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Cultivos invernales y estratégicos para un sistema sustentable

Una jornada a campo que abordó aspectos como nutrición, manejo integrado de enfermedades y de malezas, y nuevas tecnologías.

Con gran convocatoria, se realizó el 3 de octubre una jornada a campo organizada por la Regional Aapresid Bragado-Chivilcoy. Martín Marzetti, Agustín Rocha, Julián Muguerza e Ignacio Alzueta brindaron destacadas conferencias con el fin de que los productores presentes se lleven herramientas para alcanzar competitividad en los sistemas agrícolas. El cierre estuvo a cargo de Alzueta junto a Bernardo Romano.

Nutrición en cultivos invernales

“Respecto a la fertilización con N, no hay diferencias en lo que atañe al rinde, ya sea que apliquemos todo a la siembra o 70% a la siembra y 30% en macollaje. Sin embargo, sí se ven diferencias en calidad de grano”, argumentó el Ing. Agr. Ignacio Alzueta. Es que desde la floración a madurez fisiológica, la proteína en grano tiende a disminuir. “Hay casos muy particulares en los que puede aumentar. Por ejemplo, cuando ocurre un estrés durante el llenado, el grano queda más chico y el porcentaje de proteína suele incrementarse”, explicó el GTD de la Chacra Bragado-Chivilcoy. El nivel de N de las espigas tiene relación directa con el nivel de proteína que tendrán luego los granos. El N lo obtienen fundamentalmente de la re movilización de la planta durante el llenado y de lo que puedan absorber durante ese periodo desde el suelo. Por este motivo, aplicar fertilizante foliar en floración aumenta los niveles de proteína en grano.

Romano y Alzueta explicaron los beneficios de los cultivos de servicio en el sistema de producción.

Protección en trigo

El Ing. Agr. Agustín Rocha (Aapresid-Mycai-CIMA) se explayó sobre la importancia del manejo integrado y monitoreo de las enfermedades en relación al trigo. “Cuando tenemos que tomar una decisión a la hora de aplicar un fungicida para controlar enfermedades en trigo, se debe tener en cuenta el patógeno, el cultivo y el ambiente”, afirmó. A estas tres patas fundamentales, se debe sumar una cuarta que es el productor. El perfil de cada uno, suele incidir en las decisiones económicas ya que no todos están dispuestos a gastar, además de cuestiones logísticas, que también influyen a la hora de tomar decisiones de aplicación. Entre las ventajas de realizar un monitoreo, el especialista resaltó la posibilidad de tener conocimiento sobre el patógeno, ya sea su presencia e incluso en qué cantidad está presente. El estado del cultivo también se puede evaluar mediante el monitoreo, sumando conocimiento de la variedad, de la historia del lote y a través de mapas satelitales. Rocha aconsejó no muestrear por calendario sino tener en cuenta la dinámica de las enfermedades para no llegar tarde. “El monitoreo se define por la frecuencia del mismo, hay que ser eficientes en este aspecto. Lo ideal es tomar la mayor información en la menor cantidad de recorridas del lote posibles y hacerlas en el momento en el que se define el rendimiento del cultivo. Cuando explota la enfermedad, la variabilidad de la misma de un día al otro es muy grande, por lo tanto, en ese momento el monitoreo debe ser mucho más frecuente”, aseguró. Respecto al ambiente, se puede estimar consultando pronósticos climáticos y mapas satelitales. “Es importante tener datos, aprovechar las redes sociales y poder intercambiar con otros productores a la hora de tomar decisiones de aplicación”, recomendó. Para concluir, el ingeniero agrónomo subrayó que también es importante diferenciar estratos en el canopeo. Según advirtió, no es lo mismo que la enfermedad esté presente en el estrato inferior o arriba en la hoja bandera, teniendo en cuenta que esta última es la fuente más importante que tiene la planta a la hora de producir asimilados que serán los que determinarán el rinde.

Julián Muguerza mostró distintos usos de tecnologías en el agro.

Ensayos sobre el control de malezas que ejercieron distintos cultivos de servicio.

Manejo integrado de malezas: barbechos químicos largos y cortos para soja y maíz

Martín Marzetti, ingeniero agrónomo y gerente del programa REM de Aapresid, advirtió sobre la aparición de nuevos biotipos resistentes y ya hay 34 a nivel nacional. Según mencionó, en los últimos cuatro años, el promedio de aparición es de 8 malezas resistentes por año. “La percepción de los productores Aapresid es que esta situación se agravará, por lo que es necesario cambiar el manejo hacia uno más integrado”, explicó y planteó que dentro de las alternativas invernales para el manejo de malezas hay 3 opciones: un cultivo invernal, un cultivo de servicio o un barbecho químico. “Las 3 son válidas y es bueno rotarlas en el tiempo para que el manejo sea lo más diverso posible”, aconsejó. Respecto a los barbechos, es importante conocer las malezas más importantes de cada lote así como sus flujos de emergencia, información que será clave para elegir los momentos de aplicación y herbicidas residuales más eficaces. En el campo, se vieron diferentes opciones de barbechos cortos para soja y maíz con diferentes sitios de acción: Metribuzin, Diclosulam, Diflufenican, Atrazina y Picloram, los primeros 3 para soja y los últimos 3 para maíz. Respecto a los cultivos de servicios, Marzetti dijo que permiten disminuir el número de aplicaciones de herbicidas y usar dosis menores, lo que redunda en una menor presión de selección de resistencia. Al mismo tiempo, el impacto ambiental es sensiblemente menor, lo que pudo medirse en ensayos de la Chacra local realizados el año pasado. A campo, pudo verse el control de malezas que ejercía un centeno de cobertura, sembrado solo y consociado con vicia villosa, que no había recibido ninguna aplicación de herbicidas desde la soja precedente.

