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Primeros auxilios de parte de Dios
No me sorprendió que mis estudiantes prefirieran un buen juego de básquetbol, en lugar de aprender primeros auxilios. Pero como maestra de la Escuela Adventista del Séptimo Día Delap de las Islas Marshall, se me encomendó la tarea de enseñar educación física y primeros auxilios. Y me propuse que mis estudiantes aprendieran ambas disciplinas.
No soy instructora de primeros auxilios, pero tuve que tomar clases para servir como asistente de la preceptora de la universidad. Nunca había necesitado mis conocimientos, hasta ahora.
Pocas semanas después de comenzar el año escolar, la Cruz Roja de las Islas Marshall organizó una competencia de primeros auxilios. Dos estudiantes de cada escuela fueron seleccionados para ser entrenados por la Cruz Roja de las Islas Marshall. Luego, esos dos estudiantes debían enseñar a los demás estudiantes de su clase. La maestra no debía enseñar. Mi trabajo era proveer aquello que los estudiantes pudiesen necesitar para practicar para la competencia. ¡Teníamos solo dos semanas para prepararnos!
Se nos asignó un entrenador para que nos ayudara, pero él vino solo una vez, ya que vivía muy lejos de la escuela. Había dejado muñecos para que los estudiantes practicaran reanimación cardiopulmonar, un libro de primeros auxilios de 346 páginas de la Cruz Roja, seis tiras de tela, tres trozos largos de madera y tres manteles.
Oré para que el Señor me guiara. Luego fotocopié la parte teórica del libro y repartí las hojas para que mis estudiantes estudiaran para su examen. Y dejé la parte práctica para mis dos estudiantes entrenadores. Le pedí a Dios que nos ayudara a practicar y estudiar aquello que podría entrar en la competencia. Me preocupaba no tener una guía del programa de la competencia y no tenía idea acerca de qué esperar.
Antes de partir hacia la competencia hicimos nuestro culto matutino, que trató de Gedeón y sus 300 hombres. Oramos y pusimos toda nuestra ansiedad delante del Señor, reclamando la promesa de Josué 1:9 que dice: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (RVR1960).
Cuando llegamos al lugar de la competencia, una de mis estudiantes consiguió, con una amiga de otra escuela, el programa del día. Se volvió hacia mí y me dijo: “Señorita, tome una foto a esto. Tengo que devolverlo”. Tomé una foto al programa e hice una oración de gratitud a Dios.
Luego, uno de mis estudiantes notó que las otras escuelas habían traído sus propios implementos para la competencia. Me miró y me dijo: “Señorita, ellos vienen preparados, y nosotros vamos a perder”.
Pude ver su desánimo, porque no habíamos traído mucho equipamiento, comparado con lo que habían traído las otras escuelas. Lo miré y le dije: “Ganemos o perdamos, recuerda que vinimos a aprender. No te preocupes por lo que tienen las otras escuelas. Improvisaremos con lo que tenemos. Ya le contamos a Dios lo que necesitamos y Él proveerá. Ten fe. Recuerda la historia de Gedeón”.
Él me miró y me dijo: “Está bien, señorita”. Di gracias a Dios por la sabiduría que Él me dio para hablar a mis estudiantes.
Durante el evento, mis estudiantes y yo improvisamos con los materiales de primeros auxilios que teníamos, además de camisetas, calcetines, cintas para el pelo, o bufandas extras para participar en cada sección de la competencia.
Al final de la competencia, ¡la Escuela Adventista del Séptimo Día Delap obtuvo el primer lugar en el cuestionario teórico de primeros auxilios, y el segundo lugar en la clasificación general de la competencia de primeros auxilios de secundarias de las Islas Marshall!
Doy gracias a Dios por contestar nuestras oraciones y usarme como testigo ante mis estudiantes. Fue la oportunidad perfecta para que mis estudiantes vieran a Dios respondiendo sus oraciones ante sus ojos. Uno de mis estudiantes me susurró: “Señorita, ahora sé lo que se siente al tener a Dios luchando por Ud., y proveyendo y contestando sus oraciones. Es una sensación muy grata y muy feliz”.
Esta experiencia me recordó que Dios, el Creador del universo, ve el fin desde el principio, así que en cada prueba, sea menor o mayor, debo confiarle todo a Él.
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