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Voces jóvenes

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Fe en acción

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Voces jóvenes

Una herencia de fe

La música es un camino para llegar al alma. Es cautivante e incontenible. En ocasiones, puede transportarnos a un mundo en apariencia diferente. Jamás imaginé que una banda de bronces revelaría algo tan oculto en mí. Al verme envuelta por la melodía de la banda de bronces que tocó un viernes de noche en la iglesia Lowry Memorial, noté algo hermoso: un vínculo entre padre e hijos, que florecía delante de mis propios ojos. El señor Melvin Manoharan y sus tres hijos son una gran bendición para la Esa noche, familia de la iglesia. Cuando escucho que después del culto, su familia ejecuta música para gloria de Dios, me maravillo por el gran don que pregunté a mi este padre ha traspasado a sus hijos. Una esposo: «¿Qué herencia musical. Esa noche, después del culto, pregunté vamos a traspasar a mi esposo: «¿Qué vamos a traspasar a a nuestro hijo?» nuestro hijo?» Ahora que Andrew y yo nos embarcamos en la nueva aventura de ser padres, creí que era algo que teníamos que responder. Andrew es bueno para los deportes y el atletismo, ya sea bádminton o fútbol, críquet o carreras: tiene facilidad para todo. También es un predicador de corazón. Entonces pensé en mí:

«¿Qué herencia voy a darle a mi hijo?» Puedo ser buena para algunas cosas, pero, ¿hay algo específicamente que quisiera traspasarles a mis hijos?

Entonces, recordé los comienzos de mi experiencia con Dios. El Salmo 16 me ha hablado de muchas maneras diferentes, en diversos momentos de la vida, pero la primera vez que se tornó real para mí fue cuando tenía dieciocho años. Me arrodillé antes de salir para el aeropuerto, antes de que pudiera responder todas esas preguntas abrumadoras relacionadas con mis estudios y la carrera. Necesitaba respuestas alentadoras de parte de Dios para ese momento. Acaso una promesa de orientación, o la seguridad de su fuerza. Pero ante mí tenía un desafío. Un desafío de decir y vivir la oración de David. «Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa» (Sal. 16:5). Un desafío de hacer de Dios mi todo.

En mi caminar con Dios, he pasado por experiencias en la cima y en los valles. Lo he decepcionado; he quitado mis ojos de él, pero, aun así, veo su fidelidad. Una y otra vez me ha dado la oportunidad, ha abierto caminos, y me ha empujado hasta el límite, donde puedo practicar lentamente cómo volar sobre las alas de la fe.

Cuando pienso en la bondad y fidelidad de Dios, pienso en el tiempo en que mi esposo y yo practicamos paravelismo. Fue una experiencia indescriptible. La fidelidad de Dios es como un paracaídas gigante que nos cubre a quienes estamos conectados constantemente. Podemos experimentar la bondad de Dios, su sabiduría, instrucción, plenitud de gozo, una buena herencia y delicias eternas (Sal. 16:6-11), cuando dependemos plenamente de él. Dios desea que volemos sobre las alas de la fe. Quiere ser nuestro todo.

Una cosa que deseo traspasar a mi hijo es esa fe radical. La misma fe que tuvo mi abuelo cuando decidió dejar todo para seguir a Jesús; la fe que mostraron mis padres cuando regresaron como misioneros a la India; la fe que Andrew y yo ahora procuramos vivir. Una herencia de fe.

Beersheba Maywald Jacob es estudiante doctoral en Estudios Interculturales y Misión en el Instituto Adventista Internacional de Estudios Avanzados en Silang, Filipinas. Está casada con Andrew.

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