Aire fresco
R
Texto: Natalia Vergara, Lic. en Psicopedagogía y docente (Mat. Nº855). Rosario, Argentina.
La tinta roja
evisaba las carpetas escolares en el aula mientras los niños preguntaban si les iba a poner nota. Cada tanto, en alguna hoja, la docente había hecho anotaciones para el alumno, a manera de corrección. Todo con tinta roja. Lo primero que pensé fue: ¿Cómo va a usar un color tan agresivo para poner notas?, pero casi inmediatamente me di cuenta de las palabras que bailaban frente a mí: “Leo, lo hiciste muy bien hoy, sigue así, y cada día será mejor. ¡Adelante!” “Clara, qué bueno que te esforzaste tanto en Matemáticas”. “Elías, excelente tu informe. ¡Qué bueno que completaste tu tarea!” Seguí leyendo cada nota, y me asombré de encontrar palabras positivas en ellas. Era obvio que no estaba regalando elogios porque sí, sino que con intencionalidad estaba motivando a sus alumnos. Sin embargo, tomé una carpeta que estaba toda sucia por fuera. Cuando la abrí, lo que había adentro no era mejor. Las hojas arrugadas, tachones por todos lados, letra incomprensible, horrores de ortografía... ¡Ahora quiero ver las notitas rojas! ¿Habrá?, pensé. Busqué, y allí estaban. “¡Ánimo! ¡Tú puedes!” Pero, lo que me llamo más mi atención fue la última frase escrita: “Te felicito porque cada día llegas puntual al colegio. ¡Sigue siendo ejemplo!” Cuando parece que no hay nada bueno por lo cual felicitar, alguien ve más allá y logra encontrar lo que no está
tan visible. Mis respetos a esa seño, y a su tinta roja. La autoestima es fundamental para que seamos sanos emocional y psicológicamente. Cada aspecto de nuestra vida está atravesado por la autoestima. Las palabras que escuchamos nos marcan y muchas veces nos hacen actuar en consecuencia: “No sirves para nada”, “Tu hermano lo hace mejor”, “Tú no puedes”. Así, cargamos en nuestra vida una mirada externa que no nos beneficia, y que nos limita y entorpece. Por otro lado, aquellos comentarios que se centran en lo que podemos llegar a ser y a lograr nos ayudan a tener una imagen mental mejor de nosotros mismos y nuestra conducta se modifica. “Ya lo vas a lograr”, “Te quiero”, “Qué lindo que lo hiciste”. Si nos detuviéramos a pensar en el poder de nuestras afirmaciones, nos cuidaríamos bastante de andar tirando palabras al aire, sin medirlas. Como la seño de aquel colegio, usemos una enorme lapicera de tinta roja para marcar las hojas de la vida de aquellos que nos rodean con palabras amables, sanadoras, cariñosas y compasivas. ¿Qué notas escribieron en tu vida? ¿Necesitas un borratinta para aquellas que te han lastimado? ¿Qué te parece si ahora empiezas de cero, en una nueva hoja? ¡Adelante! ¡Tú puedes! ¿Te gusta escribir? ¡Esta es tu sección! Envíanos tu artículo a: pablo.ale@aces.com.ar
40
e