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Tips de manejo de enfermedades en trigo y cebada
¿Cómo monitorear? ¿Cuándo actuar? ¿Qué aplicar?... son algunas de las preguntas que nos hacemos cada campaña. A continuación un repaso de los tips a no olvidar.

M. Pastore

A. Rocha
Taller: Tips de manejo de enfermedades en trigo y cebada
Disertantes: M. Pastore A. Rocha
El último Congreso de Aapresid contó con un espacio dedicado al manejo de las principales enfermedades de trigo y cebada. Los asesores Matías Pastore y Agustín Rocha repasaron las variables a tener en cuenta para lograr un buen control sin fracasar en el intento. Enfocándose en trigo y puntualmente royas, Matías Pastore indicó que entre las primeras variables a identificar se encuentra el perfil sanitario del material seleccionado, lo que nos ayudará a diseñar de antemano la mejor estrategia de control. Si pensamos que el desarrollo de cualquier enfermedad depende de la interacción entre la planta, el patógeno y el ambiente, el seguimiento e intervención sobre este último puede facilitarnos la tarea de control. En este sentido, es importante tener en cuenta la presencia de “puentes verdes”, es decir cultivos o especies que, también susceptibles, funcionan como fuente de inoculo y de transmisión de la enfermedad. En el caso de roya amarilla, los llamados cultivos de servicio que comparten el mismo momento del año con el trigo, como triticale, centeno y candeal (y posiblemente Lolium, que continua en evaluación) pueden significar un foco de riesgo.
Otra herramienta a tener a mano es el ya ultra conocido umbral de daño económico (UDE). Ensayos realizados en Pergamino ubicaron el UDE entre 4.7 y 5.3% de severidad para roya amarilla (variando según el material), 5.7% para roya de la hoja y 3.1% para roya del tallo (considerando un costo de aplicación de 35 USD/ha, un 85% de eficiencia de control y un valor de cultivo de 220 USD/tn). Aquí Pastore advierte sobre la importancia de ajustar los valores de severidad – muy bajos en este caso - a valores incidencia a fin de descartar subjetividades en la medida. Otra variable fundamental a determinar es el momento de aplicación. Para ello debe tenerse en cuenta, por un lado el periodo crítico del cultivo, en el cual se definen los componentes del rendimiento, y por el otro la curva de progreso de la enfermedad. Así por ejemplo las manchas presentan una curva de avance más lineal (asociado a la expansión de los síntomas), mientras que en las royas el avance es exponencial (asociado a nuevas infecciones). Estas variables nos ayudaran a definir la ventana óptima de aplicación, que es aquella que garantice la mejor eficiencia de control y el mínimo impacto sobre el rendimiento (Figura 1). Si consideramos que, normalmente, el trigo se lleva dos aplicaciones en todo el ciclo, resulta fundamental saber cuándo hacer la primera aplicación. Teniendo en cuenta el tratamiento de semilla utilizado y el perfil sanitario de la variedad, actuar en el momento justo puede ayudarnos a proteger una hoja más. En cuanto al orden de aplicación de los principios activos (triazoles, estrobirulinas y carboxamidas), ensayos en Pergamino demostraron que en un escenario de roya de amarilla y de la hoja los mejores resultados se obtuvieron aplicando las moléculas de mayor residualidad (mezclas con carboxamidas) en aparición de hoja bandera (Figura 1.a). Esta estrategia no sólo fue la de mejor eficiencia de control sino también la de mejor rendimiento, ya que cuando se invirtió el orden de aplicación (carboxamidas primero y traizoles y estrobirulinas después) se obtuvo la misma eficiencia de control pero se registró un impacto negativo sobre el rendimiento (con diferencias de hasta 400 y 500 kg en favor del primer tratamiento). La Figura 1.b muestra la mejor estrategia de control de manchas en cebada. Complementarias a las variables mencionadas, no puede olvidarse la importancia de los buenos diagnósticos, la profesionalización del seguimiento de cultivos, el respeto de las dosis de marbete y calidad de aplicación como herramientas determinantes para un mejor manejo de enfermedades. En línea con lo anterior, Agustín Rocha presentó algunas claves monitoreo y manejo para los cultivos de invierno. Así, habló sobre la importancia de basarse en fuentes de información confiables como las fuentes oficiales, alertas zonales INTA o APSE, red de contactos y redes sociales para conocer la evolución y estado de avance de los patógenos, así como en imágenes satelitales y fenología (y herramientas como cronotrigo) para monitorear en tiempo real el estado de cultivo. De la misma forma, el seguimiento de los pronósticos, pluviómetro, etc. permitirán conocer la evolución de las condiciones ambientales e identificar situaciones de riesgo. En cuanto a la frecuencia de monitoreo, Rocha recomendó realizar 16 visitas bien distribuidas a lo largo del ciclo del cultivo, concentrando algunas en los meses de septiembre y octubre, cuando se define el rendimiento. En este sentido, remarcó que el promedio nacional se encuentra muy por debajo de este número, en 6.8 visitas, lo que demuestra que queda mucho por mejorar. También es el caso de la intensidad de monitoreo, que en promedio se ubica en 1.6 muestras/ monitoreo, cuando la intensidad recomendada es de 3.2 muestras/monitoreo para mancha amarilla. Para una buena distribución del monitoreo es importante captar la variabilidad entre ambientes y geo-posicionar los datos que tomamos, de manera de poder seguir la dinámica de los manchones, sobre todo en enfermedades como mancha amarilla. Finalmente, es clave hacer una buena estimación de daño, y para ello es importante diferenciar dónde se encuentra la enfermedad, puesto que la pérdida de área fotosintética no será la misma si el daño se concentra en las hojas inferiores que si lo hace en las superiores.

Figura 1. Estrategias de manejo: momento y orden de aplicación de principios activos para 1.a) roya amarilla y de la hoja; y 1.b) manchas.

Estrategias de Manejo “Manchas”