Nº1
Edición 2017
Revista del Taller de Producción: Gráfica-Redacción (FCEDU-UNER)
SOBRE LOS ALCANCES DEL HUMOR
Face to face con Rodrigo Barba NOSOTRAS TAMBIÉN JUGAMOS
Pasión y fútbol sin estereotipos
El voto a los 16 y la ampliación de derechos
Sin miedo a la locura: visita al ex Roballos 1
Sumario 4 8
La más linda está de fiesta
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Lo privado de los espacios públicos
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Ellas no están en offside
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Entrevista a Rodrigo Barba: «El humor siempre tiene que disparar para arriba, nunca para abajo porque sería miserable»
Se dice de ellos Desfilando intimidades, afirmando identidades
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Bajen prejuicios, aquí solo hay locos comiendo
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Yo sí quiero volverme tan loco
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Dejen a los pibes tocar
Redacción: Cliptorita: Paula Gonzalvez, Lía Maradey, Jimena Migueles y Verónica Ríos. Forpella: Fiorella Caballero, Jésica Dittrich, Nicolás García y Diamela Gonzalez. Macondo: Rodrigo Benítez, Florencia Espíndola, Yasmín Fellay e Ivana Solanas. Sputnik: Tabaré Echeverría, Florencia Huser, Micaela Sánchez y Micaela Soperez. Unagi: Florencia Duré, Juan Pablo Micceli, Giuliana Nassivera y Gabriel Scudeletti. Diseño y diagramación: Carla Albornoz, Valentina Aldecoa, Macarena Andrés, Ignacio Bolzán, Priscila Failla, Carla Gastaldi, Emiliano Grünewald, Melany Lares, Roque Mana, Nadia Plewinski y Luciana Viso. Fotografía: Cielo Alzamendi y Lucila Rodriguez. Posta fue elaborada en el marco del Proyecto de Innovación e Incentivo a la Docencia: «Revista producida por estudiantes del ciclo lectivo 2017 del Taller de Producción: GráficaRedacción». Docentes responsables: Guillermo Hennekens, Leonardo Caudana, Cecilia Barrandeguy, Marcelo Przylucki. Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Octubre/noviembre de 2017.
Editorial
Lo bueno viene en frasco chico Inmersa en el planeta Tierra, dentro del continente americano, en un país llamado Argentina, sumergida en una provincia vigilada por ríos, en la ciudad que le pidió su nombre al Paraná, en un aula, producto de un choque eléctrico entre neuronas, nació ella: la idea. Chiquitita y menudita, fue de a poco tomando cuerpo y haciéndose lugar entre multitud de otras de su especie, hasta volverse enorme e insoportablemente insistente. Hoy, gracias a su perseverancia, estamos todos acá, inmersos en interminables discusiones sobre asuntos como, por ejemplo, si la coma debe ir o no, que por qué acá y no más allá, o si no sería mejor un punto y seguido. Ocurre que hace tiempo que los estudiantes de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación cursamos, en el tercer año de nuestra carrera, un taller en el que diseñadores y redactores nos unimos para producir revistas. Podríamos decir con honestidad que de allí salieron trabajos geniales, pero estaríamos errando en un detalle: el verbo. Nunca salieron. Encuadernados y encasillados jamás han visto más luz que la que entraba por la ventana del aula. Sin embargo, hoy deseamos que ese verbo se vuelva presente y por eso hicimos Posta, una producción de jóvenes para jóvenes, y realizada a puro pulmón. Una batalla grande que estamos dispuestos a pelear. Y no, tampoco nosotros sabemos qué significa «ser jóvenes» ni quién entra o no en ese rango, pero sí tenemos claro lo que queremos: cambiar lo que se viene haciendo y mostrar otra forma de contar, en la que dejemos de invisibilizar lo que nos conviene y en la que ya no nos muestren como la nueva generación que no lee más de 140 caracteres, que es amante de lo efímero o que no piensa. No somos eso. Lo sabemos y para comprobarlo podemos mirar la revista que hoy tenemos en nuestras manos: una publicación en la que nos sumergimos en el Hospital Escuela para descubrir a los seres humanos que se esconden bajo el clásico rótulo de locos y que también pone el foco en la pasión de las mujeres por el fútbol y en su lucha diaria por superar las barreras que quieren excluirlas. Además entrevistamos a Rodrigo Barba, un dibujante santafesino que nos enseña que la risa es el elemento clave para develar aspectos de la realidad casi impenetrables. Aún antes de saber que este sueño iba concretarse, ya escribíamos y diseñábamos para ustedes. Hoy se está cumpliendo. Es hora de que alcemos nuestras copas y las choquemos provocando un estruendo tan ensordecedor que logre que nuestra idea, nacida en un milímetro de espacio cerebral, cruce las fronteras y se vuelva impulso planetario. Algo de esto dijo John Lennon: pueden decir que somos soñadores, pero no somos los únicos.
