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OCTUBRE 2015 ∙ GRATUITA · NÚMERO 31

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Música • Educación • Sexualidad • Cultura • Y más al sur de la Ciudad...


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Revista semillero

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No hay nada más importante en las relaciones humanas que el respeto, sin el respeto dejamos de considerarnos, de mirar al otro, de tomarnos en cuenta. ¿Qué pasa cuando el respeto se pierde y no sabemos cómo recuperarlo, cuando nos están faltando el respeto día a día y no hacemos nada para retomar el control de nosotros mismos? Nos volvemos sumisos, incapaces, nos sentimos débiles. Pero nada de eso... SIEMPRE tenemos el control del respeto en nuestras manos y siempre podemos recuperarlo. No es fácil hoy día como mujeres sabernos sumisas y darnos cuenta de que lo hemos sido, es como darnos una patada en las entrañas mismas pues no es fácil darse cuenta de que estamos siendo dominadas a través de chantajes emocionales disfrazados de palabras dulces y bonitas, de caricias y de besos y de que, a pesar de que nos creíamos las mujeres más fuertes del planeta, tenemos un lado que alguien por alguna razón, doblegó... pero como todo en la vida, no podría existir la fortaleza sin haber caído antes en la debilidad. En Semillero hablamos de eso, de relaciones, de amor, amistad y ¿por qué no? laborales y famililares en las que nos hemos visto sometidas pero de las que podemos salir airosas. No se desanimen queridos Semilleros, no todo en la sumisión es malo, por supuesto que Jimena del Castillo nos habla de la otra cara de la moneda, personas que hartas de tener que tomar todo el tiempo decisiones fuertes y de ser líderes para todo, deciden que necesitan un espacio para perder el control y dejarse llevar, manifestándose como sexualmente sumisos, un juego que va, entre el placer y el dolor. ¿Les interesa? Por supuesto, siempre contaremos con los maravillosos tips de Marbella para hacer de este, un mundo más verde y de Nancy para disfrutar de este país que sin duda, no deja de sorprendernos. Semillero, revista mensual OCTUBRE 2015, es una publicación de Mossel S.A.RESPONSABLE EDITORIAL Sandra Zaragoza Martinez DISEÑO Y COLABORACIONES Ximena Pérez Viveros. ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS: Freepick.es y istockphoto.com. Domicilio en Rómulo O’farriil 1187, México D.F. Tel: 5668 0757 Número de certificado de reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: En Trámite. Número de Certificado de Licitud de Título y Contenido: En Trámite. Impreso en Colorset Offset. Domicilio en Isabel la Católica 422, Col. Obrera, México D.F. La reproducción total o parcial del material publicado queda prohibida. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. La editorial declina cualquier veracidad y legitimidad de los contenidos en los anuncios.


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DE MI PUÑO Y LETRA

ALGUIEN TIENE QUE CEDER, PERO ¿SIEMPRE DEBO SER YO?

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l tema de las relaciones afectivas siempre es un tanto difícil de explorar, pues muchos factores influyen a nuestro alrededor para mantener estos lazos en equilibrio.

cuando una de las partes se torna dominante y evidentemente la otra debe de ceder. Pero la incógnita es: ¿Hasta qué grado debemos ser sometidos en la amistad?

La amistad es uno de estos pilares emocionales que nos brindan la complicidad de contar con alguien a nuestro lado, quien nos acepta tal como somos, nos regaña de vez en cuando o nos pasa el pañuelo en el momento en que la tristeza se estaciona en nosotros y a llorar se ha dicho.

Por supuesto creo que coincidirán conmigo en que de ningún modo se debe permitir. Pero, para evitarlo debemos ser muy observadores y lograr detectar esos focos rojos de alerta ante una amistad nociva.

