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Voces jóvenes

Voces jóvenes

La paz que sobrepasa todo entendimiento

Viajaba en un barco con mi familia desde Buenos Aires (Argentina) a Montevideo (Uruguay). Habré tenido unos siete años en ese entonces. La tormenta nos azotó repentinamente. Poco sabía que esa tormenta sería la primera de muchas. Las olas sacudían nuestro barco, que se movía de lado a lado como una mecedora. Me senté y cerré los ojos con fuerza. Procuré imaginar a los discípulos en la tormenta en el Mar de Galilea, y recuerdo que pensé: «Esto es lo que tienen que haber sentido». Oré para que Jesús también Cuando le calmara esa tormenta. Conocía la historia, y en el medio de la tormenta, eso me dio paz. entregamos Ha pasado más de un año desde que nuestros temores todos comenzamos a experimentar una tormenta, probablemente una de muchas y nuestro ser, él que tendremos que soportar. Puede que promete salvarnos hayamos sentido la pérdida de control sobre nuestra vida, lo que nos llenó de y darnos paz. un sentido de indefensión similar al que experimentaron los discípulos esa noche.

Muchos de ellos eran expertos en el mar, que acaso era como su segundo hogar. ¿Podría ser que el lugar que creían que controlaban tan bien se hubiera transformado en su peor pesadilla? La tormenta no era tan solo un desafío físico. Sacudió sus fuerzas, su fe y su esperanza. No podían comprender cuando vieron que Jesús dormía tan tranquilo. Quedaron pensativos, en silencio. Y entonces clamaron con profundo temor. ¿No se interesaba él en ellos? Nosotros también estamos inmersos en una gran tormenta. Jesús está con nosotros, así como estuvo con los discípulos. Él nos muestra que carecemos de poder aun sobre las cosas que creímos que podíamos controlar. Nuestros esfuerzos son en vano si él no va con nosotros.

La oscuridad parecía ocultarlo de su vista, pero cuando él se levantó, observaron una imagen de lo que sucedería. El relámpago iluminó su rostro, y vieron la paz del cielo en sus facciones. Clamaron: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mat. 8:25). «Nunca dio un alma expresión a este clamor sin que fuese oído», escribe Elena White.*

Nunca dio un alma expresión a este clamor sin que fuese oído. ¡Qué declaración poderosa! Cuando le entregamos nuestros temores y nuestro ser, él promete salvarnos y darnos paz. Nuestros corazones pueden descansar en él, sin importar las circunstancias.

En Marcos 4:36 leemos que también había otros botes que seguían a Jesús. También sufrieron en la tormenta. También fueron bendecidos con su paz. La gente que nos rodea se verá bendecida por la paz que Cristo nos da cuando nosotros lo busquemos a él. ¿Dónde nos encontramos durante esta tormenta? ¿Podemos identificarnos con Jesús y su paz celestial? ¿Nos sentimos como uno de los discípulos que clamó a él? ¿O acaso nos sentimos como los que remaban con desesperación para llegar a la playa? ¿Somos como esos que tan solo querían un poco más de tiempo con Jesús y lo seguían a la distancia desde otro bote?

Más allá de nuestra situación actual, Jesús promete su presencia y su paz. Él está listo para ingresar a nuestra tormenta y decir: «Haya paz».

Eso es suficiente para mí.

*Elena White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1955), p. 302.

Carolina Ramos estudia traducción, enseñanza de inglés y educación musical en la Universidad Adventista del Plata en Argentina.

Enfoque en historias

El ¿Conocemos el fin de la historia? Narrador maestro

SYLVIA RENZ

Abuela, cuéntame una historia!» rogué mientras saltaba a la cama tibia de la abuela. Ella suspiró. Quizá prefería dormir un poco más. Me acurruqué cerca de su espalda y escuché con cuidado, porque no quería perderme ni una sola palabra. La abuela habló con suavidad y lentitud: las historias del pequeño Samuel en el tabernáculo, del valiente David con su honda, y de Jesús, que ama a los niños.

