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Graciela D. Ortuño L

ELA Graciela D. Ortuño L.

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Graciela Dayan Ortuño Lazarte nació en Santa Cruz-Bolivia, en 1989, actualmente reside en Cochabamba. Es socia fundadora de la Sociedad Boliviana de Escritores ESCRIBO, miembro de Pen-Bolivia y promotora de la lectura para jóvenes. Fue ganadora de la olimpiada juvenil de cuento organizada por el colegio Urcupiña, nombrada “Ciudadana Meritoria” por el Consejo Municipal de Colcapirhua por su labor como escritora; y recibió un “Certificado de Reconocimiento” por su aporte a la cultura literaria del departamento, otorgado por el Gobierno de Cochabamba. Publicó: Síndrome de princesa (2016), El fantasma de tu recuerdo (2017), Corazón de príncipe (2018) y Mi camino hacia ti (2020).

ELA

A pesar de que mi mente sabía que en ese instante obtendría lo que quería o moriría en el intento, aún era incapaz de alzar la vista… Mis ojos estaban clavados en el recuerdo de sus ojos y mis piernas se rehusaban a subir el primer escalón. Flor de la Kantuta es la pequeña ciudad en la que vivo y el aire de misticismo que suele rodearla se está desvaneciendo poco a poco. Ahora todos temen vivir aquí, pienso que no es para tanto, en todas partes la gente muere. Una de las cosas que más amo de la vida es la libertad de ser quien soy. Sin importarme nada. Mi nombre es Ela, bueno, en realidad Rafaela, pero solo Ela está bien. Tengo diecinueve años y sigo cursando la universidad, a pesar de que no le hallo ningún sentido. Últimamente he pensado en que el fin de la humanidad está más cerca de lo que pensamos, así que todo lo que actualmente hacemos, no tiene sentido. Estudiar, trabajar, casarse, tener hijos. Todo eso ¿para qué? Si todo ya se está yendo al demonio. En fin, debo seguir actuando de acuerdo a lo que “debemos hacer y ser”. En este momento, me encuentro frente a la cartelera del cine y es en este preciso instante en el que me doy cuenta de que no soy libre. Y entiendo que, en realidad, quizá la libertad no existe. Cinco son las películas que se exhiben en cartelera… ¿Quién selecciona estás películas? ¿Quién decide lo que es bueno o malo para ver? Ahora que lo pienso detenidamente, no hay nada que realmente decida por mí misma. Ni siquiera elijo la carrera que voy a estudiar pues la universidad ha seleccionado previamente una oferta académica para mí. Estoy atrapada… atrapada en medio de algo que no sé lo que es, solo sé que es un sistema poderoso y sutil. Necesito saber, necesito respuestas. Por eso, me encuentro sentada en la biblioteca y hay algo que leí y me inquieta. Se trata de los portales interdimensionales, aquellas puertas de enlace que conectan un área del multiverso con otra. Dicen que los maestros de las áreas místicas tienen la capacidad de abrir estos portales mediante el uso de Anillos de Honda.

Pienso que, tal vez, debería intentar subir la escalera de la Torre de la Victoria. Realmente creo que existe un portal ahí y quizá ese sea el camino que debo seguir para hallarle un sentido a la vida. Encontrar otro tipo de vida, encontrar un lugar en el que no todo se haya ido a la M… Hay algo que yo sé acerca de la torre, los libros no lo dicen, es algo que mi abuela me contó. La mayoría de los habitantes de Flor de la Kantuta, transmite ese mito de generación en generación. Todos sabemos que en el primer escalón de la torre habita una criatura a la que llamamos A Bau A Qu. Nadie, hasta ahora, ha podido ver su forma completa, pues solo en el último escalón el A Bau A Qu adquiere su verdadera forma. El último escalón tiene que ser el ingreso al portal. Solo puedes ver la forma de la criatura cuando ella te traslada a su dimensión, es muy probable que en nuestra dimensión no tenga una forma física y que por eso nadie puede verla. Algunos rumorean que de la criatura solo resplandece una luz azul. Otros dicen que, para tomar su verdadera forma, el A Bau A Qu necesita que la persona que suba el primer escalón sea alguien de corazón puro. Sea como sea, el A Bau A Qu se encuentra fuertemente resguardado en la torre Victoria. A causa de que siempre intentaban subir las escaleras y solo provocaban dolor y sufrimiento a la criatura. O, por lo menos, eso era lo que todos pensábamos al ver como la torre se estremecía. Algo que no todos saben es que al final de las escaleras, tanto tú como la criatura se sienten plenamente realizados. Mi abuela me dijo que el A Bau A Qu logra que tu mente y tu corazón reciban las respuestas y la paz que necesitan. Eso tiene que significar que el A Bau A Qu, te lleva a un lugar diferente. Un portal hacia un mundo en el que no existe el dolor, un mundo libre de las carencias de la humanidad. Si logro subir la torre Victoria, podré deshacerme del sistema que me impide ser libre. Podré desplegar las alas que me cortaron al nacer, las alas que se encogen cada vez que me dicen “cómo ser” y “cómo hacer las cosas”. Las alas que desaparecen cada vez que alguien tiene la certeza de “lo que es bueno” y “lo que es malo”. Sin embargo, hay algo que no estoy tomando en cuenta. El A Bau A Qu, con el tiempo, fue perturbando. Dicen que ese leve gemido de