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Arte, política y autogestión
Rodrigo Barba: «El humor siempre tiene que disparar para arriba, nunca para abajo porque sería miserable» La cita fue en la Facultad de Ciencias de la Educación, casa de estudios en la que trabaja como no docente Rodrigo Barba, o «Barba» a secas, como firma el dibujante. Cuando llegamos nos saludó con la simpatía de un compañero que también estudia y ejerce la Comunicación Social. Enseguida comenzamos a charlar de su fin de semana en la Crack Bang Boom (cbb) de Rosario, que es algo así como el Encuentro Nacional de Mujeres pero de humoristas gráficos e historietistas. Él la definió como «una bestialidad». Cuando fue propicio, el grabador se encendió y comenzó la charla que se extendería por más de una hora. Nació en Santa Fe hace 32 años y le falta una materia para terminar la carrera, se desempeña como dibujante en el Semanario Análisis, el Periódico Pausa, la página de Facebook Alegría y la Revista Jirafas. Además milita en el sindicalismo de su claustro, trabaja como profesor de tres materias en eter y es muy bueno jugando al tenis de mesa. Hablamos con el creador de El Tercer Mundo de Barba, una idea que comenzó en un blog y trascendió al papel en un libro editado por la Editorial Jirafas y prologado por Maxi Sanguinetti y Gustavo Sala. Por Sputnik ¿Cuándo comenzaste a dibujar? Soy relativamente nuevo. Empecé escribiendo como cualquier adolescente que quiere expresarse, pero cuando descubrí el mecanismo del humor me gustó lo que generaba ese formato, la gracia y la búsqueda constante de una sorpresa intelectual, fue algo re loco. También hice un cuento que pensé que era serio, pero a todo el mundo le divirtió y me copó esa sensación. Me inicié con guiones y relatos y en 2007, con dos compañeros de Comunicación Social armamos un programa de radio que se llamó Los Chanchos. Fuimos probando diversos soportes para provocar una carcajada: hicimos teatro, televisión en Canal 13, cortos y Stand Up. Después llegó un momento en que tenía un montón de chistes y formatos de construcción que debían ser dibujados porque no había otra manera de plasmarlos que no fuera con una viñeta. Así que me senté, agarré un cuaderno, pinté rayas, círculos y me puse a practicar. Me re obsesioné con que quería trabajar en esto y me di cuenta de que ya tenía un material que no me animaba a mostrar todavía. Entonces fui a la casa de Maxi Sanguinetti, vimos mis ilustraciones y me propuso publicar en la sección Acidez de la actualité, de Análisis. El se-
manario es como mi primera casa, me encanta, así que sigo laburando ahí. ¿En ese medio arrancaste con el humor político? No, ahí me di el gusto de darlo a conocer, pero siempre me divirtió, hasta cuando no hacía dibujos. Cuando me refiero al tema pienso en un determinado sentido de la cosmovisión del mundo y en romper con algunos parámetros. El humor siempre tiene que disparar para arriba, nunca para abajo porque sería miserable. Debe cuestionar el poder. ¿Cómo es tu proceso creativo? Siempre es la idea, el guión y la viñeta. No me considero un buen ilustrador y no me preocupa tampoco porque no es mi búsqueda. Estoy satisfecho con mi producción si logra apoyar la idea que acompaña. Busco algo económico, más icónico. Es más, si te fijás en algunos trabajos míos vas a ver que no tienen fondos porque me cuestan mucho. Intento hacer cosas claras, un poco porque no me sale de otra manera. Rara vez traté de encajar un chiste en una imagen, sólo lo hago cuando tiene que ver con parodias de cosas más pop, pero porque el dibujo o la fotografía en cuestión ya me preceden a mí incluso. 5
¿Qué intentás generar con tus creaciones? Algo, pero a veces no sé qué, depende del caso. Uno quiere mostrar una faceta de un hecho que estaba escondida, que de un modo directo era imposible atravesar. En esta búsqueda, la risa es el elemento relajado que permite develarla, porque es un golpe a las costillas que revela un aspecto, una arista, una posibilidad de lo ocurrido que de otra manera no se podría penetrar. Pasa que a la cuestión crítica también se le entra por un costado, por el punto débil de las realidades que son duras. Pertenezco a un partido y milito, pero trato de que eso no me joda a la hora de hablar de política, porque cuando hay que decir las cosas, las expreso. Se tiene que atacar todo tipo de fanatismo. ¿Qué le aporta la comunicación social a tu actividad? Todo. Es algo que tiene más relación con esta carrera que con las bellas artes o la plástica, así que haber pasado por la facultad fue fundamental. El humor gráfico que hago y que me gusta es crítico, eso es importante porque se utiliza la sorpresa intelectual para contar otra cosa. En esto de pegarle al poder y disparar para arriba no hay nada más alto que el sentido común. Esa mentira, que en realidad es una construcción de la hegemonía, es lo que hay que atacar.
«La autogestión es el camino que debemos seguir. Solo los consagrados tienen la posibilidad de cobrar bien» ¿Por qué «El Tercer Mundo de Barba»? Por varios motivos. Uno es porque me parece una costumbre muy argentina mirar todo con un filtro ter-
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El humor y sus límites No hay un tribunal que diga hasta donde te podes reír, lo que hay es gente estúpida y gente que no. En tanto sea una producción compleja, bien elaborada y pensada, uno puede burlarse de todo. Depende de la construcción que se haga, del artista y del público que lo ve. El límite del humor es el buen gusto de quien lo consume y de quien lo produce.
cermundista que, en realidad, es como nos catalogan desde afuera, nada más. También al humor gráfico se lo observa con ese lente, dado que suele ser el más marginado dentro del ámbito artístico. Otra razón del nombre está en que mi primer espacio es lo íntimo, el segundo son cosas relacionadas a la producción y al trabajo, y después está el tercero donde me río de todo. ¿Cómo salió la presentación de tu libro en la cbb? Muy lindo. Cumplí un sueño, porque había ido muchas veces como público con los chicos de Jirafas y ahora pudimos mostrar algo propio. Nos jugó en contra que justo en ese momento estaba Frank Miller hablando, entonces había como 50 personas que escucharon lo que teníamos para decir. También fueron amigos de sorpresa. Estuvo buenísimo por la devolución de la gente que se rió, conoció el libro y lo compró. Fue un momento demasiado emotivo porque es el laburo de años con un grupo que te apoya desinteresadamente. ¿Cuál es tu situación laboral como humorista gráfico? Áspera. Es muy raro que alguien pueda vivir de esto. Facundo Belgradi siempre dice que nosotros somos obreros del arte y la verdad es que es así. Tenés que laburar, moverte por todos lados, mostrarte. Lo copado de convenciones como la cbb es que ves gente realmente grosa que arma su stand, limpia la mesa, hace cajitas, las baja del auto y se queda barriendo. Eso es lo que hay que hacer. La autogestión es el camino que debemos seguir. Solo los consagrados tienen la posibilidad de cobrar bien, y la mayoría la peleó muchísimo para llegar ahí. Todos tenemos un laburo que nos permite vivir y dibujar por otro lado. Respeto mucho al que decide dedicarse a la historieta y bancarse el hambre, la batalla e invertir los pocos pesos que tiene apostando a recuperarlos vendiendo lo que hace. Hay que ser muy valiente. Me da cierta tranquilidad no tener que dibujar para comer, pero me encantaría poder vivir de esto. ¿Cómo te llegó la invitación a participar de Alegría? El comienzo fue re loco, porque yo era su consumidor. Todo empezó cuando la página saca un dibujo muy parecido a uno que yo había subido hacía un tiempo, en el golpe a Dilma Rousseff. Al empezar la cuestión de
que la iban a destituir hago la bandera de Brasil, y en vez de Ordem e Progresso decía «Golpe e Retrocesso». Al pasar el caso a una segunda instancia, publica la misma imagen la Revista Barcelona. Después, al concretarse la expulsión de la funcionaria y con la asunción de Temer, Alegría también la utiliza. Entonces alguien puso mi ilustración en los comentarios de ese posteo y me escribieron los chicos que la administran. A veces pasa que se difunden chistes iguales y cambiarle la leyenda a un símbolo nacional era algo que cualquier humorista podía hacer, no me parecía gran cosa. A raíz de eso entraron a ver mis producciones, preocupados por el plagio, y me ofrecieron trabajar para el medio. Yo chocho, obvio, estaban todos los que admiro muchísimo. En una experiencia muy interesante, lanzamos a la venta un libro con ellos, que era un anuario sobre el primer año de Macri. Ahora está por salir el segundo, que es como un testimonio de época en el que está plasmado lo que pasó en los chistes. El hecho de que mis creaciones estén ahí ayuda a que se viralicen. ¿Qué cambios ves en el humor gráfico en relación a internet y las nuevas tecnologías? Cambió un montón, veo mucho más apuro y por eso hay más dibujos como los míos, que no son tan trabajados —dijo riendo—. Hoy en las redes sociales
pasa algo y sale el meme o el chiste al toque, así que no te podés tomar hasta el otro día para publicar. Eso es positivo porque no sé si conocería a tantos artistas de diversos lugares si no fuera por la web. Antes tenías
«En algunas pocas ocasiones puse plata para publicitar un dibujo en Facebook» que comprar, ir a una convención, era mucho más complicado. La desventaja es la sobreinformación, de todo hay 20 mil posteos. Igualmente, hay que relajarse un poco. Por suerte está Nik para eso —bromeó y ambos reímos—. Los ilustradores lo criticamos mucho pero lo necesitamos, porque todo grupo, para afianzar su unión, tiene que tener un chivo expiatorio. ¿Cómo aprovechás la web para difundir tus dibujos? Invito a mucha gente a que vea mi página y publico mi trabajo en todo lugar que pueda. Cuando salen mis chistes en Pausa, Análisis o Alegría los comparto. En algunas pocas ocasiones puse plata para publicitar un dibujo en Facebook, porque te querés dar a conocer y metés unos mangos. Es adictivo. De todos modos, algunos se hicieron virales solos.
