9 minute read
MARISELA ESCOBEDO: ANTÍGONA CONTEMPORÁNEA, TU LUCHA AÚN NO ACABA
from Ágora número 31
by Ágora Colmex
Emilia Noemí Amezcua Bernal
¿Cuándo encontraremos más mujeres como fuentes consultadas, columnistas y expertas en temas diversos que como víctimas de nota roja?
Advertisement
María José frías, Las mujeres y el periodismo de los hombres hay Madres que entre tierra y LoMbrices se aferran a los huesos fríos de su hija. Hay otras que guardan la foto de su desaparecida bajo su almohada y como fondo de pantalla para no olvidarse de su cara. Hay periódicos que publican la fotografía de Ingrid Escamilla desollada, curtiendo su imagen en la primera plana, escriben “muerta” en lugar de “asesinada por su expareja”.1 Hay vecinos que culpan a la mamá de Fátima Cecilia por tardar en recoger a la pequeña de 7 años de su escuela. Hay amigas y desconocidas que pasaron horas buscando a Lesvy Berlín dentro de su universidad para encontrarla estrangulada en un teléfono público.
1 Lioman Lima, “Feminicidio de Ingrid Escamilla: por qué el asesinato de la joven ha provocado protestas en México,” en BBC News, 16 de febrero de 2020, https://www.bbc.com/mundo/ noticias-america-latina-51518716
En México la violencia y la revictimización son una garantía que cae sobre nosotras como si fuese un galardón que puede ser obtenido sin edad mínima ni requisitos previos: para ser acreedora sólo es necesario ser mujer. En este país, las autoridades no abren investigaciones de mujeres desaparecidas porque desde los 11 años de edad se asume que “se fue con el novio”.2 Cuando se encuentra el cadáver de una mujer enterrada en el jardín del feminicida, nadie sale imputado porque “no hay tiras reactivas” que puedan señalar al culpable.3 Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez no sólo fueron víctimas de los feminicidas —que las privaron de vivir— y de la sociedad que volteó a ver a otro lado cuando las madres exigían justicia; también fueron víctimas de un Estado negligente y despreocupado4 por sus investigaciones inundadas de irregularidades. Volvieron a ser víctimas de la falta de voluntad política que México mostró cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos le exigió reparar los daños. Aunque sabemos que estos daños nunca subsanarán. Cuando se tejen redes no somos inermes ante un país que no nos quiere ver crecer. La rabia y el dolor mueve a las mujeres de México porque a todas nos han tocado sin querer, a todas nos han quitado la libertad para reemplazarla con dolor y miedo. Todas hemos sentido el miedo que invadió a Mara Castilla y a Fátima Quintana antes de fgurar en la cifra nacional de feminicidios. A través de estas líneas pretendo explicar por qué el feminismo y la lucha de las mujeres han tenido un alcance y consecuencias tan exponenciales en los últimos años. Para hacerlo recuperaré casos emblemáticos de mujeres mexicanas que han desafado tanto al Estado como a la sociedad para tener acceso a la justicia por su propia cuenta; además realizaré un paralelismo constante con Antígona: la mujer que desafó las leyes de la Grecia Antigua para rendir la muerte de su hermano. Esto me ayudará a mostrar que la lucha ha sido fructífera gracias a que se ha colectivizado y se han tejido redes de apoyo y de resistencia que desafían a la sociedad y al Estado mexicano. Alguna vez en México la palabra homicidio era sufciente para describir la realidad violenta que se experimentaba. Desde 1993, esa palabra empezó a ser insufciente ante la violencia sistemática perpetrada contra las mujeres de Ciudad Juárez. No fue hasta el 2003 que la palabra feminicidio apareció en las leyes mexicanas promovidas por Marcela Lagarde, pues el fenómeno de violencia en México ya había superado la tipifcación de delito que se tenía.5 Sin embargo, la tipifcación no fue lo único que surgió a raíz de Las muertas de Juárez: para las madres y los familiares de las asesinadas fue imposible quedarse esperando una respuesta del Estado que se asemejara a una condena o a la justicia. Marisela Escobedo, madre de Rubí Marisol, quien fue asesinada a los 16 años en Ciudad Juárez, encabezó la lucha que marcaría uno de los precedentes más importantes para el feminismo en México y la lucha de las mujeres. Pensar en Marisela Escobedo como Antígona contemporánea resulta útil para analizar por qué no pudo completar su lucha: Antígona y Marisela desafaron al Estado sin algún grupo de apoyo sustancial. Solas, ante las autoridades, exigieron el cumplimiento de los derechos de su difunto. Marisela, como Antígona, se enfrentó a un proceso penal a todas luces injusto que desató el inicio de su búsqueda inagotable por la justicia que su hija merecía. Marchó por todo el país buscando al feminicida de su hija, pero sus marchas no superaban las treinta personas. Después de 2 años de lucha, Marisela fue asesinada frente al Palacio de
2 El País, “Las madres de las jóvenes asesinadas en México no pueden llorar | Internacional” YouTube, Noviembre 24, 2017, https://www.youtube.com/watch?v=dPv0dQ2mWWQ.
