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DESHIERBE

Valente Saavedra Fernández

La primera noche que dormí con René vi que salieron raíces de sus venas y yo, con mi cama, le hice un huerto.

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Me acurruqué con él y le dije al oído

“quiero ser virutas de pino o fbra de coco, quiero ser la tierra y la lluvia de abril”.

René me abrazó y sentí sus raíces hundirse en mí

“duele, para, para”, pero su arado continuó, más lento y gentil, hasta la madrugada. No se fue en la mañana y de los azulejos hizo un ojo de agua, de las paredes malla sombra y en el centro de la habitación hizo crecer un árbol terrorífco.

“Eva”, me dijo, pero a Eva un dios muy gentil la mató de vieja y la bendijo de hambre.

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