Madurez escolar: ¿Cuándo un niño está preparado para pasar a la escuela primaria?

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Tema de Estudio Madurez escolar: ¿Cuándo un niño está preparado para pasar a la escuela primaria? Dr. Miguel Da Graca Belchior

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Madurez escolar: ¿Cuándo un niño está preparado para pasar a la escuela primaria? Dr. Miguel Da Graca Belchior Médicos escolares

A lo largo de la vida del ser humano, hay momentos de cambios, de crisis, de transformaciones. Uno de estos momentos es el paso de los niños del ámbito del jardín de infantes a la etapa de la escolaridad. Esta nueva etapa que se abre en su vida, expone al niño a vivencias fuertes que supone situaciones nuevas, en algunos casos, de miedo, de stress. Cada niño enfrenta esta situación de una manera diferente de acuerdo con su etapa de desarrollo, su situación familiar, su preparación, su madurez y su interés y alegría por la próxima etapa a vivir. Una de las cuestiones fundamentales en este proceso es cuáles son las implicancias en el niño una vez que haya ingresado en el primer grado. ¿Qué implica en el niño el ingreso al primer grado? Estas implicancias son de muy variados aspectos. En primer lugar, el cambio más evidente es el edificio escolar; otra conformación del aula en la que las mesas están dispuestas hacia el pizarrón; de ser los más grandes del jardín pasan a ser los más pequeños de la escuela. Por otro lado, hay un cambio muy profundo en el acercamiento a los contenidos de aprendizaje, que ya no es a través del juego, sino a través de situaciones de aprendizaje formal, en las que se apela a un pensamiento lógico concreto a partir del cual se edifica la enseñanza; comienza firmemente el aprendizaje de la lectoescritura, de las operaciones matemáticas y, finalmente, a rendir cuentas de aquello que le es enseñado a través del paso de una evaluación oral o escrita. Todo este gran cambio necesita del niño una determinada preparación, una determinada madurez, para que estas nuevas puertas y exigencias que se presentan en su vida, no le generen un costo físico ni anímico demasiado alto.


Es fundamental, entonces, tanto la preparación previa fisiológica como anímica del niño, porque de ellas dependerá que tenga las herramientas necesarias para salir airoso de este cambio. Si observamos atentamente a los niños entre los 6 y 7 años podemos ver que se producen enormes y significativos cambios, tanto físicos, neurológicos como psicológicos, es decir, de un cambio en su comportamiento, de realización de metas, etc. De esta manera vemos cómo en ellos se manifiesta una profunda metamorfosis. Entre los cambios físicos más notorios se encuentran: el estiramiento de los miembros superiores e inferiores, tanto que ahora puede tocar con la mano derecha su oreja izquierda rodeando la cabeza y la aparición del primer molar definitivo y el sucesivo cambio de dientes. Desde el punto de vista neurológico, las capacidades madurativas hacia el aprendizaje lógico concreto no se surgen de un día para el otro. En esta edad, se observa que el pasaje del aprendizaje concreto al abstracto depende del desarrollo del cerebro prefrontal, cuya maduración y fase sensible del aprendizaje son tardías, por lo cual en la mayoría de los niños comienza pasados los 5 años. Hay que tener en cuenta que este proceso también dura años. El desarrollo cerebral depende del diálogo continuo entre factores genéticos y epigenéticos y es decisiva la acción propia del individuo en la dirección de este diálogo. Diversas regiones de la corteza cerebral se desarrollan con celeridad diferente, presentándose fases sensibles tempranas y fases sensibles tardías, a las cuales pertenecen las cognitivas de aprendizaje abstracto. Recién cuando parecen estas fases sensibles tardías es el momento cuando se puede comenzar a desarrollar el aprendizaje abstracto. Las fases tempranas del desarrollo comprenden la adquisición de la capacidad visual, la capacidad auditiva y la del habla, las habilidades motrices, comportamientos sexuales específicos y determinadas competencias sociales. Estos ejemplos referidos a fases tempranas de la inculcación, sin embargo no deben ocultar a nuestra mirada, que el desarrollo cerebral se extiende hasta el final de la pubertad y que de hecho existen tardías fases evolutivas muy sensibles.


