ASOCIACIÓN ESCUELA
AEA
DE
AUTO-REALIZACIÓN
Él llega siempre en el Silencio
Me he propuesto no dejar pasar ni un solo día, sin decir o escribir algo acerca de Él. Él, el único grande, el único sublime, el único digno de todo encomio, el único que condensa toda esperanza. Espero cumplir mi resolución.
¿El tema? ¡Qué importa! Libre, completamente libre, espontáneo, natural, como corren las aguas cristalinas del torrente, como musitan su canto de luz en los espacios siderales las miríadas de estrellas y los incontables soles. Como escriben sus cantos en oleadas de luz y con las plumas pesadas por el viento matinal, las aves cantoras.
Mi intención es decir algo, musitar algo, escribir algo.
¿Para Él? Sí, para Él, aunque siento que a Él le basta y le sobra Su propia voz.
Diría más propiamente, es que yo necesito desahogarme, aquietarme, dar un respiro, liberar ese ALGO que bulle dentro, muy dentro de mí.
Es que siento la necesidad de decirle algo, yo no sé qué en verdad, pero tengo que decirle ALGO que Él sólo SABE y que Él sólo COMPRENDE.
Su obrar, su accionar, nada tiene de precipitado, de violento, de atolondrado, de improvisado, de desordenado. Así es muchas veces nuestro obrar.
Él no viene como llegó el Elohim en el Sinaí, no llega cabalgando sobre las alas de querubines de fuego estremeciendo el espíritu, con siniestros rayos y deslumbradores relámpagos. No llega como los conquistadores entre piras de cadáveres y oleadas de sangre. No llega como el emperador, a sentar sus reales a la sombra de doseles de púrpura y escarlata.
¡Qué disparate! Si todo esto es para disfrazar la pequeñez humana. Él llega siempre en el silencio. Como llegó una vez, hace siglos,
un Hijo de Él y también de la Virgen María con quien desposó Su propio Espíritu.
Llega, como apareció iluminando de luz inefable la cuna de Belén,
ese Niño que no dejó de ser Dios por nacer envuelto en unos pañales, ni dejó de ser hombre porque Gabriel el mensajero le anunció como “ElHijodelAltísimo”.
Él no viene en traje de etiqueta como llegan al banquete los invitados de honor. Él no llega donde hay fiesta, donde hay vino, donde hay crápula, donde orgía, donde brilla el espejismo del oro, del boato, de la abundancia. Él llega siempre, siempre, siempre en el silencio.
Él se manifiesta cuando no hay “otro” que quiera manifestarse dentro de mí, dentro de ti, dentro de todos. Cuando quiere manifestarse mi yo, Él se oculta. Cuando quieren manifestarse las arpías de odio,
de la envidia, de la lujuria, del egoísmo, de la incomprensión, de la avaricia, Él se oculta allá, en los abismos de Su propio Espíritu. Él se manifiesta cuando le dejamos el paso libre, completamente libre.
Cuando las tinieblas cubrían con lúgubres crespones la inerme figura de ESE ajusticiado por la ingratitud humana en el Monte de la Calavera, se eclipsó también la Gloria de Cristo manifestada en todo Su esplendor en la Transfiguración de la Montaña.
Así es Él,
Él no se manifiesta cuando hay tinieblas en el espíritu. ¿Qué maridaje es posible entre la Luz y las tinieblas?
¡Padre Bendito!
Permítenos encontrarte siempre en el silencio.
Permítenos escuchar
Tu voz en el silencio.
Permítenos adorarte en el silencio.
Permítenos descubrir
Tu rostro en el silencio.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR EN EL TEMPLO
El profeta Simeón en el evangelio de san Lucas en el capítulo II, hablando del Señor, cuando le tiene en sus brazos, dice: “MisojoshanvistoatuSalvador,quelohas colocadoantetodoslospueblos;unaluzparaalumbrara lasnacionesygloriadetupueblodeIsrael”.
