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Un NEA siempre verde

La UPA de la Regional Sáenz Peña apuntó a buscar alternativas a los manejos tradicionales del NEA: diversificación e intensificación de rotaciones y cultivos de servicios fueron algunas de las opciones.

El 22 de noviembre tuvo lugar en Colonia Elisa la última UPA de la Regional Sáenz Peña (Chaco). El evento se orientó a salir de los planteos típicos y buscar opciones más sustentables para hacer frente a problemáticas como la pérdida de salud física y química del suelo, gestión del agua y malezas.

APORTE DE CARBONO, MATERIA ORGÁNICA Y SALUD DEL SUELO

El Ing. Agr. Rodolfo Gil (INTA) se refirió a los impactos de las rotaciones poco diversas y con un único cultivo al año sobre el deterioro de la salud física de los suelos. “Si en un sistema productivo descomponemos más materia orgánica (MO) de la que producimos, el sistema se viene a pique. Esto sucede en rotaciones en donde se hace un solo cultivo por año y en el que incorporamos C durante unos pocos meses”, dijo.

Según precisó, los factores que determinan el rendimiento potencial de producción son la radiación, el CO2 y la temperatura. Sin embargo, lo que se pueda alcanzar de ese rendimiento potencial dependerá de la disponibilidad de agua y de nutrientes que son administrados por el suelo.

“Ante un estrés, la planta cierra los estomas para evapotranspirar menos. Esto impide el ingreso de CO2, lo que impacta en el rendimiento ya que se ve afectada la fotosíntesis”, explicó.

Gil invitó a ver qué tan eficientes somos en el uso de los diferentes recursos productivos, como por ejemplo el agua, y no solamente analizar el rendimiento en kg/ha. En este sentido, recomendó prestar atención a los rindes en kg/mm de lluvia caída durante el ciclo del cultivo. Para este parámetro, el valor de referencia que indica eficiencia en el uso de agua para soja es de 9 kg/mm; en maíz de 24 kg/mm; y en trigo 15 kg/mm. También se podrían analizar los rindes en kg/kg de N, kg/MJ de radiación interceptada, entre otros recursos.

Del total de residuos que quedan en el suelo como cobertura, el 70% se va a la atmósfera como CO2. “El porcentaje que queda en el suelo es muy bajo, lo que complica sostener los niveles de MO en el tiempo”, advirtió.

Los suelos de las pampas son limosos, y por tanto estructuralmente frágiles. Es por eso que la MO se vuelve un componente clave para lograr agregados estables y mantener la salud física del suelo.

“Más allá de que Argentina es un país inundable debido a sus planicies, tenemos muchos problemas de ascenso de napas e inundaciones. Estos fenómenos son en gran medida el resultado de una insuficiente extracción de agua del sistema”, explicó Gil.

A su turno, el Ing. Agr. Nicolás Stahringer (FCA-UNNE) habló de los impactos de la caída de la MO sobre la fertilidad química. Desde los 90, la soja y el maíz aumentaron sus rindes en un 30 y 40% respectivamente. Los niveles de producción actuales son mucho más extractivos en términos de nutrientes debido a cómo se han incrementado los rindes promedios en diferentes cultivos.

En el caso de la soja, la cantidad de nutrientes que en los 90 demandaba para cubrir 4 años de producción, ahora solo alcanzaría para producir 3 años con los rindes actuales. En maíz, con los nutrientes que antes permitían producir 3 años, ahora solo alcanzan para 2 años.

La reposición de nutrientes en los campos es del 41%, es decir que, de lo que se exporta, menos de la mitad se devuelve al lote. “En otras palabras, estamos con un balance negativo, siendo el S es el nutriente que menos se repone a nivel nacional”, lamentó Stahringer.