A los niños les encantan las historias, ¡y Jesús ama a los niños! Él disfruta también de las historias. ¿Cómo lo sé? Bueno, él no inspiró a los autores de la Biblia para que escribieran una colección de fórmulas químicas. De la misma manera, las Escrituras no son una colección de cálculos astronómicos, fórmulas de ingeniería o cualquier cosa sobre quarks y fotones. Lo que necesitamos saber de Dios y su amor por este mundo es lo que el Creador nos dijo: primero a Adán y Eva y, más tarde, a los escritores bíblicos inspirados por el Espíritu Santo. Muchos contribuyeron para escribir esta gran historia, añadiendo una pieza tras otra del rompecabezas. Algunas de esas piezas son parte del marco o aun de sus esquinas. La pintura general aún está incompleta y, en algunos casos, todavía faltan algunas piezas. Podemos dejar esas partes así o, con esmero, cubrir los faltantes con nuestra imaginación.

IMÁGENES CON PALABRAS

La imaginación es un don maravilloso del Creador, porque crea nuevos lugares en la mente, recordándonos del ingenioso inventor cuyo nombre humano es «Jesús». Él nos cuenta historias por medio de los animales fascinantes que creó. Pensemos en el pez linterna, que enciende su luz para atraer a la presa. Desafortunadamente, también se quiere comer a los pececitos curiosos, lo que no nos gusta tanto. Esto ilustra, sin embargo, el lado oscuro de la gran historia: comer y ser comido. Este mundo ha sido tomado rehén del enemigo de Dios. Sabemos de esto por la trágica historia del Edén y las historias que le siguieron. ¿Cómo supo esto el autor del Génesis? ¿Miró un video o vio una visión? ¿O el Hijo de Dios le dijo personalmente cómo fue la creación y la caída? Después de todo, Moisés tuvo el privilegio de comunicarse íntimamente con Dios, como con un amigo (cf. Éx. 33:11). ¿Será que Moisés no necesitaba ver una película? El Narrador maestro escogió las palabras de tal manera que los oyentes pasaron a ser parte de la historia. Fue como si hubieran observado que el Creador plantaba un jardín y, por su palabra, los jazmines surgieron de la tierra y la superficie del planeta se cubrió repentinamente de una suave alfombra verde.

Moisés vio cardúmenes relucientes de arenques cortando las aguas impolutas de los mares. Escuchó el canto de las ballenas, y su corazón latió en sintonía con el estruendo de los cascos de los caballos árabes que galopaban por las llanuras. ¡Con cuánta destreza formó el Creador a Adán, soplando en él el aliento de vida como mediante un beso! Adán fue enviado entonces al elefante, la cebra y el mono capuchino para que les diera nombres.

De pronto, Adán se sintió muy solo en esa colección de animales. Mientras el Creador observaba esa primera criatura humana y el anhelo profundo de sus ojos, lo colocó suavemente en el suelo y cerró sus ojos. Mientras Adán dormía, Dios tomó una costilla de su lado y cerró la brecha de su corazón (donde antes habían estado huesos duros) con tejido suave y viviente. Dios formó de este «material» una mujer, quien, junto con su esposo, llegaron a ser la «imagen de Dios».

Se cuenta esta historia con tanta atención al detalle que me enternece cada vez que la leo. Adán reconoce en Eva su exacta contraparte, como «hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Gén. 2:23). ¡Somos indivisibles! En estas pocas palabras y oraciones, ya podemos percibir el «manual de instrucciones» para matrimonios felices y armoniosos. Todo esto es contado en palabras que jóvenes y ancianos, instruidos y personas comunes, pueden entender.

HISTORIAS DE SUSPENSO, DRAMA Y AMOR

Aun las genealogías pueden contarnos «historias». «Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara» «Salmón engendró, de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed» (Mat. 1:3, 5). Cada nombre representa una historia, drama familiar, esperanza. «El rey David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón» (vers. 6): momentos que erizan la piel y pintan una tragedia desastrosa ante nuestros ojos, pero señalan al mismo tiempo la gran misericordia de Dios que puede enderezar lo torcido.

Junto con los autores del Nuevo Testamento, creemos que toda la Biblia fue escrita para nuestra corrección e instrucción (2 Tim. 3:16). Todas esas historias de fracasos y victorias tienen por propósito fortalecer nuestra confianza en un Dios poderoso, que no se sintió tan poderoso como para no poder usar sus imperfectos «escribas» humanos.

GRANDES SUSPENSOS Y AYUDA MEMORIAS

Cuando el Narrador maestro vivió en esta tierra, supo cómo cautivar la atención de sus oyentes. Mil comparaciones de la vida diaria sirvieron como ayuda memorias: la levadura, la paja en el ojo, el vestido remendado, la viña, la higuera, los cuervos, los lirios y una ciudad sobre el monte. Con todas esas imágenes, Jesús ilustró sus valores y cómo nos trata Dios. A menudo revistió sus ideas sobre el reino de Dios en historias atrapantes. Sus comparaciones pintaron para su audiencia situaciones diarias: la mujer que busca con

Cuando el Narrador maestro vivió en esta tierra, supo cómo cautivar la atención de sus oyentes. Mil comparaciones de la vida diaria sirvieron como ayuda memoria.

desesperación una moneda perdida que fue parte de su dote nupcial; el pastor para el cual una sola oveja es tan importante que ignora sus pies cansados para regresar a los caminos de montaña, mientras llama y busca hasta que encuentra lo perdido. Los niños disfrutaban de escuchar a Jesús porque él podía conectarse con ellos mediante historias.

Encontré más de cincuenta historias en el Nuevo Testamento, algunas de ellas sumamente detalladas. Esa es la historia de alguien que fue atacado por ladrones y abandonado moribundo (Luc. 10:30-37). Podemos literalmente «ver» cómo el sacerdote se ciñe la vestimenta limpia con disgusto mientras se pasa al otro lado del camino sin detenerse junto a la víctima sangrante. No quiere contaminarse. El levita también se cambia de lado. Pero entonces aparece alguien despreciado por los piadosos: un samaritano. ¿Nos inclinamos sobre el hombre inconsciente con él? ¿Revisamos junto con él sus pertenencias en busca de su odre, para que pueda desinfectar las heridas y vendarlas? ¿Podemos escuchar la exclamación de esfuerzo del samaritano al poner al herido sobre su burro? La posada está lejos, pero nada puede evitar que el hombre sirva por amor. Ignora su propia fatiga para cuidar al herido en la posada durante toda la noche, y entonces pagar extra al dueño para que cuide del enfermo.

Aun si el lector moderno no comprende plenamente los peligros de la ruta o todos los detalles de la operación de rescate, puede imaginar la escena. Nosotros también nos vemos perturbados por la pregunta: ¿Quién fue el «prójimo» de la víctima? Es por eso que el pedido de Jesús –«Ve y haz tú lo mismo»– nos llega al corazón.

OBSTÁCULOS

Jesús jamás habló en forma complicada. Aun así, en ocasiones, hasta sus mejores amigos no lo comprendieron. Cuando preparó a los discípulos para su sufrimiento, no pudieron captar sus palabras: «Esta palabra les era encubierta» (Luc. 18:34). ¿Por qué no entendían? ¿Tenía algo que ver con sus expectativas? Después de todo, Pedro había criticado bruscamente a su Señor, rebelándose internamente contra el plan de salvación (cf. Mat. 16:21-23), porque ese camino no coincidía con su propia agenda. Pedro no fue el único.

Nuestras convicciones y actitudes más preciadas podrían impedir que comprendamos correctamente las historias magistrales de nuestro Señor. En Mateo 13:11-13 Jesús añade otra razón por la que a menudo vistió sus pensamientos con historias. Se nos cuentan estas historias para que coloquemos nuestra confianza en Dios, recordemos sus actos y obedezcamos sus mandamientos. Pero los comprenderemos correctamente solo si abrimos nuestro corazón y mente el Narrador maestro, algo que solo puede suceder cuando permitimos que el Narrador maestro, el Espíritu Santo, haga lo que mejor sabe hacer (Juan 16:13).

JOYAS PRECIOSAS

Estas historias son preciosas como joyas. Cuando Juan está exilado en la isla de Patmos, el ángel de Dios le muestra la Nueva Jerusalén en una historia como en una película. El ángel mide los muros y las puertas con una caña de medir de oro. Las medidas señalan las dimensiones perfectas de Jerusalén: calles de oro y fundamentos de jaspe, zafiro, ágata, esmeralda, ónice, cornalina, crisólito, berilo, topacio, crisoprasa, jacinto y amatista. Cada sumo sacerdote israelita había vestido esas piedras preciosas en su pecho. Tenían por propósito mostrar que cuidaba del pueblo de Dios, de cada una de las tribus (cf. Éx. 28; Apoc. 21:19, 20). Sus nombres también estaban grabados en ónix sobre los hombros del sacerdote. ¿Qué historias cuentan esas piedras preciosas, que ahora brillan y relucen a la luz de la gracia de Dios?

