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Renovación del Paseo de la Independencia

El paseo de la Independencia es uno de los principales espacios públicos de la ciudad de Zaragoza –ubicada en la comunidad de Aragón, España. Su trazado comienza en la Plaza de España y finaliza en la plaza de Basilio Paraíso, atravesando la plaza de Aragón y ordenando a su paso el crecimiento del primer ensanche de la ciudad. Su origen data de principios del siglo xix, durante la ocupación francesa de la ciudad, pero no sería sino hasta 1870 cuando la vía acabaría de definirse a través de un andador central arbolado y calzadas laterales. A principios de los años sesenta se llevará a cabo la primera gran modificación de este espacio, eliminando el boulevard central original y dando paso a una drástica dedicación mayoritaria del espacio urbano para la circulación rodada de doce carriles.

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La nueva sensibilidad social a favor del espacio peatonal y la menor exigencia de superficie destinada al tráfico, dan pie a la segunda transformación del paseo de la Independencia –aproximadamente cuarenta años después de la anterior–, en la que se invierte la proporción de los espacios rodado y peatonal, duplicándose este y reduciéndose a la mitad los carriles de tráfico rodado, dos de servicio, dos para el vehículo privado y dos para el futuro tranvía. El paseo recuperará así el carácter de espacio social representativo y lugar de manifestaciones sociales, tradicionales, festivas o reivindicativas.

Criterios para el establecimiento de la nueva primacía peatonal

Para recuperar el espacio peatonal y garantizar su primacía en el ámbito de porches y aceras, el proyecto implicará una importante transformación urbana, que partirá del establecimiento de una rigurosa continuidad de la superficie peatonal entre los extremos de cada plaza –agrupando la superficie en lugar de fragmentarla–, y garantizando la ausencia de cambios de rasante en el pavimento. Las bocacalles transversales se convertirán en calles de acceso restringido sólo desde el paseo y a través de la acera, en una maniobra que establecerá una primera fase para la peatonalización general. En lo que respecta al tronco del Paseo, el tráfico rodado pasará de 12 a 6 carriles, duplicando así prácticamente la totalidad de un espacio peatonal que ahora será más permeable en su paso por la calzada central, con pasos de cebra más frecuentes y diseñados con un tratamiento capaz de ligar ambas aceras. Además, se propondrá un trazado de circulación rodada sometido a la geometría urbana de la ciudad y no tanto a los radios de giro y a las trazas de supuesta fluidez vehicular. La solución final adoptada generará dos amplias aceras arboladas con una sección equiparable al boulevard francés tradicional, recuperando los monumentos existentes en los extremos del eje para el disfrute del peatón y evitando su desairada situación en isletas entre el tráfico. Por último se procederá a formalizar un nuevo espacio singular intercalado entre ambas plazas a partir de los hallazgos arqueológicos del arrabal musulmán de Sinhaya, que quedarán reflejados en superficie con una plataforma de unión entre las aceras que interrumpirá la continuidad del asfalto.

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