La razón de la presencia del Cristo es esta: levantar, reparar o redimir a esta naturaleza humana como tal, y al hombre que tomó esta naturaleza.
Y al decir hombre, digo a todos los espíritus que tomarían esta naturaleza.
¡Esta, es la razón de la Encarnación de esta Persona Divina! ¡La razón por la cual encarna esta Persona Divina!
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
AEA ASOCIACIÓN ESCUELA DE
AUTO-REALIZACIÓN
Cuando uno medita cuál será la alabanza digna del Padre, llega uno a esta conclusión: Que si todos los seres y todas las criaturas del universo, absolutamente todas, de todos los planos, absolutamente de todos sin exceptuar ninguno. Que todas las criaturas, si se convirtieran en una sola lengua y en un solo corazón y en una sola mente, en un solo espíritu, sin embargo todo eso NO DARÍA al Padre la alabanza, ni la acción de gracias, ni la gloria que le DA CRISTO, que es la propia Persona del Padre manifestada en SU Hijo… Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
ABRIL 10
DOMINGO DE RAMOS
El Domingo de Ramos, hace Su entrada triunfal en Jerusalén. Y esa entrada reviste un episodio que es único en la vida de Nuestro Bendito
Señor: revela pues, prueba que ES EN VERDAD EL HIJO DE DIOS. Y la multitud espontáneamente le sigue por el camino –desde Betfagé hasta Jerusalén, había un trecho de algo de más de un kilómetro- y durante ese camino le vitorean y le reconocen como el enviado de Dios. ¡Episodio éste, único en la vida suya!
Padre
CÉSAR A. DÁVILA G.
Fundador y Guía Espiritual AEA
ABRIL 14
JUEVES SANTO
Hermanos, nosotros tenemos esa gran bendición de contarle a Cristo como nuestro Maestro. No, nosotros hermanos, no solamente tenemos un maestro querido, un hombre, un ser que cuide de nosotros y nos guie por el sendero hacia la realización personal, ¡TENEMOS UN DIOS MISMO QUE HACE ESTE OFICIO! Y por eso debemos sentirnos todavía, más obligados para con este Maestro, y para vivir unidos a Él siempre y para que de esta manera: por nosotros Él continúe Su obra.
Hermanos entonces, esta tarde de Jueves Santo que estamos recordando este Misterio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, de la Presencia Suya en medio de nosotros, pidámosle a este Señor Bendito: que cada día vaya abriendo nuestras conciencias, que cada día vaya aclarándose mejor Su figura en nuestros corazones…
Padrecito Dávila G.
Esto es Mi cuerpo, esta es Mi sangre
Al fin de la meditación le he preguntado a mi Maestro Jesús: Qué quiso significar con estas palabras: “Esto es mi cuerpo”. “Esta es mi sangre”.
Respuesta:
1° Esto es mi cuerpo = todo el gran cosmos. Todo aquello que fue hecho por Él sin excepción. Todo a lo que se refiere Juan en el prólogo de su Evangelio. Esto es mi cuerpo.
2° “Esta es mi sangre” toda la vida, toda la energía cósmica. La sangre es vida, es vehículo inseparable de la vida. Este es el gran misterio de la sangre, circula por ella oxígeno e hidrógeno líquidos.
3° “Haced esto”. Ofreced esto mismo, es decir todo el cosmos, toda la vida, todos los seres del mundo visible e invisible: ¿A Quién? A mi Padre y a tu Padre, a mi Dios y a tu Dios.
4° Cuando encarnó tomó nuestra naturaleza humana y en este acto, esta naturaleza quedó santificada y divinizada para siempre.
5° Cuando dijo: “Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre” encarnó en la materia. Así como tomó la nuestra. Como es obvio no podía decir: Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre a toda la tierra, a todo el cosmos. No le hubieran entendido. ¿Y cómo hubiera podido tener un signo de esta transmutación de toda la materia cósmica sin su cuerpo, si no hubiera escogido el signo del pan y del vino?
