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El preciado elemento
II Simposio Internacional del agua
El agua es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida y su disponibilidad está comprometida. El 70% de este recurso se destina a la agricultura, el manejo eficiente del agua dulce es un deber ser de la producción agropecuaria.
Por segundo año consecutivo, Aapresid y la Asociación de Semilleros Argentinos co-organizaron este Simposio. Para dar una visión global del manejo del agua, el Ing. John Williams, Comisionado del Departamento de Recursos Naturales de Australia, explicó las limitantes productivas y el uso de este recurso en su país. Para comenzar, Williams caracterizó al continente australiano como seco, con gran variabilidad de precipitaciones. Ello, sumado a la pendiente, ocasionan: deterioro de la estructura del suelo, menor disponibilidad de nutrientes, acidificación, salinización (en secano y riego), disminución de la biodiversidad, contaminación del agua subterránea y menor actividad biológica. Este contexto, plantea un gran dilema en la agricultura australiana “mientras la productividad agrícola está limitada por la falta de agua y nutrientes, gran parte de la degradación del suelo es generada por excesos hídricos y pérdida de nutrientes por lixiviación en períodos claves del año”. Para Williams, las innovaciones en la gestión del agua requiere de conocimientos hidro - ecológicos y del análisis en una amplia gama de escalas. Actualmente en Australia están trabajando con un software, mediante el cual los productores comprenden el movimiento del agua y de los nutrientes en el ecosistema, y reúne distintos elementos para predecir un resultado productivo con muy buena correlación. El australiano destacó que en su país, con la Siembra Directa y la rotación de cultivos atenuaron los daños ambientales y mejoraron la eficiencia en el uso del agua. A modo de ejemplo, Williams comentó que al intensificar la agricultura y utilizar cultivos de raíces profundas como alfalfa, lograron captar gran parte del agua profunda que lixiviaba y disminuyeron las pérdidas de nutrientes por drenaje subterráneo. Para cerrar, John Williams reflexionó “uno de los desafíos prioritarios a futuro, será equilibrar los ecosistemas con la extracción de agua para uso agrícola”. Juan Manuel De Santa Eduviges, Supervisor de Desarrollo Tolerancia a Sequía Monsanto Latino América Sur, realizó un diagnóstico sobre las perspectivas del recurso hídrico a futuro.

“Uno de los desafíos prioritarios a futuro, será equilibrar los ecosistemas con la extracción de agua para uso agrícola”, reflexionó el australiano John Williams
En primer lugar, planteó el desafío de responder a la demanda creciente de alimentos de origen agrícola y la necesidad de producir más biocombustibles para satisfacer los requerimientos energéticos de la población en expansión y el reemplazo de los combustibles fósiles.
Tanto la agricultura como el aumento de la población, el desarrollo económico y los cambios en las condiciones ambientales, condicionan una mayor presión sobre el recurso hídrico haciéndolo a futuro, un elemento escaso en muchas regiones del mundo. Frente a este panorama, el orador advirtió que la clave es avanzar en el desarrollo de cultivos tolerantes a sequía. Para lo cual se necesitará del trabajo conjunto de mejoradores, genetistas moleculares, biotecnólogos y fisiólogos para desarrollar variedades de cultivos con mayores índices de tolerancia a estrés hídrico, y generar así sistemas productivos con mayor eficiencia en el uso del agua.

Figura 1: Desarrollo de eventos biotecnológicos.
Para finalizar, De Santa Eduviges mencionó las fases para el desarrollo de los eventos biotecnológicos hasta alcanzar el lanzamiento comercial (Figura 1), y remarcó que el germoplasma, la biotecnología y el manejo se deben ajustar para cada ambiente.
Dinámica del agua en el sistema suelo - planta - atmosfera
Para abordar la eficiencia de uso del agua, Rodolfo Gil (INTA Castelar) se focalizó en ambientes semiáridos y sub-húmedos del Nordeste Argentino (Chaco, Formosa y Corrientes). Señaló que la heterogeneidad de los suelos, los elevados niveles de demanda hídrica y la variabilidad en la cantidad y distribución de precipitaciones, hacen que en estos ambientes resulte necesario diseñar modelos de producción específicos, tendientes a incrementar las eficiencias de captación, utilización y transformación de agua, logrando aportes suficientes de biomasa (y carbono), en relación a las tasas de descomposición. Como primer paso, Gil manifestó que los cultivos de cobertura (CC) aportan biomasa y reducen las pérdidas hídricas por evaporación directa. No obstante, su inclusión en la rotación dependerá del cultivo antecesor (cosecha) y el siguiente (fecha de siembra), el metabolismo de la especie a utilizar (C3 ó C4), la tasa de crecimiento, lignificación y capacidad de enraizamiento, consumo de agua, profundidad de extracción, inmovilización de nutrientes, posibilidades de recarga del perfil, entre otros. Para el especialista, es clave secar los CC cuando alcanzan el 10% de floración para no comprometer la disponibilidad de agua del cultivo siguiente. Como segundo paso, Gil habló de optimizar el uso del agua ofrecida por cada ambiente intensificando la rotación. En el este chaqueño, la tendencia es el doble cultivo anual con mayor protagonismo de los estivales, optando por ciclos cortos y genotipos que permitan hacer coincidir los períodos reproductivos con ventanas favorables de humedad, “habrá que determinar cómo la genética, la fecha de siembra, el arreglo espacial y la fertilización se pueden combinar para intensificar el uso de la tierra con rotaciones y barbechos vivos, obtener rastrojos abundantes y raíces profusas, mantener el balance de carbono y nutrientes y conservar el ambiente en su conjunto”. Alcanzado esto, se puede hacer realidad el tercer y último paso, mejorar la eficiencia de conversión del agua en biomasa y granos, concluyó.
Para continuar con el Simposio, Alberto Quiroga (INTA Anguil) se dedicó a la gestión del agua en sistemas mixtos de producción. Hay que “identificar” los atributos de cada ambiente de producción, destacó Quiroga. Propuso reconocer las mejores combinaciones genotipoambiente, profundizar en la dinámica de napas (profundidad, ascenso capilar, calidad del agua, etc.), y construir índices de calidad ambiental que, en términos hídricos, caractericen cada sitio. El Ingeniero dijo que hay cuestiones agronómicas que podemos manejar (ej: cobertura, estructura, fertilidad, etc.), otras que no (ej. textura de los suelos, espesor, densidad de partículas, etc.), y otros aspectos a prevenir o estar atentos (ej. sequías, plagas, etc.). Para evaluar rápidamente la capacidad de retención de agua del suelo, Quiroga propuso analizar el espesor del perfil y el porcentaje de arcilla más limo. Por ejemplo, la máxima aptitud productiva de un suelo, se alcanza a los 2 m de profundidad, con un valor de arcilla + limo del 60 %. Para concluir, Quiroga indicó que es necesario “un mejor conocimiento sobre la dinámica de las napas (oportunidad o riesgo), principalmente en cuanto a su variación estacional, así como también la incorporación de indicadores de gestión ambiental a fin de evaluar los efectos.
Experiencias regionales sobre manejo del agua
Manejo en el sureste bonaerense
En línea a lo planteado por Rodolfo Gil, Guillermo Pailhé (Regional Aapresid Tres Arroyos) consideró “para manejar el ambiente, primero debemos conocerlo”. Según Pailhe, debemos asirnos de información y validarla regionalmente, además de ajustar fechas de siembra y ciclos de madurez para tomar decisiones estratégicas. En el sudeste bonaerense, las precipitaciones medias anuales oscilan entre los 700 y 900 mm. Si sólo sembramos un cultivo por año nos sobra agua, recurso que podemos capturar implantando cultivos de segunda, cobertura o verdeos; ello, con la fertilización correcta, garantiza buenos resultados. El Ingeniero hizo hincapié en diversificar la rotación y el ingreso de la empresa, sumando “nuevos cultivos” (legumbres, trigo sarraceno, cártamo). Como último concepto, Pailhé compartió otra estrategia para ganar eficiencia en el uso de los recursos, se trata del manejo de sitio especifico, práctica que la Regional Tres Arroyos viene estudiando a partir de la delimitación de ambientes y mapas de tosca.
Experiencia en riego por aspersión
Producir en un ambiente semiárido requiere de una adecuada caraterización del ambiente y planificación, más si los 560 mm que caen anualmente presentan un 31% de coeficiente de variación. Para programar el riego, Nicolás Ríos Centeno (responsable de Agricultura en la empresa SER Beef en San Luis y miembro Regional Aapresid puntana) y su equipo de trabajo, aplican el criterio de láminas de riego máximas posibles. Al respecto Ríos Centeno dijo, “En los sistemas de dos posiciones se contraponen dos intereses distintos. Por un lado, cuanto más separemos en el tiempo los requerimientos hídricos de las dos posiciones a regar, más holgados estaremos en el uso del pivote y más tiempo en el año estará en uso el mismo. Adicionalmente, cada posición podrá ser regada con un mayor milimetraje total”, analizó Nicolás. El interés que se contrapone a esta visión es la de las fechas de siembra, es decir, si uno quiere separar los períodos críticos y definitorios de rendimiento para ambas posiciones, debe adelantar la fecha de siembra del primer cultivo y/o atrasar la del segundo cultivo. Siguiendo esta estrategia, uno ubica al primer cultivo en un riesgo de sufrir heladas tardías, quizás inaceptable o demasiado alto. No obstante, se tiene la experiencia de que los beneficios de temperaturas y fotoperíodos por sembrar en fechas óptimas, compensan las dificultades que tienen para regar ambas posiciones ad libitum. De esta forma, el plan se arma y tiene restricciones operativas, pero se deja de lado por ahora la estrategia de separar los picos de requerimientos hídricos de los cultivos.

La clave está en realizar estrategias particulares para cada ambiente y generar ajustes tecnológicos específicos, coincidieron Gil y Quiroga (izq. Y der.).
Experiencias en Monte Cristo
“¿Cómo definimos estrategias productivas en función del recurso más limitante?” se preguntó el cordobés Juan Cruz Molina (Regional Aapresid Monte Cristo). En coincidencia con los anteriores panelistas, Molina enfatizó en la necesidad de “acelerar el proceso de generación y análisis de la información que nos permita tomar decisiones estratégicas”. Para el miembro regional, conocer el agro ecosistema y usar modelos de simulación, permite estudiar respuestas en rendimiento, respecto de cambios en fechas de siembra y disponibilidad de agua útil, atenuando el riesgo o incertidumbre de la actividad. En la Figura 2 se presenta un ejemplo de protocolo para la decisión de siembra.

Figura 2: Ejemplo de protocolo para decisión de siembra
Huella Hídrica y sus aplicaciones
Para introducir el concepto de huella hídrica, Érika Zárate (Oficial de Programa para la Red de Huella Hídrica) lo definió como un indicador del uso del agua geográficamente explícito que contempla usos directos e indirectos del agua consumida por: producto, productor, consumidor, grupo de consumidores; el agua usada se mide en términos del volumen de agua consumida y/o contaminada por unidad de tiempo. Además, Zárate caracterizó dos “tipos” de agua, y en este punto puso especial énfasis: “hablamos de agua física pero también virtual, es decir de aquella utilizada a lo largo de la cadena productiva”. Sobre esa línea, la oradora esbozó una catarata de ejemplos que cautivaron la atención del auditorio. Entre estos se enumeró que para producir un kilo de carne vacuna se consumen 36 mil litros de agua, o que un kilogramo de café insume, en su proceso productivo, aproximadamente 21 mil litros. “Conocer estas cifras es importante para elevar la conciencia”, señaló Zárate. En ese marco, Érika destacó el carácter temporal y geográfico que necesariamente debe tenerse en cuenta a la hora de plantear la complejidad de la gestión y utilización de un recurso tan vital como escaso. “Hay regiones del mundo productoras de bienes y servicios con alto contenido de agua y otros lugares donde son requeridos esos productos para ser consumidos”, dijo. A su vez, los reservorios de agua dulce no están distribuidos de un modo parejo en el globo, y hay naciones como es el caso europeo, dependientes de otras para satisfacer sus necesidades de consumo del preciado líquido. En ese sentido, Zárate definió categóricamente de qué manera “el agua se vuelve un recurso geopolítico, como el petróleo”. “Actualmente el precio del agua prácticamente no es tenida en cuenta”, planteó Zárate, quien en la claridad de una serie de gráficos dejo ver cómo la actividad agrícola-ganadera es principal consumidora de agua en su cadena productiva. “Sólo la agricultura consume el 80% de la huella hídrica nacional”, dijo. En ese marco planteado, recogieron el guante Silvia Rafaelli, (Universidad Nacional de Córdoba) y Eugenia Vidallé (alumna de la Maestría en Ciencias de la Ingeniería UNC) quienes brindaron algunos aspectos del caso argentino. Ambas oradoras coincidieron en la falta de información y en la necesidad de avanzar en estudios locales que den cuenta de la situación y movilidad de la huella hídrica nacional, a fin de estar a la altura de las circunstancias y desafíos que trae un futuro próximo en términos históricos. Concretamente, en relación a cómo la gestión de este limitado recurso será clave para la producción de alimentos en el mundo en las próximas décadas.

Mediante la importación de agua virtual, países con bajos niveles de recursos hídricos pueden aliviar la presión existente sobre sus propios recursos hídricos, manifestó Érika Zárate.