Simeón habló inspirado por el Espíritu Santo. Fue al templo inspirado por este mismo Espíritu, al encuentro del Salvador. Conoció por inspiración que tenía en sus brazos no a una criatura cualquiera, no a un judío que no tenía nada que ver con la historia de su pueblo, sino al MESÍAS PROMETIDO, y por eso su saludo con su canto alqueesGloriadesupuebloyLuzquevienepara alumbrar las naciones...
Debemos ir conociendo más y más esta persona del Señor, sencillamente por aquello que nos explica el apóstol san Pablo, que dice: “Si morimos con Cristo viviremos con Él. Si perseveramos reinaremos con Él. Si le negamos, tambiénÉlnosnegará.SilesomosinfielesÉlpermanecerá fielporquenegarseasímismonopuede.Simorimoscon Cristo viviremos con Él”. Esto quiere decir, que si nosotros le conocemos, le amamos, y seguimos sus enseñanzas tenemos también asegurada nuestra salvación, tenemos asegurado eso de vivir para siempre con Él; y si perseveramos con Él perseveramos en la fe, y si perseveramos en seguir su doctrina reinaremos con Él.
P. CÉSAR A. DÁVILA G.
FEBRERO
2
”Hermosísimo se presenta el altar del Santo Sacrificio: sentí el gozo espiritual de la paz al mirar espiritualmente el blanquísimo lienzo y las flores blancas.
Al fin de la misa comprendí una verdad más: Me decía dónde está, en qué lugar, esa Virgen Madre de Dios del cuadro de la Escalera. Lo sé ya: está en Dios, en Él le estudiaré algún día; no está en ningún lugar; está en Dios como todos los santos gozando de la vida eterna y de la luz plena: en Él vive, en Él opera, en Él goza.”
Padrecito Dávila
NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
Esa Virgen a la cual fue enviada un ángel Gabriel, esa Virgen que entabló el diálogo con ese enviado del Señor, esa Virgen que cuando el ángel le anunció que iba a concebir y a dar a luz un hijo que sería llamado el Hijo del Altísimo, esa Virgen que al principio no supo cómo se realizaría aquello que le decía el ángel, esa Virgen que después que él le dijo que la virtud del Altísimo descendería sobre Ella y la cubriría con Su sombra y que el fruto que debía nacer de Ella sería llamado el Hijo del Altísimo y que no sería por obra de varón, esa Virgen que luego consintió en ofrecer su cuerpo, su mente, su voluntad, todo su ser, en fin, que la voluntad de Dios se haga en Ella ¡Esa Virgen está presente también! Ella puede decir lo que dijo el Señor: “He aquí que Yo estoy con vosotros, hasta la consumación de los siglos”. Y está presente porque Ella fue incorporada a la misión que tenía que desempeñar Su propio Hijo. Para eso está presente en la humanidad, está presente con nosotros.
Cuantas veces queramos contactar con Ella por pensamiento, cuantas veces nosotros enviamos nuestra onda mental que nace en nuestra mente, esa onda mental que es algo inexplicable, esa onda mental llega, impacta con el ser a quien nosotros la enviamos y es un impacto inmediato, real, que produce todos los efectos de cualquier ser que entra en contacto con otro. Cuando enviamos al Cristo, a cualquiera de nuestros maestros, a la Virgen María o a cualquiera de los santos; cuando enviamos nuestra onda mental ellos la reciben y la captan. Cuando enviamos nuestra onda mental a cualquiera de nuestros hermanos que están en un plano distinto del nuestro, ellos reciben esa onda mental y están todavía en mayor capacidad de la que estamos nosotros de recibir esa onda mental. Muchas veces acontece que estamos incapacitados de recibir las ondas mentales de muchos de nuestros hermanos porque tenemos ocupada nuestra mente en cosas frívolas, en cosas que nos apartan de las leyes de Dios, en cosas que nos distraen demasiado. Pero quienes están en otros planos tienen una sensibilidad mucho más honda, mucho más profunda para captar todo cuanto ellos quieren captar y que nosotros deseamos que capten. Esas ondas mentales llegan a ellos e impactan y esto es lo que se llama: la oración. En otros términos, no es sino esta onda, esta corriente que nace de las profundidades de nuestro ser, de las profundidades de nuestra conciencia y que va así convertida, en una onda profunda de amor, en una onda de conciencia, en una onda mental que impacta a quienes deseamos que se impacte.