Además de una lista enorme de aventuras en las que esos amigos, nos han acompañado y se han vuelto esa familia que una escoge con el corazón. Todo puede ser miel sobre hojuelas, y realmente nos encantaría que así fuera. Pero por desgracia no lo es. Por lo cual, debemos voltear la mirada a ese lado oscuro de la amistad. Y con oscuridad, no me refiero a personas que hagan ritos vudús, para nada, hablo de esas relaciones que se vuelven tóxicas. En concreto,

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Una de esas señales de que estamos inmersos en una amistad dominante es cuando el otro pone en duda nuestra propia estima. Es decir, estos “malos compañeros” alternan manifestaciones de aprecio con conductas sádicas. Como resultado, las víctimas, ciegas a la realidad, justifican dichas acciones pensando que ese afecto es sincero y digno de defenderse. Así que sin siquiera darnos cuenta podemos dejar pasar malos tratos, engaños y hasta ofensas con tal de conservar a estas personas. El pozo de esta sumisión afectiva puede llegar a ser tan profundo que


“Tal vez no hay tal cosa como los buenos o malos amigos… Sólo hay amigos, personas que están junto a ti cuando estás herido y que te ayudarán a no sentirte tan solo. No hay amigos buenos… Sólo personas con las que quieres y necesitas estar”. ESO (Stephen King)

en vez de complementarnos con una grata compañía, sólo conectamos hacia un abismo enfermizo. Esto porque tales “amigos” pueden afianzar primero la relación, para después comportarse de manera totalmente diferente hasta controlarnos, disponer de nuestro tiempo y hacer que nos sometamos a ellos.

“darse un espacio”, para saber si la amistad es sincera o simplemente era un hueco de soledad que llenar. Al fin y al cabo la última palabra está en cada uno de nosotros.

PONER LÍMITES

Principalmente debemos tener claro que toda relación debe portar como estandarte el respeto.

Esa será la clave de todo, pues ya que detectamos este juego psicológico que ejercen sobre nosotros, lo demás dependerá de plantearnos si queremos ser utilizados o valorados. “Ni el amor, y mucho menos la amistad debe permitir humillaciones” No será fácil encarar la realidad, pero si pensamos detenidamente en que esta amistad nos causa dolor y frustración, entonces será urgente plantearse una solución. ¿No lo creen? Tal vez en algunos casos la relación concluya de manera tajante y en otras más sirva el concepto de

El tiempo hará lo suyo, pero la enseñanza seguirá al recordar que un compañero auténtico ofrece su mano, nunca su desprecio.

Así que el solo hecho de pensar que tu amigo quiera manipularte para obtener algo en su beneficio, sin importar tus sentimientos, volviéndote totalmente sumiso ante sus peticiones, sin duda es porque en esa relación el respeto hace tiempo que salió volando por la ventana. Karina Elián Martínez Salinas Periodista Guionista del “Pequeño Programa de Jazz”, Horizonte 107.9fm Contacto: Email:karina.elian@yahoo.com.mx Twitter: @Karma_EMS ®

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ECO-TIPS

Eres consumista sumiso? Por Marbella Olmos

La palabra sumisión refiere según la Real Academia Española a: Sometimiento de alguien a otra u otras personas. Acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones. La publicidad es un arma muy sutil y poderosa que tiene a miles de personas sumisas, dado que compran una necesidad creada, sin preguntarse lo más básico: si realmente lo necesitan, para qué, si cuentan con el dinero o no, si lo hacen para cubrir huecos emocionales, entre muchas otras razones que también sabemos, no las encontraremos al comprar un producto. Actualmente vivimos en un mundo donde “comprar y tener” parece colocarnos automáticamente en un grupo o status al que deseamos pertenecer. Más allá de las razones y consecuencias psicológicas que tenemos los consumidores al comprar, se encuentran razones no menos importantes: todo lo que se compra se desecha. Ya sea a largo o corto plazo, hacernos responsables de lo que adquirimos debería tener la misma responsabilidad cuando lo desechamos.

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Cada que compramos aunque sea un chicle, una paleta de dulce, cualquier producto viene con un empaque o envolvente de materiales reciclables o no pero, ¿qué haces con ese desecho? ¿lo tiras a la calle porque cuando es muy pequeño no pasa nada? ¿lo colocas en el bote de basura? ¿lo reciclas? ¿Sigues comprando y desechando? El problema no radica en tener el dinero para adquirir algo, el problema es cuando cubrimos la necesidad ya sea de hambre o deseo y no nos percatamos de la gran cantidad de basura que sumamos al planeta, poco a poco. Es fácil caer en la sumisión cuando consumimos, yo diría que muchas veces es inevitable, porque hay que cubrir aunque sea necesidades de alimentación y no todo viene sin envoltura; pero ser sumisos en plena crisis ecológica mundial es una acción irresponsable e inadmisible ¿Por qué la apatía de hacernos responsables de lo que desechamos? Es muy lógico que creamos que “no pasa nada” si tiro una basurita, porque las consecuencias no las