Para revertir esta situación, recomendó elegir prácticas, como la cobertura permanente, que minimicen las pérdidas de nutrientes (por volatilización, erosión y lixiviación) y que maximicen su ingreso al sistema. Además de la aplicación de fertilizantes, sugirió pensar en opciones que aporten nutrientes vía fijación biológica (siembra de leguminosas) y que generen materia orgánica (cultivos con residuos y raíces ricos en C, enmiendas orgánicas como el estiércol animal, etc.).

“En los últimos 10 años, se perdió cerca del 60% de la MO lábil en la zona, lo que significa que cada vez tenemos menos ‘imanes’ para retener nutrientes. En suelos con poca arcilla, la lixiviación es cada vez mayor”, aseguró y agregó que la tendencia a la acidificación de los suelos, dificulta también la mineralización del N.

LOS CULTIVOS DE PRIMAVERA: UNA ALTERNATIVA PARA EL NEA

El este de Chaco cuenta con un periodo libre de heladas de 10 meses, lo que brinda muchas opciones para la diversificación y la posibilidad de hacer hasta 2 cultivos de verano por campaña. Sin embargo, en los últimos años la soja pasó a ser la opción de primavera más elegida. Según Mariano Raimondo (FCA UNNE), los grupos más elegidos son los IV y V, con fechas de siembra de fines de agosto hasta el 15 de octubre, apuntándose a una cosecha de enero que evite la caída del periodo crítico en días de altas temperaturas y bajas precipitaciones.

De todos modos, la zona ofrece otras alternativas. Durante una recorrida de ensayos de 9 híbridos de maíz sembrados a una densidad de 2,5 semillas/m, Nicolas Neiff (FCA UNNE) habló de este cultivo como opción de primavera. “Para el logro de buenos resultados, la clave está en combinar densidad de siembra y plasticidad del híbrido, ya que si bien los híbridos flexibles compensan bajas densidades con grandes espigas, los materiales menos plásticos no admiten errores a la hora de definir la densidad”, afirmó Neiff.

Otra de las opciones es el girasol, un cultivo típico de la zona que poco a poco fue siendo desplazado por la soja. Según la Ing. Agr. Lorena Czyruk (INTA Sáenz Peña), “se trata de un cultivo que se adapta a una amplia gama de ambientes y que resulta la opción ideal para lograr dos cultivos de verano en un mismo año”.

El girasol se adapta muy bien en la rotación después de una soja, ya que se dispone de un buen periodo de tiempo para acumular agua en el perfil. Al ser cosechado en diciembre, permite un ingreso económico valioso para afrontar la campaña. Tiene bajos costos de implantación y de aplicaciones.

La fecha de siembra recomendada para la zona es fines julio a primeros días de agosto, lo que brinda una amplia ventana de crecimiento y desarrollo de la planta. A la hora de la implantación, se deben tener en cuenta las condiciones de humedad y temperatura.

“El principal componente del rendimiento es el número de plantas/ha, por lo tanto es importante mantener un buen stand de plantas”, recomendó la especialista. Respecto a nutrientes, el P es el nutriente a cuidar, ya que es uno de los que más se va con el grano. En cuanto al Boro, no se observa respuesta a la fertilización.

Según agregó el anfitrión del evento, Martín Goujon, “el girasol es el único cultivo –a diferencia de soja o maíz– que con buen manejo permite rindes similares a los logrados en el oeste de la provincia”.

CULTIVOS DE SERVICIOS CONTRA LAS MALEZAS

La Ing. Agr. Alejandra Leda (INTA Las Breñas) habló de rama negra y yuyo colorado, las malezas más problemáticas en una zona donde el uso excesivo de pre-emergentes como los ALS, propició la aparición de biotipos resistentes de diferentes especies.

Además de prácticas como el control previo a la floración de la maleza y la limpieza de las cosechadoras, Leda remarcó el rol de los cultivos de servicios (CS) como estrategia posible: “Los CS bien hechos son una solución al problema de las malezas ya que mantienen el suelo cubierto todo el año”.

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