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Estrategias para los maíces del sur bonaerense

La Red de Maíz del Sur de Buenos Aires comparte resultados en cuanto a elección de híbridos en estos ambientes, densidades y variantes.

La Red de Maíz del Sur de Buenos Aires, vinculado con el Sistema Chacras de Aapresid, es un proyecto con grandes ambiciones y resultados desde sus comienzos. Los ingenieros agrónomos Aníbal Cerrudo (Unidad Integrada Balcarce) y Florencia Accame (Aapresid) compartieron un taller en el 29° Congreso Aapresid “Siempre Vivo, Siempre Diverso” en el que mostraron lo que se está haciendo y cuáles fueron los resultados en cuanto a elección de híbridos en estos ambientes, densidades y variantes.

“En la red detectamos efectos significativos de híbridos. Sin embargo, a la hora de explicar el rendimiento, el peso de los híbridos es bajo y gran parte del efecto lo tiene el ambiente”, explicó Cerrudo, encargado de la coordinación técnica del programa, quien compartió algunos resultados obtenidos por la red durante la campaña 2019/2020.

En la misma línea apuntó que “hay híbridos muy consistentes, que se posicionan por arriba de la media en todos los ambientes que venimos probando y esto está demostrando que la red es útil para seleccionar o evaluar dichos híbridos”, y recordó que se trabaja con tecnología, máquinas y lotes de productores.

Respecto a la calidad, el especialista señaló que “si bien todos los híbridos son muy buenos y han mejorado, hay diferencias y la red resulta útil para detectarlas. Hay que seguir evaluando estas diferencias, porque entendemos que los híbridos van a seguir mejorando”.

Densidad, ambiente, híbrido

Una de las preguntas frecuentes de técnicos y productores es la relación entre densidad, ambiente y calidad de los híbridos. Al respecto, el profesional detalló: “En maíz, la densidad es muy dependiente del ambiente. En ambientes más restrictivos, la densidad es baja, y en ambientes con más potencial, la densidad sube. Tenemos datos de dos años que involucran seis ambientes. Tenemos ambientes muy restrictivos, como Falcón, donde promediamos mil kilos, y ambientes que por más que sean restrictivos, en un año bueno como 2019/2020, estuvimos cerca de los 9 mil kilos”.

Según el análisis del investigador “esto muestra que hay muy poco efecto de la densidad. En ningún caso hubo un efecto depresor en el rendimiento por pasarnos en la densidad, que es algo que no ocurría hace 20 años”. Esto demostraría que bajando o subiendo la densidad, el rendimiento nunca cae.

En este punto Cerrudo presentó datos recolectados en la actual campaña en un campo de Lobería, donde en “un ambiente de estrés progresivo y terminal a través del período crítico, donde sí la densidad puede tener gran efecto, sobre todo en estabilizar el rendimiento y levantar esos pisos. Si voy a tener un estrés progresivo y terminal a través del período crítico, el cultivo que tenía menos densidad consumió menos agua y logró más rendimiento”.

En esta lógica, planteó que “si uno espera tener un estrés progresivo durante el período crítico, la estrategia recomendable sería bajar densidad y levantar los pisos. Pero si uno está seguro de que va a poder escapar del estrés en estado vegetativo y va a ubicar el período crítico cuando hay agua, la estrategia sería subir la densidad, y no bajarla”.

Importancia del ambiente

A partir de los datos expuestos, el especialista afirmó que “el 80 por ciento de la variación observada en los datos de rendimiento, el efecto es por el ambiente, y si tratamos de relacionar esto con algún recurso, el agua siempre es fundamental”.

Al respecto comentó que “la relación que conseguimos es de 20 kilos extras de maíz por cada milímetro de agua extra que tenemos. Cualquier estrategia de manejo de economía, ahorro o uso del agua, tendrá gran impacto en el rendimiento, incluso mucho más que los que podamos tener por cambios de densidad o selección en el híbrido”.

Estrategias para conservar agua

Cerrudo citó un caso específico de un campo de la zona de Funke, en el que analizaron los efectos del cultivo de servicio, quemarlo temprano o más tarde, en el maíz que sigue.

En el caso del cultivo de servicio quemado tarde, tenía 30 milímetros menos de agua y esa faltante se daba en el primer metro de profundidad. En el campo testigo estaba toda el agua o solo faltaba la de arriba por evaporación. “Lo que pasó fue que los 30 milímetros menos llevaron a una caída de rendimiento de 600 kilos. Es decir que quemar tarde consume unos 30 milímetros más, producimos algo más de biomasa con el cultivo de servicio, pero sufrimos una merma de 600 kilos en el maíz. En el lote testigo que tenía agua, al igual que el cultivo de servicio quemado temprano, también tuvo una merma en los rindes, porque seguramente estaba haciendo un uso más deficiente del agua, puede ser por evaporación o menos infiltración”.

Maíz de segunda

Otro tema que el investigador presentó en el taller fue cómo hacer para intensificar el maíz de segunda en los ambientes del sur de Buenos Aires.

En este sentido informó que desde la Red están trabajando en ver cómo ciclos más cortos se comportan en estos ambientes, para lo cual también se debe realizar una readecuación de la densidad de siembra, y al mismo tiempo estudiar la nutrición del maíz de segunda en el sur de Buenos Aires.

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