Me emociona en particular una «minihistoria» que se encuentra en el último capítulo de la Biblia. Comunica un «maxicontenido». En solo pocas palabras describe los criterios de nuestra felicidad eterna. Los habitantes de la Nueva Jerusalén son siervos de Dios, cuyos nombres han sido ingresados al libro de la vida. Aman a Dios y lo «sirven». Las siguientes palabras ofrecen un gran resumen: «Verán su rostro y su nombre estará en sus frentes» (Apoc. 22:4).

Su nombre, en mi frente. No hay mejor manera de describir la transformación y conexión con el que anhela pasar la eternidad con nosotros.

Sylvia Renz es una escritora de extensa trayectoria, que ahora disfruta de una jubilación activa con su esposo Werner en

Alsbach-Hähnlein, Alemania.

Enfoque en historias

Continuará. . .

Gran cantidad de voces nos asaltan desde todos los ángulos. Pueden ser escuchadas en cada medio concebible: la histórica palabra impresa, los veloces medios sociales, emocionantes videos y audios cautivadores. Algunas de esas voces gritan; otras susurran. Todas buscan captar nuestra atención, porque quieren contarnos una historia.

Las Sagradas Escrituras son solo una voz entre muchas y, sin embargo, completamente diferente. Describe intervenciones divinas que impresionan y algunos grandes logros humanos. Nos permiten ver los altibajos de la historia humana y son claramente honestas y transparentes mientras señalan el argumento persistente de la historia de Dios. Se resume así: Dios es amor, ¡y ese amor quiere comunicarse con nosotros! A menudo denominamos a ese argumento el «conflicto cósmico», o «el conflicto de los siglos», porque se traslada de la perfección del trono del cielo a un jardín perfecto en el recién creado planeta azul y a la devastación de la caída y el mundo después del diluvio.

En el centro de la historia de Dios vemos una cruz sobre una colina fuera de las puertas de Jerusalén, desde donde Jesús, el hombre-Dios, pende con los brazos extendidos. Al pensar en la muerte y resurrección de Cristo, necesitamos recalibrar nuestras emociones encontradas. Le escuchamos decir al que había estado endemoniado sobre la playa junto el Mar de Galilea: «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti» (Mar. 5:19). También escuchamos que el salmista exclama: «Mi boca publicará tu justicia y tus hechos de salvación todo el día, aunque no sé su número» (Sal. 71:15).

Y entonces lo entendemos. La historia de Dios no terminó en la cruz o cuando Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg, o cuando Guillermo Miller y miles de creyentes aguardaron mirando al cielo el 22 de octubre de 1844. La historia de Dios también es nuestra historia. «Continuará» no es solo parte de una serie televisiva o algo que se encuentra en la última página de una publicación. Nuestra vida y testificación ofrecen la continuación del conflicto cósmico, añadiendo una pieza diminuta al rompecabezas. Esa es la razón por la que somos llamados a compartir nuestras historias en el contexto más abarcador de la historia de Dios. Aunque mi historia o tu historia puede ser distinta a la

Nuestra vida y testificación ofrecen la continuación del conflicto cósmico, añadiendo una pieza diminuta al rompecabezas.

de Moisés o Daniel, es parte fundamental de la continuación del plan de Dios para salvar a este mundo.

Elena White lo expresa así: «Cada uno tiene su lugar en el plan eterno del cielo. Cada uno ha de trabajar en cooperación con Cristo para la salvación de las almas. Tan ciertamente como hay un lugar preparado para nosotros en las mansiones celestiales, hay un lugar designado en la tierra donde hemos de trabajar para Dios».

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Sí, tu historia –mi historia– es única y particularmente necesaria. Alguien, en algún lugar, necesita ver, escuchar o aun simplemente observar esa historia y vernos animados, para ser parte de esa narración que continuará por la eternidad.

*Elena White, Palabras de vida del gran Maestro (Mountain View, Cal.: Pacific Press Publ. Assn., 1971), p. 262.

Gerald A. Klingbeil es editor asociado de Adventist World.