Las fases tardías se deben a la maduración lenta del así llamado cerebro prefrontal. Se trata de áreas de la corteza cerebral, que recién tardíamente en la evolución han accedido a su conformación y que se encuentran en los polos delanteros de los hemisferios cerebrales. Las complejas facultades cognitivas se basan en las funciones del cerebro prefrontal, que en el ser humano ha alcanzado su máxima diferenciación. A ella pertenecen las facultades de comprender la existencia propia en el tiempo, la postergación de actos, condicionándolos a reflexiones previas, desarrollar un concepto con respecto al propio yo e integrarse a estructuras de valores sociales establecidos, y las cognitivas de aprendizaje abstracto. Sally Goddard, codirectora del Institute for Neuro-Physiological Psychology de Inglaterra, escribió en su libro Reflejos, aprendizaje y comportamiento: “Todo aprendizaje sucede en el cerebro; el cuerpo humano actúa como un receptor de información y entonces se convierte en un vehículo a través del cual se expresa el conocimiento, de manera que el movimiento está en la raíz del aprendizaje. Aprendizaje, lenguaje y comportamiento, están unidos de alguna forma a la función del sistema motor y el control del movimiento. Antes de que nuestros niños empiecen a hablar, leemos su lenguaje a través de los gestos, cambios de la postura, ritmo en el movimiento, tono y volumen de la voz. El habla como habilidad depende del sistema motor, de la combinación de movimientos implicados en coordinar la laringe, la faringe, la lengua y los músculos frontales de la boca. Leer depende mayoritariamente de la capacidad óculo-motora, implicando movimientos precisos de los ojos, y el escribir implica la coordinación manual-ocular con el apoyo del sistema postural. La mayoría del aprendizaje académico, depende de habilidades básicas que pasan a ser automáticas a un nivel físico. Si el niño no desarrolla el control automático del equilibrio y de las habilidades motoras, muchos otros aspectos del aprendizaje pueden verse afectados negativamente, aunque el niño tenga la inteligencia media o incluso por encima de la media. El control del cuerpo es también el fundamento del autocontrol. La inmadurez del funcionamiento del sistema nervioso, a menudo va de la mano de indicios de inmadurez emocional, como poco control de impulsos, dificultad para leer el lenguaje corporal de los demás (pautas sociales) y relaciones con iguales poco satisfactorias."


Criterios para considerar el logro de pautas madurativas Criterios de observación 1. Cambios de figura Alargamiento de los miembros, achatamiento del tronco, desaparición de los hábitos, y características corporales infantiles como abdomen prominente, pelvis inclinada, aparición del arco del pie, etc. 2. Evaluación mano – oreja Posibilidad de llevar el brazo por arriba del vértice de la cabeza hacia la oreja, de modo tal que el dedo medio pase por el reborde de la oreja, sin que la cabeza se retire de la línea media. 3. Cambio de dientes Aparición del primer molar definitivo y del cambio de los incisivos 1 y 2. 4. Motricidad gruesa y fina Capacidad de saltar sobre una pierna, saltar lateralmente ida y vuelta, dar pasos hacia atrás caminando sobre una línea uniendo talón y punta, oposición serial pulgar, giro veloz de la mano. 5. Capacidades sensorio-cognitiva Imitación del golpe de un ritmo, repetición una secuencia de sílabas, complementación de figura, compensación de forma, aislamiento óptico, copia en el dibujo de un objeto como un pez o una cruz de malta. 6. Lateralidad Desarrollo de la lateralidad uniforme en ojo, pie, mano y oído. 7. Reflejos Desaparición de reflejos inmaduros: reflejos posturales, reflejos de enderezamiento, reacciones de equilibrio. Transición de reflejos primarios al control postural de equilibrio maduro.


Situación internacional Las edades de inicio de la escolarización a nivel mundial son muy variadas. Es muy interesante observar que Finlandia presenta un ingreso escolar a los 7 años y un rendimiento académico excelente, como se extrae del estudio PISA y con menor índice de ADD y síntomas asociados. Otro dato es que un tercio de los EEUU, que habían adelantado el ingreso escolar, volvieron a ponerlo más tardíamente debido a trastornos en la salud, déficit en comportamientos y déficit en el éxito académico, como veremos más adelante. En países como USA, Canadá, Israel, España, Alemania, etc. comenzaron a hacerse estudios en donde se relaciona el ingreso temprano con hiperactividad, trastornos en la concentración, etc. debido a que es cada vez más notorio que este adelantamiento en el ingreso a la escuela primaria trae como consecuencia en muchos niños, trastornos tanto académicos como en su salud, por lo cual se está alertando de poder cuestionarnos seriamente el ingreso escolar con la fecha de nacimiento como único criterio de ingreso escolar.

Escolarización temprana Una escolarización temprana significa que el niño ingresa a la escuela primaria antes o cumplidos los 6 años; y entonces, según nuestra investigación, esto representa que muchos niños no tienen las herramientas físicas ni emocionales para enfrentarse al cambio que significa el paso del jardín de infantes a la escuela primaria. Muchos todavía se encuentran en una fase de logro de pautas neurológicas, sociales, de movimiento que le impiden realizar el debido acomodamiento afectándole por ello en su salud.

¿Hay estudios que avalan la escolarización temprana? Hasta el presente no hay estudios que avalen con mucha firmeza, que la escolarización temprana produzca un hecho positivo en la educación, más bien


todo lo contrario. Cada vez más estudios informan del daño que produce en la salud de los niños este precoz ingreso escolar. Lo que sí se puede observar, y es en esto en que se apoyan los que afirman la escolarización temprana, es que hay niños que presentan una madurez precoz, hay niños que sobresalen por su alto coeficiente intelectual y que requieren de una educación distinta. De allí surgieron escuelas y métodos educativos en donde se buscó acelerar el aprendizaje. Con el correr del tiempo se observó que esto significaba en los niños daños tanto emocionales, sociales como físicos, como vamos a detallar más adelante.

Consecuencias de escolarización temprana James K. Uphoff (Universidad de Dayton, Estados Unidos) y June E. Gilmore (Middletown, EE. UU) realizaron un estudio con respecto al éxito académico de los niños ingresados prematuramente a la escuela en USA. Algunos resultados del trabajo realizado en Edad de inscripción escolar: ¿cuántos alumnos están capacitados para este evento?, señalan que… Los niños, que a causa de su evolución general aún no se encuentran preparados para las exigencias requeridas por la escuela, a menudo durante toda su vida sufren las consecuencias de ese perjuicio. Muchos padres y pedagogos, con buenas intenciones, envían niños jóvenes prematuramente a nuestros sistemas escolares. Cuando los niños ingresan a la escuela, antes de haber obtenido la madurez necesaria, aumenta la probabilidad de un fracaso, de un modo dramático. La mayor parte de las investigaciones, compara niños que en ocasión de su ingreso a la escolaridad eran menores a los 6 años y 3 meses vs niños mayores a 7 años y 3 meses. A menudo, a los primeros se les llama “niños de verano” por tener su cumpleaños entre junio y septiembre. En resumidas cuentas: • Los niños mayores en la mayoría de las veces tienen mejores notas al término medio que los niños menores. • En los exámenes referidos al rendimiento, los niños mayores tienen la tendencia de obtener resultados sobresalientes en los exámenes Standard de rendimiento.


• Los niños menores de edad tienen una mayor tendencia de repetir el grado. • Los niños de menor edad del grado son investigados con mayor frecuencia que los de mayor edad, con respecto a impedimentos de aprendizaje. • Las dificultades académicas de los niños menores, que no tenían la suficiente madurez al entrar a la escolaridad, a menudo persiguen a estos niños durante toda su vida escolar, y también en su edad adulta. Investigación a detalle - NEBRASKA Un estudio realizado con 278 alumnos en la escuela primaria de Hebron (Nebraska) (Uphoff, 1985) ha dado como resultado, que el 23% de los niños cumplía años entre el 1 de junio y el 13 de octubre, tiempo indicado para la entrada a la escolaridad en Nebraska. Otro 9% cumplía años en la misma época, pero su entrada había sido postergada un año. El grupo de niños de edad menor NV (niños de verano) aportó el 75% de los fracasos escolares de esa escuela, mientras que ninguno de los niños NVP (niños de verano con entrada postergada) tuvo que repetir el grado. Cuota de fracasos de niños NV vs NVP en la escuela primaria de Nebraska El estudio aportó asimismo el resultado que los NV en términos generales tenían un coeficiente intelectual más elevado (niñas 115; varones 107), que los NVP (niñas 101; varones 100); aun así, los NVP alcanzaron una nota más elevada en términos medios en el test de IOWA de conocimiento básico. Se podría decir que ‘los menos inteligentes’ pero de mayor edad, han podido implementar de mejor manera su capacidad, que los alumnos más inteligentes de menor edad. Una explicación para el caso podría ser, que las niñas NV durante las clases de matemáticas en el grupo grande han estado desconcentradas en una dimensión tres veces mayor que las niñas NVP. En el caso de los varones, la diferencia era menor, pero, siempre


considerable. Los de menor edad se hallaban desconcentrados, en medida dos veces mayor que los de más edad. Además, ha sido interesante, que los niños de la “edad media”, asimismo se hallaban en el término medio del comportamiento de la no concentración; siendo, que de esta manera se está indicando una relación inmediata entre la edad y la capacidad del alumno de prestar atención. - OHIO Un estudio a largo plazo en Wapakoneta, Ohio comparó niños NV, que habían entrado a la escuela en la última fecha legal posible, con otros niños, cuyos padres los habían retenido un año más (Gilmore, 1984). Todos los niños ya habían finalizado el 3er grado, algunos ya el 6to. Por lo tanto, se hallaban a disposición los antecedentes de 4 a 7 años. Los alumnos de edad mayor, más maduros, sin lugar a dudas tenían en término medio mejores calificaciones que los alumnos de menor edad. Gilmore también revisó las calificaciones individuales de los maestros, A menudo influenciadas por factores tales como la colaboración, la actitud, el compromiso; en otras palabras: la madurez del estudiante. En consecuencia, las calificaciones otorgadas por parte de los maestros eran mejores en el caso de los alumnos mayores, que al comienzo de la escolaridad habían tenido mayor madurez. El 60% de las alumnas NV y el 100% de las alumnas NVP recibieron notas sobresalientes. En el caso de los varones fue el 47% de los NV y el 81% de los NVP. Huff (1984) informa sobre un grupo de niños “en condiciones de riesgo” en una escuela de Beavercreek, Ohio antes del comienzo de jardín de infantes (1 año antes de la escolaridad) en ese estado. Sus rendimientos fueron registrados durante 3 años; 15 padres habían pedido la postergación de la entrada a la escuela y 21 padres no lo hicieron. En el segundo grado pudo observarse lo siguiente: las notas sumadas de los niños que habían entrado más tarde, eran media nota mayor en relación con aquellas de los niños que entraron temprano a la escuela (Test de IOWA). Además, 15 de los 21 niños que habían entrado temprano, habían repetido por lo menos un grado.


- HAWAI En un estudio realizado con los 154,000 alumnos de Hawai, Diamond (1983) pudo hallar que en los niños que habían iniciado la escolaridad prematuramente, presentaban más deficiencias de aprendizaje que aquellos que postergaron el inicio de la escolaridad. En un estudio que involucraba a 34 alumnos de un 5to año, todos ellos poseedores de excelentes conocimientos, se evaluaba el rendimiento de un trabajo, para el cual se otorgaba el tiempo de un trimestre de preparación. Los trabajos fueron evaluados cuidadosamente, según un plan, dedicándose en término medio, 65 minutos a cada una de las tareas realizadas por los alumnos. El 71% de los alumnos mayores, obtuvieron la nota “muy bien”, mientras que únicamente el 14% de los más jóvenes obtuvieron esa nota. Todos los alumnos eran muy dotados, pero para algunos de los más jóvenes, les faltó la disciplina y la madurez para poder implementar plenamente sus conocimientos (Uphoff, 1984). El daño también es evidente en otras áreas Desde 1957 se han agrandado los problemas de los niños que ingresan prematuramente a la escuela, por el hecho de que la llamada crisis de Sputnik ha conducido a que a una edad cada vez menor, existan mayores exigencias de materias a estudiar. Aquello que antes se enseñaba en el primer grado, hoy en muchos lugares, se está enseñando en el jardín de infantes. El problema de la escolaridad prematura empero, no se ha generado desde aquel entonces; ya existía, documentado con anterioridad. Según un estudio realizado con 500 alumnos (del jardín de infantes hasta el 6to año) en Montclair, New Jersey; Forester (1955) informa: Los alumnos que estaban muy dotados, pero que eran muy jóvenes al iniciar su escolaridad, no han podido aprovechar sus posibilidades plenamente. Han tenido la tendencia del subdesarrollo físico y poca habilidad emocional. Lloraban con frecuencia. Raras veces mostraban cualidades de conducción. A partir del ciclo medio (1ro) el 50% de estos niños solo pudo lograr la nota “satisfactorio”. Por otro lado, los muy dotados que habían entrado más tarde a la escuela, durante toda su escolaridad han sido excelentes alumnos. A menudo, la entrada prematura causa dificultades durante


toda la escolaridad y cobra una influencia negativa incluso hasta la vida adulta. - MICHIGAN Mawhinney (1964) informa que las escuelas en Grosse Point, Michigan, han suprimido un programa de escolaridad temprana para los niños altamente dotados. Al cabo de un estudio realizado durante 14 años, los resultados fueron los siguientes: o Casi un tercio de los niños que entraron a la escuela a edad temprana tuvieron problemas de adaptación. o Solamente 1 de cada 20 de estos niños ha merecido la calificación de excelente con respecto a las cualidades de conducción. o Casi 3 de cada 4 no ostentaban cualidad de conducción alguna. o Alrededor de ¼ de los niños tempranamente ingresados en la escolaridad, se encontraban debajo de los valores promedio, o tuvieron que repetir de grado. - CALIFORNIA Margaret Gott (1963) ha realizado una investigación con 171 niños en California, que fueron admitidos en la escuela a los 4 años y 9 meses (grupo A), y 171 niños que al ser admitidos tenían aproximadamente 1 año más (grupo B). Todos se evaluaron mediante una escala de 10 puntos, según su desarrollo social y emocional. Un porcentaje 4 veces mayor de niños A –con respecto a los niños B- se ubicaron en el punto más bajo. Además, a partir de comprobantes e informes por parte de los maestros, a los niños del grupo B se les han reconocido mayores cualidades de conducción que a los niños del grupo A. Al investigar los pros y los contras de la educación preescolar, Soderman (1984) constata que los niños de 4 y 5 años tienen una necesidad auténtica de juego, y que la calidad y cantidad de tiempo de juego tiene efectos posteriores sobre su facultad de pensar, su capacidad de tomar decisiones y la fuerza de poder confrontarse con dificultades en la vida.


La academia americana de pediatría ha expresado su preocupación con respecto al dramático aumento de síntomas causados por el stress en los niños pequeños. Campbell (1984), Director del Departamento de Desarrollo Infantil en el Departamento de Educación en el Estado de New York, advierte que los programas exigentes en el jardín de infantes, causan un stress excesivo para los niños y posiblemente tengan consecuencias negativas. Phi Delta Kappa, en su Aplicación práctica de la investigación científica, llega a la conclusión: “Los planes de estudio y las ideologías que actualmente dominan las mentes de los adultos con respecto a aquello que un niño debería aprender en cada momento de su vida, (introducir la lectura con tan sólo 3 años de edad por ejemplo) conducen a experiencias inadecuadas y carenciadas para los niños”. Como somos conscientes de todas estas evoluciones y también del gran aumento de los casos de suicidios por parte de los jóvenes en USA en los últimos 20 años (que coinciden con la época en la cual el plan de estudios ha ido enfocándose en el jardín de infantes) hemos decidido realizar un estudio en Montgomery County, Ohio (Uphoff y Gilmore, 1984). Hemos investigado todos los suicidios de los jóvenes (de 25 años de edad o menores), que acontecieron entre 1981 y 1984. Los niños NV conforman alrededor del 35% de todos los niños de Ohio. Los suicidios de varones, en un 45% eran niños NV, y si les agregamos los niños nacidos en octubre y noviembre (menores aún) llegamos a 55%. En el caso de los suicidios de jóvenes mujeres, alcanza el dramático 83% de niñas NV. Si estas cifras se confirman a través de un estudio más prolongado y mayor, su mensaje para los padres y los maestros es realmente contundente. Ames e Ilg (1979), quizás lo expresan con mayor claridad: “La fecha de nacimiento no determina nada acerca de la capacidad del niño para el ingreso a la escolaridad. Nosotros sostenemos que debe ser la madurez, y no la edad del niño, el factor decisivo para su ingreso a la escuela, y posteriormente su paso a las clases


formales” (Aquí con “ingreso a la escuela”, se refiere al jardín de infantes). Alternativas posibles para contrarrestar este problema No hay duda alguna de que existe un problema. Afortunadamente hay varias posibilidades para poder afrontar el dilema de los “niños inmaduros”. 1º. Se puede cambiar la edad límite para el ingreso a primaria. Una tercera parte de los estados de USA ya lo ha hecho. 2º. Swartz y Black (1981) desde algunos años están trabajando en el proyecto de que la edad límite se recorra. Su estudio con respecto a niños con dificultades de aprendizaje en West Central Illinois muestra una distribución normal de nacimientos en estos niños, excepto en un 71%. Deducen de ello, que recorrer la edad límite de inscripciones puede ser considerado como muy positivo tomando en cuenta serios principios científicos y pedagógicos. 3º. Las escuelas podrían constatar la madurez mediante evaluaciones muy bien elaboradas y fijar la fecha para el ingreso a la escuela para determinados niños. Esto requeriría tiempo, personal y herramientas, pero muy probablemente aportaría beneficios. 4º. Los padres podrían postergar durante un año la inscripción a primaria en los hijos “demasiado jóvenes”. El correcto fomento del juego y las buenas experiencias vividas en el hogar, a menudo son muy beneficiosas y evitan la frustración, el stress y el fracaso. El estudio a largo plazo del programa Ypsilanti, muestra claramente que los programas preescolares con orientación al juego, más tarde constituyen una gran diferencia, con respecto a la experiencia del aprendizaje (Hansen, 1984). 5º. Las escuelas podrían hacer “ascender” nuevamente el plan de estudios, como se hacía con anterioridad. Hay padres en Racine, Wisconsin, que están luchando fuertemente para que las escuelas en su región, en los grados inferiores, exijan menos académicamente a los alumnos. Las experiencias en muchos países europeos han mostrado claramente, que todos los alumnos aprenden con mayor rapidez y facilidad, cuando se comienza más


tarde con las clases de lectura y de matemática, cuando todos los alumnos son mayores y están mejor preparados para ese evento. (Para aquellos que ya están preparados para el aprendizaje de la lectura, naturalmente se les debe permitir, pero sin presión). 6º. Otra posibilidad, elegida por muchas escuelas, consiste en ofrecer a los alumnos inmaduros en su evolución, una estadía especial: • Algunos niños simplemente repiten 1 año en el jardín de infantes. • También la repetición de un grado en primaria puede resultar positivo para muchos niños. Pero cuando se remarca el fracaso del niño, esta medida deja de ser positiva. Cuando los padres asumen plenamente la responsabilidad, la probabilidad de una posibilidad ventajosa de la evolución es mucho mayor. Los padres por ejemplo, pueden explicarle al niño: “Nos hemos equivocado, te mandamos prematuramente a la escuela y ahora queremos darte la posibilidad de que el aprender te resulte más fácil y sientas alegría al realizarlo”. Muchos investigadores creen que, cuanto antes tenga lugar esa repetición del grado al ser necesaria, tanto más provechosa será para el niño. Demasiado temprano para demasiados niños La situación actual obviamente tiene expectativas incorporadas y premisas que para muchos niños son excesivas y prematuras. El artículo aparecido en Newsweek en 1983, “La educación del Super Baby” remarca que el aprendizaje precoz es atacado por psicólogos, no solamente porque no funciona, sino porque altera el desarrollo de las facultades. El artículo cita a Craig Ramay de la Universidad de Carolina del Norte: “La presión de tener que rendir en el terreno académico, se lleva a cabo en detrimento de otras cualidades; por ejemplo, el desarrollo de las facultades sociales. Y lo que es peor aún, el aprendizaje prematuro puede producir el efecto opuesto a lo deseado. Una receta segura para crear problemas, es el aprendizaje bajo presión. Los científicos no saben con certeza cómo la información llega al cerebro, pero es evidente que las experiencias que están acompañadas con sentimientos desagradables, no son


almacenadas. Si en una clase se utilizan “tarjetas de memoria” y éstas causan temor en el niño, puede que nunca adquiera el contenido de aprendizaje y las lecciones futuras serán menos exitosas.” Ilg y Ames del Gesell Institute han resumido el problema del niño “inmaduro” hace ya 30 años, de la siguiente manera: Con frecuencia reiterada atacamos la actitud del niño al decir: “Si él quisiera, lo podría hacer mejor”. Más atinado sería que dijéramos: “Lo haría mejor si pudiera”.

Otros estudios en relación con el ingreso escolar Recientes estudios realizados en diferentes partes del mundo (Alemania, España, Canadá y USA) observan una relación entre el ingreso prematuro al ciclo primario con el síndrome de déficit de atención y un aumento de 2 a 4 probabilidades de ser medicados con metilfenidato. Aquí un resumen de estos estudios: Edad relativa de los niños en clase y tratamiento farmacológico del trastorno por déficit de atención hiperactividad (TDAH). Estudio poblacional en un departamento de salud realizado en España por Julián Librero, Roberto Izquierdo-María, María García-Gil, Salvador Peiró. Resultados: Se incluyeron 20,237 niños en octubre de 2013, de los que el 1.73% recibían tratamiento para el TDAH: niños 2.70%; niñas 0.71%. La prevalencia de tratados se incrementó con la edad en varones y en los más jóvenes del curso. En el análisis multivariable, la prevalencia de tratamiento en los niños más jóvenes fue de 2.5 a 3 veces superior a la de los mayores. Conclusiones: Los niños con menor edad relativa a la de sus compañeros de clase tienen una mayor probabilidad de ser tratados farmacológicamente con metilfenidato y/o atomoxetina.


Conclusiones e implicancia para la práctica clínica Los niños con menor edad relativa que sus compañeros de clase tienen una mayor probabilidad de ser tratados farmacológicamente con metilfenidato y/o atomoxetina. Este efecto podría ser más evidente en los niños que en las niñas, un aspecto de gran interés, cuya confirmación requerirá estudios con mayor poder estadístico. El argumento causal más extendido para explicar este efecto, es que los niños más inmaduros que el promedio de su clase, afrontan exigencias escolares demasiado altas en los primeros años de escolarización que podrían contribuir al desarrollo de comportamientos próximos a los del TDAH y/o que los profesores, por compararlos con sus colegas de clase mayores, interpretan los comportamientos de estos niños más inmaduros como típicos de TDAH. La implicación asistencial más relevante de esta situación (al margen de que probablemente deberían explorarse estrategias más flexibles de incorporación a la escolarización obligatoria y el papel de la escolarización infantil previa a la obligatoria) es que los clínicos deberían ser muy prudentes con el etiquetado y tratamiento de los niños de 6-9 años que han iniciado prematuramente la primaria, para evitar el sobrediagnóstico de TDAH y la sobreutilización de fármacos con potenciales efectos adversos importantes.

¿Están enviando a sus hijos demasiado temprano a la escuela? ¿Quieren que los alumnos tengan más éxito en la escuela? Un nuevo estudio de la Universidad de Stanford, llevado a cabo en Dinamarca, sugiere que se puede esperar un año para enrolar a los alumnos en la escuela. El estudio no prueba necesariamente que el comienzo de la escolaridad un año después mejore los resultados académicos. El foco está puesto en la salud de los niños. Los investigadores usaron el estudio llevado a cabo por el Danish National Birth Cohort (DNBC), una investigación que incluye datos de niños daneses entre 7 y 11 años. El estudio es enorme, incluye a 54,241 padres que respondieron el estudio con niños de 7 años y 35,902 que respondieron cuando los niños estaban cerca de los 11 años.


En Dinamarca, los niños normalmente entran a la primaria en el año escolar en que cumplen seis. Los investigadores usaron los datos del ministerio de educación y censos, para observar a los niños que habían nacido justo antes y justo después de la línea divisoria, para estudiar los efectos de la edad, tomando en consideración que una diferencia de seis u ocho meses a los seis años es muy significativo. De acuerdo a Thomas Dee, uno de los coautores del informe: Hemos encontrado que retardando un año el paso del jardín de infantes a la primaria, reduce la falta de atención y la hiperactividad en un 73%, en niños promedio de once años, y virtualmente elimina la probabilidad de que un niño promedio, en esa edad, tenga un comportamiento anormal en cuanto a falta de atención o hiperactividad. Hiperactividad y falta de atención son rastros del ADD (Déficit de atención y desorden de hiperactividad), un síndrome que debilita el autocontrol del niño y puede tener una relación con los logros de aprendizaje, de acuerdo a un estudio hecho anteriormente. De acuerdo al estudio de Stanford University, los niños tienen mejores notas en los grados superiores, si tienen menos problemas de atención o hiperactividad. En países como Alemania o Finlandia, la entrada a la escuela es relativamente “tarde” y no parecen sufrir por el tiempo “perdido”. Finlandia por ejemplo, tiene altos resultados en los exámenes internacionales con los alumnos de 15 años. Sin embargo, hay limitaciones a este estudio. Por ejemplo, los niños en Dinamarca tienen acceso universal a jardines de infantes de buena calidad, algo que a muchos países, incluido USA, les falta. Si las familias no tienen acceso a esto, es mejor que los niños empiecen el jardín de infantes tempranamente. El estudio plantea una pregunta interesante: ¿Una entrada tardía a la escuela les permite a los niños más tiempo para desarrollar juegos libres? De acuerdo al estudio de desarrollo psicológico, el permitir a los niños un período mayor de juego libre, como sucede en el jardín de infantes, puede llevar a una mayor salud mental.


Alemania En el proyecto de investigación realizado en Stuttgart, Alemania, del instituto IPSUM: Edad de escolarización y desarrollo de la salud, presentaron un informe al finalizar el mismo. Parte de las conclusiones a las cuales llegaron fueron: La evaluación de los datos consultados a los padres, evidencia riesgos para la salud (dependientes de la edad) sobre todo, si se sospecha de síntomas de ADHS y también en la aparición de ADHS en niños. Mediante esta evaluación, por vez primera puede ser mostrado en un estudio prospectivo, que el riesgo del desarrollo de síntomas asociados al ADHS, es mayor para los niños ingresados tempranamente a la escolaridad. Los resultados de investigación hasta ahora obtenidos por parte de Elder (USA), Morrow (Canadá), así como Wupperman (2015, Alemania), Hohen y Benis (2016, Israel), en retrospectivos estudios a partir de datos de tratamiento realizado por obras sociales, indican que los niños más jóvenes del grado de la escuela, reciben con mayor frecuencia un tratamiento medicamentoso vs sus compañeros de clase mayores, a causa de síntomas asociados al ADHS. La presencia de palidez en niños jóvenes, es un síntoma vegetativo frecuentemente observado por los maestros, cuando los niños se hallan sobre exigidos por las tareas escolares impuestas. Se trata de la expresión de una deficiencia regulatoria de los procesos rítmicos cardíacocirculatorios y ha sido investigado por vez primera sistemáticamente en este estudio. Resultados sobre la edad límite de inscripción Los niños menores evidenciaron un significativo aumento de riesgo en síntomas de ADHS, en la observación de palidez (regulación circulatoria) y una disminución de la calidad de vida. Los niños muy jóvenes mostraron un significativo aumento de riesgo con respecto a síntomas asociados a ADHS, así como sospecha de la enfermedad ADHS.


Conclusión Salud y educación constituyen un binomio indisoluble, existe entre ambos una interdependencia mutua. El aprendizaje escolar está ligado a la adquisición de salud tanto física, emocional como social. Cada medida pedagógica tiene una implicancia en la salud de los niños. Por lo tanto debemos observar no solo el éxito de sus aprendizajes, sino también como éstos influyen en su desarrollo integral. La conquista de los aprendizajes en la escuela depende tanto del nivel intelectual como del desarrollo emocional y social, es por ello que la capacidad de un niño para enfrentar positivamente las actividades escolares no sólo depende de su nivel intelectual sino de la madurez en todas las áreas: física, emocional, social e intelectual. Imponer una edad a partir de la cual todos los niños deben ser escolarizados sin poder tener la posibilidad de evaluar en forma individualizada la madurez escolar, podría generar dificultades en el aprendizaje de nuestros niños y trastornos en su salud que se pueden evitar al no exponerlos a situaciones para las que no han logrado las necesarias condiciones madurativas. La sola espera de 12 meses, en los niños no maduros todavía, tiene una implicancia fundamental; todo su futuro se ve involucrado. Como está puesto en evidencia en el informe de la Universidad de Stanford, la estancia de los niños en los jardines de infantes hasta que se cumplen los criterios de madurez escolar, con el fundamental apoyo de lo que se logra con el juego libre y el trabajo sobre el desarrollo neuromotor, genera en los niños un desarrollo mental más sano y la base fisiológica y anímica necesaria en la que se apoya todo el aprendizaje posterior. Es en el ámbito del Nivel Preescolar que se pueden trabajar los precursores del aprendizaje formal. La falta de madurez emocional influye principalmente en la motivación para el aprendizaje escolar, afectando el interés para poder sostener y continuar las tareas. El resultado es un aprovechamiento deficiente o la irregularidad en el desarrollo de las tareas de la escuela y se manifiesta en la distractibilidad; posteriormente en inquietud, hiperactividad, con trastornos de ansiedad y todo lo descrito anteriormente.


Por consiguiente, no debemos imponer la lógica didáctica de la homogeneidad de ritmos, estrategias y experiencias educativas para todos y cada uno de los niños. Si el acceso a la escuela está presidido por la diversidad, reflejando un desarrollo cognitivo, afectivo y social evidentemente desigual, el tratamiento uniforme no puede suponer más que la consagración de la desigualdad.


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