14 minute read

EL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO FEMINISTA: DIÁLOGOS Y OTROS TEJIDOS

Next Article
ágora

ágora

Lya Montiel Nepote

a Lo Largo deL sigLo XX existió una fuerte organización de grupos de mujeres movilizadas para alzar la voz contra la violencia, inequidades e injusticias que se vivían cotidianamente en los diferentes contextos y realidades de cada una de ellas. La exigencia inicial fue el derecho al voto, pero posteriormente estos movimientos feministas visibilizaron, entre otras cosas, la ausencia de mujeres en las prácticas y quehaceres profesionales de distintas disciplinas. Dentro de las ciencias sociales, la geografía –aunque de manera tardía– también reconoció al género como variable de la diferenciación social dentro de su campo de estudio: el espacio.1 Así pues, la idea de nombrar únicamente al hombre como sujeto histórico y geográfco se empezó a criticar; se plantearon nuevas teorías, propuestas y preguntas en torno a lo que se conoció durante mucho tiempo como el “pensamiento geográfco”. El surgimiento y desarrollo de la geografía feminista dio origen a una gran amplitud de cuestionamientos: en cada latitud, en cada contexto, los conocimientos geográfcos son situados respondiendo a la diversidad del mundo y las personas que lo habitan. ¿Qué otras formas de habitar y pensar el espacio se han propuesto desde estas geografías? ¿Cómo dialogar tomando en cuenta las distintas experiencias y corporalidades?2

Advertisement

ESPACIO PÚBLICO, ESPACIO PRIVADO

Para comenzar este ensayo, me parece pertinente hablar de dos conceptos, los cuales tomaré a partir de la flosofía de Hannah Arendt3: la esfera pública y la esfera privada. Para Arendt, ambas esferas se constituyen entre sí, coexisten y mantienen una relación en la cual una no puede existir sin la otra y viceversa. Por un lado, lo “público” es aquello que puede ser visto y escuchado por todo el mundo, lo común, lo aparente, la realidad. En contraste, la palabra “privado” cobra su estado privativo original: “Vivir una vida privada por completo signifca […] estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás, estar privado de una “objetiva” relación con los otros […]”.4

1 María Verónica Ibarra García e Irma Escamilla-Herrera (coords.), Geografías feministas de diversas latitudes: Orígenes, desarrollo y temática contemporáneas, Ciudad de México, UNAM, Instituto de Geografía, 2016, p. 9.

2 Este ensayo responde a un primer acercamiento a la teoría de la geografía feminista, sus principales autoras y los aportes que ha proporcionado para el re-pensamiento de nuestra disciplina.

3 Considerada como una de las grandes pensadoras del siglo XX, discípula de Martin Heidegger y Edmund Husserl; fue una teórica política y flósofa alemana. Autora de un sinnúmero de obras, entre las cuales destacan Los orígenes del totalitarismo y La condición humana, ambas sobre el poder, autoridad y hombres (Trafcantes de Sueños, s.a.).

A fnales de los años sesenta, se conocieron distintos trabajos feministas en los cuales se hacía una crítica a la división del espacio en estas dos esferas: lo privado estaba asociado a la mujer y lo público al hombre. Estas asociaciones, las cuales parten de los conceptos una vez pensados y desarrollados por Arendt, cargan consigo una serie de distinciones binarias en función del género que presenta Linda McDowell en su libro Género, identidad y lugar. Lo masculino era lo público, fuera, trabajo, producción, independencia, poder. Mientras que lo femenino era lo privado, dentro, casa, consumo, dependencia, falta de poder.5 Así, los debates feministas iniciados en esta década —y que hasta la fecha siguen vigentes—, ponen sobre la mesa el papel de las mujeres dentro de la sociedad. Al estar vinculadas al espacio privado, la casa y lo doméstico, nuestra presencia en el espacio público se ha visto limitada, haciendo difícil que se reconozca la imagen femenina dentro del ámbito científco y la producción del conocimiento.

La Producci N Del Conocimiento Geogr Fico

Abro esta segunda sección citando a María Dolors García Ramón6: “Todo conocimiento es una construcción social y, como tal, refeja las condiciones en que se produce y se transmite en la sociedad que le rodea”.7 Como se mencionó anteriormente, durante siglos, el papel de las mujeres dentro del quehacer geográfco no tuvo el mismo reconocimiento que el de los hombres. La ciencia y el conocimiento científco han sido construidos, en su mayoría, desde el punto de vista masculino; en parte por el difícil acceso que las mujeres tenían a la educación y los estudios; por otra parte por la invisibilización sistemática a su trabajo (tangible o intangible).