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Plaza del barrio
La más linda está de fiesta Se erige como el punto de encuentro predilecto entre los paranaenses de todas las edades. Música, juegos, mates y cervezas se conjugan con el verde de la naturaleza para crear un ambiente ideal. ¿Qué se hace y quiénes visitan este rincón que se convirtió en un sinónimo de las tardes de la ciudad? Por Forpella
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Son las cinco de la tarde. Mirando hacia arriba no se divisa ni una sola nube. El clima primaveral nos anuncia que es un domingo magnífico para no quedarse postrado en la cama. Sin un destino fijo pero con el equipo de mate colgado al hombro, vamos caminando por calle Arturo Illia hasta que vemos un vasto colchón natural que nos llama a sentarnos. Su aroma a «Verde que te quiero verde», como bien escribió Federico García Lorca, convierte ese lugar en irresistible. Enseguida buscamos una sombra acogedora para evitar sufrir el sol litoraleño. Cerca nuestro un cartel que reza «La plaza del barrio» nos da un indicio de a dónde fuimos a parar: la Sáenz Peña. O la Sampe, como le
decimos todos cuando, inmersos en la vorágine de la rutina diaria, intentamos ocupar la menor cantidad de tiempo posible, incluso al hablar. Cebamos el primer amargo mientras nos mimetizamos con el canto alegre de los pájaros, las risas de los niños inquietos y las melodías aficionadas de las guitarras. Por instantes pareciera que estamos en un rincón mágico, fuera del tiempo de los autos que corren veloces a nuestro alrededor. Un rincón con peculiaridades difíciles de hallar en otro sitio de nuestra ciudad. Acostados con la nuca sobre el pasto, notamos que el cielo empieza a esbozar un dibujo inusitado: el del sol a punto de besar a la luna. Pronto, casi sin que nos demos
cuenta, el atardecer nos va a comer y ambos quieren ser testigos. Pero no nos adelantemos, todavía le quedan unas horas de vida al día. El primero que nos da la bienvenida es un perro: nos saluda incluso antes que las hormigas o los vendedores, mientras que con su mirada y su hocico nos pide comida. Pero no es el único, hay otros como él que se pasean grupo por grupo. Algunos dicen que es para dar y recibir cariño; otros opinan que lo hacen para molestar. Quizás todos estén en lo cierto. Este pulmón verde tiene el poder de convocar a gente de todas las edades en una misma manzana. Desde ancianos jugando croquet hasta gurises que tocan la guitarra brindando un concierto improvisado, los paranaenses siempre hicimos de la Sampe nuestro punto de encuentro predilecto. Quizás hasta podríamos imaginar a un joven Roberto Arlt transitando este mismo lugar hace ya muchos años, acompañado de su mate o de un cigarrillo. Si soñamos un poco más podríamos ver también a nuestros viejos darse su primer beso bajo la sombra del mismo árbol en el que estamos ahora. «Andá a buscarte una más fría que tu pecho». El grito de un chico de unos 21 años a otro de la misma edad que porta un envase de cerveza en sus manos nos despabila rápidamente de nuestras maquinaciones. No sabemos con exactitud el porqué de la broma pero sospechamos que tiene que ver con la camiseta de Racing que usa el pibe que recibió el chiste. Lo que sí tenemos
claro es que, en vasos de plásticos o tomada del pico, la birra es una de las estrellas del domingo. A su lado, infaltable, la otra alma de la fiesta: el mate, ese objeto que tiene la especial capacidad de convertirse en el ritual de la yerba y el agua. Ambos son fieles compañeros de rondas colmadas de charlas y risas, que se tornan más intensas a medida que la bombilla o la botella van viajando de mano en mano. ¿Qué misterio albergarán
Este pulmón verde tiene el poder de convocar a gente de todas las edades en una misma manzana estos brebajes, que se convirtieron en sinónimo de compartir? No dejamos de preguntarnos. Ni de tomar. A nuestro alrededor, un grupo de gurises mantiene sus bocas abiertas porque tampoco pueden abstraerse de los chicos que hacen volar por los aires tres pelotitas. Los malabaristas demuestran su destreza en el extenso espacio verde de la Sampe. «Vengo seguido por acá. Es una buena forma de mostrar lo que sé hacer y, de paso, levanto algunas monedas», asegura Sebastián, un joven rubio de 22 años, mientras sigue manejando sus manos con ritmo, como si las moviera al son de alguna canción que, quizás, suena en su cabeza. Un poco más lejos, en la calesita, toma cuerpo una realidad totalmente distinta. Caballitos, autitos y patitos de fibra
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de vidrio cobran vida cada vez que un niño se les sienta encima y cree que son de verdad. Los miramos, añorando poder sentirnos como ellos, mientras comienza a sonar un tema de Piñón Fijo que provoca que una niña revolee sus rulos al compás de la música. Mientras pasan las horas, la feria organizada por distintos comerciantes locales es visitada constantemente. Los puestos están instalados desde temprano. Allí se venden desde plantas hasta comidas, sin olvidarnos de los tradicionales mates y de las artesanías que nunca faltan. Sobre la vereda de la calle Enrique Carbó se conjugan las personas que observan la exhibición con las que hacen ejercicios en los aparatos aeróbicos. Cuando todos están en sus lugares comienza el espectáculo del atardecer. Los padres y los abuelos se retiran acarreando a los niños que aún quieren quedarse. Casi inmediatamente después llega a la plaza un nuevo integrante, acompañado de su particular aroma dulce. Lo reconocemos. Miramos a la derecha y encontramos un grupo compartiendo aquello a lo que Los Piojos le dedicaron Verano del '92, Intoxicados le compuso Una vela y que fue musa inspiradora de El Sensei de Las Pastillas del Abuelo. Entre risas y quizás con algo de temor de ser reprendidos por la policía, los vemos observar embelesados cómo uno de sus amigos sale de la ronda para enrollar un papel. Enseguida se dan cuenta de que los estamos siguiendo con nuestros ojos y nos saludan. Hacemos lo mismo y dejamos de 10
prestarle atención a la escena porque otra cosa nos atrapa: un ritmo candombero que llega junto con el ocaso. Chicas portando tambores causan que todos los
Mientras pasan las horas, la feria organizada por distintos comerciantes locales es visitada constantemente presentes, quizás sin quererlo o pensarlo, movamos nuestras caderas y hombros al son de su música. Forman parte de Las Dragonas, un grupo que hace poco participó del Contrafestejo y que todos los días practica en este verde rincón. ¿Estamos en Paraná o inmersos en alguna tribu de África? Por un instante llegamos a dudarlo. Finalmente, el sol se esconde y resplandece la luna. La noche se instala y, con ella, los primeros aires fríos. El día va muriendo y, junto a su deceso, se duerme la plaza. Cuando nos disponemos a irnos y volvemos a ver al perro que nos dio la bienvenida, al cual bautizamos Tobi, que ahora nos brinda una cariñosa despedida. Estamos seguros de que si hablara nos pediría que nos quedemos. Respondemos su mensaje con nuestras caricias que intentan decirle que no se preocupe, que en una semana nos reencontraremos en este rincón del mundo que convierte cada domingo en una gran fiesta.
