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América Leniz Llanos

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Ana Triveño G

Ana Triveño G

EL LADO OSCURO América Leniz Llanos

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AMÉRICA LENIZ LLANOS Nació el 23 de agosto de 1988 en Potosí, reside en Cochabamba. De profesión Contadora pública, ejerció su carrera en varias empresas privadas, en el área contable. Simultáneamente, se preparó con estudios de literatura con el objetivo de lanzar sus primeros escritos, fue entonces donde nació la obra Cielo Inmortal Drama-Romance, publicada en el año 2015. En abril de 2017, publicó el libro Mimesten, novela de ciencia ficción. También escribió varios artículos para las revistas Review Bolivia, Hey mujer, participó en algunas antologías. Escribió cuentos infantiles como: Lobita, Cho, Negrito, El duende de los deseos que están pendientes de publicación. La escritora no termina de trabajar duro para hacer realidad las publicaciones de sus próximos libros.

EL LADO OSCURO

En aquellos campos ásperos y oscuros, el ambiente profundo y la toxicidad del aire se tornaban asfixiantes. Toni, a quien sus amigos llamaban Grillo, agotado con el trabajo y el constante sonido explosivo, decidió salir a la superficie a echar un vistazo o al final sólo a tumbarse en el suelo para aspirar nuevo aire. Eran aproximadamente las tres de la madrugada y el aire se sentía fresco. Observó con tranquilidad la intensa oscuridad que le acompañaba, se preparó para darse una siesta y para ello se aproximó al acantilado donde solía botar la coca masticada, también se trajo una botellita de agua para enjuagarse. La luz de su linterna era tan potente que gracias a ella podía distinguir con claridad el camino y cualquier cosa. Entonces cuando ya había empezado a botar la coquita de la boca, algo extraño le llamó la atención. A una distancia de dos metros del acantilado obstaculizado por unas enormes piedras observó un cuerpo. De inmediato corrió hacia la bocamina para revisar su mochila y sacar un arnés que llevaba consigo por si acaso, rápidamente se lo puso y amarró la cuerda a la parte más dura de la bocamina. —¡Holaaa! ¡¿Hay alguien ahí con vida?! —gritó al vacío. A la vez el eco le respondía. Cuando llegó hacia el cuerpo, trató de moverlo y hablarle, creyendo que era una persona con vida. Le dio la vuelta y descubrió que el hombre que había encontrado, no estaba vivo, había sangre en la piedra y no tenía los dientes delanteros, absolutamente no respiraba y tenía el cráneo derecho hundido. Grillo sintió el miedo corriendo por su cuerpo, simultáneamente la desesperación se apoderó de él, sus manos empezaron a temblar, con todo y eso, logró sacar su celular para llamar a su padre y a otros familiares para que lo ayudaran. Como él se encontraba a una hora de caminata a casa, sabía que la paciencia era su única aliada. Tomó el cuerpo como pudo y con ayuda del arnés y su fuerza logró subir el cuerpo sin perder equilibrio.

En cuanto estuvo en un lugar menos peligroso, se dispuso a encender una hoguera mientras esperaba, además que necesitaba olvidar el miedo de quedarse a oscuras con un muerto cerca de él. Volvió a sacar su bolsita de coca y empezó a acullicar, sacó también un pequeño pomito de alcohol puro y se echó dos sorbos intensos. Enseguida se llenó de valor para no caer en la locura mientras esperaba. Observó repentinamente el cielo, cientos de miles de estrellas lo acompañaban. De alguna manera no estaba mal apreciar aquello y distraer la mente aunque sea por algunos minutos. Fue entonces que al estar tan ensimismado en aquello, observó con afán unas extrañas luces intermitentes, se movían de manera extraña entre bajada y subida. Un poco más brillantes y luego apagadas, cada vez más cerca y también lejos. Grillo abrió los ojos lo más que pudo, creyendo que los efectos del alcohol ya lo habían dominado, sin embargo continuaba viendo aquello. Hasta que de pronto, nuevas luces más fuertes le alumbraron el rostro, eran las linternas de los cascos de su padre y dos peones acompañándolo. Grillo volvió en sí y se paró de inmediato. En minutos apareció una camioneta a la que cargaron el cuerpo. Todos subieron a la camioneta y se fueron hacia el hospital, dejaron el cuerpo y se marcharon. Al día siguiente aparecieron familiares del difunto quienes supusieron que el minero había bebido tanto hasta perder el control y caer por el acantilado. Lo velaron y enterraron. Nadie más volvió a hablar del tema, las cosas de la mina eran así, estaban acostumbrados a enterrar mineros. Grillo todavía se encontraba con sensaciones extrañas y traumatizantes con la imagen que se llevó aquella madrugada. Por lo mismo que decidió dejar de ir unos días a trabajar. Se quedó en casa, simplemente descansando y tratando de olvidar lo ocurrido, aunque por otro lado le intrigaba la otra visión que había tenido de aquellas extrañas luces. Salió por un momento a comer algo y a jugar con Negro, el perro que él y su padre habían adoptado y encontrado por casualidad.