Enfoque en historias

Mirada al pasado

Las primeras «reuniones sociales» adventistas

Un llamado al reavivamiento mediante los testimonios

Los primeros cultos adventistas tenían diferentes elementos esenciales que conectaban a las personas con Dios y los demás. El estudio de la Biblia en la Escuela Sabática y la predicación de la Palabra mediante un mensaje basado en la Biblia se veían complementados por «reuniones sociales», o tiempo planificado para compartir.

Podían llevarse a cabo en conexión con la Escuela Sabática, seguir al sermón de la mañana, o darse en una reunión durante la tarde. Existía la costumbre de hablar en la iglesia para compartir testimonios sinceros de aliento, experiencia, providencia, respuesta a la oración y alabanza, además de confesión y aun exhortación.

De joven, Elena Harmon era introvertida y tímida. Durante 1843 o comienzos de 1844, reunió el valor para orar en voz alta por primera vez, durante una reunión en la casa de su tío en Portland (Maine, EE. UU.). Había luchado con dudas sobre su conversión. Esa oración transformó su experiencia cristiana. Ella describió así: «La bendición del Señor descendió sobre mí como suave rocío. Alabé a Dios desde la profundidad de mi corazón […]. El Espíritu de Dios descansó sobre mí con tanto poder que esa noche no pude regresar a casa».

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Poco después de esto, en una reunión millerita en Portland, compartió su testimonio: «El sencillo relato del amor de Jesús hacia mí brotó de mis labios con perfecta libertad, y tenía el corazón tan lleno de gozo por haber

sido liberada de la esclavitud de la negra desesperación, que perdí de vista a la gente que me rodeaba y me pareció estar sola con Dios. No encontré dificultad alguna para expresar la paz y la felicidad que me embargaban, a no ser por las lágrimas de gratitud que en algunos momentos ahogaban mi discurso mientras hablaba del maravilloso amor que Jesús me había manifestado». 2

Levi Stockman, un ministro adventista que había hablado en privado con la joven Elena sobre sus luchas, estaba presente en la reunión. Se sintió tan afectado que «lloró en voz alta», alabando a Dios por la bendición dada a la joven que hasta hacía tan poco se había sentido vencida por el desánimo y el temor.

Pronto se le pidió a Elena, que más tarde sería llamada al ministerio profético como la mensajera del Señor, que compartiera su testimonio en una capilla cristiana cercana. Mientras expresaba su amor por Cristo con corazón sumiso y lágrimas en los ojos, el «poder enternecedor de Dios descendió sobre los circunstantes. Muchos lloraban y otros alababan a Dios». Se hizo un llamado para que los pecadores se pararan para orar, con resultados maravillosos.3

MOMENTOS PLANIFICADOS PARA TESTIMONIOS

Esas expresiones dinámicas de fe viva y reavivamiento, ilustradas por la experiencia temprana de Elena White, eran características de la adoración temprana adventista. Durante el siglo XIX y comienzos del XX, los cultos adventistas incluían momentos planificados para testimonios. Se invitaba a las personas para que respondieran al mensaje dado y compartieran su experiencia con Dios. La «reunión social» fue una característica significativa en la organización de la Asociación de Míchigan en 1861 y de la Asociación General en 1863. «Nuestros ministros tuvieron libertad inusual para predicar la Palabra, y las reuniones sociales fueron excelentes, en especial la reunión general el domingo por la noche […]. Esos momentos fueron usados para breves testimonios de muchos hermanos. Un espíritu calmo, suave y enternecedor llenó la reunión, haciéndolo el mejor que alguna vez hayamos presenciado».

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Los líderes de la iglesia en esas Asociaciones colocaron reuniones sociales en el corazón del evangelismo y la organización de la iglesia. Recomendaron que cuando un evangelista llevara a cabo reuniones en zonas nuevas, «se designara un líder, y se continuara con las reuniones sociales hasta que los individuos se conocieran plenamente, y decidiesen con quién tener comunión, y quiénes estarían calificados para los importantes deberes de los directivos de la iglesia».

5 Entonces se organizaba la congregación.

Este enfoque fue afirmado por Elena White en Australia en 1894. J. O. Corliss introdujo los momentos especiales de testimonios en la pequeña congregación «Siete Colinas» después de un mensaje emocionante de Elena White. «Tuvimos entonces una reunión social. Fue una actividad nueva para los que habían ingresado en la fe, pero el pastor Corliss llamó a uno tras otro para dar testimonio del Señor Jesús hasta que todos menos uno, habían dado su testimonio». Elena White observó: «Les recordamos el hecho de que la reunión social será la mejor reunión en la que pueden ser entrenados y educados para ser testigos de Cristo».