3 Ibid.
4 Laura Rangel, “Sentencias condenatorias al Estado mexicano dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y sus implicaciones en el orden jurídico nacional” Revista de ciencias jurídicas de Puebla, 2011, núm. 28, pp. 160-186.
5 Marcela Lagarde, «Del Femicidio Al Feminicidio» Desde El Jardín De Freud, 2006, núm. 6, pp. 216-225. https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/8343.
Gobierno de Chihuahua, con pleno conocimiento de las autoridades. Al igual que Antígona, la dejaron morir aún cuando había posibilidad de protegerla. La periodista Myrna Pastrana describe la muerte de Marisela de la siguiente manera: “Con la muerte de Marisela, […] hemos perdido la esperanza, y eso es grave, creo que todos los que seguíamos su caminar, esperábamos que tarde o temprano lograría lo que se había propuesto”.6 Al parecer, obtener justicia en México siendo una sola persona es imposible porque la corrupción mata antes que el desgaste.
Sostengo que el punto crucial para la formación del movimiento feminista mexicano, tan exitoso y transgresor de hoy, lo marcaron la lucha y la subsecuente muerte de Marisela Escobedo, las otras exigencias de mujeres que luchan y la violencia que lentamente se visibilizó en el país. Después del asesinato de Marisela Escobedo, decenas de marchas suscitaron en todo el país para exigir justicia por ambos asesinatos. La indignación por la impunidad estaba más que presente en la opinión pública al resolverse meses antes el histórico caso de Campo Algodonero. Ya no quedaba mucho que perder, ya habíamos perdido a muchas mujeres y era lo único que faltaba para que el feminismo se hiciera hegemónico en el país. Según CIMAC, del 2007 al 2017 se pueden contar al menos 124 marchas feministas en México, un número histórico de movilizaciones de mujeres exigiendo justicia en las calles.7 Innumerables colectivos de mujeres feministas de todas las edades comienzan a tejer redes de apoyo y de lucha: muchas de ellas convocan a marchas, unas difunden el conocimiento teórico y otras luchan desde su profesión, como es el caso de Equis Justicia para las Mujeres. Esta organización de abogadas
“busca transformar las instituciones, leyes y políticas públicas para me- jorar el acceso a la justicia para todas las mujeres”8 y desde el 2011 ha sido una importante organización de feministas opositoras al Estado.
6 Jesús Vargas Valdés, “Recordando a Marisela Escobedo” UEHS-La fragua de los tiempos, 2011, núm. 892, p. 3.
7 Comunicación e Información de la Mujer, “Movilizaciones feministas en la Ciudad de México 2007-2017” Scribd, agosto 19, 2019, p. 84.
En el 201, tuvo lugar la “Marcha de las Putas en México” y decenas de otros países.9 Su importancia radica en haber sido una de las marchas más numerosas de mujeres en México hasta esa época: contaban con alrededor de 1500 participantes manifestándose para condenar la violencia sexual y la revictimización de quienes la sufren. Ese mismo año, Susana Chávez, activista contra los feminicidios quien acuñó la frase “Ni una menos”, fue asesinada en la Ciudad de México. Muchos grupos de activistas y mujeres civiles denunciaron su muerte tanto en redes sociales como en las calles. En la Ciudad de México y otros estados de la república, también se congregaron frente a la Procuraduría General de la República.10 Las mujeres que hablaban frente al micrófono no daban sus nombres, como un signo de sororidad porque la mujer hablando representaba a todas. El movimiento comenzaba a tejer redes con objetivos comunes. La impunidad impregnó al gobierno al querer revictimizarla y al resolver su caso tras dos años de presión. Cabe destacar que pocos medios cubrieron su nota, o cualquier otra nota de feminicidio en esos años. Las marchas suscitadas por el #MeToo y el #AquíTambiénPasa, que buscan visibilizar el acoso y las violaciones sexuales dentro de las universidades y otros ámbitos de la vida cotidiana, no son más que otra demostración de las consecuencias positivas de la sororidad. La alta respuesta de apoyo y de denuncias visibilizadas gracias a estos movimientos permiten alzar la voz ante temas que antes se sufrían en silencio y, si se denunciaban, eran rápidamente sofocados por las instituciones.
