EN LA VIDA DEL SEÑOR, NO SE DESCRIBE NINGÚN OTRO EPISODIO COMO ÉSTE. POR UN MOMENTO, LA GLORIA DE DIOS SE REFLEJA EN TODO SU VIVIDO ESPLENDOR EN LA PERSONA HUMANA DE CRISTO.
ESTA LUZ DIVINA COLOCA FUERA DE SÍ A PEDRO, SANTIAGO Y JUAN QUE PRESENCIAN EL ESPECTÁCULO.
PEDRO EMBRIAGADO CON LA GLORIA DE SU MAESTRO EXCLAMA: “Señor,québuenoesestarnosaquí”(Mc. 9,5).
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
El Dios Bendito continúa escribiendo los distintos episodios del Gran Drama Cósmico, en cada uno de nosotros y en cada uno de los seres que nos rodea.
Su libro (nosotros y todas las cosas) se renueva todos los días, todos los días se escriben sus páginas.
Páginas completamente nuevas a medida que van desgranándose los minutos, las horas, los días, los siglos.
Eso sí, hay que tener en cuenta que la sutil trama de su omnipresencia no conoce tiempo y espacio.
Esa trama une el pasado, el presente y lo que viene.
Si Agustín nos invitó a adorar a la belleza siempre antigua y siempre nueva:
A esta misma belleza hay que adorarla también en todas y cada una de sus manifestaciones no solo de ayer, sino de hoy y de siempre.
Yo le veo y le concibo dominándolo todo, desde la Suprema Atalaya de su Gloria, desde la Coordenada Infinita de su Verdad, desde el Hito Supremo de su Omnisciencia.
Hace falta, mucha falta, la liberación del hombre de las cadenas de su mente para que pueda ver las cosas como son, no como le dan viendo otros que las ven a su modo, desde luego.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Fundador y Guía Espiritual AEA
Elhombretieneunhermoso deberyobligación: Oraryamar. Sioráisyamáis habéishalladolafelicidad enestemundo.
JuanMaríaVianney(CuradeArs)
… Esa comunión de un Dios a otro Dios, del Hijo de Dios al Padre Dios era una comunión interior, una comunión de mente, de voluntad, de conciencia, de espíritu; la totalidad de ese Hijo estaba también entregada a Su Padre y a la totalidad de ese Padre estaba entregada también a Su Hijo. De tal manera de que entre el Padre y el Hijo había una unión total, una unión perfecta, una unión absoluta, una unión en la cual podía decirse que no había distinción alguna.
Hermanos, de esta oración es la que nos hablan los místicos cristianos y los grandes místicos también orientales y maestros orientales, de esta oración de comunión, de esta oración de fusión.
De esta oración nos habla también un modelo de párrocos, un santo que hizo época y sigue haciendo todavía época ahora en éstos momentos: un santo CuradeArs . Y él, voy a citar solamente un hecho, lo que hacía él y lo que entendía él por oración, él
era un hombre de profunda oración. ¿Y cómo define la oración? La oración, dice él, eslauniónconDios. ¡Esto es la oración para este gran santo, este gran sacerdote, este gran párroco! Laoracióneslaunión conDios,esto es lo que dice él.
Y luego define qué, cómo es esta unión, qué resultados produce esta unión.
Enestaunión,dice, Diosyelalmasoncomodospedazosdeceraque sefundenenunosolo,queyanadiepuedesepararlos. Así entiende, mis queridos hermanos, este santo Cura de Ars, entiende la oración.
La oración –repito- dice él: es la unión con Dios. Y luego dice a continuación, en esta unión, entre el alma y Dios, Dios y el alma son como dos pedazos de cera que se funden en uno solo que ya nadie puede separar.
Es decir, hermanos, en la verdadera oración, en esta oración profunda
que nos pide el Señor, hermanos: Dios y nosotros, nosotros y Dios nos fundimos como si fuéramos dos pedazos de cera.
De tal manera, que, en esa oración, la fusión es tal que no se puede establecer distinción alguna.
