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Iré donde él me envíe

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Fe en crecimiento

Fe en crecimiento

Era noviembre de 2016, y me habían invitado a hablar en un campamento de jóvenes de Samoa Americana en diciembre. En ese entonces vivía en Sacramento (California, EE. UU.). Estaba entusiasmado por la perspectiva de un viaje de evangelismo y vacaciones y esperaba con ansias ganar almas para Cristo. Había estado viajando bastante, llevando a cabo reuniones de reavivamiento, y ese sería mi último viaje del año. Venía el invierno, por lo que estaba entusiasmado pensando en el clima tropical del Pacífico Sur. Mis expectativas para el viaje eran claras: realizar la misión de Jesús, descansar un poco, y entonces regresar a mi hogar donde planificaría las actividades del nuevo año. Pero Dios tenía otros planes para mí. Después de cumplir con mis compromisos para el encuentro, junto con tres de mis hermanos en el ministerio, y de ganar más de sesenta almas para Cristo, se me preguntó si también podía ser el orador principal de los «10 Días de Oración» en la iglesia adventista más grande de Samoa Americana. Acepté, y con oración prediqué cada noche para ganar más almas.

El director distrital asistió a las tres primeras reuniones. Después de la tercera se me acercó y me preguntó qué me parecía la idea de mudarme a Samoa Americana para ayudar con la obra allí. En mi mente pronuncié un inmediato «No», pero mantuve un rostro amable y sosegado. Quedé un poco desorientado por su pregunta. No le respondí. Siguió diciendo: «¿Por qué no lo piensa y ora por ello? Hablaré de nuevo con usted para saber qué decidió». Acepté con cortesía y me fui de allí. Cuando regresé a mi habitación, ya había decidido rechazar la propuesta. Después de todo, aunque tenía raíces étnicas en Samoa, me sentía completamente estadounidense. Pensaba que no encajaría allí. Estaría fuera de lugar y tendría que soportar un cambio cultural significativo. ¿Cómo iba a dejar mi hogar en California para vivir en este puntito perdido del mapa? Dios ya tenía muchos ministros allí, ¿por qué me necesitaría a mí? Estaba decidido a rechazar la invitación. Pero para el final de las reuniones, después de orar para que Espíritu Santo obrara en mi corazón, acepté. Impactante, ¿no es así? ¿Quién dejaría su patria y su lugar para ir a una isla a miles de kilómetros de distancia, sin conocer a nadie, porque Dios lo había llamado? Yo fui esa persona.

Así fue que el 22 de septiembre de 2017, me mudé a Samoa Americana. En mi primer año me sentí miserable, pero mantuve la compostura. Detesté ese año. Extrañaba mi hogar. Muchas veces estuve tentado a regresar. Pero seguí

A menudo pensaba en Abraham. ¿Cómo logró hacer lo que hizo? ¿Cómo hizo para dejar todo y todos los que conocía para ir al extranjero en respuesta al llamado de Dios?

orando y trabajando por fe para que mis sentimientos cambiaran. Me mantuve ocupado predicando y enseñando, pero no dejaba de pensar: «Quiero volver a casa». A menudo pensaba en Abraham. ¿Cómo logró hacer lo que hizo? ¿Cómo hizo para dejar todo y todos los que conocía para ir al extranjero en respuesta al llamado de Dios? Abraham llegó a ser mi fuente de inspiración, y Dios me fortaleció durante esa experiencia. Estoy ahora en el cuarto año, y mis sentimientos han cambiado por completo. Me encanta este lugar. Dios sabía que llegaría a encantarme y aprecio su sabiduría al llamarme para que pudiera continuar creciendo en la gracia. Aun enfrento muchos desafíos, y sigo pensando en mi lejano hogar, pero Dios me ha mostrado que mi hogar se encuentra donde él me pide que vaya.

Kili Silafau nació y creció en San Francisco, California, Estados Unidos, en una familia de siete hermanos. Sirve al Señor en Samoa Americana como pastor de la iglesia adventista Maranatha English.

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