8 EQUIS, Justicia para las Mujeres, “Quienes somos” https://equis.org.mx/quienes-somos/.
9 Jossette Rivera, “No signifca No” es el lema en la “Marcha de las Putas”” BBC News, mayo 19, 201,. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/05/110519_mexico_marcha_putas_slut_ walk_jrg.
10 Comunicación e Información de la Mujer, op. cit., p. 84.
El feminicidio de Lesvy Berlín es sin duda alguna una prueba emblemática de los alcances que estas redes y sororidad tienen en la vida pública. Lesvy de 22 años fue asesinada en el 2017 dentro de las instalaciones de Ciudad Universitaria. Las autoridades le dijeron a la madre que “se suicidó porque era mujer y hay días donde son vulnerables”,11 el peritaje fue una indagación sobre su vida sexual y familiar. La Procuraduría General de Justicia publicó en Twitter que Lesvy estaba drogada y alcoholizada a la hora de su muerte y que no estudiaba. Las inconsistencias y la dolorosa revictimización de Lesvy movió a decenas de jóvenes mujeres a tejer una colectiva alrededor de la madre de la víctima a pesar de no conocerla y no tener vínculo alguno con la joven. Cuando a Rita Canto le preguntaron en una entrevista con la madre de Lesvy si es posible obtener justicia en México como simple individuo, ella respondió “En este país […] la justicia es cruel […] y se ha tenido que construir socialmente”.12 El caso de Lesvy comprobó que la única manera de no quedar inerme ante la violencia feminicida del Estado, es tejiendo lazos de lucha y de apoyo; lazos de sororidad que permitan caminar hacia un objetivo en común. Hoy el feminicida de Lesvy está condenado a 50 años de prisión por feminicidio. Según Judith Butler, en la lucha de Antígona las leyes son: “un límite a lo social, lo subversivo, a la posibilidad de agencia y cambio [...]”.13 La autora afrma que las leyes y normas son una estructura de poder arbitrario: Antígona reconoce la humanidad a través de los derechos de la ciudadanía.14 Es a través de la sororidad y de la lucha colectiva que podemos hacer valer nuestros derechos humanos. A tra- vés de la oposición al Estado corrupto con el narco e inefciente con sus procesos, es como nacemos; es como nosotras mismas nos otorgamos derechos en lugar de violencia y lazos en lugar de la muerte. Las asesinadas de Juárez son y seguirán siendo la herida más grande de las mexicanas y del país entero. Son la imagen viva de cómo la vida de las mujeres ha quedado ignorada por un Estado plagado de inhumanidad; un Estado con instituciones que montan el teatro más miserable; un Estado con fachada de libertad y derechos, pero con un Palacio sangrando por dentro. Las asesinadas de Juárez son, de igual forma, uno de nuestros motores hacia la búsqueda incesante de justicia, representan el dolor que nos une para construir una realidad diferente para las que seguimos vivas y las que aún no nacen. La obra de Antígona termina contundentemente con la siguiente frase:
11 El País, “Las madres de las jóvenes asesinadas en México no pueden llorar | Internacional” YouTube, Noviembre 24, 2017. https://www.youtube.com/watch?v=dPv0dQ2mWWQ.
12 Yael Weiss, ”Feminicidio y justicia”, entrevista con Aracely Osorio y Erika Lozano, Revista de la Universidad de México, 22 de noviembre de 2019, https://www.revistadelauniversidad.mx/ articles/197e9fa7-7596-40e2-885d-8d4caddaaac7/feminicidio-y-justicia.
13 Judith Butler, El grito de Antígona, Barcelona, El Roure, 2001, p. 39.
14 Ibidem.
“Las palabras arrogantes de los que se jactan en exceso, tras devolverles en pago grandes golpes, les enseñan en la vejez la cordura”.15 Nosotras no podemos esperar a la vejez para que sus palabras de revictimización cesen. No vamos a esperar a que la cordura llegue a quienes nos gobiernan, a quienes escriben las leyes sin nuestro voto y a quienes complican los procesos de justicia y de sanación. No nos sentaremos a esperar que la cordura llegue a las instituciones que encubren a feminicidas por mantener lazos con el narco. Nosotras somos la Antígona que, en primera instancia parece inerme ante el Estado, pero hace de su vida una lucha contra él. Antígona, hermana nuestra: el gobierno nunca más verá una mujer subversiva que muera sola. Sí te ayudó Ismene, sí fuimos todas.