sufrimiento que antes brotaba de él, se ha convertido en un ruido letal que atraviesa tu mente y tu corazón. Nadie ha salido con vida. Aparentemente la criatura se ha cansado de que frente a ella ya no aparezcan seres nobles. La decadencia de la humanidad, la ha llevado a eso. A convertirse en una asesina. Mi novio me ha visto observar la torre Victoria con especial atención y más de una vez me ha explicado que la criatura ya no es lo que solía ser y que es muy probable que ni siquiera alguien de buen corazón logre subir las escaleras. Pero el deseo de libertad que tengo, es superior a sus cálidas palabras de consuelo. Incluso la muerte se ha convertido en una forma de libertad, para mí. Rafaela es el nombre que me pusieron mis padres, pero ya sabes que solo Ela, está bien. Si algo llega a pasarme, recuérdame como Ela. Mañana son las elecciones presidenciales en Flor de la Kantuta. Todos estamos dispuestos a “elegir” a alguien que nos gobierne y “nos lleve por el buen camino”. O eso es lo que queremos creer. Fede, mi novio, cree que debemos votar a primera hora e irnos a pasear por ahí. Estoy de acuerdo con él. El amor, sin duda, es lo mejor que hay en la vida. Me enamoré de Fede principalmente por la persona en la que me convierto al lado de él, alguien segura de sí misma y completamente feliz. Cuando estás enamorada nada parece imposible, ni siquiera subir la torre Victoria, claro que Fede está totalmente en contra de esa idea.  Fede ya está en mi puerta, las elecciones están en marcha. La fila de mi mesa es especialmente larga, así que nuevamente converso con Fede acerca de la locura de creer que estamos eligiendo a un presidente cuando ni siquiera elegimos las materias que se imparten en el colegio. Al escuchar mis palabras, una señora de sombrero llamativo se ofuscó notablemente y me dijo que debería dejar de amargarme la vida pensando en cosas en las que ni debería pensar. ¿Eso significaba que alguien debía pensar por mí?

Después de cumplir con nuestro “deber ciudadano”, le pedí a mi novio que vayamos nuevamente a las afueras de la torre Victoria. Él solo me miró con ojitos brillantes y me dijo que deje mi obsesión atrás. Pero, como todo buen novio, al final accedió a mi capricho. Fede susurró un te amo a mi oído, pero mis ojos se concentraron en la pared de la torre donde se dibujaba la sombra de un extravagante sombrero. Escuché un fuerte ruido, como un disparo o un láser, no puedo estar segura. Entonces, Fede se desvaneció a mi lado. Rápidamente me arrodillé junto a él y miré en los alrededores, no logré ver a nadie. Escuché la voz de una señora que dijo: “Hay cosas en las que no deben pensarse”. Y eso fue todo. Traté de que Fede se reincorporara, pero no lo logré. Su cuerpo estaba inerte, no tenía ningún rastro de herida, pero ya no había luz en él. Y parte de mi luz se fue con él. Fede estaba muerto. ¿Cómo era eso posible? ¿Quién le había matado? No pude ver nada. Comprendí que pensar era peligroso y que incluso podía ser letal. Entendí que ponía en riesgo a los seres que amaba, entendí que debía olvidarme de pensar. Fede siempre me había pedido dejar atrás mi obsesión y jamás lo escuché, ahora, en medio de este profundo dolor sé que debo dejarla, pues la libertad de pensamiento se convirtió en sinónimo de muerte.  Pasaron los años, conocí nuevos amores. A decir verdad, pronto me casaría. Mi futuro esposo me dijo que nos casaríamos por lo civil y por lo religioso. Aquello me alteró un poco. Pues, de nuevo, caí en la cuenta de que quienes habitamos la tierra, ni siquiera decidimos la forma en la que nos casamos, ya hay un camino. Debe ser por lo civil o por lo religioso. Mi mente recordó el pasado y la torre Victoria. Algo resucitó en mí. Y de nuevo pensé que habían cosas por las que estaba dispuesta a luchar y una de ellas era mi libertad. A pesar de que mi mente sabía que en ese instante obtendría lo que quería o moriría en el intento, aún era incapaz de alzar la vista… Mis

ojos estaban clavados en el recuerdo de sus ojos y mis piernas se rehusaban a subir el primer escalón. Luego de repasar en mi mente todo lo que había leído en los libros y todo lo que la abuela dijo sobre la torre Victoria, me sentí lista para ir al encuentro con el A Bau A Qu. Añoraba que todo fuera verdad. Con un poco de destreza, un par de parlantes y piedras que me ayudaron a confundir los sonidos de mis pasos, logré burlar la guardia de la torre.

Mi mente me forzaba a recordar que solo me esperaba la muerte, pero mi corazón me decía que debía perseguir lo que amaba. Que debía arriesgarme. Puse lentamente mi pie en el primer escalón y sentí que algo se envolvía en mi tobillo, poco a poco, seguí ascendiendo y la criatura parecía que desprendía brazos que se aferraban a distintas partes de mi cuerpo. Mi piel rozó su piel… Era algo muy parecido a la piel de durazno, aquellos bracitos hacían que mi corazón latiera violentamente, exigiendo que me defendiera, pero no lo hice, solo seguí adelante. Fingiendo que nada estaba pasando. Y cuando me faltaba el último escalón, mi corazón se llenó de una paz indescriptible. Y al fin, junto al A Bau A Qu atravesé el portal y nos envolvió una radiante luz azul de libertad.  No sé exactamente dónde estoy o qué soy ahora, solo sé que estar aquí es mil veces mejor que estar en la Tierra. Y deseo que un día tú también puedas abrazar al A Bau A Qu y sentirte infinitamente enaltecido.

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