Nuevas tecnologías

“El uso de tecnología en el agro tiene que ver con procesos relacionados a la toma de decisiones y ejecución, y a los insumos que pueden ser tanto fertilizantes, semillas y/o productos fitosanitarios”, explicó el Ing. Agr. Julián Muguerza (GLIMAX). En esta oportunidad, habló sobre las nuevas tecnologías que sirven de herramientas de soporte al productor. A través de las diferentes tecnologías con las que hoy cuenta el productor, el mismo puede transformar los datos que posee en información y de esta manera, tener mayor conocimiento del lote. Es decir, los datos puestos en un determinado contexto pasan a ser información y esta se transforma en conocimiento, pero lo fundamental y más importante es que luego pueda ser aplicada. El caso de los mapeos de suelo, estos brindan datos que luego se transforman en información. Esto le permite al productor tomar varias decisiones, como racionalizar la cantidad de insumos aplicados y, en consecuencia, ser más eficiente económicamente y más sustentable desde lo ambiental. “Cuanto más chica es la escala de toma de decisiones en un lote, más exactos y eficientes seremos en los controles”, destacó. “Respecto a las pulverizaciones selectivas, existe un sistema llamado Weed-it, que detecta la maleza a través de la clorofila de la misma; a partir de esta información, el sistema le indica a la válvula que se abra y la maleza es pulverizada en forma localizada. Esta tecnología es muy recomendable para usarla en lotes con baja presión de malezas, donde las mismas se encuentran dispersas, permitiendo ahorrar hasta un 90% del herbicida”, contó.

La jornada cerró con la presentación de Bernardo Romano e Ignacio Alzueta quienes definieron a los cultivos de servicios como herramientas para un sistema agrícola sustentable. “Se pensaba que la rotación clásica trigo–maíz–soja era suficiente para tener un sistema de producción sustentable. Sin em- bargo, hoy se busca intensificar aún más la producción cubriendo el bache invernal con cultivos de servicio”, explicaron. Con esta rotación sólo se ocupa el lote en un 50% del tiempo y no es bueno dejarlo descansar tanto. En cambio, al incorporar CS el tiempo de ocupación aumenta, como también lo hace la productividad total. “La incorporación de CS al sistema también produce aumentos en los niveles de aporte de C al suelo. La captación de agua pasó de 55% a 75% en una zona donde llueve unos 1000 mm anuales. El margen bruto también se ve incrementado con la intensificación del sistema”, comentaron. Romano, productor y socio de Aapresid, contó su experiencia de utilizar CS en ensayos con 1, 2 o 3 especies, mezclando gramíneas, leguminosas y brasicáceas. Las primeras son eficientes en el control de malezas por su rápido crecimiento inicial y aportan C al sistema; las segundas aportan N además de generar buena cobertura; mientras que las brasicáceas son muy buenas para romper capas densas en los primeros estratos de suelo. Asimismo, contó que probó con una mezcla de 9 especies como antecesor de maíz temprano y tardío, disminuyendo la proporción de gramíneas para el tardío, para mejorar el desarrollo de la leguminosa.

La densidad y especies utilizadas fueron las siguientes:

• Gramíneas: trigo, centeno y cebada, 8 kg/ ha de cada una en temprano y 4 kg/ha en tardío.

• Leguminosas: vicia villosa, trébol amarillo y trébol persa, 5 kg/ha de cada especie.

• Brasicáceas: rabanito forrajero, nabo forrajero y colza, 2 kg/ha de cada uno. “Al sembrar vicia con trigo y avena, es importante disminuir la densidad de las gramíneas ya que estas la ahogan muy fácilmente. En el caso de las leguminosas, hay que considerar que el momento en el que empiezan a consumir más agua es en el inicio de floración.

Por lo tanto, es importante secarlas antes de que lleguen a este estado fenológico. La interrupción la suelen hacer en forma química o con rolo faca”, dijo Romano. Otra consecuencia de los CS fue la formación de terrones de suelo más chicos, lo que evidencia un progreso notable en la estructura y propiedades físicas del mismo. La presencia de raíces favorece la formación de agregados. A su vez, mencionaron que el costo de implantación es importante por lo que sugirieron la siembra al voleo como una opción para poder adelantarse y que la misma sea más rápida. Para finalizar, señalaron puntos positivos y negativos de aplicar cultivos de servicio. Si bien la demanda de tiempo, inversión y logística pueden complicar su uso, las ventajas son mayores: aporte de C y N, competencia con malezas, rendimiento total, mejora en la captura de agua y nutrientes, disminución de impacto ambiental, aumento en el resultado económico.

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