Esto es lo que hacemos cuando invocamos a Cristo, a los santos, a la Virgen María, Ella está presente como lo está Cristo. Pero esa presencia es posible siempre y cuando busquemos e imploremos esa presencia.
FEBRERO 11
La Virgen Bendita en toda la redondez de la tierra, desde el momento que Ella la dejó físicamente, no dejó de velar por sus hermanos, Ella es nuestra hermana mayor, después de Cristo; la primera, la gran hermana mayor, hermana y madre al mismo tiempo, Madre Bendita y hermana. Ella no abandona a sus hermanos y no abandonó a sus hijos en ningún momento y por eso es que multiplicó los signos, los monumentos para que le recuerden sus hijos.
Ella suscitó a las mentes, a las conciencias de muchos amigos suyos, de muchos devotos; para que levantaran esos monumentos que son una especie de jalones en la historia de la humanidad, para que recordando los demás esos monumentos que ella inspiró; la invocáramos y llegáramos a Ella.
Esos monumentos que están jalonados a través de la historia, son numerosísimos, incontables; porque no hay ninguna Iglesia que se levante sobre la tierra, ninguna Iglesia en que no haya un recuerdo de Ella, algo que nos invite a enviarle nuestra onda mental. Siempre hay una imagen, una estampita, una estatua, una Iglesia, algún signo, alguna palabra que nos recuerde que debemos entrar en contacto con Ella, con esa Bendita Madre. Por eso hay en la Tierra, innumerables santuarios consagrados especialmente a Ella. Hemos visitado, hemos tenido el gran privilegio de visitar muchos de esos santuarios atendiendo a una llamada de Ella. No precisamente porque necesitara hacer esa visita a tal o cual Santuario; así como ustedes sienten Su presencia así lo siento yo, pero en esos lugares se siente más de cerca, se siente más fácilmente el impacto de Su presencia.
He estado en Italia en el Santuario de Loreto; también en Jerusalén en la Gran Basílica de la Resurrección y en la gran Basílica de la Navidad que tienen recuerdos de Ella. En Europa, en esos Santuarios célebres y modernos de Lourdes, de Fátima que son una bendición para la humanidad. En América, en el gran Santuario de México de la Virgencita de Guadalupe, en el Ecuador en el Santuario del Quinche ; y en los demás Santuarios que se levantan a lo largo de nuestra República, en ese Santuario de la Dolorosa del Colegio. En ese Santuario vecino de nuestra República, el Santuario de Las Lajas.
Esos santuarios son hitos, señales, signos de que nosotros somos hijos de esa Madre, hermanos menores de esa hermana. Ella quiere que le pensemos y acudamos a Ella siempre. Esos Santuarios, esas imágenes, esos signos de la presencia de la Virgen María, no tienen otro objeto. Si no tenemos a la vista algo que nos recuerde la presencia de la persona que queremos, sencillamente no recordamos, somos olvidadizos. Por eso llevamos en nuestra cartera el retrato de alguna persona a quien queremos íntimamente, llevamos en el cuello, colgada alguna imagen que nos recuerde aquel signo de la presencia de alguien a quien nosotros queremos recordar. Son signos de la presencia de quienes nosotros queremos recordar, a quienes amamos de verdad. Tenemos que recordar siempre a la Virgencita, a Ella que está lista para ayudarnos.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
DÍA DEL AMOR Y AMISTAD
Estos lazos internos, estas vibraciones íntimas que nacen de lo más profundo de nuestro ser, ésas son las que perduran a través del espacio y por toda la eternidad. Y esto es lo que estamos haciendo precisamente:
Sembrando esta semilla de eternidad en cada uno de nosotros.