4 Hannah Arendt, “La esfera pública y la privada”, en su libro La condición humana, trad. R. Gil Novales, Barcelona, Paidós, 1993, p. 78.

5 Linda McDowell, Género, identidad y lugar: un estudio de las geografías feministas, trad. P. Linares, Madrid, Ediciones Cátedra, 2000, p. 28.

6 María Dolors García Ramón es una geógrafa española, pionera de la geografía del género en su país. Sus diversas aportaciones y trabajos parten de un feminismo tanto académico como militante y plantean, entre otras cosas, el lugar del género dentro de la geografía y el estudio de las relaciones espaciales (Trafcantes de Sueños, s.a.).

7 María Dolors García Ramón, “La geografía del género”, en su libro Maria Dolors GarciaRamon. Geografía y género, disidencia e innovación, editado por A. Albet, Barcelona, Icaria, 2019, p. 254.

La noción que se tiene del conocimiento científco como real, objetivo, neutro y universal, es parte del paradigma positivista establecido por Augusto Comte en el siglo XIX. Como menciona Noel Castree en Is Geography a Science? 8, lxs geógrafxs se han empeñado durante mucho tiempo en posicionar a la geografía como una ciencia “verdadera” y “objetiva”. Es por ello que, a lo largo del periodo de 1950-1970, una generación completa de geógrafos y geógrafas adoptaron los métodos, las ideas y las creencias de las ciencias naturales; nombrando a la disciplina como una ciencia espacial y, al mismo tiempo, reconociéndose a sí mismxs como científcxs espaciales. No obstante, desde principios de los años setenta, esta idea de la geografía como ciencia espacial comenzó a recibir numerosas críticas manifestadas en nuevas ramas dentro de la disciplina. Castree remarca dos muy importantes: la geografía humanística y la geografía marxista; ambas cuestionaban a la ciencia positivista y planteaban nuevas preguntas a la producción del conocimiento geográfco, teniendo así una fuerte infuencia en el desarrollo de la geografía feminista y en la geografía del género.

Resulta interesante analizar de qué manera estos conceptos, teorías y paradigmas se han criticado o apropiado desde la geografía feminista. Por ejemplo, a partir de las propuestas de la geografía humanística sobre el papel que las emociones, experiencias y sentimientos juegan en el análisis geográfco, al igual que la gran infuencia que tuvo dentro de los estudios de género; los estudios de la geografía feminista se centraron —en un principio— en el espacio privado, cotidiano y doméstico, atribuido a las mujeres.9 Por otro lado, la geografía feminista contemporánea ha tomado posturas críticas, rechazando o poniendo en duda la existencia de este conocimiento neutro, universal y objetivo. Retomando la frase inicial de García Ramón, el conocimiento refeja a las sociedades que lo construyen. Cada ciencia, cada disciplina tiene su propia metodología y modos de producir conocimiento y compartirlo. Actualmente, es difícil afrmar que existe sólo una forma de hacer ciencia, de investigar, de conocer y de compartir dichos saberes; por ende, es relevante asumir a las sociedades como diferentes entre sí, reconocer su heterogeneidad.

8 Noel Castree, “Is Geography a Science?”, en Castree et al (eds.), Questioning Geography; Fundamental debates, Oxford, Blackwell Publishing, 2005, pp. 57-79.

Conocimientos Situados

Dentro de la teoría de la geografía feminista suele leerse el término “conocimientos situados” por lo que me gustaría hacer un pequeño ejercicio de indagación sobre este concepto, cuya introducción a los discursos feministas se le ha atribuido a Donna Haraway. 10 Vale la pena resaltar que resulta muy complejo defnir de una manera concisa a los conocimientos situados; la misma Haraway le dedica un capítulo completo a su desarrollo y explicación. Es necesario tener en mente que los conocimientos situados involucran dimensiones epistemológicas diferentes a las sentadas por el paradigma positivista, el cual negaba la dimensión histórica y social de la ciencia. En el ejercicio racional de la ciencia positivista, no había lugar para los intereses, puntos de vista, experiencias —y en general, para los sujetos— particulares.11 En contraste, la situacionalidad que propone Haraway localiza relacionalmente a estos conocimientos; es decir, la conexión entre el sujeto que estudia y el objeto al que se estudia se vuelve parte de los conocimientos situados. “Entonces el conocimiento situado es también conocimiento incorporado”.12

9 María Dolors García Ramón, op. cit., p. 254.

10 Es una flósofa feminista norteamericana. Su trayectoria ha sido muy amplia: ha escrito textos que van desde el feminismo, la flosofía y la ciencia hasta la primatología o los estudios poscoloniales. Para el desarrollo del concepto “conocimientos situados” véase: Donna Haraway, “Conocimientos situados: la cuestión científca en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial”en su libro Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, trad. M. Talens, Madrid, Ediciones Cátedra, 1995.