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BREVES Y MULTIFACÉTICOS

White dio consejos prácticos explicando que esos momentos no debían ser dominados por una o dos personas. «Debería haber un espíritu de confesión a Dios, y un reconocimiento de sus bendiciones, con acción de gracias». 7 «En conclusión, diría yo, en sábado, cuando la gente se reúne para adorar, que la predicación sea breve, y que todos tengan la oportunidad de dar testimonio».

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Compartir experiencias personales con otros nos ayuda a comprender nuestra necesidad de la bendición divina y edifica las relaciones entre las personas. Brinda una manera viviente para que el Espíritu Santo impresione los corazones y conecte a las personas con Dios.

La Biblia está llena de historias de luchas y fe personal. El Espíritu Santo usa esas historias, junto con la nuestra, para producir reavivamiento personal y congregacional. Una de las razones por las que nos gustan los salmos es que expresan honestamente las necesidades del corazón, confesiones, peticiones, promesas, alabanzas e historias de los actos poderosos de Dios.

En estos últimos días la promesa maravillosa para nosotros es clara: «Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, que menospreciaron sus vidas hasta la muerte» (Apoc. 12:11). ¿Qué sucedería si cada iglesia tuviera reuniones para compartir y dar testimonios? Satanás sería vencido mediante la sangre redentora de Cristo y la palabra de nuestro testimonio.

1 Elena White, Testimonios para la iglesia(Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 2003), t. 1, p. 35. 2 Ibíd., p. 36. 3 Elena White, Notas biográficas (Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 1994), p. 45. 4 [Jaime White], «Michigan General Conference»,Review and Herald, 8 de octubre de 1861, p. 148; véase también [Jaime White], «The Conference», Review and Herald, 26 de mayo de 1863, p. 204. 5 J. N. Loughborough, Moses Hull, M. E. Cornell, «Conference Address», Review and Herald, 15 de octubre de 1861, p. 156; véase también Report of the General Conference of Seventh-day Adventists [1863], pp. 8, 9. 6 Elena G. White, «Meeting at Seven Hills», manuscrito 32, 1894. 7 Elena White, carta 279, 1905, en Elena G. White, Manuscript Releases (Silver Spring, Md.: Elena G. White Estate, 1990), t. 9, p. 97. 8 Elena White, carta 187, 1904, en ibíd.

Merlin D. Burt es director del Patrimonio White en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.

Enfoque en historias

Entrevista

¿Son importantes las historias en la predicación?

¿Qué diría Jesús al respecto?

El editor asociado Lael Caesar dialogó con Noah Washington, pastor asociado de la iglesia adventista Emmanuel-Brinklow en Ashton (Maryland, EE. UU.), sobre las historias y la predicación. —Los editores.

¿Cómo llegó usted al ministerio del evangelio?

Tenía siete u ocho años. El pastor C. D. Brooks estaba predicando: «Quédate en el barco». Y escuché una voz que decía: «Hazlo». Comencé a mirar para ver quién me decía eso. Todos escuchaban el sermón, con lágrimas, recibiendo el mensaje. Y fue en ese momento, a esa edad, que sentí que Dios me llamaba al ministerio. En el colegio secundario Pine Forge Dios se ocupó de mí y me pulió. Estaba a medio camino; algunas cosas eran una novedad. Cuando llegué a la Universidad Oakwood, ya lo tenía asumido.

Usted ha tenido algunos desafíos físicos.

Sí. En el año 2009 contraje la enfermedad de Lyme. Ha sido una experiencia difícil. Cierto día, mientras lloraba solo (no quería que mi familia me viera) encendí la televisión y escuché que Wayman Tisdale1 decía: «Estoy aquí para decirle: con la ayuda de Dios usted puede alcanzar todo lo que se proponga en la vida». Esas palabras me llegaron y decidí que, aunque tuviera días muy oscuros y momentos difíciles, iba a tratar de estar de pie y seguir adelante.

Hablemos de la predicación. ¿Cómo prepara un sermón?