Poder y cultura
Lo privado de los espacios públicos Por Macondo ¿Hasta qué punto le corresponde a la plaza la denominación de «espacio público»? ¿Realmente podemos definirla de tal forma? ¿Qué lugar es apto para ser considerado como libre para cualquiera de nosotros? Son preguntas que nos hacemos constantemente. ¿Pero tienen respuesta? Todos los días que recorremos la ciudad tenemos la posibilidad de encontrarnos con un espacio verde ideado para romper con la monotonía de los altos edificios y darle un respiro a aquel que estudia o trabaja durante largas horas y quiere distenderse. En estos rincones, los chicos deciden gastar su energía jugando con la arena, el balde y la pala, hamacándose o girando en una calesita. El problema llega cuando queremos realizar algún otro tipo de actividad, ligada a los espectáculos artísticos o a la venta de diferentes productos. Ejemplos nos sobran. Siempre que se quiera hacer un mini recital en plaza Alvear, por citar un caso, hay que pedir un permiso a las autoridades competentes que, muchas veces, se hacen dueñas de esos lugares. Cuando un payaso o un mimo desea trabajar para juntarse unos pesos, lo que termina juntando son sus pertenencias, ya que debe alejarse antes de que se den cuenta de que está ahí. Lo mismo pasa con los puestos de accesorios: si no forman parte de una feria organizada, muy difícilmente puedan hacerse de su espacio. Y cuando eso sucede, desde alguna parte que impone autoritarismo se los invita a retirarse. El Tramando Medios, actividad diagramada y ejecutada por nuestra facultad, intenta imponerse como un avasallamiento al poder con la consigna de tomar la calle e intervenirla artísticamente. Pero ahí también corre la famosa notita de permiso. Esta situación, en la que el Estado decide quién puede disponer de lo que es de todos, no se limita solamente a los espacios verdes de la ciudad, porque pasa más o menos lo mismo con los centros culturales. Por ejemplo, para poder tomar una foto en el Centro Experi-
mental Gloria Montoya, antes de apretar el display hay que pedir la autorización de la Secretaría de Cultura de Paraná. A fin de cuentas, algunas puertas no están tan abiertas ni los espacios públicos son para todos. A veces, el poder de turno saca partido de algunos negocios, y se apropia de lo público. Nuestras plazas, que son los lugares más concurridos de la ciudad, no debieran reproducir algunos estándares de esa cultura elitista que desde hace demasiados años buscan imponernos. Debemos pelear por lo que es nuestro y es necesario que lo hagamos todos. A este paso, nos vamos a quedar sin dónde poder rapear o tocar una guitarra… 11
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Con botines puestos
Ellas no están en offside A pesar de que se minimice su voz en los medios de comunicación y dentro de las canchas, poco a poco las mujeres se van incorporando al ambiente futbolero. La escasez de elementos para practicar y el insuficiente apoyo de la afa hacen que las jugadoras tengan que autofinanciarse para poder competir. En nuestra ciudad encuentran un espacio para desplegar su pasión: la Liga Paranaense de Fútbol Femenino se conformó hace tres años y crece como los equipos que la integran y la cantidad de espectadores que alientan en sus tribunas.
Por Forpella
Chicas uniformadas corriendo detrás de una pelota. Dos directores técnicos que reparten indicaciones a los equipos que se están disputando los tres puntos. La sorpresa apropiándose de los rostros de algunos de los que ven la escena. Ocurre que ser mujer y futbolista, en el imaginario colectivo, es una imagen casi impensada. Y cuando se piensa, se juzga, porque aún hoy los estereotipos siguen jugando de local en nuestra sociedad. Sus goles son silenciados. Sus festejos, también. Ellas, mujeres que visten botines y defienden un escudo portado en su pecho, sólo quieren disfrutar de la competencia y dejar de perecer ante el ninguneo hacia su actividad. Reclaman más presupuesto y lugar en los medios de comunicación. Y buscan lograrlo a base de garra en el verde césped.
La rival subestimada
Por lo general las olvidan. Minimizan lo que hacen. Les cierran las puertas. Hay cambios tímidos en pos de darles más espacio, pero aún así siguen esperando su momento de entrar por completo. Ellas, las jugadoras, son casi siempre las grandes tapadas por los medios de comunicación. Si alguien se dedica a mirar los canales de la ciudad durante un domingo de liga paranaense femenina cae-
ría en la cuenta de que sus partidos jamás son televisados. A nivel nacional, en cambio, hay algunos avances. Desde septiembre de 2015 y a través de la web, tyc Sports Play transmite encuentros en los que la mujer es quien lleva la pelota. Asimismo, Crónica no tiene rivales a la hora de cubrir los choques de la primera división del torneo organizado por la afa. Sin embargo, a pesar de esta difusión, en las pantallas se sigue notando la exclusión. «Me duele que el periodismo nos ignore» comenta Florencia Quiñones, jugadora de San Lorenzo. El fútbol femenino está lejos de los primeros puestos en el torneo de tinta y micrófonos. En los noticieros, diarios y radios casi no se habla del tema. Los espacios dedicados a informar sobre este deporte se reducen a segmentos de no más de 15 minutos cuando quien se erige como protagonista no es un varón. A su vez, las opiniones de las mujeres a veces no se toman en cuenta: aún se las sigue dejando en un segundo plano, tal como ocurrió en el Mundial de Fútbol masculino de Brasil 2014. En aquella competición solo los hombres fueron los encargados de portar los micrófonos en nuestro país. Sin embargo, las reglas del juego mediático están cambiando lentamente. En Fox Sports, TyC Sports y espn la conducción de los noticieros centrales es mixta. Será cuestión de esperar para ver si llega el 13
momento en el que las voces de las mujeres ocupen más la capitanía que el banco de suplentes a la hora de hablar del deporte rey.