Teniendo en cuenta estas breves interpretaciones del término, queda claro que se emplea dentro de los debates feministas en general. Haraway menciona que la producción y construcción del conocimiento ha sido única y exclusivamente hecha por hombres; las mujeres, en cambio, han estado al margen convirtiéndose en las “otras”, esas que no tienen cuerpo ni voz en los debates científcos y flosófcos.13 Así pues, no es sorprendente o extraño que las geógrafas feministas se apropien también del concepto, y lo signifquen a su manera e incorporen dentro del objeto de estudio de su disciplina (en este caso, el espacio). Cierro este punto citando a Lise Nelson en Geografías feministas de diversas latitudes:

[…] las geógrafas feministas comúnmente se distancian de posturas epistemológicas que apoyan la objetividad clásica y/o la neutralidad en la producción de conocimiento científco. En cambio, acogen y construyen epistemologías feministas cimentadas en nuevos entendimientos del rigor, la validez y la verdad. […] Estas orientaciones conceptuales, metodológicas y éticas pugnan por mirar de cerca las exclusiones y silencios que se producen en el mundo y en la academia […] con el fn de producir conocimiento situado y ético que pueda inclinar el arco de la historia hacia la justicia–. 14

11 Carlo Emilio Piazzini Suárez “Conocimientos situados y pensamientos fronterizos: una relecturdesde la universidad”, Geopolítica(s). Revista De Estudios Sobre Espacio Y Poder, 5 (2014), pp. 11-33

12 Ibid., p. 21.

13 Donna Haraway, “Conocimientos situados: la cuestión científca en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial”, en su libro Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, trad. M. Talens, Madrid, Ediciones Cátedra, 1995, pp. 313- 346.

14 Lise Nelson, “Geografía feminista anglosajona: refexiones hacia una geografía global”, en M.V. Ibarra García y I. Escamilla-Herrera (coords,), Geografías feministas de diversas latitudes: Orígenes, desarrollo y temática contemporáneas, Ciudad de México, UNAM-Instituto de Geografía, 2016, p. 22.

GEOGRAFÍA FEMINISTA Y DE GÉNERO: PANORAMA ACTUAL EN MÉXICO

A lo largo del presente ensayo se han abordado diversas temáticas que giran en torno al desarrollo y estudio de la geografía feminista. En este último punto, quiero plantear dos cuestiones: la relación entre la geografía feminista y la de género y cuál ha sido su travesía en México. En primer lugar, diferenciar entre “género” y “sexo” es pertinente dentro del marco teórico de estas geografías. Por un lado, el género es el conjunto de características que han sido construidas cultural y socialmente, marcando así diferencias entre lo que es “femenino” y “masculino”; por otro, el sexo expresa las diferencias biológicas que diferencian a las mujeres de los hombres y viceversa. Los llamados “estudios de género” se consolidaron en nuestra disciplina de formas contrastantes en los diferentes países del mundo, siendo los países anglosajones el lugar donde se originaron y en el cual han tenido mayor desarrollo. Aunque la geografía, en comparación con las demás ciencias sociales, tuvo una incorporación tardía del enfoque de género, la aceptación que éste ha recibido ha sido más notoria que en otras disciplinas. García Ramón recupera (1) la defnición de geografía del género de Jo Little15 como aquella que: […]examina las formas en que los procesos socioeconómicos, políticos y ambientales crean, reproducen y transforman, no sólo los lugares donde vivimos, sino también las relaciones sociales entre los hombres y mujeres que viven allí y, a la vez, también estudia cómo las relaciones de género afectan estos procesos y sus manifestaciones en el espacio y en el entorno.16

Y (2) la defnición de geografía feminista de Ana Sabaté17 como:

15 Geógrafa británica cuyo ámbito de estudio abarca la geografía rural y la relación entre género y geografía.

16 M. García Ramón, op. cit., p. 272.

17 Geógrafa española. Actualmente es profesora titular de Geografía Humana en la Universidad Complutense de Madrid.

“aquella que incorpora las aportaciones teóricas del feminismo a la explicación e interpretación de los hechos geográfcos”.18

De igual manera, García Ramón hace una aclaración que me parece oportuno traer a cuenta: en los países anglosajones, la “geografía feminista” y “geografía de género” son conceptos similares, al grado de ser intercambiables en varias ocasiones; mientras que, en países de Latinoamérica, la geografía de género suele tener connotaciones académicas y la geografía feminista connotaciones militantes. Es común que al momento de investigar acerca de las diversas teorías, ramas y vertientes geográfcas nos encontremos con información, en su mayoría, de países europeos o de Estados Unidos. Curiosamente en el caso de la geografía feminista, es una problemática que no está tan marcada como en otros conocimientos geográfcos.

Para fnalizar este ensayo, me interesa indagar de manera muy breve el desarrollo y cambio que la geografía feminista ha tenido dentro de México.19 La institucionalización de la geografía en México se concretó en el siglo XIX, a partir del interés que tenía el Estado por conocer y ubicar los recursos naturales del país. Sin embargo, los autores de esta información geográfca eran únicamente hombres, ya que las pocas mujeres que tenían acceso a la educación (y a modalidad privada, en sus casas), a libros y a revistas de divulgación eran aquellas pertenecientes a la clase media/alta. La geografía regional —también conocida como posibilismo— fue la escuela de pensamiento de mayor infuencia dentro de la geografía de México, desde su institucionalización y hasta el siglo XX, cuando las cuestiones sociales, ambientales y políticas empezaron a resonar en la disciplina. Los estudios sobre geografía feminista y geografía de género comenzaron a tener más presencia en las universidades hacia fnales del siglo, siendo la Universidad Nacional Autónoma de México (unaM) una de las primeras instituciones en mostrar interés por estas líneas de investigación. No es de extrañar que la década de los noventa haya sido el momento en el que estos estudios fueron ganando mayor importancia: estuvo llena de sucesos históricos como el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la expansión y consolidación del neoliberalismo mediante la reformas políticas y económicas; entre otros muchos más, los cuales reconfguraron notablemente al país y, por lo tanto, a la educación y los planes de estudio. Ibarra y Escamilla-Herrera remarcan que la unaM no es la única instancia dentro de la cual se realizan estudios sobre estas temáticas:20 a partir de la apertura de la carrera de geografía en la Universidad Autónoma Metropolitana (uaM) en 2002, se inició una exploración de campos de investigación que no habían estado presentes antes en ninguna otra universidad. Aunque la consolidación de la geografía feminista y del género dentro de los estudios universitarios en México ha tenido periodos de inestabilidad, ha sido gracias al esfuerzo de numerosxs investigadorxs, docentes, académicxs y estudiantes que estos temas han permanecido dentro del ambiente universitario.21

18 Ana Sabaté et al., Mujeres, espacio y sociedad: hacia una geografía del género, Madrid, Síntesis, 195, cit. por María Dolors García Ramón, “La geografía del género”, en su libro. Geografía y género, disidencia e innovación, editados por A. Albet, Barcelona, Icaria, 2019, p. 272.

19 Para leer más sobre toda la información obtenida del caso particular en México véase: María Verónica Ibarra García e Irma Escamilla-Herrera, “La geografía feminista, de género y de la sexualidad en México, un saber en crecimiento”, en M.V. Ibarra García y I. Escamilla-Herrera (coords.), Geografías feministas de diversas latitudes: Orígenes, desarrollo y temática contemporáneas, Ciudad de México, UNAM-Instituto de Geografía, 2016, pp. 209- 238.

20 María Verónica Ibarra García e Irma Escamilla-Herrera, “La geografía feminista, de género y de la sexualidad en México, un saber en crecimiento”, en M.V. Ibarra García y I. Escamilla-Herrera (coords.), Geografías feministas de diversas latitudes: Orígenes, desarrollo y temática contemporáneas, Ciudad de México, UNAM-Instituto de Geografía, 2016, pp. 209- 238.