estamos viviendo en todo su esplendor, apenas si algunos se dan cuenta que por ejemplo, tirar basura en la calle provoca inundaciones y caos vial cuando llueve y que si a la fecha no me ha afectado directamente, entonces me doy “permiso” de tirar basura, total qué tanto es tantito! En el libro “Vivir (bien) con menos: sobre suficiencia y sostenibilidad” se menciona que: “los procesos que cuentan en la degradación ambiental suelen ser resultados agregados de acciones individuales múltiples y dispersas, cada una de ellas de efectos infinitesimales, de modo que resulta difícil percibir individualmente la relación entre acto individual y los efectos agregados”. Es decir, si hoy decido contribuir a favor del medio ambiente y decido no llevarme mi auto al trabajo y tomar la bicicleta o el transporte público, la disminución de CO2 será insignificante en el momento y entonces no me sentiré motivado para continuar con esta pequeña gran acción. Por lo tanto, si muchas personas se desmotivaran igual que yo cuando deciden hacer algo a favor del medio ambiente, la contaminación será apreciable en poco tiempo, porque será el resultado de millones de pequeñas decisiones “insignificantes” que se dejaron de tomar.

De esta manera es como podríamos ejemplificar que cualquier acción que tengamos a favor del medio ambiente se sumará a la de otras personas y que si no vemos un cambio en el momento lo podremos ver en un futuro, lo importante es hacerlo todos los días ¡y ya! Porque lo que actualmente vivimos nos está encaminado a vivir las consecuencias de años de inconsciencia e irresponsabilidad por parte de todos. Dejemos la sumisión, ese estado de inconsciencia y hagámonos responsables de la huella que estamos viviendo y la que dejaremos en este planeta a futuras generaciones.

Recuerda: ahorra, recicla y contribuye. ®

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Paseando el fuete. Una sumisa en la marcha del orgullo LGBTTTI Por Katia Albiter para Crónicas de Asfalto http://cronicasdeasfalto.com/paseando-el-fuete-una-sumisa-en-la-marcha-del-orgullo-lgbttti/ NOTA MODIFICADA PARA EL FORMATO DE LA REVISTA IMPRESA

—¡Dale duro! ¡Queremos ver sangre! ¡Dale, dale, dale, dale! Los gritos retumbaban en mis oídos. La “piñata” en cuestión era yo. Tenía los ojos cerrados. Prefiero recibir los golpes así, concentrada en la respiración y sin distraerme con el mundo, pero era difícil ignorar los gritos exaltados que pedían sangre, mi sangre. No es la primera vez que voy a una marcha del orgullo LGBTTTI (Lésbico, Transexual, Travesti, Transgénero e Intersexual) que se organiza en la Ciudad de México, pero sí que me sumo a un contingente. Vista así, la marcha es muy distinta. Cuando iba con mis amigos, por

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nuestra cuenta, teníamos libertad de movimiento. Podíamos ir con los osos, caminar junto a los geeks o apresurar el paso para llegar más rápido a Bellas Artes. Si teníamos hambre, nos deteníamos en los tacos de canasta o en alguna de las muchas tiendas de reforma. Esta vez era distinto. Iba con la gente de Calabozo MX y eso implicaba estar a la hora convocada y hacer el recorrido con ellos. Adiós a la toma de fotografías desde distintos puntos de la marcha, a caminar al paso que quisiera o a almorzar en algún puesto ambulante. Debo decirlo: valió la pena. La cita para la marcha XXXVII era a las diez y llegamos poco después. Iba con mi


amo y con C. Encontramos la plataforma unos metros después de la Diana. Saludamos a Marqués Alexander y nos sentamos en una banca aledaña. Disfrutaba ver los preparativo. Nuestro grupo tenía dos plataformas y en una de ella se estaban montando los muebles para jugar. Teníamos versiones encontradas en ese sentido, se supone que hasta la noche anterior nos habían pedido no hacer demostraciones BDSM en público, pero ese mismo día Marqués nos puso al tanto: —Recibimos una carta, dicen que originalmente no, pero que ya saben que vamos a hacer lo que queramos así que… Por las dudas, ese día sacamos a pasear algunos juguetes. Mi amo insistió en llevar el fuete. Además, preparamos una bolsa con un flogger pequeño, una carretilla para corte y confección, y varias máscaras para nuestros amigos que también irían con nosotros. Según yo, mi atuendo era simple: tutú negro, medias de red de calavera, calcetas largas arcoíris, botas de UPIBG —tengo una recaída en una lesión que me tiene prohibido el uso de tacón, fue muy triste porque tengo unas botas fetish hermosas—, blusa con escote amplio —en espalda y busto, y abierta de las mangas, facilita mucho los azotes— y corsé negro corte halter. Digo que es simple porque el tema fetish se puede poner muy elaborado y en este caso el

corsé ni siquiera me apretaba. Además, obviamente, del collar de restricción — que me encanta— y las muñequeras en las que se sostenían las cadenas. Poco después saludamos a Krystal que, al igual que Marqués, iba y venía con globos y demás adornos para la marcha. Nos dio un par de collares con trozos de papel negro, blanco, rojo y azul. “Demasiado francés”, dijo M, el siguiente amigo que se unió a nuestro pequeño grupo y a quien rápidamente pusimos uno de los collares. La plataforma de Calabozo MX fue patrocinada por Fernanda Tapia, así supe que tanto ella como Sabrina irían ahí arriba. Pasadas las doce, el camión se puso en marcha. Krystal me dijo que subiera, pero me negué. Sería un lugar con demasiada atención encima y yo quería participar de una forma menos visible. Iría a ras del suelo, así, además de ver la acción desde abajo, mi amo me podría pasear sin causar —demasiado— resquemor. A esas alturas, ya tenía puesta la máscara, algo muy importante para mí. En estos años he aprendido a separar mi personalidad sumisa —o sumi—, que es la que tiene la máscara, de la otra mujer que todo el mundo conoce. Por eso era importante llevarla puesta al primer acto público en el que me reconozco como parte de la comunidad BDSM. Ya tenía

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mi cadena de paseo, así que estábamos listos para partir. [...] Enfrente de nosotros iba una ama en una carreta jalada por varios sumis que se alternaban. También llevaba una sumi encadenada caminando a su lado y, cuando el sumi con cadenas en el pecho y calzón negro transparente dejaba de jalarla, también se ponía a su lado. Ese era el contingente a pie de Calabozo MX al empezar la marcha. [...]El contingente de los vaqueros

estaba un par de sitios delante de nosotros, así que nos tocó soportar la espera entre mierda de caballo. En algún punto, me pareció interesante tomar una fotografía con perspectiva desde el piso así que —pese a mi malestar en la rodilla—, me agaché a tomar la foto. M no quiso desperdiciar la oportunidad de tenerme en el piso, así que me pidió que posara para tomarme una foto en cuatro patas. Lo hice. Al parecer, la escena le pareció atractiva a otros transeúntes porque me pidieron algunas fotos más así. De no haber estado mal de la pierna, me hubiera gustado hacer al menos un pequeño tramo así, el pet play tiene su encanto, pero esa sola acción ya implicaba una temeridad en mis circunstancia así que, como pude, me paré. [...] A esas alturas, llegó la sumisa

pelirroja a la que la espalda se le pone divinamente roja cuando la azotan. Me vio y me dijo: —¡Se me olvidó mi cadena! ¡Así me va a ir al rato! Lo solucionaron con un amarre de bondage en el torso y le amarraron las muñecas por atrás de la espalda. Me dio gusto no ser la única sumisa en circunstancias parecidas. Yo tenía movimiento restringido de ma-

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nos pero al frente. Mi amo se negó a amarrarme por detrás porque no quería que me tropezara y cayera de bruces sin siquiera meter las manos. Por fortuna, no pasó. Llegamos al Ángel hasta las dos y media, casi tres horas después de habernos puesto en marcha. He recorrido ese tramo numeras ocasiones y nunca me había parecido tan largo y cansado. Al llegar ahí, sentí que me sumergía en un carnaval o algo parecido pues si bien, en todo el tramo anterior pasaba gente y tomaba fotos, aquí había un denso tapón humano que miraba a quienes pasábamos por ahí. Desde la espera, mi amo y yo empezamos a jugar, así como la sumi pelirroja y el suyo. Mi amo me daba golpecitos en los senos con el fuete. A veces, también lo hacía en la espalda, pero era más porque estaba probando un tema de tensión que nunca entendí. También había sacado la carretilla de corte y confección y la había probado en todo el grupo. Solo M tuvo serios problemas con la carretilla, decía que se sentía como si le caminaran insectos y la sensación le parecía molestísima. Mis amigos, debo advertir, son vainillas —aquellos que no son practicantes del BDSM—. Pero allá atrás, a nadie le importaba si jugábamos o no, aquí, en cambio, la sola imagen de la ama llevada por un sumiso causó conmoción. Si a eso le sumamos los azotes que le daban a la otra sumi y los fuetazos a mis senos, el ambiente se puso intenso. Ahí empezaron los gritos: —¡Dale duro! ¡Queremos ver sangre! ¡Dale, dale, dale!


Yo no me lo esperaba. Vaya no es como que vaya por la vida dejando que los demás vean cómo juego con mi amo, así que realmente no sabía qué esperar, pero lo que pasó me desconcertó demasiado. Era como si estuviéramos en el circo romano y la multitud clamara por mi cabeza. Los gritos era genuinos, reales. La saña retumbaba en esa muchedumbre: —¡Más duro! ¡Que le duela! ¡Que sangre! Por fortuna, mi amo no sucumbe ante la presión social y los ignoró. Escuché lamentos de decepción conforme avanzábamos. Traté de entender qué pasaba y la reacción de quienes veían la marcha. Para empezar, las cervezas entre mochilas corrían de un lado a otro y era obvio que buena parte de los ahí presentes ya estaban ebrios; para continuar supongo que es el efecto de las masas y de estar en un ambiente en el que socialmente se aceptan conductas que de otra forma son reprochables. Esa era la razón y no otra por la que mi amo podía azotarme en público y también

por la que algunos pedían sangre sin un gramo de piedad. Todo ese tramo fue caótico y confuso. Evité cerrar los ojos mientras sentía los fuetazos, para poder ver la reacción de la gente. Era un mar de emociones, desde las señoras cuarentonas visiblemente excitadas ante el espectáculo, hasta las que nos miraban con asco y desprecio. También había caras de sorpresa, de incredulidad y de reprobación. Nunca me había sentido tan juzgada como en ese momento. Claro, también estaba los otros, los que sonreían con complacencia, los que se entusiasmaban y los que pedían que a ellos también los azotaran, por favor. Cruzamos Insurgentes y los ánimos se templaron de nuevo. Había mucho menos gente viendo en los laterales, aunque daban la impresión de estar un poco más ebrios. Mi amo aprovechó el tiempo y el espacio para darle a mis amigos una clase rápida de uso de flogger. Como la sumisa dispuesta para el ejercicio, me tocó levantar el culo para recibir los azo-

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tes, pero mi querido M tenía tanto miedo de lastimarme que con trabajos me acercaba el instrumento. Unos metros después y tras la insistencia de mi amo, M dio sus primeros golpes aceptables con flogger. R no necesitó tanta asesoría, tomó la bandera BDSM que le habían dado a mi amo y empezó a darle pequeños golpes a C que resistía pacientemente. Fue lindo tener la compañía de mis solidarios amigos vainilla en esos momentos. [...] Metros más adelante, nos encontramos con una pareja de amo y sumiso. El amo pidió que dejaran que su sumiso jalara unos cuantos metros la carreta en la que iba la ama de nuestro contingente. Así lo hizo hasta que el amo le ordenó que se detuviera. El sumiso que se encargó de casi todo el trayecto recibió de nuevo el vehículo y siguió jalando. El tramo hasta el Caballito fue mucho más rápido que el anterior. Había menos gente y más espacio para moverse. Incluso el camión llegaba a presionarnos para avanzar más rápido. Yo no tenía problema, pero el grupo de la carreta sí. Después de todo, no es cosa fácil cargar a una persona o dos por varias horas, por kilómetros y sin nada más que la fuerza de los brazos. Entonces nos paró un anciano ebrio del tipo “loca” que al ver la escena de la ama montada y del sumiso jalando se desquició. Le empezó a gritar sumamente enojando y ofendido: —¡Bájate! ¡No seas huevona! ¡Camina! Al no encontrar ni la más mínima respuesta en ella o en su sumiso, se volvió hacia mi amo que estaba blandiendo el fuete unos pasos atrás y le dijo: —¡Pégale! ¡Bájate, reina! ¡Las suelas son para usarse! ¡Desgasta las suelas, mamacita! Mi amo también lo ignoró y el contingente avanzó dejando a la loca vieja y ebria nadando en un caldo de bilis.

