Devocional
El judío herido N A veces, no podemos siquiera reconocer a un amigo
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Septiembre 2021 AdventistWorld.org
o nos interesamos mucho en él. Los estudiosos apenas lo tienen en cuenta. Cuando reconocemos su presencia en la parábola, lo vemos como víctima, como un problema que resolver, un sostén anónimo cuyo propósito es revelar los corazones de otros personajes más destacados. Es simplemente el judío herido.* Si usted ha sido cristiano al menos unos años, probablemente está familiarizado con la historia. Ese hombre sin nombre, que viaja entre Jerusalén y Jericó, es atacado por ladrones. Queda golpeado, ensangrentado, sin ropas y abandonado por muerto. Un sacerdote y un levita lo ven allí, pero ninguno de esos líderes religiosos se detiene a ayudar. Finalmente, un samaritano, que viaja por ese camino, se detiene junto al moribundo. Movido a compasión, lo venda, lo unge con aceite y vino para aliviar y limpiar sus heridas, lo coloca en su propio asno y paga por adelantado para que lo cuiden en la posada. Cuando Jesús termina de contar esa parábola, destaca el amor como prójimo del buen samaritano y le dice al que lo escucha: «Ve y haz tú lo mismo» (Luc. 10:37).
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