El contragolpe de las árbitras
Desde el imaginario colectivo se suele relacionar lo que ocurre dentro de una cancha de fútbol con lo que hacen 22 varones con una pelota. Este pensamiento se repite en el selecto mundo de aquellos encargados de impartir justicia. El primer caso de una árbitra argentina fue el de Florencia Romano, quien, pese a obtener su título de réferi en 1992, dirigió por primera vez el 4 de abril de 1999 en la Primera D, dado que según el criterio de Julio Humberto Grondona no era sensato que una mujer es-
De los 3.753 árbitros que ejercen en nuestro país y que están habilitados por la AFA, sólo 53 son mujeres tuviera al frente de un partido disputado por hombres. ¿Acaso los conocimientos dependen de lo que indica la biología? Para algunos sí. En marzo de 2000, la mediadora integró una terna arbitral junto a Elvira Maldonado y Alejandra Cercato. Para ambos sexos la carrera de réferi se da de la misma manera. Se comienza haciendo infantiles y juveniles, para luego saltar a reserva. Aquí es donde se produce una separación: los varones continúan ascendiendo por Primera D y Nacional B, hasta llegar a Primera División. Con el sexo femenino no ocurre lo mismo: de los 3.753 árbitros que ejercen en nuestro país y que están habilitados por la afa, sólo 53 son mujeres. «Hay pocas, a pesar de que cada día crece la cantidad de chicas que estudian para ser árbitras» destacó Sofía Schell, jugadora de UAI Urquiza. Quizás, cuando los estereotipos de género puedan eliminarse cual equipo que queda afuera de una copa, se vea a las mujeres impartir justicia en un partido de una categoría importante. De otra forma solo se seguirá invisibilizando el hecho de que el grito de la pasión femenina por el fútbol está creciendo y espera ser escuchado.
Presupuesto del Estado vs. autofinanciamiento
Ellas se preguntan por qué no poseen pelotas suficientes para entrenar y tienen que compartir entre seis o más compañeras la herramienta indispensable para practicar este deporte; por qué necesitan hacer filas tan largas para hacer pasadas o usar alguna máquina del gimnasio. Sin embargo, después de que reflexionan un instante, entienden las razones por las que no poseen balones, pesas ni conos. También descubren 14
el motivo por el que deben pagarse sus pasajes y los demás gastos que conlleva disputar una liga y llegar a ser competitivas. La causa es que la afa diagrama un presupuesto muy bajo para el fútbol femenino y en algunas zonas ese dinero no existe, llevando a muchos equipos a abandonar sus actividades. En tal sentido, Schell comenta: «A pesar de que el club me otorga un viático, a los demás gastos los debo cubrir con plata de mi bolsillo». Hoy el presupuesto destinado por la afa a los varones supera 10 veces al de las mujeres. Esto ocurre a pesar de que la fifa busca garantizar oportunidades para las jugadoras, ayudando económicamente a las asociaciones miembros para superar los mayores retos del desarrollo del fútbol femenino. Asimismo, desde la conmebol se había planteado que todo equipo que intente disputar la Copa Libertadores debiera tener un plantel profesional conformado por chicas que practiquen el mismo deporte: una propuesta que jamás se llevó a cabo. Ellas ya tienen respuestas para todas aquellas preguntas formuladas: el fútbol es desigual para varones y mujeres. En Paraná, como en gran parte de Entre Ríos, para solventar gastos y llevar adelante las prácticas y las competencias, las chicas venden tortas fritas, pizzas y realizan rifas. A pesar de que la afa no las tenga muy en cuenta, seguirán entrenando y disputando el juego que más las apasiona.
Las paranaenses en ascenso
Desde hace tres años los domingos son los días más esperados para las futbolistas paranaenses. Todo se da como si fuera un ritual. Cuando el reloj marca las 10 de la mañana el silbato del réferi da comienzo a un nuevo partido. El agudo sonido es el que permite que la pelota comience a rodar entre las piernas de las ju-
El fixture de la Liga Paranaense de Fútbol está compuesto por 10 grupos de mujeres que comparten la pasión gadoras para lograr, juntas, que el circular elemento pueda entrar en el arco. Pasados los 35 minutos cada deportista puede descansar 10 para luego volver a la cancha y culminar el tiempo de disputa. El encuentro finaliza y la gente que está en las tribunas, apostando al fútbol femenino, comienza a retirarse. Las chicas se despiden y la semana vuelve a girar. La próxima fecha las espera. Cada equipo juega 18 veces y se enfrenta contra todos los demás inscriptos hasta completar las dos ruedas. Serán campeonas las que resulten primeras por la sumatoria de puntos en el desarrollo del campeonato. «El premio es más simbólico que material. Si bien dan un trofeo, el reconocimiento mayor es la amistad entre las jugadoras» comentó Diego Faisal, director
técnico de Unión de Crespo. El local debe pagar todos los gastos que conlleva el espectáculo, que suma un total de 1.200 pesos por encuentro. Este año cada plantel tiene la obligación de abonar un arancel de 150 pesos para ayudar al club que le toca ser sede, que varía semana a semana. Sobre esto, Milagros Wendler, futbolista del conjunto de la Capital Nacional de la Avicultura, dice: «Cuando la fecha se disputa en casa se gasta mucha plata, ya que se pagan las canchas y a los árbitros. A la hora de viajar es distinto porque intentamos ir en autos». El fixture de la Liga Paranaense de Fútbol está compuesto por 10 grupos de mujeres que comparten la pasión, nueve provenientes de la capital entrerriana y el restante de Crespo. Los aspirantes al título del torneo de nuestra ciudad son: Ministerio Verde, Sportivo Entre Ríos, Don Bosco, Unión de Crespo, Universitario, Sportivo Urquiza, Ministerio Blanco, Palermo de Paraná, Instituto y Peñarol. Las luces se apagan. Ellas se van. Saben cuáles son las barreras que tienen que atravesar para ser reconocidas dentro del deporte que más pasiones despierta en nuestro país. Pero no todo debiera depender de su fuerza de voluntad: el Estado y los medios de comunicación tienen que apoyar su actividad. Es necesario que la sociedad deje en offside todos los estereotipos si realmente quiere dejar de minimizar y discriminar a la mujer cuando corre con los botines puestos. 15