7° He aquí porqué la Eucaristía representa, y lo es, el signo más claro y patético de la unión de Cristo y toda su obra y la consagración hecha una vez para siempre de esta materia, por la materia de su cuerpo consagración al Padre; y al mismo tiempo “actualización permanente, visible, en cada fracción de tiempo”, de esa consagración siempre que el sacerdote en nombre suyo y de la comunidad, unido siempre a Cristo, realice esta misma actualización con las sagradas palabras: Esto es…
8° Para facilitar que pidiéramos identificarnos aún “materialmente” por el signo del pan y del vino, con lo que realizó, escogió estos dos signos accesibles a muchos. De otro modo, esto hubiera sido imposible.
6° Tal es el Amor del Hijo a nuestro Bendito Padre, que quiso que su obra estuviera para siempre y sencillamente a cada instante, ofrecida y consagrada a Él, que quiso que sus discípulos actualizaran esta consagración de toda su obra sin excepción, cuando acataran su pedido.
Padre CÉSAR. A. DÁVILA G. https://www.youtube.com/watch?v=oosLJQAmR40&t=56s Cristo, mi Maestro Viviente
ABRIL 15 VIERNES SANTO
La Cruz era un suplicio humillante. Los reos, los que habían cometido crímenes horrendos debían pagar en este suplicio el precio de su culpa. No lo conocían los judíos. La Palestina estaba bajo la dominación romana cuando el Señor fue crucificado. Los romanos habían reservado este suplicio a los criminales extranjeros. Un ciudadano romano estaba exento de este suplicio y era condenado a la espada del verdugo. El día de hoy, el peregrino puede detenerse sobre aquel mismo lugar en el cual Jesús fue levantado en alto. El misterio de la Cruz consumado en la pequeña colina del Calvario, se hace vivo, real, patente, como hace dos mil años, cuando se abren los ojos de la fe, allí en aquel sitio saturado por la presencia de Cristo crucificado (Mt. 27,35) y muerto en la cruz. Cuando Caín descargó el garrote en la cabeza de su hermano Abel, recordó el Señor al fratricida: “La voz de la sangre de tu hermano, está clamando a Mí desde la tierra” (Gen. 4,9). La voz de este nuevo Abel, de Cristo inocente, siempre está clamando desde la tierra. Pero este clamor no es de odio, de venganza, de menosprecio, de retaliación, de castigo. Es el clamor del Hijo al Padre por sus hermanos. Es la voz que clama por el perdón de la raza pecadora. Le crucificó su propio pueblo. Vino a los suyos y ellos no le comprendieron. Brilló la luz en la lóbrega noche del pecado y las tinieblas se volvieron más densas. Allí le crucifiqué yo, le crucificaste tú, le crucificaron todos los hombres. Porque todos pecamos. Nuestro pecado es el autor de esta crucifixión. Él no pecó, pecamos nosotros. Él no delinquió, delinquimos nosotros. Él no fue culpable, lo somos nosotros. Él se hizo víctima. Él cargó con el peso de los pecados de todos los mortales. Se hizo pecador en cada pecador. Su muerte fue un hecho público. Presenció la ciudad de Jerusalén. Presenció todo el pueblo judío congregado en Jerusalén con motivo del día de la Pascua. Presenció la humanidad toda en esos testigos, jueces y culpables. Por otra parte, Su muerte fue voluntaria. Murió porque quiso morir. Murió para dar cumplimiento al divino decreto que pedía la expiación del pecado. Murió para obedecer la voluntad del Padre. Murió para restaurar no sólo la naturaleza humana, sino toda la naturaleza visible e invisible. Murió para lavar todos los pecados del mundo. Murió para que nosotros viviéramos. Murió para hacernos herederos de la gloria inmortal. Murió en la Cruz con los brazos abiertos para invitarnos al abrazo de la reconciliación. ¡Qué gran don, qué responsabilidad de parte nuestra!
Padre CÉSAR AUGUSTO DÁVILA G.
A JESÚS CRUCIFICADO
(SONETO)
Tú, mi Dios… ¿Así crucificado
En lecho tan cruel y tan sangriento?
Tú, mi Dios… ¿Varón de sufrimiento?
¿Tú, el Inmenso, el eterno, el Increado?
Tus manos y tus pies y tu costado
Chorreando diva sangre en el tormento…
Y ¿Eres el Dios Autor del firmamento?
Y ¿Es el mísero mortal quien te ha clavado?
Yo taladré tus manos sacrosantas.
¡Perdona, oh Señor! Mi atrevimiento.
Esos pies y ese pecho he destrozado, Imploro el perdón hoy a tus plantas…
Lloro, ¡Señor! Contrito y me arrepiento La causa de tu Cruz fue mi pecado.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Revista “Mi Seminario”, No 10, pág. 27
(Escrito por el Padre Dávila cuando era seminarista)
https://soundcloud.com/aeayoga/23-el-juicio-del-senor-i El juicio del Señor (parte I)
https://soundcloud.com/aeayoga/24-el-juicio-del-senor-ii El juicio del Señor (parte II)
ABRIL 16
SÁBADO SANTO
Tras recordar el Viernes Santo su muerte en la cruz, el Sábado Santo es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su descenso al abismo. Esta jornada que cierra el Triduo Pascual (Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo). Antiguamente, este día se solía llamar Sábado de Gloria, pero la reforma litúrgica de la Semana Santa acometida por el Papa Pío XII (encargada en 1955 a monseñor Annibal Bugnini) la denominó como Sábado Santo únicamente.
DÍA DE SILENCIO
El Sábado Santo rememora especialmente a María tras la pérdida de su hijo, por lo tanto es un día de dolor y tristeza, destinado al silencio, luto y reflexión, así como lo hicieron en el sepulcro María y los discípulos. Durante esta jornada la comunidad cristiana vela junto al sepulcro en silencio. De esta forma, en la Iglesia católica no se realizan eucaristías, no se tocan campanas, el Sagrario se deja abierto y vacío, el altar está despojado y no se administra ningún sacramento excepto la Unción de los enfermos y la Confesión de los pecados. Dado que no puede celebrarse ningún rito oficial, se suelen realizar retiros espirituales y las iglesias permanecen abiertas para que los sacerdotes atiendan confesiones.
VIGILIA PASCUAL
Cuando anochece este día, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual. Este acto se realiza durante la noche previa al Domingo de
Resurrección y es un momento para regocijarse por la resurrección de Jesús. Es tradición que en todas las iglesias cristianas se realice un ritual similar antes de la media noche, compuesto de varias partes:
*Bendición del fuego o lucenario: la Vigilia comienza cuando se apagan las luces y el sacerdote enciende una llama de fuego, con la que prenderá al Cirio Pascual, el cual es bendecido y llevado en procesión a través de la iglesia mientras permanece a oscuras. Cuando esta termina, el sacerdote canta el Pregón Pascual, antiguo himno de Pascua.
*Liturgia de la Palabra: se leen siete relatos del Antiguo Testamento referentes a la salvación de Dios. También se leen salmos del Nuevo Testamento y varios cánticos.
*Liturgia Bautismal: trata sobre los temas de la Resurrección y el Bautismo, como términos que se complementan. Durante esta Liturgia se bendice el agua, se bautiza y se renuevan los compromisos bautismales.
*Liturgia de la Eucaristía: es una eucaristía más especial en la que se entonan cantos de júbilo y alabanza durante las comuniones. Para finalizar, los feligreses reciben la bendición.
ABRIL 17
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
No hay mis queridos hermanos, un hecho más claramente comprobado en la historia de los Evangelios, que éste hecho de la Resurrección. Por estounodelosmás grandesracionalistasdenuestros tiempos –diríamos- Ernesto Renant, decía esto: el centro mismo del cristianismo, el corazón de la fe de los cristianos es la Resurrección de Cristo, Resurrección que no se la puede negar. Y el apóstol Pablo, daba también tal importancia al hecho de la Resurrección que decía anunciando el mensaje del Señor: Sí Cristo no resucitó de entre los muertos, vana es nuestra fe, inútil es nuestra predicación. Pero mis queridos hermanos ¿qué significa para nosotros personalmente este hecho de la Resurrección? Para nosotros significa primero, la comprobación plena de que cuanto realizó el Señor, de que todo lo que Él enseñó está confirmado con el sello de la verdad. Segundo, entre los hechos que Él anunció y que hizo que entendieran bien aquellos que anunció Su mensaje, entre estos hechos está que Él es verdaderamente Dios, y está demostrando entonces que sí cumplió Su palabra, aquello que afirmó es también verdadero.
Él dio poder a sus apóstoles de perdonar y de retener los pecados, aquellos que los teólogos reconocen como el poder de las llaves. Él dio también a sus apóstoles el poder de realizar ese acto que para nosotros está todavía –digámoslo así- envuelto en el velo del misterio, aquello que los teólogos llaman la Transubstanciación, es decir –en palabras más sencillas- la presencia de ese mismo Cristo en el pan y en el vino consagrados. Él celebra la Sagrada Eucaristía, y da también el poder de celebrar la Sagrada Eucaristía a sus apóstoles. Y no solamente a ellos sino a la Iglesia como tal. Iglesia es el Papa, Iglesia son los Obispos, Iglesia es todo el pueblo cristiano. Iglesia sois vosotros. Porque no hay Iglesia, no se concibe Iglesia como sociedad sin miembros, Iglesia formamos todos nosotros. Da ese poder el Señor a su Iglesia, y cuantos bienes tiene Él, y cuantos bienes trae del Padre los comunica a su Iglesia. Nosotros somos pues, herederos de cuanto Él realiza. Y esa herencia nos ha pasado a nosotros, como pasará también a todas las generaciones que habrá después de nosotros. Con el hecho de Su Resurrección está comprobando una vez más, que
todos aquellos poderes que dio a Su iglesia, son poderes reales y verdaderos.
Por eso mis queridos hermanos, la Iglesia canta este Aleluya, canto de alegría, palabra de alegría, palabra de esperanza, palabra de glorificación a Dios. Por eso nosotros cantamos ese Aleluya, no frente a una tumba,aunsepulcroenelcualhayunpoco derestos que ha dejado los despojos de la muerte, como sucede con los hombres que mueren. ¡NO! Ese Aleluya mis queridos hermanos, cantamos nosotros frente a un sepulcro abierto por el poder de Cristo, que resucitó. Nosotros hemos tenido la bendición de estar precisamente en la Gran Basílica del Santo Sepulcro, que contiene el Calvario, y a pocos pasos también el Sepulcro del Señor. Pero de ese sepulcro no quedó, sino esa losa funeraria y el sepulcro vacío. Y quedó también aquello que es todavía –en estos
momentos- objeto del examen minucioso de los incrédulos modernos: la Sábana Santa, como testimonio de que allí en ese sepulcro se realizó un VERDADERO MILAGRO, el milagro de la RESURRECCIÓN. Porque no saben los hombres de ciencia –con todos los adelantos de la ciencia de hoy¿cómo se realizó, cómo se plasmó esa figura de una persona que había muerto y que presenta todas las señales del padecimiento? Y llegan a la conclusión de que aquellas sombras o aquello que parece como pintura es producto de radiaciones luminosas -¡van hasta allí!- pero desconocen por completo otra ciencia complementaria que pudiera hacer luz sobre eso.
Pero en todo caso está demostrando, ¡que allí en el sepulcro se operó algo extraordinario y que los evangelistas llaman pues, la RESURRECCIÓN! Hermanos, acerquémonos frecuentemente al Santo Evangelio y meditemos en los distintos pasajes de la palabra de Dios. Para nosotros esa es la vida, para nosotros ese es el camino, para nosotros eso es la luz que nos lleva a Dios. Pero luz que nos lleva a Dios, desde el momento en que nosotros estamos descubriendo a Dios debajo de los velos de esa Palabra. Por eso es necesario pasar nuestra vista en las páginas del Evangelio, pero tratando que nuestro corazón se sintonice con la Verdad que contiene esas páginas del Evangelio.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G. Fundador y Guía Espiritual AEA