E
l movimiento adventista comenzó bajo la conducción divina, con Jaime White, Elena White y José Bates como fundadores. Jaime fue el principal líder y organizador de la iglesia emergente durante sus períodos embrionario y de crecimiento. Se mantuvo lado a lado con su esposa como «fiel guerrero» durante treinta y seis años «en la batalla por la verdad».1 Este año se cumple el bicentenario del nacimiento de Jaime, cuya memoria merece seguir viva. Guillermo C. White describió a su padre como un hombre que «oraba con fervor y con solemne reverencia».2 Lilian Belden, sobrina de Jaime, recordaba que a menudo él se iba solo y oraba en «altillos o pajares solitarios», cuando el «sol caía… estrujando sus manos»,3 clamando a Dios hasta que recibía una respuesta. Jaime consideraba que la oración era un deber sagrado. A pesar de ello, «jamás tenía que ocupar el lugar de la justicia, la benevolencia, el verdadero arrepentimiento y la misericordia».4 Para él, la oración y la acción iban de la mano.
Descubramos el Espíritu de Profecía
Jaime White Un hombre de oración y acción
PRIMEROS DÍAS
Jaime nació el 4 de agosto de 1821 en Palmyra (Maine, EE. UU.). Creció en un hogar de padres cristianos activos y devotos, aprendiendo a ser un hombre de oración y acción. Experimentó la verdadera conversión cuando tenía trece años. Se sintió «oprimido con el peso» de sus pecados, clamó a Jesús pidiendo perdón y aceptación,5 y más tarde fue bautizado en la Iglesia Conexión Cristiana. Jaime no pudo ir a la escuela porque era bizco, y por un trastorno digestivo durante su infancia. Cuando tenía dieciséis años, sus problemas físicos se resolvieron. Comenzó un breve curso de estudio y, tres años más tarde, concretó el sueño académico de ser maestro. Desafortunadamente, descuidó su tiempo con Dios para dedicarse a los estudios, y perdió el gusto a estudiar la Biblia. Pero los claros argumentos y poderosas exhortaciones de Guillermo Miller convencieron a Jaime de que debía regresar a la Biblia. La esperanza de Jaime en la prosperidad secular fue dejada de lado por sus convicciones religiosas, y comenzó a trabajar con entusiasmo por la causa millerita.6 Pasó de ser un hombre secular a un líder espiritual. Durante sus predicaciones milleritas en el otoño de 1842 se identificó como ministro de la Conexión Cristiana. COMIENZOS DEL ADVENTISMO SABATISTA
Después del chasco de 1844, Jaime no abandonó su fe en el pronto regreso de Cristo, sino que se sumergió en el estudio de la Biblia. Junto con otros dedicados seguidores de la Biblia, ayudó a organizar la Iglesia Adventista del Séptimo Día en 1863. Como hombre de «un celo ardiente de actividad, en armonía con una fe dominante»,7 Jaime dedicó su vida a predicar el mensaje adventista. Imagen: Patrimonio Ellen G. White