María por su título de Madre de Dios y madre nuestra es acreedora al mayor respeto, al mayor amor, a la mayor veneración...
P. César A. Dávila G.
María por su título de Madre de Dios y madre nuestra es acreedora al mayor respeto, al mayor amor, a la mayor veneración...
P. César A. Dávila G.
Virgen Bendita, el último de Tus hijos Te felicita, y pide Tus bendiciones para todos y cada uno de los miembros de Auto-Realización. Sé Madre de todos ellos.
Cuídales, ámales, sonríeles a todos.
Y a mí, el último, una sonrisita solamente.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
https://soundcloud.com/aeayoga/33-maria-la-gran-maestra
Cuando se veía asediado e las multitudes que iban de aquí para allá, errantes, tristes, acongojadas, exclamaba: Tengo pena de estas multitudes que están como ovejas sin pastor. Yo soy el buen Pastor, yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí.
El Maestro quiere que Pedro se encargue de esos corderos y de esas ovejas, su oficio ya no sería el de pescador al que momentáneamente había vuelto. Ya no sería el pescador de peces si no de hombres. Sería el pastor de ovejas y corderos humanos, sería pescador de almas.
El Señor solo le exigió una condición, nada más que una condición para confiarle lo que era suyo, absolutamente suyo, pues lo había adquirido a muy alto precio. Por sus ovejas no había pagado dinero, había dado infinitamente más, mucho más, había derramado su propia sangre. Había dado su vida a cambio de su rebaño, y en ese rebaño estaba simbólicamente representada la humanidad toda de todos los tiempos. Allí estabas tú, yo, todos.
La condición exigida fue la del amor. Él lo había adquirido por amor, y por amor debería ser conservado siempre hasta la consumación de los siglos…
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
https://www.youtube.com/watch?v=T1zSn57nHLo
También los pájaros observan el silencio. Su canto es dulce, armonioso y tierno, pero se siente a pocos pasos de los olivos o cipreses de las acacias o de la espesura en donde trinan.
Silencio de paz. Silencio de oración. Silencio de contemplación interna.
Hombres y mujeres atraviesan la plaza asoleada en silencio de meditación.
Subo las gradas que conducen al Santuario con la emoción de la plegaria a flor de labios o prestando oído, atento a una voz interna que habla y recomienda el programa de nuestro tiempo: penitencia, oración, reparación.
Esto no puede compararse con nada.
Todo el Santuario con su gran calzada por delante, con sus pórticos y edificios con sus bosques y avenidas de cipreses y de olivos (al menos de treinta mil metros cuadrados) parece una gran casa de ejercicios, congregándose todos los pueblos y de toda la redondez de la tierra.
No hablan. Si hablan lo hacen en voz baja, sin estridencia. Si pasean, meditan en algo que ellos mismos no pueden explicar. Detienen el paso para contemplar de un ángulo cualquiera, ¡el templo, el cielo azul profundo, el volar de una mariposa, el arpegio de un ave, una brisa que se mueve…! ¡Pero que hablan al espíritu en el mismo sitio en que la Virgen habló a Lucía y sus compañeros difuntos!
También las campanas han afinado su voz. Cada quince minutos un reloj va cantando el tiempo. Cada hora después de rezar en plegaria de horas en las campanas ensaya un canto de campanas que le enseñaron a cantar cuando le fabricaron y dice así ese canto la música del tan conocido y popular canto a la Virgen de Lourdes cuyo estribillo dice: Ave,Ave,AveMaría.
El eco de las bocinas y pitos de los carros, el ruido de los motores se pierde, bastante lejos del Santuario, porque ha establecido su trono el silencio. En el silencio, la plegaria, en la plegaria la Virgen. Dios en todo. Él en la Virgen, en la plegaria, en el silencio, en las almas de los peregrinos…
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
En el capítulo primero del libro de Los Hechos de los Apóstoles, Lucas el cronista, narra lo que se realizó después que el Señor permaneció aquí en esta tierra durante 40 días y en distintas ocasiones se apareció a sus apóstoles para darles sus últimas introducciones, entre esas, la instrucción de ir y predicar el Evangelio, es decir de anunciar la Buena Nueva de salvación, el mensaje de Vida Eterna que El traía del Seno del Padre a los hombres.
Él cumplió Su misión y ahora tendrían otros que cumplir la misión por encomienda suya. Cumplida Su misión Él viene acá, les dice a los apóstoles que se congreguen en la cima de este monte en donde nos encontramos nosotros. Luego se despide de sus apóstoles y les recomienda una vez más el profundo amor que debían tener entre ellos, signo de la PRESENCIA SUYA en medio de ellos. Y les da también el poder sobre toda enfermedad y sobre todos los poderes. Y Él les concede todo cuanto el Padre le concedió también a Él, “asícomomiPadremeenvió–dice-asítambiényoosenvíoavosotros”.
Después de un breve diálogo que más fue mental… Él se levanta y luego sigue elevándose hacia la altura. Los apóstoles estaban tristes como era muy natural, y una nube cubre la vista física del Señor y Él reintegra su Presencia a la Presencia Cósmica, Divina. Y conserva Él, el poder de realizar la invisibilidad de Su cuerpo físico y conserva Su cuerpo físico y todos sus componentes y Su Espíritu Divino, pero con el poder de realizar todo lo que puede Él como Dios.
Una enseñanza, sí la enseñanza suya es que nosotros no debemos mantener nuestra conciencia siempre en ese Cristo doliente, en ese Cristo abatido, en ese Cristo que sufre por los hombres, sino que nuestra conciencia se ha de integrar también a ese Cristo Resucitado, a ese Cristo Glorioso, a ese Cristo lleno de poder, de majestad y de un profundo amor a la humanidad, a todos y cada uno de nosotros, y lo que es MÁS IMPORTANTE es que ese Cristo Bendito venga a nosotros y haga en nosotros su habitación.
Después de unos días nos veremos nuevamente sí Dios quiere, allá en el Ecuador. Pero nosotros llevamos también ese mismo mensaje que Él dio a sus apóstoles. Yo interpreto aquí en este monte, interpreto ese mensaje divino que os dice a vosotros: “Idypredicad,idysedportadoresdemimensaje”. Esta es una orden del Señor: de aquí debemos ir firmes, muy firmes para llevar el mensaje del Señor a todos nuestros hermanos, y a quienes estén especialmente más cerca de nosotros y con quienes nosotros tengamos nuestras relaciones familiares.
Una vez más que Dios os bendiga a todos.
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Fundador y guía espiritual AEA
…La tradición de los primeros siglos de la era cristiana, reconoce el día de hoy a ese lugar dándole el nombre de Ain Karim. El lugar en donde nació igualmente Juan el Bautista…
Cuando Isabel recibe la visita de su prima, primero exulta –dice Lucasexulta el niño que llevaba en su seno, y luego Isabel se llena del Espíritu Santo. Dos cosas que se realiza entonces.
Primero, exulta de gozo ese niño que había concebido ya Isabel anciana, una mujer que frisaba en los 80 años ¡concepción milagrosa tiene ella! lleva un niño, aquel que más tarde recibirá el elogio más grande de parte del Señor: Nohayninguno -dice- mayorqueeste,nacidodemujer. Se refería a Juan el Bautista.
Isabel había concebido a Juan el Bautista, el Eliseo, el profeta de fuego que en otro tiempo anunció, pero anunció con caracteres tan evidentes, especialmente el sufrimiento de El Mesías prometido a Israel –en el capítulo 53 de su profecía que se dice que es también el cuarto Evangelio de la narración de la Pasión del Cristo-.
Ese niño exulta, ¿exulta pero por qué? Porque ese niño reconoce. ¿Reconoce a quién? Reconoce a la Luz que venía iluminar a este mundo. De ese seno virginal de María que concibió a ese Niño, se desprende un haz de luz infinito, un destello de luz tan grande que ilumina la vastedad de todos los planos. Y esa luz llega con su potencia vivificadora, también a despertar ya la conciencia, la conciencia de ese niño, y ese niño exulta de gozo, salta de gozo. El primer gran milagro de ese Niño concebido en el seno de la más pura, de la más perfecta entre todas las criaturas de todos los planos, mis queridos estudiantes.
Isabel se llena del Espíritu Santo, nos dice el evangelista. Entendamos bien esa expresión: llena del Espíritu Santo. ¿Qué es el Espíritu Santo? Esta vibración cósmica, esta que nos hace SENTIR a nosotros mis queridos estudiantes, la presencia augusta de Dios en nosotros. Esta que nos a nosotros PALPAR, tocar con la mano esa presencia inefable de ÉL.Y sin esa vibración cósmica, sin el Espíritu Santo no podemos mis queridos estudiantes, descubrir Su presencia. NECESITAMOS de DIOS para descubrir a Dios en nosotros. Necesitamos de Dios, para saber que también somos dioses. Y sin eso ¡es imposible! Es otra dimensión, esa dimensión en que se realiza todo esto.
Y la prima de la Virgen, Isabel, llena del Espíritu Santo va hacer el elogio de Quien le visita. Y ella se va a despojar de su carácter de pariente, de prima, y ella también va a descubrir el carácter cósmico universal, ¿de Quién? De una criatura, y de un espíritu totalmente, plenamente evolucionado…
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.