Abrir la discusión
Se dice de ellos
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Que son manipulables. Que no tienen conciencia de las medidas que puede tomar un gobierno. Que su única preocupación pasa por conseguir un like en Facebook. Cuando la juventud está en el centro del debate, los prejuicios más conservadores salen a la luz. Las discusiones que se dan sobre si es adecuado que un ciudadano vote a partir de los 16 años o si es conveniente que lo haga a los 18, son un claro ejemplo de este desfile de estereotipos que se disfrazan de argumentos indiscutibles. Cuando en 2012 se sancionó la Ley Nro. 26.774, muchas miradas estuvieron puestas en la presumible falta de capacidad de los menores de 18 años para saber decidir en el cuarto oscuro. A cinco años de la promulgación de la normativa esta postura poco ha cambiado. Desde la opinión pública, tan cercana al pensamiento binario y simplista, continuamente se genera un antagonismo entre dos figuras. Por un lado están los adolescentes: los que desconocen, los que deben mantenerse al cuidado de un adulto, los que no se interesan por lo que ocurre a su alrededor. Por el otro los mayores de edad: los que entienden de política, los que son independientes, los que tienen capacidades para hablar sobre problemáticas públicas. ¿Acaso son también los que pueden señalar con el dedo quién es apto para involucrarse en asuntos del Estado y quién no? Las opiniones de los jóvenes muchas veces son subestimadas o ni siquiera escuchadas. Constantemente se decide hablar de y sobre ellos más que con ellos. Lo que tengan para decir tampoco importa. Muchos chicos sa-
len a las calles a luchar por lo que creen justo, existen centros de estudiantes de escuelas secundarias que debaten sobre la violencia de género o la baja inversión en educación y los espacios de militancia se pueblan cada vez más de personas que aún no han pisado la tercera década de vida. Sin embargo, poco de todo esto se tiene en cuenta en una sociedad amiga de los estereotipos y que mide el interés político en edades. «A más viejo, más capaz», dicen por ahí. Los cambios en pos de una mayor pluralidad de opiniones suelen generar resistencias. En nuestra historia hay ejemplos claros. Cuando se promulgó la Ley Sáenz Peña, en 1912, los hacendados gritaron en contra de que sus empleados elijan a sus representantes de forma secreta. En 1947 los varones hicieron lo mismo cuando se decidió que las urnas se encuentren al alcance de las mujeres. Ahora nos toca a los jóvenes estar en el ojo de la tormenta, pero ya nos vemos preparados para sobreponernos a cualquier viento. El hecho de que se pueda sufragar a partir de los 16 años es una ampliación de derechos que nos debíamos. Es un paso más para que los cuartos oscuros sientan el eco de otras voces también comprometidas con la política. Ocurre que existe una juventud que trae ideas de renovación a las que quizás algunos les teman. Los adolescentes quieren ser escuchados. Y a fuerza de convicciones y de luchas, como han demostrado incluso durante la última dictadura militar, planean lograrlo.
Redes sociales
Desfilando intimidades, afirmando identidades Por Macondo
Día a día podemos darnos cuenta de que, por más paradójico que suene, nos interesamos más en mostrar a través de internet lo que estamos haciendo que por concretar aquello que describimos. Sin embargo, lo más preocupante es que muchos de nosotros no nos preguntamos por qué hacemos lo que hacemos. Los pocos que sí se lo han cuestionado atisban una rápida y cómoda respuesta, en la que señalan a las propias redes sociales como las responsables de incitar a convertir momentos de nuestra vida privada en una publicación. Como si fuera una especie de fuerza externa, sobre la que no tenemos control, la que nos conduce a sacarnos una foto o grabar un video en directo para dar a conocer a todos qué estamos haciendo en este preciso instante, cómo y con quién. Si bien en algún punto este argumento es cierto, existe un motivo mucho más complejo y menos predecible por el cual nos exteriorizamos: la necesidad de completarnos y reconocernos. Stuart Hall explica que los sujetos nos construimos a través de la relación con el otro, con lo que nos falta, con lo que no somos. Y concluye que la identificación necesita lo que queda afuera para consolidarse. Precisamente, el impulso de exponer todo y a cada hora se fundamenta en esta búsqueda por completar la propia identidad. Quienes acceden a nuestros perfiles son los que nos determinan qué debemos hacer y qué no, cómo debemos ser y cómo no. ¿Por qué nos arreglamos para una selfie o acondicionamos lo que publicamos si no es para lograr ser aceptados por nuestros espectadores? De ahí la reconfortante sensación de recibir muchos pulgares azules, corazones rojos o cualquier distintivo que nos indique aprobación. En esta misma línea, también Serge Tisseron afirma que «el individuo no se expone con la intención de compartir sus experiencias, sino que utiliza a los otros como un espejo para reafirmarse». Es a través de nuestro público que nos reconocemos y afianzamos lo que somos. Tal es así que la mayoría de las veces los perfiles digitales delinean una versión mejorada de nosotros mismos, ya que la exhibición de la que hablamos es
totalmente deliberada: decidimos qué aspectos de nuestra vida mostrar y de qué manera, para que el reflejo que nos devuelve quien nos mira del otro lado de la pantalla sea el que buscamos. Entonces, no se trata simplemente de la provocación de las redes sociales. Existe una necesidad primaria: completarnos y reconocernos en la relación con los demás. Y es esta exigencia interna la que nos conduce a formar parte de la gran pasarela virtual en la que desfilan intimidades para todos los gustos.
