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LOS INDICADORES DE UNA NUTRICIÓN BALANCEADA
Dosis, fuente, momento y forma, los cuatro fundamentos que determinan una nutrición efectiva y eficiente.
Los cuatro fundamentos de la nutrición efectiva y eficiente que afectan la producción en un sitio y cultivos específicos son: la determinación de la dosis correcta de nutrientes, la utilización de las fuentes indicadas para entregar esa dosis y la aplicación al suelo de esas fuentes en el momento y en la forma adecuada. De estos cuatro fundamentos (dosis, fuente, momento y forma), la determinación de la dosis recibió mayor atención por parte de la investigación a través de los estudios de calibración y correlación de los análisis de suelos. Estos determinan la probabilidad de respuesta en rendimiento a la dosis determinada para un cultivo particular. De esta forma, se generan tablas con valores críticos de acuerdo a la concentración de nutrientes reportada por el análisis. El balance de nutrientes se calcula como la diferencia entre las entradas por aplicaciones de fertilizantes al sistema y las salidas por extracción en grano (y/o rastrojo o forraje); y calculadas en base a las Tablas de IPNI Cono Sur disponibles en el Protocolo de Certificación, Agricultura Sustentable Certificada del Programa Aapresid Certificaciones. El nivel de nutrientes en el suelo se cuantifica a través de determinaciones de laboratorio sobre las muestras de suelo extraídas (las recomendaciones de muestreo también se especifican en dicho protocolo). La determinación de la dosis correcta se basa, entonces, en un buen análisis de suelos con la ayuda de otras herramientas de diagnóstico como el análisis foliar, la observación de campo y la historia de respuestas del cultivo en sitio. En cuanto a las fuentes para entregar la dosis requerida, existen en el mercado numerosas opciones de fertilizantes con concentraciones o grados variables de nutrientes. Sin embargo, el valor numérico del grado únicamente indica la concentración del nutriente dentro del producto y un grado mayor no garantiza una mejor nutrición. Aquí los criterios fundamentales son calidad, solubilidad y número de elementos esenciales que proporciona la fuente en cada gránulo de fertilizante. El momento de aplicación busca sincronizar la aplicación de la dosis con las etapas fenológicas de mayor uso de nutrientes del cultivo. Esto se logra por medio del fraccionamiento de la dosis total en períodos de mayor demanda y es particularmente importante con los nutrientes móviles como el nitrógeno. Frecuentemente, al elaborar un progra- ma nutricional se tiende a darle prioridad a los macronutrientes (N, P, K, Ca, S). Esto se debe a que históricamente han sido los de mayor impacto en la productividad de los cultivos al ser los elementos de mayor extracción y que se cuantifican en kg/ha de materia producida. No obstante, las plantas, además de los macronutrientes, requieren otros elementos para realizar sus múltiples procesos metabólicos, los cuales, debido a la proporción en que son utilizados, se denominan microelementos o elementos menores. La concentración de los mismos suele expresarse en unidades como mg/ kg de materia o partes por millón. Pese a su baja concentración o uso en las plantas, su deficiencia impacta en la rentabilidad de un cultivo, ya sea por su producción en kg/ha totales o en algún aspecto
de calidad, que no es menos importante.
Otro aspecto a considerar en el balance nutricional, es el equilibrio iónico que tiene que ver con la proporción de cationes y aniones que se integran en una mezcla, considerando que la mayoría de las fuentes de fertilizantes disponibles son sales. Esta relación es muy importante, ya que cuando estos compuestos se disuelven en la solución del suelo, sus iones se disocian y comienzan una serie de interacciones en la rizósfera, es decir, entre los coloides del suelo y las raíces. Estas interacciones generan situaciones de sinergismo o de antagonismos que afectan su disponibilidad y absorción por parte de las plantas. En este sentido y al momento de elaborar un programa de nutrición, es de gran importancia considerar: Los requerimientos específicos de nutrientes
para cada cultivo. Las condiciones iniciales de suelo, desde el punto de vista de la concentración y disponibilidad de los macro y micronutrientes.
Los aspectos químicos del suelo en cuanto a su capacidad de intercambio catiónico y su relación de bases intercambiables. Las características de las fuentes de fertilizantes a considerar en la integración de la mezcla a utilizar; en cuanto a la concentración de los distintos elementos, en su forma química y reacción final en la solución del suelo. Los aportes de nutrientes deben ser fraccionados y formulados de acuerdo a las etapas de desarrollo de cada cultivo, es decir, de acuerdo a su fenología y las condiciones particulares de cada agrosistema.