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Necesidades de riego para la producción de maíz en zonas semiáridas. Nicolas Stier
Nicolas Stier. GTD Chacra Valle Medio del Río Negro. Ing. Agr. Tomás Coyos Ing. Agr. Guillermo Peralta Coord. Técnica Sistema Chacras Aapresid.
Necesidades de riego para la producción de maíz en zonas semiáridas
Palabras Claves:
maíz, agua, riego, semiárido, rendimiento
El Valle Medio de Río Negro posee una considerable superficie y el agua suficiente para la producción de cultivos bajo riego. La gran oferta ambiental de radiación (fotoperíodos largos sumados a alta radiación incidente), adecuadas temperaturas, y elevada amplitud térmica diaria en el periodo estival resultan propicias para pensar en la producción de maíz de altos rendimientos. Si comparamos los valores del “cociente fototermal Q” (Q=Radiación / Temperatura media) con los encontrados en otras localidades en las cuales el Sistema Chacras ha realizado ensayos de producción de maíz, observamos grandes diferencias a favor de las localidades del Valle. Si bien el Q no se encuentra tan estrechamente asociado al rendimiento de maíz como lo es para el caso del trigo, es frecuentemente utilizado como “parámetro resumen” de condiciones ambientales favorables para la producción de cultivos extensivos. La Figura 1 nos muestra las diferencias con otras localidades, teniendo en cuenta que en el período estival las temperaturas medias son muy similares a las de localidades como Pergamino.
Sin embargo esta buena oferta ambiental es coincidente con una elevada demanda hídrica ambiental, expresada a través de la Evapo-Transpiración de referencia (ET0). En la Chacra Valle Medio (Choele-Choel y Conesa, Río Negro) hemos estado trabajando esta primer campaña en cuantificar la demanda potencial de agua en el cultivo de maíz. Esto consitituirá el primer paso para luego poder planificar una adecuada oferta de riegos y aspirar a lograr rendimientos cultivos de alta productividad.
Metodología
Se midió semanalmente la humedad del suelo en distintos puntos georreferenciados de lotes de producción de maíz. Se calculó la humedad gravimétrica que contenía ese perfil hasta el metro de profundidad. Las mediciones se realizaron cada 20 cm con barreno, de forma de caracterizar la humedad de cada estrato y homogeneizar el muestreo. Se contó en total con 15 fechas de muestreo en el ciclo. Estos resultados permitieron conocer las curvas de humedad del perfil hasta el metro de profundidad a lo largo de toda la campaña (Figura 2).
Figura 02 Variación de la humedad gravimétrica al metro en 3 fechas durante el ciclo de maíz.
A partir de los datos de textura de cada horizonte y de los registros en distintos puntos del lote de producción, se estimó el punto de marchitez permanente (PMP) en cada horizonte. Esto permitió estimar la capacidad de almacenaje de agua útil del suelo, así como la cantidad de agua útil
Figura 01 Evolución anual del Cociente Fototermal Q en distintas localidades con ensayos del sistema Chacras (series históricas).
(AU, mm) en cada estrato y en cada fecha. Estos suelos presentan una gran variablidad debido a su origen aluvial, con “mosaicos” de texturas franco arenosas a franco limosas. Sin embargo, los sitios seleccionados para el análisis presentaron texturas predominantemente franco limosas, con capacidades de almacenaje de agua útil cercanas a los 180 mm al metro.
A partir de las mediciones de agua útil hasta el metro registrado en las distintas fechas (triángulos negros en la Figura 3), se ajustó un balance hídrico durante el ciclo del cultivo. Este balance se desarrolló a partir de las entradas y salidas de agua diarias, considerando los datos de Et0 de la estación meteorológica de General Conesa, y los aportes realizados por las lluvias y por el riego por aspersión (eficiencia de un 80%). El seguimiento de la fenología realizado durante la campaña nos permitió estimar y ajustar el coeficiente Kc del cultivo para así conocer la ETc (Etc = Evapo-transpiración del cultivo = Et0 x kc). En los sitios seleccionados, el cultivo de maíz prácticamente no sufrió estrés hídrico durante el ciclo (Figura 3), por lo que estimamos que el consumo de agua registrado se acercó a sus requerimientos potenciales.
Las constantes utilizadas para el armado de este balance (Capacidad de campo, punto de marchitez, umbral de stress, Kc) fueron validadas en otros lotes y puntos donde se realizó el seguimiento de humedad. De todas formas, es necesario continuar su ajuste y validación en las próximas campañas.
Figura 03 Ajuste de balance de agua con las mediciones tomadas a campo. CC= Capacidad de campo, PMP= punto de marchitez permanente, 50%= umbral de estrés hídrico
Figura 04 Tasa de consumo para siembra de octubre
Más allá de las limitaciones de esta aproximación, podemos tener una idea del requerimiento hídrico de un maíz para lograr un rendimiento potencial. De esta forma obtenemos para siembras de octubre, un requerimiento de 905mm (con 275mm en el período crítico), siendo estos valores un poco más bajos para siembras de noviembre debido a que, por la fenología de los cultivos sembrados tardes, los mayores kc estarán asociados a menores ET0.
Para conocer las necesidades de riego para abastecer el cultivo adecuadamente y esperar rendimientos potenciales sumamos un total de 950mm de riego para suelos limosos y 1050mm para suelos arenosos, suponiendo que no existen lluvias en la campaña. Esto fue calculado utilizando el balance y ajustando los riegos de forma que la humedad no baje de un 50% de Agua Útil (AU), para que el cultivo no se vea estresado y por ende afectado su potencial de rendimiento.
Figura 05 Evolución de AU para cultivo no estresado
Figura 06 Evolución anual de la ETo promedio según la localidad.
Conclusión
• En el Valle Medio del Rio Negro, la alta demanda atmosférica genera que un maíz requiera unos 900mm cuando en otras zonas
ETc= 400-600 mm. Esto es debido a que la ETo es mucho más elevada que en otros ambientes como lo muestra la Figura 6. • Esta alta demanda nos lleva a tener que regar cerca de 1000mm siempre que no haya lluvias. Los registros históricos nos dan entre 300 y 350mm de lluvias en el año, pero estas precipitaciones no siguen ningún patrón. La producción no se hace como en otros ambientes, con riego complementario sino con riego total y es por eso que al momento de planificar no tenemos en cuenta las lluvias. Sin embargo existe la probabilidad de que en el ciclo del cultivo ocurran precipitaciones lo cuál disminuiría los requerimientos de riego para lograr esos altos rendimientos esperados.