Por este amor, por esta unión íntima, por esta comunión tan grande que existe entre todos ustedes. No es preciso recomendarles, ustedes lo saben y ustedes ya me entienden: que para mí, la mayor recompensa –si yo puedo pedirle a Dios, a Él alguna recompensa, aunque yo no lo pido porque tengo absolutamente todola mayor recompensa sería ésta:
DE QUE USTEDES PERMANEZCAN SIEMPRE UNIDOS, UNIDOS ÍNTIMAMENTE COMO LO ESTÁN AHORA.
Y unidos siempre, absolutamente siempre, siempre. Que entre ustedes haya esa verdadera hermandad, ese verdadero amor, Esa verdadera sinceridad, esa verdadera comprensión que existe, Y que ésta vaya acrecentándose día tras día…
¡Esto es lo más grande que nosotros podemos ofrecer a Dios!
Nuestra unión, nuestra mutua comprensión.
Y esto tiene que extenderse también a los demás, a quienes se extiende nuestra acción: En la fábrica, en el taller, en el almacén, en el negocio, en el comercio. Tengan en cuenta ustedes, que cuando SE DA AMOR, SE DA TODO. Y cuando se da amor, se recibe –en recompensa también- amor, sea a quien fuere.
¡Enviemos siempre este mensaje y estas vibraciones de amor a todos!
Padrecito DÁVILA
FEBRERO 14
CÁTEDRA DE SAN PEDRO
Siempre las cosas de Dios que tocan a los hombres, se realiza por medio de los hombres. Esta es una ley y esta ley es la que se cumple siempre: una obra de Dios no se realiza sino por intermedio del hombre, el hombre es el instrumento de esa realización divina.
Los apóstoles mis queridos hermanos, los apóstoles fueron esos instrumentos de mediación entre Dios y el hombre, pero según la voluntad del mismo Cristo, del gran maestro, del Hijo de Dios, de ese Dios Bendito que vino acá a esta Tierra para señalarnos el camino de ir a Dios. Ese Dios Bendito que no quiso que nosotros viviéramos una vida desentonada a la realidad nuestra, sino una vida profundamente incrustada en el seno de la sociedad. Ese Dios ve que son necesarios los hombres, para la realización de Su obra, y ese es el motivo por el que escoge a sus discípulos.
Pero esa obra de Dios, esa obra de Cristo no podía truncarse apenas nacida, cuando comenzaba recién la historia de la humanidad. Porque la verdadera historia de la humanidad comienza con la venida de Él. Así humilde, así pobre, así despreciado y desconocido por sus enemigos, así calumniado por ellos, así crucificado en la cruz. Así quiere, según la, la expresión del apóstol, siendo blanco contradictorio de los hombres, presentarse a la faz de los hombres como el Hijo de Dios y como el conductor de esta nueva humanidad. Pero esa obra no debía realizar propiamente Él sino sus apóstoles. Y a ellos mis queridos estudiantes, a ellos les comunica Su Espíritu, ese Espíritu suyo, ese Espíritu que lo recibe del Padre: el Espíritu Santo que les da el día de Pentecostés, y con eso, es el arma con la cual conquistan al mundo. De allí de la Palestina -donde estaremos después de pocos días- de allí de la Palestina viene la Luz, nace la luz. Y luego los apóstoles, primero Pedro y luego Pablo y otros apóstoles vienen acá, al corazón del Imperio Romano. Aquí en esta Roma Imperial va a establecerse otro reino. Pero no un reino como los que idearon los emperadores, no un reino cuyas últimas resonancias lo vemos nosotros en el foro, en el coliseo y en los demás monumentos de la antigüedad. Eso, nosotros hemos visitado todas esas ruinas, esas ruinas solamente son los símbolos, símbolos de un imperio material destruido, de un imperio material que quedó ya, no ni siquiera en segundo término sino quedó, quedó completamente destruido.