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Ya pasaban de las cuatro y nosotros apenas estábamos dando la vuelta en el Caballito, dispuestos a la recta final. Ahí, la gente se empezaba a aglutinar y el tránsito se hacía pesado. M y R decidieron al fin usar las máscaras que les habíamos llevado y entonces un par de viejitos les pidieron fotografías. Tarde entendieron la importancia de la parafernalia si quieres un poco de reflector. Miré las pantallas gigantes que estaban antes del Hemiciclo a Juárez. En ese momento Fernanda Tapia mostró sus senos, captados por la cámara. Me parece que son unos buenos senos. Me acerqué al sumiso que cargaba a la ama desde hacía un buen rato. Le pregunté cómo le hacía para resistir: —Soy diablero de La Merced —respondió sonriendo.

Metros adelante nos encontramos con un viejito leather —con su emblemática indumentaria de cuero—. Le pedí una foto. Me dio gusto encontrar una mirada de empatía entre la muchedumbre. Fue un instante en el que la complicidad nos unió. Justo enfrente de Bellas Artes el lugar estaba intransitable. Un mundo de gente estaba ahí detenido y no había forma de avanzar. Eran casi las cinco y yo sólo había desayunado unas galletas de avena y un yogurt bebible. Soy masoquista, pero detesto tener hambre. Miré a mi amo y a mis amigos y les dije: —Ya estuvo. Hasta aquí. Vamos a comer. Como pudimos, salimos de entre ese mundo de gente, nos quitamos los implementos y nos fuimos a comer. Como siempre, el collar de restricción hizo de las suyas y hasta el día de hoy tengo las marcas que lo prueban.


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SEXUALIDAD

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En esta nuestra querida Revista Semillero hemos compartido diferentes alternativas en el ejercicio de nuestra sexualidad; son opciones que cada quien decidirá si quiere intentarlas o no, pero en todo caso nos ayudan a vislumbrar diferentes posibilidades y nos enseñan que el tema de la sexualidad es tan creativo y diverso que todas y todos podemos explorarlo. Hoy abordaremos el tema del masoquismo como práctica sexual placentera y la diferencia con la sumisión. La primera cuestión de la que tenemos que partir es que el masoquismo tiene que ser una práctica sexual ELEGIDA, no puede ser impuesta por nadie más, pues de lo contrario estamos hablando de violencia, con serias consecuencias en la persona. El masoquismo es una práctica que puede ser practicada por hombres y mujeres heterosexuales, homosexuales o bisexuales e incluso personas trans (travestis, transexuales y transgénero), es decir es una práctica que está al alcance de quien guste hacerla. El fundamento es muy básico: el dolor en cierto sentido puede generar mucho placer, por lo que las personas que practican el masoquismo tienen experiencias placenteras cuando reciben golpes, pellizcos, o cuando la relación sexual en sí misma tiene un componente agresivo en donde otra persona (la persona sádica) realiza estas acciones ante la persona masoquista.

Recordemos que en el universo amplio de la sexualidad hay una gama de opciones dentro de cada práctica o rol que elegimos, así que si bien existen grupos completamente estructurados para ejercer el masoquismo, en donde la gente se reúne, se viste de manera particular, lleva determinados juguetes sexuales e incluso toma talleres relacionados con la práctica masoquista, también en la práctica cotidiana podemos realizar actos masoquistas, por ejemplo la manera en la que la otra persona nos toca, las nalgadas, los jalones de cabello y todo aquello relacionado. Lo que quiero decir es que hay muchas formas de vivir el masoquismo con tu o tus parejas e incluso podrías identificar qué acciones tú has llevado acabo, si te resultaron placenteras o hasta qué punto. Uno de los aspectos más importantes del masoquismo es que esta práctica también tiene límites: la palabra NO es la determinante y si la otra persona te dice NO, de ninguna manera puedes tratar de convencerla y mucho menos imponerla. Por ello se recomienda realizar esta práctica con personas o entornos seguros y bajo acuerdos previos, de tal manera que sea placentera y no riesgosa y que en ningún momento haya algo que lamentar. Ahora bien, esta práctica es muy distinta a la sumisión, de entrada parecería algo similar pero no lo es, ®

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SEXUALIDAD

Por Jimena Del Castillo / jimenadelcastillo@hotmail.com


en el masoquismo la persona asume que quiere vivir esta experiencia y que la otra persona (sádica) ejercerá cierto poder en el acto sexual para que ambas personas sientan placer. En la sumisión no hay placer, es cuando la persona es sometida no sólo en el acto sexual sino en la vida en general, disminuyendo su integridad como persona. Es muy distinto ya que no es una práctica, es una vulneración a los derechos humanos, así tal cual. Entonces es muy importante no confundir: si tú eres una persona sumisa, que permites que te pisoteen, que pasen sobre ti, que te pones en último lugar, entonces con todo mi cariño tengo que decirte que es importante que pidas ayuda y trabajes sobre el tema para que esto no conlleve consecuencias importantes en tus relaciones interpersonales y el resto de las áreas de tu vida. Por otro lado, si a ti te interesa la práctica sexual del masoquismo, recuerda siempre que es tu derecho al placer, que siempre es bueno que sea con personas o entornos confiables y no olvides usar condón. “Porque a veces el dolor permite gozar y sobre todo identificar hasta donde sí y hasta dónde no. Somos libres para decidir siempre.”

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VIAJANDO Y DISFRUTANDO

“Bahías de Huatulco” Nueve maravillas Texto y fotos: Nancy BYB Rivera-Quiroz / nancybyb@hotmail.com

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Desde los paisajes que estábamos viviendo en la carretera sabíamos que los próximos días iban a ser emocionantes. Conducimos sobre la carretera conocida como La Ventosa, y pudimos observar el enorme Parque Eólico La Venta, el cual está compuesto por 104 aerogeneradores, los cuales producen energía eléctrica y abastecen a la zona del Istmo de Tehuantepec pero además de ello, es increíble poder observar los generadores a ambos lados de la carretera. Después de seguir encantados con los paisajes carreteros, llegamos a nuestro siguiente destino: Santa María Huatulco, mejor conocido como Huatulco.

La gran mayoría de los operadores te ofrecen la visita a las nueve bahías, pero hay quienes sólo te llevan a siete. El tour comienza en la Bahía de Santa Cruz, en donde podrás disfrutar de las hermosas playas de Hierbabuena y La Entrega. La siguiente es la Bahía Chahué y después visitas las Bahías del Órgano y Maguey y cerca de esta, podrás admirar y escuchar “La Bufadora” que es el golpe de la fuerza del mar sobre un gran risco. La siguiente es la Bahía Cacaluta. En la Bahía de San Agustín hicimos una escala, para practicar snorkel y admirar el gran banco de coral blanco para después deleitarnos con una espléndida comida. Pescado y mariscos fueron servidos a la orilla de la playa. El recorrido continuaba y las siguientes bahías fueron La India, Chachacual y Maguey, para regresar nuevamente a Santa Cruz.

Huatulco se encuentra en la parte final de la Sierra Madre del Sur, y su litoral abarca 35 kilómetros. Es un excelente lugar para descansar y practicar el ecoturismo.

Las nueve maravillas de Huatulco dejarán en ti el asombro de la belleza y la grandeza del mar.

Queríamos tomar un descanso, pero también maravillarnos con las hermosas Bahías de Huatulco. Así que dimos marcha al descubrimiento.

Huatulco es tan tranquilo que te invita a relajarte de verdad, y como lo que queríamos era relajarnos y descansar, nos dejamos consentir por el clima y la belleza de la Playa Tangolunda.

En el municipio de Santa Cruz están los embarcaderos, donde puedes elegir la opción del tour que más se acomode a tus necesidades.

VIAJANDO Y DISFRUTANDO

La emoción de vivir Chiapas seguía en nosotros. Pero sabíamos que lo que continuaba por vivir iba a ser también maravilloso, así que continuamos el camino y nos dio la bienvenida el hermoso estado de Oaxaca.

Aunque en auto desde la Ciudad de México es un poco lejos por la infraestructura carretera, es muy accesible llegar en avión. ®

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VIAJANDO Y DISFRUTANDO

Así que, si están pensando que necesitan unos días de descanso, no olviden la opción de Huatulco. Regresarán descansados, relajados y enamorados de ese hermoso lugar.

Nosotros a descansar y disfrutar del mar, porque aun teníamos muchos kilómetros más por delante y otra maravilla nos estaba esperando.

¡Entonces, nos vemos en nuestra siguiente parada!

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