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3.3 Indisciplina
3.3Indisciplina
Uno de los principales problemas tanto para el aprendizaje como para la buena convivencia dentro de un salón de clases es la indisciplina. Se consideran actos de indisciplina todas las acciones, palabras, actitudes, gestos y reacciones que contrarían las normas disciplinarias vigentes en un centro de enseñanza, o que representan atentados contra la moral, la autoridad, el orden, el espíritu y las tradiciones de la institución (Alvez Mattos, 2007).
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Cuando un alumno propicia estos actos pone en riesgo su moral, la del colegio y los propósitos educativos. La mayoría de las veces son consecuencia de conductas aprendidas desde casa, o bien, falta de identidad del alumno que los ocasiona. Un educando puede carecer de disciplina cuando se encuentra bajo cierta forma de libertinaje; tomemos en cuenta que la libertad de uno acaba cuando comienza la del otro, en estos casos, puede que el educador sofoca la libertad del educando o hay caso en que el educando abusa de su libertad, ocasionando una violación a la libertad del educador.
Por otro lado, también se puede llegar a pensar que uno de los factores para la indisciplina son las normas institucionales, que pueden llegar a no ser aptas para la madurez psicológica del estudiante, pues éstas, por la poca experiencia del alumno, no le permiten prever y calcular las consecuencias de sus acciones y su autocontrol no le proporciona los límites necesarios para distinguir entre lo que hace bien y lo que no.
En estos casos, el profesor debe servir como guía y como medio para crear espacios de comunicación, resolver dudas e inquietudes de su grupo de trabajo; además de ser el vínculo para un espacio de comunicación abierto y seguro, donde se desarrollen las ideas y los acuerdos mutuos, para establecer nuevamente las normas y poder adaptar su entorno para una sana convivencia.
Así mismo, no se debe dejar de lado que el crear estos espacios de confianza, también sirven para un óptimo aprendizaje y enseñanza. El docente tiene que inspirar y cautivar el estudiante a instruirse; si no existe la intención de aprender,
cualquier cosa que haga el maestro no será suficiente y difícilmente se dará el aprendizaje.
La importancia de detectar la indisciplina desde una etapa temprana, puede prevenir situaciones de peligro –tanto físico como moral-, faltas de respeto por parte de estudiantes y profesores, desorganización grupal y lo más importante, la falta de aprendizaje –entre otros-. No se le pide al docente ser amigo del alumno, ni dejar de lado su autoridad, más bien ser reflexivo, autoritario y flexible, teniendo en cuenta que está a la cabeza de un grupo que dependen de él. Se prefiere cultivar buenas relaciones, inspirar y crear lazos para facilitar la relación de respeto que se debe tener. Es muy difícil enseñar cuando no hay buena relación maestro-alumno.
Soluciones para prevenir la indisciplina:
o Empatía tanto por parte del estudiante como del profesor, sin llegar a caer en la familiaridad ni la condescendencia. o Autoridad por parte del profesor. Las normas se deberán ser un mutuo acuerdo y deberán ser respetadas en todo momento. o Tener en cuenta la individualidad de cada alumno y el orden del grupo. o No manifestar desprecio de ningún modo, es mejor ser prudente y mostrar respeto en todo momento, manejar la situación con calma y serenidad. o No hacer promesas ni amenazas que no se van a cumplir, pues esto puede provocar confusiones y desdibujar límites. o Crear un espacio de respeto, diversidad, comunicación, libre para expresar ideas y llegar a acuerdos mutuos, pues esto favorece el aprendizaje. o Jamás reprender físicamente a ningún alumno.