequeñas cosas como aprender una palabra nueva, hablar con alguien en otro idioma al hacer las compras, hablar con alguien que te escucha mientras caminás sin rumbo. A veces un cambiavidas puede ser un sonido, como el “ping” del celu avisando que tenés un email nuevo, una canción de navidad que suena de fondo en un shopping en diciembre, o la grabación de los supermercados cuando pagás sin ayuda y que te dice “valued customer”. Pueden ser olores y colores también, como el olor del atardecer cuando se acerca la primavera, o el color del cielo mientras amanece, o el olor al café recién hecho a las 6:30 a.m. mientras la casa todavía duerme. Podemos agrupar nuestros cambiavidas en años. Un cambiavidas pueden ser dos años. Dos años trascendentales. Dos años llenos de cosas pequeñas que juntas forman un cambiavidas increíble. Dos años en un pequeño pueblo en otro país muy lejos de mi familia. Dos años de estar rodeada de gente conocida y desconocida, de gente que habla mi idioma y gente que no, de gente que estuvo con su familia y gente que estuvo como yo. Gente que sigue siendo la misma persona de hace dos años, y gente que no. Es difícil ver el cambio cuando uno está en una hamaca y se balancea rápido de un lado al otro. Todo es un borrón. Pero moverse rápido de
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