En realidad, no pienso que puedo predicar bien. Tengo simplemente la idea de que si no tiene sentido para mí, no tendrá sentido para nadie. Por ello, mientras preparo el sermón, Dios trabaja en mí. Al igual que a la mayoría de los humanos, eso puede incomodarme. Pero el Espíritu de Dios dice: «Tienes que predicar todo el evangelio. Tienes que predicar temas que aún están en proceso en tu propia vida».

Me enviaron a hablar con usted cuando pregunté por alguien que predica en forma narrativa. ¿Qué tienen que ver las historias con la predicación? ¿Y qué relación tienen con su predicación?

Creo que las historias están totalmente relacionadas con la predicación por dos razones. En primer lugar, fue el método de enseñanza de Cristo. Usó cosas que eran comunes para la gente de sus días como los lirios del campo, y otras. Eran cosas de la vida diaria. Y usó esas cosas para comunicar la verdad del evangelio. ¿No es así? Por ello son importantes porque fue el método que usó el Señor: un hombre tenía dos hijos; había diez vírgenes, cinco prudentes y cinco insensatas. En segundo lugar, no hay una persona viva –y si está viva, me fijaría si realmente le late el corazón– que no disfrute de una buena historia.

¿Eso es todo?

Las personas se enriquecen porque actúan en una historia, o porque escriben una historia. Hace dos días miramos una película con mi esposa, y la narración me cautivó desde el mismo comienzo. Soy el tipo de persona que si me dicen: «Noah, tienes que ver esto», mis sentidos se agudizan, porque lo que me cuentan del argumento es bueno. Por eso, cuando voy a mirar, mis sentidos se agudizan. Si lo que veo no está a la altura de lo que me dijeron, no me pida que mire otra película. Me siento defraudado.

Cada semana, cuando el predicador se para a predicar la Palabra, hay expectativas. Tiene que ser así, y más aún porque la historia de Cristo es una buena historia. Por ello, creo que las historias son importantes, porque formaron parte del método de Cristo, pero también porque a todos les gustan las historias. A cada edad, etnia y cultura le gusta escuchar una buena historia. Creo que son una gran manera de comunicar el evangelio.

¿Quiénes fueron sus héroes cuando procuraba definirse como persona? ¿Hay cosas que desearía aconsejar a los que leen esta entrevista, sean libros u otros recursos?

Desde pequeño sabía que el pastor C. D. Brooks era un tremendo predicador y me conmovía tener una relación con él, beneficiarme con ese cerebro. No sé si hubo alguien que superara a Walter Pearson Jr., un predicador que usaba la narración en forma magistral. Él podía hacer que una historia simple fuese un éxito. ¡Su manera de contar historias cautivaba! Me sentaba, atónito, mirando Breath of Life [Aliento de vida].2 E. E. Cleveland también fue un gran hombre espiritual. Más tarde el doctor John Trustee; su predicación realmente me hablaba al corazón. Y también Ronald Edmonds. Hace años el predicador estaba aquí, y las personas estaban allí. Y para mí, el primer pastor que conocí que me permitió ingresar a su vida, a su círculo, fue el pastor Ronald Edmonds. Cuando predicaba, yo decía: ¡Impresionante! Este hombre cree en lo que predica. Por ello, pienso que del tío Ron, como llamo al pastor Edmonds, aprendí poder y control; convicción y pasión.

¿Y qué fuentes aconsejaría?

Certain Sound of a Trumpet [El sonido certero de la trompeta], de Samuel Proctor. The Witness of Preaching [El testimonio de la predicación], de Thomas Long. ¿Escuchó el dicho: «Hay más de una manera de desollar un gato»? No sé por qué desollar gatos, pero El testimonio de la predicación habla de diversas maneras en las que se puede preparar un sermón para llegar a más oyentes. Un recurso excelente.

Una síntesis pastor.

Cuando estamos delante de la gente, Dios está usándonos literalmente para comunicar su voluntad. Dios usa la predicación. Y es sin duda una de las mayores tareas que un ser humano puede hacer.

1 Exjugador de básquet profesional al que le amputaron la pierna debido a un cáncer de huesos. 2 Breath of Life es un ministerio televisivo en Norteamérica: C. D. Brooks fue su primer orador, y a él le siguió Walter Pearson Jr., y ahora Carlton Byrd.

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