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Hospital Escuela
Bajen prejuicios, aquí sólo hay locos comiendo «Si Ud. hace caso omiso / de nuestra sonrisa desdentada, / de las contracturas / de las babas, /encontrará, le juro, un ser humano. / Si mira más profundo todavía, / verá una historia interrumpida, / que, hasta por ahí, es parecida…» (Marisa Wagner)
Por Cliptorita
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El mundo, al menos desde la época en la que comenzó a imperar fuertemente la lógica capitalista, estuvo dividido en dos bandos: por un lado, la gente de bien, sana, cuerda; por el otro, siempre ocultados y lejanos a la vida pública, estuvieron las personas peligrosas, enfermas, locas. Acá, en la ciudad, la institución encargada de alojar a estos seres, aparentemente despreciables, actualmente es el Hospital Escuela de Salud Mental. Pocos lo conocen por este nombre, pero al decir «el ex Roballos» todo cobra sentido en el pensamiento colectivo. Eso sucede porque es difícil borrar de la memoria de un pueblo los rasgos que marcaron a chaleco de fuerza y electroshock los cuerpos de miles de entrerrianos que habían sido apartados de la sociedad. Para el imaginario social, ellos son como el loco que retrata el aclamado tango de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. O como los seres inventados por Julio Cortázar, los Cronopios, que viven en un tiempo diferente y ven las cosas con ojos nuevos, con una mirada que a los cuerdos nos es imposible percibir. Para llegar, lo primero que un ciudadano debe hacer es tomar distancia de su ámbito de circulación más cotidiano. Lejos de la peatonal, del casco histórico, de los museos y de los bares. Cerca de la entrada a la capital provincial, a pocos metros del Túnel Subfluvial, está ubicada la institución. Pero para realmente acercarse, es necesario emprender la bajada de una pequeña colina natural. Bajar, como en un descender espiritual hacia lo desconocido. El primer paso dentro del hospital es un choque con todos los prejuicios que no sabías que tenías. Estás rodeado de personas vestidas de jean o pantalón, remera o camisa. Algunas fuman o piden algún cigarrillo que les puedas dar, muy pocas visten con pantuflas. Conversan entre sí. ¿Por qué lo primero que se siente dentro es incomodidad y miedo? El edificio de calle Juan Ambrosetti y Rondeau no es más el Roballos. O, para decirlo mejor, ya no quiere
Todas las paredes están repletas de carteles que preguntan: «¿qué se entiende por loco?» o «¿qué significa el Roballos?» serlo. Por ello hace ya varios años se está esforzando en remodelarse cultural y ediliciamente. Las marcas más profundas de su pasado se notan en el sector de internación, que está en la parte trasera del hospital. Es más, es como un patio baldío olvidado, que se intenta no mostrar a los visitantes curiosos. Al mismo tiempo, se sabe que se lo debe mejorar en algún momento para que pueda formar parte de la pintoresca estructura.
Allí, las paredes semi despintadas, junto a los candados que cuelgan de la puerta de cada una de las habitaciones, cuentan la historia de la creación del edificio en 1958. En paralelo a este relato, se pueden observar los vívidos cuerpos de los usuarios que deambulan libremente por los pasillos durante toda la jornada. Al transitar las salas se siente un calor que pretende ser acogedor pero que se mezcla con un escalofrío proveniente de la oscuridad. Porque el sector de internación, tanto de día como de noche, habita entre las tinieblas: los rayos solares no ingresan y las luces fluorescentes no abundan. La nariz no se queda por fuera y no sabe qué sentirá al oler una mezcla entre humo de tabaco, lavandina y baño de estación de servicio. Ese sentimiento agridulce se desvanece al asomarse en los cuartos y ver que en uno hay una pareja de ancianos tomando mate charlando, y en otro una mujer lee Las Nubes, de Juan José Saer, recostada en el sillón. Saliendo del fondo del hospital se puede acceder a la parte de los consultorios externos, dedicados a la atención ambulatoria. La piel se eriza por el frío que ingresa por las ventanas que, de tan antiguas que son, ya no cierran. Todas las salas para la atención están
ubicadas en un pasillo recto que en una punta culmina con la Mesa de Entrada y las oficinas del director y del secretario técnico y la Administración. En el extremo
El primer paso dentro del hospital es un choque con todos los prejuicios que no sabías que tenías opuesto, los especialistas se dirigen a fichar el ingreso y la salida de su trabajo. En el medio del pasadizo hay un camino que permite descender en forma de zigzag a la parte del edificio en la que más remodelaciones se hicieron. Allí está el Área de Comunicación y la Biblioteca Marisa Wagner, nombrada en honor a una ex usuaria del Montes de Oca que escribió poemas durante su internación, el Grupo Institucional de Alcoholismo, el Dispositivo de Atención Psicosocial y el jardín de infantes para los hijos de los empleados. Todas las paredes están repletas de carteles acerca de la Ley Nacional de Salud Mental, y desnudan preguntas como «¿qué se entiende por loco?» o «¿qué significa el Roballos»? Esta última está contestada, con fibrones, por las manos de 19
los integrantes del taller literario de la institución, con las siguientes afirmaciones: «locura-etiqueta», «viaje final», «depresión», «aislamiento», «abandono», «miedo», «peligrosidad». Eso era. Hoy procura no serlo. A veces, por los diferentes pasillos aparecen ciertos personajes representativos. Uno de ellos es José, un
Toman mate sentados en las salas o en la cama, leen un libro, abrazan. Y también, como todos nosotros, tienen crisis ex usuario del hospital que fue externado en 2009. Hoy tiene su propio microemprendimiento de comida y son los especialistas que atienden en el edificio sus principales compradores. Visita quincenalmente los consultorios externos, pero ya no necesita habitar en el lugar. «El hospital estaba confundido», comentó con tristeza al recordar cómo era el Roballos en la época en la que ingresó por primera vez, en 1987. Antes de tener que vivir en la institución él era como cualquier persona que trabaja diariamente. Pero lo hacía en las Fuerzas Armadas y eso lo quebró. ¿A quién no le hubiese pasado? Otro personaje es Lucas, un petiso anciano que forma parte de las 10 personas que viven ahí dentro hace más de 20 años, y se las denomina «crónicos». 20
La Ley Nacional de Salud Mental Nro. 26.657 fue sancionada el 25 de noviembre de 2010 y se promulgó el 2 de diciembre del mismo año. Esta propone un nuevo paradigma para la salud mental, porque su objetivo principal es garantizar la protección de todas las personas, así como el goce de los derechos humanos de la gente con padecimiento mental que se encuentra en el territorio nacional. Sus principales puntos son: - La prescripción de medicación debe responder sólo a las necesidades fundamentales de los usuarios. - La institución debe restringir la libertad lo menos posible y hacer de la internación el último recurso terapéutico. - Se debe promover que la atención en salud mental esté a cargo de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados. - No es necesaria la autorización judicial para la externación. - Se apunta a que no se creen más manicomios, neuropsiquiátricos ni instituciones monovalentes, y los ya existentes se transformen hasta que se sustituyan por dispositivos alternativos.
Ellos ya no tienen un sitio a donde ir y pasaron a traslucir sus pieles con las del sector de gerontopsiquiatría. Allí se reúnen los más viejos como si fuesen una familia. Ponen sus sillones playeros en forma de círculo y se ceban mates. Casi como si de otro edificio se tratara, en la entrada está el Hospital de Día. Anexado a la vieja estructura manicomial, está destinado a la rama cultural de la asistencia médica. Adentro funcionan algunos talleres artísticos, pero de su mano se extienden para afuera diferentes proyectos como la radio La Bisagra o el bufet El Entrevero, dedicados a la visibilización y a promover microemprendimientos de estas personas que no son locas, sino como todos nosotros.