Esto está en la vida del santo Cura de Ars.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
Sobre la extensa llanura de Esdrelón, en donde se levantaban antiguamente las fortalezas de Megiddo, Taamac y Beisán, a unos diez kilómetros al Sureste de Nazaret, se alza el Tabor. Es una colina que tiene apenas unos quinientos ochenta y cinco metros de altura, contados sobre el nivel del mar. Su soledad en medio de la llanura, le hace aparecer mucho más alto de lo que es. Tiene la forma de un cono truncado. Desde allí, se contemplan en todas direcciones los lugares que fueron testigos de la presencia de Cristo en esta tierra.
Hacia el Oeste la vista se pierde en las brumas de las lejanías, el Monte Carmelo. Hacia el Noreste, se divisa el Hermón coronado de nieves perpetuas. Hacia el Sur y el Este se esfuman en la lejanía numerosos pueblecitos, entre los cuales están Naím, Séforis, Affula, Jezrael, Endor, Caná de Galilea, y al pie Dabburienh.
La tradición que se remonta al cuarto siglo de la era cristiana, ha ubicado el Monte Tabor, escenario de la Transfiguración del Señor. Sobre la cima del Monte, en el lugar mismo en donde el Señor se transfiguró, hay actualmente una basílica austera al cuidado de los padres franciscanos. Las torres laterales se levantan sobre capillas dedicadas a Moisés y Elías. La iglesia es de tres naves, divididas por dos hileras de pilares blancos que soportan los arcos. Al fondo de la nave principal, brilla en
todo su esplendor la imagen de Cristo con sus vestidos desplegados al viento, entre Moisés y Elías. Su rostro aparece resplandeciente como el sol.
En la vida del Señor, no se escribe ningún otro episodio como éste. Por un momento, la Gloria de Dios se refleja en todo su vívido esplendor en la persona humana de Cristo. Esta luz divina coloca fuera de sí a Pedro, Santiago y Juan que presencian el espectáculo. Pedro embriagado con la Gloria de su Maestro exclama: “Señor, ¡québuenoesestarnosaquí!”(Mc 9,5).
Dios se refleja en todas las cosas y en todos los seres de su creación. En todos y en todo ha dejado la huella de su presencia.
Esta es la razón por la cual el Salmista dijo: “Los cielos proclaman laGloriade Diosy el firmamentoanuncialaobradesusmanos…supregónsaledelatierratodaysuspalabraslleganalosconfinesdelorbedela tierra”(Sal 19, 2,5). Él es la belleza suprema, infinita, inconmensurable, siempre antigua y siempre nueva. De su belleza participa toda belleza que existe fuera de Él. De su gloria participa toda gloria.
Si sólo un destello de esta belleza hizo olvidar a Pedro y sus compañeros su condición humana y sentirse en un mundo de bienaventuranza. ¿Cuál será la gloria de la bienaventuranza de los elegidos?
Hay que trabajar con los pies en la tierra, pero con la mirada siempre puesta en el cielo, esperando la gloria futura que nos será revelada.
P. CÉSAR A. DÁVILA G
La Virgen María como sabemos nosotros, la Virgen María encarnó, pero encarnó con el objeto de servir como templo de Ese Espíritu de Dios, de ese Unigénito de Dios que vendría a restituir a su primitiva grandeza, esa naturaleza caída. Pero la Virgen María mis queridos estudiantes, cuando tomó la naturaleza humana, fue elevada de tal manera esta naturaleza que en ese mismo instante la constitución atómica –digámoslo así- esa vibración atómica pecadora de la naturaleza, de la especie humana, al impacto de la Encarnación de ese Espíritu tan evolucionado como el de María, quedó –digamos así- purificado hasta tal punto que, en el mismo instante en que ese Espíritu poseyó la naturaleza humana, ese Espíritu totalmente purificado de cualquier falta, de cualquier desorden. Este es el privilegio de la Virgen y que se llama el privilegio de Su Inmaculada Concepción.
La Virgen María pues, siendo un espíritu tan evolucionado no contrajo ni un solo instante, esa mancha con la cual la naturaleza humana se encuentra dañada.
¿Y por qué mis queridos estudiantes, sucedió esto? Porque ese Espíritu iba a ser más tarde, aquel que más cerca estaría de Aquel otro Espíritu, ya no humano, ya no creado, sino un Espíritu Increado. Ya no de un ser limitado sino de un Ser Infinito, de Dios Manifestado como es Cristo. En vista de que la Virgen tenía que desempeñar esta misión, fue Ella adornada de todas las gracias –como decimos en Teología- y de todos los privilegios que puede tener una humana criatura, y entre estos está este de Su Asunción a los cielos.
Pero hay que entender mis queridos estudiantes, en que consiste esto de la Asunción de María y en qué sentido dice que la Iglesia,
en qué sentido dice la Iglesia que “laVirgenfuearrebatadaencuerpo yalmaaloscielos”.Nosotros podemos entender mucho mejor estas expresiones –de la Liturgia- sagradas.
Sí nosotros consideramos, que la Virgen María subió al cielo exactamente con este mismo cuerpo, con esta carne, estos huesos, esta sangre y, en fin, estas vibraciones de todas las células que tiene el cuerpo humano. Y sí creemos que, con estas vibraciones exactamente iguales, está en los cielos, estamos nosotros juzgando a nuestra manera, hasta cierto punto bastante alejada de la realidad. Porque el apóstol San Pablo también se encarga de aclarar esto cuando habla de Cristo resucitado y cuando habla de las cualidades de los cuerpos resucitados. Cuando dice que los cuerpos resucitarán, pero sí antes fueron oscuros serán entonces –después de la resurrección- serán luminosos; sí antes fueron mortales, después serán inmortales; sí antes eran pasibles, después serán impasibles y sí antes eran corruptibles después serán incorruptibles. Y en la resurrección se verifica todo esto. La inmortalidad, la impasibilidad, la luminosidad, la incorruptibilidad, son propias de los cuerpos que han sido ya transfigurados después de la muerte.
¡Así reina Cristo! Y así también reina la Virgen María. Así tenemos que entender nosotros este misterio. Esto mis queridos hermanos, no lo entienden y no lo pueden entender muchos que no están familiarizados con estas enseñanzas que vosotros - a Dios graciasya las tenéis.
Sí la Virgen Bendita, tomó su cuerpo, su cuerpo humano, pero en el momento de entrar en la Gloria de Dios, entonces, esa masa atómica material, esa vibración atómica material se sublimizó. Ya dejó de ser una vibración atómica meramente material. Esas células que constituyeron su cuerpo físico, todas esas células adquirieron una propiedad particular, o más bien esas cuatro propiedades particulares de las que nos da cuenta el apóstol Pablo. Y así, ese cuerpo de la Virgen María -como el de Su propio Hijo- adquirió esas cualidades de luminosidad, de sutileza, incorruptibilidad e impasibilidad.
Este es el misterio que estamos celebrando el día de hoy. La Virgen propiamente no sufrió la muerte, como sufriremos nosotros como consecuencia de este pecado de la naturaleza, que se llama el pecado original. Esa muerte no fue una separación dolorosa, una separación no deseada, una separación violenta, una separación en la cual el cuerpo está sometido –como la parte más débil- a tantos sufrimientos. No, no hubo la tal separación del espíritu y del cuerpo en la Virgen María, esa separación fue más bien una separación hasta cierto punto simbólica, porque –como digo- ese cuerpo en el momento de entrar en la Gloria de Dios, recibió el impacto de esa Gloria y le transformó en un cuerpo glorificado.
Almaspuras,almasblancas, almastroqueladasenelvivircotidiano deplenasintoníaconDios, almasquesupieronamandointensamentealPadre amarseydarmucho,peromuchoamoralosdemás; almasprofundamentehumildescomotodolobueno ycomotodoloauténticamentevaliosoygrande.
PablitoyMaríaEugenia sonlasmejoresprimiciasqueentregaalSeñor laASOCIACIÓNECUATORIANADEAUTO-REALIZACIÓN.
P.CÉSARA.DÁVILAG.
En este nuevo aniversario de la ida de Pablo Jaramillo Crespo y María Eugenia, nuestra Asociación eleva una vez más a Dios su oración para que ellos continúen junto a nosotros a fin de que podamos cumplir con los objetivos que nos hemos propuesto: Nuestra comunión con Dios a través de la meditación, base inconmovible de la vida cristiana.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
Enelmomentodelamuerte, nosenosjuzgará porlacantidaddetrabajo quehayamoshecho, sinoporelAMOR quehayamospuestoenél.
MadreTeresadeCalcuta
… Sí, la Madre Teresa es un apóstol del Amor. Digo amor, porque el amor no tiene calificativo: el amor no es cristiano, no es hindú, no es musulmán, SINO ES SIMPLEMENTE AMOR.
Cuando san Juan dice que Dios es Amor, él no pone ningún calificativo. No dice: Dios es amor cristiano. No. Dice sencillamente: Dios es Amor.
La Madre Teresa es un apóstol del amor. Pero de ese amor que se identifica con Dios. De ahí las consecuencias que se desprenden de esta vivencia, de este amor… Amor que va a todos sin excepción. Amor que se va hasta el holocausto. Amor que es eminentemente práctico y que se demuestra en la solución de los problemas de los más necesitados. Este mismo amor hace que la obra de la Madre Teresa, esté plenamente identificado con el pueblo hindú.
Este amor encarna en ella la santidad de vida. Este amor se identifica con esa santidad de vida que ha llevado allá. Yo creo que uno de los más grandes testimonios que actualmente tiene la India, de ese Amor de Dios, es el de la Madre Teresa. Y la Madre Teresa en consecuencia por ser cristiana, es también mensajera viviente de una de las facetas del cristianismo: el AMOR que CRISTO inculcó también a sus discípulos...
P. CÉSAR A. DÁVILA G..
Las vísperas de la partida a la verdadera patria de su madre Santa MÓNICA, cuando se hallaban él y ella solos, apoyados sobre una ventana frente a un jardín en Ostia Tiberina, lejos de las turbas, después de la fatiga de un largo viaje, olvidando las cosas pasadas y ocupados en lo porvenir: Él y ella conversaban juntos, inquiriendo delante de Dios cómo sería la vida eterna de los santos y cuáles aquellas cosas que ni ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre conoció… llegaron a esta conclusión: “Quecualquierdeleitedelossentidos carnales, aunque sea el más grande, revestido de mayoresplendorcorpóreo,anteelgozodeaquellavidanosólonoesdignodecomparación,peroniaundesermentado” (Confesiones,IX,10,24)
Al recorrer gradualmente con la mirada interna de su espíritu, todos los seres corpóreos, pensando, hablando y admirando las obras de las manos divinas, llegaron hasta sus propias almas y les pasaron también revista hasta llegar “alaregióndela abundanciaindeficiente,endonde(Dios)apacientaaIsraeleternamenteconelpastodelaverdad”(ConfesionesIX,10,24).
Y mientras hablaban y anhelaban por la verdad, llegaron a tocarla un poco con todo el ímpetu de su corazón; suspirando y dejando allí prisioneras las primicias de su espíritu, tornaron al estrépito de sus labios en los que la palabra humana comienza y acaba, en nada semejante al Verbo de Dios que permanece en sí sin envejecer y renueva todas las cosas. El joven Agustín estaba a punto de despertar en la visión de Ostia Tiberina, él y su madre intuyeron muy de cerca esos nuevos mundos que iban a revelarse.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
El itinerario mental, espiritual y místico de san Agustín es el que han tratado de seguir y deberán seguirlo, aquellos que sinceramente quieren llegar a una experiencia de Dios en su vida.
Su juventud fue disipada, libertina si se quiere, como la de gran parte de los seres humanos. Oigamos lo que nos dice en su peregrinaje fuera de Dios: “¿Dónde estabas entonces para mí? ¡Oh, y qué lejos! ¡Si, y qué lejos peregrinabafueradeTi,privadohastadelasbellotasde lospuercosqueyoapacentabaconellos!¡Cuántomejores eran las fábulas de los dramáticos y poetas de todos aquellosengaños!...¡Ay!¡Aydemí,porquégradosfuidescendiendohastalasprofundidadesdelabismo!¡Llenodefatigay devoradoporlafaltadeverdad!¡Todo,Diosmío –aquiénmeconfiesoporhabertenidomisericordiademí,cuandoaúnnote confesaba-todoporbuscartenoconlainteligencia –conlaquequisistequeyoaventajasealosbrutos- sinoconlossentidosde lacarne,porqueTúestabasdentrodemí,másinteriorquelomásíntimomíoymáselevadoquelomássumomío!(SanAgustín, Confesiones,III,6,11)
El hombre cuando emprende su peregrinaje desde el momento en que nace hasta que emprende la despedida de su existencia terrena, tiene que pasar por las mismas pruebas por las que atravesó el joven convertido de Tagaste. Todos en mayor o menor grado, tienen que enfrentar la lucha contra esas concupiscencias que señala el discípulo más querido del Señor. Es demasiado el número de los que sucumben en esa lucha, de los que naufragan en el mar de la ilusión en pos de lo efímero. Pero el mal no está en sentir en lo más íntimo del ser esa lucha que causa vértigo, agonías largas y desesperantes. EL MAL RADICA en NO COBRAR ÁNIMO PARA LEVANTARSE, para pedir, para IMPLORAR DE DIOS SU AUXILIO, como lo hizo san Agustín.
Dios, dador de todo bien, nos ha dado un país excepcional con riquezas materiales que no sólo bastan sino sobran a los diez millones de habitantes que posee. Sus recursos naturales pueden alimentar al triple o al cuádruplo de los habitantes de hoy.
Basta abrir los ojos para darnos cuenta de ello: La Sierra para los productos de clima frío y templado, la Costa para los de clima ardiente; ríos, lagos, valles, bosques tropicales, páramos, terrenos pródigos en brindarnos productos en abundancia; mar, islas como las Galápagos, que conservan todavía la belleza paradisiaca de épocas milenarias desaparecidas ya de este planeta. Somos también herederos de una cultura no solamente de cinco siglos atrás, sino de la cultura milenaria oriental, que fue la que primero se hizo presente en lo que los mismos españoles llamaron las Indias Occidentales. Pudiéramos hablar mucho sobre esto.
Pero aquí viene la pregunta:
¿Qué pasa en el Ecuador?
Algo que debe hacernos meditar profundamente. Hay una gravísima crisis de valores en los diversos campos de la actividad humana: En el económico, en el social, en el político, en el religioso. Hay crisis en las personas, especialmente en la juventud de hoy. Las páginas de los periódicos, en estos últimos meses especialmente, no terminan de informar acerca
de la descomposición económica, política, social, institucional del país.
Durante estos últimos años se ha desatado el crimen a lo largo y a lo ancho del Ecuador.
No hay día en que alguna ciudad o pueblo no relate la prensa: robos, asaltos, homicidios, violaciones y otros delitos.
Este es el pan de cada día.
Lo más grave es que todo esto, en la práctica permanece en la impunidad... Los criminales pueden desplazarse de un extremo al otro del país sonrientes y campantes porque no existe un retén policial en las carreteras, que frene de algún modo a los delincuentes.
Más grave todavía es el problema de las pandillas juveniles de asesinos… Estos hechos que hemos señalado brevemente son señal inequívoca de la crisis moral y espiritual en que se encuentra en estos momentos el país.
Es preciso que quienes todavía sentimos hondamente estos problemas, realicemos todo lo que está a nuestro alcance para que el Ecuador se detenga antes de desaparecer en el abismo. Quienes tenemos la bendición no sólo de creer sino de vivir a Dios en lo más profundo de nuestro ser, pongamos en Sus manos estos gravísimos problemas y hagamos de nuestra parte lo que tenemos que hacer: CUMPLIR Y ENSEÑAR A CUMPLIR LAS LEYES DIVINAS como principio fundamental de solución a estos problemas.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Guía espiritual y Fundador AEA