Días más tarde, Grillo se vio motivado para trabajar, además que el aburrimiento empezaba a consumirle y la idea de no generar ingresos ya empezaba a aturdirle. Muy temprano por la mañana, preparó su comida y fue metiendo todo lo necesario a su mochila. Unos minutos antes de que saliera el sol, fue a lavarse la cara en el grifo que tenían en el patio. Justo cuando se secaba la cara con una polera vieja, observó nuevamente unas luces intermitentes. En esta ocasión la luz se hizo grande, subió de golpe y bajó con más fuerza aún, cayendo así con un sonido explosivo en dirección a su mina “La Morena”. Grillo sin más, agarró su mochila y se encaminó rumbo a la mina, mientras caminaba más curiosidad sentía de ver lo que había caído, o era quizá algún juego de su imaginación le hacía bromas de ese tipo, pensó. Mas la certeza de que lo que había visto era real y le hacía confiar en que algo extraordinario le esperaba allá. Caminó muy pensativo mientras la extensión de tierra y paisaje árido lo acompañaban, observó a las llamas de ojos brillantes que lo saludaban moviendo la cabeza hacia atrás. Grillo amaba las llamas porque siempre mostraban cierto cariño con él cuando pasaba por aquel extenso altiplano. Finalmente llegó a “La Morena”. Divisó cerca de ahí, o más bien justamente donde había encontrado el cuerpo la vez pasada, un objeto extraño. Volvió a bajar con el arnés y entonces vio que aquello se trataba de una pequeña nave o por lo menos eso creía él. De inmediato tomó su celular, fotografió aquello y a la vez hizo una búsqueda rápida en Google sobre imágenes de naves alienígenas. Para su suerte encontró algunas semejantes de forma esférica y de un material semejante al acero. No tuvo valor de tocarla o revisarla, sin embargo pensó en investigar sobre aquello poco a poco y, como no había mucha gente que pasara por ahí, se lo tomó con calma. Al instante se preparó para subir y empezar a trabajar, ya que había recordado que le quedaban pocos días para tomarse unas vacaciones e ir de visita a su familia. Se acomodó por unos minutos en la boca mina, sacó su bolsita de coca y empezó a acullicar como era su rutina y manera de llenarse de energías para poder trabajar con más fuerza, también sacó su pomito de

alcohol y bebió algunos sorbos. Luego se encaminó poco a poco hacia lo más profundo y obscuro de la mina, mirando sobre todo al frente mientras la luz le mostraba el camino. Se acomodó el combo en la mano y continúo picando la beta que había empezado hacía semanas. Después de una hora de trabajar, agotado sudando por el trabajo, escuchó pasos, pasos como arrastrando los pies, se volteó y no vio nada. —¡¿Quién anda ahí?! —gritó, mas nadie respondió. Volvió a picar y concentrarse en su trabajo, cuando alguien gritó: —¡Toooniii, veeenn! A Grillo le heló el cuerpo y trató de no prestar atención. Siguió picando. Se volteó de repente y observó a una mujer hermosa pasando a metros de él. Era una mujer morena oscura, de una belleza insuperable, cabello rizado y largo con algunas rastas, tenía los ojos azules brillantes y una figura de diosa. Llevaba un atuendo diferente, una especie de enterizo pegado al cuerpo de color ceniza brillante. Su rostro y sus labios eran bastante perfectos. Grillo se quedó petrificado, primero por el miedo y segundo por presenciar tanta belleza. Ella pasó, por ahí y desapareció. Grillo la buscó a la vez que sintió confusión, creyendo que todo lo había soñado. Cuando llegó a casa, completamente agotado, se recostó en su colchón que estaba en el suelo, se puso a pensar en lo que había vivido, después se encaminó a cenar con su padre. Al día siguiente volvió a trabajar con más ganas todavía. Y dentro de la mina escuchó nuevamente pasos y risas, al minuto siguiente golpes en las paredes de aquella veta, se volteó y vio otra vez a la mujer paseándose, mirándole con deseo. Y al rato siguiente las paredes de la mina volvieron a sonar, Grillo guiándose por el sonido se acercó a verificar de qué lugar exactamente provenía aquel sonido, sin embargo no logró dar con el lugar.

Los días siguientes continuó escuchando ruidos y percibió sucesos extraños. Mas Grillo ya lo tomaba como normal, se iba acostumbrado a aquello y era de esperarse que en las minas estas cosas sucedieran, ya que en sus anteriores experiencias también al principio sentía miedo y se

extrañaba de lo que pasaba, sin embargo, en esta ocasión lo sucedido era más intenso, en realidad extra normal según él lo describía. Uno de esos días fue a verificar el artefacto encontrado cerca de su bocamina, continuaba ahí, mas él dudaba acercarse debido al último incidente con el peón que había fallecido justo ahí. Por la tarde luego de sentarse a comer lo que había traído, se dispuso a dar un paseo. Por los alrededores, sin embargo nuevos golpes empezaron a perturbarlo, golpes que provenían de su mina, de inmediato se puso su casco e ingresó, siguió corriendo el sonido de los golpes, y en una de esas un sonido semejante a una explosión de dinamita lo asustó, sin embargo no había rastros ni nada destruido, escuchó golpes nuevamente y siguió buscando. La bella morena pasó cerca de él y Grillo volteó rápidamente, sus miradas se encontraron de nuevo y ella le sonrió. Esta vez diciendo: —Toni, aquí está lo que buscas. Ella señaló un cúmulo de piedras y durezas. Grillo casi hipnotizado, se acercó y puso su clavo y combo ahí. Empezó a picotear con fuerza, entonces, fue que algo brillante y parecido al color verde citrino apareció. Era plata. Siguió picando las rocas y encontró más minerales, entre ellos magnesio, titanio y aluminio. Él se encontraba muy emocionado con aquel hallazgo. Entre tanto, había olvidado la presencia de la bella morena, estaba sacando buena cantidad de mineral y con la falta que le hacía ganar un dinerito para su posterior viaje, no paró de trabajar más animado. Ya por la noche decidió tomarse un descanso dentro de la mina, de a poco se quedó dormido. Dos horas más tarde, poco antes de despertar en una nebulosa de sueños y realidad, percibió a la bella morena diciéndole: —Espero que pronto nos volvamos a ver, Toni. Su voz esta vez sonaba suave y sensual, a la vez que se acercó tanto hasta sellar aquél instante con un beso cálido y delicado. Grillo abrió los ojos y vio que esta vez se encontraba solo, sólo la luz de su casco alumbrando al vacío. De inmediato decidió marcharse a casa y llevar el mineral en bruto en su mochila, sin embargo fue una sorpresa encontrar el mineral en un

saquito lleno, mas al revisar el saquito, observó que ya no era un mineral bruto, sino refinado puro, a la vez que se dio cuenta que sólo era plata. El aluminio, magnesio y titanio habían desaparecido. Salió afuera pensativo, cargando su saquito, se aproximó al lugar donde había visto la pequeña nave y observó que ya no se encontraba ahí. Levantó la vista al cielo, entonces nuevas luces recorrieron el cielo hasta desaparecer. Días después, Grillo investigó el uso de aquellos metales desaparecidos, entonces gracias a un amigo ingeniero químico obtuvo información al respecto. Esos minerales se usaban para la construcción de naves espaciales, claro que aquel proceso era después de una aleación entre los mismos. Grillo pensó de inmediato que la bella morena se había marchado y posiblemente volvería algún día, debido a que Bolivia contaba con la mayor cantidad de riqueza mineral. Aunque aún no estaba seguro del objetivo de las visitas alienígenas. El saquito de mineral que Grillo había obtenido gracias a la bella morena logró ser vendido a un ingenio por una buena suma de dinero, suficiente para viajar y aprovechar en el encuentro con su familia.

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