Elogio de la locura
Yo sí quiero volverme tan loco Por Cliptorita Vivimos en una sociedad que al parecer necesita clasificar, separar y segregar. Y esto no es de ahora. Desde el siglo pasado los neuropsiquiátricos funcionan como una especie de agujero negro, ese lugar alejado de la urbanización, de la «gente de bien», de los hombres y de las mujeres «normales», ese hospicio que resultará un depositario de los indeseados, de lo que es mejor ocultar o mantener apartado. Es tanto el tabú, la curiosidad y el miedo que los padecimientos mentales y la internación hospitalaria generan que algunas expresiones del arte comenzaron a
Locura o cordura no son otra cosa que modos de percibir el mundo y lo cotidiano ocuparse del asunto. El cine, por ejemplo, ha presentado un escenario constituido por enfermeros villanos vestidos enteramente de blanco y hasta con una especie de cachiporra en las manos. Hollywood se ha desvivido por satisfacer la curiosidad que genera la locura y tiene en su haber icónicos films basados en ella: La isla siniestra, en la piel de un magistral y perturbado Di Caprio; En compañía del miedo, por una confundida Halle Berry; o Inocencia interrumpida, con la bella Jolie y Winona Ryder. Las películas, que tienen algunos elementos narrativos exacerbados y estigmatizantes en cuanto a los padecimientos mentales, coinciden en algo que sí resulta indiscutible: lo autoritario del discurso médico. En la actualidad, gracias a la nueva Ley de Salud Mental, en el Hospital Escuela de nuestra ciudad muchas de las viejas costumbres de los tratamientos psiquiátricos fueron y están siendo repensadas. Se trata de lograr una disminución del estigma social de la locura y una reducción del sufrimiento que supone la internación. Se pretende que el hospital ya no sea un lugar de encierro de por vida, sino que funcione como un espacio de contención en un momento en que se necesita ayuda profesional para sobrellevar alguna situación que sobrepasa a una persona. En este sentido, es importante romper los prejuicios hacia los otros, pero sobre todo con uno mismo: cuando alguien siente que no puede con su vida es positivo que lo admita y es bueno que haya quien lo ayude a sentirse mejor.
Locura o cordura no son otra cosa que modos de percibir el mundo y lo cotidiano. No está mal expresar los miedos o la curiosidad que ese otro diferente genera. Porque la locura al fin y al cabo es eso que atraviesa y cuestiona lo humano, aquello que pone al descubierto nuestra condición de fragilidad extrema. Y también (¿por qué no?) aquel estado que puede estar nutrido de una exquisita genialidad. Como dice el refrán del abuelo «para muestra basta un botón», o mejor cuatro: Nietzsche, Einstein, Dalí y Charly.
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Espacios culturales autogestionados
Dejen a los pibes tocar
Por Unagi
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Aman la música, se envuelven en su bandera y la defienden como a una ideología. Esa es la premisa que algunos artistas de Paraná utilizan para pensar nuevos espacios y formas que les permitan seguir expresándose en el complicado contexto cultural que atraviesa nuestra ciudad. Estamos ante una situación en la que el Estado parece olvidar la importancia que tiene preservar el arte local. Los productores musicales se aprovechan de las bandas al imponer condiciones excesivas e injustas para poder llegar al escenario, como por ejemplo vender un número de entradas determinado y pagarles con hamburguesas y cervezas. Sin embargo, los músicos se cansaron, tomaron sus malas experiencias en el ambiente y las transformaron. Decidieron convertirse en sus propios jefes y brindarles a otros el trato
que hubiesen querido para ellos, construyéndose una identidad desde la autogestión y generando propuestas que hoy son referencias de la cultura local.
El under nace de lo marginal
Los lugares son pocos y las caras siempre resultan familiares. El Coleguilla, Finden Pub, El Sótano de Nicanor y Cueva Cultural Obrera no son únicamente nombres propios, sino que representan espacios simbólicos para el circuito under que comparten una característica: fueron clausurados o estuvieron al menos una vez bajo la lupa de la Municipalidad de Paraná. Pese a que algunos cerraron y otros lograron permanecer, cada uno de ellos marcó un período en la historia nocturna local, dado que abrieron sus puertas a los músicos
y brindaron alternativas a un sector de la comunidad que se sentía cómodo lejos de los flashes de las confiterías bailables. Incluso hoy, muchas personas definen a aquellos lugares como el punto de encuentro en el que la cultura no se sentía olvidada y las bandas se consolidaban. Cuando algunos de estos espacios cerraron y las opciones se redujeron fueron los mismos integrantes del ambiente artístico quienes se basaron en las claves del under, como la lógica del trabajo horizontal y el compañerismo entre pares, para dar vida a sus propias fiestas. La convocatoria creció de tal manera que los patios de las casas comenzaron a quedar chicos y tuvieron que trasladarse a salones sindicales o predios. El caso más reconocido es el de La Peña Oculta, un festival organizado por los miembros de Argentino Bordolino. Este grupo reúne a bandas emergentes del rock, en conjunto con otras intervenciones artísticas como stand up y circo, con el objetivo de promoverlas y luchar contra la falta de infraestructura correspondiente para realizar muestras y conciertos, con el factor sorpresa de que la dirección no se da a conocer públicamente sino que se notifica de forma personal, conservando el espíritu íntimo. Otra propuesta que supo ganarse la preferencia de los melómanos entrerrianos fue Peña Bomba. Se trata de una fiesta que se realiza cada quince días en una casa antigua ubicada en el centro de la ciudad. Es organizada por Nicolás, Martín y Emiliano, tres jóvenes que se conocieron dando sus primeros pasos como músicos. En cada celebración se plantea una temática diferente que incluye bandas locales, regionales e internacionales acordes al ritmo de la semana. Los artistas que impulsaron este proyecto se propusieron desde el primer día pagarles a los grupos un cachet y ofrecer los sonidos e iluminaciones propicias para un show de calidad. Es por eso que siempre se aseguran que quienes pasen por su escenario estén cómodos y se logre generar un espacio de inclusión cultural. En esta misma línea está Canciones de Luca y Sumo, un tributo compuesto por varios músicos conocidos del entorno que, además de interpretar los temas de la mítica banda nacional, crearon la fiesta Afterchabón que cambia de locación según las disponibilidades de lugares para tocar y ya ganó cientos de adeptos en el último tiempo. Estas tres propuestas sólo son un eslabón de la cadena cultural independiente que integran cada vez
más artistas de Paraná. Sin pautas oficiales o patrocinadores que los avalen, emprendieron el camino de la autogestión que hoy, además de brindarles un aporte económico, tiene como motor la constante pelea por generar inclusión en una ciudad en la que los músicos debieron alguna vez pagar para poder mostrar sus producciones al público y se sintieron poco protegidos por las autoridades municipales. Los concursos de bandas
Estas tres propuestas sólo son un eslabón de la cadena cultural independiente que integran cada vez más artistas de Paraná organizados por el Estado con premios que nunca se otorgaron, los conciertos para los que fueron contratados y aún no les pagan, el menosprecio obtenido al considerar sus producciones como un hobbie y no un oficio, fueron los detonantes necesarios para que el ambiente musical despierte y el sector under finalmente tenga los lugares que tanto anheló.
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