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Al rescate de suelos salinos y anegables con cultivos de servicio
La Chacra América comparte estrategias para mitigar y recuperar suelos afectados por anegamiento y salinidad en el noroeste bonaerense.
Por: Ferreyra, F.¹; Fritz, M.¹; Isasti, J.²; Álvarez, C.³ ¹ Grupo Harriet. ² Chacra América. ³ INTA AER General Pico.
En las últimas décadas, el NO de Buenos Aires, SE de Córdoba y NE de La Pampa han sufrido anegamientos frecuentes, en parte, asociados a precipitaciones extremas y a los desbordes del Río Quinto. En la provincia de La Pampa, por ejemplo, se acumularon 650 mm entre el 26 de marzo y el 30 de abril de 2017 en los departamentos del Noreste y Este provincial (Informe Técnico INTA EEA Anguil, 2017). Desde las inundaciones de 2016/2017 ocurrieron procesos de salinización y alcalinización tanto en cuencas abiertas como cerradas. Muchos de estos suelos anegables no lograron recuperar los niveles de producción agrícola y forrajera previos a estos eventos. A su vez, son varios los factores que impiden el reinicio de la producción en esos ambientes: alto riesgo de anegamiento, napas cercanas a la superficie, ascenso de sales y deterioro de la estructura del suelo que condiciona el lavado de sales.
En este contexto, la Chacra América trabaja en el desarrollo de estrategias agronómicas para mitigar y recuperar estos suelos afectados por anegamiento y salinidad, temática que fundamenta su origen. Con el apoyo de investigadores de INTA y de la Facultad de Agronomía de la UNLPam, en la Chacra América nos propusimos diseñar estrategias agronómicas para la recuperación de estos suelos.
Los cultivos de servicio (CS) constituyen una herramienta para mitigar los problemas antes mencionados, pero para ello debemos preguntarnos:
¿Hasta dónde avanzar con la siembra de CS?
¿Qué especies sembrar? ¿En qué momento?
¿Cómo manejamos los CS y cómo ajustamos la secuencia de cultivos?
Mediante el método de intervención de las tres etapas aplicado por el proyecto de agua del INTA, se procedió en una primera instancia a reconocer los procesos que intervienen en estos ambientes, luego a reconocer a campo indicadores de estos procesos y por último evaluar estrategias de manejo para intervenir en la producción y mitigar efectos negativos de los procesos de halo- e hidromofismo. La experiencia tuvo lugar en la Estancia Don Remigio, en el partido de Rivadavia (Buenos Aires).
¿Hasta dónde avanzar con la siembra de CS?
Para decidir hasta dónde avanzar dentro de los lotes con la siembra de CS, es necesario reconocer las limitantes ambientales asociadas al riesgo hídrico y al riesgo salino. Para eso disponemos de distintos indicadores que ayudan a su reconocimiento y a la toma de decisiones.
En primer lugar, el reconocimiento de la vegetación natural y el nivel de cobertura es una manera simple pero efectiva de delimitar ambientes. Ambientes con alto riesgo hídrico están dominados por junquillos (Sporobolus sp.) mientras que aquellos en los que predominan pelo de chancho (Distichlis sp.) y salicornia (Salicornia sp.) las sales constituyen la limitante principal. En un estado avanzado de recuperación, Conyza sp. y Salsola sp. son especies indicadoras de mejora de las condiciones de suelo. Además, diferenciar ambientes a partir de la vegetación natural permite realizar muestreos dirigidos de suelo y de napa más efectivos.
En cuanto a la evaluación de características edáficas, conocer la conductividad eléctrica (CE) y el pH en los primeros 5 cm del suelo (donde se colocan las semillas) y en la subsiguiente capa de 5 a 20 cm (donde crecen las primeras raíces) resulta útil para elegir especies que se adapten a las condiciones del sitio (Page et al., 2021). En el caso de la napa, analizar su CE, pH y composición química permite definir su potencial de salinización y su eventual efecto negativo a los cultivos. A su vez, es importante el monitoreo frecuente de su profundidad debido al riesgo de ascenso de sales por capilaridad (según textura del suelo y calidad físico-química de la napa) y al eventual riesgo hídrico si es que el nivel freático alcanza la superficie.
Por último, el análisis temporal de imágenes satelitales posibilita visualizar el riesgo hídrico de cada ambiente, estimando su frecuencia de anegamiento en un período largo de tiempo (Figura 1). Además, el análisis temporal de NDVI, considerando su promedio y desvío, resulta útil para diagnosticar la respuesta de las coberturas a distintos niveles de salinidad.
Figura 1 Mapa de riesgo hídrico a partir del análisis de imágenes satelitales (Ea. Don Remigio).
¿En qué momento? ¿Qué especies sembrar?
El momento de siembra en lotes salinos debería ser aquel en el que la recarga del perfil diluye el contenido de sales, aliviando el estrés salino que debe atravesar la planta en sus etapas más sensibles de desarrollo. Por otro lado, en zonas con alto riesgo de anegamiento, estos períodos de recarga suelen traer problemas de falta de piso, por lo que debemos sopesar ambos riesgos (salino e hídrico) en función de cada sitio, de la profundidad de la napa y de las perspectivas climáticas. Para la región de la Chacra América, los mejores resultados en el logro de CS en los bajos, se obtuvieron en fechas de siembra tempranas, durante los meses de febrero y marzo.
Para elegir la especie a sembrar, nuevamente se debe considerar cuál es la mayor limitante, si el riesgo hídrico o salino. Dentro de los CS, la cebada (Hordeum vulgare) se destaca por su mayor tolerancia a salinidad aunque no así por tolerancia a anegamiento. Para estos casos, triticale (X Triticosecale Wittmack) es la especie que muestra la mejor tolerancia a anegamiento y tiene buena tolerancia a salinidad. Dentro de otras gramíneas a considerar, tricepiro (Triticum L. x Secale L.), raigrás (Lolium multiflorum) y trigo (Triticum sp.) podrían tener buen comportamiento. El centeno (Secale cereale), uno de los CS más difundidos, no presenta un buen desempeño cuando las CE son mayores a 4 dS/m.
Respecto a las leguminosas acompañantes, podemos mencionar a Lotus tenuis o Melilotus albus como las mejor adaptadas a este tipo de ambientes por su buena resiembra natural. Por su parte, la vicia (Vicia sp.) no tiene gran tolerancia a salinidad pero, donde logra implantarse, genera buena cobertura, que ayuda a mejorar las condiciones del sitio y las adyacentes, por su hábito semi-rastrero, siempre y cuando se disponga de buenos niveles de fósforo (más de 12 ppm).
Considerando la heterogeneidad de estos lotes, resulta interesante en estos planteos la estrategia de utilizar mezclas consociando especies con distintas tolerancias. En Don Remigio, siembras tempranas de mezclas de cebada, triticale y vicia permitieron cubrir gran parte de los bajos, teniendo cada especie su nicho según la limitante principal de cada sitio.
¿Cómo manejamos los CS y cómo ajustamos la secuencia de cultivos?
El manejo del CS debe hacerse en función del objetivo que se busca con su implementación y con la condición del ambiente, esto es salinidad del suelo, profundidad y calidad de la napa.
A modo de ejemplo, el 30 de marzo de 2019 se sembró en un lote de 92 hectáreas una mezcla de triticale (70%) y vicia (30%) con una densidad de 80 kg/ha. Semanas antes de la siembra se pasó el rolo para aplastar la biomasa acumulada de vegetación natural. Se monitoreó la CE del suelo junto a la profundidad y CE de la napa en 5 sitios del lote. En dichos puntos se siguió la acumulación de biomasa del CS durante todo su ciclo. La acumulación de MS estuvo relacionada con los parámetros de suelo y napa al inicio del CS (Tabla 1). La máxima acumulación de MS se logró en el punto 1 (CE inicial 0,58 dS/m; prof. de napa: -1m), en donde se alcanzó una producción de 2125 kg de MS/ha. La productividad lograda con cada especie en cada sitio permite repensar la siembra para el próximo año en cada ambiente.
Tabla 1 Acumulación de MS de CS, datos de suelo y napa al inicio y final del ciclo del CS.
Aunque se registraron precipitaciones de 207 mm durante todo el ciclo de los CS, la profundidad promedio de la napa (Figura 2) en todos los sitios se redujo 45 cm al momento de secado (24 de octubre). De esta forma alcanzó la profundidad de 1,17 m y se redujo el riesgo de salinización, ya que por otro lado su CE no cambió demasiado (de 3,25 a 3,63 dS/m).
Con la implementación del CS se lograron recuperar 45 hectáreas, lo que representa casi un 50% del lote. Con una única campaña de CS invernales se logró reducir la profundidad de la napa y mejorar las condiciones edáficas, ya que se lograron implantar cultivos estivales a diferencia de los resultados de campañas anteriores. En este caso, esta superficie recuperada se continuó con una secuencia agrícola de maíz tardío (rinde promedio de 6,5 ton/ha con picos de 8,5 ton/ha), seguido por otro ciclo de CS y luego sorgo granífero. En conclusión, se puede afirmar que los CS son una herramienta útil para poner en producción suelos salinos y anegables, siempre que contemos con una correcta caracterización del suelo (CE y pH) y de la napa (profundidad, CE y pH, composición química).
Figura 2 T Acumulación de biomasa de CS, NDVI y profundidad de la napa durante el ciclo del CS.
BIBLIOGRAFÍA
• https://inta.gob.ar/documentos/informe-tecnico-sobre-inundaciones-en-la-pampa-19-de-abril-%E2%80%93-30-de-junio-2017
• Page KL, Dang YP, Martinez C, et al. Review of crop-specific tolerance limits to acidity, salinity, and sodicity for seventeen cereal, pulse, and oilseed crops common to rainfed subtropical cropping systems. Land Degrad Dev. 2021; 32:2459–2480. https://doi. org/10.1002/ldr.3915