Lo que ahora subsiste es esa Roma, pero esa Roma nueva, esa Roma ya no esa Roma imperial sino esa Roma de Cristo, no importa que a través de la historia haya tenido tantas vicisitudes aún esa Roma de Cristo. Pero esa Roma de Cristo tiene mis queridos estudiantes, tiene un representante y tiene -digámoslo así- una cabeza -porque es así- tiene una cabeza esa nueva Roma. Esa nueva Roma mis queridos estudiantes, esa nueva Roma comienza con los pontífices, comienza con, con el primer pontífice. Esa Roma comienza con Pedro el apóstol, que viene acá a Roma a predicar y a fundar la primera comunidad cristiana. Y esta Roma de Pedro, esta Roma de Cristo y el apóstol Pedro es la que continúa a través del tiempo y del espacio. Por eso aquí, a las puertas de esa gran Basílica en que nos ha tocado esta celebración eucarística, a las puertas de esta gran Basílica hay una inscripción que alude a esta gran misión y a esta desempeñanza de esta Iglesia establecida por Cristo sobre la roca de Pedro, aquí en Roma. Y que es, dice: la Iglesia, la madre y cabeza de todas las Iglesias de la urbe y del orden de la Tierra.
Así es, mis queridos estudiantes. Y ¿por qué? ¿Cuál es el fundamento en realidad, el fundamento sobre el cual se basa toda esta Iglesia? Lo hemos escuchado en el Santo Evangelio, es la fe y la fe de Pedro. Ese Bendito Señor, no escoge ni a Pablo, no escoge a Andrés, ni a Bernabé, ni a Juan el discípulo amado aquel que le amaba entrañablemente… escoge a Pedro. Pero lo escoge por una razón y la razón está
FEBRERO 22
determinada en el santo Evangelio, esa razón es su fe, después de que el apóstol confiesa que Él es el Mesías, es ese Cristo… “Bienaventurado eres Simón hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” Y luego añade, que sobre su fe que es fundamento… sobre su fe: edificaré mi Iglesia. ¡Y así se levanta la Iglesia, sobre la fe de Pedro el apóstol!
Y esto precisamente, mis queridos hermanos, los demás pontífices, el pontífice actual: el Papa Pablo VI, él continúa esa misma trayectoria. Nosotros desde Pablo VI hasta Pedro, Pedro I, nosotros seguimos la sucesión de los apóstoles y de Pedro a Cristo. Miren, la fe, mis queridos estudiantes, la fe en Cristo, la fe en Su Doctrina es el fundamento en que se sustenta todo ese gran andamiaje de la Iglesia.
Y nosotros mis queridos estudiantes, tenemos también que poner conciencia en eso si queremos que el Reino de Dios, ese Reino de Cristo se propague. Y si queremos nosotros ser instrumentos de Dios, en sus manos, en las manos del Señor, tenemos también que ser cristianos de fe. Esa es la única condición que se nos pide: LA FE, pero la fe en Cristo, esa fe vivencial que debemos tener nosotros en Él. Entonces, así estaremos cumpliendo nuestra misión. Falta mucho esa fe verdadera, esa fe en la persona bendita del Señor, fe que todo puede, fe que es más poderosa que todos los poderes de la Tierra
Pues bien así en esta gran Basílica nos hemos reunido, nuestra adhesión a quien es el prototipo -digámoslo así- de la fe de Pedro… Por eso en esta celebración eucarística encomendemos de una manera especial a esta Iglesia que es la cabeza de todas las Iglesias -a la Iglesia de Roma- también encomendemos a nuestras Iglesias particulares, a nuestras Iglesia del Ecuador, a nuestros obispos, a nuestro Cardenal, a nuestros sacerdotes a quienes tienen encargo de llevarnos por el sendero hacia Dios, a quienes son instrumentos de la Obra Divina…
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.