21 La geografía feminista y geografía del género también están presentes en instituciones de otras entidades del país, como la Universidad Veracruzana, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad Benito Juárez de Oaxaca y

Con el paso del tiempo, la geografía feminista y de género han cobrado mayor importancia en México. Las temáticas que se han desenvuelto dentro de estas investigaciones y estudios responden directamente a las problemáticas y a la realidad mexicanas. Los temas que se abordan más dentro de estas geografías son, según Ibarra y Escamilla-Herrera: el trabajo (división, implicaciones, remuneración), la participación política (electoral y dentro de movimientos de resistencia) de mujeres, la violencia hacia las mujeres y los feminicidios, el cuerpo, la relación ciudad-género, el turismo (con perspectiva de género) y la migración.22 Las autoras también remarcan que predominan los estudios de espacios urbanos sobre los rurales. En conclusión, podemos observar que en la actualidad se está desdoblando una geografía feminista mexicana que hereda las diversas tradiciones y trayectorias académicas de los diferentes países del mundo.

Conclusiones

Los movimientos feministas han generado grandes cambios, no sólo en el marco de los derechos humanos y las luchas contra la desigualdad; también dentro de los ámbitos académicos y escolares. Las miradas, voces, experiencias, vivencias y realidades de las mujeres se han empezado a observar, escuchar, nombrar, sentir, tomar en cuenta. Ya no somos cuerpos y nada más. Ahora somos lucha, somos movimiento, somos mucho más que lo que nos han ido quitando con el paso de los años. La geografía también ha incorporado estas miradas y corporalidades;23 de tal forma que las mujeres interpretan su propia realidad y en ese ejercicio, se interpretan a sí mismas.

la Universidad de Baja California.

22 M. Ibarra García y I. Escamilla-Herrera, op. cit., p. 225.

23 Linda McDowell sobre la corporeidad: “[...] capta el sentido de la fuidez, del desarrollo y la representación, elementos decisivos de los actuales planteamientos teóricos que ponen en cuestión las relaciones entre anatomía e identidad social.” (L. McDowell, op.cit., p. 66.)

Los lugares, los espacios y los contextos se estudian desde las voces de aquellas personas que han sido invisibilizadas a lo largo de la historia. El género juega un papel crucial dentro de la construcción social del espacio y las relaciones de poder que en él habitan. La geografía feminista, o, mejor dicho, las geografías feministas ,24 han aportado un fuerte análisis espacial que considera variables que por mucho tiempo no estaban contempladas en él.

Ahora bien, dentro de estos análisis espaciales que toman en cuenta al género, reconocer las diferentes dimensiones que atraviesan a las mujeres de todo el mundo, de todas las latitudes, es crucial. El feminismo lo ha nombrado interseccionalidad y, aunque es una discusión muy amplia dentro de esta teoría-práctica, fue introducido hacia el debate geográfco por Gill Valentine: “el concepto de interseccionalidad se usa para teorizar las relaciones entre diferentes categorías sociales: género, raza, sexualidad etcétera. Sorprendentemente, este concepto de interseccionalidad ha recibido poca atención en geografía”25.

Tener un primer acercamiento a las geografías feministas me hizo recordar lo importante y vigente que es la lucha feminista, sobre todo en un país donde la violencia hacia las mujeres aumenta cada día más. Me parece que, ante el panorama actual de la pandemia y la incertidumbre que ésta ha traído consigo, la posibilidad de imaginar y tejer diálogos multi- latitudinales entre diferentes geografías puede ayudar a entrever algún tipo de luz y claridad dentro de los tonos grises en los que el mundo (se) está pintado. Cierro con palabras de mujeres zapatistas que tuve la oportunidad de escuchar en el Segundo Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan: “Aunque estemos de acuerdo o no estemos de acuerdo con otras luchas y sus modos y geografías, pues a todas nos sirve escuchar y aprender”26.

24 “La geografía feminista no existe en el singular, solo en un plural. Las geografías feministas son diversas, múltiples ya que incorporan un sinnúmero de enfoques teóricos y metodológicos, tienen historias y raíces diferentes en cada universidad, país, región”. Carolin Schurr, “¡¿Otras geografías son posibles?! Geografías feministas en Suiza, Austria y Alemania”, en M.V. Ibarra García y I. Escamilla-Herrera (coords.), Geografías feministas de diversas latitudes: Orígenes, desarrollo y temática contemporáneas, Ciudad de México, UNAM-Instituto de Geografía, 2016, p. 154.

25 Gill Valentine, Theorizing and researching intersectionality: A challenge for feminist geography, 2007, pp.10-21, cit. por Carolin Schurr, op. cit., p. 171.

This article is from: